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Lionel silenciosamente entró al palco, dejando sus pertenencias a un lado y sentándose en el sillón, poniéndose cómodo para mirar el partido. La gente del City había sido muy considerada al dejarle el palco más lejano del resto, y por dejarlo entrar más cerca al horario del partido, de manera que no se encontraría a tanta gente en el camino que quisiera una foto o un autógrafo. La verdad es que no le molestaba devolver el apoyo de sus fans, pero en aquel momento Lionel venía a observar el partido no sólo por entretenimiento, sino también para ver al Manchester City como equipo en sí. Ya había decidido que no quería continuar en el Paris Saint-Germain, y había estado observando otros equipos europeos donde podría adaptarse. Si bien el Barcelona era uno de sus grandes amores, sabía que volver no era una opción. Así que el campeón del mundo se encontraba considerando la Premier League, dado que era la liga más competitiva del mundo, y muchos de sus compañeros de la selección se encontraban en ella.
Su primera parada había sido el City debido a que el director técnico era Pep Guardiola, por lo que ya estaba familiarizado con su estilo de juego, su estrategia; además de que prácticamente le garantizaba un espacio dentro del once titular. Sin embargo, antes de proponer su idea, quería saber cómo jugaba el equipo; por lo que ahora se encontraba en el palco VIP del Etihad, a punto de presenciar un Man City vs Newcastle. Se alegró de ver que Julián estaba en el equipo titular junto con el noruego del cual había escuchado tanto, Haaland. Desde el Mundial, había hablado considerablemente poco con el delantero argentino; pero Lionel semanalmente leía como el City recuperaba el liderazgo de la Liga y se presentaba como un candidato principal para ganar la Champions League gracias a la dupla delantera Haaland-Álvarez, que ya acostumbraba a hacer tres goles por partido, y rompía récords de manera constante. Por lo tanto, estaba entusiasmado de poder verlos en acción.
Una vez comenzado el partido, claramente se podía ver la superioridad del equipo de Manchester, lo cual inevitablemente llevó a que en el minuto '18 Julián realice un pase filtrado a Haaland, quien metió la pelota en el fondo del arco de una patada con la pierna débil. El estadio gritó y celebró en coordinación, y Lionel aplaudió también, sin poder evitar sonreír, hasta que vió que la pantalla del Etihad lo estaba enfocando, y la audiencia comenzó a aplaudir y a corear su nombre. Lionel no tenía la intención de que sea tan público el hecho de que había ido a ver el equipo de Guardiola, pero se resignó y simplemente saludó a la cámara brevemente, y siguió mirando el partido, sin ánimos de acaparar la atención que los jugadores se merecían. Al ver su imagen en la pantalla, Julián sonrió y comenzó a saludar hacia los palcos, mientras se cubría la boca para decirle algo a su compañero noruego al oído, quién sonrió y comenzó a saludar en dirección de los palcos también. Lionel se sintió halagado y devolvió el saludo, y el árbitro dió la señal para que se continuará jugando.
El reloj siguió avanzando, y el partido estaba entretenido, con la hinchada del City cantando y alentando a sus goleadores estrella. Si bien el City estaba teniendo muchas chances de patear al arco, los jugadores de Newcastle se estaban tirando para atrás, la gran mayoría ubicados dentro del área grande; desviando y bloqueando los tiros de tanto Haaland, de Julián e incluso los tiros lejanos de Mahrez y Grealish, quienes intentaban desesperadamente ampliar la ventaja para evitar el empate. El árbitro pitó el final del primer tiempo, y Lionel aprovechó para mirar su teléfono y consumir las bebidas y comidas que se ofrecían en la zona VIP. Pasados los quince minutos, Messi volvió a su lugar una de las pantallas del palco y pudo ver cómo los jugadores de Newcastle entraban nuevamente al campo de juego, todos con muecas de rabia y frustración ante la muy clara derrota que se avecinaba.
Apenas comenzó el segundo tiempo, Lionel notó que los jugadores del equipo visitante se veían más agresivos, presionaban más a los jugadores del City, llegando a incluso empujar o chocar a los delanteros. Cuando estaban por dar los 5' del segundo tiempo, el 9 del Manchester, Haaland, estaba en posesión de la pelota y corría velozmente sin marca hacia el arco; pero uno de los defensores del Newcastle se adelantó, lanzándose al suelo con ambas piernas estiradas, apuntando al delantero rival. «Acá lo rompe.» pensó Lionel en esos milisegundos en los que el central se deslizaba por el césped hasta chocar contra el noruego, deteniendo su carrera y levantándolo por los aires. Parecía que los segundos pasaban en cámara lenta, viendo cómo Erling caía de espaldas al suelo y su botín derecho salía de su pie. Una vez caído, el noruego soltó un alarido de dolor, tomándose la pierna lastimada con una mano, y golpeando el suelo con la otra.
El fuerte grito colectivo del estadio trajo a Lionel de nuevo a la realidad, sacándolo del trance. Observó como el resto de los compañeros de Haaland corrieron hacia él, con expresiones de preocupación pero también de enojo hacia el central. El árbitro también corrió hacia la escena del crimen, y sin titubear le mostró la tarjeta amarilla al defensor, el cual simplemente puso los ojos en blanco. Lionel se levantó de su asiento, tratando de ver mejor la escena. Riyad Mahrez se encontraba tratando de calmar a los jugadores de ambos equipos: a los del equipo visitante que le reclamaban y cuestionaban al árbitro, y a los del City que insultaban a los rivales por jugar sucio, hasta el punto de lastimar a un jugador tan joven. Por otro lado, la hinchada visitante alentaba, e incluso aplaudía al central que cometió la falta; mientras que la hinchada local abucheaba y silbaba el juego sucio.
Pero Lionel no estaba concentrado en eso. Lionel estaba mirando -tanto directamente como por las pequeñas pantallas que tenía el palco- a Julián Álvarez, quien se encontraba al lado de Erling Haaland mientras los médicos lo revisaban. El noruego se tapaba los ojos con su antebrazo, su cara torcida en una mueca de dolor, mientras que su otro brazo se encontraba en las manos del jugador argentino. Julián se veía claramente preocupado, su ceño estaba fruncido y sus ojos viajaban ansiosamente de la expresión de dolor de su compañero a su pierna lastimada; mientras sostenía delicadamente la mano del noruego y susurraba lo que Lionel suponía que eran palabras de apoyo. Los médicos hicieron una seña entre ellos, y lo subieron a la camilla del pequeño vehículo que acababa de entrar a la cancha. Sin embargo, antes de retirarse del campo de juego, Lionel pudo observar como el noruego tomó una respiración profunda, y levantó su brazo que anteriormente cubría su rostro, para colocarlo en la mejilla de Julián, sosteniendo su rostro de manera casi delicada. El argentino se tensó aún más, su preocupación haciéndose más clara, pero aún así se acercó a su compañero, colocando su oído cerca de la boca del noruego, quien le susurró unas palabras antes de que se lo llevaran fuera del campo de juego.
Messi no pudo ni ver ni entender el intercambio entre los jugadores, pero la expresión de ansiedad y estrés en el rostro de Julián lo preocupaba. Miró el banco de suplentes, y vió a Guardiola realizando cambios de forma urgente, rápidamente tratando de informar a los jugadores que entraban cómo deberían formarse; obligado a cambiar la formación debido a que Haaland ya no se encontraba en el campo de juego. Lionel desvío su mirada hacia su compañero de selección nuevamente, y observó que Julián parecía estar al borde de las lágrimas, respirando de forma acelerada y mirando con enojo a la hinchada visitante, que aún celebraba la lesión del jugador noruego.
