Chapter 1: INTRODUCCIÓN
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DIARIO EL PLANETA |
Octubre 08 de 1989.
El día de ayer se presentó un fenómeno astronómico sin precedentes.
La pequeña localidad de Smallville fue bombardeada por una lluvia de meteoros que cobró la vida de 8 personas y dejó heridas a 43. Entre los heridos se encuentra el magnate hombre de negocios Lionel Luthor y su hijo Lex, quienes visitaban…
EL INQUISIDOR.
Marzo 25 de 1990.
Residentes de Smallville acusan contaminación por químicos de la planta de Luthor Corp. Vecinos sufren malestares inexplicables y exigen el cese de las operaciones hasta que se tenga diagnostico…
LA ANTORCHA
Enero 03 de 1992.
Hombre asegura poseer habilidades telequinéticas.
John Smith de 43 años, asegura que el fenómeno empezó a manifestarse desde hace un par de meses y ha mejorado con el tiempo. Smith asegura que si se concentra…
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DIARIO EL PLANETA |
Julio 24 de 1993.
El honorable congreso del estado de Kansas reconoce la existencia de individuos con habilidades sobre humanas, los cuales gozaran de los mismos beneficios, derechos y protecciones que cualquier otro ciudadano de los Estados Unidos de América.
Espers, nombre con el cual se ha decidido clasificarlos…
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DIARIO EL PLANETA |
Octubre 07 de 1993.
Esper enloquece y ataca a clientes de una cafetería en Smallville. El individuo contaba con habilidades piroquineticas y produjo un incendio que consumió el local, cobrando la vida de dos personas entre las que figura el dueño de la cafetería.
Testigos aseguran que el esper empezó a sangrar por todas partes antes de colapsar…
EL INQUISIDOR.
Agosto 13 de 1994.
El congreso local de Kansas reconoció ayer en un dictamen, la existencia de individuos con capacidad para sanar a los espers que llegan a incluso a etapa tres implosión interna.
Estos individuos conocidos como guías poseen la capacidad de contrarrestar el veneno producido por el constante uso de las habilidades esper…
LA ANTORCHA
Diciembre 25 de 1994.
Tragedia en Smallville.
Edward Collins el primer Guía certificado, murió a manos de un grupo de espers quienes lo agredieron física y sexualmente hasta acabar con su vida.
Los detenidos aseguran que no eran conscientes de sus acciones, dado que los tres se encontraban en última etapa de implosión y solo intentaba recibir la guía que necesitaban.
…con la muerte de Edward el número de guías certificados desciende a 7. El gobernador declaró que el congreso tendrá lista una nueva ley para el manejo de los centros de asistencia de guía antes del final del presente periodo legislativo.
Chapter 2: CAÍDO DEL CIELO
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CAÍDO DEL CIELO
-1-
Lex había terminado sus estudios universitarios hacia poco menos de un mes. Con una licenciatura en negocios internacionales, su siguiente movimiento era tomarse unas merecidas vacaciones por Suramérica, pero su padre tenía otros planes.
Decir que la relación con su padre era mala sería quedarse corto. Lex consideraba que ser criado por lobos era más saludable para un infante, que estar bajo el cuidado de Lionel Luthor.
Conducía su Porche 911 a más de ciento veinte kilómetros por hora. El recorrido de una hora con cuarenta minutos que tomaba ir de Metrópolis a Smallville, se había reducido a una hora con diez.
Hacia catorce años que no visitaba el pueblo y planeaba no volver a hacerlo, pero cuando su padre tomaba una decisión no había nada en el mundo que lo hiciera cambiar de parecer.
Lo citó en la planta de fertilizantes un lunes por la mañana.
Su última visita a Smallville fue tan traumatizante que no podía recordarla sin sentirse enfermo. Lo curioso de los traumas es que se te graban en la memoria con tal detalle, que podía revivir el evento como si hubiera sucedido esa mañana.
Recordaba el ruido ensordecedor del helicóptero, los audífonos molestos que le presionaban las orejas. El miedo en el estómago cada que su padre lo observaba con el mismo desdén que observaba a su madre. Y el horrible uniforme negro del colegio alemán al que lo obligaban a ir.
La cita era a las once de la mañana en la planta de fertilizantes. Lex llegó veinte minutos antes de la hora acordada.
Cuando entró a la oficina, su padre lo recibió con una sonrisa y le hizo un gesto con la mano para que guardara silencio mientras atendía una llamada de negocios. Lex exhaló molesto y salió al pasillo donde un par de empleados se alejaban empujando contenedores químicos en una carretilla de metal.
Lionel salió al pasillo aun con el celular pegado a la oreja y señaló la puerta de la derecha marcada con el numero 06.
Tras la puerta 06 se extendía un pasillo colgante. Abajo estaban los enormes tanques de almacenamiento, rebosando en químicos cuyo nombre no podía mencionar. Uno de los empleados se aproximó a él y le informó que debía vestir el equipo de protección.
Volvió a salir y aun costado de la puerta 06, en un closet metálico, encontró una bata blanca, una mascarilla N95 y lentes de protección. Abrió la puerta de nuevo y el mismo hombre le recordó que también necesitaba casco.
A las once con quince minutos inició el recorrido por el área de producción. Su padre aun no aparecía por ningún lado. El ingeniero que lo acompañaba le entregó un informe detallado, que bien podría haber estado escrito en chino porque no entendía nada.
El hombre habló sobre costos de producción, distribución y almacenamiento. Tocó brevemente el tema de seguridad y las protestas por parte de activistas locales.
Era demasiada información para procesarla en los veinte minutos que duró el recorrido.
Se detuvieron en el balcón del ala este. Abajo un par de tubos de desagüe vertían liquido en los campos de maíz que rodeaban la planta.
-son aguas tratadas. –
Informó el ingeniero antes de excusarse y dejarlo solo.
Era finales de septiembre, el clima era cálido, pero no lo suficiente para hacerlo sudar, aun así, se sentía sofocado. Se retiró el casco, los lentes y la mascarilla. Frente a él los campos de maíz se extendían exactamente como aquella vez.
Cuando aterrizaron en la planta, su padre se entretuvo con los hombres de bata blanca. Lex estaba nervioso, no había sido idea suya estar ahí. Esa mañana la salud de su madre había decaído. El mismo helicóptero que los llevó al hospital los había llevado a la planta de Smallville. Su padre dijo que no tenía tiempo para pasar a dejarlo al colegio y que no le vendría mal conocer los rincones de la empresa que algún día seria suya. Dijo que aprendería más esa mañana que en todos sus años de estudio.
Los campos de maíz se erigían alto y Lex sintió curiosidad por lo que sea que hubiera tras ellos.
-no te alejes, hijo. –
La voz de su padre lo sobresaltó. Sintió ese apretón en los pulmones que sentía de vez en cuando. Con una mano temblorosa tomó el inhalador que llevaba en el bolsillo de la chaqueta, se lo llevó a los labios, lo presionó y la brisa fría se extendió dentro de él.
Sujetaba con fuerza la barra metálica del balcón. El miedo que sintió entonces por poco se apodera de él otra vez. Se pasó la mano por la cabeza esperando acariciar los rizos pelirrojos que lo caracterizaron durante la infancia, pero todo lo que sintió fue piel.
- ¿y bien?, ¿qué te parece? -
Preguntó su padre, quien apareció de la nada tras él.
¿qué le parecía? Basura. Quería poner tanta distancia como fuera posible entre él y este pueblo, pero no podía decirle eso. No podía mostrar debilidad frente a su padre.
Se limitó a sonreír.
-es tu regalo de graduación. –
- ¿perdón? -
-la planta, es tuya. –
¿regalo? Este era solo otro gesto retorcido de Lionel. Sabía tan bien como él cuanto despreciaba el pueblo. Lo cual tenía sentido porque estaba seguro de que su padre lo despreciaba a él.
…
La mansión Luthor estaba al otro lado del pueblo. Asemejaba un antiguo castillo, de muy mal gusto si le preguntaban a Lex. Al menos estaba en buenas condiciones. De esta casa tenía muy pocos recuerdos, realmente nunca vivió ahí.
La oficina de su padre estaba cubierta en madera, del piso hasta las paredes, sería lo primero en irse junto con el horrible escritorio. Las cortinas olían a tabaco, no sabía que su padre fumara.
Todo el sitio era excéntrico y no lograba sacudirse la ansiedad que lo había invadido desde esa mañana.
Una de las empleadas tocó a la puerta y le informó que la comida estaba servida. No había forma de que pudiera comer algo en ese momento. Se excusó y se fue a su habitación.
Por supuesto que la recamara también era horrible, llevaba la misma temática que toda la mansión.
Se recostó en las sábanas frescas, el colchón se sentía suave, era agradable. Se desanudó la corbata. La cien le palpitaba. Cerró los ojos y exhaló.
No supo en qué momento se había quedado dormido, en realidad no sabía que lo estaba.
Tenía nueve años otra vez. A sus espaldas su padre hablaba con un hombre de bata blanca. Frente a él se extendía un enorme campo de maíz, tan alto que casi podía tocar el cielo azul.
Empezó a caminar entre las plantas y escuchó los pasos de alguien aproximándose. Quiso regresar con su padre, pero el campo de maíz parecía extender por millas en todas direcciones y él estaba en el centro de todo.
Se escuchó un susurro a lo lejos. No alcanzó a comprender que decía. Los pasos se escuchaban cada vez más cerca y decidió correr.
- ¡ayuda! –
Dijo esta vez la voz, claramente.
- ¡ayuda! -
Se escuchó más fuerte.
La garganta empezó a quemarle. Inhalaba con fuerza, pero el aire no le llegaba a los pulmones. Lo intentó de nuevo y escuchó un silbido salir de él, pero el aire seguía sin alcanzar su interior. La cara le quemaba y sus ojos lagrimeaban tanto que le costaba ver a donde iba.
Los pasos estaban cada vez más cerca de él. Metió la mano a la chaqueta y tomó el inhalador.
Los pasos lo habían alcanzado, cayó al suelo aterrado y el inhalador cayo frente a él. Lo tomó apresurado y se lo llevó a la boca. Esperaba que unas manos lo sujetaran en cualquier momento.
El inhalador sabía a tierra, lo presionó y la brisa fría descendió por su garganta. El aire por fin llegó a él.
-ayúdame. –
Dijo una voz tras de él.
Se giró y se encontró con un hombre crucificado a un par de pasos de él.
-ayúdame. -
Repitió y el cielo se tiñó de negro.
Vio unas bolas de fuego aproximarse a ellos dos, caían del cielo como castigo divino.
-ayúdame. -
Despertó sudando y corrió al baño a vaciar en el retrete lo que quedaba de su desayuno. Las manos le temblaban. Ahí sentado en el piso del baño, reconoció que nada valía la pena para que el permaneciera ahí. Al carajo con su padre, con la planta y con todos los Luthor.
Se paró frente al lavamos y en el espejo vio su pálido reflejo, más pálido que de costumbre. Se lavó la cara, se cepillo los dientes y salió de la mansión sin decir nada a nadie.
Tómenlo como una huida, pensó, no me importa.
Subió al porche 911 que le había regalado su padre cuando entró a la universidad. Giró la llave y escuchó el motor rugir, era su sonido favorito.
Aun se sentía enfermo, pero la sola idea de saber que se marchaba había mejorado su ánimo. Una vez que cruzara el letrero “Está saliendo de Smallville. Gracias por su visita” todo volvería a estar bien.
El sol aun brillaba en el cielo, se colocó los lentes oscuros y pisó el acelerador. Le urgía salir del pueblo así tuviera que romper un par de leyes de tránsito.
Conducía rumbo a la carretera cuando empezó a sentirse mareado de nuevo. Se aproximaba al puente y su vista se nubló. Todo se oscureció. Temía ver las bolas de fuego caer del cielo otra vez, y después ya no sintió nada, todo era absoluta calma.
-despierta. –
Susurró una voz masculina.
-no te mueras. –
Abrió los ojos. La blanca luz dio paso una figura borrosa sobre él. Era un joven de ojos verdes que lo miraba expectante. Estaba empapado de pies a cabeza y pronto se dio cuenta que él también lo estaba.
- ¿qué pasó? –
-2-
Clark había discutido con su padre esa mañana. Todo lo que siempre había querido era encajar en sociedad y ahora se le presentaba la oportunidad perfecta, pero su padre le había prohibido formar parte del equipo de futbol.
¿y qué si se daban cuenta que él era diferente? Podía decir que era un esper.
¿y cómo explicas que tú no necesitas guía? Había recriminado su padre.
Podían fingir eso también, lo cual sería a un mejor porque Lana era una Guía certificada. Pero no, sus padres no criaron a un mentiroso.
La idea de aplicar para el equipo de futbol era de Pete. Estaban en su último año y una de las tradiciones de la Preparatoria de Smallville era secuestrar a uno de los alumnos de último año y atarlo semi desnudo en los campos de maíz, como si se tratara de un espantapájaros.
Debía hacerse el mismo día que el baile de bienvenida para asegurar una temporada exitosa al equipo de futbol.
Tras el incidente del otoño del ochenta y nueve, la tradición se había suspendido. Jeremy, el alumno que había sido seleccionado como espantapájaros de ese año, se encontraba atado en medio del campo cuando cayó la lluvia de meteoros. Si bien no fue alcanzado directamente por ninguno de ellos, cuando lo encontraron estaba inconsciente y ya nunca despertó.
Aun así esa estúpida tradición había vuelto a cobrar relevancia desde hacía un par de años y Clark tenía fundadas razones para temer ser el siguiente.
Esa tarde mientras caminaba de regreso a su casa, odiando la piel que lo envolvía, se detuvo en el puente Loeb a contemplar la nada e imaginar que no existía.
Realmente no quería llegar a su casa y tener otra discusión con su padre.
“Eres diferente, Clark”. Lo sabía, se lo repetía todos los días. Pero él era diferente como nadie más lo era, porque no era suficiente ser diferente como los espers, él tenía que serlo aun más. Y si no fuera por la estúpida nave enterrada bajo el granero, hubiera pasado toda su existencia pensando que solo era un esper un poquito más especial.
No escuchó nada, solo sintió la presión del objetó que lo embistió por la espalda. Era como si el tiempo hubiera decidido estirarse y el instante que le tomó caer del puente al rio, se convirtió en largos minutos, durante los cuales solo pudo ser un espectador de lo que sucedía.
Había sido arrollado por un carro deportivo que nunca antes había visto. ¿Quién en el pueblo tenía un auto así?
Al volante había un hombre. Se veía enfermo. Tenía los ojos abiertos, pero no parecía tener miedo. No parecía haberlo visto, de hecho, tenía la vista tan perdida que Clark podría asegurar no había visto nada.
Su gesto cambió justo antes de entrar al agua. Definitivamente eso no era miedo, más bien parecía alivio.
Clark se sumergió en el agua, arrancó parte del techo del carro y sacó al conductor inconsciente. Lo recostó a un lado del rio, no respiraba y sus latidos eran imperceptibles.
Se esforzó en recordar las clases de primeros auxilias que tomó junto con su madre unos años atrás.
“Vivimos en una granja. Esto es más que necesario” había dicho entonces.
Curiosamente esta era la primera vez que los ponía en práctica. Masaje cardiaco y respiración boca a boca.
El conductor saltó bajo él y escupió agua.
- ¿qué pasó? –
- ¿estás bien? –
El hombre volteó para todos lados como si intentara recordar quien era y después centró la vista en él. Los ojos azules lo escanearon de pies a cabeza y después se posaron en el rio con el mismo gesto de desamparo que llevaba cuando iba al volante.
- ¿recuerdas cómo te llamas? –
El extraño volvió a verlo.
-Alexander. Lex. –
-Lex ¿te sientes bien? por alguna razón perdiste el control de tu auto y caíste al rio. –
El hombre no respondió. Nuevamente su vista se perdió en el agua.
Alguien debió haber presenciado el accidente, los servicios de emergencia llegaron unos minutos después. Las ventajas de vivir en un pueblo pequeño.
Clark solo rogaba que no hubieran visto como él era arrollado por el coche, pero si lo hicieron, nadie lo mencionó.
Los paramédicos revisaron a Lex. No lograban explicarse como había sobrevivido aquello para salir solo con un par de rasguños. Aun así, insistieron en llevarlo al hospital para una revisión más extensa.
Clark estaba listo para irse a casa, había sido demasiada emoción para una sola tarde.
Su padre llegó corriendo y se abrió paso entre el personal de emergencia gritando su nombre.
Estaba de pie junto a la ambulancia con una de las frazadas cuando su padre lo encontró.
- ¿estás bien? – gritó, - ¿dónde está ese desgraciado Luthor? –
Lex se asomó fuera de la ambulancia y estiró una mano como si estuvieran pasando asistencia.
-aquí estoy. –
- ¿tú quién eres? –
-Lex Luthor. Usted seguramente conoce a mi padre. –
-aléjate de mi hijo y dile a tu padre que se aleje de mi familia. –
-papá. –
Renegó Clark jalándolo del brazo. Entregó la manta a uno de los paramédicos y subió a la camioneta.
Su padre entró por el otro lado. Las manos le temblaban.
-pensé que te habían arrollado. –
-si lo hizo. –
Admitió Clark.
Su padre guardó silencio.
Sus habilidades habían empezado a manifestarse hacia poco más de un año. Empezó una mañana cuando perdió el autobús escolar e intentó correr tras él. Lo siguiente que supo era que estaba en la mitad del camino hacia metrópolis, pero su reloj seguía marcando las ocho con quince, lo cual era imposible porque significaría que corrió por menos de un minuto.
Después de aceptar que todo aquello había sucedido, intentó correr de regreso, pero solo logró hacerlo por cinco minutos antes de detenerse agotado, empapado en sudor y sin avanzar mucho. Tuvo que caminar de regreso al pueblo hasta que Nell lo encontró aun no muy lejos del punto donde había parado esa mañana y le dio un aventón.
Todavía recordaba la excusa que le dio, “que se había escapado de clases para ir al museo de Metrópolis, pero se arrepintió”.
Sus padres tomaron la idea de que quizá era un esper con un grano de sal.
En aquel entonces él aun no sabía de la existencia de la nave.
…
Al día siguiente cuando regresó a casa después de clases. Encontró una enorme camioneta nueva estacionada frente a la granja, llevaba un moño azul atado al cofre, como si se tratara de un regalo de navidad.
- ¿de quién es esto? –
Preguntó a su madre, quien acomodaba fruta en la vieja ford azul de la familia.
-tuya, la envió Lex. –
- ¿en serio? –
Su madre le entregó la nota de agradecimiento que había llegado junto con la camioneta.
- ¿y las llaves? –
-las tiene tu padre. –
Sabía lo que eso significaba. No era justo. Por qué él tenía que ser tan perfecto en un mundo donde todos hacían lo que se les daba la gana. ¿acaso no había hecho lo suficiente? ¿no se merecía una recompensa?
-no. Los Luthor son malas personas, todo lo que hacen lleva un doble significado y siempre están viendo como tomar provecho de cada situación. –
-papá. –
-devuélvela. –
No era justo.
Esa noche cuando subió al granero deseaba estar solo, pero solo de verdad. Quería subir a esa nave y largase lejos, al sitio de donde había salido, donde todos eran igual él.
Se aproximó al pequeño telescopio que le habían obsequiado cuando lo revelaron la verdad sobre su origen. Del otro extremo del lente estaba la habitación de Lana. Había olvidado reajustarlo la última vez que lo usó. Sabía que no debía espiarla, pero no lo hacía con malas intenciones. No es que intentara verla con poca ropa, solo quería verla.
Estaba enamorado de ella desde que tenía memoria y por el breve tiempo que pensó que era un esper, imaginó una vida junto a ella. Él salvaría al mundo y ella lo salvaría a él.
Whitney arruinó el momento apareciendo junto a su ventana. Deseaba llamar a Nell y hacerle saber lo que sucedía arriba. Giró el telescopio y se fue a dormir.
…
A la mañana siguiente se presentó en la mansión Luthor antes de que iniciaran sus clases. Había prometido a su padre regresar la camioneta, pero nadie atendía a la puerta. Quizá podría consérvala un día más.
Iba a marcharse cuando vio que alguien jaló una de las cortinas en el primer piso y le pareció ver que alguien peleaba adentro.
Se aprovechó de esas habilidades que tanto detestaba y se abrió paso hasta la sala donde encontró a Lex practicando esgrima con una mujer. El joven perdió el ritmo por un momento y la mujer lo sometió. La espada de Lex terminó en la pared de madera a unos centímetros de la cara de Clark.
Lex se retiró la visera a prisa y corrió hacia él.
- ¿estás bien? ¿cómo lograste entrar? -
-no había nadie en la puerta e iba a marcharme, pero me pareció ver que alguien peleaba aquí adentro. -
- ¿y entraste a salvarme de nuevo? –
Preguntó con una sonrisa.
¿por qué sentía agitado? Lex no lo estaba acusando de nada.
La entrenadora tomó el sable de la pared y se despidió de ambos advirtiendo que regresaría el viernes por la mañana.
- ¿Qué te pareció la camioneta? –
-por eso estoy aquí. En verdad lo agradezco, pero no puedo aceptarla. –
Lex volvió a escanearlo con un gesto de intriga.
Se giró y le pidió que le ayudara con la cremallera de la espalda.
-Clark salvaste mi vida. Regalarte una camioneta es lo mínimo que podía hacer. De hecho, debería resultar hasta ofensivo. - se giró otra vez.
- ¿te ofendí, Clark? –
Ahí estaban otra vez esos ojos azules escaneándolo.
- ¿Clark? –
-no. Mi padre, él… -
-no tienes quedarme excusas. Yo también soy hijo de mi padre. Entiendo. –
De alguna extraña manera Lex lograba hacerlo sentir cómodo. Era como encontrar lo más parecido a él en un mundo de extraños.
- ¿aun así podemos ser amigos, cierto? –
Su sonrisa lo dijo todo.
Cuando llegó a la escuela aún estaba de buen humor y posiblemente lo habría conservado durante todo el día de no ser por su encuentro con Chloe.
Chloe trabajaba en su siguiente nota para el periódico escolar y le mostró a Clark la fotografía que Pete había tomado esa mañana. Fue enfática en el hecho de que la foto era de esa mañana, lo repitió tres veces y después le preguntó si reconocía la hombre del centro que llevaba una sudadera gris.
Su rostro le era familiar, pero no podía recordar de dónde.
Chloe dejó caer frente a él el anuario del ochenta y nueve. Abrió la página en el club de fotografía, ahí estaba él, idéntico al de la foto de esta mañana.
“Imposible” pensó.
Pete sonrió.
-uno más para el mural de lo extraño. –
Odiaba ese mural. Frio recordatorio de su origen y todas las desgracias que habían llegado con él.
Empezó como un libro de recortes creado por Chloe cuando iban en secundaria. Entonces el gobierno había reconocido abiertamente la existencia de los Espers y los Guías, e iniciaron las pruebas biológicas voluntarias.
En aquel entonces el libro de Chloe se inclinaba más hacia abducciones extraterrestres y experiencias de personas que regresaron de la muerte. Había un par de recortes de fantasmas y otros cuantos fenómenos inexplicables.
Tras la creación del centro de asistencia de guía, el libro se convirtió en un muro donde los recortes empezaron a brotar por doquier. Hasta que no quedó espacio sin cubrir con alguna nota extraña:
HOMBRE LOCAL CRECE UN DEDO EXTRA EN LA MANO IZQUIERDA, PIERDE OTRO EN LA MANO DERECHA.
CONOCE AL HOMBRE QUE NO PUEDE MORIR.
JOVEN SALVA A SU HERMANA DE UN INCENDIO, ATRAVIESA LAS LLAMAS SIN SUFRIR QUEMADURAS.
PIEDRAS QUE BRILLAN EN LA OSCURIDAD.
-el cuerpo de Jeremy desapareció del hospital la semana pasada. -
-Jeremy debe tener más de treinta años y este es un adolescente. –
La joven asintió y dijo lo que todos pensaban.
-es un esper. –
-pensé que no podían hacerle la prueba si él no manifestaba voluntad. –
-no se la hicieron, pero qué otra explicación tienes. Él estaba ahí durante la lluvia de meteoros. –
Pete se sentó frente a él.
-y no termina ahí. De los tres jugadores que lo ataron a la base del espantapájaros, dos fueron asesinados esta semana. Esta fotografía es afuera de una de las escenas del crimen. -
- ¿y qué van a hacer con toda esa información? –
-publicarla en el diario. – respondió Chloe incrédula.
- ¿ni modo que intentemos detenerlo nosotros? -
…
Saliendo de clases Whitney se aproximó a Clark antes de que llegara a la línea del autobús.
-felicidades Clark. –
Dijo antes de golpearlo con el puño en el rostro.
Clark se levantó listo para regresarle el golpe, pero cuando lo sujetó del cuello empezó a sentirse mal. Era un malestar que le era familiar, de tanto en tanto le ocurría. Entonces lo vio, el collar de Lana en el cuello de Whitney. La roca brilló como si también lo reconociera. Intentó sujetarla.
- ¿te gusta? Es lo único que tendrás de ella, espantapájaros. –
Clark perdía y recuperaba la conciencia contantemente. Sabía que lo llevaban en una camioneta. Sabía que iba atado y también sabía que no se veía bien, porque alguien había mencionado que quizá aquello no era buena idea.
Escuchó ruido a su alrededor, pero cuando abrió los ojos estaba solo en el campo de maíz. Todo el cuerpo le dolía, tenía frio, se sentía mareado. Podía sentir el collar de Lana quemándole la piel.
¿En qué momento había oscurecido?
- ¿duele, cierto? –
De entre las plantas salió un rostro conocido.
-ayúdame. –
-pensé que si los castigaba dejarían de hacerlo, pero no han aprendido nada. –
-ayúdame. –
-voy al baile de la escuela. Nunca llegué al mío. –
-ayúdame. –
Suplicó de nuevo, pero Jeremy desapareció entre las plantas.
-3-
Se había estado esforzando bastante en comprender su papel dentro de la planta. Porque no era solo llegar a firmar papeles, eso lo podría hacer su padre desde Metrópolis. Necesitaba hacer cambios y tomar decisiones, pero aún no sabía que se suponía debía hacer.
En su intento de ser un líder capaz, llegaba a la oficina temprano por la mañana y por lo general era el último en salir. necesitaba aprender en unas semanas lo que a su padre le había tomado una vida.
Cuando vio el reloj eran las ocho con diecinueve. Suficiente. Tomó su abrigo y se marchó.
iba encendiendo las luces del carro cuando vio un joven salir del campo de maíz.
Salió del coche y se aproximó a recriminarle por invadir propiedad privada. La cara se le hizo conocida, perdió fuerza en las piernas y cayo al suelo. Su cuerpo lo reconoció antes de que él fuera consiente de ello.
Desde esa posición fue más sencillo revivir el momento que cambio su vida.
-ayuda. –
Susurró una voz.
El joven corrió. Estaba seguro de que era el mismo.
Las manos le temblaban, quiso ponerse de pie, pero estaba muy mareado.
-ayuda. –
El miedo de aquel día intentaba poseerlo de nuevo, pero esta vez el aire no le había dado la espalda y sus pulmones funcionaban como se suponía debían funcionar.
Intentó gatear hasta el coche y lo escuchó de nuevo.
-ayuda. –
La voz le resultó familiar.
Se giró y vio el campo de maíz extenderse frente a él. El cielo estaba teñido de negro.
-ayuda. –
Otra vez.
Los latidos de su corazón se aceleraron. Aprovechó la explosión de adrenalina, se puso de pie y corrió entre los surcos de maíz.
En medio del campo, atado a la base del espantapájaros estaba Clark Kent. No podía creer sus ojos.
-ayuda. –
-ch… aquí estoy. –
Desató sus pies primero, después los brazos y lo ayudó a bajar de la base despacio. No se veía bien.
-Clark necesitas ir al médico. –
-no. –
La piedra verde brillaba en el pecho de su amigo. Lex la tomó y el collar se deslizó hasta el suelo. Clark temblaba entre sus brazos.
-Clark necesito llevarte al médico. –
-no. –
Insistió el joven sujetándole la mano.
Las manos de Clark eran tibias, a diferencias de las suyas que siempre estaban frías.
Sujetó la mano que lo sujetaba y pudo sentir su ritmo cardiaco bajar. De repente estar en medio del campo de maíz no era tan aterrador. Volteó hacia todos lados y no entendía como le había aterrado tanto llegar ahí ¿qué era lo que tenía que temer?
Arriba, las estrellas brillaban en el cielo. Le aterraba tanto el cielo nocturno que no recordaba la última vez que las había visto brillar.
Súbitamente sus miedos parecían tan irracionales.
- ¿me regresas mi mano? –
Había olvidado que Clark estaba ahí.
-tengo que irme. –
-no, espera. Te llevó al médico. –
-no es necesario. –
-entonces a tu casa. -
Clark despareció entre las plantas.
-4-
Debía detener a Jeremy. Él era responsable de todo, él y los meteoros le habían hecho eso a él y a los demás.
Cuando llegó a la escuela encontró a Jeremy intentando acceder a la caja de fusibles del gimnasio, donde se estaba llevando a cabo el baile.
Intentó hablar con él, pero solo logró enfurecerlo más. Jeremy saltó sobre él y le dio una descarga eléctrica que habría matado a cualquiera. Por fortuna él era un poquito más especial que los demás. Logró imponerse y someterlo y entonces notó que Jeremy sangraba por la nariz, los, ojos, los oídos y la boca. Estaba en tercera fase, si no recibía guía inmediata moriría.
Adentro estaba Lana, pero temía exponerla a él. Lo tomó entre los brazos y corrió a máxima velocidad al centro de guiamiento. Lo dejó en la entrada y se alejó lo suficiente para ver como las enfermeras salían corriendo a brindarle los primeros auxilios sin notar su presencia.
Jeremy no era malo, solo se estaba envenenando así mismo, como todos los demás en el muro de lo extraño.
Cuando llegó a la granja subió al granero, encendió la radio y se fue directamente al telescopio que otra vez apuntaba hacia la habitación de Lana.
La vio llegar con Whitney y despedirse de él con un beso en los labios. Se sentó sobre una de las pacas de heno y empujó el telescopio que quedó apuntando hacia arriba. Involuntariamente se llevó la mano al pecho donde le había quemado el collar de Lana.
“Eso fue rápido” pensó. Por lo general, recuperarse del efecto de los meteoros le costaba un poco más de tiempo. El malestar solía acompañarlo por unas horas y en ocasiones días, pero esta vez parecía que aquello nunca había pasado.
Todo había sido igual que siempre. Hasta que llegó Lex ¿cómo le iba explicar lo que sucedió? Ni siquiera podía explicárselo él.
Las manos de Lex eran frías, pero lo ayudaron a calmarse. Por un momento le pareció que el tiempo se había estirado de nuevo, permitiéndole recuperarse. Esta vez los ojos azules escaneaban todo a su alrededor ¿Qué había en ellos que le brindaban tanta calma?
Debía llamarle y disculparse, o agradecerle. No estaba seguro, igual era muy tarde, lo haría mañana.
Chapter 3: LA SEMILLA DE LA DUDA
Summary:
Este capítulo está basado en el 2do episodio de la serie: "Metamorphosis".
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LA SEMILLA DE LA DUDA
-1-
Clark volaba sobre Smallville. recorría los caminos solitarios, los campos oscuros y llegó hasta ventana de Lana. El viento sopló abriéndola de par en par. Las cortinas se esponjaron y dieron paso a la imagen angelical de Lana entre sábanas blancas.
- ¡Clark! –
Gritó alguien afuera.
- ¡Clark! –
Era la voz de un hombre.
Giró en el aire y se deslizó por la misma ventana que había entrado, pero ahora estaba flotando sobre el puente Loeb. Abajo, Lex estaba de pie al borde del puente, empapado en agua, llevaba la ropa adherida a la piel. Su cráneo brillaba bajo la luz de las farolas. Hizo contacto visual con él.
-es tu culpa, Clark. –
Despertó de sobresalto, como suele suceder con las pesadillas. La cama estaba al menos un par de pies por debajo suyo. Cayó y escuchó la madera ceder. Realmente había estado flotando.
Eso era nuevo.
Levantó el colchón para asegurarse del estado de la cama, y en efecto la madera estaba rota.
El extraño sueño lo dejó pensando sobre si aquello significaba algo, pero no tenía tiempo para meditarlo. Sus deberes lo esperaban y podía escuchar los familiares pasos de su madre subiendo las escaleras.
…
Esa mañana era la feria de granjeros, Chloe y Pete se ofrecieron a ayudar con el puesto de la granja Kent. Llegaron temprano, antes de que el evento abriera oficialmente a los visitantes. Ayudaron a acomodar pacas, estantes improvisados y letreros que informaban que era cada cosa.
Las tartas de su madre nunca se habían visto mejor, era una pena venderlas todas, sobre todo la de manzana que era su favorita. La fruta de su padre era la mejor del condado, y no lo decía él, era una verdad conocida.
Esa mañana estaba de buen humor, se podría decir que se sentía orgulloso.
Habían terminado con la parte estética del puesto, lo cual tuvo que ser aprobado por Martha y Chloe, cuando Lana apareció con Whitney. La joven mencionó no haberlo visto durante el baile de bienvenida y él se excusó diciendo que había estado ocupado.
Le pareció ridículo haberle dado una excusa que le salvaba el pellejo a Whitney, pero su boca se movió antes de darle tiempo de meditar sus palabras.
Su padre apareció tras él y felicitó a Whitney por el juego. Por su puesto. Whitney era el héroe local y él no tenía permitido formar parte del equipo.
“La vida no es justa”. Odiaba repetírselo tan seguido.
-voy por el resto de las cajas. –
Quería alejarse de ellos. Lo necesita para no decir algo de lo que podría arrepentirse.
Cuando llegó a la camioneta Whitney apareció tras él.
-lo de anoche fue solo una broma, ¿entiendes, cierto? –
No le respondió.
-necesito el collar, Clark. Es el favorito de Lana. –
-entonces ve a buscarlo al campo. –
Whitney lo observó como si deseara golpearlo de nuevo. Una parte de él deseaba que lo intentara.
Estaba furioso. ¿Por qué a Whitney siempre le salía todo bien y él tenía que lidiar con las consecuencias? “No es justo”. Podría someterlo con un solo dedo, sonrió, podría someter a todo el pueblo si quisiera. Pero era oficialmente el perdedor local y nada cambiaria eso.
Dejó escapar un suspiro melancólico y levantó la vista solo para ver a Lana alejarse de la mano del mariscal de campo.
Lex apareció junto a él y tomó una de las enormes manzanas que llevaba en las javas.
Se sorprendió al verlo ¿qué podría hacer una persona cómo él en la feria de granjeros?
Qué negocios podría tener él con los pueblerinos, además de arrebatarles las tierras, como decía su padre. Como fuere, era agradable volver a verlo.
- ¿podrías explicarme qué pasó anoche? –
No. Así lo intentara no estaba seguro de poder. Aún estaba intentando darle sentido a su vida.
-fue solo una broma. –
Admitió por fin.
-Clark, estabas atado a una estaca en medio del campo. Incluso los romanos solo guardaban eso para ocasiones especiales. -
Los ojos azules volvieron a escanearlo ¿qué buscaban en él?
Su padre llegó justo a tiempo para rescatarlo.
-apresúrate hijo. –
-señor Kent. –
-Lex. –
Saludó Jonathan tomándole la mano. Recogió una de las cajas y se fue.
-esta vez me llevé un apretón de manos. –
El comentario lo hizo reír, pero sería mejor que se fuera antes de que Lex lo acorralara con más preguntas que no podría contestar.
…
Por la tarde, cuando regresaban a la granja se encontraron una camioneta volcada en medio del camino. Jonathan y Clark saltaron a ver en que podían ayudar. Una vez frente a la cabina, Clark descubrió que Whitney estaba inconsciente al volante. Arrancó el parabrisas y lo sacó justo antes de que el tanque de gasolina explotara.
Fueron envueltos por las llamas, pero Clark se encargó de cubrir a Whitney para que no sufriera quemaduras.
Jonathan y Martha estaban aterrados. Cuando las llamas se dispersaron encontraron a Clark con la ropa achicharrada en la parte de la espalda, y aunque su piel parecía tener la temperatura del sol, él estaba bien.
Clark desapareció antes de que los servicios de emergencia llegaran por Whitney. No habría forma de explicarles el estado de su ropa y su temperatura corporal.
Cuando sus padres llegaron a la granja, Jonathan le informó que Whitney parecía no recordar nada; ni cómo se volteó la camioneta, ni cómo salió de ella. Por fortuna no tenía lesiones a excepción de un par de raspones en la cara.
Jonathan le aseguró que tanto él como Martha estaban orgullosos de él, pero fue difícil creerle después de ver el miedo en el rostro de su madre. Una parte de él se preguntaba si el miedo era por lo que podría pasarle o por lo que él podía hacer. Y para colmo, sus habilidades seguían brotando como flores en primavera.
- ¿y tú estás bien? la resistencia al fuego es algo nuevo. –
Preguntó su padre.
No había estado bien desde hacía tanto. Solo quería ser un chico normal como todos los demás y volver a su vida de antes, donde al menos podía vivir sin el miedo de lastimar a alguien cada que se movía. Pero eso no era culpa de sus padres y no podía desquitar su coraje con ellos.
-sucedió algo más. Esta mañana cuando desperté estaba flotando sobre el colchón. –
- ¿estás seguro? -
¿qué si estaba seguro? Quería reír de frustración, pero la realidad era que su cambio también afectaba a sus padres. Si bien él era el del diagnóstico, la carga de la enfermedad pesaba sobre toda la familia.
Iba a decirle algo, pudo verlo en su rostro, pero se detuvo. Conocía tan bien ese sentimiento. Falta de determinación, miedo a herir los sentimientos de alguien, verdades que quedan suspendidas en el aire. Quizá eran palabras que necesitaba oír.
-no te preocupes. –
Dijo sosteniéndolo del hombro.
-lo resolveremos. –
Y proyectó esa falsa sonrisa que usan los vendedores de autos usados cuando quieren infundir confianza. Deseaba creerle, pero era difícil.
-2-
Lex estaba en la mansión recorriendo los pasillos con el collar en una mano. Se lo había llevado consigo la noche que encontró a Clark atado a la base del espantapájaros. Juraría que lo había visto brillar, pero ahora parecía una baratija cualquiera.
Se aproximó a la ventana y observó la luz del sol atravesar el cristal verde. Ni siquiera se aproximaba a lo que vio esa noche.
Podría apostar su vida a que había visto el cristal brillar sobre la piel de Clark.
Clark ¿cómo era posible que un momento estuviera convaleciente y al siguiente saltara de sus brazos y saliera corriendo? Definitivamente había algo especial en él.
Por la tarde llegó al Rancho Potter buscando a Nell. La empresaria le había hecho una propuesta de negocios y quería reunirse con ella para ver detalles.
Lana llegó al establo donde él curioseaba y le preguntó si necesitaba ayuda.
-tú debes ser Lana. Soy Lex, amigo de tu tía. –
-sí, ya nos conocíamos. –
-no lo creo, lo recordaría. –
La joven saltó del caballo y empezó a desmontar la silla.
-yo tenía diez años, acompañé a mi tía Nell a una reunión que tuvo con tu padre en Metrópolis. Él nos invitó a pasar la noche y cuando recorría el área de la piscina te vi nadando con una muchacha delgadísima. Ambos estaban desnudos. –
El comentario lo dejó sin palabras. Hacía tiempo no se sentía tan avergonzado, lo peor es que lo recordaba. Victoria, hija de un antiguo socio de su padre, en aquel entonces de quince años, llevaba el mismo estilo de vida rápida que él. Juntos hicieron muchas locuras por la simple y sencilla razón de fastidiar a sus padres.
-lo siento. –
Lana sonrió.
-tenías quince años. Supongo que son cosas de niños ricos de quince años. –
De cierto modo lo eran.
Recorrió el establo y encontró una vitrina llena de medallas, reconocimientos y trofeos, todos en el área de equitación, para Lana Lang.
Lana lo seguía, aun tirando de las riendas del caballo.
Así que este era el interés romántico de Clark. Lo entendía. Era obvio que Lana era la “it girl” de Smallville y seguramente la mitad de los muchachos del pueblo compartían sus sentimientos.
-impresionante. –
-de mal gusto, pero hace feliz a mi tía. –
En una de las fotografías llevaba el collar que ahora poseía él. ¿cómo es que había terminado en el cuello de Clark?
-interesante collar ¿de qué es? –
-es de una de las piedras de meteoro que cayeron durante la lluvia del ochenta y nueve. –
Volteó a verla.
- ¿y por qué no lo traes puesto? -
-se lo presté a mi novio, Whitney el mariscal del equipo de futbol. –
Por supuesto que su novio era el mariscal de campo del equipo escolar. Esto no podría ser más cliché.
- ¿el chico que salvó Clark? –
Era una pregunta retórica.
-sí. Parece que Clark es el héroe local. –
“Parece que Clark está lleno de sorpresas”.
- ¿y qué hacía tu novio antes del partido del viernes? –
-estaba conmigo. –
- ¿estás segura? –
- ¿insinúas algo? –
-no. Dile a tu tía que vine a buscarla. –
¿sería adecuado que se entrometiera? Seguramente no, pero eso nunca lo había detenido antes.
…
Cuando regresó a la mansión se encontró con la noticia de que Clark lo esperaba en el estudio. ¿por qué este chico siempre estaba en todas partes? Era como si el pueblo girara alrededor suyo.
Clark estaba perdido en la maqueta de la batalla de Troya que ocupaba el centro de la habitación. Desde ese ángulo era como ver un niño pequeño entretenido con sus juguetes. Parecía más interesado en la maqueta que cualquier otra cosa.
-mi padre me la obsequió cuando tenía nueve años. Es un juego de estrategia, representa la batalla de Troya. La guerra empezó porque había dos hombres enamorados de la misma mujer ¿te suena familiar? –
Clark parecía confundido.
-noté como observabas a Lana en la feria de granjeros. –
El joven se sonrojó y parecía haberse quedado sin palabras.
-…y ahora salvas la vida de su novio. –
Las reacciones de su amigo le dieron a entender que lo estaba poniendo incomodo. Solo quería ser el hermano mayor que Clark necesitaba. Estaba en deuda con él e intentaba ayudarle de la única forma que sabía. Los Luthor no eran buenos consolando, pero eran magníficos estrategas y tenía certeza de que podía llevar a Clark a la victoria.
-no te estoy acusando de nada. –
-Lana… yo… Ella no me gusta. –
Era tan gracioso verlo negar lo obvio. Lo único que le faltaba era un “guácala”, como los niños pequeños.
Hizo todo lo posible para no reír.
-de acuerdo. Aun así, tengo algo para ti. Sígueme. –
Caminaron a la oficina. Lex se sentó al escritorio, tomó una caja que había junto al teléfono y vació las cuatro monedas de plata que guardaba en ella. Del cajón junto a sus piernas sacó el collar de Lana. La piedra parecía brillar otra vez como la había hecho la noche del viernes ¿qué provocaba esa reacción?
Dejó el collar en la caja y la cerró.
-tu caballo de Troya. –
Clark no tenía buen aspecto. Juraría que hace unos instantes estaba perfecto.
- ¿estás bien? –
-sí, creo que me paré demasiado rápido. –
Se justificó.
- ¿de qué es esa caja? –
-de plomo. Mi madre la compró durante un viaje a Marruecos. –
Estiró los brazos para que la tomara.
-no puedo aceptarla. –
-es solo una baratija. –
-aun así. –
-no tiene ningún valor sentimental, si eso es lo que te preocupa. ¿o es algún principio moral de los Kent no aceptar nada de los Luthor? –
El joven pareció apenado. Una parte de él estaba seguro de que había dado en el blanco.
-dásela a la Lana y cuando la abra quedara encantada. Habrás causado una impresión. –
-no sé qué te hace pensar que estoy interesado en ella, pero no es así. Ella tiene novio. –
-no está casada, Clark. –
No le respondió.
-de acuerdo, entonces como amigos. –
Clark lo vio a los ojos y terminó por aceptarla. Tomó la caja y la observó con curiosidad, pero no la abrió. Cualquier otra persona la hubiera abierto y hubiera revisado el collar, pero él parecía más interesado en la caja de plomo.
Dos de dos. Las dos ocasiones que vio la piedra brillar, el factor común era Clark.
Conocía de antemano los antecedentes del pueblo. Que va, los conocía de primera mano.
Las posibilidades de que Clark fuera un esper estaban ahí.
¿Si se lo preguntaba de frente le diría la verdad? Imposible saberlo. Los espers eran marginados sociales. La gente los detestaba por sus periodos violentos cuando entraban en estado de implosión.
Nadie le confesaría eso a un extraño y ellos dos apenas si se conocían.
-3-
El lunes durante el almuerzo, tuvo otra reunión interesante con Chloe y Pete.
Chloe le informó que uno de los oficiales locales había encontrado el auto de Greg estampado contra un árbol junto a la carretera. La escena era un desastre, había vidrios rotos, sangre e insectos por todas partes. El oficial estaba seguro de que nadie podría haber sobrevivido a aquello.
Greg había sido cercano a Clark durante la infancia, y aunque seguían siendo compañeros de clase, hacía años que no se hablaban.
- ¿él está bien? –
-sí, vino a clases esta mañana. –
Le respondió Chloe.
-ok, entonces no iba en el auto. –
- no lo sé, su cartera estaba en el asiento del conductor, y ahora él es diferente. Su piel está libre de acné y ya no usa los lentes. Hasta parece más alto. -
-va para el muro de lo extraño. –
Sentenció Pete.
-ahá, un esper que cura el acné y los problemas de visión. –
-talvez tiene habilidades para sanar. El cambio fue demasiado drástico para ser normal. Además, si estaba en el auto al momento del accidente, curó más que el acné. -
-talvez. –
Admitió, aunque sus pensamientos estaban en otro lado.
Talvez Lex era un esper con habilidades para sanar. Por eso cuando estuvo con él se había recuperado instantáneamente de los efectos del collar de Lana.
¿y si Lex era un esper?
-Clark. –
- ¿mm? –
-te decía que no hay registro de que Greg haya visitado el centro de guía. –
-no se supone que esa es información confidencial. –
-olvídalo. -
Respondió Pete desesperado.
-con el uso que le está dando a sus habilidades si no recibe guía, va a entrar en estado de implosión. Sobre todo, en etapa temprana es primordial que reciba guía. -
-se están adelantando a la situación ¿quieren salir de dudas? Vayan y hablen con él. –
No recordaba en qué momento Chloe se había convertido en la investigadora numero uno de Smallville. Se suponía que el club de periodismo era solo para obtener puntos extra. Ella se lo estaba tomando demasiado enserio.
…
Por la tarde cuando regresó a la granja, lo primero que hizo fue subir a su habitación por la caja metálica que le obsequió Lex. Le parecía increíble sostener el collar de Lana entre sus manos, técnicamente hablando, y no sufrir ningún efecto por la radiación del meteoro.
La idea de que el plomo fuera capaz de anular los efectos que los meteoros producían en él, no terminaba de convencerle. El plomo no tenía nada de especial, es un metal de poco valor, aun así, esto era un parteaguas en su vida.
Abrió la caja y vio la piedra brillar. Inmediatamente llegó a él el malestar. La cerró de nuevo y el mareo se fue. todavía sentía un poco de calor, pero por lo demás estaba bien.
Así que esa caja le perteneció a la mamá de Lex. Se sintió feliz por poseer algo que había sido suyo. Sonrió inconscientemente.
