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Dulces sueños

Summary:

En la que Viserys no toma su sueño como algo que debería ser, sino como algo que nunca debe suceder.

O: Vizzy T. sueña con un hijo suyo coronado como rey y lo toma como una advertencia.

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Work Text:

Todo lo que Otto había planeado a lo largo de los años se había convertido en un desastre.

Todo estaba lejos de ser cómo se supone debía ser, lejos de los resultados que había previsto.

 

 

 

El Príncipe Baelon falleció y Otto se convirtió en la Mano del Rey.

Viserys Targaryen fue coronado rey y Otto mantuvo su cargo.

Durante años dirigió el poder en Westeros.

Sólo el rey estaba por encima de él e, incluso entonces, el rey hacía lo que Otto sugería.

Otto Hightower era el gobernante de Westeros en todo menos en el nombre.

Y entonces la oportunidad para que su sangre se sentara en el Trono de Hierro se presentó.

Bendita sea la Reina Aemma.

Bendita su incapacidad para darle herederos al rey.

Y bendita sea su muerte.

Ella prácticamente había entregado el trono en bandeja de plata a Otto.

¿Y qué podía hacer él, excepto aprovecharla?

El rey necesitaba un heredero, un hijo.

Y Otto tenía una hija soltera, joven y saludable, una hija obediente y piadosa.

Fue fácil enviarla a acompañar al rey. Su querida Alicent no era una belleza ni particularmente inteligente, y precisamente eso evitaría que el rey pensara que había algo más detrás del consuelo que ella fue instruida a ofrecerle.

Pasaron semanas y Alicent no había logrado nada.

Su Gracia aprecia mi compañía, padre, informaba ella, él también encuentra agradables los libros que leo para él. Y tiene las historias más maravillosas para compartir. El rey también me ha agradecido por el tiempo que pasé con el rey Jaehaerys.

Su tonta hija que era demasiado fácil de complacer y halagar.

Eso estaba muy bien, pero no servía para nada.

No si el rey no la tomaba.

Así, instruyó a Alicent para que le sirviera vino.

Un vino previamente preparado por Otto.

Incluso si el rey no daba el primer paso entonces, Alicent lo haría.

El rey era demasiado honorable, demasiado tonto como para dejar que Alicent, la hija de su Mano y querido amigo, fuera humillada.

No podían dejar escapar la oportunidad.

No importaba que el rey hubiera anunciado que no quería tomar una nueva esposa.

No importaba cada rechazo a las sugerencias del Consejo.

No importaba que el rey hubiera nombrado a la Princesa Rhaenyra como su heredera incluso desde que ascendió al Trono de Hierro.

Viserys Targaryen era un hombre que amaba demasiado a su hija, lo cual no sería un punto negativo en su carácter de no ser porque la nombró la futura reina de Westeros.

¿Una mujer como reina gobernante?

Locura.

Y estupidez.

Pero tal vez el rey lo sabía muy dentro de él, de lo contrario la Reina Aemma no hubiera tenido tantos embarazos –por infructíferos como fueron.

(Otto nunca había reconocido la tranquila aceptación del rey, en cada aborto o muerte de cuna, como alivio. Otto tampoco notó la dureza en sus ojos cuando cada pérdida era un hijo, tan diferente a la tristeza cuando se trataba de una hija.)

Y Otto no era estúpido, él sabía que Westeros sólo podía ser gobernado por un rey.

Como Mano, era el deber de Otto asegurar el bien del reino.

Como un hombre que siempre mereció más de lo que obtuvo, más de lo que había conseguido hasta el momento, era su deber asegurar el bien de su nombre y su sangre.

Con su nieto como Rey de los Siete Reinos podía lograr ambas cosas.

Cuando Alicent quedó embarazada y se convirtió en reina consorte, Otto estaba a sólo un paso de su victoria.

¿Y qué si el rey no se mostró contento con su nuevo matrimonio?

¿Y qué si el rey no había mostrado el mínimo entusiasmo por su nuevo hijo?

Cuando el nieto de Otto llegara al mundo de los vivos, cualquier desdicha quedaría atrás. ¿Qué hombre despreciaría a un hijo varón? ¿Qué rey preferiría una hija como heredera sobre un hijo, uno perfectamente sano y vivo?