El juego continuó luego de que Guardiola realizara los respectivos cambios, y Julián quedaba como único punta. El City comenzó a jugar de forma más agresiva, casi igualando al equipo visitante, por lo que el partido comenzó a ser un ida y vuelta de empujones, patadas y barridas constantes, muchas de ellas siendo cortesía del argentino. Lionel observaba con atención cómo jugaba Julián durante el segundo tiempo, y notó que si bien tuvo más oportunidades de ataque y parecía ser incluso más rápido y ágil de lo normal; también estaba más impreciso, apresurado al realizar pases y al presionar, resbalándose en varias ocasiones, y realizando faltas innecesarias -que por suerte no eran lo suficientemente graves como para una tarjeta amarilla-.
Lionel, curiosamente, se dió cuenta que Julián en este estado le hacía acordar a su compañero Neymar cuando éste recién llegaba al Barcelona. Si bien era talentoso, rápido y ágil, se desesperaba mucho en los ataques, se frustraba con facilidad y perdía eficacia. Messi sabía que cuando un gran jugador jugaba de tal forma no era por una causa estratégica o física, sino mental, psicológica. En el caso de su compañero del Barça y actualmente del PSG, era por inseguridad y por un difícil proceso de adaptación al equipo, pero el mismo Lionel había logrado ayudarlo con eso: pudo hacerlo sentir acompañado, ganar confianza y sentirse parte del grupo; y en consecuencia Neymar había jugado como nunca antes, llegando a ser uno de los mejores del mundo. Sin embargo, Julián ya se encontraba en el Manchester City hace meses y ya tenía varios partidos como titular, y si bien no parecía tener mucha relación con el resto del equipo, claramente se llevaba bien con su entrenador y con su compañero de ataque, Haaland. Justamente, pensó Lionel, está molesto porque le falta su compañero. El capitán argentino frunció el ceño, sintiendo que si bien esa parecía ser la respuesta, algo no le cerraba.
Después de tantos años jugando al fútbol, y haber tenido tantos compañeros y amigos con los cuales compartió equipo, Messi nunca se había visto tan afectado como Julián en ese momento. El joven estaba peleando cada pelota y cada decisión del árbitro, mirando de lado a los jugadores del equipo rival, lanzando los laterales y tiros libres de forma apurada y escupiendo el césped de manera constante. Era claro que estaba nervioso, enojado. Lionel recordaba su paso por el Barça, e incluso con su lesión en 2013 ninguno de sus compañeros había reaccionado de tal forma. Si bien se molestaban y reclamaban al árbitro y discutían con los otros equipos, nunca afectaba la calidad de sus actuaciones durante el partido. Mucho menos en el caso opuesto, cuando algún compañero de Lionel sufría una lesión y él debía jugar con esa bronca encima; nunca lo había afectado a ese punto, o al menos no lo demostraba en la cancha.
Las voces en la cancha gradualmente se empezaron a escuchar más fuerte, sacando a Lionel de sus pensamientos, y vió como Julián se encontraba corriendo solo hacia el arco con la pelota, con un defensor detrás suya -quien inútilmente trataba de alcanzarlo- y el arquero esperando en el arco, quien ante el inminente ataque, salió hacia adelante, tratando de cerrar al joven argentino. Sin embargo, el campeón mundial no titubeó y al ver como el arquero se adelantaba, picó la pelota, mandándola por encima del arquero y entrando casi de manera delicada dentro del arco. El Etihad explotó en gritos y celebración ante un gol tan necesitado y una ejecución tan exquisita, y Lionel sabía que probablemente debería gritarlo o aplaudir por si la cámara lo enfocaba nuevamente, pero toda su atención se concentraba en el jugador 19: Julián había ido directamente al córner, a la tribuna donde se encontraba la hinchada visitante, y celebró su gol gritándole a los fanáticos del equipo rival, sacudiendo sus puños y corriendo del córner a la zona detrás del arco, ignorando los insultos de la hinchada del Newcastle. Sus compañeros fueron a abrazarlo y a festejar con Julián, quien devolvió el saludo, pero cortó el abrazo grupal para sentarse en el césped de la cancha con piernas cruzadas, y sus manos apoyadas en una posición de meditación, con los ojos cerrados. «La pose "zen". Pensó Lionel. Es el festejo de Haaland ese, me acuerdo que Ney me dijo que se lo había hecho cuando el Dortmund le ganó al PSG»
La gente del City largó un rugido aún mayor, celebrando el festejo de Julián honrando a su compañero que ya no podía jugar el partido. Desde afuera, parecía un festejo normal, un homenaje para su compañero de equipo. Pero Lionel conocía a Julián, o al menos lo conocía más que cualquiera de los presentes en ese estadio. Julián, en su estado natural, jugaba de forma alegre, ligera, no gritaba goles propios sino que hacía su clásica celebración de Spiderman con una sonrisa y un abrazo a sus compañeros; nunca con bronca o frustración. Ni siquiera durante el mundial lo había visto así, el más joven siempre fue más positivo, concentrado en el juego, prefiriendo buscar y generar jugadas antes que resignarse a pesar de que les empataran los partidos. Esto, no era un homenaje, pensó. Gritarle los goles a la hinchada de esa forma, jugar de manera agresiva y apresurada, y festejando con la celebración de su compañero lesionado; no, no era un homenaje. Era venganza, simple y clara.
Lionel siguió mirando a Julián, quien volvía a la mitad de cancha y le sonreía de manera burlona a los jugadores rivales. El capitán argentino comenzaba a preocuparse, casi no reconocía a su compañero, y no sabía qué podía causar tal reacción en el joven que solía ser tan tímido y tranquilo. En el banco, podía ver a Guardiola con la misma expresión preocupada que Lionel, sus ojos turnándose entre mirar a Julián, y sus asistentes técnicos. «No es boludo Pep. Acá hay algo raro.» Pensó, recordando a Julián corriendo por la cancha, a punto de realizar un gol en una semifinal del mundo mientras sonreía con toda la ilusión de un nene jugando con su juguete favorito; y lo comparó con la versión de Julián que veía ahora: que al momento de tener la posesión de la pelota avanzaba al arco sin siquiera mirar donde estaban sus compañeros y empujaba a los jugadores del equipo opuesto que trataban de marcarlo.
Lionel estaba pensando si había alguna manera de poder hablar con él luego del partido, cuando de repente le llegó un mensaje de Antonela. Era una foto de ella y los nenes, que se encontraban visitando a su familia materna mientras Leo visitaba -o revisaba- clubes, aprovechando el descanso que le había ofrecido el PSG. Le contestó rápidamente, enviando una foto desde el palco, y le dijo lo mucho que la extrañaba a ella y a Mateo, Ciro y Tiago. Justo en el momento que había terminado de escribir el mensaje, un fuerte pitido del silbato del árbitro llamó la atención de Messi. Miró al campo de juego nuevamente, y vió a un jugador que no reconocía caer al suelo dolorido, seguido por el árbitro del partido ordenando un tiro libre y mostrándole la tarjeta amarilla a Julián Álvarez, quien sonrió sarcásticamente y lanzó la pelota lejos, haciendo que su oponente tuviera que ir a buscarla.