¿por qué no había querido que él supiera que le gustaba Lana? Aquello era prácticamente información pública.
Revivió el momento en que Lex lo vio a los ojos y le mencionó que había notado como la miraba. Sintió algo en el pecho que no se pudo explicar. No era vergüenza, ni angustia, pero era algo parecido.
En el granero encontró a Lana curioseando con el telescopio. Por fortuna la última vez que lo usó lo había dejado en dirección al techo, pero eso estuvo cerca.
Ocultó la caja entre las pacas de heno y la saludó.
-tu madre dijo que podía esperar aquí. Espero no te moleste. –
-no, en absoluto. –
-no sabía que te gustaba la astronomía. –
-es solo un pasatiempo. –
La joven recorrió el sitio con la vista.
Nunca imaginó que ella algún día estaría ahí y se sintió apenado por el desorden que tenía.
-hemos vivido a un kilómetro de distancia toda la vida. -
- ¿quieres saber qué me trae por aquí? –
Era la primera vez que visitaba la granja. Lana era la chica inalcanzable que vivía en un mundo ajeno a él. Por supuesto que le producía curiosidad.
-supe lo que Whitney te hizo la noche del baile de bienvenida. –
Se sintió tan avergonzado, lo cual no tenía sentido porque él no había hecho nada malo.
Le sostuvo la mirada intentado descifrar si lo que había en sus ojos era empatía o lastima.
-vine a disculparme. –
-no eres tú quien debe hacerlo. –
-aun así. Tú le salvaste la vida y él... Pensé que lo conocía. –
Clark no le respondió.
-él no es así, o al menos no lo era. –
- ¿lo estás justificando? -
-no. No, además, perdió mi collar. Era muy especial para mí, fue hecho de la misma roca de meteoro que mató a mis padres. Era como llevar una parte de ellos conmigo. –
Se sintió culpable porque había decidido ocultárselo, pero no fue él quien lo había perdido.
Caminaron rumbo a la puerta.
- ¿cómo te enteraste? –
-Lex me dejó pistas. Es un buen amigo. –
Algo quemó en su pecho al escuchar su nombre. Esta vez sí reconoció el sentimiento, era enojo. Pero no estaba seguro si estaba enojado con Lex o con la situación.
…
Por la noche mientras ayudaba a su padre con las herramientas para arado, fue atacado por un ente que saltó desde la oscuridad del granero. Tras su fallido intento contra Clark, atacó a Jonathan, lo tomó como si fuera una pluma y lo arrojó del segundo piso.
Clark tuvo que dejarlo escapar para salvar a su padre, pero alcanzó a ver su rostro, era Greg.
…
Por la mañana encontró a Chloe peleando con el candado de su casillero.
- ¿hablaste con Greg? –
La increpó.
-buenos días. –
-buenos días ¿hablaste con Greg? –
-no, planeo hacerlo hoy. –
- ¿puedo acompañarte? –
- ¿sucedió algo? –
Le contó a su amiga los eventos de la noche anterior, omitiendo ciertos detalles de su intervención.
Acordaron buscarlo durante el almuerzo y confrontarlo entre los tres. Pero Greg no apareció, no asistió a ninguna de sus clases y en su casa nadie atendió el teléfono.
Por la tarde los tres fueron a la casa de Greg. Tocaron a la puerta sin recibir respuesta. Se asomaron por la ventana y notaron que el lugar parecía una zona de guerra. Los muebles estaban revueltos por el piso y había algo que parecía papilla marrón esparcido por las paredes.
Chloe abrió una de las ventanas y se abrieron paso al interior.
Clark estaba consiente de los riesgos que estaban tomando, pero se sentía capaz de proteger a sus amigos de ser necesario.
Cuando llegaron a su habitación se encontraron con una escena que parecía sacada de un libro de Stephen King. Chloe se quedó en la puerta porque le tenía pavor a las arañas, y aunque no vieron ninguna, el sitio estaba cubierto de gruesas telarañas desde el piso hasta el techo.
- ¿qué es esto? –
Preguntó Pete.
-Greg coleccionaba insectos, parece que finalmente se convirtió en uno. –
Las palabras de Chloe le erizaron los bellos de la nuca.
Pete tropezó con algo y el televisor se encendió. Estaba reproduciendo una película casera en el vhs. Greg espiaba a Lana. En la cinta era obvio que la estaba filmando sin su consentimiento.
-creo que no eres el único enamorado de Lana. –
-y si Greg es un insecto espero que no esté en etapa de apareamiento. –
Clark empezó a conectar los puntos. Greg posiblemente lo atacó porque lo observó conversando con ella. Y aquella figura que vio entre los árboles la tarde del accidente de Whitney, seguramente también fue él.
Estaba eliminando a la competencia.
Salió corriendo sin decir nada porque sabía que Greg iba por Lana y dada la hora, ella debía estar en el establo practicando equitación. Sintió vergüenza, la única razón por la que lo sabía, era porque él también estaba obsesionado con ella.
…
En el establo Whitney estaba inconsciente en una de las cajas de los caballos. Cuando cobró conciencia le informó que fue Greg quien lo atacó y se llevó a Lana.
Greg había sido muy cercano a Clark cuando eran pequeños, cuando Clark aún era normal, y solían jugar en la fundidora abandonada, porque estaba cerca de la casa del árbol de Greg. Recordaba cual especial era ese sitio para él y si necesitaba un sitio para ocultarse, debía estar ahí. Dio direcciones a Whitney y se fue por su cuenta.
Tal como Clark lo había sospechado. Lana estaba en la casa del árbol de Greg. Tendida en el piso, inconsciente, cubierta por lo que parecía un velo como el que hacen las mariposas cuando inician su capullo.
Greg lo descubrió y lo atacó arrastrándolo hasta la fundidora. Una vez dentro Clark empezó a sentirse mal. De manera inmediata sucumbió al vértigo y la migraña. El sitio estaba lleno de rocas de meteoro. Intentó ponerse de pie, pero recibió una patada en el rostro. Pudo saborear su propia sangre, eso fue muy, muy extraño.
Intentó razonar con Greg, pero este empezó a desvariar sobre la naturaleza y su superioridad. Sobre cómo le hacia un favor al mundo al esparcir sus genes.
Una vez más golpeó a Clark con una barra metálica y lo lanzó hasta el otro extremo de la planta.
Se aproximó despacio, sus pasos resonaban en la madera podrida. El miedo a morir fue tan real que lo hizo sentir humano de nuevo. Greg colapsó sobre él. La sangre brotaba a borbotones por todos lados. Nunca había presenciado un fenómeno de implosión tan rápido, ni siquiera sabía que eso fuera posible. No hubo tiempo de salvarle la vida, no hubo tiempo de hacer nada.
…
Estaba deprimido. Llegó a su casa bañado en sangre. El horror en el rostro de sus padres se grabó en su memoria.
Se había bañado y estaba tendido sobre la cama sosteniendo en las manos la caja de plomo que le regaló Lex.
¿y si Lex era un esper? Se volvió a preguntar. ¿y si su habilidad era sanar como lo había hecho con él aquella vez?
La idea de que Lex entrara en etapa de implosión lo mortificó. Sus sospechas no tenían base alguna excepto aquella extraña noche en medio del campo.
Parecía que había sucedido algo, pero no estaba seguro de qué.
Al menos esta noche podría dormir tranquilo. Chloe lo había llamado. Lana estaba bien, Whitney la rescató. La idea lo hizo reír y por primera vez no le importó que el mariscal de campo se saliera con la suya.
Sin embargo, no todos tuvieron un final feliz. La policía descubrió el cadáver de la mamá de Greg en su habitación. Estaba envuelta entre las telarañas como una mosca. La idea de que ellos estuvieron a unos metros de ella y no lo supieron le provocó escalofríos, pero se sintió agradecido de no haberla encontrado.
Se levantó de la cama y observó bien la caja. Lana no tenía la culpa de que Whitney fuera un idiota.
Aprovechándose de sus habilidades, salió disparado a la residencia Potter y dejó el collar en la manija de la puerta.
Conservó la caja, acarició la superficie y pensó en su nuevo amigo. Nunca antes había conocido a una persona tan intrigante, quizá por eso no estaba seguro sobre cómo se sentía respecto a él. Lo único que sabia era que quería volverlo a ver.
Chapter 4: UN ESQUELETO EN EL ARMARIO.
Summary:
Este capítulo esta inspirado en el episodio 4 de Smallville: X-Ray.
Chapter Text
UN ESQUELETO EN EL ARMARIO
-1-
Lo habían enviado a casa por problemas de salud. Su madre se sorprendió al verlo regresar tan temprano. Le dijo que se trataba de lo de siempre, había estado hablando con Lana y se vio afectado por el collar. Eran mentiras, tenía miedo de admitir que una nueva habilidad estaba surgiendo en él. Ya tenían bastante con todo lo demás. A penas si había pasado un mes desde que descubrieron que podía flotar, y ahora esto.
Su madre le dijo que se olvidara del trabajo de la granja y se fuera a recostar. Haría tarta de manzana para cuando despertara. Intentaba animarlo.
No estaba cansado, ni se sentía mal, tan solo estaba estresado. Solo en su habitación, reconoció que huir de sus problemas no serviría de nada. Podría ocultarle sus habilidades a sus padres por tiempo indefinido, pero eso no las haría desaparecer.
Fijó los ojos en el armario e intentó ver atreves de las puertas de madera. Nada.
Se concentró tanto que su visión se volvió borrosa y los ojos le lagrimearon, pero no pasó nada. ¿Qué había sido distinto esta mañana o la mañana del día anterior? ¿sería algo que solo sucedía durante la mañana? Quizá necesitaba estar en una situación de estrés.
Esa mañana aun meditaba los hechos de ayer, intentaba darle sentido a lo que había visto cuando el entrenador le ordenó subir la soga.
Desde un principio no se sentía bien, incluso Pete se dio cuenta y le pidió al entrenador que lo dejara ir a enfermería a descansar.
Revivió la escena. Fue en el gimnasio durante la clase de educación física. Subía la soga codo a codo con Pete, hasta que sintió las pulsaciones que iniciaron en su sien y bajaron a sus ojos. La luz pareció molestarle por un momento. Pete le preguntó si estaba bien y después la piel de Pete había desaparecido. Era como si lo hubieran metido a una máquina de resonancia magnética y sus músculos, ligamentos y nervios estuvieran expuestos. Fue aterrador, perdió el equilibrio y cayó al suelo. Entonces si el entrenador le permitió ir a enfermería.
Y quizá todo hubiera quedado en un evento fortuito, pero se trataba de él. Además, estaba lo de ayer.
Paseaba por el centro cuando vio a Lex correr en su dirección, llevaba una mochila al hombro y por un instante le pareció también haber visto un arma.
Ridículo ¿cierto? Pero la verdad es que toda la interacción fue rara. Lex chocó con él y cuando lo vio a los ojos fue como si no lo reconociera. También lo levantó como si no pesara los ochenta y cinco kilos que pesa y lo arrojó contra una ventana. Fue ahí cuando tuvo su primer incidente. Vio el esqueleto de Lex y parecía estar cubierto de fragmentos de meteoro. ¿será eso lo que lo convirtió en un esper? Confirmaría sus sospechas, lo cual realmente es obvio, los espers son el resultado de la radiación de los meteoros.
Para cuando su madre lo llamó a comer ya era tarde. No se dio cuenta en qué momento se pasó el tiempo.
Después de comer lavó los platos. Salió listo a iniciar con sus obligaciones cuando vio el carro de Lex llegando a la granja. Su padre salió del granero y se acercó a él.
-buenas tardes. –
Saludó Martha.
-buenas tardes. –
-aun gozas de libertad. No cabe duda de que ser un Luthor tiene muchos más privilegios que lo obvio. –
-papá. –
- ¿sabe la policía que estás aquí? –
-no lo sé. No hay una orden de arresto en mi contra, de momento solo soy un sujeto de interés. –
- ¿qué pasó? –
-no lo sé. Vi tu nombre en la lista de testigos por eso vine a verte. Ayer cuando ocurrió el asalto al banco yo estaba en Metrópolis atendiendo una recepción de fertilizantes con más de doscientos distribuidores, que pueden corroborar mi paradero. –
-que conveniente. –
Dijo Jonathan, antes de regresar al granero.
Martha se disculpó por las palabras rudas de su esposo y regresó a la casa.
- ¿viste algo extraño? ¿en verdad era idéntico a mí? –
Si y no. Si vio algo extraño, pero no podía decírselo. Y no, no era idéntico a él, le faltaba algo en la mirada, algo que era solo de él, pero tampoco se atrevió a decírselo.
-no, nada raro. Bueno actuó como si no me conociera. Eso fue raro. –
- ¿misma altura? ¿ni una sola marca característica? –
Ahí estaban otra vez esos ojos escaneándolo. Definitivamente este era Lex.
-mm, no. Lo siento. –
-está bien, no te preocupes. La policía no tiene tantas sospechas sobre mi como piensas. Al parecer este individuo intentó retirar los fondos de mis cuentas bancarias. Ni la firma, ni sus huellas digitales coinciden con las mías. -
-bueno entonces todo está bien. –
-no. Alguien robó cien mil dólares del banco de Smallville haciéndose pasar por mí. Nada está bien. -
…
Entre el escándalo del robo al banco y sus fallidos intentos por controlar sus “episodios visuales”, como había decidido llamarles, los días se fueron volando.
El fin de semana fue con su mamá a atender unos asuntos al pueblo. caminaban por las calles del centro cuando tuvo otro episodio visual. Empezó como los otros con una pulsada en la sien que le descendió a los ojos y después todo apareció en rayos x, como si sus ojos fueran la máquina de escáner en el aeropuerto. Entonces lo vio otra vez, el esqueleto con fragmentos de meteoro entró a la tienda de antigüedades.
-mamá, dijiste que querías pasar por algo a la tienda de antigüedades ¿por qué no lo hacemos de una vez? –
Martha revisó la lista que llevaba en la mano y asintió.
-sí. La oficina de correos cierra hasta las 3pm. Tenemos tiempo. –
Dentro los recibió Rose Greer, mamá de Tina, una compañera de la preparatoria. Podría haber jurado que el esqueleto contaminado pertenecía a Tina. La había visto entrar al local unos instantes atrás, pero la señora Greer le aseguro que Tina estaba con Lana en el Rancho Potter.
Algo no estaba bien. No solo le estaba mintiendo, seguía refiriéndose a su madre como señora Kent, cuando desde hacía mucho no existían formalidades entre ellas.
Recorrió el local con la vista y después se concentró en Rose. Intentó, con todas sus fuerzas, ver a través de su piel, pero no le fue posible. Lo único que consiguió fue un dolor de cabeza.
-voy a salir por aire fresco. Te espero afuera. –
-ok, hijo. No te alejes mucho, tenemos más pendientes. –
Salió a la banqueta y vio a la gente pasar. Iba a intentarlo de nuevo hasta que tuvo una epifanía.
¿Quién lo había designado a él como protector de Smallville? Sus padres le repetían constantemente que la lluvia de meteoros no fue su culpa, y los efectos de esta no eran su responsabilidad. Quizá ellos tenían razón.
Empezó a caminar más relajado, viendo la vida con un lente distinto.
Y sí, estaba Lex, pero no es como que lo necesitara. Lex podía pagar al mejor abogado del país para demostrar su inocencia. Además, él mismo se lo dijo, ni la firma, ni las huellas dactilares coincidían con las suyas.
Quizá era hora de ocuparse de sus propios asuntos y permitirle al resto de Smallville hacer lo mismo.
Se había quitado un peso de los hombros. Así, de la nada, puff, era un hombre nuevo.
Dio media vuelta y caminó de regreso a la tienda de antigüedades. En eso vio la camioneta de su padre pasar volando junto a él. No logró ver quien conducía, pero vio cómo se dirigía a su madre que caminaba rumbo a él por la banqueta.
Quiso correr e interponerse en el camino del conductor, sabía que podía detener la camioneta sin mucho esfuerzo. Pero el sitio estaba repleto de gente, era sábado. Lo invadió la impotencia y reconoció que no quería ser un simple espectador en su propia vida.
Su madre saltó entre los coches que estaban estacionados, antes de que él tuviera tiempo de reaccionar.
La camioneta no se detuvo.
- ¿estás bien? –
-podría jurar que tú ibas al volante. –
- ¿qué? –
Ambos estaban igual de confundidos.
-2-
Había estado trabajando horas extra sobre sus horas extras. Tenía a su padre asechando a su espalda para que despidiera al veinte por ciento de su flota laboral. Porque no era suficiente con enviarlo a Smallville a trabajar en una planta que no requería su presencia. Tenía que hacerlo más interesante. Sabía que su padre jugaba con él, pero no estaba seguro si lo veía como competencia o como un simple estorbo. Como fuere, definitivamente lo estaba subestimando.
Tras la noticia del asalto al banco, las hienas a su espalda se multiplicaron. El teléfono sonaba constantemente, reporteros, abogados, viejos conocidos, todos menos su padre. “Lo tomaré como voto de confianza” pensó.
Quizá las horas extra eran solo una excusa para ocultarse de sus asechadores. Incluso había dejado de cargar consigo el celular.
Fue un descuido, bajó la guardia. Llámale como quieras. Salió por un café, un simple café y eso fue suficiente.
Salió del Talón con un latte en la mano izquierda y encontró a un hombre esperándolo junto al auto. El tipo se identificó como Roger Nixon, le dijo que era un investigador privado de Metrópolis. Traía consigo la plana del Inquisidor. La foto de Lex estaba en la portada, era una imagen de las cámaras de seguridad del banco, sostenía un arma en una mano y en la otra el botín.
Todo hubiera quedado en un pequeño coraje matutino, pero entre los documentos que le mostró venía su récord criminal. Y peor aún, algo que no debía estar ahí.
- ¿el club Zero te es familiar? –
Ok, ahora si tenía su atención.
Cien mil dólares. Eso fue lo que le pidió a cambio de su silencio. Y le dio veinticuatro horas para cerrar el trato.
El hombre se fue satisfecho por lo que había logrado. Lex tiró el latte en la basura, aquella interacción lo había dejado sin apetito. Había sido un error salir de la mansión esa mañana.
-3-
La policía recuperó la Ford de los Kent cerca de la Granja de los Stewart. Al parecer nadie vio al conductor, pero Martha aseguraba que era idéntico a Clark. La historia de que Lex no era Lex empezaba a sonar más convincente.
…
El lunes durante clases su atención se centró en Tina Greer. Tenía basadas sospechas para creer que ella estaba envuelta en ambos incidentes.
Esperó a que las clases iniciaran y pidió permiso para salir al baño. Con el pasillo libre, se dirigió al casillero de Tina y se concentró con todas sus fuerzas, para ver detrás de la puerta.
Lo malo de estos “eventos visuales” era que sucedían. Lo bueno era que eran muy breves, unos cuantos segundos y ya. Así fue. Por los tres segundos que logró usar su nueva habilidad a voluntad, vio dentro del casillero la mochila roja que cargaba Lex el día del asalto al banco, y en ella varios fajos de billetes. Lo que no vio fue a Tina escabulléndose de tras de él. La joven lo confrontó, aquello pudo verse raro, pero no podía acusarlo de nada.
Su descubrimiento solo le trajo más dudas ¿Cómo podía Tina convertirse en una imagen exacta de Lex, o de él? ¿por qué sus huesos estaban contaminados con fragmentos de meteoro? ¿Qué planeaba hacer con ese dinero? ¿Por qué atacó a su madre? Y la más importante ¿qué era capaz de hacer?
Se excusó en la escuela diciendo que no se sentía bien y regresó a la granja antes de medio día.
Era hora de decirle la verdad a sus padres.
Cuando llegó a la granja los encontró preparando conservas. Su madre le preguntó si se había vuelto a sentir mal. Aprovechó la oportunidad para sentarse con ellos y contarles todo.
No estaban enojados, estaban decepcionados porque les había ocultado esa nueva habilidad. Fue su madre la que le preguntó si habían hecho algo que afectara su confianza en ellos. Pensó que los estaba protegiendo, pero eran ellos quienes querían protegerlo a él.
Una vez que las emociones se calmaron les contó como vio el dinero en el casillero de Tina, también les dijo que dio aviso a la policía.
- ¿un fajo de billetes dijiste? También había uno en la tienda de antigüedades. Lo encontré de bajo de uno de los muebles y Rose me dijo que un cliente había decidido pagarle en efectivo. Pero aquello era mucho dinero. –
-estoy seguro de que es Tina la que tiene el esqueleto extraño. –
-pero eso no tiene nada de raro. Tina nació con unan enfermedad en los huesos ¿recuerdas Jonathan? –
-sí. Los médicos pensaron que no sobreviviría, pero cuando cumplió cuatro años sus problemas desaparecieron. -
- ¿de casualidad fue eso después de la lluvia de meteoros? –
Ninguno de los dos respondió. La compasión en sus ojos lo enfureció. Si no era su culpa porque lo veían así.
Se fue a su habitación. Odiaba la inmensa responsabilidad que sentía por todo lo que sucedía en el pueblo. Estaba consciente de que él no ocasionó la lluvia de meteoros. Fue solo otra de las víctimas, pero llegaron juntos, posiblemente de donde mismo, y parecía ser la única persona capaz de detener a los espers una vez que enloquecían.
…
Estaba por oscurecer y subió al granero. Hacía tiempo que el deseo por desaparecer no quemaba en él como esa noche. Apuntó el telescopio a las estrellas, aquello era un juguete que servía para observar la luna y nada más. Si tuviera más potencia quizá lograría ver el rastro de regreso a casa.
La idea le pareció ridícula y lo hizo reír.
Otra de las funciones del telescopio era espiar a Lana, pero no se sentía de humor para hacerlo y no se había sentido de humor desde hacia semanas. No recordaba la última vez que lo había hecho y una parte de él se sentía orgulloso de eso.
Como si la hubiera invocado con el pensamiento, Lana subió las escaleras y se paró frente a él. Eso fue extraño.
-hey. -
-Lana, ¿Qué te trae por aquí? –
-nada ¿supiste lo de Tina? Encontraron el dinero del robo al banco en su casillero. –
- ¿en serio? –
Quiso pretender sorpresa, pero no pudo. Tomó el telescopio y lo dejó en la repisa que estaba a un costado.
-hoy me acorraló. Me propuso vivir conmigo y Nell. –
- ¿y qué le dijiste? –
-que no era buena idea tengo bastantes problemas con Nell. –
-pensé que ustedes se llevaban bien. –
Por alguna razón que no se podía explicar, la conversación con Lana lo estaba poniendo incomodo.
Caminó a las escaleras para darle a entender que se iba a ir a descansar, pero ella no mostró intenciones de dejar el lugar. Por el contrario, caminó rumbo a la ventana y se paró junto al cristal.
-hemos estado discutiendo bastante, es como si de repente fuéramos extrañas ¿nunca has sentido como que vives una farsa, donde nadie te conoce en realidad? -
Conocía el sentimiento perfectamente, podría escribir ensayos al respecto. Nunca imaginó que ella estaría pasando por lo mismo.
Se acercó a ella y la tomó de la mano.
-eres la única persona que me entiende, Clark. –
Fue Lana quien tomó la iniciativa. Le pasó los brazos alrededor del cuello y lo besó.
Aquello por fin estaba pasando. La idea que avivaba sus más locas fantasías se convertía en realidad y los labios de Lana estaban sobre los suyos.
No se sintió bien. En su imaginación aquello sería mágico y su corazón se aceleraría, y estaba acelerado, pero no de la forma en que debería. Aquello era más parecido al miedo que al éxtasis.
Se separó de ella intentando no hacerlo con fuerza.
-sé que te gusto. –
No le respondió. Tenía razón, pero en ese momento, en ese lugar, no sintió nada. Aquello fue incomodo, lo único que se le ocurrió fue que sería como besar a Chloe.
El resto, de no ser porque lo vio con sus propios ojos, no lo hubiera creído.
Los huesos de Lana empezaron a tronar, como si estuviera en consulta con el quiropráctico. Su piel se estiró, se arrugó y frente a él quedó Tina Greer en la misma ropa en la que había llegado Lana.
-no sé cómo supiste lo del dinero, pero no debiste meterte conmigo. –
Lo levantó y lo arrojó por la ventana, como lo había hecho el día del asalto al banco.
Sus padres salieron tras escuchar la conmoción y lo ayudaron a levantarse.
No encontraron rastros de Tina. Ya no había dudas de que había sido ella quien robó el banco haciéndose pasar por Lex, y robó la camioneta de los Kent haciéndose pasar por Clark. ¿Cuál era su objetivo cuando se hacía pasar por Lana?
Su madre sugirió que llamaran a la policía, pero dadas las habilidades de Tina podría hacerse pasar por cualquier persona. Su padre sugirió dar aviso al centro de guía, pero el problema era el mismo. Él era la única persona capaz de identificarla con certeza, pero no podían decírselo a nadie y sus habilidades debían permanecer en secreto. Porque a diferencia de Tina, él no era un esper.
-4-
El acoso, los rumores, las mentiras y las extorciones venían con el apellido. Si bien la situación no le resultaba nueva, le sorprendió cuan profundo podía cavar una persona en su pasado, para obtener algo de él.
La fortuna familiar fue algo que los Luthor crearon a lo largo de generaciones. Nada les cayó del cielo. Es cierto que no todas sus prácticas iban conforme a los buenos valores, pero al menos eran legales. También era común que de tanto en tanto apareciera un holgazán, intentando arrebatarles el fruto de su trabajo, nada más porque sí.
Si bien detestaba la crianza que su padre le había dado, lo había preparado para el mundo al que se enfrentaría. La gente no lo veía como una persona, para la mayoría era una herramienta que usar para beneficio propio.
Nadie conocía a Lex, todo lo que miraban en él era un Luthor, una fortuna familiar, un corporativo y muchas, muchas conexiones. Por eso no confiaba en nadie, incluso cuando en verdad quería hacerlo, como con su nuevo amigo Clark.
Roger llegó a la mansión a la hora indicada y recogió el dinero que le había dejado sobre la mesa. Lex fue tan generoso que incluso le proporcionó una bolsa, para que se lo llevara y le ofreció un trago de su mejor whisky, que el hombre rechazó.
Roger dejó los documentos originales sobre la mesa y se dirigió a la puerta con la bolsa al hombro.
-si sales por esa puerta te hare desaparecer. –
Eso lo hizo detenerse en seco y voltear a verlo.
- ¿vas a matarme? –
-no. vas a estar totalmente vivo, pero no habrá prueba alguna de tu existencia. –
El hombre vaciló. ¿Y quien no lo hubiera hecho?, aquello sonaba ridículo. Pero era Lex Luthor quien lo amenazaba.
-con una llamada puedo hacer como si nunca hubieras pisado esta tierra ¿no me crees? Llama al banco a ver si tus cuentas aun existen. Eso si tu celular aun funciona. -
Sacó el celular mientras Lex se servía whisky disfrutando la escena. No tenía servicio, no hubo tono, nada. El móvil estaba encendido, pero bien era como si no lo estuviera. La pantalla mostraba un símbolo que le informaba que estaba sin señal y los logos de la compañía habían desaparecido.
-tú no puedes hacer esto. –
-no te preocupes, voy a darte una nueva identidad, pero esta vez no seré tan generoso. –
Le arrojó la bolsa a los pies y suplicó por piedad. Podrían hacer como que aquello nunca pasó, pero Lex también era un buen investigador. Sabía que Roger obtuvo la información gracias a su hermano, quien trabajaba para la Corte Juvenil, y también sabía que otra información podrían tener entre manos.
-apareciste en mi vida pensando que soy un niño mimado que necesita que papi lo proteja. Créeme yo puedo encargarme de mis propios asuntos. Aprendí del mejor. –
- ¿Qué quieres de mí? –
Ahora se estaban entendiendo.
Roger, el investigador, era realmente un reportero del Inquisidor y eso resultaba muy conveniente.
El Inquisidor era el diario que leía el pueblo y Lex quería tener un hombre que le sirviera de filtro para que solo se publicaran artículos aprobados por él.
-y una cosa más. Sígueme. –
En el garaje de la mansión estaba el Porche 911 en el que debió morir aquella tarde de septiembre. El reporte de la seguradora manifestaba inconsistencias entre las declaraciones de los testigos y los daños que sufrió el vehículo. No solo Lex chocó contra un objeto del tamaño de un adulto, sino que además lo arrolló y los golpes eran visibles tanto en el cofre como en el costado. Según ellos, el techo nunca se separó del parabrisas, fue arrancado por la fuerza.
- ¿qué le pasó a este auto? -
-me salí de un puente a sesenta millas por hora. –
- ¿y cómo es que sigues vivo? –
-ese es el misterio que quiero que resuelvas. –
Clark le salvó la vida y se aseguraría de no ponerlo en riesgo, pero quería saber si Clark era un esper. Tenía suficientes razones para sospecharlo, pero no parecía que el muchacho le fuera a confiar la verdad si se lo preguntaba.
¿y qué vas a hacer si lo es? Se preguntó.
Le dio un trago al whisky. En efecto, excelente año.
-5-
Clark estaba en el porche obsesionado con la caja que le regaló Lex. Ahora que tenía más control sobre sus eventos visuales, se preguntaba si la caja también seria inmune a él como lo era con los meteoros.
Era curioso cómo se repelían, cuando una parte de él sospechaba que compartía más con los meteoros que la fecha de arribo.
Lana apareció de la nada frente a él. Vestía ropa distinta a la que llevaba Tina, pero la duda seguía ahí.
- ¿por qué me ves así? –
-no, nada ¿qué te trae por aquí tan tarde? –
-Sali a correr y la verdad es que no quiero regresar a casa. –
- ¿problemas con Nell? –
-sí ¿Cómo lo supiste? –
Al parecer Tina si se estaba involucrando con Lana. Eso solo le dio más motivos para preocuparse por ella. Clark tenía certeza de que Tina era un esper y dado que Lana era una guía certificada quizá ella podría ayudarle.
- ¿has visto a Tina? –
-no desde esta mañana, ¿por qué? –
- ¿puedo hacerte una pregunta personal? –
-seguro. –
- ¿tú puedes diferenciar entre una persona normal y un esper? –
- ¿a simple vista? No. no funciona así. –
-pero te darías cuenta una vez que entran en estado de implosión, ¿cierto? –
-las señales están ahí, pero hay que prestar atención y por lo general uno no va por la vida escudriñando a las personas. ¿sospechas de Tina? –
- ¿no te parece que ha estado actuando extraño? –
-la verdad es que siempre ha sido un poco retraída, pero prestaré más atención. –
…
Al día siguiente después de clases se fue con Pete a la tienda de antigüedades de la señora Greer. El sitio estaba cerrado, un vecino les informó que así había estado desde hacía un par de días. Pete le sugirió marcharse y volver después, los allanamientos de morada eran cosa de Chloe, pero Clark necesitaba entrar.
Esperaron a que la calle se vaciara un poco y forzaron la puerta. Dentro todo se veía normal. Sobre el mostrador había unas hojas de papel donde la firma de Lana se repetía constantemente.
- ¿para qué quiere Tina falsificar la firma de Lana? –
Ahora todo tenía sentido. Tiana estaba obsesionada con Lana, quería ser ella, literalmente.
-quiere usurpar su identidad. –
Antes de dejar la tienda le pidió a Pete que pasara al centro de guía y diera aviso de Tina y su posible implosión. Después salió corriendo en busca de ambas, pero sin mucho éxito.
Llegó a la granja y le pidió ayuda a sus padres. Había buscado a Lana en la escuela, en el Talón y en el Rancho Potter, nada.
Por la tarde Martha llamó a Nell y le preguntó por ella, pero Lana había estado evitándola toda la semana y no sabía donde podía estar.
Para cuando oscureció incluso la policía se había involucrado. Clark decidió dar una vuelta más a los sitios que ya había visitado y en el cementerio municipal se encontró con Whitney. Se comportaba raro y cuando se aproximó a él, empezó a sentirse mal. Whitney llevaba el collar de Lana en una mano, la radiación había empezado a afectarle. Aquella definitivamente era Tina.
Tina lo atacó, su fuerza era comparable a la de él y como si eso no fuera suficiente, el malestar por la radiación del meteoro lo tenía por los suelos. La joven lo traía como trapo viejo y lo arrojó contra todo lo que tenía enfrente. En algún punto debió perder el collar porque Clark empezó a sentirse mejor y por fin pudo contra atacar. La golpeó con fuerza y la arrojó contra un árbol dejándola inconsciente.
Fue gracias a su nueva habilidad que pudo encontrar a Lana. Tina la había encerrado en una bóveda dentro de uno de los mausoleos.
Cuando llegó a la residencia Potter sus padres ya estaban ahí. Dio aviso a las autoridades sobre donde estaba Tiana. La policía escoltó a el grupo de guías que enviaron para su manejo. El verdadero Whitney apareció poco después.
Todo lo que quería era volver a casa, estaba agotado.
…
Llegaron a la granja cerca de las diez de la noche, el auto de Lex estaba estacionado junto a la entrada.
Clark se bajó de la camioneta y saludó a su amigo que lo esperaba en el porche. Le sorprendió verlo, no es que su visita le desagradara, pero no tenía razones para estar ahí, sobre todo a esa hora.
- ¿llevas mucho tiempo aquí? –
-no, llegué hace unos diez minutos. –
Sus padres lo saludaron brevemente, antes de entrar a la casa y dejarlos a solas.
- ¿estás bien? –
La pregunta lo confundió ¿acaso podía notar algo? ¿era parte de sus habilidades?
Tina usaba el collar de Lana cuando lo atacó, aun sentía un poco de malestar, pero no imaginó que la gente pudiera notarlo. Nunca nadie más se lo había mencionado.
-escuché que estuviste en un accidente. –
Oh, ahora tenía sentido. Espera ¿lo había ido a buscar porque pensó que había estado en un accidente? ¿estaba preocupado por él?
Se obligó a no sonreír, pero la idea lo hizo feliz.
-no. Fue Lana quien fue atacada por una compañera de clases. –
Se sentó en el escalón de la entrada y Lex ocupó el espacio junto a él.
-Tina Greer. Resulta que Tina es un esper, al parecer desde hace años y por alguna razón dejó de asistir por su tratamiento al centro de guía. Enloqueció. –
Inmediatamente se arrepintió de la severidad de sus palabras.
-me refiero a que entró en estado de implosión. –
Se apresuró a agregar.
Los ojos azules volvieron a posarse en él. Esta vez estaba seguro de que habían visto algo que no debían ver, era como si no pudiera ocultarles nada. La idea lo aterró con la misma intensidad que le produjo felicidad. ¿Cómo se llama ese sentimiento? Se sintió como adrenalina, pero definitivamente era algo más.
-Tina posee la habilidad de imitar la apariencia de otras personas. Fue ella quien robó el banco haciéndose pasar por ti. Apuesto a que debes odiar el pueblo. –
Estaba nervioso y empezaba a vomitar palabras que realmente no quería decir.
Los ojos azules centraron su atención en algo a la distancia y su amigo permaneció en silencio. Odió la angustia que le produjo el no saber lo que estaba pensando.
-no todos los espers son malos. –
Susurró.
-no creo que ninguno lo sea. –
La respuesta de Lex fue rápida.
-los errores no nos definen, Clark. La única posesión real de un individuo es su voluntad. El ser tú mismo, tus pensamientos, tus ideas. Ahora imagina que te lo arrebaten ¿quién no enloquecería? –
Se sentía avergonzado. Vio a Lex ponerse de pie, lo único que deseaba era disculparse antes de que se fuera, pero no sabía por dónde empezar, ni si era correcto siquiera intentarlo.
Lex se giró y estiró la mano para ayudarle a incorporarse. Lo sujetó firmemente y haló para levantarse, entonces lo sintió otra vez. El tiempo volvía a estirarse. Era como si la gravedad hubiera dejado de funcionar, pero en lugar de salir disparados al espacio se quedaron flotando en su sitio. El aire era espeso, pero se sentía agradable, tibio, como si lo abrazara. Tenía certeza de que nada podía hacerle daño porque ese era el sitio más seguro sobre la faz de la tierra. Fue ahí cuando cayó en cuenta que Lex lo estaba sanando, usaba sus habilidades en él.
Se jaló con fuerza y logró soltarse. Lo último que quería era que su amigo entrara en etapa de implosión por culpa suya. Jamás se lo perdonaría.
Levantó la vista y pudo ver el sobre salto en su rostro. Debía disculparse, pero qué le decía. Ahora el que estaba vacilante era él.
Lex parecía agitado. Miró en todas direcciones como si buscara algo y después fijó los ojos en él. El momento le recordó aquella tarde en el rio Elbow.
Ahí estaba esa pausa otra vez ¿Qué iba a decirle?
Cerró los labios, se fue sin decir nada. Lo dejó a él ahí, luchando por un poco de aire.
Una vez que las luces del carro desaparecieron de su vista se dio cuenta de que estaba temblando. Ya no sentía el malestar de la radiación del meteoro, pero se sentía terrible por otra razón.
¿Seguirán siendo amigos la mañana siguiente? La duda lo consumió.
Chapter 5: LIBRE ALBEDRÍO
Summary:
Este capítulo esta basado en el 6to episodio de Smallville "Hourglass".
Notes:
Cambié el nombre del periódico escolar porque en la introducción use La Antorcha como periódico oficial. No supe como traducir Ledger, que es el tercer periódico oficial en la serie.
Chapter Text
LIBRE ALBEDRÍO.
-1-
Llegó al asilo de ancianos acompañado de Pete. Era sábado por la mañana y estaban ahí para cubrir sus horas de servicio social. Clark se había ofrecido a inscribirlos a ambos en el programa, pero Pete no quedó contento cuando se enteró que harían eso en lugar de ser voluntarios en la piscina municipal.
La enfermera a cargo les informó que esa mañana acompañarían a Cassandra. Leerían para ella dado que la anciana era ciega.
En el pasillo rumbo a la habitación se toparon con Lana, quien empujaba un carrito surtido de libros.
-ahora veo porque escogiste este sitio. –
-hola muchachos ¿ocupan un libro? –
-no sabía que hacías tu servicio aquí. –
Y no mentía, aunque no tenía caso discutirlo con Pete.
-sí, desde hace dos semanas. –
- ¿alguna recomendación para Cassandra? –
Preguntó su amigo.
Lana buscó en el carrito y les entregó Persuasión de Jane Austen.
-dicen que Cassandra puede ver el futuro. Luego me cuentan que les dijo. –
Entraron a la habitación y fueron recibidos por la anciana, quien los saludó antes de que pronunciaran palabra. Parecía ser demasiado consiente de sus alrededores, al punto que hizo a los jóvenes dudar sobre su ceguera.
Pete inmediatamente saltó al tema de interés y preguntó por su futuro. La mujer parecía ofendida, aun así, encontró gracia en hacerle saber que caminaría de regreso a casa. Dejó las llaves pegadas en el auto y tendría que ir por la copia de repuesto.
Se habían quedado a solas. Clark abrió el libro y empezó por leer el prólogo, era una de sus partes favoritas. El prólogo es la introducción del libro y el autor a manos de otro autor. Es como el opening de un concierto. Te introduce a un artista desconocido cuyo trabajo posiblemente disfrutaras tanto, como el de la persona que te llevó ahí.
“En 1816 Jane Austen ya era una escritora con un notable éxito”
La mujer empezó ahogarse con su propia saliva. Clark reaccionó rápido y le pasó el vaso de agua que estaba sobre la mesa. Se lo colocó en las manos porque la mujer no podía tomarlo por si sola. La vio llevarse el vaso a los labios y después lo dejó caer al piso donde se rompió en una docena de pedazos.
-cuidado, hay agua y vidrio por todas partes. –
-una persona muy cercana a ti va a morir. –
Eso lo hizo detenerse. Apenas si había recogido un solo trozo de cristal.
-pronto. –
Le había costado terminar las cuatro horas de servicio que prestó esa mañana. La anciana se había rehusado a darle más información. ¿Qué tan certeras eran sus predicciones? Le había dicho a Pete que caminaría a casa y así fue. Lana también parecía confirmar los rumores.
¿por qué le dijo que alguien iba a morir si no iba a darle más información? Lo dejó estresado, en vuelto en angustia e impotencia, temeroso por la vida de los que más quería.
…
Terminando su turno fue al Talón a comer con Lana y Chloe. Lana estaba preocupada porque el anciano que había acompañado esa mañana había desaparecido. Encontraron la silla de ruedas junto al estanque, pero Harry no estaba por ningún lado.
La joven aseguró que solo lo descuidó un momento, fue a la habitación por la bufanda del anciano y cuando regresó él ya no estaba. La silla de ruedas estaba tirada sobre el costado y no había rastros de Harry por ningún lado.
Clark y Chloe intentaron consolarla, pero no había manera.
Un joven desconocido parecía haber estado escuchando su conversación, dio unas palabras de aliento para Lana. Chloe repelió el consejo no solicitado, con la hosca personalidad que la caracterizaba.
…
Cuando llegó a la granja encontró a sus padres haciendo trabajo de carpintería. Empezó a ver riesgos en todas partes, la cierra eléctrica, el taladro, la pistola de clavos. Todo a su alrededor gritaba peligro, casi podía ver el accidente sucediendo frente a él. Desconectó la cierra que usaba su padre y les pidió que le dejaran hacer el trabajo a él.
- ¿qué sucede, estás bien? –
Preguntó su madre.
Les contó sobre lo sucedido esa mañana, pero ninguno de los dos se lo tomó seriamente. No podía culparlos, era consiente de cual loco sonaba todo, pero tampoco podía evitar preocuparse. Así las posibilidades fueran una en un millón, no era un riesgo que quería tomar.
Fue frustrante toparse con la incomprensión por parte de sus padres y podía estar seguro de que con sus amigos sería igual. ¿aquella amenaza los incluiría a ellos? Chloe, Pete, Lana, Lex.
Lex, solo pensar en él lo alteró ¿podría aun considerarlo amigo? ¿si tocara a su puerta, lo dejaría pasar? Sabía que sus acciones habían herido sus sentimientos, pero cómo se disculpaba.
-2-
Habían pasado dos semanas desde la última vez que vio a Clark, estaba evitándolo. No había manera de que le explicara lo que sucedió, ni siquiera quería tocar el tema. Quería enterrar ese recuerdo junto con todos sus otros traumas y pretender que nunca pasó, así tuviera que evitar a Clark por el resto de su vida. Solo pensar en él alteraba sus nervios. Hasta cuando este pueblo seguiría hostigándolo, ¿no lo había herido ya lo suficiente?
Pasó la noche en Metrópolis, Lionel lo requirió para una cena de negocios, en la que no se habló de negocios.
Después de la cena estuvieron discutiendo. Lex se había rehusado a despedir a los doscientos cuarenta empleados que le ordenó su padre, había decidido reducir los costos de producción para cubrir sus sueldos. “No se trata de eso” había dicho Lionel. Lo sabía bien, por eso la victoria le supo más dulce.
Dejó Metrópolis en cuanto pudo. Llegó a la mansión antes de las diez de la mañana. La ford azul de los Kent estaba estacionada en el área de servicio. Los latidos de su corazón se aceleraron y cuando vio a Clark salir por el área de cocina perdió el aire que albergaba en los pulmones. Aquello le recordó los ataques de asma que sufría durante la infancia.
Tuvo que respirar profundamente un par de veces para controlar sus nervios.
Su amigo se detuvo al ver el coche. Llevaba en las manos una caja con vegetales. Al menos no estaba ahí por asuntos personales, podría excusarse rápidamente.
Bajó del auto y lo saludó sin detenerse, ni siquiera hizo contacto visual con él. Clark dejó la caja sobre el piso y lo siguió.
- ¿cómo has estado? no te había visto estos días. –
-soy un hombre ocupado, Clark. Tengo muchos negocios que demandan mi atención. –
Era consciente de que estaba siendo grosero, pero no quería sostener esa conversación.
-lo sé. No voy a quitarte mucho tiempo. Solo quería decirte que tuvieras cuidado. –
- ¿me estás amenazando? –
Su amigo enrojeció.
- ¡no! es solo que. Esto te va a sonar ridículo. –
Llegaron a la oficina y sirvió agua para ambos.
-estoy haciendo mi servicio social en el asilo de ancianos y hay una señora que puede ver el futuro. –
No mintió, eso era extraño. Al menos ya no se sentía tan nervioso.
-en efecto eso es ridículo. No me lo tomes a mal, pero el futuro no está escrito, ni es certero. –
-lo sé, pero, aun así. –
¿pero aun así qué? Qué podía tenerlo tan mortificado para venir hablar con él al respecto. Aquello seguía poniéndose interesante.
Se recargó al borde del escritorio y observó con precisión el rostro de su amigo, quien se veía más nervioso que él.
- ¿ocupas dinero? –
-no. Ella dijo que uno de mis seres queridos moriría pronto y en verdad espero que solo sean locuras, pero mientras tanto maneja con precaución. –
Ese jalón de orejas lo hizo reír. Era cierto que conducía rápido, pero si quisiera respetar el límite de velocidad no conduciría un porche.
Clark seguía nervioso y levantó el rostro expectante, aunque solo pudo sostenerle la vista por un instante.
¿Cómo era posible que la idea de confrontarlo le hubiera quitado el sueño los últimos días?
“uno de mis seres queridos” había dicho, y eso lo incluía a él.
La sonrisa se le borró del rostro y el pulso volvió a disparársele. ¿desde cuándo era él uno de sus seres queridos? La frase lo dejó tan nervioso como su amigo.
-de acuerdo, por tu paz mental conduciré más lento. Pero te aseguro que el futuro es incierto e incluso si no lo fuera, tú cambiaste el mío una vez y estoy seguro de que puedes hacerlo de nuevo. –
Le fue imposible no sonreír mientras el joven lo observaba con el rostro enrojecido. Una parte de él se preguntaba si aquello era simple amistad o sí… Por supuesto que era simple amistad que estaba pensando.
Se avergonzó de la breve felicidad que lo invadió.
-tengo que irme. Aun me quedan otros pedidos por entregar. –
-no me dijiste como se llama. –
-pensé que no creías en esas cosas. –
Le regaló una sonrisa crédula.
-Cassandra Carver. -
Clark estiró la mano ofreciéndole el vaso y no pudo evitar revivir su último encuentro. Observó el vaso vacío, los dedos que lo sostenían y recordó el miedo en sus ojos aquella noche en la entrada de su casa. Retrocedió por impulso. Cuando levantó la vista los ojos del joven lo esquivaron. Dejó el vaso sobre el escritorio y se fue con prisa.
La ansiedad que sintió esa mañana al verlo volvió a apoderarse de él. Una parte de él quería evitarlo por el resto de su vida, la otra quería correr tras él.
-3-
Le había costado terminar su ruta esa mañana. Su cerebro seguía reproduciendo la escena en su cabeza, el pánico en la cara de Lex, la forma en que lo esquivó. Quería regresar el tiempo y no haberle dicho nada. Podía mantener un ojo sobre él si en verdad lo deseaba, como lo había hecho con Lana durante años. Una parte de él estaba seguro de que Lex lo odiaba. La angustia que eso le producía no le permitía pensar en otra cosa.
Había entregado dos órdenes equivocadas. La ruta que solía hacer en tres horas, le había llevado toda la mañana. Incluso su madre notó que algo no estaba bien, pero cuando le preguntó que sucedía no se pudo explicar.
Regresó al asilo de ancianos esa tarde. Necesitaba hablar con Cassandra, debía saber quién iba a morir ¿sus padres o Lex?
Ni bien había bajado de la camioneta, la abrió de nuevo y se sentó en la cabina.