Cuando Aegon nació, sano, grande y fuerte, Viserys Targaryen demostró que era ese hombre.

Las campanas no repicaron para celebrar el nacimiento del nieto de Otto.

El rey no visitó a Alicent tras el parto.

El rey no se acercó a conocer a su hijo.

Tampoco la Princesa Rhaenyra, pero la chica había sido mezquina con Alicent desde que ésta se casó con el rey.

(Otto no sabía que el rey le había prohibido acercarse a los aposentos de la reina.)

Aegon, perfecto y futuro rey Aegon, vivió medio día y una noche, entonces murió.

Muerte de cuna, dijo el maestre.

Una muerte tan típica de los bebés, de los recién nacidos.

Una tragedia.

¡Una tontería!

Eso era lo que era.

Y un asesinato.

¿Cómo un bebé regordete y fuerte como Aegon murió de la noche a la mañana, sin más?

El maestre podía asegurar que no había rastro de veneno o de heridas, ¿pero qué de la asfixia?

¿Y cómo podía Otto corroborarlo?

Porque culpables había.

Rhaenyra Targaryen, para uno.

Daemon Targaryen, para dos.

Los Velaryon, para tres.

No importaba que los dos últimos estuvieran librando una guerra, la gente podía comprarse y enviarse.

El rey no le creyó ni por un instante.

Tan cegado por su amor a su hija y su hermano, por supuesto que no creería a Otto.

Sus acusaciones le valieron su despido.

Los ruegos de Alicent al rey fueron en vano.

Si a Viserys Targaryen no le importaba el asesinato de su hijo, de su heredero, por supuesto que no le importaría su esposa o el padre de ésta.

Estúpido, estúpido Viserys Targaryen.

¿En qué momento se volvió tan resuelto? ¿En qué momento el agarre de Otto en él se había debilitado a tal punto?

Otto regresó a Oldtown, a los pasillos de su hermano.

Despojado y humillado, así tuvo que soportar también la condescendencia de Hobert y la burla apenas velada de su sobrino Ormund.

Ex Mano del Rey, pero no entristezcas, hermano, todavía eres el padre de la reina consorte, Otto comenzó a contar los días hasta su regreso a su lugar legítimo en Desembarco del Rey, esperando que Alicent no le fallara.

Y no lo hizo.

O al menos eso pensó durante nueve gloriosas vueltas de luna.

Dar a luz a una hija era tan o más terrible que tener un varón muerto.

Tener una hija que vivió y prosperó no era una victoria.

Princesa Helaena Targaryen.

Hermosa y dulce, adorada por su padre y su hermana.

La princesita cuyo huevo eclosionó pocas lunas después de nacer.

Un completo desperdicio.

¿Qué podía hacer Otto con ella?

Helaena no representaba un desafío, no cuando al ser una mujer también, Rhaenyra sería escogida sobre ella.

Rhaenyra era mayor, su dragón estaba crecido, fue criada para gobernar y era sangre pura de dragón y más pronto que tarde tendría sus propios herederos.

Y cuando la maldita chica se casó, fue como si su felicidad trajera más amargura a la vida de Otto.

 

 

 

Alicent tuvo su tercer parto.

Aemond Targaryen nació prematuro y enfermizo, pero se aferró a la vida durante varias lunas.

Otto, a su vez, se aferró a él y contuvo la respiración.

Alicent había convencido al rey de que le permitiera a Otto visitarla, y él sostuvo a su nieto, a su futuro rey, con más cuidado y reverencia de la que nunca sostuvo nada, ni siquiera sus hijos.

Cabello platinado y ojos lilas, rasgos y sangre Hightower, Aemond era tan perfecto como podía ser pese a su fragilidad.

Él no vivió más allá de su séptima luna.

Otto lo vio arder, como vio a Aegon años atrás.

Alicent sollozaba a su lado y al otro lado de ella estaba el rey, entonces Rhaenyra con Helaena en la cadera.

Viserys Targaryen era tan frío y tranquilo como lo fue en cada funeral de los hijos que tuvo con la Reina Aemma. A Otto no le había importado entonces.

Le importaba ahora.