El celular de Lionel vibró nuevamente con dos mensajes de Antonela:
⟩ Se, ví que te enfocaron en el palco. Ya están empezando a decir boludeces en la tele, de si te vas del psg por quilombos o por plata y no se q
⟩ Me parece que le voy a sacar el sonido, me rompe las pelotas cuando empiezan a hablar mal de vos
Messi no pudo evitar sonreír ante la actitud protectora de su esposa, volviendo a mirar el partido. Se preguntó si Julián tendría a alguien en los palcos, así como Antonela lo hacía cuando Lionel jugaba; pero tenía sabido que Julián era -de hecho- el único soltero en la selección, nunca había hablado de una novia, ni había hablado de tener intenciones de tener una. Y durante el partido, en ningún momento había mirado a la sección de los palcos más que para saludar a Lionel desde lejos, y con la única persona que celebraba los goles -o se los dedicaba, en este caso- era a su amigo Haaland. A Haaland, su compañero. Y fue en ese momento cuando Lionel sintió su corazón saltarse un latido, y su respiración se paró por un momento. De repente, la verdad parecía haberle pegado un cachetazo, y todo se hizo demasiado obvio de repente.
El enojo, la preocupación de Julián, la facilidad para entenderse que tenían dentro de la cancha, la coordinación. Todo cuadraba. «Qué pelotudo que soy.» Pensó, y su mente se disparó en mil direcciones distintas, preguntándose demasiadas cosas a la vez. «¿Desde cuándo? ¿Antes del mundial? Dios, si Julián es gay o estaba de novio con un pibe y fue a Qatar está en pedo, en ese país te meten preso por eso, mínimo. ¿Por qué no me lo dijo? ¿O a Scaloni, por lo menos? Por ahí Lio o Pablo sabían. O Enzo, que es el amigo de antes. Ni Guardiola parece que sabe, por Dios este pibe.» Lionel se agarró la cabeza con ambas manos, soltando un suspiro profundo. No estaba enojado con el jugador más joven, pero se preguntaba por qué no sabía. Como capitán del equipo parte de su deber era cuidar a los jugadores, y esa información era importante en un lugar como era sede del Mundial. ¿No le tenía la confianza suficiente a Lionel? O por ahí, nadie sabía, siendo que era un tema tan delicado. Lionel no juzgaba a Julián ni mucho menos, lo que hiciera cada uno en su vida privada no le importaba, mientras fuera feliz; pero sí sabía que el fútbol como deporte estaba bastante atrasado con el tema, y si se llegaba a filtrar a la prensa o algo por el estilo, se podía complicar todo. El capitán frotó sus ojos con los talones de sus manos, pensando en qué hacer. «Le tengo que ir a hablar, después de que termine el partido. No sé si es que no me tiene confianza, o si tiene miedo o vergüenza o qué, pero tengo que saber.» Concluyó el argentino, y suspiró resignado.
Una vez finalizado el partido, Lionel simplemente preguntó al staff -en un inglés bastante tosco- si podía ir a los vestuarios, para saludar a los jugadores y a Pep. Con una sonrisa lo acompañaron al lugar, donde un cúmulo de jugadores, utileros y parte del cuerpo técnico se encontraba juntando sus pertenencias para finalmente irse del Etihad. Leo avanzó por la sala, saludando a aquellos que lo reconocían, y aprovechó para preguntar por Julián. Le señalaron que su compañero de selección se encontraba en el pasillo cerca de la salida, ya que aparentemente había salido con prisa. Messi se apresuró, buscando a su compañero, hasta que finalmente lo encontró: en ropa casual, con su pelo aún mojado de la ducha y con un bolso deportivo colgando de su hombro, mientras hablaba por teléfono con una expresión preocupada.
— I don't know. I can go there in an Uber, and we can come back for your car tomorrow. Or… No sé. Maybe ask Phil or Riyad to drive me there? I- I don't know.– dijo Julián al teléfono, sin notar la presencia de Lionel.
El joven argentino miró alrededor mientras escuchaba la voz en la llamada, y finalmente notó a Lionel detrás suyo, quien lo saludó con una seña.
— ¿Está todo bien?– preguntó Lio.
Julián le ofreció una sonrisa un tanto forzada. — Maso. A Erling- a Haaland, lo llevaron a una clínica para ver cómo tenía la pierna y eso. Pero tiene el auto acá y yo no sé manejar.– explicó, y se oyó una voz preguntar algo desde el otro lado de la llamada. – It's Lio.– respondió al celular.
— ¿Tenés las llaves?– preguntó Leo, sin pensarlo mucho. Cuando Julián asintió en respuesta, dijo: –Yo te puedo llevar, y de paso llevo el auto. Total, el mío lo dejé en el estacionamiento del hotel.– hizo una pausa.– Bueno, si a Haaland le parece bien, obvio.
Julián se quedó mirándolo un momento, inclinando su cabeza en confusión. Parpadeó rápidamente, asintió y le dijo a Erling por la llamada:
— Leo says he can drive me there. Yeah, in yours. I mean, if you want to.– dijo, y se quedó en silencio escuchando la respuesta.– Okay. We'll be there. Send me the… Ubicación. Location, yeah that. Thanks. I-. Chau, see you.
Cortó la llamada y guardó el celular, mirando a Leo nuevamente. Lionel notó que la postura de Julián se había relajado considerablemente.
— Dijo que sí. Gracias Leo, posta, ya sé que ya tendría que saber manejar y todo pero entre llegar acá y aprender inglés y el mundial y todo la verdad que…–
— Está bien, Juli. Tranqui.– lo interrumpió Lionel, ofreciendo una sonrisa.– Vamos, ¿entonces? Vos decime dónde.
Julián asintió, dándole las llaves y saliendo del Etihad junto con Lionel. Una vez dentro del auto, el más joven colocó la ubicación en el gps y soltó un suspiro de alivio al ver que estaba sólo a 7 minutos de dónde estaban. Lionel puso en marcha el auto, y trató de relajarse también. Si bien quería ayudar a Julián, había ofrecido su ayuda en gran parte porque le daba una oportunidad para hablar las cosas a solas, sin riesgo a que nadie los escuche. Una vez que estaban sobre una avenida y el camino era bastante simple, Lionel decidió que era un buen momento para hablar.
— Che, quedate tranquilo, va a estar bien el pibe. Esas patadas se ven más feas de lo que son. Seguro le mandan un tratamiento, por ahí reposo, y la semana que viene va a estar jugando de vuelta. – le aseguró.– A mí me pegaron varias de esas a tu edad, y se me pasaba enseguida. Y tu amigo tiene pinta de que tiene mejor aguante que yo. – bromeó, y Julián sonrió, esta vez de forma genuina.
— Espero.– contestó Julián, pero enseguida se borró la sonrisa de su rostro. — Era roja igual. No puedo creer que lo amonestó nomás. Siempre hacen lo mismo, si nosotros los tocamos, pum, amarilla, roja. Pero ah, ellos lo cagan a patadas y a codazos a Erling y siga siga, no pasa nada.
— Pero eso siempre pasa.– razonó Lionel.– Siempre va a haber momentos donde te van a perjudicar, si seguro en River te pasaba lo mismo, y en el mundial nos reventaron a amarilllas con Holanda.– dijo, aprovechando un semáforo en rojo para mirar a Julián directamente.— Pero vos tenés que quedarte tranquilo, aguantarte la bronca, porque si no te vas a hacer echar y va a ser peor. Vos sabés eso, Juli. No sé por qué reaccionaste así hoy.
Las últimas palabras quedaron en el aire, que de repente se notaba un poco más tenso. Julián asintió ante las palabras de su capitán, pero su postura volvía a tensarse y evitaba mirar a Lionel a los ojos, claramente incómodo.