¿Desde cuándo la lista se había reducido a ellos tres? Pero era cierto que eran las vidas de ellos las que le preocupaban. No se dio cuenta en qué momento Lex se convirtió en alguien tan importante para él, tenía más amigos, pero ningún otro nombre saltaba en su mente como el de él.
-no. –
Rió incrédulo.
-es ridículo. Es solo admiración. –
Respiró profundamente. No podía controlar los latidos de su corazón.
- ¿Cómo va a gustarme? Él es hombre. –
Decirlo en voz alta lo hizo real.
-no, no. –
Seguía en negación.
Exhaló de nuevo profundamente y no pudo evitar pensar en él. Su cerebro evocó el momento en que lo sacó del rio Elbow, la mirada triste y la decepción en su rostro. Aquella tarde en la mansión cuando lo vio a los ojos y le dijo que sabía que le gustaba Lana. La sonrisa orgullosa cuando le regaló la caja de plomo.
Se cubrió el rostro con ambas manos, su cerebro por fin reconoció lo que sabía desde hacía tiempo.
Pensándolo bien todo tenía sentido, esos sentimientos que no lograba entender ahora resultaban obvios.
-oh, rayos. –
Otra vez las manos le temblaban y sentía el pulso por los cielos. “Imposible”. La palabra brotó en su cerebro por si sola. ¿Imposible qué? ¿sentir algo por él o que sus sentimientos sean correspondidos? No sabía que le daba más miedo.
Una vez que calmó sus nervios entró al asilo, aun necesitaba saber quién iba a morir.
Lana estaba en la recepción revisando unos archivos. La chica de sus sueños, la que le robó el aliento por tantos años. No sintió nada. Se esmeró en recordar como lo hacia sentir. Nada.
“Lex” pensó, y sintió mariposas en el estómago. “Genial”.
-Clark, ¿estás bien? –
-sí, vengo a ver a Cassandra. ¿tú cómo estás? –
-estresada. La policía está en administración viendo lo de Harry. –
-eso es normal, estamos hablando de una persona extraviada. –
-no es por eso. Harry Volk es un asesino en serie. Cuando cumplió setenta años le concedieron la libertad condicional y le permitieron volver a su pueblo natal para que muriera en un sitio familiar. -
-oh, lo lamento. –
Suspiró estresada e intentó sonreír.
-será mejor que te apresures, pronto terminará el horario de visitas. -
Cuando llegó a la habitación de Cassandra, la mujer estaba sentada al borde de la cama y lo saludó antes de que pronunciara palabra, como lo había hecho el día anterior.
Se sentó en el sillón frente a ella.
-pensé que no volverías. –
- ¿Cómo lo haces? Mi familia, mis amigos… -
- ¿piensan que soy una charlatana? Ya lo he escuchado antes. –
- ¿desde cuándo puedes ver el futuro? –
- Toda la vida tuve corazonadas demasiado acertadas para ser coincidencia, pero nada comparado como cuando perdí la vista. Estaba en la cocina viendo por la venta cuando los meteoros empezaron a caer, vi un destello blanco y la luz de la explosión quemó mis retinas. –
-lo siento. –
-no fue tu culpa Clark. Además, una vez que perdí la vista mis otros sentidos se magnificaron. De cierto modo no me hace falta. Y recibir guía es una de las experiencias más maravillosas que he vivido en mis setenta y seis años sobre esta tierra. No cambiaria mi condición por nada. –
-sobre lo de ayer. Necesito saber quién va a morir. –
-por des fortuna no puedo ayudarte con eso. No tengo control sobre lo que veo, está habilidad solo me muestra una breve escena del futuro de las personas que toco. –
Le sonrió.
-ven, toma mi mano. –
Se sentó junto a ella dubitativo. Tenía miedo de lo que el futuro podía depararle, pero el miedo de no poder salvar la vida de uno de sus seres amados era mayor.
Tomó su mano y fue como caer al vacío. La habitación desapareció frente a él. Era como uno de esos sueños donde vez como las cosas suceden desde la distancia. Es tu sueño, pero tú no pareces estar en él.
Frente a él se extendía un cementerio tan grande que no se veía el final. Alcanzó a leer los nombres en las primeras lapidas.
CHLOE SULLIVAN
PETER ROSS
LANA LANG
JONATHAN KENT
MARTHA KENT
CLARK KENT
- ¡no! –
Soltó la mano de la mujer y salió corriendo. En cuanto atravesó la puerta de entrada, la crema de calabaza, que había comido durante el almuerzo, salió volando de entre sus labios. El espeso liquido le salpicó los zapatos. Se sentía como si lo hubieran enterrado entre rocas de meteoro.
-4-
No podía explicarse porqué estaba ahí. Había llegado ahí por voluntad propia, pero eso iba contrario a su persona. Todo lo que había hecho las últimas semanas iba contrario a lo que él era. No se reconocía y eso le aterraba.
Toda la idea era ridícula, empezando por el hecho de que nadie puede ver el futuro. Eso es absurdo. ¿Entonces por qué estaba ahí?
Había llegado al asilo hacia quince minutos e intentaba convencerse de salir del auto. No era un hombre que acostumbrara a perder el tiempo, sobre todo un martes por la mañana cuando la semana apenas empieza. Se tragó el orgullo e intentó no verse nervioso mientras caminaba rumbo al área de visitas.
La mujer que señalaron las enfermeras estaba sola, en una mesa al fondo del jardín, en lo que parecía uno de sus mejores vestidos, como si lo hubiera estado esperando. Bebía té y leía la edición en braille del Diario el Planeta. Lex no tenía idea que existiera una edición en braille de ningún diario, pero ahí estaba.
- ¿Cassandra Carver? –
- ¿de quién son esos zapatos tan costosos? –
-Lex Luthor. –
Dejó la flor, que llevaba en las manos, junto a ella y ocupó la silla de enfrente.
-algo me dice que no está aquí para hablar de la bolsa, señor Luthor. –
-Llámeme Lex. Usted dejó una gran impresión en mi amigo Clark y él no es ningún tonto. Si él dice que usted es una persona especial, algo tendrá de verdad. –
La anciana sonrió y cerró el diario para centrar la atención en su visita.
Ya viéndola bien notó que la ropa que llevaba era vieja y estaba desgastada. De seguro se vestía así todo los días esperando la visita de sus familiares. Aunque si en verdad podía ver el futuro, debería saber exactamente que día vendrían.
Esa lógica lo hizo dudar de nuevo y le dio una falsa sensación de seguridad.
-quería saber si usted podría decirme algo sobre la vida de Clark. –
-pensé que era tu amigo. –
-lo es. Salvó mi vida, pero también es un misterio. No es una persona que comparta mucho con sus cercanos. –
Estuvo a nada de decir “seres queridos” y tuvo que tragarse la sonrisa que luchaba por aparecer en su rostro.
-sus razones tendrá. –
-no estoy interesado en hacerle daño, solo quiero conocerlo mejor. Puede considerar esta reunión como servicios profesionales. Será compensada. –
-guardese su dinero señor Luthor. No puedo ayudarle, aunque quisiera. Solo veo el futuro de las personas cuando toco sus manos. –
El viaje parecía haber sido una pérdida de tiempo. Era obvio que no tenía intenciones de decirle nada así lo supiera.
- ¿al menos podrías decirme si estoy en su futuro? –
-puedo decirte si él está en el tuyo. –
La mujer sonrió y le estiró la mano.
Contempló la idea por un momento y le aterró lo que podría suceder cuando lo tocara.
-no gracias. –
Se puso de pie.
-sabes donde encontrarme si cambias de parecer. –
Las palabras le sonaron a burla. Se sentía humillado. Sabía desde un principio que había sido mala idea ir a verla, pero estaba desesperado.
Salió del jardín con prisa, cruzó el pasillo principal sin reconocer la presencia de nadie. Intentaba mantener la imagen de calma mientras deseaba correr al auto y huir. Últimamente la idea de huir de todo, le parecía demasiado tentadora.
Una vez en el auto encendió la radio solo para tener ruido de fondo.
“Este no soy yo” reconoció. “En ocasiones es necesario retroceder para obtener perspectiva”.
El nuevo plan era alejarse de Clark y retomar sus obligaciones en la planta de fertilizantes y la corporación.
Si Clark era o no era un esper no era asunto suyo. De las únicas manos que dependía su futuro eran las suyas. Y lo más importante, él era un Luthor y debía comportarse como tal.
Quizá eran palabras vacías, pero lo reconfortaron. Tener un plan le daba certeza y esa certeza le daba sentido a su vida.
Exhaló profundamente, pudo sentir la ansiedad evaporarse. Volvía a estar en control.
-5-
Llegó al club de periodismo diez minutos antes de la hora acordada. Lana estaba ahí, sola, observando el muro de lo extraño.
-es el trabajo de Chloe. Considera que todo lo extraño que sucede en el pueblo está relacionado con la lluvia de meteoros. –
Lana volteó a verlo, parecía molesta.
- ¿qué crees tú? –
-creo que tiene razón. –
- ¿eso me incluye a mí? –
Había olvidado que Lana era un Guía Certificado. Cuando respondió la pregunta estaba pensando en sí mismo, pero no podía decirle eso. De hecho, no le dijo nada. La vio marcharse en silencio. Bien podía unirse al club que lo culpaba de todo, de momento el único miembro era él.
Chloe y Pete llegaron más tarde. Su amiga le preguntó si había visto a Lana pues la idea era que se reunieran los cuatro a discutir su último descubrimiento.
La policía había encontrado una víctima de estrangulamiento en el pueblo. El cuerpo fue encontrado con los ojos vendados y una cuerda de piano atada al cuello. Chloe le informó que aquel era el mismo método que Harry Volk usaba en sus homicidios durante la década de los cuarenta. Y ante lo que parecía el trabajo de un imitador, Pete le mostró una fotografía de Harry en su juventud.
- ¿no es este el tipo de la cafetería? –
-tal vez es Harry. –
-Harry tiene setenta y ocho años. –
Pete no tuvo que decir nada solo lo miró a los ojos.
-el muro de lo extraño no es la respuesta de todo. –
…
Lo único que se le ocurrió fue ir al origen.
Aprovechándose de sus gafetes de “Auxiliar” que les proporcionó el asilo para cubrir sus horas de servicio. Pete y Clark se escabulleron en el edificio junto con Chloe para revisar la habitación de Harry. Intentaban pasar desapercibidos, pero fueron descubiertos por Cassandra, quien llamó a Clark para hablar con él a solas.
Les pidió que se adelantaran y se fue con ella a su habitación.
-la otra noche te fuiste a prisa. –
-lo siento, me asusté un poco ¿usted vio eso también? –
-yo siempre lo veo. La pregunta es ¿por qué lo viste tú? –
- ¿no se suponía que lo viera? –
-nadie más lo había hecho. Eres especial Clark, lo supe desde el momento que toqué tu mano. –
Ahí estaba otra vez la frase favorita de su padre. Odiaba escucharlo, viniere de quien viniere.
-he tocado muchas manos, pero solo la tuya pudo eliminar todo el dolor. Tu destino es ayudar a los demás, salvarlos de su dolor. –
- ¿y cómo se supone que haga eso? –
Realmente estaba pensando en voz alta.
-eso tendrás que averiguarlo tú. Puedes temer al futuro o puedes recibirlo a brazos abiertos. –
Había visto su futuro y era aterrador ¿Qué más habría ahí si tocaba su mano?
La mano de la anciana estaba extendida frente a él, invitándole a echar un nuevo vistazo a ese destino del que ella hablaba. No tenía curiosidad, tenía miedo, pero aun necesitaba saber quién iba a morir.
Tomó la mano de la mujer y así como la vez anterior la habitación se oscureció. Era de nuevo ese sueño del cual él no formaba parte, pero está vez era una mezcla de escenas que pasaron a toda velocidad frente a él. Intentó observarlas a detalle, pero cambiaban constante mente, como si se tratara de pensamientos. Había un incendio, una niña atrapada en una habitación, un accidente de auto, un hombre herido y un collar con un dije en forma de corcel.
Salió de la habitación mareado, intentando comprender lo que había visto.
En la habitación de Harry. Pete y Chloe revisaban documentos personales del anciano. En su mayoría recortes de periódicos viejos que ni siquiera hablaban de sus homicidios. Pete separó los recortes y sacó una caja llena, con más documentos, de debajo de la cama. Empezó a hojear el contenido y Clark le arrebató la fotografía que sostenía en la manos. Era el dije de la visión, el corcel de plata y la chica que lo llevaba era la empleada de la cafetería en el Talón.
…
Cuando llegó a la cafetería escuchó la conmoción adentro, parecía que alguien peleaba. Rompió la cerradura y entró para encontrar al joven entrometido amenazando a la mesera con un cuchillo. Intentó acercarse, pero el hombre amenazó con rebanarle el cuello. Se la llevó por la fuerza hasta la calle, donde la aventó debajo de un camión que pasaba a alta velocidad.
El chofer no tuvo tiempo de detenerse, Clark se arrojó sobre ella protegiéndola.
Se levantó con prisa antes de que alguien lo viera y corrió al callejón buscando al homicida. Estaba seguro de que lo había visto correr en esa dirección. Iba a marcharse cuando el hombre lo atacó por la espalda intentando apuñalarlo. La navaja se rompió al contacto con su piel. Lo inmovilizó y después le dio un ligero golpe que lo hizo perder la conciencia.
…
Cuando llegó a su casa fue recibido por regaños de su padre. Al parecer el conductor del camión si lo había visto y aseguraba que lo había arrollado también. Por fortuna sus acusaciones no llegaron lejos. Zoey, la mesara, no recordaba nada y no pudo corroborar la versión del chofer. Al menos ella estaba bien y el hombre había sido arrestado.
Clark le dijo a los oficiales que posiblemente se trataba de un esper, pero en lugar de llevarlo al centro de guía lo llevaron al hospital, donde permaneció bajo arresto.
…
El jueves por la tarde se encontró con Lana en el Talón. Zoey aun no regresaba a trabajar. Estar ahí se sentía extraño.
-Harry le dijo a la policía que fue secuestrado por un maniaco obsesionado son sus crímenes. –
-eso no tiene sentido. Él estaba esposado a la cama, ¿cómo le hizo para llevar a Harry hasta ahí y dejarlo en su lugar? –
-lo sé y créeme que estoy contigo, pero yo tampoco he notado nada raro en él. Ha evitado el contacto conmigo, pero no he visto ninguna señal de implosión en él. –
- ¿podría estar recibiendo guía de alguien más? –
-tal vez, pero es poco probable. El asilo lleva registro de guías, espers y sesiones. –
- ¿de casualidad hay algún guía entre los pacientes? –
La vio guardar silencio. El proceso mental fue visible en su rostro junto con su horror.
Salieron del Talón justo cuando Lex estacionaba el coche junto a la banqueta. Hicieron contacto visual por un momento. Lex regresó la vista al frente como si no los hubiera visto y se marchó. Pero aquello fue demasiado obvio.
- ¿están las cosas bien entre ustedes? –
-no lo sé. –
Pudo sentir un peso hundírsele en el pecho. Estaba asustado, triste y enojado, más no sabía por qué.
Al parecer la puerta de Lex se le había cerrado para siempre. ¿cómo iba a protegerlo si no podía acercarse a él?
…
Esa tarde pasó al asilo a visitar a Harry y lo confrontó. Le habló de sus sospechas, de la fotografía de Zoey que encontró debajo de su cama.
El anciano empezó a llorar y a presionar el botón de asistencia para que se llevaran a Clark.
-estaré observándote. –
Le advirtió.
…
Esa noche los tres hacían horas extra en las oficinas del Heraldo, el periódico escolar. Clark estaba convencido de que debía haber una conexión entre las víctimas de Harry.
Chloe se había encargado de recopilar artículos viejos sobre sus homicidios y gracias a sus contactos en la estación de policía, había conseguido una copia de su expediente.
Pete encontró la lista del jurado que llevó su juicio y fue sencillo hacer la conexión. Estaba asesinando a los descendientes vivos de los ciudadanos que lo condenaron a prisión.
Lana entró a la habitación con prisa y les hizo saber que Harry había vuelto a desaparecer. Uno de los empleados del asilo había encontrado la silla de ruedas junto al estanque.
-no hay rastros de Harry. Se dio aviso a la policía hace como media hora. –
- ¿Clark? –
Chloe le ofreció la hoja donde venían los nombre del jurado.
Hiram Kent. Su abuelo estaba en la lista.
-creo que mi padre es el siguiente. –
…
Llegó a la granja justo cuando su padre estacionaba la camioneta. Corrió a su encuentro para asegurarse de que estaba bien. Le informó de sus sospechas y se apresuraron a entrar a la casa. Dentro había señas de una pelea. Su madre no parecía estar por ningún lado. El miedo lo invadió y las palabras de la anciana resonaron en su cabeza.
Salió corriendo solo para descubrir que las cuatro llantas del carro de su madre habían sido perforadas. Respiró profundamente y se quedó quieto intentando escuchar lo que sucedía a su alrededor.
Su padre salió corriendo tras de él.
- ¡Clark! ¡Clark! –
-ch…-
Volvió a concentrarse. Escuchó un mugido cerca del granero. Volteó y utilizó su visión de rayos x. Observó dos cuerpos sucumbir ante el peso de los granos que llenaban el silo rápidamente.
Rompió un costado del silo y los granos de maíz se esparcieron por el suelo. Intentó retirar los granos, pero era como intentar vaciar un rio con los manos. Su padre llegó corriendo junto a él y empezaron a buscarla entre los dos.
Fue su padre quien la encontró y le brindó los primeros auxilios. La sacó del silo con delicadeza y ayudó a limpiarle el cabello.
-Clark. –
Llamó su madre.
-Cassandra se equivocó. Nadie va a morir. –
-6-
El viernes por la tarde pasó al asilo. No había querido hacerlo, pero los planes que había hecho no habían salido bien. Alejarse de Clark no lo hizo salir de su cabeza, por el contrario. Incluso le costaba concentrarse en el trabajo. Además, estaba ese vergonzoso encuentro en el Talón. Tenía veintitrés años, pero sentía que se comportaba como un chiquillo, nada propio de él.
Al final no saber era peor que cualquier cosa que la anciana pudiera ver. La información es más valiosa que el oro.
-eres la última persona que esperaba recibir hoy. –
Dijo la mujer cuando lo escuchó entrar en la habitación.
Como si no dudara ya de sus habilidades.
-he decidido aceptar su oferta. –
-pensé que eras un escéptico. –
-yo también. Aun así, estoy aquí. –
La mujer sonrió, le ofreció una silla y estiró la mano.
Exhaló nervioso y se sentó. Observó la mano de la mujer por un momento y después la sujetó.
-7-
Había planeado pasar al asilo saliendo de clases, pero esa mañana ni siquiera alcanzó a ir a la escuela.
La policía monopolizó la granja Kent hasta las seis de la tarde. Fue difícil explicar porque el cuerpo de Harry Volk estaba en el silo cubierto con granos de maíz. Para su suerte las pruebas biológicas también podían hacerse en cadáveres y la muestra rápida arrojó que en efecto Harry era un esper. Solo era cuestión de horas para que su ADN coincidiera con el del joven que atacó a Zoey en el Talón.
Cuando llegó al asilo Lana lo recibió en la entrada.
-te estaba esperando. –
- ¿pasó algo? –
Notó sus ojos rojos. Había estado llorando.
-Cassandra falleció esta tarde. El medico dijo que fue de causas naturales. –
Se recargó en el barandal de las escaleras y suspiró.
-Clark. Lex estaba con ella cuando pasó. –
Fue escuchar su nombre y sintió su sangre encenderse, en verdad podía sentir como lo quemaba al recorrer sus venas. Quería protegerlo, pero no sabía cómo, ni de qué.
-parece que no lo tomó bien. salió corriendo. –
Necesitaba verlo. Ya no importaba si Lex quería verlo a él o no. Tenía que tocar esa puerta.
…
Lo encontró en el garaje. El auto deportivo en el que había caído al rio ocupaba todo el lugar. Lex estaba sentado al volante, sobre el tablero había un vaso de whisky totalmente vacío. Abrió la puerta del pasajero y se sentó junto a él.
- ¿cómo estás? –
Tenía el rostro pegado al volante, oculto entre los brazos. No le contestó.
-Lana me dijo que estabas con Cassandra cuando murió. –
Levantó la vista y lo vio a los ojos. Estaban rojos como los de Lana.
- ¿no vas a preguntarme por el auto? –
Tenía dudas, pero sabía que no era el momento de increparlo con preguntas. Era obvio que estaba pasando por un momento difícil y tenía miedo de decir algo que no debía decir.
-los expertos dicen que no debí sobrevivir a ese accidente. Que no existe una explicación lógica sobre cómo el techo se desprendió justo arriba mí. –
Levantó el rostro hacia el orificio.
- ¿viste algo raro ese día? –
Lo estaba acorralando. Había notado la curiosidad de Lex desde hacía tiempo, pero no era algo que pudiera compartir con él. No era solo su secreto, debía proteger a sus padres.
-no. yo solo te saqué de rio. –
Lo vio asentir y dirigir la vista al frente, buscó en el vaso restos de whisky, pero estaba vacío. Giró el vaso y observó el reflejó iluminarle el rostro. Sus ojos tristes parecían estar en otro lugar. Quería saber que ocupaba sus pensamientos y quitarle el peso que no lo dejaba descansar.
-sabes, no es la primera vez que burlo la muerte. Incluso llegué a pensar que debía haber algo especial en mí, pero lo que sea que me depare el destino no puede ser bueno. –
-no lo sabes. –
-yo la maté, Clark –
Hizo contacto visual con él. Una lagrima le rodó por la mejilla.
-es un asilo de ancianos, ellos mueren todo el tiempo. –
-no lo entiendes. –
Le sonrió, pero sus ojos seguían perdidos en algo que no estaba ahí. Aparentaba verlo a los ojos, pero por momentos parecía ver atreves de él, a lo lejos, a algo que él no podía ver.
-cuando ella tomó mi mano me sonrió. Me vio a los ojos y se sintió como si en verdad me estuviera viendo a los ojos. Había dicha en su rostro, pero algo cambió. Puso su mano en mi mejilla como si intentara consolarme y respiró su último aliento. No me dijo que miró, pero lo que sea que haya visto la mató. –
Regresó la vista al frente y después al orificio sobre el techo del auto.
- me pregunto qué podrá ser peor que mi pasado. -
Quería consolarlo, pero no sabía cómo. Volvió a ocultar el rostro entre sus brazos. Vio sus manos sujetar el volante con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos, y recordó su reacción de hacía unos días. No se atrevió a tocarlo.
-tú dijiste que yo cambié tu destino una vez. –
Levantó el rostro del volante. Esos ojos azules que ahora veía hasta en sus sueños se fijaron en él. Podría entregarle el mundo en ese momento si se lo pidiera.
-puedo hacerlo de nuevo si es necesario. –
Volvió a sonreír, esta vez parecía sincero.
-tus padres hicieron un excelente trabajo contigo. –
Esa sonrisa le enloqueció el corazón. No había lugar a dudas, lo que sentía era real. ¿en qué momento su sincera amistad se convirtió en algo más? Había tantas razones para mantener su distancia de Lex, pero era lo último que quería hacer.
Chapter 6: BUENOS DESEOS
Summary:
Este capítulo está inspirado en el episodio 7 de Smallville: CRAVING.
Chapter Text
BUENOS DESEOS
-1-
Se había ofrecido a ayudar a Lana con los preparativos para su fiesta de cumpleaños. Nell había conseguido que Lex les permitiera realizar la fiesta en la mansión, y ayudar a Lana le daba la excusa perfecta para estar ahí. O al menos eso creía. De momento el centro de operaciones era en la residencia Potter y ni Lana ni él estaban tan entusiasmados como Nell.
Lana le había pedido que estudiaran juntos para el examen de algebra. Siempre había sido bueno en las matemáticas a pesar de que no era su asignatura favorita. Una cosa llevó a la otra y terminaron escogiendo pasteles por sabores y tamaños.
Lana prácticamente había suplicado por su presencia, últimamente su relación con Nell había estado por los suelos y esta fiesta era su pipa de la paz. Estaba cediendo a todo para hacer a su tía feliz, pero en el proceso estaba aniquilando sus deseos para ese día.
No lograba recordar en qué momento se hizo tan cercano a ella.
El lunes por la tarde Lana pasó a la granja a dejar la lista de víveres que Nell había elaborado para la fiesta. Clark entró a la casa sin darse cuenta de su presencia. Llevaba apiladas, tres enormes cajas de madera repletas de manzanas. Las dejó sobre la barra de la cocina y fue hasta entonces que notó que ella estaba ahí.
-las de abajo vienen vacías. –
Se excusó al verla sorprendida.
-aun así, es impresionante. –
- ¿ya estas lista para la fiesta? –
-lo estaba, pero Whitney no va a poder acompañarme. Fue seleccionado para hacer pruebas en la universidad de Kansas. –
-me alegró por él. –
Comentó Martha.
-espero consiga la beca. Sabemos lo duro que ha trabajado por ella, se la merece. –
Tuvo que disimular su incredulidad al ver a su madre unirse al enemigo. Puede que Lana ya no le interesara, pero seguía detestando a Whitney.
-yo también lo espero. Mientras tanto me va a tocar hacerle frente a Nell por mí misma. –
-Clark puede acompañarte. –
Oh, no. su madre lo estaba ofreciendo para que escoltara a Lana el día de su cumpleaños. En la fiesta que se llevaría a cabo en la mansión. Frente a Lex. De por sí él ya tenía en la cabeza esa idea, de que él y Lana hacían una buena pareja.
No quería hacerlo, pero no se le ocurrió nada que pudiera decir que no lo hiciera sonar grosero.
-Digo, ya te está ayudando con los preparativos, sería como una extensión de eso. –
-seguro. –
Aceptó Lana quien también se veía incomoda con la oferta.
-si está bien contigo, será un honor. –
-por su puesto. –
Ya en ese punto no podía negarse.
Ni bien vio la salir por la puerta le dirigió una fría mirada a su madre, quien no tenía idea de que estaba pasando.
-no me veas así. Pensé que eso te alegraría. –
- ¿por qué todos asumen que tengo sentimientos por ella? –
- ¿y no es así? –
- ¡no! –
- ¿desde cuándo no? –
-desde hace tiempo. –
No mentía, pero tampoco quería profundizar en detalles. Aún estaba intentando darle sentido a sus pensamientos.
-2-
La junta directiva había ordenado los exámenes físicos de todos sus puestos gerenciales y administrativos. Por esa razón había pasado el fin de semana en Metrópolis.
Las horas en compañía de Lionel le hicieron revalorizar su residencia en Smallville. Alejado del soslayo de su padre había probado la verdadera libertad.
Quizá el pueblo era pequeño y compartían un amargo pasado. Pero estar ahí le permitía estirar las alas como nunca lo había hecho antes, como un adulto responsable capaz de hacer una diferencia. El futuro de nuevo se veía brillante.
Había estado ocupado toda la mañana, al grado que olvidó que tenía cita con el medico que había estado a cargo de su examen físico.
La secretaria le llamó para confirmar la cita que se llevaría a cabo esa tarde en la mansión. No tenía intenciones de dar al personal de la planta material para rumores. Era sumamente celoso de su vida personal.
Recibió al médico en el estudio. El hombre acomodó un grueso folder sobre la mesa de centro y sacó de su maletín un estetoscopio que se acomodó en el cuello.
Aquello había dejado de parecer una visita casual y empezaba a ponerlo nervioso.
- ¿hay algo de lo que deba preocuparme? –
-no lo sé. –
-ok, esa no es la respuesta que esperaba. –
Se sirvió un poco de agua y se sentó frente al doctor.
- ¿y bien? –
El hombre levantó la vista de los documentos que empezaba a acomodar.
- a qué debo esta visita, que ahora estoy seguro no forma parte del protocolo. –
-en general saliste bien. De hecho, “excelente” es la palabra correcta, pero tu conteo de glóbulos blancos está alarmantemente elevado. -
- ¿qué insinúas, que tengo leucemia? –
-no es tan fácil. Por cuestiones de privacidad no he tenido acceso a tu historial médico, pero sería conveniente que me informaras si has padecido alguna enfermedad considerable en los últimos años. –
-yo no me enfermo. –
- ¿qué tan seguido sufres un resfriado? –
-no lo entiendes. Yo no me enfermo. –
Fue enfático.
- ¿nunca? –
Preguntó el medico incrédulo.
-no desde que tenía nueve años. –
El hombre se quedó pensativo un momento. Regresó la atención a sus documentos y continuó.
-aun así, no me sorprende. Este tipo de casos es bastante común aquí en Smallville. –
- ¿qué hace a Smallville diferente? –
-algunos dicen que es la planta de Luthor corp. –
Tonterías. La lluvia de meteoros había transformado al pueblo en tierra fértil de mutantes, pero nadie se atrevía a hablar de eso. Culpar a los Luthor resultaba más sencillo.
-3-
Hacía más una semana que no veía a Lex a pesar de todos sus intentos por coincidir con él. La desesperación lo había regresado a sus malos hábitos. Y aunque sabía que era imposible observar la mansión desde la granja, seguía buscándola con la mirilla del telescopio.
Aun le costaba aceptar que sus sentimientos por él fueran reales, una parte de su cerebro insistía en que aquello no era más que admiración. Pero entonces ¿por qué se le aceleraba el pulso con solo pensar en él? ¿por qué le temblaban las manos cuando lo tenía en frente? Y ¿por qué se le humedecían los ojos cuando recordaba que algo con él era imposible?
-la casa de Lana está en la otra dirección. –
Chloe casi le provoca un infarto. ¿Desde cuando se había vuelto tan silenciosa?
Su amiga estaba ahí para que le ayudara con uno de sus proyectos de investigación. La noche anterior alguien había arrollado un venado a las orillas del pueblo, lo cual no resultaba extraño, pero las autoridades habían decretado la muerte como “causas desconocidas”.
- ¿qué hay de desconocido en un venado arrollado? –
Esa era una buena pregunta.
-además estamos hablando de Smallville, aquí casi todo lo que es catalogado como sospechoso, es material para el muro de lo extraño. –
Insistió Chloe.
- ¿por qué no le pides ayuda a Pete? Tú sabes que a él le entusiasman más estas cosas que a mí. –
Seguía molesto porque lo había descubierto haciendo algo de lo que no se enorgullecía.
-Pete está con Jodi. Ahora todo es Jodi esto, Jodi aquello. -
Jodi era otra compañera de clases, la única que sacaba mejores notas que él en matemáticas. Hasta unos días atrás Pete no mostraba ninguna clase de interés en ella, pero Jodi parecía haber perdido unos quince kilos de peso de un día para otro. Y ahora Pete no era el único que le prestaba atención, aunque para su suerte, parecía que la atención de él era la que ella quería.
-si me ayudas con esto yo te ayudo a escoger el regalo de Lana. –
-no necesito ayuda con eso. –
-créeme, la necesitas. –
…
Se abrieron paso en el centro de control animal y llegaron hasta consultorio de exploración. Chloe le había pedido ayuda porque el encargado de la oficina era amigo de su padre. Se sintió usado.
Dentro del pequeño consultorio, la tabla informativa decía que el ciervo había perdido el ochenta por ciento de su grasa corporal de manera inexplicable. Cuando abrieron la bolsa, lo que quedaba del animal estaba irreconocible.
- ¿cómo es esto posible? –
Preguntó a Chloe.
-es como si le hubieran hecho una liposucción hasta la muerte. –
El contenido de la bolsa era más que nada piel, pelo, pezuñas y excremento. Se veía horrible y olía aún peor.
Chloe sacó fotografías de los restos del animal y después de la tabla informativa. Sabía que posiblemente estaban cometiendo un crimen o al menos una falta administrativa, pero habían cruzado esa línea hacía mucho tiempo.
…
El jueves pasó al aula del club de periodismo en cuanto terminó la clase de historia. Había dejado inconcluso un artículo sobre pie de atleta en las regaderas de la escuela, que Chloe quería para la edición del lunes.
De pie frente al muro de lo extraño estaba Lex. Por un instante se preguntó si aquello era una alucinación, pero su amigo se giró y le sonrió. Fue consiente de como esa sonrisa alteró todo su cuerpo. Lo había estado buscando toda la semana y el instante en que se olvidó de él, apareció en el sitio menos esperado.
- ¿Qué te trae por aquí? –
-estaba en una reunión con tu director. La escuela necesita un nuevo centro de cómputo y yo estoy en posibilidades de hacer una donación. –
Dejó la mochila sobre el escritorio y se reclinó en el respaldo de la silla giratoria intentando disimular su nerviosismo. Quizá aplicó mucho peso. La silla cedió y cayó hasta el piso.
- ¿estás bien? –
-sí. –
Eso fue vergonzoso. Se puso de pie y empezó a sacudirse el pantalón. Podía tener super fuerza, pero definitivamente su ego estaba herido.
Lex regresó su atención a los recortes en la pared.
-Gabe, mi administrador, siempre está hablando de su hija Chloe y el impresionante trabajo que hace para el periódico escolar. Quizá fue la curiosidad lo que me trajo hasta aquí. Muy interesante. –
- ¿el muro de lo extraño? Sí, ella lo creó. Tiene esta teoría de que todo lo extraño que sucede en el pueblo es debido a la lluvia de meteoros. –
Lex se quedó pensativo, pasó la mano sobre uno de los recortes y después dirigió su atención a él.
- ¿recuerdas dónde estabas cuando cayeron? –
No quería mentirle. Sentía que si lo hacía en un futuro se arrepentiría de ello, pero qué le decía si tampoco podía contarle la verdad.
-mis padres aun no me adoptaban. –
Parecía decepcionado.
Le hubiera gustado tener una historia en común con él, algo que fuera solo de ellos dos. Era innegable que tenían una conexión, pero su cerebro aun intentaba procesar que aquello debía ser solamente amistad. Seguía repitiéndose que estaba confundido.
-yo estaba en un campo de maíz. –
Le dio la espalda y caminó hasta el extremo de la pared hasta donde se extendían los recortes.
-esa mañana mientras desayunábamos mi madre colapsó. Aún recuerdo el caos en la casa. La trasladamos al hospital en helicóptero y mi padre me trajo con él una vez que ella se estabilizó. Dijo que había perdido tiempo valioso y no iba a pasar a dejarme a la escuela. Es gracioso como un día puede cambiar toda tu vida. –
Volteó a verlo otra vez y le sonrió.
-lo gracioso es que lo único que recuerdo es el cielo volviéndose negro. Creo que vi el primer meteoro caer, pero no estoy seguro. Fue como si una ola de energía atravesara mi cuerpo y cuando abrí los ojos estaba en el hospital de metrópolis totalmente calvo. –
Esa historia confirmaba sus sospechas sobre Lex, definitivamente era un esper. Sabía que había estado ahí durante la lluvia de meteoros, su padre lo había mencionado. Pero no conocía los detalles.
-lo siento. –
-no es tu culpa, Clark. –
Pero él estaba convencido de que sí lo era.
-pareces más afectado que yo. -
Lex no pudo contener la risa.
-Estoy bien, además, ese fue un incidente que definitivamente me hizo más fuerte. –
-no sabía que habías pasado por eso. –
-nadie lo sabe. Mi padre se encargó de enterrar la única nota que se publicó al respecto. –
Saber que Lex le había confiado esa información lo hizo sentir especial. Quería también compartir algo con él, pero no se le ocurría nada.
-señor Luthor. –
Chloe entró en el aula acabando con el momento.
-soy Lex. Discutíamos tu teoría sobre los meteoros, me parece muy interesante. –
-gracias. –
-es bueno saber que al menos hay alguien que no culpa a Luthor Corp. Por todo lo malo que pasa en el pueblo. –
Chloe se sonrojó. Le pareció tan extraño verla actuar así.
-bueno no soy la única, también está el señor Hamilton. –
- ¿Hamilton? -
Clark lo conocía.
-sí, pero alguien que vende meteoros de plástico a los turistas no inspira mucha confianza. –
Antes de irse, Lex ofreció a Chloe un puesto en el inquisidor para que hiciera sus prácticas. Le comentó que tenía un conocido que podía acomodarla en el área de investigación.
Caminó hacia la puerta, pero Clark lo detuvo antes de que saliera.
- ¿te veo el sábado en la fiesta? –
-no voy a estar, tengo un compromiso en Metrópolis. Escuché que acompañaras a Lana. Felicidades. –
-solo como amigos. –
Saber que él no estaría había acabado con todo su interés por el evento. Bien podría quedarse en casa a ver tv y posiblemente lo pasaría mejor, pero se había comprometido con Lana. Su madre lo había comprometido.
Era consciente de que Lex se enteraría tarde o temprano, pero se lo dijo en el momento menos esperado. No le dio tiempo de justificarse y no es que lo necesitara, pero quería hacerlo. A pesar de que su cerebro seguía insistiendo en que eran solo amigos. Una parte de él quería dejar la puerta abierta, por si existía lo posibilidad de que fueran algo más.
…
Después del almuerzo quedó de verse con Lana para discutir asuntos relativos a su fiesta, pero la joven le hizo saber que ya no era necesario. Se había rendido, le dijo a su tía Nell que se encargara de todo, que confiaba en ella y sabía que sus elecciones la harían feliz.
-cuenta como mentira blanca. –
Le había confesado.
Clark aprovechó el tiempo libre para pasar a las regaderas del gimnasio y sacar unas fotos para agregar a su artículo. Cuando llegó al gimnasio le pareció oír una pelea, entró corriendo. Un joven, o lo que quedaba de él, cayó inconsciente en sus brazos. Parecía no pesar más de cuarenta kilos, la ropa y la piel le colgaban. No logró identificar de quien se trataba, parecía un compañero de clases, llevaba la chamarra del equipo de basquetbol.
Lo llevó de inmediato a enfermería. No alcanzó a ver al agresor.
-4-
Encontrar la residencia de aquel hombre fue sencillo. Se estacionó en la entrada y llamó un par de veces, pero nadie salió. Al fondo de la propiedad había un granero en muy buenas condiciones, demasiado buenas para un simple granero.
La puerta estaba abierta. Como lo sospechaba, el sitio en realidad era un laboratorio.
Había un par de repisas repletas de rocas de meteoro clasificadas meticulosamente. Incluso había algunas con etiquetas, no estaba seguro, pero sospechaba que los números en ellas eran coordenadas.
-no toques nada. –
Gritó alguien a su espalda.
- ¿Doctor Hamilton? –
El hombre se veía desalineado, sucio y llevaba en las manos una caja de madera con más rocas.
- ¿eres otro loco de internet? –
- ¿perdón? –
-de esos que vienen buscando contenido para su blog. –
-Lex Luthor. –
Se presentó.
- ¿Luthor de Luthor Corp.? –
El hombre lo dejó con el brazo extendido. Su tono le hizo saber en qué sentido estaba siendo juzgado. Lo que le pareció ridículo dada su posición. Si bien en su momento había sido un respetado científico que llegó, incluso, a trabajar para la NASA. Ahora no era más que una caricatura de si mismo y aun así se atrevía a verlo con aires de superioridad.
-eventos resientes me han hecho voltear a ver su trabajo con interés, Dr. Hamilton. –
- ¿te refieres a los meteoros? –
-su teoría sobre el efecto de los meteoros en la composición celular me parece muy interesante. De hecho, estoy interesado en patrocinar una investigación al respecto. –
-mis investigaciones son privadas, así como mis resultados. –
-sus fondos provienen de los turistas. –
Empezaba a colmar su paciencia.
-si estás tan interesado en los meteoros, tómalos, llévate uno, no tengo nada más. –
Renegó el hombre levantando la voz.
Le dejó un trozo de meteoro en las manos. Aún estaba cubierto de tierra. La roca opaca parecía un pedazo de cristal cualquiera, más sin embargo ahí estaban todas las respuestas que siempre había buscado. Necesitaba la colaboración del Dr. Hamilton y para eso debía tragarse su orgullo.
-mi oferta sigue en pie. Cuando cambie de parecer puede contactarme. –
Dejó la roca en el estante con las demás y salió por la misma puerta por la que había entrado.
-5-
Al día siguiente se enteró de que el joven que encontró en el gimnasio era Dustin, otro compañero de clases. Dustin siempre había estado más del lado del sobre peso que de la delgadez, por lo que su nueva condición física no tenía explicación lógica. Incluso Chloe juraba que lo había visto hacia un par de días y definitivamente pesaba unos setenta y tantos kilos. No los treinta y ocho que el reporte médico informó.
Para su mala suerte Dustin estaba en coma, su inexplicable perdida de grasa corporal por poco resulta mortal. Con el único testigo imposibilitado, todo lo que podían hacer era esperar a que “el vampiro de la grasa”, como lo había bautizado Chloe, atacara de nuevo.
En el comedor se encontraron con Jodi, quien se veía más delgada que la ultima vez. Al grado que empezaba a verse sospechoso. Jodi estaba sola en la mesa del fondo, frente a ella había una enorme cantidad de comida. Como si hubiera pedido una porción de todo lo que había disponible en la cafetería. Los días de dieta definitivamente habían quedado atrás.
- ¿Jodi? –
Estaba tan delgada que una parte de él dudaba que en verdad se tratara de ella.
-hola chicos. –
- ¿si vas a estudiar con nosotros? Pete dijo que no te sentías bien. –
Preguntó Chloe.
Tragó toda la comida que tenía en la boca, y era bastante.
-ya estoy mejor. –
Clark intentó disimular su asombro, pero era difícil retirarle los ojos de encima. Definitivamente la hizo sentir incomoda. Jodi tomó todo lo que le cupo en las manos y se excusó, prometiendo a Chloe verla más tarde.
Él y Chloe intercambiaron una mirada sospechosa, ambos pensaban lo mismo.
-6-
Ese viernes regresó al laboratorio y encontró al Dr. Hamilton inspeccionando un enorme trozo de meteoro. El hombre parecía muy concentrado bajo la luz blanca de una lampara de escritorio.
Llevaba unas extrañas gafas que parecían hacer doble función, como lentes de lectura y magnificador.
- ¿volviste por más rocas? –
Le preguntó el hombre al verlo.
Lex sonrió. Jaló el pequeño banco que estaba junto al escritorio y se sentó.
-creí que te habían echado de la universidad de Metrópolis por tu obsesión con los meteoros. –
El hombre dejó su labor y se sentó derecho. Se retiró las gafas y se quedó en silencio como quien espera recibir su sentencia.
-verás, yo aún tengo amigos ahí. Y uno de ellos te recuerda, de hecho, recuerda todo. Dime ¿estas registrado en la lista de agresores sexuales? –
- ¡sal de aquí! -
Se detuvo, exhaló e intentó calmarse. Esta vez él estaba en una posición ventajosa. Enfurecer no le serviría de nada y tampoco tenía motivos para hacerlo. Ya no cargaba sobre sí una bomba de tiempo, sus últimos exámenes esclarecieron cualquier duda. Excelente era la palabra que mejor definía su salud, pero eso no cambiaba que los meteoros lo hubieran afectado. Quería evitarse una nueva sorpresa. Debía saber en qué lo habían transformado.
-no me interesa el pasado. Yo creo que todas las personas tienen el poder de redimirse. –
Extrajo del bolsillo del saco un sobre blanco y se lo entregó.
El hombre lo abrió y sacó de él un cheque a su nombre por cien mil dólares.
-lo que estás buscando requiere años. –
-soy un hombre paciente. –
- ¿por qué un billonario como tú está interesado en un montón de rocas, que cayeron en este pueblo hace catorce años? –
La pregunta del billón.
-me reservo esa historia para gente de mi confianza. –
-7-
El sábado cuando estaba terminando de arreglarse Chloe llegó a buscarlo. Literalmente se estaba abotonando la camisa cuando ella entró corriendo por la puerta de la cocina.
-Clark tienes que ver esto. –
- ¿por qué no estás vestida? –
-no voy a ir, no tengo tiempo. Mira esto por favor. –
Chloe le entregó una nota de cobro por la reparación de un auto. En la nota especificaban que los daños fueron producto de la colisión con un venado.
-no entiendo. –
-es el auto de Jodi. Vi la nota en su mochila mientras estudiábamos, la fecha corresponde con la del venado que vimos en el centro de control animal. –
-así es como ha perdido tanto peso. –
Su cerebro empezaba a hacer las conexiones.
-sí. De alguna forma su metabolismo se hiper aceleró y la única forma en que puede obtener suficientes calorías para mantenerse con vida es, literalmente, succionándolas de otras personas. –
-espera, espera. –
-ya di aviso al centro de guía. –
Mil cosas empezaron a cruzar por su cabeza y después recordó que Pete iba a llevar a Jodi a la fiesta esa noche.
-Pete. -
Le pidió a Chloe que avisara a la policía y que también le dijera a Lana, que posiblemente llegaría un poco tarde. Tomó el regalo que estaba sobre la mesa y salió corriendo.
Cuando llegó a la casa de Jodi encontró las luces apagadas, la entrada principal estaba abierta. Había restos de un ramo de rosas esparcidos por el suelo.
Entró asustado esperando lo peor y encontró a Pete inconsciente en el piso del comedor. Parecía intacto y respiraba con normalidad.
Escuchó que alguien corría atrás y salió buscando la fuente del ruido.
Vio a Jodi entrar al invernadero y corrió tras ella. En cuanto atravesó la puerta se vio afectado por los meteoros que estaban entre la composta que usaban los Melville. Cayó de rodillas al suelo, todo alrededor de él empezó a girar. Escuchó un rugido y Jodi apareció tras él con una pala. Lo golpeó en la cabeza, Clark se giró y levantó los brazos en posición defensiva. La vio levantar la pala una vez más. La radiación de los meteoros lo habían dejado indefenso y el terror se reflejó en su rostro.
Jodi se detuvo, más no soltó la pala. La apretó con fuerza y el rugido se volvió a escuchar, esta vez más fuerte, era su estómago.
-No es mi culpa. Yo solo quería estar delgada. –
La joven levantó la vista como si buscara algo y Clark alcanzó a ver las venas inflamadas en sus ojos.
Jodi arrancó los tubos que corrían por el costado del invernadero y un gas se empezó a esparcir por el lugar.
-voy a acabar con todo esto. –
La vio girar el rostro en todas direcciones buscando algo más. Comprendió lo que intentaba hacer, debía sacarlos a los dos cuanto antes. La tomó por la cintura y, haciendo uso de las fuerzas que le quedaban, saltó con ella justo cuando Jodi había encontrado lo que buscaba.
A sus espaldas el invernadero explotó. Un segundo más y al menos uno de ellos dos hubiera muerto.
Pete salió de la casa y los encontró en el césped. Jodi estaba inconsciente, Pete se ofreció a llevarla al hospital, pero Clark no se atrevió a dejarlo a solas con ella. Esperaron a que llegara el equipo de emergencias y la trasladaron en la ambulancia del CEG (Centro Estatal de Guía) al hospital de Smallville.
Las palabras de Jodi resonaron en su mente, “no es mi culpa”. Lo sabía, lo sabía bastante bien, pero no había nada que él pudiera hacer para sanarla. Incluso si desapareciera, la vida de Jodi no cambiaría. Todo el impacto que había dejado sobre esta tierra era negativo. La vida de Jodi posiblemente estaba arruinada, Pete no se veía mejor que ella.
Quería desaparecer en el aire.
Cuando salió de la casa encontró el regalo de Lana sobre el auto de Pete. Se había olvidado de su compromiso. La vida no le alcanzaba para hacer todo lo que le demandaba y seguía defraudando a los que más quería.