Estos niños fueron los nietos de Otto, sus reyes de sangre Hightower.

¿Cómo podía el rey estar ahí, como si nada?

¿La sangre de Otto sería descartada sin más de nuevo?

Es terrible, lo sé, Otto, pero son los designios de los dioses, ¿qué podemos hacer contra eso? Había dicho el rey con total calma cuando Otto fue a exigirle cuentas. Mejor alégrate, viejo amigo, mis hijas viven, tu nieta prospera. Ellas son la maravilla entre tanta tristeza.

Mientras la Guardia Real lo arrastraba fuera de los aposentos del rey luego de que Otto saliera de sí y comenzara a gritar al rey por su miopía y estupidez, Viserys Taragryen sólo lo había mirado como si supiera algo que Otto no, algo que no podía saber. O, mejor dicho, algo que Otto podía saber, pero sería incapaz de comprender.

Una reina dragón es la que debe gobernar, fue lo último que escuchó.

Reina, reina, reina.

¿Por qué Viserys deseaba tanto que su hija se convirtiera en reina?

¿Por qué adoraba a Helaena cuando ni siquiera miró a Aegon y Aemond?

No podía ser porque ellos fueron hijos de Alicent y no de Aemma Arryn, de lo contrario su indiferencia sería la misma para Helaena.

Viserys sólo amaba a sus hijas, sólo quería una reina.

¿Qué estaba mal con él?

 

 

Para el cuarto embarazo de Alicent, Otto actuó.

Si el rey no iba a proteger a los nietos de Otto, entonces lo haría en su lugar.

Con la Fortaleza Roja infestada de la familia política de Rhaenyra, de sus partidarios y de Daemon Targaryen, Otto tomó a Alicent y la llevó a Oldtown.

Viserys los dejó ir sin una protesta, ni siquiera una simbólica, dejando claro una vez más el poco cuidado que tenía por su segunda esposa y la familia de ésta. Lo único que impidió fue que llevaran a Helaena con ellos. Excepto por los lloriqueos de Alicent, dejar a su nieta no fue una dificultad.

Lo único que importaba a Otto era su nieto en camino.

Sí, un nieto.

No había forma de que el bebé de Alicent fuera una niña, no podía ser una niña.

Una niña, una segunda o tercera nacida, nunca se vería como una mejor elección a la hija mayor. Además, Alicent ya había mostrado que las hijas que daba a luz estaban lejos de ser la perfecta princesa dragón como lo era Rhaenyra Targaryen.

Otto había perdido la cuenta de las veces que escuchó a Ormund y su odiosa esposa compadecerse de la extraña y tímida nieta de Otto.

 

 

 

Así como fue con Aegon y Aemond, las campanas de la Fortaleza Roja no repicaron por Daeron, pero las campanas de Oldtown lo hicieron.

Daeron Targaryen nació a tiempo, nació sano, grande y gordo, y sólo su nombre lo indicaba como realeza. Sin cabello platinado, sin ojos violeta, sin rasgos de dragón. Él era todo Hightower.

Su nuevo nieto estaba lejos de ser perfecto, pero al menos era un varón.

Y como tal, Otto lo mantuvo a su lado tanto como le fue posible.

No permitió que Alicent y Daeron regresaran a Desembarco del Rey.

(Viserys Targaryen no les pidió de volvieran.)

Y tampoco permitió que las princesas visitaran a su nuevo hermano.

Rhaenyra podía o no ser la asesina, de cualquier forma Otto la quería lejos de Daeron, de su futuro rey.

No podía bajar la guardia, no podía ser indulgente, no ahora que tenía a su nieto, el nieto que representaba un peligro no sólo para Rhaenyra, sino para los hijos de ésta.

Incluso lo quería lejos de Helaena, quien, por decreto del estúpido y sensiblero Viserys, estaba antes que Daeron en la línea de sucesión. Ella había sido la heredera de Rhaenyra hasta que la maldita chica comenzó a expulsar hijos a diestra y siniestra.

La misma maldita chica que seguía siendo la Heredera al Trono de Hierro.

No importaba que Daeron estuviera ahí, sano y vivo, un varón, todavía no fue nombrado el heredero.

Pero Otto se encargaría de que eso cambiara.