—No bueno, es que en el momento me enojé porque no sabía si lo de Erling era algo serio o no. Hasta que no me llamó pensé que iba a estar lesionado por un par de semanas, y eso acá son varias fechas de Premier. Y encima se viene La Champions en nada.– se explicó Julián, algo incierto.
Lionel asintió lentamente, pensando en cómo abordar el tema sin ser demasiado obvio, pero de alguna manera en que Julián no pudiera esquivarlo.
— 'Ta bien, no te estoy retando, pibe. Es un consejo nomás. Se ve que Erling es un amigo cercano a vos y por ahí por eso te pegó más, ¿no? Es normal, qué sé yo. A todos les pasa.– aseguró.— Igual, hiciste amigos rápido acá en Inglaterra eh. Bien ahí, a la mayoría le cuesta acostumbrarse, por el idioma y todo eso.
De reojo, vió a Julián acomodarse en el asiento.
— Sí, igual es con él nomás.– Aclaró Julián, rascándose la nuca en un gesto nervioso.— Con el resto no hablo mucho, no sé. Concentro con él, entreno con él. Era de esperarse, asumo.
— Me llama la atención que Pep los haya puesto juntos igual. No es el estilo de él. ¿Fue idea de ustedes eso?– preguntó Leo, y si bien no lo vió, sintió como Julián se sentaba más derecho, completamente tenso.
— Idea de Erling, en realidad. Se lo… Propuso a Guardiola un día, y después me lo dijo a mí.
Lionel alzó una ceja, algo sorprendido.
— Bueno, dudo que le haya gustado a Pep eso. Pero por lo menos te ayudó. Es bueno tener a un compañero así, que te banque, incondicionalmente.– dijo Leo, midiendo sus palabras.
Julian simplemente asintió, y el GPS indicó en una voz inglesa que ya habían llegado a la clínica. El jugador más joven parecía que quería bajar corriendo del automóvil, esperando ansiosamente que la puerta se destrabe para bajar, pero Lionel sólo apagó el motor, sin destrabar las puertas, y soltó un suspiro.
— Juli.– dijo, en un tono de voz bajo y serio, pero tratando de que no suene amenazante.— Sabés que vos sos parte de nuestro equipo, ¿no? Más allá de que hayas llegado después, o si empezaste a ser titular en el mundial recién, o si sos más chico o sos tímido o no sé qué. Sos parte del grupo. Vos viste, el Kun, Gio, ellos no pudieron ir y así y todo siguen siendo parte. No es que salimos de la cancha y queda ahí.– Explicó, con un tono de voz suave.— Es un grupo, una familia, y nos tenemos que cuidar. Yo los tengo que cuidar, porque soy capitán y parte de mi deber es ver que estén bien. Y eso no se termina cuando volvemos a jugar a los clubes.
Julián asintió con la cabeza rápidamente, sus manos apretando el asiento del coche.
— Y vos sabés que te queremos y que queremos lo mejor para vos.– continuó Lionel. — Y te vamos a ayudar en lo que necesites. Pero para eso, hay ciertas cosas que son… importante que las sepamos. ¿Entendés?
Julian asintió nuevamente, pero esta vez Lionel podía notar que los ojos del cordobés brillaban, al borde de derramar lágrimas.
— No hace falta que lo digas, si no querés.– aclaró Leo, en un tono más bajo. — Es tu vida, y no te voy a juzgar por eso ni mucho menos. Pero fuimos a Qatar, Juli, a lugares jodidos con todo ese tema; y es el tipo de cosas que por lo menos Scaloni, Pablito y yo lo tenemos que saber, no por nada, sino por cuidarte a vos y al resto. Es algo que si sale y encima ni nosotros lo sabíamos, se puede complicar bastante, ¿Entendés?
Las lágrimas cayeron por las mejillas de Julián, y su labio inferior temblaba levemente, y asintió otra vez; con una respiración temblorosa.
— Perdón.– dijo Julian, en una voz tan baja que era casi un susurro, que a la vez estaba ronca por tanto el cansancio del día como por el llanto. — No se lo dije a nadie, Leo, perdón. Ni a mi familia, ni al Muñe, ni a Enzo ni a mis amigos, soy un forro.– dijo, y largó un fuerte sollozo.— Y después fuimos allá y tenía miedo y pensé que si lo decía por ahí no me dejaban jugar y-y, no sé. Estoy acá y no tengo a nadie, lo tengo a él nomás y pensé que le había pasado algo y lo quiero tanto y estaba tan, tan sólo y tan enojado porque no le podía decir a nadie y es una mierda todo y, y–
No pudo terminar la frase porque se interrumpía con sus sollozos, su torso entero sacudiéndose, su rostro ahora hinchado y rojo, húmedos con lágrimas que se derramaban sin detenerse. Lionel rápidamente rodeó los hombros de su compañero con sus brazos, dejando que se desahogue. No pudo evitar notar que nunca había visto a Julián llorar; ni siquiera cuando habían ganado la copa, o cuando les empataron el partido y parecía que se les iba a escapar de vuelta. Y a pesar de esto, ahora lo tenía entre sus brazos, y Lionel sentía lo realmente joven que era Julián, más cerca de ser un nene que de su edad, que durante toda su adolescencia había estado expuesto a un mundo que no iba a aceptar esa parte de él que tanto había trabajado por ocultar.
— Está bien, ya está, ya está.– dijo en la voz suave que usaba para calmar a sus hijos, a la vez que frotaba la mano por su espalda. — No pasa nada, nadie se va a enojar con vos porque no lo dijiste. Ya pasó. Y el pibe, Erling, va a estar bien también. Ya está.
De a poco, Julián se fue calmando, sus sollozos iban bajando en volumen y su respiración volvía a su velocidad normal. Aún con su cabeza en el hombro de Lionel, preguntó:
— ¿Les vas a decir al resto de los chicos? O, bueno, ¿Les voy a tener que decir yo?
Lionel negó con la cabeza, aún abrazando al más joven. — Si no querés, no. Lo vamos a hablar con Scaloni, lo único. Si querés le digo yo, pero de alguna manera lo tiene que saber. Más que nada para evitar que se filtre algo a la prensa o se arme quilombo. Pero al resto no hace falta todavía. Cuando te sientas cómodo.
Julián se alejó de los brazos de Lionel lentamente, recuperándose de a poco. Leo le dió unos momentos para que tome unas respiraciones profundas, y le dio un par de palmadas en la espalda.
— No… No te quise asustar ni retarte ni nada, perdón. No sabía cómo decírtelo.– se explicó Lionel, mientras Julián se secaba las lágrimas con su bufanda.
— No, 'ta bien. No me puse mal por vos. Fue un día medio de mierda, y ya venía con mucho estrés encima, qué sé yo.– respondió el cordobés, su voz ronca pero ya más calmada.— Igual, fue como que me saqué un peso de encima. Me siento mejor, creo.
Lionel simplemente asintió, entendiendo que la reacción de Julián había sido simplemente un desahogo de algo que venía contenido desde ya vaya a saber cuánto tiempo. Pasados unos minutos, Julián se sentía mejor, y ambos argentinos salieron del auto y entraron a la clínica. Lionel llevaba un gorro negro y un cuello, tanto por el frío como para ser menos reconocible, mientras que Julián simplemente se resignó a intentar mantener un perfil bajo mientras hablaba con la recepcionista, quien le informó dónde se encontraba el noruego.
— Me dijo que ya se puede ir igual. Le estaban haciendo una última revisión y ya está.– explicó Julián mientras caminaban por uno de los iluminados pasillos de la clínica; y Lionel agradeció a Dios en silencio que no había mucha gente en el camino, por lo que nadie los reconoció.