…
Para cuando llegó a la fiesta el evento estaba por concluir. Encontró a Lana en el balcón, sola. Intentaba sonreír, pero era obvio que estaba molesta. Le aseguró que era solo otro cumpleaños y hacía tiempo que había dejado de esperarlos con entusiasmo.
Decir que se sentía mal era quedarse corto, al final si había querido acompañarla, pero Pete lo necesitaba más. Tener que elegir entre un amigo y otro lo ponían en una posición difícil, en un sitio en el que odiaba estar, pero al cual la vida seguía empujándolo.
Regresó al salón donde todos aun bailaban y la música hacia vibrar las paredes. Lana se había quedado en el balcón. Vio a Nell subir las escaleras.
Pete se había quedado con Jodi en el hospital y Chloe le había dicho de antemano que no asistiría. Era hora de volver a casa. Honestamente ya no quería estar ahí.
Salió por la puerta de atrás y rodeó el jardín. Iba derrotado. Giró en la esquina rumbo a la cochera y quedó congelado. No solo se detuvo su corazón, juraría que el tiempo también se detuvo.
Lex estaba sentado en una silla de hierro forjado, dándole la espalda. Parecía admirar el jardín, aunque ya era tarde para eso. Estaba solo, en silencio, con un whisky en la mano. Tamboreaba uno de los pies al ritmo de la música.
No parecía esperar a nadie. Volteó hacia todos lados a ver si había alguien más. Estaban solos. Tragó un poco de saliva intentando calmar sus nervios y después se aproximó a él.
-pensé que estarías en Metrópolis. –
Lex giró el rostro y sonrió al verlo.
-hubo un cambio de planes. –
- ¿por qué no estas adentro con los demás? -
-no es mi tipo de evento. La pregunta es ¿Por qué tú no estás adentro con Lana? –
-se me presentó un imprevisto y no llegué a tiempo. Creo que está molesta. –
Se paró a unos pasos de él y alcanzó a oler el perfume que llevaba. Su depresión pareció extinguirse por un momento.
¿qué se suponía que hiciera con esos sentimientos? No tenía intenciones de pretenderlo románticamente, pero tampoco quería ser solo su amigo. El solo verlo hacia que algo quemara dentro de él. Cómo podía llamarle a aquello amistad. Cómo podía atreverse a decir que estaba confundido, cuando obviamente estaba enamorado.
-se le pasará. No está molesta contigo. Está pasando un mal rato porque no quería la fiesta desde un inicio. –
Dio un último trago al whisky. El vaso quedó vacío.
-aun así, no puedes dejar pasar este tipo de oportunidades. –
Pensó en corregirlo e insistirle en que ella no le interesaba. Pero mientras él pensara que Lana era su interés romántico, no sospecharía de sus sentimientos por él. Eso le daría tiempo de pensar y decidir que iba a hacer con ellos.
-suficiente por hoy. –
Dijo poniéndose de pie.
Por un momento le pareció ver que perdía el equilibrio y se preguntó cuántos whisky había tomado esa noche.
-buenas noches. -
Le regaló una sonrisa triste y desapareció dentro de la mansión.
-buenas noches. -
¿qué quieres de él? Se preguntó.
Su perfume aun olía en el aire. Pasó los dedos por el respaldo de la silla y sintió el frio del metal.
Por el tiempo que estuvo enamorado de Lana sus días se iban entre mariposas en el estómago, sueños húmedos y un pulso acelerado que amenazaba con una falla cardiaca. Lo que sentía por Lex era distinto, era intenso, doloroso y deprimente. Era como descubrir que había pasado toda su vida careciendo algo que simple no sabía que existía. Y ahora estaba ahí frente a él, pero no podía tomarlo.
Chapter 7: PRUEBA DE FE
Summary:
Este capítulo esta basado en el 8vo episodio de Smallville: Jitters.
Chapter Text
PRUEBA DE FE
-1-
Tenían planes para cenar en Metrópolis. Llamar a Victoria más que un impulso había sido un acto desesperado, impropio de él. Pero desde que llegó al pueblo sus acciones no eran muy congruentes con su persona.
La gota que derramó el vaso fue la fiesta de cumpleaños de Lana. Cuando supo que Clark iba acompañarla sintió celos, porque eran eso. Le avergonzaba reconocerlo, por eso había planeado ir a la ciudad. Excusas no le faltaban, sus amigos y malas compañías seguían preguntando por él, por eso decidió llamarla.
No era que estuviera orgullo de la persona que había sido, pero al menos esa versión de él tenía las cosas bajo control.
Esa noche ella iba sentada junto a él, se veía más hermosa de lo que recordaba. Compartían un pasado. Podría decirse que era alguien especial, y como si el tiempo nunca hubiera transcurrido, tenerla junto a él se sentía de lo más natural.
Cuando llegaron a la granja tuvo que esquivar una docena de autos y camionetas para poder acercarse a la casa. La música resonaba a un volumen demasiado alto, había jóvenes ingiriendo alcohol por todos lados.
Se estacionó frente a la entrada, sin importarle bloquear el acceso para los demás. Victoria le sonrió confundida y no pudo contener la necesidad de besarle la mejilla. Saber que el sexo femenino a un producía deseo en él lo reconfortó, pero no era suficiente.
Estaban ahí porque necesitaba verla junto a Clark y acabar de una vez con esa confusión que nublaba sus pensamientos.
Abandonar el pueblo no era una opción, así que de momento el plan de huida estaba descartado. Había decidido tomar al toro por los cuernos y dilucidar de una vez sus sentimientos.
- ¿qué hacemos aquí? –
Preguntó ella.
-solo voy a saludar un amigo y nos vamos. Seré breve. –
Rodeó el auto y le abrió la puerta. Escucharon una explosión y después vieron las luces iluminar el cielo. Las vacas enloquecieron.
Recorrió el sitio con la vista y localizó un grupo de jóvenes encendiendo cohetes frente al granero.
-a ver si no pierden un dedo. –
El comentario la hizo reír.
Escucharon otra explosión y una más después de esa. El cielo volvió a iluminarse de una multitud de colores. “Nada mal” pensó. Volteó para ver a Victoria y la descubrió perdida en el espectáculo.
“Hermosa”. Empezaba a considerar saltarse la cena y regresar a la Mansión.
- ¿Lex? –
Escuchó su voz.
Ella nunca había provocado ese pequeño pánico en él.
Se giró y lo vio de pie en el porche entre Lana y Chloe. Se veía bien, se veía muy bien. No recordaba haberle visto esa camisa, ¿era nueva? El azul definitivamente era su color.
-escuché que tenías una fiesta y dije es algo que tengo que ver con mis propios ojos. –
Clark se aproximó a ellos.
Llevaba perfume, ¿a quién intentaba impresionar?
-mis padres están en Metrópolis festejando su aniversario. Se suponía que esto iba a ser solo una reunión. –
-imagino que Jonathan no sabe nada de esto. –
Su sonrisa lo dijo todo.
La atención de Clark se centró en Victoria. Se había olvidado del plan, y ahora debía presentarla como su cita. No quería hacerlo.
-en realidad vamos de camino a Metrópolis, tenemos una reservación para cenar –
Comentó, mientras ella lo tomaba del brazo.
-pero no podía perder la oportunidad de ver a Clark rompiendo las reglas. –
Los ojos de Clark estaban fijos en las manos de Victoria que le envolvían el brazo. Hizo un pobre intento por sonreír.
-bueno, que sigan divirtiendo. Llámame si la policía les da problemas. –
Dijo señalando a los fuegos artificiales.
Regresó al auto de la mano de Victoria.
“Es mejor así” se dijo, los ojos tristes de Clark se grabaron en su mente. Era tan obvio. Al menos uno de los dos debía hacer lo correcto.
Condujo en silencio por unos minutos mientras intentaba forzar a su cerebro para que se concentrara en su cita.
Intentó pretender que no había pasado nada, pero sus esfuerzos no fueron suficiente. Se aproximaban a la intersección con la carretera estatal rumbo a Metrópolis cuando Victoria rompió el silencio.
- ¿te sientes bien? –
Deseaba decirle que no, girar el auto y regresar a la mansión, y fue justo ese deseo lo que lo convenció de que debía esforzarse en hacer lo que consideraba correcto.
-sí, estoy bien ¿quieres algo de música? -
-2-
Conocía a Lex desde hacía unos meses y era consciente de que debía de ser un soltero muy deseado, pero era la primera vez que lo veía con una mujer en una situación romántica.
Vio el auto alejarse y no pudo evitar reír, pero no estaba feliz, nada de lo que había pasado le pareció gracioso. Aun así, no podía contener la risa.
- cuéntanos el chiste. –
Le pidió Chloe.
-nada. –
Una pareja salió corriendo del granero. La muchacha, que no le resultaba conocida, parecía llorar. El joven que la acompañaba se veía enojado y gritaba algo sobre un borracho entre las pacas de heno.
Clark corrió al granero y se sorprendió al ver a Earl tendido en el suelo. Earl era un trabajador temporal de la granja, un viejo amigo de su padre.
Se veía mal, pero no olía a alcohol. Se aproximó para levantarlo y se empezó a sentir mal al instante. Su vista se nubló y cayó de rodillas al suelo. Era la misma sensación que con los meteoros.
- ¿Clark estás bien? –
Alguien llamaba a sus espaldas.
Sintió una manos que lo levantaron y lo alejaron de Earl.
Empezó a sentirse mejor inmediatamente.
Lana se inclinó frente a él.
- ¿estás bien? –
-si ya me siento mejor. Necesito ver a Earl. –
Pero ella no lo dejó levantarse. Earl empezó a convulsionar y alguien llamó al 911.
Para cuando la policía llegó, la fiesta había concluido. Lana se había ido unos minutos antes, no sin antes advertirle que Earl parecía estar en etapa temprana de implosión. Dada su condición no se atrevió a darle guía, pero se ofreció a llamar al CEG (Centro Estatal de Guía) para que lo recibieran inmediatamente.
Chloe se quedó con él hasta que los paramédicos se llevaron a Earl.
- ¿vas a estar bien? –
-sí, mañana en cuanto lleguen mis padres vamos a pasar al hospital. –
-de acuerdo. Buenas noches. –
Entró la casa y se encontró con el área de destrucción que sus invitados dejaron atrás. Estaba cansado y no se sentía de humor. Decidió dejar la limpieza para la mañana. Subió a su habitación, que sabiamente había cerrado con seguro antes de que iniciara la fiesta. Se recostó e intentó dormir.
Pasados unos minutos su cerebro decidió revivir su encuentro con Lex.
Fue solo verlo y su corazón se detuvo, después la vio a ella y fue como caer al vacío. Volvió a reír. Sabía que no tenía ningún derecho a sentir celos, pero no podía evitarlo. También sabía que no podía competir con ella. No era gracioso, era ridículo, era injusto y eso era tan él. No pudo contener la risa.
Consideró la idea de que talvez el problema era él. Su cerebro deseando lo inalcanzable.
Ella y él hacían una linda pareja. Por fin comprendió a que se refería Lex cuando le decía lo mismo.
Fue hasta que notó que el techo se veía borroso, que descubrió que había estado llorado.
…
Despertó aun deprimido, pero sabía que no tenía tiempo para eso, sus obligaciones lo esperaban. Sus padres llegarían pronto. Se aprovechó de sus habilidades y limpió toda la casa en menos de diez minutos. Se detuvo a admirar su trabajo y notó que su padre estaba en las escaleras.
-llegamos hace una hora. -
Quedó congelado, no podía pensar en una sola excusa.
-anoche llamé seis veces y hablé con seis personas distintas. Ninguna de ellas parecía conocerte. –
Reclamó su madre saliendo del baño con el destapa caños en la mano.
-se suponía que iba a ser una pequeña reunión. –
Jonathan se sentó al comedor frente a él.
-tú no eres así. No sé a quién intentabas impresionar. -
Sacudió la cabeza.
- ve a tu habitación vas a estar castigado dos semanas. –
Se levantó resignando, pero se detuvo al recordar el incidente de la noche anterior.
-casi lo olvido. Earl apareció en el granero anoche, estaba buscándote, no se veía bien. Está en el hospital de Smallville bajo vigilancia policiaca. Lo buscaban por homicidio. –
- ¿a Earl? –
Preguntó su madre sorprendida.
- ¿te dijo algo? –
Preguntó Jonathan.
-no pude hablar con él. Cada que me acercaba era como si me aproximara a los meteoros. –
…
Por la tarde acompañó a su padre al hospital. Earl estaba en una habitación privada. En el pasillo había un oficial montando vigilancia. La doctora a cargo de su caso les informó que sus síntomas coincidían con los de envenenamiento, pero sus muestras seguían arrojando resultados inconclusos. Por la mañana había recibido guía, pero no parecía mejorar. Era como si estuviera en un estado perpetuo de uso de las habilidades esper, pero no hacía nada más que convulsionar.
- ¿y están seguros de que es un esper? –
-sí, sus resultados lo confirmaron. -
Earl acusaba haber sufrido un accidente en la planta de fertilizantes seis meses atrás, pero los reportes de la planta no reconocían ningún accidente en esas fechas. Tampoco existía registro de un accidente en los archivos del condado.
Su padre entró a hablar con él y Earl le contó que estuvo expuesto a un nuevo fertilizante en el que trabajaban en el nivel tres de la planta, ahí en Smallville. Por eso buscaba a Lionel, para que le dijera que químico habían usado y poder encontrar una cura.
Su padre no estaba muy convencido de las palabras de Earl.
…
Ese martes los alumnos de último año tenían programada una excursión escolar a la planta de fertilizantes. Había dos grandes motivos que tenían a Clark sintiéndose un poco enfermo. El primero era Earl. Había prometido a su padre no entrometerse, pero una parte de él se preguntaba si decía la verdad o si mentía.
El otro era Lex. No sabía cuáles eran las posibilidades de encontrarse con él durante el recorrido, pero no quería verlo. No parecía tener fuerzas para confrontarlo. Sentía como si acabara de terminar una relación que nunca existió y tuvo que reconocer que le habían roto el corazón.
Cuando el autobús cruzó las rejas de la planta sintió el estómago subirle hasta la garganta, pero debía disimular. Chloe iba sentada junto a él, entretenida con la cámara del club de periodismo. Veía en este viaje la posibilidad de inmiscuirse en la corporación Luthor y revelar sus oscuros secretos.
Clark solo intentaba sobrevivir. Se recargó en la ventana y vio el auto de Lex estacionado junto a la entrada. Él no parecía estar por ningún lado, aun así, las manos empezaron a temblarle. Las ocultó en los bolsillos de la chamarra.
El tour inició en la enorme recepción. El sitio parecía más el lobby de un hotel que una planta de fertilizantes. Había muebles elegantes, enormes cuadros de frutas y vegetales.
La misión y la visión de la empresa estaban desplegadas en dos enormes posters junto a la entrada. Cerca del escritorio de recepción había cuatro cuadros más pequeños, eran portadas de la revista Times, en todas estaba Lionel.
-hola soy Gabe Sullivan, administrador de esta planta y padre de Chloe…-
Chloe se ocultó tras de él apenada.
Le pareció gracioso verla así ¿Dónde estaba ese temperamento que la caracterizaba?
Les retiraron electrónicos y joyería, hasta ahí llegó la cámara de Chloe, e iniciaron el recorrido rumbo al área de producción.
No pudo contener la curiosidad y preguntó al señor Sullivan por el tercer nivel, pero el hombre le aseguró que no había ninguno. La planta solo contaba con dos niveles.
Se dirigían al centro de mando y Clark se escabulló por uno de los pasillos en busca de algún pasaje secreto. Sabía que no debía hacerlo, pero se conocía bien y también sabía que no se sacaría el tema de la cabeza hasta que lo viera con sus propios ojos.
-3-
Se había encerrado en la oficina desde la mañana. Seguía repitiéndose que era un adulto y que ese de tipo de cosas no debían afectarle, aun así, encontraba excusa tras excusa para permanecer tras del escritorio.
La preparatoria de Smallville haría una visita a la planta esa tarde. Cuando firmó la aprobación, aquello le había parecido una excelente idea, no contaba con el incidente del fin de semana.
Estaba casi seguro de que Clark tenía sentimientos por él y estaba totalmente seguro de que él los tenía por Clark. Quería abofetearse. Clark no solo era su amigo, era un menor. Se sentía enfermo consigo mismo.
Se había mantenido tan ocupado que, incluso, llegó a adelantar trabajo.
La alarma silenciosa se activó mientras redactaba un informe. El aviso de emergencia apareció en el monitor y las luces del piso se apagaron. Lo único que se veía era la ruta de evacuación que estaba iluminada con luces led en color verde.
Los empleados empezaron a amontonarse en el pasillo y les pidió que evacuaran en orden mientras averiguaba que estaba sucediendo.
En el estacionamiento su jefe de seguridad le informó de una situación de rehenes en el primer nivel del área de producción. Aún estaba recopilando información, pero parecía tratarse de un exempleado que tenía secuestrados a los alumnos que formaban parte del recorrido por la planta.
Su celular empezó a sonar, era Lionel.
…
Caminaba por el exterior, rumbó al área de producción donde estaban los alumnos de la preparatoria de Smallville.
Tras la reja una multitud se empezaba a formar. Identificó un par de medios locales y las cámaras del Diario El Planeta.
Aun no tenía ni medio año al frente de la empresa y ya enfrentaba su primera crisis mayor.
Avanzó con prisa y se detuvo al ver que frente a la entrada estaban los Kent. Dio instrucciones a unos de los guardias para que los dejaran pasar.
Jonathan lo increpó de inmediato.
-Clark está ahí adentro. –
-lo sé. –
- ¿qué rayos está pasando? –
-un exempleado enloquecido está adentro exigiendo acceder al nivel tres. –
- ¿Earl? –
- ¿lo conoces? –
-trabajó para mí. ¿por qué no lo dejan ir a dónde quiere entrar? Aunque sea para que suelte a los muchachos. -
-porque el nivel tres no existe. –
Llegó a la tienda que había montado el equipo de seguridad, desde donde monitoreaban la situación al interior de la planta. Habían accedido al sistema de vigilancia y los monitores les mostraban en vivo lo que sucedía adentro.
Earl tenía a los estudiantes en el suelo, apuntaba a ellos con lo que parecía ser una pistola de nueve milímetros.
- ¿Dónde está Clark? –
Preguntó Martha con los ojos fijos en la pequeña pantalla.
Lex se concentró en la imagen. Clark no estaba por ningún lado.
-4-
Parecía haberse perdido. Nada dentro del edificio tenía sentido, al menos no para él. Regresó al centro de mando y lo encontró vacío, tanto su grupo como los empleados de la planta habían desaparecido.
Fijó su atención en uno de los monitores y se dio cuenta de la situación de rehenes que, según la pantalla, ocurría en el ala 1E. Inmediatamente reconoció a Earl, sabía porque estaba ahí y quería ayudarlo, pero el hombre estaba acabando con cualquier oportunidad de que eso sucediera.
Levantó la vista y frente él, en la pared, estaba desplegado un mapa completo de la planta. Tenía sentido, estaba en el centro de mando. Lo arrancó y corrió con él rumbo al ala 1E.
- ¡Earl! –
El hombre volteó a verlo.
- ¿Clark? –
-el nivel tres no existe. –
Le entregó el mapa, y sintió el malestar en cuando Earl se lo arrebató de la mano. El hombre lo desplegó y lo observó por un momento, después empezó a desvariar.
-todos los días iba al nivel dos siguiendo los tubos rojos por un corredor largo llegaba a una puerta, la abría y tomaba el ascensor para ir al nivel tres. –
Lo repetía como mantra una y otra vez.
Tras eso Earl se tornó violento incluso con él y le ordenó sentarse junto a los demás mientras le apuntaba con la pistola.
-5-
Atardecía cuando Lionel llegó a la planta en su transporte preferido. El helicóptero descendió en medio del estacionamiento y su padre bajo de él a prisa, pero con una ligera sonrisa.
Llegó a la tienda donde estaban ocultos de las cámaras y lo abofeteó frente a los Kent.
Lex guardó la compostura y solo se pasó la mano por la mejilla como si intentara retirarse polvo. Martha dejó escapar un pequeño soplo de sobre salto. Jonathan no perdió el tiempo y le exigió que de inmediato se hiciera algo para rescatar a los jóvenes.
- ¿y ustedes quiénes son? –
-Jonathan y Martha Kent. Su hijo está adentro como parte de los rehenes. –
Lionel observó a Jonathan con cuidado.
- ha pasado mucho tiempo, pero nunca olvido un rostro. –
Después observó los monitores como si ideara una estrategia.
- ¿Qué planeas? –
Preguntó Jonathan.
-voy a dejar que las autoridades hagan su trabajo. Tarde o temprano cometerá un error y ese será su fin. –
- ¿y qué hay de los muchachos? –
Protestó Martha.
-están en manos de las autoridades. La corporación Luthor no negocia con terroristas. –
-no es un terrorista, está enfermo y necesita ayuda. Si no quiere hablar con él, deje que Jonathan lo haga. –
-no es a Jonathan a quien busca. –
Comentó Lex haciendo contacto visual con su padre.
Lionel accedió a hablar con Earl, pero era obvio que ni siquiera reconocía al hombre que lo acusaba. Reconocer, que va, nunca en su vida lo había visto, como ocurría con la mayoría de sus empleados. Tampoco tenía idea de qué era lo que había motivado sus acciones.
La llamada en lugar de ayudar alteró la situación. Earl tuvo otra de sus convulsiones, se sujetó de lo que tuvo al alcance y terminó rompiendo una válvula que ocasionó una pequeña fuga de gas metano. Clark intentó detenerlo, pero la proximidad con Earl lo afectaba demasiado.
Whitney vio la oportunidad e intentó ser el héroe del momento, pero en su intento de someter a Earl se llevó un fuerte golpe que lo dejó herido y por poco también se lleva una bala.
El tiro de advertencia movilizó a los francotiradores, cuya ventana de acción se cerraba. Con la fuga del metano, un disparo podría provocar una explosión.
Los nervios de Lex estaban descontrolados. Su padre más que ayudar se había convertido en un obstáculo. Se suponía que la planta era suya, era momento de tomarla.
-voy a entrar. –
- ¿estás loco? –
-es mi planta, mis decisiones. –
Las palabras de Lionel eran las de un padre protector, pero su mirada era retadora, casi parecía sonreír ante la idea de que Lex arriesgara su vida ahí dentro.
Lex pidió que dieran aviso de que iba a entrar y uno de los oficiales le entregó equipo de protección. Rechazó el casco, pero aceptó el chaleco antibalas.
Entró al ala 1E con las manos en alto, mostrando que iba desarmado.
Los alumnos estaban sentados en el suelo, el mariscal de campo descansaba en los brazos de Lana, estaba herido. Clark estaba junto a ellos, esquivó su mirada, también se veía enfermo.
Necesitaba actuar rápido.
- ¿qué padre envía a su hijo a hacerse cargo de sus asuntos? –
-es mi planta. –
Bajó los brazos.
-escucha Earl, a mi padre no le importas tú ni absolutamente nadie más en está habitación. Podríamos morir todos y el no perdería un centavo, por el contrario, el seguro le pagaría, y tú quedarías como el único villano. Si permites que los muchachos se vayan yo te llevo al nivel tres. –
Earl levantó el arma y le apuntó a los ojos.
-no me mientas. –
Exhaló. Inconscientemente había retenido la respiración ante la amenaza del arma.
Earl bajó la pistola y Lex se retiró el chaleco, era pesado, molesto y en ese punto era obvio que no iba a servirle de nada.
-déjalos ir y te llevaré allá. Soy un hombre de palabra. –
Earl dio dos pasos atrás, volteó a todos lados y ordenó a gritos que todos se fueran. Incluso empezó a empujar y patear algunos de los alumnos que congelados por el miedo no se movían.
Clark se acercó a él. Su mirada era la misma que la última vez y sintió un escalofrió recorrerlo por completo.
- ¿en verdad sabes dónde está el nivel tres? –
-en su imaginación. –
Susurró resignado.
-Lex. –
-Sal de aquí. –
Clark no se movió un solo centímetro, hasta que Earl se acercó y el malestar lo obligó a alejarse.
Pensar que quizá era la última vez que lo vería fue doloroso, pero lo reconfortó saber que estaría bien.
-6-
En cuanto los rehenes salieron las compuertas empezaron a cerrarse. Clark aprovechó la oportunidad y regresó a la planta, debía salvar a Lex.
Siguió el recorrido que hacía Earl cada mañana cuando trabajaba ahí. Caminó por el nivel dos y siguió los tubos rojos hasta que llegó a una puerta al fondo. Tras la puerta había un pequeño almacén de limpieza y nada más. Observó el área con cuidado intentando ver si se perdía de algún detalle, pero todo se veía normal.
Iba a marcharse cuando decidió dar un último vistazo con su visión de rayos x, y ahí, tras la pared estaba la puerta del elevador.
Llamó a Earl por el intercomunicador y le hizo saber que había encontrado la puerta de la que hablaba, le pidió que se diera prisa si quería verla por sí mismo. Al fondo escuchó la voz de Lex pidiéndole que se marchara, después escuchó un golpe y la sangre le hirvió al imaginar que quien lo recibía era él. Pero tenía que calmarse, debía negociar con Earl y convencerlo de que fuera hacia él y dejara ir a Lex.
Una vez que Earl salió con Lex de la habitación, Clark regresó y cerró la vulva rota de la tubería por la que se fugaba el metano. Después volvió a la puerta y tomó el elevador que lo dejó en una enorme bodega, Earl y Lex ya estaban ahí.
El sitio estaba completamente vacío a excepción del puente colgante que lo atravesaba de lado a lado. Los dos estaban de pie en medio del puente, Earl aun sostenía el arma con el dedo peligrosamente cerca del gatillo. Estaba tan distraído con todo que si Lex lo quisiera podría correr sin que el hombre se diera cuenta, pero él también estaba distraído, de hecho parecía no estar ahí. Era como si su conciencia se hubiera desprendido de su cuerpo.
-yo no sabía de esto. –
Susurró.
- ¡Clark, yo no lo sabía! –
-te creo. –
-no le creas. Es un mentiroso igual que su padre. –
Earl empezaba a alterarse de nuevo, tuvo otra convulsión violenta y todo el puente empezó a sacudirse. Lex se sujetó del barandal y el metal empezó a desprenderse. El puente se sacudió junto con Earl y los cables terminaron por romperse.
Cuando el puente colapsó Earl y Lex quedaron colgando de uno de sus costados. Clark se acercó para intentar rescatar a Lex, pero fue afectado por la radiación de Earl. Los mareos regresaron y su visión se volvió borrosa.
Lex estaba más cerca, aun así, la radiación que producía Earl le afectaba demasiado. Luchó contra su malestar y se aproximó para intentar salvarlo. Lex perdió el agarre justo cuando estaba por tomarlo y cayó al vacío.
Pensó que iba a morir también. Consideró soltarse y saltar tras él, pero aun con su super velocidad todo aquello sucedió demasiado rápido. Le sorprendió que su cuerpo haya decidido congelarse en el momento que más lo necesitaba.
-Clark. -
Lex se había sujetado de las piernas de Earl. Exhaló aliviado, pero sabía que el tiempo apremiaba.
Si iba salvarlo, debía salvar primero a Earl. Se aproximó al hombre que se sujetaba del barrote metálico con ambas manos y lo sujetó por la muñeca. El solo contacto de piel lo quemó, pero no podía soltarlo. Todo alrededor de él parecía girar y tuvo que luchar contra su esófago para conservar el contenido de su estómago.
Vio el cansancio en el rostro de Lex, sabía que sus fuerzas se agotaban. Jaló con todo lo que tenía y logró subirlos a ambos a la plataforma, justo antes de que el puente terminara de colapsar.
Earl estaba inconsciente en el piso y él también estaba a punto de estarlo. Se recargó contra la pared y se deslizó hasta que quedó sentado en el suelo, estaba agotado. Alcanzó a ver los ojos azules fijos en él. Lex gritó algo, pero no logró entenderle, era como si hablara atreves del agua.
Necesitaba descansar, quería dormir un poco. Cerró los ojos.
-7-
El aspecto de Clark era preocupante, era más que obvio que estaba en proceso de implosión. Su amigo necesitaba guía con urgencia. Necesitaba llevarlo al centro de inmediato, pero a fuera había una multitud de reporteros y curiosos.
Clark no había querido revelarle su condición a él, tampoco querría que el resto del mundo lo supiera.
-Clark. –
Seguía llamándolo, pero no parecía que sus palabras llegaran a ningún lado. Earl estaba inconsciente. Tenía que hacer algo y sabía lo que debía hacer, pero después de eso no habría vuelta atrás. Estaba convencido de que no habría manera de salvar su amistad, pero tampoco tenía otra opción.
-Clark. –
Volvió a llamarlo mientras tomaba sus manos.
-vamos amigo, despierta. –
No hubo cambio.
Después de la lluvia de meteoros, el desprecio que Lionel proyectaba hacia él parecía haberse duplicado. La salud de Lex mejoró con el paso de las horas y junto con el cabello perdió toda capacidad de enfermar.
“Mi muchachito especial” lo llamaba su madre, y nunca vio doble intención en ello.
La noche que ella murió los ojos de su padre le hicieron saber, que hubiera preferido que el cadáver sobre la cama fuera de él. “Si fueras tan especial como ella decía, hubieras hecho algo para salvarla”.
Soltó las manos de Clark. Estaba hiperventilando. No podía hacerlo. Ni siquiera estaba seguro de las palabras de su padre. Solía mentirle todo el tiempo, quizá esto era solo otra mentira más.
Pero entonces, ¿por qué sentía tanta atracción por Clark? ¿cómo se explicaba lo que sucedió aquella noche en los campos de maíz, o en la entrada de su casa?
Había leído los folletos. El contacto de mano con mano era la forma más básica para dar guía. Cuando las condiciones lo requerían, el tratamiento podía maximizarse a través de otro tipo de contacto.
Lo observó, sabía que el tiempo se agotaba, pronto el personal de emergencia entraría y se llevarían a Clark en una camilla frente a las cámaras.
Se acomodó sobre él, lo tomó del cuello y le enderezó la cabeza. Las manos le temblaban, estaba muy nervioso. Bajó la vista y respiró profundamente.
-Clark-
Lo llamó deseando que abriera los ojos, pero cuando se fijó en ellos seguían ocultos.
Se aproximó despacio para darle tiempo a la coincidencia de hacer su magia, más nadie lo detuvo. Reposó los labios sobre los de él, estaban tibios, como lo había imaginado.
No sabía cuánto tiempo debía permanecer así. Pronto empezó a sentir un hormigueo donde sus labios tocaban los de él, supuso que así era como debía ser. Aquello se sentía bien, podría hacerlo por horas. Los labios de Clark eran suaves, su respiración era cálida y él olía bastante bien. Debía ser el shampoo o la espuma de afeitar.
Sintió la mano de Clark rozarle una de las piernas. Estaba funcionando.
Las manos de su amigo se movieron con velocidad y lo envolvieron. Sintió la húmeda lengua de Clark irrumpir dentro de su boca y colisionar con la suya. El hormigueo que había empezado en sus labios se había extendido por todo su cuerpo. Clark estaba sobre él, ¿en qué momento había sucedido eso?
Empezó a sentir algo más y la poca consciencia que aún quedaba en él, le advirtió que estaba cruzando una línea. Lo empujó. La cara de su amigo mostraba tanta confusión como suponía debía haber en la suya.
- ¿Clark tú? –
No terminó la pregunta. No era así como quería saber la verdad. Era obvio que él no quería que supiera.
-No diré nada si tú no dices nada. –
Clark por fin lo vio a los ojos. Se levantó en silencio y se alejó.
Supuso que esa era su respuesta.
Vio un par de oficiales entrar al área y colocar esposas a Earl, quien seguía inconsciente. Uno de ellos intentó ayudarle a levantarse, pero lo rechazó. Se puso de pie por sí solo, como lo hacía siempre, y salió por el área de bodegas.
A fuera a la distancia vio a Clark alejarse de mano de sus padres.
Lionel hablaba con los reporteros, volteó a verlo y le regaló una sonrisa.
No estaba de humor para tratar con él ni con ellos.
Empezó a caminar de regreso rumbo al área administrativa. A sus espaldas escuchó a los reporteros llamarle, también escuchó a los guardias de seguridad detenerlos. Lo siguiente que escuchó fue a Lionel y sintió la necesidad de correr.
Corrió en medio de la oscuridad y no se detuvo hasta que estuvo frente al auto. A su derecha estaba la entrada a recepción. No estaba seguro de qué hacer o hacia donde ir.
Escuchó a Lionel llamarlo de nuevo, no se percató de que lo había seguido. Después lo sintió halarlo por el brazo.
- ¡no me toques! –
Gritó.
- ¿Lex? –
El estrés por fin lo había alcanzado.
Chapter 8: MENTIRAS PIADOSAS
Summary:
Este episodio está basado en el 9no episodio de Smallville: Rogue.
Notes:
Lo vuelvo a publicar porque por alguna razón no se está actualizando el número de capítulos.
Chapter Text
MENTIRAS PIADOSAS.
-1-
No había visto a Lex desde el incidente con Earl en la planta y eso había sido a mediados de mes.
Antes de salir de vacaciones Chloe le informó que Lex avisó que se ausentaría unas semanas, pero no dio una explicación de motivos. Dejó a su padre al frente de la empresa por el tiempo que durara su ausencia y eso había sido todo.
Lo había perdido de vista, pero no podía sacarlo de su cabeza. Aquel momento seguía repitiéndose en su mente y no podía evitar sonreír cada que recordaba el beso, pero la sonrisa le duraba poco. Si él lo había besado primero ¿por qué reaccionó de esa forma? ¿por qué lo empujó? ¿por qué parecía asustado? ¿por qué lo besó, si no quería besarlo? No tenía sentido.
Se le habían ocurrido algunas ideas, pero ninguna terminaba de convencerlo.
Quizá había estado intentando darle guía, pero él no era un esper y Lex no era un guía ¿o sí lo era? Pero incluso si lo fuera, eso no cambiaba el hecho de que él no era un esper.
¿acaso podría él recibir guía? Siempre había pensado que los espers y él tenía más cosas en común de lo que se veía a simple vista.
La otra opción, la más lógica, era que Lex era un esper con habilidades curativas y que necesitara del contacto físico para poder usarlas.
Mientras daba rienda suelta a su imaginación. Su única verdad era que Lex lo había besado cuando estaba inconsciente, raro, cierto. Y después había actuado como si no hubiera querido hacerlo. Más raro.
“Clark tú”.
- ¿yo qué? –
-Clark. –
Llamó su madre desde la puerta de la habitación.
- ¿tienes ropa sucia? –
-no, anoche eché una carga a la lavadora. –
-ok. –
-mamá. –
Dudó. Necesitaba respuestas, pero tenía miedo de decir más de lo que debía decir.
- ¿alguna vez consideraron aplicarme una prueba biológica? –
- ¿por qué lo preguntas? –
-simple curiosidad. -
Martha dejó la canasta de ropa sucia sobre el piso y se sentó en la cama junto a él.
-cuando eras pequeño, meditamos la opción, pero el hecho de que te veas como uno de nosotros… -
Los ojos de su madre lo esquivaron. Reconoció la vergüenza al instante.
-teníamos miedo de que “algo” saliera en los resultados, de que te llevaran lejos y nunca volviéramos a verte. –
- ¿alguna vez se han preguntado si soy capaz de recibir guía? –
- ¿has recibido guía? –
-no. –
Su respuesta fue sospechosamente rápida.
-solo me lo preguntaba. –
-no lo sé. Lo que sé es que no la necesitas, tú no entras en estado de implosión y tus malestares son causados por los meteoros no por el uso de tus habilidades. –
Su madre se quedó pensativa. Pudo ver la intriga en su rostro, pero no intentó indagar en el tema.
…
Lana lo había invitado a la ciudad. Nell tenía cuatro entradas para la gala de fin de año en el Museo de Arte de Metrópolis y les sobraba un boleto. Aceptó, vio en esta salida la oportunidad de acercarse a ella y hacerle preguntas que no se atrevía a hacer a sus padres.
La recepción le estaba resultando sumamente aburrida e incómoda. Rodeado de gente rica se sentía como un pez fuera del agua. Lana había centrado toda su atención en Whitney y no había tenido la oportunidad de intercambiar con ella más de dos palabras.
Nell vio su cara de aburrimiento y saltó a su rescate, lo invitó a recorrer el museo con ella. La temática de la exhibición era Imperios Antiguos. Avanzaron menos de cinco metros antes de que una dama elegante detuviera a Nell y robara su atención con una conversación que no le interesaba.
Se alejó discretamente y empezó a recorrer el museo por sí solo.
Había bustos de mármol con figuras de mujeres que supuso pertenecieron a la realeza, cerámica rota, monedas de oro. Se preguntó si en algún futuro distante así nos estudiarían a nosotros, a través de tenis rotos y relojes de pulsera.
Siguió avanzando y se encontró una armadura de pecho dentro de una vitrina. La pieza estaba adornada con pedrería y acabados de oro. Era obvio que quien la haya portado jamás peleó un batalla, no había rastros de un solo golpe en el liso y perfecto metal.
La tarjeta informativa le hizo saber que perteneció a “Alexander The Great”.
Sintió que alguien lo observaba, levantó la vista y del otro lado de la vitrina estaba el otro Alexander, “Lex”. Los ojos azules que solían escanearlo estaban fijos en él. Quedó congelado, no pudo moverse hasta que él bajó la vista. Fue Lex quien se aproximó a él y lo saludó con un simple “hey”.
-hey. –
Le contestó, aunque su voz solo fue un mudo susurro.
Estaba tan cerca de él que alcanzó a oler su perfume, el mismo que usaba aquella noche en el jardín. El que había ido a buscar a todas las tiendas de Smallville sin éxito, solo para comprar el más parecido que encontró.
Quería abrazarlo, besarlo de nuevo solo para asegurarse que aquello en verdad había sucedido.
Aquella mujer con quien lo había visto apareció de la nada y lo tomó del brazo.
-te estaba buscando. –
Después centró su atención en él.
- ¿no eres el chico de la granja. –
-sí. Clark Kent. –
La vio bajar la mano y entrelazar sus dedos con los de él.
-con permiso. -
Se excusó.
Atravesó las puertas del museo y respiró el frio aire de la ciudad. Se sintió como si fuera su primer respiro después de pasar largos minutos bajo el agua. Esa mañana había nevado, hacia tanto frio que podía ver su respiración evaporarse frente a él. Sin embargo, el rostro parecía hervirle. Sentía las mejillas calientes y sabía que, si entraba de nuevo, no sería capaz de contener las lágrimas.
Caminó hasta la parada del autobús, era casi media noche. La ciudad se veía lúgubremente vacía y desde esa lado de la calle el museo parecía pertenecer a un universo distinto.
Consideró regresar a casa y disculparse con Lana a la mañana siguiente.
Escuchó el autobús que se aproximaba y le pareció raro dada la hora y la fecha. Supuso que todo mundo estaría en casa para recibir el año nuevo.
Las luces del autobús se hicieron cada vez más grandes, en ese punto fue obvio que no iba a detenerse. Giró para correr y entonces lo vio, había un hombre en estado de ebriedad durmiendo sobre la banqueta junto a un perro. Se interpuso entre ellos y la máquina. El sonido del golpe fue ensordecedor. La gente empezó a salir del museo y desapareció antes de que alguien pudiera verlo.
…
A la mañana siguiente encontró a su padre en el granero, batallando para elevar el enorme generador en el que trabajaba.
- ¿cómo te fue en la ciudad? –
-bien, pero hubo un pequeño incidente. –
Le comentó sobre el accidente con el autobús. A su madre le mortificó la idea de que alguien lo hubiera visto, pero le aseguró que todos estaban dentro del museo.
-2-
Iba saliendo del edificio. Quedó de verse con Victoria para comer. Estar ahí, en su viejo apartamento con sus viejos amigos… era como si Smallville nunca hubiera sucedido. Su cuerpo se sentía ligero de nuevo. Había ciertas cosas que extrañaba del pueblo, pero se había prometido no pensar en eso.
Atravesaba el lobby rumbo a la entrada cuando vio otro viejo rostro conocido.
-buenas tardes Lex. –
-Phelan ¿qué trae por aquí? –
-supe que estabas de regreso en la ciudad y pasé a saludar a un viejo amigo. –
-tú y yo nunca fuimos amigos. –
-hieres mis sentimientos. Después de todo lo que he hecho por ti. Estarías muerto si no fuera por mí. –
La arrogancia del oficial siempre le molestó, pero un oficial decente nunca se prestaría a los actos corruptos e incluso criminales, que los llevaron a conocerse.
-estabas en la nómina de mi padre. Te pagaban para solucionar contratiempos, no me hiciste ningún favor. –
-no olvides que yo sé quién eres. –
-no puedes tocarme y lo sabes. –
Mientras él fuera un Luthor estaba fuera de su alcance. Era una verdad sabida que la ciudad pertenecía a Lionel.
-estoy buscando un testigo. Creo que presencio el accidente del autobús. -
Le mostró unas fotografías que parecían sacadas de una cinta de seguridad. Inmediatamente las reconoció, eran las cámaras de seguridad del museo. Las imágenes correspondían a la noche de la gala de año nuevo. En la foto que le entregó estaban él y Clark frente a frente, justo antes de que apareciera Victoria.
-no sé quién es. –
-apostaría que son amigos. –
-estás perdiendo tu toque. –
Su celular empezó a sonar y aprovechó la oportunidad para alejarse, sabía que la sola presencia de Phelan era señal de problemas. Clark posiblemente estaba en peligro.
-3-
El lunes por la mañana Lana entró a buscarlo al aula del club de periodismo. Estaba molesta por su desaparición la noche de la Gala. Tuvo que mentirle y decirle que, tras sentirse mal, su padre había ido a recogerlo. Fue evidente que no le creyó, pero no presionó con el tema.
¿Cuántas decepciones más le quedarían antes de que empezara a tomar su distancia de él?
Era consciente de que en algún punto le perdería la paciencia, y tenía derecho hacerlo. Quizá era mejor así.
El director Kwan entró al aula con la última edición del Heraldo en la mano y le dijo a Chloe que estaba fuera.
-El Heraldo es un periódico escolar, no es tu tabloide personal. Ahora con tu nuevo tiempo extra eres libre de escribir sobre lo que desees, siempre y cuando no lo hagas en las instalaciones de la escuela. –
El hombre azotó la puerta al salir.
-espera, ¿qué acaba de pasar? –
-creo que te despidieron. –
Le contestó Pete.
Chloe entró en pánico, el periódico escolar era más que créditos extra, era su personalidad.
-déjame hablar con él. Mi tía Nell ha hecho varias donaciones a la escuela. Quizá me escuche. –
No es que Chloe y Lana fueran grandes amigas, pero parecía que su relación empezaba a estrecharse.
…
Por la tarde cuando regresó a la granja algo parecía fuera de lugar, no estaba seguro de que era, pero tenía un mal presentimiento. El granero parecía diferente y tenía la sensación de no estar solo.
Caminó en silencio, prestando atención a los detalles. Había un objeto extraño en el piso, se detuvo a recogerlo. Era una placa de la policía de metrópolis. ¿cómo llegó esto aquí?
Escuchó un crujido y el generador eléctrico le cayó encima.
Lo tomó desprevenido. Ridículamente fue el susto lo que casi lo mata. Lo arrojó lejos y después escuchó los aplausos que venían del segundo piso.
-impresionante. No como lo del autobús, pero quería estar seguro. –
Un hombre desconocido empezó a bajar las escaleras. La luz por fin iluminó su rostro, nunca antes lo había visto.
- ¿Quién es usted? –
-soy tu nuevo mejor amigo, Clark. –
- ¿Cómo sabe mi nombre? –
-lo sé todo de ti. –
Le respondió con una sonrisa mientras se agachaba a recoger la placa.
-esta me pertenece. Vamos a hacer un excelente equipo. –
Le seguía sonriendo tras cada palabra, lo cual solo lo hacía ver más aterrador.
-me está confundiendo. –
-no. Hice mi tarea de camino al pueblo. Al parecer la gente especial como tú es más común de este lado de Kansas. Espers, así es como les llaman ¿cierto? –
-yo no soy un esper. –
-tú y yo vamos a hacer grandes cosas, Clark. Te veo mañana en la cafetería cara del pueblo. A las cinco, no me quedes mal. -
…
Tuvo que decirle la verdad a sus padres estaba en serios problemas. Pensó que había sido cuidadoso, que se había asegurado de que nadie lo había visto.
Su madre sugirió llamar a la policía. El hombre que lo acosaba era un oficial.
-cree que soy un esper, quizá es mejor dejarlo creer que tiene razón. –
- ¿y si quieren aplicarte una prueba biológica? –
No había pensado en ello. Su madre le había hablado sobre sus miedos de que alguien descubriera sus verdaderos orígenes. La razón por la cual seguía mintiendo a sus amigos. Toda su vida era prácticamente una mentira.
-lo siento. –
-no te disculpes, hijo. Tú no hiciste nada malo. Mañana yo voy a ir a hablar con él. Mientras tanto quiero que no pienses en esto y sigas con tu vida normal, como todos los días. –
Sabía que su padre tenía buenas intenciones, pero cómo le confesaba que su vida no había sido normal desde el día que le contaron toda la verdad.
La última tarde de su vida normal la había pasado con Pete jugando basquetbol en las canchas de la escuela. Pasaron a recogerlo en la camioneta, esa debió haber sido su primera señal.
Su padre se veía tenso y su mamá había horneado muffins de moras, que hasta entonces habían sido sus favoritos. Después de comer lo llevaron al granero y le dijeron cuanto lo amaban y cuan agradecidos estaban por tenerlo en sus vidas. En ese punto notó que algo no estaba bien, el momento se sentía como una despedida. Después vio a su madre llorar.
- ¿van a regresarme? –
Que pregunta tan más estúpida ¿A dónde? Pero entonces él no lo sabía.
Su madre lo abrazó y su padre levantó la madera del suelo. Ahí cubierto de tierra y heno, estaba el extraño objeto en forma de huevo.
Simplemente no lo registró, no encontró ninguna conexión entre aquel objeto y él. Bien podían haberle mostrado un puñado de rocas y su reacción hubiera sido la misma. Pero sabía que algo no estaba bien porque ellos se veían demasiado alterados, ¿qué veían ellos que él no podía ver?, ¿qué era lo que no comprendía?
Su vida normal había acabado.
Su padre aún era su padre y si había alguien en este mundo capaz de protegerlo, ese era él.
Asintió y salió de la cocina.
-4-
Llegó a la granja por la noche y vio la luz del granero encendida. Sabía que la guarida de Clark era ahí arriba y decidió probar suerte en el granero antes de tocar a la puerta y tener un encuentro desagradable con Jonathan.
Lo último que quería era estar a solas con él, pero conocía Phelan y sabia de lo que era capaz.
Subió las escaleras intentando no verse muy nervioso. Arriba junto a la ventana estaba Clark. Se veía triste, agobiado. Algo serio debía mortificarlo porque ni siquiera notó su presencia. Le recordó la noche de año nuevo. Entonces también parecía distraído. Resaltaba en medio de toda la gente.
Cuando lo vio caminar por la Gala dudó si en verdad se trataba de Clark. Se aproximó a él sin ser consiente de ello y cuando hicieron contacto visual…
-Lex. –
Su sola voz lo sacó de sus pensamientos.
-buenas noches. –
-pensé que seguirías en Metrópolis. –
-voy llegando. –
Debía concentrarse en el motivo de su visita y salir de ahí cuanto antes.