Viserys no viviría para siempre y Rhaenyra no era capaz de dirigir una guerra.

¿Por qué el reino la querría como su reina, cuando Daeron existía?

Sin embargo, la idoneidad de su nieto debía asegurarse y la única manera era con un dragón.

Un rey dragón no podía estar sin montura.

Daeron no podía ser como Viserys.

El maldito Viserys que le negó un huevo de dragón.

Los huevos no pueden estar en tierras desconocidas, escribió, no pueden ser manejados por inexpertos, aseguró.

¡Entonces envía a los expertos con el huevo!

Otto tuvo que doblarse.

Regresar a Desembarco del Rey por su futura victoria fue algo que tuvo que aceptar.

Convenció a Hobert de proporcionarle la mayor protección posible.

Daeron tenía que vivir.

Su nieto de un año, quien ya había vivido más que sus hermanos, no podía perderse, no podía ser arrebatado.

Otto no lo permitiría.

 

 

Su caravana fue atacada por ladrones.

Por asesinos.

Otto estaba seguro, de otra forma su nieto no habría sido arrancado de los brazos de la nodriza y apuñalado repetidamente cuando nadie más lo fue.

(¿Qué importaba que Ormund y su esposa, así como la mitad de sus acompañantes, fueron masacrados también?)

Daeron llegó a la Fortaleza Roja, pero no vivo.

Viserys no lo lloró, no lo lamentó.

Las acusaciones y demandas de Otto cayeron en oídos sordos.

Y fue encarcelado por traición.

Por gritar blasfemias contra la familia real; contra el rey pusilánime que sólo amaba a sus hijas, contra la princesa asesina y el príncipe que era la segunda venida de Maegor el Cruel.

En lugar de ser apoyado, de ser escuchado, Otto Hightower fue compadecido.

La pérdida de sus nietos lo había vuelto loco, decían por todo el reino.

Loco, ¡ja!

¡Estaba furioso!

¿Cómo resultó todo tan mal?

¿Por qué no pudo tener sus reyes Hightower?

¿Por qué tenía sólo una nieta?

Tal vez debió concentrarse en ella en lugar de insistir en su ideal.

Viserys había demostrado una y otra vez que prefería a sus hijas sobre sus hijos, ¿por qué Otto no explotó eso? ¿Por qué no trabajó en Helaena para mostrarla como una mejor opción para reina que Rhaenyra?

Una reina Hightower.

Una reina gobernante Hightower.

Una reina dragón es la que debe gobernar, ¿no había dicho eso Viserys?

¿Pero quién querría, ahora, a Helaena sobre Rhaenyra?

Una reina dragón es la que debe gobernar, escuchaba una y otra vez dentro de su celda mientras su último nieto estaba siendo incinerado y Alicent permanecía en un estado catatónico en sus aposentos.

¿Por qué no se concentró en Helaena?

Una reina dragón es la que debe gobernar.

Otto quería gritar.

 

Notes:

1. Otto fue un constante "We could have had it all".

2. Dark Vizzy fue muy back stage, pero sí fue él quien asesinó a cada uno de sus hijos, incluso los que tuvo con Aemma. Y porque amo a esta última, elijo pensar que Aemma no tuvo tantos embarazos como en canon ni como Otto exagera; ella y Viserys acordaron que no había urgencia apremiante de más hijos desde que Viserys le juró que Nyra era su heredera y ella le bastaba y sobraba, incluso tomaba té de luna, pero como cualquier método anticonceptivo tuvo sus fallas y de ahí los embarazos. Cualquier dificultad se debió a que Aemma tuvo a Nyra muy joven y eso jodió su cuerpo; su muerte y la de Baelon, aquí no fueron como en el show.

Pero ustedes son libres de pensar que Vizzy T fue un completo bastardo con ella también.

3. El matrimonio de Nyra también es decisión personal, así que dense gusto.

4. Puede que Helaena se case con el primogénito de Rhaenyra o puede que no, y de ser que sí, Otto morirá antes de saberlo.

 

Ahora, si me disculpan, iré a hacerme una limpia con hierbas. Cada vez que escribo desde la perspectiva de Otto o Alicent termino con la necesidad de purificarme en alma y mente.

 

¡Gracias por leer!

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