Una vez llegaron a la habitación, el doctor, quien inevitablemente reconoció a Lionel, les informó que Haaland tendría una pronta recuperación, y probablemente estaría apto para actividad física en una semana, a lo que Julián estaba visiblemente aliviado. Ambos dieron sus gracias en un inglés algo tosco, y entraron a la habitación, donde se encontraba el jugador noruego sentado en la cama ya colocándose sus zapatillas, y a su lado se encontraba una muleta y una bolsa con unas pastillas junto con unas anotaciones. Cuando el más joven notó la presencia de los jugadores, sonrió y abrió sus brazos, a lo que Julián instintivamente respondió con un abrazo.
— Hey.– dijo Erling con una voz suave, apoyando su cabeza sobre la de Julián.— I'm fine, really. Stop worrying. I could hear you stressing out in the Etihad all the way from here.
Julián soltó una pequeña risa, y se separó de él, dándole espacio a Lionel; quien simplemente estaba parado mirando la situación en el marco de la puerta, pensando qué decir.
— Hola Leo, uh, un gusto conocerte.– saludó Erling con un español fuertemente acentuado pero entendible. — How are you doing? I- Thank you for driving Julián here, I really appreciate it.
— Hola Erling, ¿cómo estás? .– saludó Lionel, estrechando su mano.— Y no es nada, no problem.– afirmó, para luego notar la muleta a un lado del noruego. — ¿Vas a tener que usar eso?– preguntó señalándola.
Los dos jóvenes miraron a la muleta, y Julián rápidamente dijo que sí, mientras que Erling instantáneamente negó con la cabeza.
— I don't need it. I can walk, and I can drive.– Insistió el noruego.
— The doctor gave it to you, then you need it.– Argumentó Julián, su acento haciéndose notar.— At least for a few days.
Erling suspiró exasperadamente, pero Lionel decidió meterse: — Yo los puedo llevar a su casa, I- I can drive. Mi vuelo a París es recién pasado mañana, no tengo apuro.– insistió.— Mejor no meterle presión a la pierna que tenés lastimada.
Erling se lo quedó mirando por unos momentos, con una expresión indescifrable.
— Take Julián, if you would like.– contestó el noruego.— I'll take an Uber home, thanks. It's just a bit swollen and bruised, it's nothing serious.
Ahora el turno de quedarse mirando en silencio era de Lionel, siendo que tenía entendido que si eran pareja, vivirían juntos. Miró a Julián, esperando una decisión, que pareció darse cuenta de lo que pasaba:
— Leo knows.– dijo Julián rápidamente, las palabras pareciendo que salieron sin su permiso. — About us.
La cabeza de Erling giró tan rápido hacia su pareja que Lionel tuvo que aguantar una risa.
— I didn't tell him! – se atajó Julián, antes de que el noruego pudiera contestar. — He just… guessed?– dijo, y se giró, mirando a Lionel nuevamente. — ¿Cómo sabías?
Lionel se encogió de hombros, y simplemente contestó: — Te enojaste mucho hoy, cuando le pegaron a él.– explicó, señalando al 9 del Manchester City. — Entre otras cosas, qué sé yo.
— Jesus Christ, what the fuck did you do after they took me away?– cuestionó Erling, su mirada fija en Julián mientras se levantaba y tomaba su ropa y su celular.
Julian no respondió, simplemente evitando la mirada de Erling. El noruego suspiró nuevamente, y miró a Lionel.
— Ok, then. Let's go.
El trayecto a la casa fue mayormente silencioso. Una vez en el auto, Julián había puesto la radio en la que hablaban de la fecha de Premier League y cómo habían acabado los resultados, por lo que ambos jóvenes se dedicaron a escuchar las noticias mientras Lionel conducía. En un momento, mencionaron la victoria del Manchester City, y Erling subió el volumen, interesado, las voces de acento inglés saliendo del estéreo cubriendo el silencio del auto:
“— And of course, Pep Guardiola's team managed to once again secure the victory, but this time, in a rather controversial match. City's main striker and star Erling Haaland was injured and had to leave the match immediately after scoring a goal, causing Guardiola one hell of a headache! However, in a unexpected move, the argentinian world champion Julián Álvarez managed to pull through with an amazing goal, and a very… interesting celebration.
— Yes, the «Zen» pose, Erling Haaland's iconic celebration, I guess in some kind of homage to his injured teammate. But, apparently the lad was a bit mad at the Newcastle fans, because he went up to them and celebrated his goal right in their faces! Of course now they aren't happy at all, neither are the Newcastle players. Even less when Álvarez tackled Longstaff out of nowhere, earning himself a yellow card.
— And here I thought Álvarez was one of the calm ones, considering the rest of the argentinian boys. These lads really do take the game too seriously.
— It's not really a surprise, innit? I mean, after all we have seen at the World Cup, even Lionel Messi himself went a bit overboard in the match against the Netherlands. Some call it passion, but some others call it disresp—”
Erling cambió la radio, eligiendo una estación donde pasaban música y decidió no comentar nada sobre el tema. Lionel miró por el espejo reflector a Julián, quien se encontraba en el asiento de atrás mirando por la ventana con los ojos un poco cristalizados, y soltó un pequeño suspiro inaudible, resignándose a seguir conduciendo hasta llegar a su destino.
Cuando entraron a la casa, Lionel no pudo evitar sorprenderse. Esperaba un departamento un poco desordenado, considerando que al fin y al cabo se trataba el hogar de dos jóvenes que vivían muy ocupados (Lionel se trató de imaginar a él de joven viviendo con alguno de sus compañeros y sólo imaginaba basureros, pisos repletos con ropa sucia y restos de comida rápida) pero fue todo lo contrario. Era una casa amplia, con bastantes años pero muy bien cuidada, y sobre todo, muy bien ordenada y limpia. Julián y Erling intercambiaron palabras en inglés, castellano e -increiblemente- algo que a los oídos de Lionel sonaba como noruego, aparentemente debatiendo sobre algo.
— Ah, Leo, ¿Te quedás a comer, no? Que ya es medio de noche como para ir a un restaurante o algo, ¿No? – preguntó Julián, caminando hacia otra sala, que Lionel dedujo era la cocina.
— ¿Era eso de lo que hablaban? No hace falta, no quiero joder.– replicó Lionel en voz alta desde el living room.
— ¿Eh? No boludo, Erling y yo discutíamos de a quién le tocaba cocinar. Le toca a él, pero como está con la pierna así, lo lógico es que mejor cocine yo así no tiene que estar parado, pasa que es más terco que la mierda.– explicó Julián, su cabeza asomándose por la entrada de la cocina. — Pero como que asumimos que vos te quedabas. ¿Bife de chorizo con papas al horno te va?
Lionel en ese momento se dió cuenta que hacía rato que no comía, más o menos desde el entretiempo del partido, y asintió la cabeza con entusiasmo, el hambre pegándole de golpe. Miró a Erling, quien a regañadientes se sentaba en uno de los sillones, con su pierna lastimada apoyada sobre un almohadón.
— It's my turn to cook.– explicó Erling, señalando una pequeña pizarra blanca en la pared.– And I can, it's not like I broke my leg. Hell, I haven't even pulled a muscle. He's just- muy cabeza dura.– resopló el noruego, y el cambio repentino a castellano sorprendió a Lionel, quien soltó una pequeña risa.