-escuché que presénciate el accidente del autobús frente al museo. –
- ¿Quién te lo dijo? –
-el detective a cargo fue a verme. Phelan es un viejo conocido. Es un hombre peligroso, Clark. –
- ¿lo sabes de primera mano? –
Era una pregunta retórica.
-por des fortuna sí. Llamé a un par de contactos y me enteré de que la investigación oficial ya fue cerrada. –
-no tienes nada de qué preocuparte, solo quería hacerme un par de preguntas. –
Estaba distante, pero al menos aún le dirigía la palabra.
Quizá Clark tenía razón y contra todo lo que su instinto le decía, Phelan solo quería hacerle un par de preguntas, y Clark estaba bien.
No lo necesitaba.
-ok. –
Empezó a descender las escaleras agobiado por un sentimiento de culpa que no lo graba comprender.
Llegó ahí deseando que Clark no recordara aquel momento en la planta, y parecía que su deseo se había cumplido ¿por qué se sentía tan herido?
- ¿vas a volver a Metrópolis? –
Su voz lo detuvo a medio escalón.
Quería decirle que sí, aunque fueran mentiras, crear distancia, pretender que ya no se conocían. Recuperar cierta normalidad lejos de él.
-no. –
-5-
El jueves durante clases, utilizó las instalaciones del Heraldo para indagar en el pasado de Phelan. El oficial tenía un largo historial de investigaciones internas por acusaciones de uso excesivo de fuerza y corrupción. Sin embargo, había conservado su cargo gracias a sus largos años de servicio que le habían proporcionado poderosas conexiones.
Su padre no había profundizado en detalles sobre su encuentro. Le pidió que conservara la calma y se mantuviera alejado del hombre mientras él veía como resolverlo.
El miedo en su rostro era evidente. No podía sentarse sin hacer nada mientras sus padres sufrían por culpa suya.
Chloe entró en el aula de buen humor, bromeó con él y se acomodó tras su escritorio. Instantes después llegó Lana.
-¿hablaste con Kwan, cómo te fue? –
-más o menos. –
-eso qué significa ¿Cuándo podemos publicar la siguiente edición? –
-El lunes por la mañana. –
- ¡ok! –
Chloe literalmente saltó de alegría festejando su triunfo. Lana por otro lado no parecía compartir el sentimiento.
-pero hay un pequeño detalle. Kwan dijo que solo lo permitiría si yo soy la nueva editora. –
La alegría de Chloe desapareció y acusó a Lana de intentar arrebatarle todo lo que era importante para ella. Enrojeció y las lágrimas le empaparon el rostro. Estaba enfurecida, había sido dominada por un sentimiento de impotencia.
Era como verse en un espejo.
Incluso Clark, que hasta entonces había guardado silencio, se llevó un par de reproches.
Tomó su bolso y salió del aula con la frase más hiriente que pudo haber concebido.
- ¿sabes que es lo peor? Que por un momento creí que en verdad querías ayudarme. Incluso contemple la idea de que talvez éramos amigas. Que ingenua fui. –
Era imposible no verse así mismo en ella y le hubiera gustado tener el mismo valor para gritar a los cuatro vientos lo que sentía. Aun así, fue solo voltear a ver a Lana y entender porque él se detenía.
-ella no lo dijo en serio. –
…
Por la tarde Phelan lo interceptó cuando caminaba de regreso a la granja. Emparejó el auto para avanzar al ritmo de Clark y le exigió que subiera.
Estaba decidido a ignorarlo y simplemente pretender que él no estaba ahí.
-responde cuando los adultos te hablen, estoy seguro de que tu padre te educó de mejor manera. Buen hombre, siempre pone a la familia primero. Deberías empezar a hacer lo mismo. –
Detuvo el coche, Clark se detuvo también. No había que ser muy listo para comprender la amenaza.
…
El oficial lo llevó a Metrópolis, hasta el apartamento del jefe de la división de asuntos internos, y le pidió que robara la caja fuerte asegurándole que si lo hacía no volvería a verlo.
Clark no era ingenuo, sabía que, si Phelan se salía con la suya en esta ocasión volvería por más.
Entró al apartamento, rápidamente localizó la caja fuerte, la arrancó por completo de su sitio y la dejó caer desde el quinto piso sobre el auto del oficial.
La alarma del apartamento se había activado y sabía que la policía llegaría pronto. Observó al hombre entrar en pánico y le entregó el expediente que quería en las manos, como el hombre se lo había pedido.
-espero que cumplas tu promesa. –
-cometes un error. –
Sus ojos estaban inyectados en sangre, pero era solo de coraje. Lo único especial en Phelan era su ingenio, que había que reconocer, era un hombre muy inteligente.
Gritó algo más, pero Clark ya iba demasiado lejos.
…
Por la mañana cuando bajó a la cocina encontró a sus padres desayunando. Su madre acomodó un plato para él, huevos revueltos y tocino.
- ¿a qué horas llegaste anoche? No te escuché. –
Le preguntó Martha.
-tarde. Kwan nombró a Lana la nueva editora del Heraldo y le estaba ayudando a familiarizarse con el equipo. –
- ¿Phelan ha intentado contactarte de nuevo? –
Preguntó su padre.
-no. –
Sonrió orgulloso.
-creo que Phelan ya no será un problema. –
Tomó un poco de mermelada casera y la untó sobre una rebanada de pan.
El sheriff tocó a la puerta, era un viejo conocido de Jonathan, parecía incomodo. Llevaba en las manos un documento sellado, le dijo que se trataba de una orden de cateo. Un hombre había sido asesinado en Metrópolis y los testigos lo acusaban a él, Jonathan Kent.
-es ridículo Jonathan no ha salido de la granja desde ayer por la tarde. –
Uno de los oficiales llamó a gritos por el Sheriff. Encontraron un arma debajo del asiento de la camioneta.
-eso no es mío. –
El sheriff se veía afligido.
-Jonathan estás bajo arresto por el homicidio de Huan Liu. Tienes derecho a guardar silencio. Tienes derecho a un abogado y si no puedes pagarlo el Estado te proporcionará uno. –
-él no ha hecho nada. –
Gritó Clark.
-está bien hijo. Esto es solo una confusión. Llama a Bill Ross. Toda va a estar bien. –
-voy a seguirlos en el coche. Haz lo que te dijo tu padre. Regreso más tarde. –
Intentó sonreírle, pero fue en vano.
Cuando regresó a la cocina encontró a Phelan sentado a la mesa disfrutando del tocino que había preparado su madre.
Lo tomó del cuello y lo empujó contra la pared. Por poco pierde el control.
- ¿creíste que podías traicionarme? He estado haciendo esto por años. Mi trabajo es sobre escenarios. Nunca entras a un manicomio con un plan, entras con diez. Complicas mi vida, yo complico la tuya. –
-saque a mi padre de la cárcel. Llame y diga lo que hizo. –
-tú quieres algo, yo también, pero tú tienes más que perder. No quiero más sorpresas. Voy a dejarte meditar sobre lo de anoche. Y no te alejes, te llamaré. –
…
Por la tarde, después de clases, pasó a la comisaria donde tenían a su padre. Le permitieron verlo solo por unos minutos.
Ver a su padre esforzarse por aparentar que las cosas estaban bien lo destruyó. Sabía que todo era su culpa, era consciente del papel que había jugado en toda esa espiral que había dejado a su padre en la cárcel.
Necesitaba limpiar su conciencia y contarle toda la verdad.
Le confesó que había vuelto a ver a Phelan, que había ido con él a Metrópolis y que le ayudó a robar unos documentos confidenciales de un apartamento.
Estaba avergonzado, pero había hecho todo eso pensando que así iba a protegerlos.
-no puedes proteger a nadie mintiendo. Este es el juego de Phelan, hijo. Conoce tus miedos y los va a usar en tu contra, pero no puedes ceder y tampoco puedes bajar a su nivel porque una vez que cruces esa línea, no podrás regresar. –
-6-
Esa tarde Victoria llegó a la mansión sin previo aviso. Lo encontró en la oficina perdido en el trabajo que se le había acumulado mientras estuvo ausente.
Se recargó en el marco de la puerta y tocó en la madera con los nudillos, llamando su atención.
- ¿qué haces aquí? –
-vaya recibimiento. –
Le alegraba verla, definitivamente. Estos días difíciles ella había sido su roca sin siquiera saberlo, pero ya no la veía como antes. Sabía lo que ella buscaba en él y ya no compartía sus sentimientos.
-pensé que habías regresado a la ciudad para quedarte. Desapareciste sin siquiera despedirte. –
-tenía que volver a mis obligaciones. –
La vio aproximarse y rodearlo. Lo abrazó por la espalda que era una costumbre de ella, y le dejó un beso en la mejilla.
-tu lugar es en Metrópolis. Sabes tan bien como yo, que Lionel solo te tiene aquí para sacarte de su camino. –
- ¿y condujiste hasta acá para decirme eso? –
Se enderezó, empujó la laptop y se sentó en el escritorio frente a él. Cruzó las piernas y una de sus rodillas le quedó justo frente a los labios. Lo estaba provocando.
Lo observó como si buscara algo en sus ojos, pero no dijo nada.
Le siguió el juego y le dejó un beso en la rodilla. No tenía intenciones de llevar las cosas más lejos, pero no podía resistirse a un reto.
-7-
Todo se había salido de control, había arruinado las cosas hasta el punto de no retorno. No lograba comprender en qué momento inició su infierno. ¿cómo era posible que esto le sucediera a él, a su padre? ¿no se suponía que las cosas malas no sucedían a la gente buena? Toda su vida se había comportado de la forma correcta esperando lo mismo de todos los demás. De qué habían servido sus sacrificios si un día simplemente iba llegar un criminal a arrebatarle todo.
Pasaron por su cabeza las peores ideas, cosas que deseaba hacer a Sam Phelan, aun así, sabía perfectamente que no iba a hacer nada de eso. Phelan podría ser un monstruo, pero él era hijo de Jonathan Kent y lo criaron para ser un hombre íntegro a pesar de todos los Sam Phelan de este mundo.
Sus habilidades no iban a poder salvarlo en esta ocasión, era hora de pedir ayuda.
Cuando llegó a la mansión le dijeron que Lex estaba en la oficina. Estaba nervioso por verlo, pero en su último encuentro las cosas salieron mejor de lo que había imaginado. Ninguno de los dos mencionó nada y supuso que pretenderían que aquello no sucedió y continuarían con sus vidas. Al final era mejor así. Era obvio que el beso de Lex no tenía tintes románticos, o había intentado darle guía o había intentado sanarlo, pero no era porque se sintiera igual que él.
Atravesó la puerta y la vio a ella sentada sobre el escritorio frente a él.
-lo siento. –
- Clark, espera. –
Su voz lo detuvo justo en medio de la puerta.
Lex se puso de pie y ella se levantó del escritorio para ocupar la silla giratoria. Era como si se hubiera convertido en su sombra, donde estaba Lex estaba ella. La odiaba y no tenía motivos para hacerlo, no le había hecho absolutamente nada.
- ¿estás bien? –
-sí, solo pasé a saludar. –
Intentó sonreír y hacer su ruta de escape.
-espera. –
Volvió a detenerlo.
-déjalo ir. Debe tener mil cosas que hacer. –
Si las miradas mataran hubiera perforado un orificio en la frente de Victoria. Y debió haber sido demasiado obvio porque ella lo notó.
- ¿todos los niños del pueblo tienen tan mal carácter como tú? –
-no soy un niño. Cumplí dieciocho años en octubre. –
Volteó a ver a Lex como si esa última afirmación fuera para él.
-no lo sabía. –
De nuevo se quedó serio. Había olvidado que lo había llevado ahí, pero ya no importaba. Quería irse, lo necesitaba. La sangre le estaba hirviendo de nuevo, podía sentir el calor en el rostro.
Sabía que habían estado haciendo antes de que los interrumpiera. El corazón le bombeaba a mil por hora.
-tengo que irme. –
-no, espera. Victoria, déjanos solos. –
La vio levantarse y dirigirle una de esas miradas asesinas que él le había dirigido a ella antes. Salió y cerró la puerta de la oficina. Lex sirvió agua para ambos y se recargó en el borde del escritorio.
No pudo sostenerle la mirada un instante más.
-hacen una linda pareja. –
-Clark, escuché lo de tu padre. Yo sé que él no hizo nada. –
-no es por eso por lo que estoy aquí. –
Pudo escuchar su propia voz quebrarse cuando le respondió.
- ¿fue Phelan, cierto? Puedo ayudarte. –
Lex no le había hecho nada, más sin embargo estaba herido y no quería verse vulnerable frente a él.
- ¿por qué me besaste? –
Las palabras abandonaron su boca en un instante tan breve, que cuando quiso recuperarlas fue demasiado tarde. Se arrepintió al instante. Había roto el cristal que contenía el espejismo de calma dentro de su extraña relación a la que llamaban amistad. Este en verdad era un punto de no retorno.
Lex palideció un poco, se llevó la mano al rostro y después regresó a su silla. Se sentó tras el escritorio y se quedó pensativo. No hizo contacto visual con él.
Quería irse, pero su cuerpo se negaba a obedecerle.
-quieres que te cuente mi secreto, pero tú no tienes intenciones de contarme el tuyo. –
¿Lex lo sabía?, ¿desde cuándo?, ¿qué tanto sabia?
Exhaló.
-tras la lluvia de meteoros experimenté unos cambios. Solía ser un niño muy enfermo y de repente ya no lo era. Todos mis males simplemente desaparecieron.
A mi padre le fascinó la idea de que tal vez era un super humano y una vez que las pruebas biológicas estuvieron disponibles se aseguró de que fuera uno de los primeros en recibirlas. –
Su mirada se había perdido a lo lejos. Le recordó aquella noche en el garaje, el día que Cassandra murió.
-los resultados llegaron inconclusos. Lo cual realmente no era extraño durante la etapa temprana de las pruebas. Pero el laboratorio adjuntó una nota recomendando la toma de una segunda muestra. Tenían razones para sospechar que el sujeto analizado se trataba de un Guía. –
Sonrió a un perdido en sus recuerdos.
-podrás imaginar la reacción de mi padre, “Ningún Luthor es servicial” y ahí acabó el asunto. –
Hizo contacto visual con él.
-se aseguró de que no quedara ningún registro de que aquello sucedió.
Yo no estoy certificado, no he recibido ninguna clase de entrenamiento y hasta antes de conocerte nunca había dado guía. -
-yo no soy un esper. –
Su respuesta fue mecánica. Fue lo que escuchaba de sus padres siempre y lo que se repetía todos los días.
La decepción en el rostro de Lex fue ensordecedora.
-no lo soy. –
Repitió en un tono más bajo.
Lex bajó la mirada, era obvio que no le creyó.
-de acuerdo. –
Jaló la laptop de nuevo a sitio, exhaló profundamente y volteó a verlo. Iba a decirle algo, pero se arrepintió. Le dio envidia que él si pudiera contener sus palabras. Después le sonrió. Era esa misma sonrisa que él había tenido cuando lo vio por primera vez con Victoria.
-será mejor que me vaya. –
Esta vez no lo detuvo.
…
Esa noche Phelan regresó a la granja como había prometido. Le dijo que el único que podía deshacer todo lo que había sucedido era él, y para que eso pasara Clark tenía que hacer lo que le pedía.
Fueron a Metrópolis. Lo llevó al Museo de Artes y se estacionó en la esquina.
-dado que arruinaste las posibilidades de salvar mi carrera, vas a tener que ayudarme a cobrar mi fondo de retiro. –
-no entiendo. –
-la armadura de Alexander. La vas a robar para mí. –
Subieron al techo del edificio usando la escalera de emergencia. Desactivaron la alarma que corría por una de las cajas de fusibles en el exterior y después desconectaron las cámaras del salón mayor.
Phelan había conseguido los planos del museo en la oficina del intendente. Conocía el sitio mejor que el arquitecto que lo diseñó, o al menos eso fue lo que le dijo.
Llamó al mueso y dijo que tenían dos minutos para salir, pues había una bomba en el edificio.
Clark escuchó a los guardias corriendo apresurados, rompió la cerradura de la puerta de la azotea y entraron al lugar.
Phelan lo llevó por la chamarra en medio de la oscuridad, hasta la vitrina que contenía la armadura con un valor de diez millones de dólares. Se erigía firme como aquella noche, obscenamente ostentosa. ¿qué sabia su dueño de verdaderas batallas?
Del otro lado de la vitrina solo había oscuridad.
- ¿qué esperas? Rómpela. –
Rompió la reja metálica que protegía la vitrina y después el grueso cristal antibalas.
Phelan lo empujó y tomó la pieza con sumo cuidado, como si se tratara de un recién nacido. La acomodó con delicadeza en una maleta y la cerró.
Clark escuchó las sirenas en el exterior. Las luces rojas y azules se escabulleron dentro del salón. Usó su visión de rayos x y descubrió un grupo de oficiales que empezaba a agruparse junto a la entrada. Literalmente estaban a unos metros de ellos.
Phelan desactivó la alarma, pero llamó avisando que había un bomba en el edificio. El resultado fue el mismo.
Tomó la maleta y la arrojó atreves de los altos ventanales. Incluso pudo cerciorarse de que cayó junto a los oficiales.
- ¿Qué diablos haces? -
-quizá pudiste explicar lo de asuntos internos, pero tus huellas están por toda la armadura. –
El hombre no pudo contener la ira, levantó el arma y le disparó en dos ocasiones.
Salió corriendo y no se detuvo hasta que estuvo a las afueras de la ciudad. Intentó calmarse, se revisó minuciosamente, no sentía dolor.
Una vez en su habitación confirmó que en verdad Phelan no lo había herido.
…
Su padre fue liberado al día siguiente. Nadie se disculpó con ellos, les dijeron que así eran las cosas y que habían tenido suerte.
Jonathan tenía una coartada solida, no solo había pasado la tarde en casa con Martha, había estado al teléfono con la compañía de seguros intentando que les remplazaran el generador eléctrico. La compañía grababa las conversaciones.
Los testigos empezaron a contradecirse y uno de ellos confesó que había sido coaccionado por Phelan. Había rotó su libertad provisional y el oficial había amenazado con encerrarlo de nuevo.
Por último, el arma en la camioneta de su padre no tenía ni una sola huella digital. Quien sea que la había plantado la había dejado totalmente limpia, pero se olvidaron de las municiones y las huellas en las balas no coincidían con las de Jonathan.
Un par de días después vio en los diarios que un oficial suspendido había sido abatido por la policía cuando intentaba robar el Museo de Metrópolis. No lo compró, leer el encabezado había sido suficiente. Phelan no volvería a molestarlo.
-8-
Recibió un email marcado como importante, el remitente era la fundación que administraba el Museo de Metrópolis. Le informaban del incidente que se había generado en el museo unos días atrás. Le resumieron un informe detallado y le hicieron saber que las gestiones para el cobro de los seguros ya habían iniciado. Aun así, el daño a la pieza de su propiedad había sido menor y la restauración debía quedar a más tardar en tres semanas.
También le informaron que tenía derecho a acceder a las cintas de seguridad si lo deseaba. Pero las cámaras habían sido desactivas de las 20:23 a las 20:35 que fue cuando se dio el intento de robo.
Al fondo del escrito venía un usuario y una contraseña.
Accedió al sistema del museo y empezó a revisar las cámaras del Salón Mayor desde las 20:20 hasta que la pantalla se puso negra. Cuando volvió a encenderse, la hora en la esquina marcaba 20:35. Después revisó las cámaras de los pasillos, le pareció ver algo en el pasillo B1 a las 20:27. Retrocedió el video unos segundo y le volvió a dar en reproducir. Era una mancha borrosa que pasaba a gran velocidad, era imposible decir con certeza qué era, pero reconoció los colores. Era la ropa que llevaba Clark la última vez que lo vio.
“yo no soy un esper”.
Clark no confiaba en él.
Descargó una copia del video. Observó la imagen congelada en la pantalla, era imposible confírmalo, pero tenía la seguridad de que se trataba de él.
Arrastró el cursor hasta la esquina del reproductor en el sitio web.
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Chapter 9: HÉROE
Summary:
Este capítulo está basado en el episodio 13 de Smallville: Kinetic.
Chapter Text
HÉROE.
-1-
Lana y Chloe habían hecho las pases. En realidad, Lana había conseguido que Kwan reinstalara a Chloe como editora del Heraldo y Chloe se disculpó lo mejor que pudo. Al final las dos continuaron como si aquello nunca hubiera sucedido, aun cuando ambas seguían heridas.
Chloe le había estado insistiendo en que le consiguiera una entrevista con el empresario, y presionó tanto que terminó accediendo.
Pedirle ese favor a Lex fue incomodo, le sorprendió que aceptara a la primera. Su relación aún estaba extraña, no había vuelto hacer lo que era antes, pero al menos aún se hablan y mantenían cierta cordialidad. Extrañaba lo que habían tenido y se odiaba por atreverse a desear algo más.
Y ahí estaban los tres, en el segundo piso de la mansión, en la oficina de Lex.
Se había sentado junto a la ventana, tan lejos de él como le fue posible. Intentó distraerse con los títulos de los libros, con la decoración de la habitación, el patrón geométrico de la alfombra. Pero de tanto en tanto sus ojos volvían a posarse sobre él.
Lex estaba entretenido con Chloe, respondiendo a sus preguntas con buen humor. Envidió su calma, quería también ser indiferente y poder actuar como si aquello nunca hubiera sucedido.
Afuera las farolas iluminaban el jardín, era tarde. Lex había hecho un espacio en su apretada agenda para recibirlos. ¿por qué seguía haciéndole favores? ¿acaso no le había dado ya suficientes motivos para odiarlo?
- ¿y qué fue finalmente lo que motivó la toma de rehenes en la planta durante el pasado mes de diciembre? -
Chloe no pretendía tener ninguna consideración reciproca con él. Sus preguntas eran concisas y directas. Hoy podría tratarse del periódico escolar, pero definitivamente en un futuro cercano, llevaría su nombre a las grandes cadenas de noticias.
El secretario interrumpió la entrevista salvando el pellejo de Lex. Se excusó para atender una llamada importante en el estudio y los dejó solos.
-que conveniente. –
-no seas tan agresiva. Nos está haciendo un favor. –
-la gente necesita saber la verdad, Clark. –
Chloe se puso de pie y empezó a revisar el contenido de los estantes, que ciertamente no era mucho. La decoración era minimalista y lo poco que estaba a la vista se componía de reliquias y estatuillas de civilizaciones que no reconocía. Se aproximó a ella, se sentía responsable de sus acciones.
En uno de los estantes altos, tras una vieja vasija, había una pequeña fotografía en un marco de plata. Nadie se lo dijo, pero sabía que era Lillian, tenía sus mismos ojos, su sonrisa también se parecía a la de él. Era hermosa, estaba seguro de que había sido una madre amorosa y si estuviera viva seguramente se llevaría bien con su mamá.
La idea de que fueran amigas lo hizo sonreír.
Finalmente notó el silencio, se giró y descubrió que Chloe no estaba por ningún lado. Salió al pasillo buscándola, intentando no hacer ruido. Ya no sentía la cómoda familiaridad que la mansión le había brindado antes.
Chloe salió por una de las puertas frente a él y entró en otra de las habitaciones.
- ¿qué haces? Regresemos a la oficina. –
-estoy segura de que oculta algo ¿viste como evitó responder esa pregunta? A puesto a que no hay ninguna llamada importante. –
-Chloe, por favor. Regresemos a la oficina. –
Insistió visiblemente mortificado.
Al final aceptó. De mala manera, pero volvió con él.
Entraron a la oficina y tropezó con algo en el suelo, eran un par de bolsas militares. No estaban ahí unos minutos atrás.
- ¿Lex? –
Unos hombres aparecieron de la nada y lo sujetaron. Intentó forcejear con ellos, pero se sentía muy débil. Chloe estaba frente a él, aterrada. No tenía fuerzas para protegerla, “corre” intentó advertirle.
Un tercer individuo apareció junto a ella, literalmente se materializo del aire como si se tratara de un fantasma y la arrojó por la ventana.
- ¡Chloe! -
…
A la mañana siguiente Lex hizo presencia en el hospital donde estaba Chloe.
La noche anterior desapareció tras recibir la dudosa llamada importante y ya no lo volvió a ver. Fue su jefe de seguridad quien entró a la oficina a auxiliarlos. Se aseguró de que trasladaran a Chloe al hospital y lo llevó a él a su casa.
- ¿cómo estás? –
-a mí no me pasó nada. Me preocupa Chloe. –
-ya hablé con su padre. Planeo trasladarla al hospital de Metrópolis y asegurarme de que reciba la mejor atención médica. –
- ¿qué pasó anoche? –
-no lo sé. Estaba en una llamada con mi Padre cuando Max nos interrumpió y me llevó al bunker. –
- ¿Max es tu guardaespaldas? –
-sí, mi padre insistió en que aumentara mi seguridad tras el incidente con Earl. -
Todo lo que sabían era que se había tratado de un robo. Era solo uno más en la larga lista de incidentes que se habían reportado en Smallville en las últimas semanas. La policía sospechaba de un mismo grupo criminal. Incluso el banco del pueblo estaba entre sus víctimas, habían activado la alarma de la bóveda, pero esta no parecía haber sido forzada.
- ¿la policía tiene algún rastro de las cosas que te robaron? –
Lex esquivó su mirada.
-no lo reporté. –
- ¿por qué no? los vi salir con dos maletas. –
-Eso no importa. Voy a encontrar a los que hicieron esto y te aseguro que se arrepentirán de haber lastimado a Chloe. –
- ¿qué quieres decir? –
-ve a tu casa a descansar. Yo me voy a hacer cargo del resto. –
Se marchó sin despedirse.
Había tanta determinación en su mirada que en el fondo sintió miedo. Pudo ver un destello de aquel Luthor que describía su padre.
Lex se había rehusado a involucrar a la policía y dijo que él se haría cargo. ¿Qué planeaba hacer que no quería que las autoridades se vieran envueltas?
Chloe estaba en la cama frente a él, aun inconsciente. Tenía un brazo roto y una contusión.
Esos hombres en verdad se materializaron en el aire, surgieron de la nada y lo sometieron como si se tratara de un niño. No, como a un animal indefenso.
La sensación fue similar a lo que le sucedió con Earl ¿acaso eran estos un nuevo tipo de esper? Las cosas empezaban a complicarse.
…
Regresó a casa, no porque Lex se lo hubiera dicho sino porque no tenía otro lugar a donde ir. Seguía culpándose por lo sucedido. Era consciente de que las acciones de esos criminales eran ajenas a él, pero fue también él, su arribo y los meteoros lo que les dieron origen. No podía sacudirse el inmenso sentido de responsabilidad que llevaba en los hombros.
¿y si este era realmente un nuevo tipo de esper? ¿cómo iba a detenerlos si ni siquiera podía acercarse a ellos?
Caminó lejos de la casa hasta donde se extendían la propiedad de la familia. Aun había un par de vacas a la vista.
Le pasaron mil cosas por la cabeza, cosas que no podía hablar con sus padres, que no podía hablar con nadie. De nuevo estaba solo, ahogándose con la montaña de secretos que lo definían como persona. No podía decirle a Lex la verdad porque la nave bajo el granero no era solo su secreto, también pertenecía a sus padres. No podía decirle a sus padres sobre sus sospechas y su extraña relación con Lex por el mismo motivo.
Se dejó caer bajo el manzano.
Chloe estaba herida, tenía una ligera inflamación en el cerebro. Un esper la atacó frente a él y no pudo hacer nada para evitarlo ¿cómo rayos, no iba a culparse?
Dio un cabezazo al tronco del árbol tras él. Escuchó el crujido, las vacas corrieron y el manzano le cayó encima. Se quedó bajo las ramas, quieto, necesitaba un momento para respirar. El peso del árbol lo hacía sentir como si alguien lo abrazara, era agradable.
-2-
Había estado toda la mañana al teléfono con la empresa encargada de su seguridad. Había sido atendido personalmente por uno de los administrativos, pero el trato preferente no atenuó en lo absoluto su ira. Desembolsaba una inmensa suma mensual para asegurarse de no experimentar eventos como el de hacia un par de días.
La empresa se excusó asegurándole que en Smallville la situación era excepcional, y para poder garantizar su integridad necesitaría otro tipo de seguridad. Volvió a negarse como lo había hecho la vez anterior. Lo último que necesitaba era estar rodeado por más espers.
Colgó la llamada aun encolerizado y cuando levantó la vista, frente a él encontró un hombre vestido de negro, con un pasamontañas sobre el rostro. Dos más hicieron su presencia, así como dijo Clark, se materializaron en el aire.
El que apareció primero parecía ser el líder. Le dijo que entre los objetos que se habían llevado encontraron un disco.
-le has estado robando dinero a papi. –
No respondió.
Uno de ellos desapareció frente a sus ojos, solo para volver a aparecer a su lado y golpearlo en el abdomen. Lo tomó por sorpresa, cayo de rodillas al suelo envuelto en dolor.
-lo que no entendemos es para que necesitas un acelerador de partículas. –
Levantó el rostro.
-pero lo entenderemos cuando hablemos con la persona correcta, o con los medios. A puesto a que la gente del Diario El Planeta pagaría muy bien por una copia. –
- ¿qué es lo que quieren? –
-un millón de dólares. –
El líder de la banda le entregó un celular y le dio indicaciones para que los contactara una vez que tuviera el efectivo. Le dio un plazo de treinta y seis horas y desaparecieron.
-3-
Pasó a la tienda de los Fordman por el microondas que había encargado su madre. Le sorprendió ver a Whitney trabajando en la tienda. Llevaba uniforme y gafete, parecía de mal humor.
- pensé que estarías entrenando con el resto del equipo. –
- ¿has pensado en lo grandioso que será pasar toda tu vida en Smallville cuidando la granja de tus padres? –
- ¿estás bien? –
Resulta que a Whitney le habían negado la beca para la universidad de Kansas y aun no se lo decía a Lana. No solo eso, la salud de su padre no mejoraba y le parecía ver su futuro en él. Pasaría el resto de sus días trabajando en la tienda de la familia hasta que le diera un infarto, como a su padre. Quedaría en cama antes de cumplir sesenta años y la amargura y la hostilidad reinarían en su vida hasta el último de sus días.
-lo siento. –
Whitney se alejó para atender a otro cliente y Clark fue auxiliado por otro de los empleados.
Levantó la vista buscando al mariscal de campo. Le mortificaba saber por todo lo que estaba pasando. No era el único con problemas.
Cuando lo localizó vio que le entregaba un par de tenis a un hombre alto. Los tatuajes en los brazos del hombre se le hicieron familiares. El incidente sucedió muy rápido, pero juraría que se parecían a los tatuajes del hombre que lo había atacado la noche del robo a la mansión.
Le entregaron el microondas y salió de la tienda sumergido en la duda, pero no podía regresar y preguntar a aquel hombre si era el mismo que lo había atacado. De momento no había nada que él pudiera hacer y el tener que mantenerse estático lo estaba enfermando.
Subió a la camioneta y se puso en marcha. Se detuvo en la esquina donde la señalización le marcaba el alto, vio un par de peatones cruzar la calle y unos metros adelante vio el letrero del banco. “La alarma de la bóveda se activó, pero no parecía que la hubieran forzado”, esas fueron las palabras de Lex.
El coche de atrás presionó el claxon un par de veces. Se había distraído, avanzó unos metros y estacionó la camioneta frente al banco. Pretendió buscar algo en la guantera y después fijó la vista en el edificio, a través de las paredes, más allá de las oficinas. Los gruesos muros metálicos de la bóveda quedaron frente a él y ahí entre el metal estaba claramente un brazo humano cercenado. La imagen lo aterró, se llevó las manos a la boca para no gritar, estaba temblando. Necesitaba asegurarse de que lo que había visto era real, pero no quería hacerlo. Respiró profundamente, levantó la vista despacio y se enfocó de nuevo en aquel sitio. No había lugar a dudas aquél era un brazo.
…
Cuando supo que Chloe despertó fue a visitarla. Le sorprendió encontrarla de buen humor, era obvio que estaba lidiando con mucho dolor, pero se esforzaba porque él no lo notara.
Hablaron sobre la habitación privada que le había conseguido Lex y el hecho de que todos la trataran como si ella también fuera un Luthor, podría acostumbrarse. Hablaron sobre la escuela y sobre como Kwan debía estar disfrutando estos días libres de ella. Por ultimo hablaron sobre la noche del robo, Chloe no recordaba mucho, pero recordaba el tatuaje de telaraña en el brazo del hombre que la atacó. El hombre que atacó a Clark también llevaba uno, idéntico al del hombre que vio en la tienda de los Fordman.
-4-
Nell había puesto en venta el edificio del Talón y, aunque particularmente no le interesaba, hizo una oferta por él. Primero que nada, no era una mala inversión, el pueblo estaba creciendo y una propiedad en esa zona pronto duplicaría su valor. Como segundo punto, le interesaba tener una buena relación con ella, Nell era a Smallville lo que los Luthor eran a Metropolis. Si bien su fortuna no era comparable, la influencia que la empresaria tenía en el pueblo no podía subestimarse.
Con lo que no contó era con Lana. La joven solicitó una audiencia con él para discutir temas relacionados al inmueble. Le dijo que era un edificio histórico, que era importante para ella porque sus padres se habían conocido ahí. Desvarió sobre los gloriosos años del Talón y sobre cómo le gustaría que volviera a ser así.
Le pareció ingenua, pero no podía decirle eso, además era solo una adolescente, si había un momento para ser ingenuo, definitivamente era ese. Lana no le desagradaba, pero la compraventa del Talón era un negocio no una obra de caridad.
- ¿piensas seguir con tus planes y demolerlo? -
-no me has dado una buena razón para no hacerlo. –
-5-
Ese sábado por la mañana pasó a la tienda de los Fordman buscando a Whitney, pero el joven se negó a hablar con él, le pidió que lo dejara en paz y ante la insistencia de Clark, lo acusó de intentar robarle a Lana.
- ¿crees que no me doy cuenta? Todo el pueblo sabe que mueres por ella. –
-no sé de que me hablas. –
-aléjate de mí. –
Entendía a Whitney, o al menos creía que lo hacía, pero no podía dejarlo en paz. Sabía que esos hombres que habían estado en la tienda ahora lo frecuentaban, vio el tatuaje fresco en su brazo, era una telaraña. Todos sus instintos gritaban peligro y era obvio que Whitney no iba a escucharlo.
Pasó a la escuela y uso la llave de Chloe para ingresar al club de periodismo. Buscó en los sitios de siempre información sobre otros robos, sobre arrestos, sobre posibles sospechosos, testigos y tatuajes de telarañas. Nada útil.
El pueblo era pequeño, lo había sido siempre. No había muchas opciones educativas, las probabilidades de que alguno de ellos fuera a la preparatoria de Smallville eran altas.
Recordó que escuchó a aquel hombre decirle a Whitney que había jugado beisbol, bendito super oído. Y ahí estaban los tres en el anuario del noventa y dos, con futuros brillantes que fueron consumidos por las drogas.
…
Una pequeña voz en su cabeza le decía que lo que hacía estaba mal. Sentía que estaba traicionando a Whitney, pero no tenía muchas opciones, el mariscal de campo no confiaba en él y no quería su ayuda. Quizá era un acto egoísta para redimirse por no haber podido proteger a Chloe, aun así, era lo correcto. Además, antes de todo lo anterior, Lana era su amiga y merecía la verdad.
La joven abrió la puerta después de que tocara por segunda vez. Se veía molesta.
- ¿estás bien? –
-sí. –
Intentó sonreír.
- ¿en serio? –
-no. –
Se sentó en la banca junto a la entrada.
-Nell va a vender el Talón. Parece que Lex lo va a adquirir, es casi un trato cerrado. Mis padres se conocieron ahí y Lex planea demolerlo para construir un estacionamiento. –
-lo siento. –
De nuevo intentó sonreír como por acto de reflejo.
-ayer hablé con él. Intenté convencerlo de darle una segunda oportunidad. Dijo que era un negocio, no caridad. Lo peor es que tiene razón. –
-lo siento. –
Repitió en un tono más bajo.
- ¿qué te trae por aquí? –
Más malas noticias. ¿Cómo le contaba lo que le tenía que decir?
-es Whitney. -
Hablaron por un largo rato. Clark le informó sobre sus sospechas y lo que había encontrado sobre aquellos hombres, tanto en la escuela como otros sitios de internet. Por último, y aunque lo consideró bastante, le confesó que Whitney no había conseguido la beca. Estaba pasando por un momento difícil y a eso se agregaban más malas noticias. La depresión lo convertía en una presa fácil para esos criminales.
Odiaba poner toda esa responsabilidad en ella, pero Whitney necesitaba alguien de confianza en quien apoyarse.
Toda esa información había sido un golpe duro, el desánimo se reflejó en sus ojos.
-Lex no te dijo que no. Quizá si planteas la idea en sus términos ambos consigan lo que quieren. –
-lo conoces bien. –
Era una afirmación.
No lo sé.
Recordó el frio en sus ojos cuando le dijo que él se haría cargo de todo.
Su padre le había estado advirtiendo, desde el día que se conocieron, que los Luthor no eran de fiar. Más sin embargo él no había encontrado un solo motivo para desconfiar de Lex. Llegó a estar tan convencido de que su padre estaba errado, que su confianza en Lex era casi absoluta. Y el día que vio ese atisbo en sus ojos sintió miedo, una parte de él se preguntó si quizá quien había estado equivocado todo este tiempo, era él y no su padre.
-6-
Esa noche llegó al sitio acordado para hacer el intercambio del dinero con aquellos criminales. Ni bien estacionó el auto, el viejo celular sonó, y el líder del grupo empezó a darle instrucciones sobre hacia dónde dirigirse para cerrar el trato.
Toda el área era lúgubre, había sido el sector comercial hasta un par de años atrás cuando movieron las bodegas a las orillas del pueblo, dado que los vecinos se quejaban de la contaminación y los malos olores. Lo que quedaba del lugar eran bodegas en mal estado, locales a medio caer y un tétrico etc., etc.
Siguió las instrucciones que lo llevaron a un antiguo refrigerador industrial. Era un pequeño almacén con ganchos de acero que colgaban del techo, olvidados por algún viejo carnicero. Le sorprendió que el sitio aun contara con electricidad. Estaba frio y la puerta se cerró tras de él, no había una manija por dentro.
Los extorsionadores aparecieron de la nada como lo habían hecho antes e intentaron arrebatarle el maletín. El líder lo atacó y uno de ellos empezó a protestar aterrado, como si no supiera para que estaba ahí. El hombre lo tomó del cuello, le costaba respirar. Realmente estaba en problemas, no se le ocurría ni una sola forma de salvar su vida. Todo lo que escuchaba era al cuarto tipo gritar que se detuvieran, el zumbido en sus oídos que era cada vez más alto y los latidos de su corazón que parecían no llevar un ritmo.
Cayó de rodillas, porque las piernas ya no podían sostenerlo y se preguntó cuáles eran las decisiones que lo habían llevado ahí. En algún punto de su vida había sido solo un niño que se refugiaba en los brazos de su madre. ¿Cómo había terminado en un congelador siendo ahorcado por un hombre al que no conocía, mientras intentaba recuperar algo que era suyo?
La puerta se abrió de golpe y ellos desaparecieron. Cayó tendido sobre el piso, inhalando aire tan a prisa que los pulmones le dolieron. Logró incorporarse y volteó a la puerta solo para ver a Clark luchando por ponerse de pie.
No sabía cómo lo había encontrado o qué había estado haciendo hasta entonces, pero se veía peor que él. Definitivamente necesitaba guía. Lo ayudó a levantarse y salieron de la bodega rumbo al carro. Su amigo estaba muy débil, literalmente iba arrastrando los pies. Al menos esta vez seguía consiente.
- ¿qué hacías con esos tipos? –
Lo increpó Clark.
Le costaba creer que tuviera energía para interrogarlo. Literalmente lo iba cargando y su amigo no era ligero.
-me están chantajeando. –
Reconoció. Y se sintió agradecido de que la posición en la que iban no le permitiera mirarlo a los ojos. Sin embargo, tenía la seguridad de que lo estaba juzgando.
-vine a entregarles el dinero que me pidieron. –
Clark se detuvo. No era que hubiera estado ayudando mucho, pero Lex no podía moverlo por sí solo.
-me robaron un disco con información confidencial. No es nada ilegal, pero no quiero que sea del dominio público. –
¿por qué le estaba dando explicaciones? ¿realmente era eso necesario?
Se empezaba a sentir ansioso.
- ¿por eso no quisiste involucrar a la policía? Ellos lastimaron a Chloe. –
La acusación le llegó como agua fría. Clark estaba preocupado por Chloe no por él. Eso debería alegrarle, despejaba sus dudas y no tendría nada de qué preocuparse. Entonces ¿por qué sentía como si le acabaran de arrebatar algo muy preciado?
No le contestó. Abrió la puerta y le ayudó a sentarse. Esquivó su mirada. Aquello era incomodo y temía estar siendo demasiado obvio.
Caminó alrededor del auto y se dio un instante para respirar. Sonrió porque no podía creer que aquello le estuviera afectando. ¿y qué si Clark no tenía sentimientos por él? ¿no era eso lo que quería?
Entró al coche y lo encendió. Seguía ignorando a Clark como si el asiento de al lado fuera vacío. Tomaron la carretera principal y le preguntó que si a donde quería que lo llevara.
-a mi casa. –
-pero necesitas atención médica. –
-voy a estar bien. –
Seguía molesto.
El silencio volvió a reinar en la cabina por el tiempo que duró el viaje. Siempre que estaba con Clark parecía que el tiempo se esfumaba frente a sus ojos, esta vez los minutos se le estaban haciendo eternos.
La granja de los Kent ya no estaba lejos, podían ver las luces del porche encendidas. Iba a dejar a Clark en su casa a que sufriera los efectos de la intoxicación. Quizá sus padres lo obligaran a ir al centro y una chica linda, como Lana, le daría guía.
Detuvo el auto. Clark volteó a verlo, pero no dijo nada.
-dame la mano. –
- ¿qué? –
-no preguntes, no digas nada, solo dame la mano. –
Clark levantó ambas manos y Lex le tomó la izquierda como si estuviera ayudando a un niño a cruzar la calle. Apagó las luces del auto, se quedaron ahí a contemplar las estrellas y a escuchar las vacas mugir a lo lejos.
El silencio incomodo se convirtió en un momento mágico. Odiaba que dar guía se sintiera tan bien, y se preguntó si para Clark también se sentiría así. Volteó a verlo. El muchacho tenía los ojos fijos en él, lo veía de esa forma que lo ponía nervioso y lo hacía imaginar cosas que no debían ser.
-7-
- ¿quieres escuchar música? –
Le preguntó
-seguro. –
Lex estiró la mano izquierda sobre el volante, en una posición que se veía incomoda y encendió la radio. Intentó buscar una estación, pero aquello le resultó difícil. Entrelazó sus dedos con los de él y jaló su mano hasta el panel de control.
Clark fijo los ojos en sus manos, unidas como las de los enamorados. Se preguntó si Lex podía sentir los latidos de su corazón en ella.
Había encontrado algo que le satisfacía, subió un poco el volumen y se recargó en el asiento.
¿sería mucho pedirle que se quedaran así toda la noche?
Los ojos azules volvieron a fijarse en él. Definitivamente debió haber sentido eso; su corazón se saltó como tres latidos.
- ¿tú qué hacías ahí esta noche? –
-pensé que no íbamos a hablar. –
-de eso sí. –
La sonrisa de Lex acabó con el rostro serio. Si supiera como se miraba al sonreír seguramente lo haría todo el tiempo. Le sentaba bien.
- ¿entonces? –
- ¿mm? –
- ¿qué hacías ahí? –
-estaba siguiendo a Whitney. Se enredó con esos tipos. Quiero ayudarlo. –
-Clark salvando al mundo. –
Las bocinas empezaron a sonar con una canción conocida. Había estado sonando en todas las estaciones desde hacía semanas, pero Clark decidió creer que era el destino. Ahí estaban los dos sujetados de la mano, escuchando esa canción. No dijo nada, pero no era necesario, Lex también estaba ahí y de momento eso era suficiente.
…
Despertó antes de las siete, debió haber dormido solo un par de horas. Llegó a su habitación con el corazón acelerado y todo su cuerpo cargado de energía. No podía pensar en absolutamente nada más que él. ¿y qué si su padre tenía razón? ¿y que si Lex era el monstro que siempre le habían descrito? Honestamente no le importaba, tampoco lo imaginaba capaz y si le pedía fe ciega, él se la daría. Que va, no necesitaba pedírsela.
Cuando llegó al hospital encontró a Pete con Chloe. Chloe estaba tan concentrada en la laptop que por poco no nota su presencia.
-deberías estar descansando. –
-he descansado lo suficiente. Necesito hacer esto para sentirme mejor y sentirme mejor me va a hacer sanar más rápido. –
Pete había llegado a las ocho en cuanto inicio el periodo de visitas y conectó la laptop de Chloe al internet del hospital, cosa que no estaba permitida.
Habían estado trabajando en el incidente de la mansión. Los tipos que robaron a Lex llevaban unos particulares tatuajes en los brazos. Había registros policiales que los señalaban en otros crímenes, pero ninguna investigación había concluido satisfactoriamente.
Ellos se materializaban de la nada. La lógica decía que se trataba de espers, pero ninguno de ellos había visitado el CEG para recibir tratamiento.
- ¿sospechas de un tipo de esper que no necesita guía? –
Preguntó Clark.
-desde hace tiempo se rumora sobre un mercado negro, mucho más parecido a la prostitución que al tratamiento que todos conocemos. Es difícil creerlo porque el número de guías sigue siendo relativamente bajo, incluso comparado con el número de espers. Pero se dice que hay al menos un par de ellos siendo forzados a participar en esos actos. -
Clark no sabía nada de eso, era la primera vez que escuchaba algo al respecto. ¿Qué otra información le estaría ocultando Chloe?
- ¿Quién haría algo así? –
-gente dispuesta a cualquier cosa para proteger su secreto. –
Se suponía que los espers debían ser los super héroes de la vida real, pero sus implosiones los habían convertido en los villanos de casi todas las historias. Ser esper no era un delito, pero bien podría ser una condena. La gente los detestaba, los veía como apestados de alguna plaga. Eran los nuevos intocables. ¿Quién no guardaría rencor a una sociedad que siempre te ha dado la espalda?
Si todos te tratan como un monstruo, tarde o temprano empiezas a creerlo.
…
Llegó al Talón pasado medio día. Lana había ido a buscarlo a la granja mientras estaba en el hospital.
Cuando entró al viejo edificio se encontró con Whitney quien se veía mal, muy mal. Parecía estar pasando por un severo síndrome de abstinencia. Whitney les contó toda la verdad. Los tipos con los que se había estado reuniendo usaban una drogada extraída de las rocas de meteoros. Era un líquido verde que se inyectaban en las venas como si fuera heroína. Los efectos duraban una media hora y durante ese tiempo podían teletransportarse en un radio no muy grande.
- ¿a qué te refieres? –
-no podemos teletransportarnos a Metrópolis, pero ir de aquí a la esquina es pan comido. –
Esos tipos que habían robado a Lex tenían intenciones de matarlo una vez que les entregara el dinero. Si seguía vivo fue porque el sábado se presentó con un maletín vacío.
-yo no sabía lo que ellos habían hecho o lo que planeaban hacer. Una vez que maten a Lex estoy seguro de que me van a matar a mí también. –
El corazón de Clark se aceleró en cuanto escuchó la confesión de Whitney.