Lionel empezó a recorrer el living mientras Erling elegía algo de música en Youtube. Vió la pizarra que le había señalado el noruego, que tenía los días de la semana y qué le tocaba hacer a cada uno, en una mezcla de inglés, castellano y noruego con algunos garabatos. Lionel no pudo evitar sonreír al leer en la pizarra un "Hattrick = Coca Cola" al lado de una botellita roja mal dibujada. Suponía que a ambos les debería estar costando la adaptación a las dietas estrictas de la élite inglesa, pero le parecía un premio justo. Siguió observando a su alrededor, y se dirigió directamente a una pared que estaba repleta de cuadros de fotos y pelotas firmadas. Las fotos variaban, algunas eran de Haaland en el Dortmund, otras de Julián en River. Uno de los cuadros era un collage de varias fotos de la llamada Scaloneta: en Copa América, la Finalísima, una foto de Julián alzando la copa del mundo, y otra de Julián y Leo abrazándose durante un partido del mundial; probablemente celebrando un gol del joven. Messi no pudo evitar sonrojarse un poco, pero era consciente de que Julián lo consideraba un ídolo. Al lado de ese cuadro, había dos camisetas encuadradas, una de River con el número 100, y otra de la selección con las tres estrellas y las palabras "campeones del mundo", firmada por todo el plantel. Al otro lado, una camiseta enmarcada del Dortmund, que leía Haaland, y estaba repleta de firmas también, suponía que era un regalo de despedida. Debajo de los cuadros y las camisetas, había un mueble con varios estantes, y sobre este estaban las pelotas de los hat tricks de ambos jugadores -la gran mayoría firmadas-, algunos pequeños premios que leían "el jugador del partido" al igual que "Man of the Match", y algunos que decían jugador del torneo, tanto en castellano como en inglés y alemán.
— We don't have any Ballon D'or yet, but I think it's a good collection.– dijo Erling, mirando a Lionel observar su colección de trofeos y recuerdos.
— Pero si 'tá re bien, son jóvenes. Very young.– intentó Lionel, si bien entendía inglés perfectamente, el hilar oraciones se le hacía imposible.
— You had two of those at my age. Three, when you were Jules's age.– dijo Haaland alzando una ceja.
El noruego se levantó y miró la colección de medallas y premios al lado de Lionel. El argentino observó las medallas pertenecientes a Julián, y podía reconocerlas: una de Copa América, una de Finalissima, una de Libertadores, algunas más que asumió que eran premios nacionales, y frunció el ceño al notar que faltaba una. El jugador del City sonrió de lado, y abrió uno de los cajones del mueble, revelando varias camisetas que notablemente habían sido utilizadas en un campo de juego, y reconocía varios clubes de Europa y selecciones. Al borde del cajón, estaba la camiseta argentina que Julián había utilizado en la final contra Francia, y debajo, una camiseta de River que también tenía marcas de uso, con una inscripción de Libertadores que Lionel no alcanzaba a leer. Haaland levantó ambas camisetas levemente, para revelar la medalla de la Copa del Mundo, que al parecer Julián la tenía escondida.
Lionel sonrió al verla, y la señaló, diciendo. — Yo no tenía una de esas a la edad de Julián.
Erling soltó una pequeña risa, suavemente volviendo a cerrar el cajón, y Lionel no pudo evitar notar que el más joven en ningún momento tocó la medalla en sí. Sintió un poco de pena por Haaland, siendo que pertenecía a un país donde el fútbol no era tan popular, y no tenían la posibilidad de ganar un mundial-al menos en la actualidad-; por lo que entendía por qué el joven le metía tantas ganas a la Champions. Tenían grandes posibilidades, y Lionel reconocía que tenían más chances que el París Saint-Germain, aunque no lo fuese a decir. Sin embargo, se preguntaba cómo era su relación con Guardiola, cómo el catalán se tomaba la "situación" de Erling y Julián. Lionel suponía que estarían de novios hace unos meses probablemente, dado que en la casa ya se encontraban las pertenencias de ambos jugadores, que parecían acostumbrados a vivir juntos.
— Hace cuánto… How long?– preguntó Lionel, esperando que su pregunta se entendiera.
Erling se apoyó en la pared, cruzado de brazos, con su mirada fija en Lionel por unos segundos. De fondo se escuchaba música argentina, Leo se percató, pero no reconocía el tema; y más bajo se podía escuchar el sonido de pasos en la cocina y Julián tarareando suavemente la canción que sonaba. El jugador argentino no pudo evitar notar que ya se sentía el aroma a la comida, y se preguntó si su pregunta iba a causar que la cena sea incómoda, o si Julián había escuchado la conversación.
— Three months, maybe. There's no official date, it just kinda happened, I guess.– contestó Erling.– It was after the World Cup, if that's what you're asking.
Lionel se sintió algo aliviado sabiendo que Julián no había estado escondiendo una relación durante el mundial en Qatar. No sólo por la controversia y el peligro que conlleva, sino porque la idea de que Julián tuviera una pareja pero no pudo verla por más de un mes, y durante lo que era -probablemente- uno de los momentos más importantes de su vida sería simplemente una injusticia. Asintió ante las palabras de Erling, quien aún lo miraba de manera expectante.
— Qué… ¿Qué piensa Guardiola?– preguntó Lionel, con incertidumbre, pensando si tal vez se estaba sobrepasando.— ¿Sabe Pep de esto? He know?
— He suspects.– contesta Erling, sin moverse ni un milímetro de su posición.— But knowing and suspecting are two very different things. He doesn't know anything, because there's no proof and nobody knows, so no one can tell him.
El noruego se endereza, dejándose de apoyar en la pared, y Lionel nota qué tan alto es, teniéndolo así de cerca. Levanta la cabeza para mirarlo a los ojos, y se encuentra con la mirada inescrutable de Erling.
— I would like to keep it that way.– dice, su voz baja pero grave.
No es una sugerencia, ni un pedido; ni siquiera es una orden, es una advertencia. Lionel mira el rostro del jugador joven y su expresión es completamente seria y fría, totalmente opuesta a la calma y la calidez que le transmitía a Julián cuando se reencontraron en la clínica, o la expresión relajada mientras miraba los trofeos y los recuerdos de la carrera de ambos. El capitán de la selección, en unos segundos que se queda mirando al joven que tiene enfrente, se da cuenta de una serie de cosas: él es el primero en enterarse de la relación de Julián y Haaland, y no sólo por una cuestión de discreción, sino porque ambos jugadores jóvenes -y esta es la segunda cosa de la que se da cuenta- están completamente aislados del resto del equipo, nadie se había ofrecido a llevar a Julián a la clínica ni habían ido a visitar al jugador lesionado; y Lionel deduce que tampoco habían visitado la casa de Erling, dado que la vivienda tiene indicios claros de que ambos viven juntos y sería lógico llegar a la conclusión que son pareja. Lo tercero que nota, es que esta situación no es casualidad; Julián está en la cocina, lejos de la conversación y completamente ignorante sobre lo que hablaban, y la música que Erling había puesto antes cubría las palabras que intercambiaban, y ahora Lionel se encontraba con la espalda a la pared, con un jugador que le llevaba dos cabezas casi acorralándolo, pero sin hacer nada, solamente mirándolo, sus ojos claros simplemente estudiando su reacción.
La última cosa que Lionel se da cuenta, es que el joven jugador desconfiaba enteramente de él. Messi no tenía intención de contarle a Guardiola lo que había descubierto ese día, más allá de si se unía al City o no. Su única prioridad era cuidar de su equipo, lo cual incluía a Julián, por lo que en todo caso el único en enterarse sería Lionel Scaloni, y tal vez por consecuencia Aimar; pero más allá de eso -si Julián se lo pedía- se lo llevaría a la tumba. Por lo tanto, el argentino no entendía esta desconfianza por parte del noruego.
Lionel abrió la boca para responder, pero la volvió a cerrar de manera instantánea. «Es obvio que no me va a tener confianza. Si no me conoce.» Pensó Lionel. Había pasado más de un mes concentrando en Qatar, rodeado por sus compañeros que lo seguían y obedecían sin dudar un segundo, que le admitían, en su cara, que querían ganar la copa por él, para él. Y luego había retornado a su tierra natal, donde millones de personas los habían ido a recibir, y que gritaban de alegría y emoción ante tan solo ver una seña o una sonrisa por parte de Lionel. No sabía cuándo, pero desde hace tiempo que el mismo Lionel sabía que tenía el amor incondicional de la mayor parte de su nación, y del mundo, que tantos jugadores y fanáticos habían celebrado la victoria de Argentina simplemente porque deseaban que Messi pudiera levantar la Copa del Mundo. Lionel recordaba unas palabras que le había dicho su propio ídolo, Pablo Aimar, durante el intento de caravana que habían hecho por Buenos Aires: "Creo que si te perdieras acá en Argentina, le podés pedir a cualquier persona el auto, plata o quedarte comer en la casa incluso y te darían hasta lo que no tienen. La gente te adora Lio, si les decís que se tiren de un puente lo hacen. Más estos boludos" decía, bromeando y señalando al resto de los jugadores de la Scaloneta. En su momento, Lionel había reído con cierta vergüenza y había cambiado de tema; pero ahora que se encontraba en esta situación, se daba cuenta de que -sin quererlo- se había acostumbrado a aquella confianza y amor incondicional casi ciego por parte de la gente, o hasta por parte de otros jugadores. Lo daba por sentado, incluso.
— No le pienso decir a nadie.– dice Lionel, sus palabras pronunciadas lentamente. — Julián es mi amigo, my friend.
No sabía cómo expresar que entendía perfectamente por qué Erling desconfiaba. Bueno, hasta cierto punto. Entendía que era un tema delicado, y si la diferencia o el cuerpo técnico del City se enteraran, ambos jóvenes tendrían un problema bastante grande. El peor de los casos, claramente, era si el público o la prensa se enterara, que los forzaran a hacer pública la sexualidad de ambos y la relación que tenían. Lionel entendía al menos ese deseo de mantener su privacidad, y de tener lo más lejos posible a todo lo relacionado con la prensa, las entrevistas, todo. Entendía lo que era no querer ser el centro de atención, y sin embargo ser forzado a serlo constantemente. Pero Lionel lo aceptaba, porque era parte del trabajo del cual estaba agradecido de tener. En cambio para Julián y Erling, no sería simplemente entrevistas y foco público, sino también una cantidad inmensa de rechazo, de críticas y de homofobia. Si bien las cosas habían mejorado en la sociedad en los últimos años, Lionel era consciente de que el fútbol tenía como parte de su folclore el rechazo y la burla a todo lo relacionado con la homosexualidad; e incluso pecaba de haber cometido esos mismos errores cuando era un chico. Pero realmente, no tenía ningún problema con Julián y Erling, de hecho estaba feliz por el cordobés, quien se veía más feliz y seguro de sí mismo cuando estaba en la órbita del moruego, y se inspiraban mutuamente a mejorar. Pero entre que Lionel de por sí no se consideraba bueno con las palabras, sumado a la barrera del idioma, simplemente se resignó a soltar un suspiro cuando vió la expresión de Haaland, quien seguía prácticamente midiendo si podía confiar en él o no.
El noruego retrocedió, realizando un movimiento para volverse a sentarse, dejando el ambiente incómodo y algo tenso. Fue entonces que Lionel vió por el rabillo del ojo, unas pesas, una colchoneta para realizar ejercicio, y una pelota de fútbol. Mirando a su alrededor, y viendo que ni Julián parecía estar prestando atención a lo que ocurría en la sala de estar ni Erling pensaba iniciar otra conversación; se acercó a la pelota, pisándola y pateándola suavemente hacia la parte libre de la sala de estar. Bajo la mirada atenta de Haaland, Lionel empezó a rebotar la pelota sobre su pie izquierdo, cada tanto pateándola más alto, acomodándola con el hombro, para nuevamente rebotarla en su pie. Vió al noruego pararse del sillón nuevamente, y Lionel le realizó un pase suave, que le llegó exactamente al costado de la zapatilla de Haaland. El joven miró la pelota por unos segundos, y la levantó con el pie derecho, apoyándose con la mano en la pared para no poner peso en su pierna lastimada. Se la pasó a Lionel, en un pase más brusco, pero que el argentino recibió de todas formas, bajando la pelota utilizando el empeine de manera casi elegante. Siguieron así por unos pases, en silencio, jugando a no dejar que la pelota toque el suelo, y de paso, evitar que golpee cualquier mueble o adorno de la casa. A los minutos de estar así, Erling rompió el silencio:
— How the fuck do you do that?– preguntó, pero no había agresión en su voz, simplemente fascinación. — It's as if you have a magnet in your foot.
Lionel se encontraba con la pelota en su pie izquierdo, sosteniéndola con el empeine, mirándola, se dió cuenta que parecía casi suspendida en el aire, pero simplemente era un cúmulo de equilibrio y control. Pensó en encogerse de hombros y dar la respuesta que daba siempre cuando otros futbolistas le preguntaban algo acerca de su técnica; pero decidió que esta vez haría una excepción. Agarró la pelota con sus manos, y se acercó a Erling. La colocó el empeine del noruego con cuidado, haciendo su pie para atrás y le dijo:
— El pie tiene que ir así, así hace traba entre el empeine y la canilla.– dijo Lionel, esperando que algo de su explicación fuera entendible para el noruego.
Se separó un poco, y Erling mantuvo la posición, elevando un poco el pie, y logrando sostener la pelota, aunque esta se movía un poco.
— Cuando la recibí', tenés que hacer eso, y mover un poco la pierna tipo, con cómo viene la pelota. Tené' que seguir el mismo movimiento.– explicó, tomando la pelota y tirándola sobre su propio pie, el cual se hacía para tras casi milimétricamente, absorbiendo la velocidad de la pelota.
Se la lanzó a Erling suavemente, quien intentó hacer lo mismo que Lionel, y le salió, por unos segundos, pero luego se cayó de su pie. Lionel le dió un par de consejos más, tratando de explicarse entre señas y demostraciones, alentando a que el joven noruego lo intentara nuevamente. Usualmente no le daba consejos técnicos a otros jugadores, ni siquiera a sus compañeros, por lo que no estaba seguro de que tan bien se estaba explicando. Pensó en sus entrenadores, cómo lo trataban a él y la paciencia que tenían, la forma en la que explicaban. Habló con suavidad, con paciencia y Lionel pensó -con cierto humor- que parecía que le estaba hablando a uno de sus hijos, estando agachado y dando indicaciones al joven, quien lo escuchaba atentamente con una mirada curiosa. Parecía más relajado ahora, y ya no observaba a Lionel con precaución, simplemente dejándose llevar por la única conexión que tenían ambos, más allá de cualquiera barrera de idioma.
— Fa, ustedes acá al pedo, jugando a la pelota y yo allá levantando bolsas en el puerto.– dijo Julián de golpe, entrando a la sala, y dirigiéndose a la mesa con platos y vasos.
Lionel rió. — Ahora te ayudo con la mesa Juli, disculpá.– dijo, enderezándose nuevamente.— Igual carne y papas al horno tampoco es mucha ciencia eh.