Querían matar a Lex. ¿Cómo iba a protegerlo si no podía acercarse a ellos?
…
Se escabulleron en el bar que pertenecía a Wade, el líder de la banda. Whitney le dijo que lo usaban como centro de operaciones y que había visto el disco ahí.
Esperaron afuera unos minutos y Clark se aseguró de que no hubiera nadie adentro antes de ingresar. Buscaron en el sucio escritorio de Wade, pero el disco no estaba por ningún lado. Extendieron su búsqueda al resto del área, Clark decidió usar su visión de rayos x y por fin lo encontró, estaba oculto en una de las ventilas de aire. Aprovechó que Whitney estaba distraído y lo tomó.
Estaban listos para marcharse cuando los tres hombres aparecieron de la nada frente a ellos. Wade, el líder, notó el disco en la mano de Clark. Desapareció frente a él y apareció justo a su lado con intenciones de arrebatárselo. Pero Clark fue más rápido y lo destruyó en el puño en cuanto lo vio desaparecer. Eso lo enfureció, tomó a Clark de la camisa y lo azotó contra el piso, después lo levantó por el cuello y le dio un fuerte golpe en la quijada.
-solía ser lanzador en el equipo de beisbol y aún tengo un brazo demoledor. –
Vio las venas del hombre brillar en un intenso color verde. Estaba indefenso ante la ira de Wade. La droga que le corría por las venas lo afectaba tanto como las rocas de meteoro. No pudo levantarse.
Whitney estaba congelado, ni siquiera había pronunciado media palabra. era como si su cerebro se hubiera esfumado en el momento que ellos aparecieron y con las prisas se había olvidado del resto del cuerpo. Uno de ellos lo abofeteó hasta que recuperó la conciencia y se lo llevaron a la parte trasera del bar.
Clark estaba tendido en el suelo. El tercero del grupo, el más joven, había quedado a su cargo. Lo pateó. Por poco pierde el equilibrio, entonces lo notó.
-el brazo en la bóveda del banco es tuyo ¿cierto? –
- ¿cómo lo sabes? –
No le respondió.
El hombre volvió a patearlo.
-fue un error de principiante, pero al menos no fue doloroso. La herida se cerró sola en cuestión de instantes. Ni siquiera sangré. –
Rio como si el recuerdo le causara gracia.
-ahora la droga es mucho mejor, más sofisticada. No tienes idea de lo que tenemos planeado y todos ustedes se arrepentirán de entrometerse. –
Cerró los ojos esperando otro golpe, pero todo lo que escuchó fue un chirrido extraño y después una caída. Cuando abrió los ojos aquel hombre se hallaba inconsciente junto a él.
-Lana me llamó y me explicó lo que pasó ¿por qué no me dijiste nada? –
Lex estaba ahí, se inclinó sobre él y estiró la mano para ayudarlo a ponerse de pie.
Lo observó, sabía lo que iba a pasar en cuanto lo sujetara. Vio el cambio en sus ojos, era otra vez la decepción. Lo miró retirar la mano e intentar levantarse, fue ahí cuando lo detuvo. No se atrevió a hacer contacto visual con él, pero se aferró a sus dedos, como si tuviera miedo de que desapareciera. De nuevo sintió el tiempo estirarse. Era como flotar en un lago de agua tibia, como si el miedo, la tristeza y la ira fueran conceptos inexistentes. Rayos, aquello era adictivo.
Respiró profundamente y lo dejó ir.
- ¿qué fue lo que le hiciste? –
Preguntó al ver que el hombre seguía inconsciente en el suelo.
Lex traía consigo una pequeña pistola eléctrica.
- ¿y tu guardaespaldas? –
-no sirve para nada. Lo despedí. –
Le sonrió.
-creo que es hora de llamar a las autoridades. -
Lex se giró para llamar a la policía y Clark aprovechó para salir corriendo en busca de Whitney. Cuando llegó al pequeño callejón tras el bar escuchó ruido arriba. Los tres estaban en la azotea. Wade sostenía a Whitney por la espalda y lo amenazaba al filo del techo.
-así como nuestra iniciación, este va a ser el final. –
El hombre saltó con Whitney quien no opuso resistencia, parecía seguir en shock.
Sabía que en cuanto se aproximara a ellos la radiación lo afectaría, pero no podía quedarse quieto y verlo morir. Se puso en su camino y detuvo su caída, tomó al mariscal de campo entre brazos como si se tratara de un niño. Le sorprendió que esta vez no se sintiera mal, quizá el toque de Lex aun lo seguía protegiendo. Pero cuando bajó la vista descubrió el cadáver de Wade junto a sus pies. Los efectos de la droga no duraban mucho. Esta vez no había logrado teletransportarse.
Escuchó las sirenas que se aproximaban y volvieron al bar. Adentro estaba Lex revisando el escritorio de Wade. Se acercó a él mientras afuera se escuchaba el rechinar de las llantas. La policía por fin había llegado. Whitney se sentó a recuperar el aliento, aun no parecía estar totalmente de regreso.
- ¿qué le dijiste a la policía? –
-la verdad. –
-lamento lo de tu disco. –
-no vine por eso. –
Parecía avergonzado. Se alejó del escritorio y caminó rumbo a la entrada.
Clark salió tras de él y la policía empezó a abrirse paso en el local.
Afuera Lex estaba recargado en su auto, observando como los oficiales salían cargando al más joven de la banda, quien seguía inconsciente.
Se acercó a él por inercia, como si Lex tuviera su propio centro de gravedad y él fuera arrastrado por una fuerza inexplicable. Ninguno de los dos dijo nada. De nuevo no pudo sostenerle la vista. Se llevó la mano al bolsillo, extrajo los pedazos de plástico que quedaban del disquete y los dejó junto a él.
-8-
Al final parecía que todo había salido bien, más sin embargo tenía un presentimiento que no lo dejaba relajarse. ¿habrían hecho, aquellos hombres, una copia de su información? ¿habría dejado una mala impresión en Clark?
Seguía repitiéndose que esa no era una amistad idónea, por el contrario, por el bien de ambos debía terminarla. Pero siempre que estaba junto a Clark, su razón salía volando por la ventana.
Quizá ese mal presentimiento que tenía era solo su cerebro, reconociendo el inminente final que se aproximaba.
El lunes por la tarde se reunió con Lana en el Talón. Acababa de cerrar el trato con Nell, literalmente habían firmado la compraventa unos minutos antes en el mismo lugar. Lana llegó con un plan de negocios. Parecía preparada y le dio un discurso sobre mercadotecnia y beneficios fiscales. Su esfuerzo era tan obvio, como su pasión.
No le interesaba mucho la idea de revivir el Talón, pero sabía que gente con una motivación como la de ella no permitiría que el negocio fracasara. Quizá el espíritu empresarial de Nell también estaba en sus genes.
-de acuerdo. –
- ¿lo dices en serio? –
-sí. -
Una buena acción para abonar al buen karma que tanto necesitaba.
Chapter 10: LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES
Summary:
Este capítulo está basado en el episodio 14 de Smallville: Zero.
Chapter Text
LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES.
-1-
Chloe apareció esa mañana sin el yeso del brazo. Le había tomado tres semanas, pero volvía a ser la misma de siempre. Estaba más que de buen humor, esa mañana durante la clase de inglés el profesor Austin les asignó una tarea especial. Para cerrar el bimestre debían redactar una biografía de seis páginas, sobre uno de sus compañeros, elegido al azar. A Chloe le había tocado Clark y eso era como la cereza en el pastel de ese día que ya había empezado bien.
- ¿y a ti quien te tocó? –
Le preguntó Pete.
Clark abrió el pedazo de papel que llevaba en la mano y leyó el nombre en voz alta.
-Sasha Woodman. –
Sus amigos rieron. Sasha no era muy social, por decir algo, era más bien antipática y sumamente enfocada en sus estudios. Se guardó el pedazo de papel y levantó la vista intentando localizarla, pero ya se había ido.
-2-
Estaba estresado. La reapertura del Talón estaba programada para el sábado, pero las reparaciones no parecían ir al ritmo adecuado. Quizá había depositado demasiada confianza en Lana.
Salió de la planta para encontrarse con ella y el contratista en el Talón. Fue solo tomar las llaves del auto y ahí estaba otra vez ese presentimiento. Llevaba semanas asediándolo, como si se tratara de un acosador vigilando cada uno de sus movimientos. No recordaba su última noche de tranquilidad. Era solo cerrar los ojos y se veía envuelto en pesadillas. Las manos le temblaban.
Llegó al local y estacionó el coche junto a la banqueta. Se bajó distraído con sus pensamientos, no vio al hombre que lo había estado siguiendo hasta que ya era muy tarde.
-Lex. –
Ahí frente a él estaba su pasado, ese que nunca sucedió.
- ¿qué haces aquí? –
Era como ver un fantasma. Ese horrible presentimiento que lo había estado siguiendo, ahora tenía cara y nombre. ¿Qué parte de su ser había previsto esto?
-él me encontró, Lex. Lo veo por todas partes. –
-no sé de que hablas. –
El nerviosismo empezaba apoderarse de él. Buscó en todos lados algún rostro conocido que pudiera estar atestiguando ese encuentro. Debía deshacerse de él.
-Jude. –
Su mero nombre reprodujo imágenes en su cabeza que eran peor que las pesadillas que lo mantenían despierto por la noche.
-es imposible y lo sabes. -
-ya no sé qué es real, solo sé que vendrá por ti también. –
Kasich era solo una sombra del hombre que recordaba. Tembloroso, afligido, al borde del llanto.
Habían pasado tres años desde la última vez que lo vio y no se suponía que se volvieran a ver. Ese había sido el trato.
Vio a Clark acercarse por la banqueta, había estado ayudando a Lana con la remodelación.
Necesitaba pensar con claridad, armar un plan, hacer algo, pero su cerebro estaba en blanco.
Sacó las llaves de su bolsillo y le entregó una de ellas.
-esta es la llave de mi apartamento en Metrópolis, espérame ahí. Voy a pasar mañana por la noche. Asegúrate que nadie te vea. -
Se alejó de Kasich y caminó rumbo a la entrada del Talón, esperaba que Clark no notara su alterado estado de ánimo. Decidió no darle tiempo de comentar nada y se apresuró a entrar. Adentro Lana se veía nerviosa. Lo último que necesitaba eran más malas noticias.
Exhaló y le preguntó cuál era el problema que la tenía así.
-un conocido tuyo vino por el puesto de asistente administrativo. Me advirtió que me alejara de ti. –
- ¿te dijo como se llamaba? –
-llenó una solicitud. –
Le entregó la hoja que había dejado el hombre, y ahí arriba en tinta azul, como si se tratara de una mala profecía, decía Jude Royce.
El color abandonó su piel. Por poco pierde el equilibrio. Escuchó a Clark llamarlo y después intentó arrebatarle la hoja.
- ¡no! –
Lo detuvo.
- ¿hace cuanto que se fue? –
-antes de que entraras. –
Salió del Talón con prisa, viendo en todas direcciones, aunque sabía perfectamente que no podía ser él.
Clark salió tras él, aun llamándolo.
Se sacó las llaves del bolsillo, pero las manos le temblaban tanto que no podía tomar la llave del auto.
- ¿Lex? –
Clark aún estaba junto a él.
Hizo su mejor esfuerzo por calmarse. Considero sonreírle, pero sabía que no era capaz.
-Clark, haz me un favor y mantente al margen de esto. –
Subió al auto, mas no fue capaz de introducir la llave en la ranura de ascendido. Sacó el celular y llamó a un número del que nadie contestó. El mensaje de la operadora decía que estaba desconectado.
Cerró los ojos, exhaló y se puso en marcha.
-3-
Empezaba a oscurecer cuando llegó a su casa. Encontró a Chloe entrevistando a sus padres. Los tres estaban en el comedor, Chloe se había puesto cómoda con su block de notas y una grabadora. No iba a permitir que se le escapara nada. Sus padres por otro lado no parecían compartir el sentimiento. Se esmeraban en ser amables, pero era obvio que estaban pasando un rato desagradable.
Como era su costumbre, Chloe estaba llevando este proyecto un tanto lejos.
La cinta saltó frente a ella y se excusó para ir por otros dos casetes al carro.
- ¿un proyecto escolar? –
Preguntó su padre con una sonrisa incomoda.
-hijo, no tenemos problemas con aclarar un poco de curiosidad de tus amigos, pero ella está haciendo preguntas sobre tu adopción. –
- ¿hay algún problema con mi adopción? –
-todo fue legal, pero tuvimos que estirar un poco la verdad. –
Confesó Martha.
Chloe regresó y empezó cuestionar a Clark sobre su reciente apretada agenda.
-tengo la misma tarea que tú. Será mejor que me vaya porque quedé de verme con Sasha en la biblioteca. –
Chloe lo vio con incredulidad.
- ¿estás evitándome? –
-mañana. Lo prometo. –
Salió con prisa. No tenía ninguna reunión con Sasha Woodman, pero no sabía por dónde empezar con Chloe. No comprendía ese inmenso interés por su vida, si alguien lo conocía bien era ella, ¿qué más necesitaba saber?
…
Llevaba unos veinte minutos afuera del Talón cuando vio llegar a Lana.
La joven no tenía idea de que regresaría.
Le dijo que de repente se encontró con lo que quedaba de su tarde libre y pensó que podía ayudarle. Las reparaciones iban un poco atrasadas y sabía que sus conocimientos de la granja le serian útiles.
-aun así, me hubieras llamado. El contratista está adentro, no tenías que esperar afuera en el frio. -
Cuando entraron al Talón encontraron al hombre inconsciente en el suelo. Lana corrió para ayudarle a levantarse, el hombre sangraba un poco por la cabeza. Clark se puso alerta, alguien intentaba abrir la puerta de atrás.
Tomó el martillo. Sabía que no lo necesitaba, pero era un acto para los testigos. Se aproximó a la puerta y vio entrar a Lex con las llaves en la mano.
- ¿qué haces aquí? –
-el contratista me llamó, dijo que tenía un presupuesto, ¿qué está pasando? –
El hombre se reincorporó aun mareado y les contó que fue golpeado por un desconocido que entró al lugar sin autorización. No había logrado verlo bien, todo sucedió muy rápido.
Clark fue el primero en localizar la caja de regalo. Estaba sobre la barra, envuelta en papel blanco con un enorme moño de tela en color negro. Alguien había dejado una tarjeta recargada con delicadeza en la caja. Las letras doradas decían “Lex”.
Uso su visión de rayos x y no logró ver nada adentro del sospechoso paquete.
-eso no estaba ahí cuando salí. Voy a llamar a la policía. –
Lana se escuchaba asustada.
Lex tomó la tarjeta, la giró, la leyó y perdió un poco de color. Dejó caer la nota al suelo y se apresuró a abrir la caja.
Clark la recogió.
“Zero consecuencias”.
Lex seguía entretenido con la caja o al menos eso pensó, hasta que lo vio caer al piso.
- ¿Lex? –
Su amigo se levantó con prisa y corrió a la parte de atrás del local donde lo escuchó vomitar.
Lo que había enfermado a Lex estaba frente a él. Eran tres fotografías que habían quedado sobre el piso; el cadáver mutilado de un hombre.
Escuchó un golpe a su espalda y se levantó con prisa, listo para atacar. Lo que escuchó fue el teléfono del local romperse en el piso. Lana estaba tras él, había visto las fotos. Se llevó las manos al rostro y no pudo evitar llorar.
…
Para cuando la policía se fue Lana ya no estaba. Whitney pasó por ella. El contratista había sido llevado a emergencias y solo quedaron Lex y él.
Lex se había calmado, se le miraba extrañamente dócil. Incluso accedió a darle las llaves a Clark para que condujera.
Salieron por la puerta de atrás, la que era exclusiva para los empleados, solo se abría con llave. El auto de Lex estaba en el estacionamiento privado del edificio, exclusivo para gerencia. Supuso que quería evitar encuentros como el de esa tarde. Lo había notado, aunque no dijo nada.
- ¿estás bien? –
- ¿cómo se supone que esté? –
Pregunta estúpida, solo quería romper el hielo.
- ¿conoces al hombre de las fotografías? –
-sí. –
- ¿es el de esta tarde? –
Hizo una larga pausa antes de responderle.
-sí. –
No quería hacerle más preguntas, sabía que caminaba sobre una cuerda floja, pero necesitaba respuestas.
- ¿crees que fue ese tal Jude? -
Lex se recargó en el cristal y cerró los ojos.
-no. Jude lleva muerto tres años. –
Odiaba verlo así y últimamente esa era su normalidad, un golpe emocional tras otro. ¿Sería cosa de gente rica o había algo en él que era un imán para los problemas?
Fue consiente de como los latidos de su corazón se volvían cada vez más fuertes y en un acto de impulsividad lo tomó de la mano. Quizá él podría calmarlo como Lex lo calmaba a él.
Lo vio voltear sobre saltado, con miedo en el rostro y las pestañas húmedas. Jaló la mano con fuerza y se abrazó así mismo. Se recargó a la puerta intentando poner tanta distancia como fuera posible entre ambos.
-solo llévame a mi casa. –
Encendió el motor y el silencio agobiante se expandió dentro del auto.
-4-
No había logrado dormir ni un solo minuto a pesar de las píldoras. Vio el sol salir por el este y escuchó el ruido en la planta baja cuando el personal llegó para iniciar con su rutina diaria.
Se vistió como lo hacía todos los días y bebió su primera taza de café antes de salir de la mansión. Se subió al auto, levanto la cortina del garaje y descubrió que no podía hacerlo. No podía salir de casa esa mañana. Tenía miedo.
Subió a la oficina y volvió a llamar al número que estaba en la pantalla del celular. Debía ser la doceava vez que lo intentaba, el mensaje era el mismo “el numero al que desea llamar no existe o ha sido desconectado”.
El celular empezó a sonar y lo hizo saltar sobre la silla. Era su jefe de seguridad, aún no había noticias sobre Amanda, los rastros que tenían los habían llevado a un callejón sin salida.
Tenía miedo por ella. La persona que lo atormentaba quizá había llegado primero a ella.
Amanda fue lo más cercano que tuvo a una amistad verdadera antes de Clark. Se conocieron en la prepa cuando ambos tenían dieciséis años. Amanda estaba ahí con una beca y Lex iba llegando de Londres, lo habían expulsado del colegio por su mal comportamiento.
Había algo en ella que le resultaba reconfortante. Era muy inteligente, alegre, amable. Fue su verdadero primer amor. Proveniente de una clase trabajadora, rechazó sus sentimientos bajo la excusa de que debía concentrarse en los estudios y aprovechar la beca que le permitía estar ahí.
Con el tiempo sus intentos de cortejo disminuyeron hasta que un día cesaron por completo y su amistad quedó solo en eso.
Necesitaba saber que ella estaba bien.
-5-
Despertó temprano con suficiente tiempo antes de que iniciaran sus clases. Su madre le dijo que Jonathan estaba preparándose para alimentar al ganado.
Salió a ayudarle y recibió un sermón de su padre, quien se había enterado del incidente en el Talón.
-Lex arrastra una sombra muy larga, solo quiero asegurarme de que ninguno de ustedes salga herido. –
Se detuvo y volteó a verlo.
-por favor, mantén tu distancia del él. –
-Lex no es Lionel. –
No le contestó, se giró, pero no avanzó.
- ¿no te parece que está algo silencioso? –
Tras una de las lomas estaban las cuarenta y tres cabezas de ganado de los Kent, todas estaban tendidas sobre el campo, muertas.
Su padre corrió apresurado, no parecía haber ninguna lesión física en ellas. Se levantó del pasto, donde estaba la primera vaca que encontró. Se llevó las manos a la cabeza sobrepasado por sus emociones y giró a su alrededor para contemplar la totalidad de la catástrofe.
La Secretaría de Medio Ambiente llegó dos horas después. Cerca de la granja encontraron un vertedero ilegal de desechos químicos, los barriles parecían pertenecer a Luthor Corp.
Chloe se bajó del autobús escolar cuando vio la situación en la granja y empezó a tomar fotografías de todo.
- ¿estás bien? –
No tuvo tiempo de contestarle, vio el auto de Lex llegar y se apresuró a su encuentro.
Lex lo evitó y caminó derecho a Jonathan quien junto con Martha observaba todo desde una de las vallas.
- señor y señora Kent, no tengo idea de cómo pudo ocurrir algo tan terrible, pero tengan por seguro que haré todo lo que esté en mis manos para averiguarlo. Serán compensados por esta perdida. –
-crees que con dinero puedes resolverlo todo. –
Jonathan le dio la espalda y se alejó de la mano de Martha.
Clark se acercó despacio temiendo que volviera a huir.
-no creí que fuera posible caer más abajo ante los ojos de tu padre. Obviamente me equivoqué. –
- ¿esto tiene algo que ver con el Club Zero? –
Lo vio poner esa expresión de nuevo. La misma que tuvo en el carro cuando evitó su contacto.
-haz me un favor, por nuestra amistad, mantente fuera de esto. –
-ya no se trata solo de ti. –
El detective los interrumpió y se llevó a Lex.
Sabía que estaba estresado y no quería darle más razones para estar así, pero él también empezaba a desesperarse. Era obvio que Lex necesitaba ayuda, pero se negaba a aceptarla, estaba empezando a considerar el forzarlo. Quizá si presionaba lo suficiente le diría la verdad.
Chloe se acercó de nuevo mientras observaba a Lex desaparecer detrás de una de las furgonetas de la Secretaría de Medio Ambiente.
- ¿podemos hablar un momento? –
Exhaló y fueron al granero, donde las cosas aún estaban en calma. Fuera del alcance de los oficiales, ahí en su guarida, no había pasado nada.
-el misterio sobre Clark Kent se hace profundo. Ya que te gusta jugar al escondite tuve que buscar información por otros medios, por ejemplo; descubrí que tu adopción se llevó atreves de la fundación Caridad Unida de Metrópolis. Solo estuvieron activos seis meses y la tuya fue la única adopción que manejaron. ¿no te parece extraño? –
Chloe estaba entusiasmada, como si hubiera encontrado un misterio nuevo para el muro de lo extraño. No se daba cuenta de que lo que estaba diseccionando era la vida privada de su amigo.
Había herido los sentimientos de Clark. Una parte de él tuvo miedo de ella.
-no puedo creer que hayas hecho esto. -
- ¿no lo sabias? –
- ¿qué pretendes? Estas violando mi privacidad. -
No tenía intenciones de levantarle la voz, pero estaba más molesto de lo que suponía.
-esto solo es una tarea. Sasha me entregó dos cuartillas con su información y fue todo. No soy un misterio que resolver, Chloe. –
-lo siento. –
-creo que es mejor que te vayas. -
…
Al final decidió quedarse en casa, no intentó siquiera llegar a las clases de la tarde.
La noche anterior había hecho su propia investigación sobre el dichoso Jude Royce. Visitó los sitios que frecuentaba Chloe e incluso usó una de sus cuentas para acceder a información oficial de la policía de Metrópolis.
Se sentía un hipócrita, estaba haciendo con Lex lo mismo que le había recriminado a Chloe, pero la situación era diferente.
Se lo repitió un par de veces intentando creerlo.
Sus padres estaban en la ciudad levantando la denuncia ante las autoridades correspondientes. Con la granja vacía se dio tiempo de leer la información que había encontrado la noche anterior.
El reporte oficial señalaba que el incidente había ocurrido en Julio del año dos mil. Jude Royce había muerto de un tiro, tras perder el control y atacar a los empleados de seguridad del Club Zero. Los testigos aseguraron que el hombre atacó a los guardias con una botella rota y Kasich, el jefe de seguridad, le disparó en el pecho.
El examen toxicológico arrojó que Jude estaba bajo la influencia de múltiples drogas. El jurado deliberó que Kasich actuó en defensa propia y quedó en libertad.
El reporte había sido elaborado por Sam Phelan. No estaba seguro de que tanto era verdad, ni tampoco de como eso involucraba a Lex.
El Diario El Planeta había publicado el obituario de Jude, venía con una fotografía. La publicación era de septiembre del mismo año. “La familia Royce lamenta la muerte del joven Jude”.
El pequeño escrito no hacía mención del incidente. Profundizaban sobre la dolorosa partida del heredero, quien, con futuro brillante, partió de este mundo con solo veintiséis años. Dejaban condolencias para su prometida y amigos cercanos.
…
Cuando Chloe regresó lo encontró en el comedor estudiando la información que había encontrado. Sus padres aun no regresaban.
- ¿podemos hablar? –
- ¿vienes con más preguntas? –
-me lo merezco. –
La dejó pasar y se sentó a la mesa junto a él.
-lo siento. Dejé que el instinto periodístico se llevara lo mejor de mí. Ten por seguro que valoro nuestra amistad mucho más que una buena nota. –
Le sonrió.
- ¿puedo hacerte una pregunta? Extraoficial. –
-ok. –
- ¿alguna vez te has preguntado por tus padres biológicos ¿dónde están?, ¿qué estarán haciendo? –
Hacía mucho que los otros niños habían dejado de hacerle esas preguntas. En un pueblo pequeño donde todos se conocen, todos esos hilos sueltos habían quedado resueltos mucho antes de que Clark iniciara la preparatoria. Para ellos era tan Kent como Jonathan, pero Chloe había llegado de Metrópolis poco después de iniciar la secundaria y era la primera vez que le hacia esa pregunta. Quizá no le había dado el mérito que se merecía.
-todos los días. –
Admitió por fin.
-por cierto, traje unas fotos para tus padres. Las tomé en la mañana y pensé que quizá puedan serles útiles al momento de cobrar el seguro. –
Sacó una bolsa de papel donde venían las imágenes y las dejó sobre la mesa.
- ¿Lex está con ellos? –
-no, ¿por qué? –
- ¿no es su auto el que está a la entrada de la granja? No conozco a nadie más que maneje un Porche aquí en Smallville. –
Clark se puso de pie, tomó el teléfono de la cocina y llamó al celular de Lex que se sabia de memoria. No hubo respuesta.
Después llamó a la mansión y le dijeron que aún no regresaba.
-Clark. –
Chole sostenía en las manos una de las fotografías de esa mañana. El hombre en ella llevaba uniforme de la Secretaría de Medio Ambiente. Era idéntico al de la fotografía del obituario que estaba sobre la mesa.
Clark se retiró el teléfono de la oreja y tomó su chamarra.
-llama a la policía. –
- ¿A dónde vas? –
-no lo sé. –
Corrió hasta la entrada donde estaba el auto de Lex. El cofre estaba frio al tacto, debía llevar ahí todo el día y nadie se había dado cuenta.
…
Cuando llegó a Metrópolis se topó con la inmensidad de la ciudad. El celular de Lex había sido apagado. Aun no llegaba a la mansión y aunque en la planta no le quisieron dar información, el padre de Chloe les dijo que no se había presentado en todo el día.
Estaba nervioso, desesperado y no sabía a quién acudir por ayuda.
Llamó a su casa esperando que Chloe siguiera ahí, y por suerte le contestó.
-encontré algo muy interesante. La prometida de Jude era Amanda Rothman, compañera de preparatoria de Lex. Informes extrajudiciales mencionan que ambos estaban en el Club el día que Jude murió. Y se pone mejor. El hermano mayor de Amanda estaba en prisión por homicidio, se escapó hace dos meses y la policía no tiene rastro de él. –
- ¿sabes dónde está Amanda? –
-se suicidó hace meses. Por las mismas fechas que cerró el club. –
Silencio.
- ¿Clark? –
-no sé qué hacer. –
La desesperación era palpable en su voz.
- ¿quieres la dirección del Club Zero? –
-6-
Cuando despertó estaba amarrado a una silla, con los ojos vendados. No llevaba zapatos, no sabía por qué estaba descalzo. Lo último que recordaba era estar en la granja de los Kent hablando con la policía y después nada.
Alguien le retiró la venda. A sus ojos les tomó un momento adaptarse a la tenue luz. Frente a él había un hombre sonriendo. Su cerebro lo reconoció, pero era imposible que se tratara de él. Jude estaba muerto.
- ¿no me reconoces? –
-no sé quien eres. –
-tú me mataste. –
- ¡tú no eres Jude! –
El hombre levantó el arma que sostenía entre las manos. Lex cerró los ojos y la explosión que produjo el disparo lo invadió todo.
Cuando abrió los ojos Jude estaba en el suelo y su contratista estaba de pie tras el cadáver. Encendió la luz, jaló una silla y se sentó frente a él.
-es hora de la verdad. –
Le tomó un momento, pero reconoció el lugar. Estaba en el club Zero. Poco había cambiado desde aquella noche.
Amanda estaba en la ciudad de visita. Aprovechó el puente largo por el cuatro de julio y voló desde Boston para sorprender a Jude. No sabía que veía ella en él.
Era amigo de ambos, pero todos sabían sobre su preferencia por Amanda. Le tenía mucho cariño.
El fin de semana en cuestión, Jude se encontraba fuera en un viaje familiar. Cuando supo que Amanda había volado para verlo, mencionó la posibilidad de tomar otro vuelo y volver para encontrarse con ella, pero ella se negó, no quería causarle molestias. Podrían verse otro día.
Lex se ofreció a acompañarla durante las setenta y dos horas que estaría en la ciudad. La llevó a su Club nocturno favorito. En el sitio era bien conocido, nadie lo revisaba ni le pedían identificación al entrar, lo cual era conveniente porque solo tenía veinte años.
Esa noche el Club Zero estaba a reventar, era el fin de semana del cuatro de julio. El hombre a la entrada era nuevo y los detuvo cuando intentaron pasar. Kasich lo reconoció, se disculpó con Lex y los escoltó hasta el área vip.
Se sentaron a la barra donde el eslogan del Club estaba grabado en los portavasos “Zero consecuencias”. La sugerencia la hizo reír.
Pidió tragos para los dos y empezaron a rememorar sus años de preparatoria.
Todo iba bien hasta que una risa conocida llamó la atención de ella. El sonido particular la hizo levantarse de su asiento y caminar hasta encontrar la fuente de este.
En una de las mesas del fondo había una pareja en una actitud muy íntima y comprometedora. La mujer fue la primera en notar su presencia, la observó molesta por interrumpir aquel momento. Cuando Jude se dio cuenta de la presencia de Amanda era muy tarde, la joven se quitó la sortija y se la arrojó. Después los ojos de Jude se centraron en Lex.
“lo hiciste apropósito”
- ¿Quién eres? –
-Roy Rothman ¿Amanda nunca te habló de mí? –
- ¿Dónde está Amanda? ¿qué quieres de mí? –
-venganza. Mi hermana está muerta por tu culpa. –
- ¿qué? –
-Amanda se suicidó. La muerte de Jude la destrozó y tú la dejaste sola. –
-no lo sabía. –
- ¡quiero la verdad! –
Levantó el arma y le apuntó a los ojos.
-la verdad. –
Repitió para sí.
“lo hiciste a propósito”
Le había reclamado Jude.
Ni siquiera se dignó a responderle. Siempre había sabido que Jude era una basura. Solo que no sabía que tanto.
Corrió tras Amanda y la alcanzó en medio de la pista.
Ni bien la detuvo Jude saltó tras él y lo arrojó al piso, empezó a golpearlo salvajemente hasta que Kasich los separó. Lex sangraba prominentemente por la nariz.
Jude tomó una botella de champagne de una de las mesas y la rompió contra una silla. Se lanzó de nuevo contra Lex.
El tiro ensordeció la música electrónica y la camisa blanca de Jude se tiñó en un tono carmesí. Después perdió el equilibrio y cayó al piso. Amanda estaba atrás de Lex, la pistola de Kasich estaba entre sus manos.
- ¡mientes! –
-es la verdad. –
Los ojos de Lex se posaron en el cadáver que reposaba junto a sus pies.
- ¿Cómo encontraste a Jude? –
-es solo un pobre ingrato idéntico a él. Lo conocí mientras estaba en prisión. –
Sonrió.
-ahora intentas hacerte el héroe. Si lo que dices es cierto Amanda se hubiera podrido en la cárcel. Nosotros no somos nada y Jude era su príncipe azul. –
-te equivocas. Amanda era alguien muy especial para mí. Es cierto que su situación era distinta, pero Amanda iba a llegar lejos y yo no iba a permitir que una basura como Jude arruinara eso.
Le dije a Phelan que el arma la disparé yo. Nunca he tenido una buena relación con mi padre, pero sabía que no permitiría que el apellido Luthor se viera manchado por una condena. –
- ¿y por qué la dejaste sola? –
-porque era la única forma en que podía protegerla. –
- ¡mientes! -
Apuntó a sus ojos y jaló el gatillo.
-7-
Escuchó la conmoción adentro, no había tiempo para buscar una entrada abierta. Rompió la enorme puerta metálica y entró, solo para ver la bala dirigirse a Lex, quien estaba indefenso.
Corrió a una velocidad que nunca antes había corrido y lo retiró de la trayectoria del proyectil. Lex cayó sobre su costado inconsciente.
Roy intentó retroceder y tropezó con su silla, cayó por las escaleras. Clark cerró los ojos justo a tiempo, no lo vio romperse el cuello.
…
Había pasado una semana desde la última vez que vio a Lex. Ni siquiera estuvo presente durante la reapertura del Talón.
Cuando escuchó que estaba de regreso en Smallville, corrió a buscarlo a la mansión. Necesitaba verlo y cerciorarse con sus propios ojos de que estaba vivo, sano y completo.
La empleada doméstica le hizo saber que lo esperaba en la oficina.
Le pareció tan extraño verlo en ropa casual. Incluso llevaba pantuflas. Era obvio que aún estaba sanando, todavía lidiaba con sus demonios. Los ojos azules que solían perseguirle habían perdido un poco su brillo. Había en ellos el mismo desamparo que el día que se posaron en él por primera vez.
Quería tomarlo entre brazos, decirle que todo iba a estar bien y que no iba a permitir que nunca, nadie le hiciera daño. Pero tuvo que tragarse el impulso junto con todo lo demás que sentía por él.
- ¿cómo te sientes? –
-bien. –
Intentó sonreír.
-necesitaba volver a mi rutina. No soy más que mi trabajo. –
-eso no es cierto. –
-no lo digo de forma negativa. –
¿cómo consuelas a alguien que no quiere ser consolado? No es que Lex no lo necesitara, pero prefería lamer sus heridas solo.
-8-
Estaba de pie junto a la ventana. Observaba abajo al jardinero trabajar en los arbustos que habían crecido tras las últimas lluvias. La labor repetitiva le resultaba hipnotizante. Se preguntó cuanto tiempo podría permanecer ahí, observándolo, sin pensar en nada. Sus pensamientos aun lo consumían.
Clark se paró junto a él, intentando localizar cual era el objeto que robaba su atención.
Estaba demasiado cerca. Podía olerlo y sentir la temperatura de su cuerpo radiar sobre él.
- ¿has visto a Lana? ¿cómo está? –
Preguntó girándose y caminando rumbo al escritorio.
-bien, supongo. –
- ¿y Chloe? -
Se recargó al borde del mueble buscando una posición cómoda.
-no lo sé. –
Clark fijó la vista en él y lo hizo sentir demasiado consciente de sí mismo. ¿Cómo era posible que ese chico tuviera tanto poder sobre él? Odiaba la ansiedad que le provocaba, aunque era mejor que la ansiedad que había sentido últimamente.
-será mejor que me retire a descansar, pero la policía dijo que tú me encontraste. –
-en realidad fue Chloe. –
Se excusó rápidamente.
-ella fue la que hizo la investigación y dio con el Club. -
-no es necesario que me des explicaciones, no las estoy buscando. Solo quería agradecerte por salvarme. Se te está haciendo habito. –
Intentó sonreír.
-Lex. –
Caminó en su dirección y se detuvo cuando estaba a un par de pasos de él, como si hubiera una barrera invisible que le impidiera seguir avanzando.
-en Metrópolis, yo… -
No pudo terminar la oración. Sus nervios eran evidentes.
-yo… -
Notó que las manos le temblaban.
Debía poner un alto definitivo a lo que estaba sucediendo, pero no podía moverse. No se dio cuenta de en qué momento había llegado hasta él.
Se sujetó con firmeza al escritorio como si temiera perder el equilibrio. El corazón se le iba a salir del pecho. Clark lo había acorralado. Le acarició los nudillos de la mano izquierda, como suplicándole que se relajara. Se inclinó cual si fuera a besarlo.
-creo que estoy enamorado de ti. –
-9-
Lex giró el rostro, esquivó su mirada. Era obvio que estaba incomodo.
-Lo siento. –
Se alejó de él con un nudo en la garganta y un peso inexplicable que le comprimía el pecho.
Lo último que deseaba era hacerlo sentir mal, pero no era dueño de sus emociones.
¿Y si Lex lo odiaba? No podría culparlo por hacerlo, pero ¿qué sería de él si Lex lo odiaba?
Se volvió. Necesitaba verlo una vez más, ver que expresión había en su rostro; coraje, desagrado, lástima.
Lex tenía la vista fija en el piso y los labios apretados como si estuviera conteniendo palabras que no quería pronunciar. Los ojos azules volvieron a fijarse en él y pudo sentir el aire abandonando sus pulmones. Nunca en su vida había sentido tanto miedo.
-no lo entiendes. –
¿Qué era lo que no podía entender? Su rechazo había sido bastante obvio.
-no eres el único que se siente así. –
Inclinó la cabeza como si eso le permitiera oír sus palabras de nuevo. Necesitaba estar seguro de lo que había escuchado porque no podía creerlo. Nunca nada funcionaba en su favor así que esto tampoco podía ser cierto.
Sonrió con incredulidad. Sin ser consciente de ello, su ojo derecho empezó lagrimear. No estaba llorando, pero perdió dos lagrimas que le rodaron hasta la barbilla. Exhaló, más nervioso que antes. Era como pararse al borde de un abismo a contemplar la inmensidad del cañón.
Lex volvió a esquivar su mirada.
-No es real, Clark. Es un efecto secundario del tratamiento. Se crea un lazo afectivo entre guía y esper. –
Oh, ahí estaba. Sabía que le daría el empujón que lo haría caer.
Nunca nada funcionaba a su favor.
Sintió el rostro hervirle. Salió de la oficina sin decir nada. Nadie lo detuvo.
Una vez que cruzó la puerta principal empezó a llorar como si fuera un chiquillo.
Chapter 11: EN TUS MANOS
Summary:
Este capítulo está inspirado en el episodio 11 de Smallville: HUG.
Chapter Text
EN TUS MANOS.
-1-
Había estado evitando a Lex desde hacía semanas, lo cual estaba resultando demasiado fácil. El empresario no lo había buscado, no había llamado, ni había preguntado por él.
Todo el incidente pasó desapercibido. La fortuna de los Luthor hizo su magia de nuevo y nadie se enteró de lo sucedido. Su única prueba era un corazón roto.
Estaba deprimido. Había hecho su mejor esfuerzo para que sus padres no lo notaran, pero era una tarea imposible. No tenía apetito, ni ganas de hacer nada. Quería encerrarse en su habitación hasta que pensar en Lex dejara de ser doloroso, más no parecía que eso fuera a suceder pronto.
Chloe y Lana llegaron por él una mañana y no aceptaron un no como respuesta. Lo llevaron a cabalgar por el bosque. Reconoció el esfuerzo de ambas, especialmente de Chloe quien nunca antes se había subido a un caballo y era notorio.
Las muchachas intentaron hacer la mañana más amena con una conversación casual, más sin embargo las palabras se negaban a brotar de Clark. Estaba ahí y eso había requerido toda sus fuerzas, no tenía energía para nada más.
Se adelantó un poco para evitar la plática, hasta que escuchó a Chloe gritar.
-creo que perdí la cámara. –
-yo voy a buscarla. –
Se ofreció Lana.
Detuvieron la marcha para esperarla. Era obvio que Chloe no podía regresar sola por ella, aún estaba intentando descifrar como funcionaban las riendas, y él no estaba de humor para nada.
- ¿para qué trajiste la cámara? –
-quería aprovechar el viaje. Este bosque es como el triángulo de las bermudas de Smallville. La gente entra y sale de aquí sin recordar nada. –
Sonrió porque no podía creer que Chloe estuviera siendo egoísta en el momento que más la necesitaba.
-se lo que estás pensando y no, no vine por eso. Solo quise aprovechar la salida. –
Su acierto fue un ligero golpe de humildad. Al menos no le estaba haciendo preguntas incomodas, y vaya que debía estarse esforzando para acallar a la reportera que había en ella.
Aún no estaba listo para hablar de sus sentimientos con nadie.
- ¿mis padres te pidieron que me invitaras a salir? –
-no en realidad fue idea de Lana. -
Hablando de Lana, empezaba a tardarse. Tampoco estaban tan adentro del bosque. Volteó a ver el sendero por el que había llegado y entonces la escuchó gritar.
“Espérame aquí”, le dijo a Chloe saltando del caballo. Aprovechó que ella estaba distraída con los animales y corrió a toda velocidad.
Encontró a Lana tendida en el suelo. Un hombre extraño se inclinaba sospechosamente sobre ella.
- ¡hey! –
Lo vio correr y después se aproximó a ella quien estaba teniendo problemas para levantarse. La joven se sentía mareada y no lograba recordar que había provocado su caída. Aun así, estaba suficientemente consiente para reconocer a Kyle Tippet como el hombre que la atacó.
…
-no parecía haberla atacado, más bien me dio la impresión de que intentaba ayudarla. –
-Nell quiere que declares ante la policía que lo viste asustar el caballo de Lana. –
Dijo Martha.
-pero yo no vi eso. –
Su padre se levantó y apagó la televisión. Habían estado revisando la cinta de Chloe, el lente de la cámara había estado apuntando al suelo durante todo el altercado, pero el audio era casi perfecto.
Kyle Tippet, el ermitaño del pueblo. Clark no lo conocía, ni siquiera de vista, lo cual era extraño porque el tipo era famoso por sus particulares esculturas de metal. Vivía en una vieja casa rodante a las orillas del pueblo y nunca antes se había metido en problemas.
-será mejor que vaya a hablar con él. –
Advirtió Jonathan.
-yo voy. –
Tenía la excusa perfecta, era el único testigo de lo sucedido, pero su verdadera motivación era distraerse. Quería hablar con alguien que no lo conociera, que no tuviera idea de que nunca antes había estado así de triste. Con alguien que no intentara animarlo o hacerle preguntas que no quería responder. Con alguien que no mencionara su nombre o lo viera con miedo de preguntarle por él.
-2-
La sombra del Club Zero había quedado atrás. Su rutina había vuelto a ser lo que era y el día se extinguía entre reuniones aburridas, comidas de negocios, llamadas tediosas y mucho, mucho trabajo. Ese era su habitad, se sentía como un tiburón en aguas profundas.
Ese día por la mañana había sido invitado a la presentación de proyecto de las Industrias Rickman. El empresario tenía intenciones de construir su nueva planta de fertilizantes en Smallville.
Asistió más por obligación que por gusto. La noticia lo tenía molesto y no es que le tuviera miedo a la competencia, simplemente le desagradaba Bob. Si existía alguien con peores escrúpulos que su padre, ese era Bob Rickman.
Rickman era famoso por su poder de convencimiento, era esa habilidad la que lo había catapultado en el mundo de los negocios. Nativo de Smallville se codeaba con los grandes desde Metrópolis hasta Nueva York.
Su propósito más reciente era construir una planta ahí, en su pueblo natal, y para eso había elegido la granja de los Kent.
- ¿ya hablaste con Jonathan? –
-eso son solo formalidades. –
Contestó un tanto sonriente, un tanto engreído.
-las licencias y permisos son formalidades, Bob. Conozco a los Kent y ni siquiera tú puedes convencerlos de vender. –
- ¿quieres apostar? -
Detestaba a Bob.
Había visto lo suficiente, tomó uno de los folletos sobre la mesa y se marchó sin decir más. No le preocupaban los Kent, sabía perfectamente que no había nada que Rickman pudiera hacer para que Jonathan le vendiera la granja.
Regresó a la planta a entretenerse con el trabajo, con propuestas de negocios y cualquier cosa que pudiera distraerlo. No quería pensar en él, en su última conversación y en lo que sentía.
“No es real” su lógica se lo decía, pero el corazón le contaba una historia distinta. Decidió escuchar a su parte racional y concentró su atención en los documentos que tenía enfrente.
-3-
Volvió a la casa de Kyle por la noche. Había pasado por la tarde sin éxito, y aunque esperó por media hora, el escultor no apareció. Esta vez las luces exteriores estaban encendidas. Estacionó la camioneta junto a la entrada y tocó a la puerta un par de veces sin que hubiera respuesta.
-estás invadiendo propiedad privada. –
Kyle estaba tras él. No lo escuchó acercarse, eso fue extraño.
-soy Clark Kent. –
Dijo estirando la mano para saludarlo.
-hijo de Martha y Jonathan. Lo sé. –
El comentario lo tomó por sorpresa y algo dentro de él le advirtió que debía permanecer alerta.
-puede que yo sea el raro del pueblo, pero todo mundo conoce a tus padres. –
Kyle, como Chloe, había leído perfectamente sus pensamientos.
-Sé que te trae por aquí, es por la chica ¿cierto? –
-Lana. Sí. –
-la vi caer del caballo y me acerqué a revisar que estuviera bien, eso fue todo. –
Le dio la espalda y recogió una barra metálica que parecía un brazo humano. Se había desprendido de una de las esculturas.
- ¿por qué corriste? –
Detuvo sus intentos de acomodar el brazo de nuevo y lo observó.
-porque me asustaste ¿te has visto? Estás enorme. -
Había ido ahí con la intención de distraerse un poco y quizá platicar unos minutos, pero Kyle no era el ermitaño del pueblo por sus buenas habilidades sociales. No parecían compartir ninguna tema de interés y sería extraño intentar ser amigable después de las acusaciones que se hicieron mutuamente.
Se sacó las llaves del bolsillo y observó el llavero en forma de calabaza, que les habían otorgado en su última participación en la feria de granjeros. Era hora de irse, pero no sabía a donde porque aún no quería volver a casa.
Llegó al Talón y encontró a Lana sola en una de las mesas del fondo. Parecía triste.
- ¿hoy no trabajaste? –
-no, Lex. –
Se detuvo en seco, como quien reconoce haber cometido un error.
-me dieron unos días libres. –
Se sintió un tanto ofendido por su reacción, odiaba que lo trataran con condescendencia. Y le preocupaba la cautela con la que lo atendían. No le había dicho nada a absolutamente nadie, pero todos parecían saber algo. ¿qué sabia Lana? ¿había hablado con él?, ¿Quién más sabia de su situación?
-Nell dijo que ibas a hablar con la policía. –
-hablé con Kyle. De hecho, vengo de allá. –
- ¿hablaste con ese raro? –
Le recriminó Whitney quien se sentó a la mesa con un par de tazas en las manos.
El joven se comportaba de forma más agresiva cada que mencionaba a Kyle. Le reclamó a Clark por no haber sido más asertivo durante su cabalgata por el bosque. Era como si intentara acusarlo de lo sucedido. Lana, por otro lado, parecía más seria de lo de costumbre, podría decirse tímida. Escuchó las violentas palabras de Whitney sin decir nada y después lo observó a él, afligida, como si necesitara que alguien le dijera qué hacer.
Salió del Talón estresado y molesto con Whitney por su actitud. No había avanzado mucho cuando se encontró con Kyle sobre la banqueta. Por años había ignorado su existencia y de repente se lo topaba por todos lados.
No estaba seguro, pero creía haberlo visto salir de las oficinas de la Cámara de comercio. Parecía haber estado discutiendo con el hombre que estaba de pie en la puerta.
Whitney salió del Talón poco después, al ver a Kyle lo atacó verbalmente y le advirtió que no se acercara a Lana.
Observó la escena, pero no intervino. Al menos la hostilidad de Whitney parecía limitarse a lo verbal. Se ofreció a llevar a Kyle de regreso a su casa, incluso prometió esperar a que realizara las compras que lo habían llevado de regreso al pueblo. Dormiría más a gusto sabiendo que llegó seguro a casa.
…
Llegaron a la casa rodante poco después de las nueve. Kyle era tímido por naturaleza, pero también resultó ser muy amable. Había algo en él que le parecía curiosamente familiar, reconoció un par de complejos que eran propios también en él.
Incomprendido por la mayoría, nunca había intentado, o quizá no le interesaba aclarar los malentendidos.
¿acaso era Kyle su futuro?, ¿llegaría un momento en que simplemente se rendiría ante la vida y se alejaría de todos?
Lo veía posible.
Se apresuró a despedirse, sabía que su padre iba a necesitar la camioneta por la mañana.
Salía de la propiedad de Kyle cuando le pareció ver unos reflectores escondidos entre los árboles. Retrocedió un poco y descubrió la camioneta de los Fordman oculta en una salida. Apagó el motor y corrió de regreso a la casa de Kyle. Lo encontró en medio de una pelea con Whitney. El escultor sujetaba un bate de madera, iba a golpear al mariscal de campo en la cabeza cuando Clark se puso en su camino.
Llamó a su padre y Jonathan llamó a la policía. Whitney les dijo a todos que estaba ahí para hablar, pero que Kyle lo había atacado sin darle tiempo de decir nada. Clark no le creyó, pero no había visto mucho y aunque quería ayudar, sus palabras solo complicaron más las cosas para Kyle.
-todo lo que vi fue Kyle lanzarse con el bate sobre Whitney, pero Kyle dice que Whitney lo atacó primero. –
-son mentiras. Primero atacó a Lana y ahora me ataca a mí. No puedo creer que estes de su lado. –
Whitney quedó como la víctima y Kyle fue arrestado por la policía.
No era justo.
…
El lunes por la mañana Lana pasó a hablar con Clark en el aula de periodismo. Le reclamó por su encuentro con Whitney la noche anterior, por no haber corroborado su historia y por confiar más en Kyle que en ellos.
-Whitney no atacaría a nadie. –
-me atacó a mí. –
Vio el cambio en su rostro, algo se había roto dentro de ella.
Quizá estaba desquitando sus frustraciones en sus amigos, pero al menos no era una mentira.
Lana no parecía molesta, parecía decepcionada.
- ¿por eso estás haciendo esto?, ¿te estás vengando? –
-no es eso. En verdad creo que todo esto es un malentendido. Kyle no es una mala persona. –
- ¿y lo dices después de conocerlo por dos días? –
- ¿no puedes darle el beneficio de la duda? –
-te lo di a ti. –
Lana apretó los labios y salió sin decir más. No era necesario, esa última frase lo dijo todo.
Era consciente de que las cosas iban de mal en peor, pero ya no tenía la capacidad de sentirse triste por defraudar a Lana. Lo único que deseaba era estar solo.
-4-
Las semanas habían pasado sin tener noticias de él y aunque ponía toda su energía en distraerse, sus pensamientos siempre volvían a su último encuentro. Le era imposible no preguntarse que estaría haciendo y si aun sentía lo mismo por él o si lo odiaba. Él se odiaría.
Había estado evitando ciertos sitios del pueblo apropósito, porque no quería encontrarse con él. Había visitado Metrópolis más veces esas semanas que los últimos seis meses. Se había vuelto a ver con Victoria y mientras ella hablaba, él recordaba aquella noche en la granja cuando los presentó. Cuando Clark lo saludó con esa sonrisa que le aceleraba el corazón, cuando lo escuchó decir su nombre y el sonido de su voz lo hizo temblar.
Quería verlo, pero sabía que no era correcto.
Por la tarde cuando llegó a la mansión, su secretario le hizo saber que Clark había llamado, dijo que necesitaba un favor y agendo una cita con él. El hombre le informó que solo necesitaba su confirmación.
…
Al día siguiente había tenido problemas para concentrarse, estaba nervioso. El trabajo que durante las últimas semanas no le había parecido suficiente, ahora parecía no tener fin. Deseaba dejar todo sobre el escritorio y salir corriendo rumbo a la mansión, pero también tenía miedo de verlo y ser débil, de lo que pudiera pasar. Clark aun era muy joven, era su responsabilidad pensar por los dos.
Vio el reloj en la computadora, eran las tres con cuarenta y cinco minutos de la tarde. Le había dicho a Clark que lo vería a las seis. Sabía que no iban a tratar asuntos personales. No tenía razón para estar tan nervioso, pero no era como si pudiera apagar sus sentimientos con un simple clic.
La verdad era que no necesitaba verlo, podía enviar a alguien más. Quizá, incluso, podía resolverlo su secretario. Era lo más conveniente, lo mejor para todos, pero cómo iba a dejarlo en las manos de un desconocido cuando lo necesitaba a él.
-5-
Llegó quince minutos antes de lo acordado. Se quedó en la entrada intentando calmar sus nervios, ordenándole a su cerebro que era lo que debía hacer. Hablarían sobre el contrato de compraventa y saldría de ahí inmediatamente después. No podía darse el lujo de arruinar más las cosas y humillarse insistiendo por una oportunidad.
El secretario lo vio y lo hizo pasar. Lo acompañó hasta la oficina de Lex, le ofreció agua y lo dejó solo asegurándole que el empresario llegaría a casa en unos minutos.
La tarde anterior cuando llegó a casa después de clases, se encontró con la noticia de que su padre había vendido la granja a Industrias Rickman. Cuando su madre le dio la noticia no pudo evitar reír. Era la primera vez en días, que una risa genuina brotaba de él, pero no era una broma.
“es en serio. Tu padre vendió la granja”. Nunca antes había visto a su madre tan enojada.
Su padre se excusó diciendo que, si bien su firma estaba sobre el contrato, no recordaba haberlo hecho. Se veía afligido, parecía honesto cuando les explicó lo sucedido. Había llamado a su abogado, quien desde que escuchó la palabra Rickman les dijo que no había mucho por hacer.
Y ahí estaba, solo, en la misma habitación donde le habían roto el corazón, intentando calmar sus nervios para que no notara que le temblaban las manos.
Inhaló profundamente, escuchó los pasos acercarse por el pasillo y exhaló.
Lo escuchó entrar y pudo oler su perfume antes de ver su rostro. Tragó saliva.
Lex se sentó del otro lado del escritorio y le sonrió. Cómo podía estar tan relajado cuando él se había sumergido en la miseria esos últimos días.
Odió a su corazón traicionero que le saltó en el pecho cuando lo tuvo enfrente.
No pudo verlo a los ojos. Se apresuró a discutir el tema que lo había llevado ahí. Le entregó el folder que contenía el contrato original. Concentró la vista en el escritorio y los objetos que había en este, repitiéndose las instrucciones que había elaborado esa mañana; entrar, saludar, ir al punto, salir.
Notó cuando Lex levantó la vista del contrato y sus ojos fueron arrastrados hacia él haciendo contacto visual. Fue solo un instante y su atención volvió al documento que sostenía. ¿por qué lo hizo? ¿acaso no sabía lo que sus ojos provocaban en él? No estaba jugando limpio.
Pasados unos minutos, Lex bajó el folder y lo observó.
-parece estar bien elaborado, demasiado bien diría yo. –
- ¿no hay nada qué se pueda hacer? –
-siempre hay algo que hacer, pero necesitaras al menos una docena de abogados. –
Lo sospechaba, pero había mantenido una ingenua esperanza. Sabía que sus padres no podían costearlo, al final ese “siempre hay algo que hacer” no era para todos.
-…por fortuna yo cuento con un ejército de ellos, y si no podemos tumbar el contrato, podemos dilatarlo hasta que sea problema de tus nietos. –
Lo hizo reír. Levantó la vista y lo encontró inclinado sobre el escritorio, más cerca de lo que recordaba. No pudo sostenerle la vista.
- ¿cómo estás? –
Preguntó Lex.
-pensé que no te importaba. –
Las palabras brotaron de su boca por voluntad propia.
El silencio, que quizá no fue mucho, se sintió eterno. Consideró disculparse, pero no quería hacerlo.
-sabes bien que no es así. –
No le respondió, tampoco levantó la vista.
-Clark, tienes un futuro brillante. Sé que la vida te depara grandes cosas. –
- ¿qué te hace pensar que no puedo tener todo eso a tu lado? –
Su voz se fue apagando con cada palabra.
Las cosas no iban conforme al plan.
La tarde anterior cuando le dijo a sus padres que podía pedirle ayuda Lex, su padre se negó con el orgullo que lo caracterizaba. Su madre por otro lado, lo observó con preocupación antes de preguntarle si realmente quería hacerlo.
Sabía que no estaba siendo muy sutil puesto que todo mundo parecía haber notado algo, pero respetaban la regla de no decir nada hasta que él hablara primero.
Martha habló con él desde un principio. Siempre fue más perspicaz para ese tipo de cosas.
A penas si habían pasado un par de días desde aquel encuentro. Creía tener las cosas bajo control y poder seguir con su vida como si nada hubiera sucedido. Si bien había estado más serio que de costumbre, se sacudía las preguntas con un simple “hoy no me siento muy bien”.
Pero su madre realmente lo conocía mejor que nadie. Se sentó en el colchón junto a él y le preguntó, directamente, si había pasado algo entre ellos dos o si habían discutido.
“algo así.” Fue todo lo que pudo decir.
Se quedó con él un rato, sin decir nada, acariciándole la espalda mientras él contemplaba la pared.
“no sé qué sucedió y no tienes que decírmelo. Sé que eres un buen muchacho y sé que siempre haces lo que consideras correcto, aun cuando es doloroso.” Detuvo sus caricias. “al final, sin importar lo que hagamos, las cosas siempre van a ocupar el lugar a donde pertenecen.”
¿Cuál era su lugar cuando se trataba de Lex?
- ¿a qué le tienes miedo? –
Preguntó en un tono más elevado.
Lex lo observó con el rostro serio, el mismo que utilizaba para tratar asuntos de negocios, dándole a entender la severidad de cada palabra.
-a que te arrepientas. A que una vez que el efecto desaparezca te des cuenta de que tu padre tenía razón y que soy el monstruo que todos dicen que soy. –
-eso no va a pasar. –
Su respuesta fue inmediata, llena de convicción.
-no lo sabes. –
El secretario los interrumpió y Lex fue a la puerta donde el hombre le susurró algo al oído.
Regresó y se detuvo frente a él para tomar el folder que contenía el contrato.
-voy a entregarle esto a mis abogados. Te llamo en cuanto sepa algo. –
Se fue dejándolo solo, en medio de la conversación más importante de sus vidas.
…
Salió de la mansión estresado. Sabía que si volvía a casa sus padres lo acosarían con preguntas respecto de la compraventa y no quería hablar de nada. Ir al Talón no era una opción. Empezó a caminar sin rumbo fijo hasta que recordó a Kyle. Le debía una disculpa, sabia tan bien como todos, que Whitney había ido a su casa buscando problemas. Sin embargo, Kyle era el único que enfrentaba consecuencias.
En la comisaria, el oficial a cargo lo pasó a una pequeña habitación donde le pidió que esperara mientras iba por el detenido. Se sentía incomodo, la última vez que había estado ahí el hombre con las esposas era su padre.
Mientras esperaba meditó sobre qué iba a decirle, sobre si debía disculparse o no. También quería preguntarle por Rickman, estaba seguro de que el hombre alto con quien lo había visto discutir, era él.
El oficial se estaba tardando. Se desesperó un poco y decidió usar su visión de rayos x en dirección a las celdas. Uno de los hombres en las celdas parecía llevar un arma. Algo no estaba bien, se apresuró al lugar y encontró al oficial sentado tras los barrotes en absoluta calma. Kyle no estaba.
Corrió a la calle, vio a un hombre con el uniforme del oficial Ralph caminar con prisa sobre la banqueta.
- ¿Kyle? –
En cuanto pronunció su nombre escuchó el primer tiro. Se giró solo para ver al comisario disparar una vez más. Se apresuró y tomó a Kyle entre brazos. Por des fortuna no fue lo suficientemente rápido y el escultor fue herido en el hombro.
-6-
Para cuando Clark llegó a la mansión el Dr. Toby ya iba en camino.
Había enviado al personal a casa por el resto de la tarde, a excepción de su secretario particular.
Subieron a Kyle hasta una de las habitaciones del fondo y lo acomodaron en la cama. El hombre no se quejaba del dolor, pero su rostro decía lo suficiente. Le ayudaron a quitarse la camisa y pudieron ver como la sangre brotaba de la pequeña herida.
- ¿qué sucedió? –
-el sheriff le disparó. –
-no me lo tomes a mal, pero ¿qué te hizo pensar que era buena idea traer un fugitivo a mi casa? –
Parecía angustiado.
-eres la única persona en la que puedo confiar. –
Detestaba que las palabras de Clark arrasaran con su cordura de una forma tan sencilla. Volteó a ver a Kyle quien seguía con los dientes apretados, ejerciendo presión sobre la herida con la sucia camisa del oficial. Se levantó al baño y tomó una pequeña toalla con la que le ayudó al hombre a detener la hemorragia.
El secretario avisó que el medico había llegado y Toby entró en la habitación con un cigarro en los labios y oliendo alcohol. Justo como lo recordaba.
-Lex, no te veía desde lo del club Zero. –
Se sintió avergonzado, levantó la vista solo para ver a Clark intentar disimular que lo había estado observando fijamente.
-dejaste mi Mustang lleno de sangre. –
-Toby por qué no te apresuras un poco, el hombre está sangrando. –
Se levantó de la cama y fue al baño a lavarse las manos. Clark se aproximó a la puerta que seguía abierta.
- ¿él en verdad es un doctor? –
-perdió su licencia por un incidente insignificante, pero es buen médico. Además, es discreto… de cierto modo. -
- ¿con quién hay que hablar aquí para que le sirvan a uno un trago? –
Gritó el doctor desde la cama.
Lex salió del baño y abrió una pequeña vitrina que había junto a la puerta de la habitación, sacó un vaso y una botella de whisky. Clark lo siguió.
-lamento molestarte siempre con una y otra cosa. –
-harías lo mismo por mí si te lo pidiera. –
No era una pregunta.
- ¿qué pasó con ese Whisky? –
-termina de suturar. –
…
Al día siguiente pasó al Talón después de comer. Acostumbraba a tomar un capuchino por las tardes y quería ver cómo iba el negocio.
Llamaron por su nombre y se acercó a la barra a recoger su café. Rickman apareció tras él e intentó hacer un poco de conversación sin mucho éxito.
Se alejó del hombre, lo detestaba, y se sentó junto a la ventana desde donde se veía la cámara de comercio que anunciaba la próxima construcción de la planta de fertilizantes Rickman.
-al parecer los Kent han iniciado un proceso de nulidad sobre la compraventa de la granja. –
-bien por ellos. –
Se aproximó y se recargó en el respaldo de la silla, como si su compañía fuera bien recibida.
-reconozco a los abogados de Luthor Corp. cuando los veo ¿Por qué te involucras? –
-los Kent son mis amigos. –
El hombre se incorporó sin decir más y le dio una palmada en el hombro mientras hacia su salida.
-no me toques. –
-7-
Iba entrando con Chloe al Talón cuando se encontró con Rickman. El breve encuentro fue desagradable. El hombre le sonrió y lo saludó de mano como lo hacen los políticos en campaña. Lo odiaba, y no entendía como había convencido a su padre de venderle.
Adentro estaba Lex. Chloe y él se sentaron a su mesa, y le compartieron los últimos descubrimientos de la reportera.
Al parecer Bob Rickman y Kyle Tippet eran vendedores de productos agrícolas durante la época de los ochentas y noventas. Por un par de años, a inicios de los noventa, fueron los mejores vendedores del país. En el noventa y cinco Rickman abrió su propia compañía y Kyle fue tragado por la tierra, figurativamente hablando.
-también encontré esta nota de la antorcha, octubre del ochenta y nueve. –
VENDEDORES ATRAPADOS EN LLUVIA DE METEOROS
Los vendedores regresaban de Metrópolis cuando sucedió la lluvia de meteoros. El auto en el que viajaban sufrió severos daños, causados por el impacto de las rocas. Lo cual los dejó atrapados dentro del vehículo, hasta que el equipo de rescate se abrió pasó en el acero con equipo especial.
- ¿me preguntó que sucedió aquel día? –
Lex le sonrió.
-podemos preguntarle a Kyle. –
…
Cuando llegaron a la mansión la cama estaba vacía y la enfermera a cargo de Kyle no parecía recordar nada. Literalmente no recordaba al escultor, ni cual era el motivo que la tenía ahí.
Las sospechas de Clark empezaban a tomar fuerza. Lo que sea que había pasado en la comisaria, también pasó en esa habitación y posiblemente fue lo mismo que hizo que su padre vendiera la granja.
…
Chloe y Clark llegaron a la casa rodante justo cuando Kyle salía con una mochila. Parecía listo para no volver.
Lo confrontaron con lo que sabían; sobre su amistad con Rickman y el accidente durante la lluvia de meteoros.
No parecía sorprendido, tampoco se puso a la defensiva. A decir verdad, parecía que había cierto alivio en él. Bajó la mochila, se recargó junto a la casa rodante y les contó su historia.
-hasta ese día éramos los peores vendedores de toda la nación. Todo cambio cuando nos sacaron del auto. –
Les confesó que con el solo toque de sus manos podían hacer que la gente hiciera cualquier cosa que ellos desearan. Así los convencían de comprar lo que les ofrecieran, o de vender lo que ellos querían comprar. Esa mágica habilidad de persuasión duraba hasta que el individuo cometiera aquello que se le había ordenado, o se le sacara por la fuerza de tal estado, como había pasado con Whitney. Una vez fuera no parecían poder recordar nada.
-suena muy interesante, pero ¿por qué no lo demuestras? Si realmente tuvieras esa habilidad no vivirías como vives. -
Chloe era escéptica.
Kyle sonrió y le ofreció la mano. Incluso la valiente reportera dudó, lo vio a los ojos sorprendida por la oferta y finalmente la aceptó. Una vez que ella le tomó la mano, él plantó la idea en su cabeza.
-tienes un inmenso deseo de besar a Clark y sabes que él lo quiere también. Ve por él. –
Chloe se giró y se lanzó sobre Clark, le pasó los brazos por el cuello y se aproximó demasiado a sus labios. Estuvo a centímetros de besarlo, pero la detuvo.
-ok, es suficiente. –
Chloe seguía aferrada a su cuello, era una chica con una misión. La sacudió un poco, la vio parpadear confundida, después lo soltó y preguntó qué estaba sucediendo.
-creo que probó su punto. –
Kyle les dijo que temía por su vida, ya nada valía la pena. Rickman quería matarlo, porque era la única persona que sabía y podía probar que era un esper. Si la gente se enteraba de sus habilidades todos sus negocios se caerían. Su imperio entero se derrumbaría de un día para otro.
Si se había mantenido fuera del pueblo todo ese tiempo era para respetar su acuerdo, ninguno de los dos se metería en los asuntos del otro. Pero la codicia de Bob había crecido, y ahora planeaba eliminar lo que se ponía en su camino para tomarlo todo.
A veces hacer lo correcto era difícil, pero nunca era solo una opción. Se resignó a que la granja estaba perdida y si huir era la única salida, entonces le ayudaría.
Kyle prometió que una vez que estuviera en un sitio seguro, le contaría la verdad al mundo.
Esperaron a que cayera la noche. Llevó a Kyle hasta las afueras del pueblo, hasta la vieja gasolinera que había cerrado cuando abrieron la interestatal. El sitio estaba totalmente abandonado, pero la cabina telefónica parecía funcionar. Llamó a la única persona en la que pudo pensar.
Mientras esperaban sentados en la camioneta, observando la desolada carretera que se extendía frente a ellos, Kyle rompió el silencio.
-¿pasó algo entre ustedes? La forma en que se miran es algo obvia. –
Se sintió descubierto. Volteó a verlo, pero no le respondió.
-puedo ayudarte. –
Dijo por fin.
- no tienes que decirme que pasó. Puedo tomar su mano y hacer que se olvide de todo. –
Vio la seriedad en su rostro y regresó la vista a la carretera. Contempló la idea por un momento y recordó todas la veces que Lex le rompió el corazón sin siquiera ser consiente de ello.
-me tomó mucho coraje decirle lo que le tenía que decir. No quiero que lo olvide. -
…
Lex llegó una hora después y les pidió que subieran al auto. Los dos se acomodaron en el asiento de atrás, el asiento de enfrente venia ocupado con un bidón. Lex lo tomó, cerró la puerta y le puso seguro.
- ¿qué está pasando? –
El olor a gasolina era cada vez más intenso. Lex estaba vaciando todo el combustible sobre el auto.
-creo que Bob llegó a él antes que nosotros. –
El auto fue cubierto por las llamas en cuestión de segundos. A penas si tuvo tiempo de romper la puerta y salir corriendo con Kyle.
-8-
Se quedó de pie observándolos, estático ante la imagen de destrucción.
Un auto con las luces apagadas se detuvo a su lado y de él bajó Bob Rickman.
-yo…-
Intentaba formar una oración, pero parecía muy confundido.
Bob se acercó y lo tomó de las manos.
-ya te dije que ese no es Clark. Se está haciendo por él. Clark está en peligro ¿quieres salvarlo? Ya sabes lo que tienes que hacer. –
Le dejó un revolver entre las manos. Lex lo observó, lo empuñó y caminó hacia la vieja estación de servicios a donde los había visto correr.
-9-
Se habían ocultado atrás de uno de los mostradores. Usó su visión de rayos x solo para descubrir que Lex estaba armado.
El pequeño mueble de madera no iba a proteger a Kyle, tenía que distraer a Lex para que Kyle pudiera huir.
-Lex. –
Levantó las manos y avanzó un par de pasos, hasta que le ordenó que se detuviera a punta de cañón.
-no hagas esto. –
-podrás engañarlos a todos, pero yo sé la verdad. –
-¿Lex? –
- ¡no digas mi nombre! –
Cerró los ojos y disparó.
Clark observó la explosión y después la bala salir en su dirección. Tras el proyectil estaban los ojos de Lex, apretados con tanta fuerza que sus pestañas se habían humedecido. Sabía que la causa de todo era él.
Siempre se había preguntado si el mundo estaría mejor sin él, si la lluvia de meteoros nunca hubiera sucedido. Si la nave se hubiera estrellado en la luna o en algún planeta desierto.
¿sería tan malo morir a manos de él?
No se movió. La bala le dio en el pecho, justo sobre el esternón. Le dolió tanto que cayó de rodillas, pensó que sería todo, ese era su fin. Sin embargo, seguía respirando.
Levantó la vista solo para toparse con un muy confundido Lex, quien soltó el arma y cayó al suelo.
- ¿Lex? –
Respiraba de forma normal. Parecía solo estar inconsciente.
Se llevó la mano al pecho y sintió la bala, que había quedado adherida a su piel. Se la retiró con fuerza y todo lo que quedó fue una pequeña mancha rozada, que desaparecía con los días.
¿por qué no me moví? la respuesta parecía obvia, pero se negaba a creer que había sido apropósito. No es que su cuerpo hubiera estado congelado, es que en ningún momento intentó salvarse.
Escuchó un tiro afuera y salió con prisa dejando a Lex solo.
Kyle estaba de pie junto al auto de Rickman. A sus pies estaba el cadáver de Bob aun sosteniendo el arma que le quitó la vida. La imagen se gravó en sus ojos. Se detuvo frente al cofre del auto desde donde no podía verlo, sabía que le daría pesadillas.
-siempre fui el mejor vendedor de los dos. -
Lex salió del edificio aun mareado, sujetándose la frente como si la cabeza le fuera a estallar.
- ¿es ese mi auto? –
Preguntó al ver el Porche en llamas.
- ¿qué pasó? –
-parece que fuiste víctima de Bob. –
Vio el cuerpo en el suelo, se llevó las manos a la boca y caminó del otro lado del auto.
- ¿cómo le vamos a explicar esto a la policía? –
Preguntó Clark.
Kyle se alejó del cadáver antes de que la sangre le llegara a los zapatos. Parecía compuesto, pero la voz se le quebró cuando le contestó.
-yo me encargo de eso. –
…
Después de la muerte de Rickman los tres regresaron a la casa rodante en la camioneta de los Kent. Le sorprendió ver a Lana y Whitney esperándolos a fuera.
La joven le hizo saber que estaban ahí para hablar con Kyle. Si Clark decía que todo se había tratado de un malentendido, bien valía la pena discutirlo.
Kyle quien hasta entonces se había estado ocultando tras de Clark, dio un par de pasos al frente. El rostro de Lana se desfiguró en cuanto lo vio, fue evidente el esfuerzo que hacia la joven para no mostrar su pánico.
Lex y Clark voltearon a verlo, la aflicción se contagió en ellos.
Los ojos de Kyle estaban inyectados en sangre, un hilo rojo le corrió por la nariz y cuando se pasó la mano para limpiarse descubrió que sangraba.
Someter a Bob había significado un gran esfuerzo, y ahora pagaba las consecuencias.
Se dejó caer en el suelo resignado a lo inminente, con la vista fija sobre las manos carmesí empapadas en su propia sangre. Intentaba no ser dominado por el miedo.
Lana se aproximó despacio, como si le costara poner un pie delante del otro y se arrodilló frente a él. Lo tomó de los manos y centró la vista en sus ojos. Permanecieron así por un rato, viéndose intensamente, como si ellos dos fueran infinitos, un todo absoluto, y nada más existiera.
Era la primera vez que presenciaba el proceso de guía, aquello se sintió extrañamente íntimo. Se preguntó si así era como se veían Lex y él. Reconoció que no era algo que le gustaría hacer con alguien más. Volteó a verlo y descubrió los ojos azules posados en él. Ambos esquivaron sus miradas disimuladamente.
…
Antes de ir a su casa llevó a Lex a la mansión. Detuvo la camioneta junto a la entrada de la calle y apagó el motor. No puedo verlo a los ojos, se concentró en el volante de la camioneta, que estaba estático frente a él.
-no quiero pretender que nuestra conversación no pasó, pero sé aceptar un rechazo. –
Estaba nervioso y se notaba en su voz.
-si te parece bien me gustaría que volviéramos a ser amigos. –
Escuchó la puerta de la camioneta abrirse. Lex se bajó y la cerró tras de sí.
-de acuerdo. Seamos amigos. –
Dio un par de palmadas a la puerta. Le dio la espalda y lo vio alejarse rumbo a la mansión.
Su rápida respuesta le pareció dolorosa, ni siquiera se tomó un momento para considerarlo. Era como si la idea de tener una relación con él nunca le hubiera pasado por la cabeza.
Se sintió ridículo. Pero no había nada más que pudiera hacer. Mantener la distancia no era una opción.
Encendió la camioneta y se fue.
Chapter 12: DESEO VEHEMENTE
Summary:
Este capítulo esta basado en el episodio 15 de Smallville: Nicodemus.
Chapter Text
DESEO VEHEMENTE
-1-
Esa tarde cuando llegó a la mansión encontró al Doctor Hamilton esperando afuera de la reja. El hombre estaba visiblemente molesto. Caminaba de un lado a otro como quien atiende una llamada por teléfono. Hamilton vio el auto y se detuvo.
No se suponía que estuviera ahí, ese era el trato, su relación de negocios debía mantenerse oculta.
- ¿qué haces aquí? –
-uno de tus empleados robó algo de mi laboratorio. –
Acusó.
- ¿llevas mucho tiempo a fuera? ¿alguien te ha visto? –
Volteó nervioso a los alrededores. El sitio se veía desierto, no había muchas construcciones de ese lado del pueblo.
-no, no lo creo. No ha pasado nadie. –
-sube al auto. -
Condujo hasta el domicilio del hombre y detuvo el auto bajo los árboles de la entrada, oculto a la vista de la calle.
Hamilton le contó que uno de los empleados de Metrópolis le había estado ayudando con la instalación de equipo nuevo, y esa mañana había desaparecido con uno de sus especímenes, una extraña planta por largo tiempo extinta.
- ¿y por qué rayos estás trabajando en flores? Te pago para que investigues los efectos de los meteoros en las personas. –
-es un primer paso. De eso se trata la ciencia, es un proceso continuo. –
El hombre abrió la puerta y puso un pie en el suelo.
-sabe qué, si no lo acepta busque a otra persona. –
Exhaló irritado.
- ¿cómo se llama? –
-James Beels. –
Le informó que James se había visto envuelto en un accidente de carretera esa mañana. Al parecer mientras huía había chocado con la camioneta de la granja Kent, perdió el control de su vehículo y se volcó a un costado de la carretera.
- ¿Clark Kent? –
-No, el padre. –
- ¿y él está bien? –
-supongo, no sé. Beels está en el hospital. –
-2-
Llegó a casa después de clases y encontró a sus padres en una situación un tanto intima sobre la mesa de la cocina. Se comportaban como adolescentes, y eso era mucho decir dado que él nunca había hecho algo remotamente parecido.
Su madre lo vio y se disculpó, aunque parecía estar disfrutando del inusual comportamiento de Jonathan.
- ¿qué está pasando? –
-no lo sé. –
Respondió Martha.
-ha estado así desde la mañana. Rescató a un hombre de un accidente y parece que eso lo dejó de muy buen humor. –
Su padre tomó una cerveza del refrigerador y la abrió con el filo de la mesa dañando la madera. La acción hizo enojar a su madre quien le llamó la atención inmediatamente.
- ¿no tienes trabajo pendiente? –
Preguntó Clark.
-puede esperar, el trabajo nunca se acaba. Además, merezco un descanso ¿podrías hacerlo por mí, cierto? –
No supo que responderle, nunca antes lo había visto actuar así.
Su madre volteó a verlo con la misma incredulidad, pero no hubo tiempo de decir nada porque alguien tocó a la puerta.
Lex estaba en la entrada. Dijo que había escuchado del incidente de esa mañana con uno de sus empleados y solo quería saber si Jonathan estaba bien.
Jonathan bajó la cerveza en cuanto escuchó su voz. Se acercó a él, quien ya caminaba en su dirección y lo detuvo en seco frente a las escaleras.
- ¿qué es lo que quieres? ¿vienes a ver si voy a demandarte? Quizá debería hacerlo. Eso resolvería todos mis problemas. –
-Jonathan es suficiente. –
Reclamó su madre.
-no, no es suficiente Martha. Sabes, no me agradas, tampoco me agrada tu padre y menos me agrada tu amistad con mi hijo. –
Empezó a levantar la voz.
-supe desde que apareciste en nuestras vidas que eras señal de problemas y aun así decidí no entrometerme demasiado. –
- ¡papá! –
Se veía furioso, se acercó más a él y con el dedo índice lo señaló en el pecho, presionando con fuerza.
-…y no sé qué pasó entre ustedes, pero estos últimos días no hemos podido ni pronunciar tu nombre en esta casa sin que Clark se deprima. Te quiero fuera de nuestras vidas. –
Su padre se había dado cuenta de todo, era ingenuo pensar que no había sido así, pero era la primera vez que mencionaba algo.
Lex se quedó en silencio, con la mirada baja, avergonzado. Jonathan tomó la cerveza y subió las escaleras rumbo a su recamara, como si no acaba de aventar una bomba entre ellos. Martha subió tras él y Clark se quedó en la cocina, a solas con Lex, quien permaneció en la misma postura, visiblemente dolido por la acusación.
-lo siento. –
Susurró.
-no sé por qué dijo eso. –
Se excusó Clark.
…
A la mañana siguiente comentó lo sucedido con Pete, quien encontró gracia en las acciones de su padre.
Intentaba comprender el extraño comportamiento de Jonathan, pero a Pete no le interesaba eso. Lo hacía feliz saber que alguien más odiaba a los Luthor tanto como él.
Cuando el padre de Pete pasaba por un momento difícil, Lionel se aprovechó de su necesidad. Compró las tierras de la familia Ross a un precio por debajo del mercado y además les cobró intereses demasiados altos por el préstamo que les había otorgado. La familia Ross no solo perdió su granja, también perdió la fábrica de helados. Si bien Lex no había tenido nada que ver en aquel asunto, y Pete ni siquiera había nacido, era de la idea de que la manzana no caía muy lejos del árbol.
Entraron al aula de periodismo y se encontraron con Chloe quien también iba llegando.
- ¿Cuál es su mayor deseo? –
Preguntó en cuanto los vio.
- si nada se los impidiera, ¿qué harían ustedes? –
- ¿qué sucede? –
Preguntó Pete.
-el director Kwan siente que me hace falta conectar con el cuerpo estudiantil, así que estoy haciendo una encuesta. ¿y bien? -
Clark se quedó pensativo. Si nada se lo impidiera ¿qué haría? Robaría otro beso de Lex.
Iría a buscarlo a la mansión, entraría a la oficina y cerraría la puerta con seguro, caminaría directo hacia él sin darle tiempo de reaccionar y lo besaría sin decir nada.
Casi olvidaba como se había sentido aquel beso que compartieron en la planta, pero el solo pensar en ello aun lo hacía temblar. Desde entonces fantaseaba con más, con caricias, piel, besos y un par de ojos azules fijos en él.
Sonrió sin ser consciente de ello.
- ¿y bien? –
Preguntó Chloe compartiendo su sonrisa.
-mm, no lo sé ¿ser mariscal de campo por un día? –
- ¿en serio? –
-yo creo que acabo de ver pasar a mi deseo. –
Comentó Pete levantándose y corriendo tras una de las chicas que pasó por el pasillo.
Lana entró al instante que Pete salía y por poco choca con él. Se sentó junto a Clark, y Chloe le hizo la misma pregunta.
El mayor deseo de Lana era subir al molino de la granja Chandler. Los alumnos comentaban que desde arriba podían verse las luces de Metrópolis. Aunque parecía algo sencillo, Lana le tenía miedo a las alturas, por lo que solo le queda imaginar aquella espectacular vista de la que ellos hablaban.
…
Por la tarde cuando caminaba por el pueblo rumbo a la granja, vio la camioneta de su padre pasar volando junto a él. No tenía idea de que la camioneta aun pudiera correr así y de no ser porque vio a su padre al volante, juraría que alguien la había robado.
Corrió tras él y alcanzó a ver como se detenía junto al banco. Si alguien se lo hubiera contado no lo hubiera creído, pero su padre se bajó con la escopeta en las manos dispuesto a acabar con la vida de un hombre.
Tras el momento de incredulidad recuperó la conciencia y se interpuso en su camino. Intentó arrebatarle el arma, pero se llevó un golpe en el rostro con la culata. No le dolió, pero toda la escena lo tenía algo aturdido. Este no era su padre, no podía explicar su extraño comportamiento.
Jonathan quedó congelado al darse cuenta de lo que acaba de hacer.
Había un par de peatones sobre la banqueta, lo observaron con miedo. Su padre soltó el arma y después cayó al suelo. Estaba hirviendo en fiebre.
En el hospital, los doctores que lo atendían no tenían idea de cuál era el malestar que lo aquejaba. Si bien sus síntomas no eran extraños, era la combinación de ellos lo que no terminaba de convencerles. La única razón por la que no descartaban algo más simple, era porque el hombre al que había rescatado Jonathan la mañana anterior presentaba los mismos síntomas.
-3-
Regresó al granero del Dr. Hamilton y se sorprendió con la cantidad de flores que el científico tenía en contenedores sellados. No solo aquello era distinto a lo que Lex le había pedido, el hombre no le había informado nada al respecto. Se empezaba a sentir usado. Detestaba cuando la gente intentaba aprovecharse de él, lo cual, curiosamente, pasaba bastante seguido.
Recorrió el laboratorio improvisado del hombre, quien estaba tan concentrado en sus documentos que no notó su presencia.
James Beels estaba hospitalizado en condición grave con un cuadro de síntomas que tenía a los médicos perplejos. Jonathan Kent, quien había salvado su vida, no mucho antes, se había presentado la tarde anterior con los mismos síntomas. Eso no podía ser una coincidencia, no en Smallville.
-veo que no me has dicho toda la verdad. –
El científico levantó la vista del escritorio y volteó a verlo un tanto sorprendido.
-tengo todo bajo control. –
-dos hombres con una enfermedad para lo que no existe cura no es mi idea de control. –
Dejó sobre la mesa el libro que llevaba con él. “El diario de Nicodemus” lo tomó prestado de la biblioteca pública. En él se describía el padecimiento causado por la flor de Nicodemus, cuyos efectos mataron a más de doscientas personas en una sola noche. Tras eso los monjes de Morley decidieron quemar todas las flores existentes, llevando la extraña planta a su extinción.
El científico se excusó alegando que eran creencias de pueblerinos, era el siglo diecinueve después de todo.
Mentía.
Frente a ellos, las flores reposaban dentro de la vidriera, con sus pétalos extendidos en dirección a las luces ultravioleta que las iluminaban. Lex se acercó con cuidado y admiro aquella planta que asemejaba un girasol con pétalos amarillos que se tornaban rojos al centro.
-si es solo una flor indefensa, no tendrás problema con que saque una de aquí. –
Buscó la manija de la vitrina y el doctor lo detuvo.
-no te pago para estudiar flores. Me interesa conocer los efectos de los meteoros... –
-eso es lo que estoy haciendo. –
Lo interrumpió.
-enviar personas al hospital no era parte del plan. Empaca una flor, un grupo de especialista espera en Metrópolis para trabajar en una cura. –
Como siempre, si quería un trabajo bien hecho tenía que hacerlo él personalmente. Estaba harto de la ineptitud de todos.
-es mi investigación. –
-me importa muy poco tu investigación. Quiero encontrar la cura. –
Si Jonathan moría Clark nunca se lo perdonaría. No importaba si Hamilton había hecho todo esto sin su consentimiento. Clark nunca se lo perdonaría.
-4-
Ese jueves le estaba costando demasiado concentrarse en las clases. Su padre seguía en el hospital y los médicos no tenían idea de que causaba su malestar. Su única pista era James Beels y el hombre había caído en coma la noche anterior. Su pronóstico no era bueno.
Las primeras dos horas de clase las había pasado en los asientos del fondo. Escuchó la voz del profesor a lo lejos, pero su cerebro estaba agobiado con sus preocupaciones. No tomó ni una sola nota, no quería estar ahí. Había rogado a su madre para que le permitiera acompañarla en el hospital. “tu presencia no va a cambiar nada. A él no le gustaría que perdieras tus clases.” Lo sabía, pero estar así, bien era como no estarlo. Su cuerpo estaba en clase, pero sus pensamientos estaban con su padre.
En cuanto sonó la campana corrió al club de periodismo. Sabía que podía ocultarse ahí. Sus amigos conocían su situación y le darían el espacio que necesitaba.
Lana llegó poco antes del cuarto periodo. Se detuvo en la puerta y lo observó como un depredador a su presa.
- ¿no iras a clases, Clark? –
Algo en ella era distinto y no se refería solo a la ropa nueva que era un tanto sugestiva.
-ah… no, no me siento del todo bien. -
Se sentó frente a él, tomó una de sus manos y empezó a masajearla. Le dijo que entendía por lo que estaba pasando y que estaba ahí para él, para lo que necesitara, quizá un poco de distracción.
Lana se le estaba insinuando, era obvio incluso para él. Se sintió intimidado.
- ¿cómo está Whitney? –
-no sé. –
Lo soltó. Parecía molesta con la pregunta.
-terminamos esta mañana. Soy una mujer libre, Clark. -
Volvió a tomarlo de la mano y se lo llevó a la piscina olímpica de la escuela. Esa área del gimnasio siempre estaba bajo llave y no sabía como la había conseguido. Todo le parecía tan surreal, Lana Lang literalmente lanzándose sobre él.
No sabía cómo reaccionar, simplemente se dejó llevar por la corriente sin oponer resistencia.
-nademos un poco, eso te hará sentir mejor. –
Lana se paró frente al trampolín y empezó a quitarse la ropa. Vio partes de ella con las que solo había imaginado. Su corazón se aceleró y volteó hacia todos lados para asegurarse de que no hubiera nadie más en el sitio.
-siempre quise hacer esto. –
Le confesó la joven.
-sabes, no me parece buena idea. –
Quiso verse serio, pero sus nervios lo traicionaron y le sonrió.
Todo su instinto le decía que algo no estaba bien.
Fue hasta que ella intentó retirarse la ropa interior que él amenazó con irse. Lana se bajó del trampolín y se paró frente a él.
-creí que te gustaba. –
No le respondió. Estaba actuando de una forma tan extraña que no la reconocía.
-...aunque últimamente hay más emoción en ti cuando ves a Lex. -
Vio el cambio en su rostro cuando descubrió que su deducción era correcta.
No dijo nada más, dejó escapar una pequeña risa, un tanto juguetona, un tanto diabólica. Lo tomó por el cuello de la camisa y lo besó.
No la detuvo. Una parte de él quería ver hacia a donde lo llevaba aquello. Había estado enamorado de ella por tanto tiempo, quizá ella podría ayudarle a olvidarlo, a olvidar todo. Deseaba que así fuera, intentó abrazarla, más aquello se sintió incomodo, antinatural.
Fue ella quien se detuvo. Abrió los ojos y la observó.
Escucharon la puerta abrirse y Lana salió corriendo antes de ver quien estaba del otro lado.
-Kent, ¿podrías explicarme qué haces aquí? –
Era el director Kwan.
…
Saliendo de dirección regresó al club de periodismo. Sus posibilidades de atender con éxito alguna clase desaparecieron por completo.
Chloe estaba ahí. Conversó con ella sobre el extraño comportamiento de Lana. Ninguno de los dos comprendía su repentino cambio de personalidad.
-parecía drogada. –
Mencionó aún confundido.
El comportamiento de ella era bizarro, de una forma similar al de su padre, y quizá al de James Beels quien en un ataque de furia chocó la camioneta de la granja.
Lana y Chloe habían investigado la escena del accidente la noche anterior. Clark sospechaba sobre algún virus o algo que se estuviera contagiando entre ellos.
-pero yo estuve ahí y estoy bien. –
Comentó Chloe un poco preocupada.
-no lo sé, pero definitivamente esa no era ella. Algo debió pasarle. -
Su pista más prometedora estaba en las fotografías que había sacado Chloe. En un par de ellas se veía la figura de un hombre entre los árboles. Las fotos no eran buenas pero el Dr. Hamilton era inconfundible.
Chloe le dijo que pasaría al laboratorio del científico saliendo de clases. Quería acompañarla, pero también quería pasar al hospital a ver su padre. Su amiga le pidió que no se preocupara, el Dr. Hamilton era un hombre respetuoso y ambos se conocían bien.
-5-
Estaba en el Talón intentando disfrutar de su café de la tarde cuando su celular sonó. Era Hamilton haciéndole saber que había entregado la planta personalmente esa mañana, tal como se lo había prometido. Si se había demorado en llamar era porque se había quedado en el laboratorio, aclarando ciertas dudas y discutiendo los métodos de análisis con el personal de Metrópolis.
Lex lo escuchó sin impugnar nada y una vez que el hombre colgó, llamó al laboratorio para recibir información directa de sus especialistas. Le informaron que ya estaban trabajando en la composición química de las esporas y que lo contactarían en cuanto hubiera avances.
Los presionó. Jonathan estaba grave en el hospital, su condición empeoraba con las horas y si lo que estaba en el libro era real, no le quedaba mucho tiempo.
Cuando se llevó la taza a los labios descubrió que la bebida estaba fría. Se había sentado en esa mesa en lo que le pareció no más de cinco minutos, pero el reloj le hizo saber que llevaba poco más de media hora en el lugar. Estaba tan consumido por sus preocupaciones que perdió la noción del tiempo.
De momento nadie lo señalaba a él, pero sabía que solo se trataba de la calma antes de la tempestad. Todo mundo dice que después de la tempestad viene la calma, pero nadie habla de la calma antes de la tempestad, ese momento tranquilo y silencioso donde hasta el viento se detiene como si la vida misma contuviera la respiración. De un momento a otro su nombre saltaría en boca de todos, lo sabía, podía sentirlo.
No le importaban las opiniones de nadie, excepto la de él, y su padre estaba en el hospital, y de una forma u otra eso lo relacionaba a él.
Lana llegó al café con una actitud retadora y advirtió a los comensales que cerrarían el local por lo que no se les cobraría el consumo. La conmoción lo sacó de sus pensamientos.
Esa no era la misma chica que prácticamente le había rogado por una oportunidad de negocios.
Se aproximó a ella mientras los clientes abandonaban el local.
-el Talón cierra a las nueve. –
Le informó.
-hoy no. –
Lana caminó tras de la barra y empezó a prepararse una bebida.
-deberíamos vender alcohol eso elevaría las ventas. –
-respetar el horario establecido es suficiente. –
-por favor. A ti no te importa este lugar, solo invertiste en él porque yo te lo pedí. –
Se lamió el caramelo de los dedos sin dejar de hacer contacto visual con él.
Hasta un ciego hubiera visto aquel pobre intento de seducción. No estaba funcionando. La joven no le interesaba.
-desconozco qué es por lo que estás pasando, pero estás actuando de forma extraña ¿te sientes bien? –
-nunca me he sentido mejor. –
Se inclinó sobre la barra y le sonrió. Lo sujetó de la corbata y empezó a jugar la tela entre sus dedos de forma sugestiva.
-pero si estoy actuando extraño posiblemente es por mi falta de experiencia. Veras, aquí en el pueblo no hay hombres de mundo como tú. Alguien que pueda guiarme, moldearme conforme a sus deseos, convertirme en una mujer en toda la extensión de la palabra. -
Sus palabras eran lentas, pronunciadas casi como un susurro, como algo intimo entre ellos dos.
Era demasiado sospechoso, y dado los eventos recientes, solo había una cosa en la que podía pensar.
- ¿Dónde has estado las ultimas veinticuatro horas? –
- ¿Cuál es tu problema? –
Se alejó molesta.
-creo que estas enferma. –
- ¿por qué? ¿por qué no estoy actuando como la chica tímida que a todos les gusta? ¿por qué no estoy en una esquina escondida en un libro? ¿por qué no soy la niña que llora por sus padres? Ya me cansé de ella. Por primera vez no tengo miedo de vivir y no voy a cambiarlo por aquella tonta. –
Tomó la taza en la que estaba preparando el café y se la arrojó.
Alcanzó a esquivar el golpe por pura suerte, pero no logró detenerla antes de que saliera del local con sus llaves. Corrió tras ella, pero la puerta trasera solo se abría con llave. Para cuando rodeó el local, solo alcanzó a ver las luces del coche alejarse.
Jenna la otra empleada del local salió corriendo tras él y lo atestiguó todo.
-cierra. –
Ordenó Lex.
-6-
Iba camino al hospital cuando vio el nuevo auto de Lex pasar junto a él. Iba a una velocidad demasiado alta incluso para él. Se preocupó, enfocó su vista en el auto solo para descubrir a Lana tras el volante.
De por si la escena ya era extraña, pero dado el reciente comportamiento de ella sabía que algo iba mal. Decidió seguirla.
La alcanzó al pie del molino de la granja Chandler. Dejó el auto en el lodo y se aproximó a las escaleras.
- ¡Lana! –
No parecía sorprendida de verlo.
- ¿Lex sabe que tienes su auto? –
-ya debe saberlo. –
Le sonrió y se sujetó de la escalera.