— Ya sé, te estoy cargando.– contestó Julián con una sonrisa. — Aparte yo dije que iba a cocinar, porque vos sos el invitado y este salame.– señaló a Erling.— tendría que estar quieto, pero ahí lo tenés, haciendo justo lo que el médico dijo que no hiciera, you stubborn idiot.
Erling soltó una corta risa. — You do know I play with my left leg, right? It's the right that's hurt.– respondió, acercándose a la mesa y ayudando a colocar los cubiertos. — Stop worrying your pretty little head, for once.– dijo, depositando un breve beso en la mejilla del cordobés.
Lionel tuvo que aguantar una risa al ver a Julián sonrojarse, murmurando algo de ir a buscar la comida. Erling lo siguió a la cocina, para luego volver con unas botellas de agua, vino y una gaseosa. Unos segundos después, Julián apareció con una bandeja con la comida, y Erling rápidamente buscó algo para mirar en la televisión mientras cenaban. Una vez se sentaron a comer, comenzaron a hablar de temas varios, ya relajados, y Erling habló de como Lionel le estaba enseñando a mejorar su primer toque, a lo que Julián estaba sorprendido y le dirigió una mirada de agradecimiento a Lionel. El capitán devolvió la sonrisa, alegre de que ambos se veían más sueltos, sabiendo que Lionel no los juzgaba y que podían confiar en que guardaría el secreto. Así, conversaron acerca del mundial, de la Champions que se avecinaba, sobre ciertos conflictos que estaban ocurriendo en el Manchester City; pero que ambos jugadores aseguraban que no había de qué preocuparse.
— Nah, van a solucionarlo así rápido y listo, es todo humo lo que dicen los medios. Ni en pedo nos hacen descender por decreto ni nos restan puntos. Aparte, tranquilamente podemos ganar la Premier todavía.– afirmó Julián, ya terminando de comer.
— And the Champions league.– agregó Erling.— No offense, Lio, but PSG's not looking too good right now. So I think you would do well in considering City as your club.– dijo, sonriendo de lado.
Lionel casi se atraganta con su bebida. — No me ofrecieron nada del City.– contestó disimuladamente.
Erling solamente le ofreció una sonrisa socarrona. — I mean, you came aall the way over here, I don't think it was just to watch us play against Newcastle, of all teams. Or did you come here as a tourist?– preguntó de forma irónica, aún sonriendo.
Julián miró a ambos sorprendido. — ¿Viniste acá para hablar con el City? ¿Pensás venir? Dios, Leo, estaría re bueno, posta, la verdad es que no tenemos un 10 como tal, o sea lo más parecido es De Bruyne pero en realidad es depende como lo pone Pep porque viste que a veces juega de siete y otras ni–
— Estoy viendo mis opciones.– lo interrumpió Lionel rápidamente.— City es una, más que nada porque está Pep y sé que no tiene problema en trabajar conmigo, y al revés lo mismo. Aparte 'tas vos también, estaría bueno no ser el único argentino, viste. Pero qué se yo, estoy viendo.– miró a Erling nuevamente. — No le comenté nada a Guardiola.
— Yet.– agregó el noruego.— You should really consider it, we could absolutely win the UCL.
— Mhmm. También estaba viendo el Chelsea. Viste que sumaron un montón de jugadores. Y está Enzo también.– dijo Lionel.
— Eh, sí bueno, puede ser.– contestó Julián, con un tono incierto.
— He's trying to say it's a shit team.– aclaró Erling, y luego, en un castellano muy acentuado, agregó. — Muy choto.
Julián pateó a Erling por debajo de la mesa, enviándole una mirada enojada, a lo que el noruego simplemente rodeó los ojos y rió.
— ¿Tan así?– preguntó Lionel, sin resistir reirse un poco.
— No te voy a mentir, Lio.– contestó Julián, juntando los platos y los cubiertos de la mesa.— A Enzo también le dije que no fuera, que espere a otra oferta, qué se yo. Potter no tiene idea de lo que hace, el club tira plata nomás y espera lo mejor, no tienen una idea, ponele.– explicó.— Es una cagada, qué decirte.
Messi simplemente asintió ante la explicación de ambos jugadores, y comenzó a levantar los platos también. Sin embargo, se le cayó uno de los tenedores y cuando estaba por levantarlo, Julián se agachó primero, su buzo levantándose levemente, mostrando parte de su cintura y espalda; y Lionel no pudo evitar sonrojarse al ver marcas rojas y violetas en la piel blanca de Julián, claramente provenientes de manos que le pertenecían al noruego que se sentaba al otro lado de la mesa, sonriendo de forma discreta. El cordobés simplemente se levantó, dirigiéndose a la cocina, sin enterarse de la cara completamente roja de Lionel, y la sonrisa socarrona de Erling, quien se levantaba de la mesa también.
Luego de comer, Julián había puesto una serie que él y Erling habían estado mirando, y le explicaba la trama a Lionel; con los tres sentados en el sillón: Julián en el medio, Erling a la derecha, y Lionel a la izquierda. Por mucho entusiasmo que Julián le había metido a su explicación -con ciertos aportes de Erling- el cordobés había caído dormido en el hombro del noruego antes de terminar el tercer capítulo. Lionel, al notar esto, detuvo la serie y miró a ambos jóvenes.
— I'm surprised he made it this far. He played alone the whole game, I thought he would fall asleep as soon as he sat here.– comentó Erling en voz baja, su brazo acariciando suavemente el pelo de Julián.
Lionel sonrió, observando que Julián parecía más joven de esa forma, totalmente relajado en los brazos de Erling. El capitán se estiró un poco en su lugar, bostezando.
— There's a guest bedroom right next to the bathroom.– dijo Erling.— You can sleep there, if you want.
Lionel consideró volver al hotel, pero con lo tarde que era, y lo cansado que se encontraba, simplemente agradeció la oferta y se levantó rumbo a la habitación de invitados, dejando a los jóvenes en el sillón, con solo la luz de la televisión iluminando la sala.
— Lio.– llamó Erling, antes que Lionel se fuera a dormir. — Gracias. And, uh, sorry for… you know. I'm just used to being alone, with him, just the two of us. But it's nice to have someone who knows, and that we can trust. Thank you. For everything.
Lionel simplemente asiente, ofreciendo una sonrisa pequeña pero sincera, no guardaba rencor por la desconfianza de Erling, sino que la entendía. Se los queda observando por unos segundos: a los dos jóvenes envueltos en los brazos del otro en la oscuridad, iluminados sólo por una tenue luz azul; y Lionel piensa que se ven tan jóvenes, tan relajados, pero a la vez, tan solos, lejos del resto del mundo y se pregunta si se puede mantener así. Se pregunta si realmente están solos, si habrá más como ellos, si el fútbol y el mundo como tal puede cambiar. Se pregunta, por un momento, si aún teniendo al mundo entero en contra, seguirían juntos, en una especie de soledad compartida. Recuerda el enojo de Julián, siendo un ejército de un hombre, avanzando contra todos en una tormenta de emociones, y aún así reclamando su victoria. Y también recuerda las lágrimas y los temblores al ser descubierto por Lionel. Pero, con un poco de esperanza, también recuerda todas las sonrisas, las miradas de ilusión y adoración que había visto en el rostro del joven al estar en compañía de su amado. Y Lionel sonrió, finalmente yendo a descansar, sabiendo que aunque el mundo los dejara solos, siempre estarían juntos, uno con el otro; y eso era más que suficiente.