-no te ves bien, creo que estás enferma. –
Se detuvo y volteó a verlo.
-estoy mejor que nunca. No necesito que nadie me diga que hacer. Mírate, me tuviste en la piscina y no hiciste nada. Dime ¿estás enamorado de mi o de Lex? –
No le respondió.
Subió los primeros escalones y empezó a reír.
-quizá el sentimiento es mutuo. Él tampoco parece interesado en mí. –
¿A qué se refería? ¿acaso también había besado a Lex?
La vio aumentar la velocidad en sus movimientos y cuando estuvo por llegar a la base se detuvo. Por un momento pensó que lo había logrado, que la vista la había impactado y la había dejado sin aliento. Después la vio caer y cuando la tuvo en brazos descubrió que hervía en fiebre.
…
Cuando llegaron al hospital se encontró con su madre. Lex también estaba ahí. Fue solo verlo y enfureció. Quería reclamarle, saber si había besado a Lana, pero no tenía derecho a decirle nada. Eran solo amigos.
- ¿Qué sucede? –
Le preguntó Martha al verlo.
-tiene los mismos síntomas que papá, ¿cómo está él? –
Su madre bajó la vista y lo tomó de la mano.
-entró en coma hace dos horas. –
Entró a la habitación y Lex entró tras él. Su madre había desaparecido, quizá había ido a ver a Lana.
Sujetó la áspera mano de su padre que estaba más fría que de costumbre y se sentó junto a él.
-Lana tenía tu auto. Está abajo en el estacionamiento. –
Ignoró sus palabras.
- tengo un equipo médico listo para recibir a tu padre en Metrópolis. –
¿acaso era porque no quería reconocer que había estado con ella?
-no es necesario. –
Estaba enojado con él. Sabía que no tenía derecho, pero no podía evitarlo.
-lo siento mucho, Clark. –
-no es tu culpa. –
…
Esa tarde antes de irse a casa, Pete y Chloe llegaron al hospital. Dijeron que tenían información importante para discutir con él y fueron al jardín donde nadie podía oírlos.
Chloe le dijo que cuando pasó al laboratorio del Dr. Hamilton, el hombre parecía estudiar un libro antiguo llamado “El diario de Nicodemus”. En el libro se describía una horrible enfermedad producida por una flor llamada Nicodemus. Las personas afectadas por ella empezaban actuar sobre sus impulsos reprimidos, desplegaban una inusual agresividad, padecían fiebre y finalmente morían. El libro era de 1871. Los monjes quemaron el asentamiento después de una de las crisis más severas y desde entonces no se tiene registro de la flor.
- ¿y qué tiene que ver Hamilton con esto? –
Pete sacó una vieja revista de ciencias de su mochila.
-aquí hay un estudio de Hamilton de hace seis años. En el postuló que los meteoros pueden usarse para radiar semillas de plantas extintas. –
Clark le arrebató la revista y se puso de pie.
-espera hay algo más. –
Lo detuvo Chloe.
-el Dr. Hamilton no sacó el libro de la biblioteca. Lo hizo Lex. –
-te dije que no era confiable ese idiota. –
Reclamó Pete.
…
Lex llegó a la granja por la noche y lo encontró en el comedor leyendo la tarea por quinta vez intentando que algo se quedara en su cabeza.
Entró tras tocar la puerta y lo saludó.
- ¿cómo estás? –
-he estado mejor. –
Respondió secamente.
-el grupo de especialistas en Metrópolis está listo para recibir a tu padre. Creen que ya aislaron el problema. –
- ¿tiene algo que ver con la flor de Nicodemus? –
Lo dejó sin palabras.
-sé que sacaste el libro de la biblioteca. –
-sí. –
- ¿por qué? –
-por la misma razón que tú lo consultaste, supongo. –
- ¿conoces al Dr. Hamilton? –
De nuevo no le contestó.
Para este punto se había puesto de pie. Avanzó hasta él sin darse cuenta y levantó la voz de forma agresiva.
-no me mientas. El libro lo tenía él. –
Vio el miedo en el rostro de Lex y se detuvo.
Estaba furioso, en verdad lo estaba, pero no todo ese coraje era por su padre. Estaba furioso por las palabras de Lana, por imaginar que él prefería estar con otra persona. Por imaginar que sin importar lo que hiciera nunca sería suficiente, que un día llegaría alguien y sin mucho esfuerzo recibiría todo ese amor por el que él había estado rogando.
-Mis asuntos con el doctor Hamilton atienden a otros intereses. –
Admitió.
-yo no soy responsable de esto y aun así estoy haciendo todo lo posible por ayudar. Esa es la verdad. –
- ¿y qué asuntos tienes con él? –
-estamos investigando los efectos de los meteoros en las personas. –
- ¿y esperas que te crea? –
Tragó saliva intentando calmarse, aun podía sentir su ritmo acelerado.
-quizá a ti no te interese saber en qué te convirtieron, pero a mí sí. –
La confesión lo desarmó. ¿Cómo se suponía que respondiera a eso? ¿Quién lo había nombrado a él amo y señor de los meteoros? Había olvidado que Lex era una víctima más de aquel suceso.
Lex lo vio a los ojos, sacudió la cabeza y se fue sin decir nada, sin disculparse, sin reclamarle. Nada.
¿y si así era como acaba todo entre ellos?
…
Chloe llegó poco después. Parecía asustada y hablaba con prisa.
Su cerebro aun intentaba procesar su última discusión con Lex, que va, sus últimos días. Todo lo agobiaba y Chole hablaba demasiado rápido. Estaba mentalmente agotado.
-Chloe no te estoy entendiendo. Necesito que te calmes. –
-regresé al laboratorio con Pete. Había flores de Nicodemus en el lugar, al menos una docena. Creo que Pete se contaminó. –
- ¿qué pasó? –
-se puso agresivo. Tomó el revolver del Dr. Hamilton y dijo que iría por Lex. –
La voz de Chloe se quebró mientras lloraba.
-Clark no quiero llamar a la policía. –
-espérame aquí. –
Se levantó con prisa y tomó su chamarra más por costumbre que por necesidad. No había tiempo de pedir detalles, salió corriendo.
-7-
Llegó a la mansión y de nuevo el Dr. Hamilton lo esperaba en la entrada. Estaba furioso, las cosas se habían salido de control y todos los dedos lo señalaban a él a pesar de que por primera vez esto no era culpa suya.
Bajó la ventana y le ordenó que subiera al auto.
- ¿acaso no fui claro cuando te dije que no quería verte aquí? -
-encontré la cura. –
Entraron a la mansión y el científico le mostró el libro que había conseguido a través de sus contactos, era un libro raro, valioso y prestado. En él se recolectaban métodos curativos de las tribus nativas cuando apenas iniciaba el contacto entre ellos y los colonos europeos.
Ahí entre sus páginas se hablaba de un mal producido por una flor de un extraño nombre. Los síntomas eran los mismos y por la descripción de la flor dedujeron se trataba de Nicodemus.
Lex le ordenó sacar copias y enviarlas por fax a Metrópolis inmediatamente.
Hamilton cerró el libro y chocó con su secretario en la puerta mientras salía.
El hombre le dijo que tenía otra visita, un amigo de Clark.
En cualquier otra circunstancia lo hubiera despedido con una excusa, pero estaba preocupado, temía recibir malas noticias. Sabía que Beels había muerto hacia una hora, los médicos aun no estaban seguros si fue por la enfermedad o por sus heridas tras el accidente. Aun así, el libro era claro y el destino de Jonathan estaba escrito.
-hazlo pasar. –
Se pasó la mano por la frente y descubrió que sudaba. Estaban a unos días de la primavera, aún hacia frio y el estrés lo tenía sudando.
Pete entró y lo tomó por sorpresa. Levantó el arma y le apuntó.
-sé muy bien que todo esto es culpa tuya. Descubrimos las flores en el laboratorio del Dr. Hamilton y lo acabo de ver salir, pero es por ti por quien vine. Finges ser amigo de Clark, pero no es así y ahora su papá va a morir por tu culpa. –
-8-
Cuando entró a la oficina encontró a Pete apuntándole con la pistola.
Lex estaba tras el escritorio con una mano frente a él, como si con ella pudiera detener las balas.
Si necesitara hacerlo ¿a quién iba a elegir?
-Pete, no lo hagas. –
Le pidió en un tono calmado.
-tú y yo éramos amigos. Su padre arruinó a mi padre y ahora quiere separarnos. El mundo estará mejor sin él. –
La idea lo convulsionó. Necesitaba razonar con Pete porque no quería lastimarlo.
-Pete, baja el arma. –
Seguía con un tono monótono mientras se aproximaba despacio.
-el provocó esto. Vi a Hamilton aquí. –
Volteó a ver a Lex y el empresario esquivó su mirada. Sabía que tenía sus secretos, como él tenía los suyos, pero ya había quedado claro que no iban a compartirlos.
-tienes razón, Pete. –
Empezó a avanzar entre ellos dos.
-ha estado mintiendo, tenía mis sospechas, pero ahora sé que es igual a su padre. –
Vio los ojos de Lex oscurecerse, lo observó bajar el rostro por completo.
Por un instante le pareció gracioso, ni siquiera eligió las palabras, brotaron de él por si solas. Algo en su subconsciente quería herirlo, producir en él el mismo dolor que él estaba sintiendo y cuando lo logró, descubrió que no le produjo ninguna clase de alivio. Lo había herido y sabía que sin importar lo que le dijera, no lograría convencerlo de que estaba mintiendo.
Se forzó para concentrarse en lo que tenía que hacer, aprovechó la distracción de ambos, giró velozmente y noqueó a Pete.
- ¿estás bien? –
Le preguntó volviéndose.
Lo vio asentir con la cabeza aún baja. Seguía sin verlo a los ojos.
-lo siento. Tenía que distraerlo. –
Lex volvió a la silla giratoria y se sentó frente a la laptop, como si aquella fuera una tarde cualquiera. El patrón le empezó a resultar conocido. Era muy de él desconectarse de sus emociones cuando sentía que sus sentimientos lo sobrepasaban.
-mi chofer puede llevarlos al hospital. –
-no es necesario. –
Se detuvo antes de salir. No quería preguntarle por el Dr. Hamilton, pero se conocía.
- ¿él en verdad estuvo aquí? –
-encontró la cura. -
…
Su padre despertó al día siguiente sin recordar nada. Ninguno lo hacía. Los médicos dijeron que fue por la fiebre.
-9-
Tras lo sucedido decidió que mover el laboratorio del Dr. Hamilton, era lo más conveniente. El granero tenía cero seguridad y su investigación era demasiado importante como para estar al alcance de cualquier curioso.
Rentó un edificio en Metrópolis y se llevó todo sin consultar al científico. Si aun lo deseaba, su puesto estaba allá, pero las condiciones no eran negociables. Las reglas, como las contribuciones, las ponía él.
…
Esa tarde estaba sentado al fondo del local disfrutando de su ultimo café del día. El invierno que exhalaba su último aliento, se había dejado sentir con fuerza. La gente buscó refugio en el café.
El Talón estaba a reventar, aun así, en la mesa del fondo únicamente estaba él. No le molestaba estar solo, honestamente prefería evitar las interacciones innecesarias, pero el ruido de la gente le resultaba agradable.
Todo se había resuelto, el incidente de Nicodemus había quedado atrás y había hecho las paces con Clark, puede que sus heridas aun estuvieran frescas, pero el tiempo las sanaría como sanaba todo.
Sintió una presencia frente a él, levantó los ojos y descubrió a Clark observándolo con un latte en cada mano. Le sonrió y ofreció una silla para que se sentara junto a él.
-sentí que unas simple disculpas no eran suficientes. –
Comentó mientras le entregaba una de las tazas.
- ¿estás intentando comprar mi afecto? –
Contra todo pronóstico las cosas parecían volver a la normalidad. Así era como debía ser, ser su amigo le era suficiente.
Lana llegó con otro par de cafés.
-estos van por mi cuenta. Lamento mucho lo que te hice, en verdad. –
Sonrió nerviosa, parecía sincera.
-El día de hoy me he disculpado con la mitad del pueblo y todavía me falta la otra mitad. –
-no es necesario que te disculpes. Entiendo perfectamente. –
-aun así, no puedo creer que te ataqué. No sé qué decirte. –
Lex no pudo contener la risa.
- ¿qué pasó? –
Preguntó Clark.
-me atacó con la vajilla. –
Lana volteó a ver a Clark aun enrojecida y se cubrió el rostro con ambas manos.
-Chloe me dijo lo que te hice. En verdad lo lamento mucho. –
-no te preocupes, está olvidado. –
Le respondió sonriente.
Alguien más llamó por ella, se despidió con prisa, y volvieron a quedarse solos.
Tenía tres tasas de café frente a él y aunque solo había querido el capuchino que pidió cuando llegó, empezó a beber el latte de Clark como muestra de buena voluntad.
- ¿y qué fue lo que te hizo a ti? –
Preguntó curioso.
Clark enrojeció un poco.
-me besó. –
Volteó a verlo, estaba sin palabras. Una parte de él se preguntó si Clark aun sentía algo por ella, y la idea lo aterró. Era él quien seguía empujándolo, aun así, la idea de perderlo no dejaba de ser dolorosa.
Enfureció como no había enfurecido hacía mucho tiempo, podía sentir la sangre hervirle. Se avergonzó de sentir celos de una adolescente. Odiaba no poder mantener su dignidad cuando se trataba de Clark.
Notó el cambio en el rostro del joven. De nuevo sus emociones se llevaban lo mejor de él.
Hizo su mejor esfuerzo por sonreírle, pero sabía que se veía ridículo.
- ¿Lex? –
-tengo que irme… –
Intentó darle una excusa, pero su cerebro estaba en blanco. Y el rostro de Clark mostraba preocupación.
-nos vemos después. –
Tomó sus llaves, se apresuró a salir y tropezó con la mesa derramando un poco de café, pero no se detuvo. Había estacionado el auto atrás, en el estacionamiento exclusivo de gerencia. Sabía que Clark no podría seguirlo. Salió con prisa y cerró la puerta tras él. Avanzó rápido, recriminándose por sentir lo que sentía.
Una ráfaga de viento le rozó la piel, levantó la vista solo para ver a Clark entre el auto y él. “Imposible”. Volteó a ver el local, la puerta seguía cerrada, en ningún momento escuchó que se abriera. Nadie podía rodear el edificio tan rápido, pero eso él ya lo sabía, lo había sabido por un largo tiempo, y ahora Clark se lo estaba mostrando.
Clark se aproximó tanto a él que pudo sentir su respiración en el rostro. Si iba a empujarlo ahora era el momento.
Bajó la vista y reposó la frente en su hombro. Inhaló profundo, luchando contra el inmenso deseo de abrazarlo.
-No soy tan fuerte, Clark. –
No le contestó. A su confesión le siguió un prolongado silencio.
Levantó el rostro y lo que vio en él fue miedo. Conocía perfectamente esa clase de miedo, porque lo estaba consumiendo también. Estaba tan cerca de él que podía sentir los latidos de su corazón en el pecho, él también estaba agitado. Lo abrazó con fuerza, solo por esa vez, solo sería débil por un momento. Pero aquello se sintió tan bien, como si siempre hubiera pertenecido a ahí sin saberlo. Encajó en sus brazos como una pieza de rompecabezas, le asustó un poco la intensidad de lo que estaba sintiendo, ¿así era como se sentían todas las personas o era debido a su condición? Nunca antes había sentido algo así.
Hicieron contacto visual y algo dentro de él estalló. Cerró los ojos y lo besó.
Chapter 13: ESPECIAL NAVIDEÑO
Summary:
Este especial no respeta el orden cronológico de la historia principal. Es como un flashazo al futuro de Clex.
Notes:
He tenido un poco de tiempo libre y decidí escribir algo distinto para relajarnos un poco antes de volver a la historia principal. Es como un entremés antes del plato fuerte.
Feliz navidad.
Chapter Text
ESPECIAL NAVIDEÑO
-1-
Estaba de regreso en Smallville para pasar navidad con la familia. Su mamá había organizado una cena y aprovechando que no era el único de regreso, invitó a sus amigos para recuperar un poco de normalidad en sus vidas.
La granja se sentía distinta desde que Clark se fue a Metrópolis a la universidad. Había rogado a su padre para que le permitiera ir y venir todos los días, si había alguien que podía hacerlo era él, pero Jonathan se negó. Quería que Clark experimentara en su totalidad la vida universitaria, que se preocupara solo por sus estudios. Incluso había contratado un par de empleados, que no lograban hacer ni la mitad de lo que hacia él, pero no iba a admitirlo.
Todo estaba listo para la cena; el pavo, los bollos, los vegetales salteados y las tartas de su mamá.
Lana, quien llevaba dos días en el pueblo, había prometido llegar con tiempo para ayudar a poner la mesa. Nell también los acompañaría. Whitney, quien recientemente había desertado, se iría antes de cenar. Había prometido pasar navidad con la familia.
Pete y Chloe prometieron pasar después de cenar para compartir el postre. Su amistad con Pete se había estrechado más, si es que eso era posible, eran compañeros de cuarto en los dormitorios de la universidad.
Estaba entusiasmado por ver a Chloe. Su último encuentro había sido en el verano, cuando empacó dos maletas y tomó un avión rumbo a California. Estaba seguro de que en Standford algún profesor había nombrado sus dolores de cabeza en honor a ella.
Todo era perfecto, le sobraban motivos para ser feliz, excepto uno.
Había estado discutiendo con su padre desde que llegó. Se lo dijo claro y fuerte “está es mi casa y la gente que me desagrada no es bienvenida aquí”. La indirecta tenía nombre y apellido.
Era su primera navidad como pareja y su padre se había propuesto hacer todo lo posible para que no estuvieran juntos.
-entiéndelo, por favor. –
Había dicho su madre.
-Tú sabes que él quiere lo mejor para ti. No estoy diciendo que esté en lo correcto, pero sé que tiene buenas intenciones. –
Tuvo que tragarse el coraje y sentarse a la mesa junto a él, mientras escuchaba historias nuevas y risas genuinas nacidas en viejos recuerdos. Esforzándose por no pensar en qué estaría haciendo Lex.
-2-
Esa noche cuando llegó a su casa solo estaba el ama de llaves, la señora Palmer. La dama lo esperaba con un regalo de navidad que habían comprado entre todos los empleados, le agradeció por el bono y por darles el día siguiente libre. Lo había olvidado. La mujer le entregó el regalo y se fue, dejándolo solo en la inmensa mansión.
Subió al estudio y encendió la chimenea. Se sirvió un vaso de whisky y sacó del bolsillo del saco el regalo de Clark. Era un reloj, Patek Philippe, una de sus marcas favoritas. Había olvidado envolverlo, sabía perfectamente que no iba a aceptarlo, pero fantaseaba con verlo en su muñeca.
Su primera navidad juntos. No quería darle rienda suelta a su imaginación, pero era imposible.
Clark parecía deprimido cuando le dijo que no había sido requerido para la cena de navidad. Se lo esperaba, sabía que aún no era bienvenido en la granja. Le dijo que no importaba y no le afectaba. Había muchos otros días para estar juntos, pero la verdad es que si le hubiera gustado estar con él. Aunque se había esmerado en no hacerlo, había fantaseado con la idea de intercambiar regalos frente a la chimenea. Ahí solo en el estudio, el fuego frente a él parecía artificial.
La habitación aun estaba fría, se levantó por una frazada y se sirvió otro trago. Dejó el regalo de Clark sobre la mesa de centro y se sentó en la alfombra frente a la chimenea. La flama danzó frente a él, era difícil no sentirse solo en estas fechas. Aun así, era mejor que pasar la navidad con Lionel, quien dada la hora debía estar en Londres, festejando junto a la realeza en la gala anual para caridad. Cada puesto en una mesa se vendía en los miles de dólares y dudaba que algo realmente llegara a los necesitados, era más un evento para ver quien aún era quien, y quien no lo era. No le interesaba, un Luthor por evento social era suficiente.
-3-
Una vez que todos se fueron ayudó a su madre a llenar la lavaplatos y limpiar la cocina. Las cosas aun seguían tensas con su padre. Y aunque era ridículo estaban intentando evitarse.
Les dio las buenas noches y empezó a subir las escaleras cuando Jonathan lo detuvo.
-hijo. –
Exhaló. Seguía molesto, pero no tenía caso, el daño ya estaba hecho.
-te estás convirtiendo en un hombre y de tanto en tanto vamos a tener nuestros desencuentros, pero quiero que sepas que te amo. Quizá ahora sea difícil verlo, pero todo lo que hago es por ti. –
No le respondió, seguía herido.
-feliz navidad. –
-feliz navidad, papá. –
Subió a su habitación y cerró la puerta. Aun podía escuchar todo lo que sucedía abajo; la pequeña discusión entre sus padres, la reconciliación, los pasos en las escaleras y después la puerta de la habitación cerrarse. Iba a darles unos minutos antes de salir por la ventana, pero la puerta de sus padres volvió a abrirse y después alguien tocó a la suya.
Martha entró y se sentó en el colchón junto a él.
- ¿cómo estás? –
-bien. –
Respondió condescendiente.
-sabes que tu padre te ama. Ambos lo hacemos. En ocasiones es difícil hacer lo correcto, en ocasiones ni siquiera estoy segura de qué es lo correcto. –
Sonrió y le acomodó los rizos en la frente.
-pero sé que eres un buen muchacho y que te comportas de la manera correcta incluso cuando no estamos para atestiguarlo. Confió en ti, hijo. –
Hizo una pausa y antes de marcharse le dijo.
-no estoy sugiriendo ni autorizando nada, pero parece que olvidé una tarta de manzana en el horno. –
Le dio un beso en la frente.
-feliz navidad. –
-4-
Era tarde y se estaba quedando dormido frente a la chimenea. Se levantó y empezó a caminar rumbo a la habitación cuando escuchó el timbre de la entrada, ¿quién podría ser a esa hora? Era casi media noche y la alarma no se había encendido. Sintió un pequeño sobre salto cardiaco, pero no quiso darle rienda a sus esperanzas.
Del otro lado de la puerta estaba Clark, con una bolsa de regalo, una tarta y una sonrisa.
-lamento la demora. -
Fue solo verlo y todo su cansancio se esfumó. Lo recibió en silencio. Se sorprendió al descubrir que no podía pronunciar una sola palabra, parecía que todas se le habían amontonado en la garganta y ninguna podía salir.
Le quitó la tarta de las manos y entraron directo a la cocina. Dejó la tarta sobre la barra, se giró y lo abrazó. Se había resignado a que iba a pasar ese día solo, como lo había hecho otras veces antes, pero era la primera vez que se sentía así y al ver a Clark se dio cuenta por qué.
-pensé que no vendrías. –
-5-
Subieron al estudio donde la chimenea aún seguía encendida y se sentaron frente al fuego. A Clark nunca le había molestado el clima, pero no quería que Lex pasara frio, siempre estaba un tanto frio. Tomó la frazada y lo cubrió. Se le hizo conocida, jaló un poco más de la tela y leyó el grabado, “El Talón Coffee House”. Su rostro enrojeció de inmediato.
Lex empezó a reír.
- ¿es…? –
-me la traje para lavarla y olvidé regresarla. –
Clark se retiró la frazada de inmediato como si tuviera la plaga.
-está limpia. –
Le confirmó Lex entre carcajadas.
-no es eso. -
-ven aquí. –
Estiró la mano y lo atrajo hacia él. Le dejó un ligero beso en los labios y después otro en el cuello.
-ahora es mi favorita. –
Clark se dejó abrazar, le permitió cubrirlo con la frazada e intentó no pensar en ello, pero era imposible.
…
Todo empezó aquel sábado.
Su padre había cerrado un negocio con un restaurante nuevo que se había instalado en el pueblo. Era el típico local de hamburguesas, pero al menos usaban productos frescos.
Pasó a dejar los vegetales temprano.
Antes de volver a casa debía pasar por la farmacia, Martha le había encargado paracetamol y gotas para limpiar los ojos. Había visto una farmacia en la esquina antes de llegar al restáurate, no era la misma que atendía a los Kent, pero no iba a surtir ninguna receta médica. Estaba en una parte del pueblo que no frecuentaba y se sentía aventurero.
Entró con la misma normalidad con la que entraba al local del señor Thompson. Se dirigió a los refrigeradores del fondo por un refresco y entonces lo vio en uno de los estantes. Se detuvo en seco y regresó la vista a la pequeña caja frente a él, sabía qué era, pero no podía comprarlo. Eso implicaría que quería hacer eso, y esa era una conversación que aún no tenía con Lex.
La vergüenza llegó a él de manera súbita y volteó en todas direcciones para ver si alguien lo había visto observando la pequeña caja. Se sentía culpable de un crimen inexistente, como si un letrero gigante flotara sobre su cabeza y le hiciera saber al resto de los pueblerinos lo que pasaba por su mente.
Avanzó al refrigerador y se detuvo frente a la puerta transparente, había olvidado para qué estaba ahí. Todo lo que podía pensar era en esa pequeña caja al alcance de su mano.
Nadie de ese lado del pueblo lo conocía. Se asomó por el pasillo y vio al hombre en la registradora, nunca antes lo había visto. Si iba a comprarlo esta era su oportunidad.
-no, ridículo. –
Rio nerviosamente y tomó el primer refresco que alcanzó.
…
Llegó a su casa, dejó el paracetamol y las gotas sobre la barra de la cocina. Subió a su habitación, cerró la puerta tras él y le puso seguro. Vació el contenido de la bolsa sobre el colchón y observó la caja. No podía creer que la había comprado. Las manos le temblaban.
El verano estaba por concluir y en unas semanas se mudaría a Metrópolis para dar inicio a su vida universitaria. Y no es que su relación fuera a terminar cuando él se fuera, pero había algo especial en Smallville, en escabullirse de la granja y en esa habitación de la mansión.
No lo aceptaría nunca, pero había fantaseado bastante con la idea y quería hacerlo antes de marcharse.
Abrió la caja y observó la pequeña botella, parecía un extraño embudo. Sacó las instrucciones que venían en el fondo. Tenía una vaga noción de cómo utilizarlo, lo había leído en internet, pero tenerlo entre manos lo hacía más real y ya no estaba tan seguro de su convicción.
Se convenció de intentarlo, solo para saber si iba a ser capaz de hacerlo. Se concentró en sus alrededores y escuchó a sus padres trabajar en el granero. Sabía que iban a estar ocupados por un rato. Salió al baño del pasillo con la botella en una mano y las instrucciones en la otra…
No pudo evitar reír al recordar su impulsividad.
Lex, quien se había quedado dormido junto a él, despertó.
- ¿qué hora es? –
-la una con treinta. –
- ¿vas a irte? –
-todavía no. –
Se puso de pie.
-vamos a tu habitación. –
Chapter 14: MALOS PENSAMIENTOS
Summary:
Este capítulo esta basado en el episodio 16 de Smallville: Stray.
Notes:
Una disculpa de antemano si este capítulo resulta confuso. Tenía algo bueno en mente, pero no estoy segura de haberlo puesto correctamente en palabras.
Chapter Text
MALOS PENSAMIENTOS
-1-
Estaban en su cama. Clark estaba sobre él, besándolo, girando la lengua alrededor de la suya. Solo se detuvo para morderle el labio inferior. Aquello se sentía exageradamente bien, quería más.
Le asustó un poco reconocer cuanto estaba disfrutando el momento. Nunca antes había sentido atracción por otro hombre, y ahí estaban, en su cama, Clark sobre él, pasando la mejor tarde de su vida ¿cómo habían terminado así?
Todo empezó cuando estaban en la cocina. Fue al refrigerador por un poco de jugo, la presencia de Clark aun lo ponía nervioso y estaba batallando para abrir el cartón. Se desesperó un poco y utilizó más fuerza de la debida, el empaque de jugó explotó sobre él y subió para cambiarse la camisa.
No se percató de que el joven lo había seguido. Tomó una camiseta limpia del closet y cuando salió encontró a Clark sentado sobre su cama, observando la habitación como si fuera un explorador en tierras nuevas.
Se veía nervioso y entusiasmado al mismo tiempo. Pasó la mano sobre las sábanas y volteó a verlo.
Se preguntó si el joven era consciente de lo que estaba haciendo, o si era solo él quien empezaba a imaginar cosas.
-pensé que serían de seda. –
El comentario lo tomó desprevenido.
¿Clark pensaba sobre su habitación? ¿en qué pensaba?
- ¿quieres sabanas de seda? –
Clark enrojeció.
No había meditado sus palabras cuando arrojó la pregunta. No iba ninguna doble intención en ella, más sin embargo se escuchó como una propuesta, como una invitación.
Y ahí estaban, Clark sobre él, frotando las caderas contra las suyas. La erección empezaba a resultarle dolorosa. Lo tomó de los glúteos y presionó con fuerza atrayéndolo contra su cuerpo. Quería arrancarle el pantalón y poseerlo. Le besó la oreja, el cuello, esa parte a la que coloquialmente llamamos manzana de Adán. Su masculinidad le parecía tan sexy, le fue inevitable lamer su piel y saborearlo conforme a su deseo. Lo abrazó con fuerza, sin miedo a lastimarlo, llevó las manos hasta ese sitio donde el pantalón daba paso a la espalda. Separó la mezclilla de su piel, abriéndose paso para introducir las manos. Se detuvo antes de llegar más lejos. Era Clark quien estaba sobre él. Clark.
-espera. –
El joven respiraba agitado. Hizo contacto visual con él y casi pudo ver como la conciencia le regresaba al cuerpo.
-lo siento ¿te hice sentir incomodo? –
- ¡no!, no. –
Exhaló.
- es solo que, estoy seguro de que estas experimentando muchas primeras veces conmigo y no es así como quiero que las recuerdes. Se supone que debe ser especial. –
-es especial. –
Le respondió con una sonrisa tímida.
- no tienes idea de lo que me costó detenerme. –
Clark lo observó expectante.
Bajó la vista y descubrió que estaba tan excitado como él.
-hoy no vamos a llevar las cosas más lejos, pero déjame ayudarte con eso. –
Le desabotonó el pantalón, le bajó la cremallera y metió la mano dentro de su ropa interior. El joven se sobre saltó al tacto.
- ¿no quieres hacerlo? –
-sí, es solo que me tomaste por sorpresa. –
-hagámoslo juntos. –
Se llevó las manos al pantalón y se detuvo. Si esa había sido la reacción de Clark ante su propio cuerpo, le mortificó pensar cómo podía reaccionar al ver el suyo.
Fue Clark quien con manos temblorosas lo desabotonó, le bajó el cierre y expuso su miembro. Inmediatamente giró el rostro enrojecido, evitando hacer contacto visual con él.
Su tímida reacción le pareció dulce.
- ¿qué esperabas? –
-es mi primera vez. –
-lo sé. –
Volvió a besarlo.
-2-
Llegó a su casa pasadas las diez de la noche. La granja estaba en silencio, la luz del porche iluminaba la puerta que se abrió de golpe. Su padre salió a prisa rumbo a la camioneta con las llaves en la mano.
- ¿pasó algo? –
-tu madre tuvo un accidente, está en el hospital. –
El pánico por poco se apodera de él. Su padre debió notarlo.
-ella está bien. Arroyó a un muchacho. –
Subió a la camioneta con él y se pusieron en marcha de inmediato. La camioneta prendió al primer intento sin ruidos extraños brotando del motor, solo su padre podía lograr eso. Se deslizaron suavemente sobre el camino de terracería, otra habilidad exclusiva de Jonathan y tomaron la solitaria carretera rumbo al pueblo.
- ¿por qué hueles a perfume? –
La pregunta fue casual, pero se avergonzó al recordar lo que había estado haciendo esa tarde. Volteó hacia afuera, hacia la oscuridad de la carretera donde su padre no pudiera ver la expresión en su rostro.
-estaba con Lex. Toda su casa huele así, supongo que algo se me pegó. -
…
En el hospital descubrieron que se trataba de un niño, no parecía tener más de diez años. La doctora que lo revisó les hizo saber que el niño alegaba no recordar nada, posiblemente por el trauma. Les dijo que su memoria empezaría volver con las horas o quizá los días, pero de momento no había mucho por hacer, no pudieron identificarlo, ni contactar a sus padres.
-llamamos a servicios sociales, pero nos dijeron que no tienen espacio en el albergue. Dado que sus lesiones no son graves no puede quedarse en el hospital. –
- ¿qué van a hacer con él? –
Preguntó su madre.
-lo que sugiere el protocolo. Vamos a enviarlo al centro de detención juvenil. Sus lesiones… la mayoría no son por el accidente. –
- ¿crees que estaba huyendo de casa? –
Preguntó Jonathan.
-posiblemente. –
- ¿Por qué no viene con nosotros? Tenemos espacio en la granja. –
Sus padres intercambiaron una mirada.
- ¿es eso posible? –
Preguntó Jonathan a la doctora.
-no veo por qué no. –
…
A la mañana siguiente Ryan preparó desayuno para todos. Era obvio que se esmeraba en ser útil y recalcar su valor mostrando que no era una carga para nadie.
El ambiente a la mesa cambió rápidamente cuando su padre preguntó si recordaba algo. Daba la impresión de que Ryan no quería recordar.
Después del desayuno lo encontró escondiéndose en el viejo tractor, leyendo un comic de súper héroes. Insistió en no poder recordar nada, incluso antes de que Clark pronunciara palabra.
- ¿qué estás leyendo? –
-Ángel guerrero. –
- ¿crees en los ángeles? –
-quiero creer. –
El niño le dijo que sabía que sus padres tenían dudas sobre él, pero no era una mala persona. Tenía miedo porque sospechaba que lo iban a echar.
Era solo un niño, pero se expresaba como un adulto que había experimentado una vida difícil, llena de decepciones. ¿Cómo podían doce años de vida desgastarte de esa forma?
-mis padres no van a echarte. –
- ¿cómo lo sabes? –
No era una pregunta retórica, iba cargada de sincera curiosidad. En realidad, quería saber cómo Clark había deducido aquello.
- ¿eres bueno con la pelota? –
El niño dejó el comic a un lado y Clark le arrojó la pelota de basquetbol. Ryan no era muy habilidoso, pero tenía buena aptitud. Le hizo un par de sugerencias y lo vio encestar su primera canasta y después la segunda, y la tercera…
-3-
Lionel llegó sin aviso e irrumpió en su oficina como si fuera la propia. Caminó tras el escritorio y se detuvo justo a su lado. Le arrebató el documento que tenía en las manos y lo levantó frente así para leer su contenido.
-el amo de la intriga está trabajando en proyectos secretos. –
Recuperó la hoja, la regresó al folder que cerró inmediatamente y se levantó para guardarlo en una de las gavetas de atrás. Cuando se volvió encontró a su padre ocupando su silla. No le quedó más que ocupar la de enfrente, como si fuera una visita en su propia casa.
-la planta está funcionando perfectamente, tus acciones van a la alza. –
Lionel lo observó a la espera de que agregara algo más.
-no veo que te trae por aquí. Mi comportamiento ha sido… adecuado. –
-no vine a quejarme si es lo que te preguntas. Te he presionado Lex, lo reconozco. La grandeza es un aire difícil de respirar. –
Sonrió.
-Felipe de Macedonia lanzó a su hijo a los leones para despertar en él el valor. -
- ¿no trató de empalarlo en una estaca? –
Había escuchado esa historia cientos de veces.
Su padre se puso de pie y avanzó en su dirección.
-lo intentó y falló. –
Se sentó a su lado.
-...la historia es que ese muchacho resultó ser Alexander The Great. –
Volteó a verlo.
-quiero que vuelvas a Metrópolis. Serás consejero particular del presidente corporativo, ósea yo. Es la oportunidad que has estado esperando desde que viniste a Smallville. –
-lo pensaré. –
-4-
El lunes terminando las clases, Martha pasó a dejar a Ryan a la preparatoria de Smallville. Clark lo llevó al aula del club de periodismo donde los esperaba Chloe. Los presentó rápidamente y el comportamiento de Ryan se tornó un poco extraño, hizo un par de comentarios a Chloe que se aproximaron demasiado a lo grosero.
Chloe visiblemente incomoda tomó su cámara y sacó un par de fotografías del niño.
- ¿qué sucede? –
Preguntó Ryan.
-son para tu ficha de búsqueda. –
Le dijo Clark.
- ¿mi qué? –
-no es en sí una ficha de búsqueda. Voy a compartir tu información con algunos de mis contactos, para ver si logramos localizar a tu familia.
Voy a pasar las imagines a la computadora. –
Se excusó Chloe.
-creo que le gustas. –
Volteó a verlo confundido.
- ¿Chloe? -
-sí. Quiere que la invites al baile de graduación, ya hasta tiene el vestido. –
Clark no pudo evitar reír ante sus palabras.
-es rosa. –
Eso fue extraño, pero no hubo tiempo de presionar, Chloe volvió por más fotografías.
…
Saliendo de la escuela pasaron al Talón donde se encontraron a Lana, la joven les llevó un par de bebidas a la mesa y le preguntó a Clark si estaba disfrutando ser el hermano mayor.
Lex apareció tras de Ryan y husmeó sobre su hombro.
-Ángel guerrero. Era mi favorito. Tú debes ser Ryan. –
El niño volteó a verlo.
-Lex Luthor. –
Lex sonrió.
-Clark me habló de ti. –
Obviamente.
Clark dirigió su atención a ambos con una sonrisa.
-sabes yo tengo el…-
-original, primera edición, enmarcado en tu casa. –
Lo interrumpió Ryan volviendo su atención a la historieta.
Lex parecía confundido, levantó la vista e hizo contacto visual con Clark.
-cosas de ricos. –
Recalcó Ryan.
Para ese punto empezaba a ser notorio que el empresario no era de su agrado.
-no sabía que te gustaban los comics. –
Mencionó Clark.
-un héroe de otro mundo que protege a los débiles. Era mi ídolo de pequeño, sin mencionar que es calvo. –
Sonrió.
-tengo la colección completa. –
Por un momento le pareció ver un rastro de aquel niño que fue Lex. Había genuina felicidad en su rostro.
-quizá podemos pasar después y leerlo contigo. –
-seguro. –
Esa sonrisa era solo para él.
-veremos. –
Comentó Ryan.
Su voz lo sacó de sus pensamientos recordándole que estaba en medio de la cafetería.
Lex les sonrió y se fue al mostrador a pedir su bebida.
-no seas grosero con Lex, él es mi amigo. –
Ryan nuevamente hizo un gesto de desagrado.
-se va a ir. Su padre le ofreció un puesto en Metrópolis. –
- ¿cómo lo sabes? –
El niño no le contestó, pero para este punto empezaba a sospechar que era un esper. Sabía cosas para las que simplemente, no había forma que él pudiera conocer, o al menos daba la impresión de que sabía. Aún no había logrado confirmar sus sospechas, pero ahí estaban.
Alcanzó a Lex en la banqueta, era la primera vez en meses que se estacionaba en la calle. No sabía si era porque ya no tenía miedo o porque venía con prisa.
Lex abrió la puerta del auto y se detuvo al verlo. Le sonrió.
¿acaso Ryan decía la verdad?
- ¿estás bien? –
Preguntó Lex.
-sí. –
Quería preguntarle, pero no tuvo el valor de hacerlo, porque no quería escuchar su respuesta. Después de todo lo que había pasado había logrado su final feliz. No quería saber si estaba a punto de perderlo.
-él fue algo grosero contigo. –
-no me lo tomé personal. –
Lo vio sonreírle. Amaba esa sonrisa.
Estaban de pie sobre la banqueta, rodeados de gente que iban y venían sin ser conscientes de su presencia. Lex subió al auto y se fue.
Sabía que no podía despedirse de él como hubiera deseado, con un abrazo, un beso, con su perfume adherido a la piel, para que cuando le preguntaran qué si porque olía así, pudiera revivir sus momentos con él.
Por un instante casi odió a Ryan, inmediatamente se arrepintió.
Regresó al café, pero no lo encontró en la mesa.
-lo vi salir corriendo. –
Le informó Lana.
-pensé que fue tras de ti. –
De nuevo salió corriendo a la banqueta, gritando su nombre. Le pareció escuchar algo. Se concentró en sus alrededores, el sonido venía del callejón. Corrió en esa dirección, pasó junto al camión de recolección de basura y llegó al final, hasta donde terminaba la calle. Nada.
Gritó su nombre una vez más y corrió de regreso.
El contenedor que estaba a punto de ser vaciado en el camión se abrió.
- ¡Clark! –
Gritó Ryan.
Estaba entre la basura, a punto de ser devorado por las mandíbulas de acero del camión.
Empujó el camión por el costado, como si estuviera tacleando a un jugador de football. Las llantas se separaron del suelo, solo por unos centímetros y el coloso volvió a caer sobre el pavimento. El ruido fue estrepitoso, la maquina se detuvo, el chofer bajó y una especia de aceite transparente empezó a derramarse junto a los pies de Clark.
- ¿qué fue eso? –
Preguntó el hombre.
-hay un niño allá arriba. –
Dijo señalando a Ryan quien seguía llorando.
-oh por Dios. –
Ryan se negó a hablar sobre cómo había terminado ahí, pero era obvio que había estado huyendo de alguien.
-5-
Salió de la planta rumbo a la mansión, estaba estresado. Cuando le dijo a su padre qué pensaría su propuesta no lo dijo en serio. Todo en él sabía que no se iría, el “no” brotó en sus pensamientos al instante que los labios de su padre dejaron de moverse. Pero las horas aplacaron su ira, todo aquello que había sentido con intensidad, ahora era solo una sensación de entumecimiento.
¿Estaba en verdad considerando su propuesta?
Había conducido por acto de reflejo. Cuando sus pensamientos se evaporaron descubrió que había llegado a la granja de los Kent.
Apagó el motor y caminó rumbo al granero donde la luz aún estaba prendida. Clark estaba adentro limpiando las herramientas de su padre.
- ¿y tu hermanito? –
-durmiendo. –
Le sonrió.
-son las nueve y mañana hay clases. –
-estás disfrutando esto de ser el hermano mayor. –
Clark tomó una toalla y empezó a limpiarse las manos.
-ese niño te admira. –
- ¿alguna vez quisiste tener un hermano? –
-tuve uno. –
Se aproximó y se recargó en la mesa de trabajo junto a él. Sus brazos se tocaron.
-poco antes de mi doceavo cumpleaños mi madre dio a Luz a Julián.
Jamás vi a mi padre tan contento. Por primera vez me sentí como parte de una verdadera familia. –
Clark se recargó un poco más en él.
-en la mañana de su bautizo, mi madre fue a tomarlo de la cuna y descubrió que había dejado de respirar. Ella nunca se recuperó…-
Hizo una pausa.
Clark lo besó.
No pudo evitar tomarlo por el cuello y devolverle ese beso. Quería que lo abrazara, necesitaba que lo hiciera, pero sus manos aún estaban sucias y supuso que por eso se estaba conteniendo.
Lo vio reincorporarse y lamerse el labio.
-mi padre me ofreció un puesto en Metrópolis. –
Clark bajó la vista a sus sucias manos y después lo miró a él. Había tanto en su rostro, pero no dijo nada, cerró los labios. Lo vio a los ojos y entonces preguntó.
- ¿vas a irte? –
Detectó la impotencia en su voz, era un sentimiento que le era tan familiar. Clark posiblemente no se sentía con el derecho a pedirle que se quedara. Curiosamente era la única persona con derecho a hacerlo.
-no lo sé. –
Otra vez su atención se centró en sus manos que aun seguían sucias a pesar de sus intentos por limpiarlas. La atención de Lex se centró en sus ojos, que se negaban a verlo, ocultos bajo la sombra de la desesperación.
Se acercó a él. “Pídeme que me quede” pensó, pero no se atrevió a decirlo en voz alta.
Lo tomó de las manos y sus dedos se llenaron de grasa. Clark levantó la vista. El miedo desapareció de su rostro.
-¿tú qué harías? –
-es tu decisión. –
Lo soltó y pudo sentir de nuevo el frio sobre su piel. Los sonidos exteriores volvieron a saturar sus oídos. El miedo, la tristeza y la desesperación volvieron a él.
Se giró, afuera tras la puerta reinaba la oscuridad. Quería voltearse y verlo una vez más. Miró sus manos, ahora sucias, y salió rumbo al carro sin decir nada más.
-6-
Al día siguiente, saliendo de clases, Clark y Chloe fueron a investigar la escena del accidente. Clark sospechaba que Ryan les estaba ocultando algo.
Encontraron su mochila a un costado de la carretera, en ella estaban el resto de sus comics, un poco de comida chatarra y una fotografía de Ryan con una mujer parecida a él. Tanto Chloe como él sospecharon que se trataba de su madre.
- ¿qué crees que es lo que oculta? Es un niño extraño. Tengo que admitirlo. –
Las alarmas de Chloe se habían encendido.
-sí, dice cosas extrañas. –
Sonrió.
-dijo que querías ir conmigo al baile de graduación y que ya hasta tenías el vestido. –
Chloe se detuvo. El pánico en su rostro fue tan obvio.
Lo había hecho también con Lex, pero ¿se trataba de corazonadas o podía saber lo que ellos pensaban?
- ¿es rosa? –
El rostro de Chloe enrojeció.
- ¿cómo lo supo?, ¿crees que es un esper? –
…
Por la tarde cuando terminaba de alimentar a las vacas, regresó al granero para dejar la carretilla y el rastrillo. Alguien había retirado las maderas del suelo.
Bajó las escaleras a esa área de la granja que solo conocían sus padres y él. Ahí estaba Ryan, observando la nave como si fuera un objeto en un museo.
- ¿qué estás haciendo aquí? –
Estaba a la defensiva.
-no te enojes. –
- ¿cómo supiste de esto? –
-lo escuché en la mente de tu madre. –
Sus sospechas habían sido confirmadas.
-quería verla en persona. –
- ¿escuchas todo lo que la gente piensa? –
-solo lo que está en la superficie, lo que están pensando en ese momento. Excepto contigo. En ti no escucho nada. Así supe que eras diferente, ahora sé por qué. –
-no puedo creer que hayas hecho esto. Violaste la privacidad de mi familia. –
-no lo hice a propósito. No se lo diré a nadie. Tú también conoces mi secreto. –
Era demasiado para procesar en un solo momento. Se llevó las manos al rostro estresado.
-no somos tan diferentes. Yo también nací así. –
Agregó Ryan en una obvia súplica.
-pensé que eras un esper. –
-lo soy, pero soy más parecido a ti que al resto. Yo no puedo simplemente apagar mis habilidades, no puedo decidir a quién escuchar o cuando. –
Volteó a verlo.
- ¿tú no necesitas guía? –
-sí, pero puedo pasar meses sin necesitarla. Mis habilidades están siempre activas… soy lo más parecido a ti que hay en este mundo. -
Repitió.
-si me quedo podré ayudarte a proteger tu secreto y tú puedes ayudarme a proteger el mío. –
Empezó a llorar.
Se sintió agobiado. Se llevó las manos a los bolsillo y sintió la fotografía. Lo había olvidado. La sacó y se la entregó.
- ¿es tu madre? –
El niño asintió.
- ¿porque no me lo dijiste? –
-está muerta. –
Admitió entre sollozos.
Era solo un niño, a su suerte en este mundo, escuchando los pensamientos de todos y todo lo que eso implicaba.
Lo abrazó y el niño empezó a llorar con más sentimiento.
-quiero quedarme. –
Admitió por fin.
Cuando logró calmarse le confesó que vivía con su padrastro y su nueva esposa. La pareja lo maltrataba y lo obligaban a usar sus habilidades para cometer sus crímenes. Tenía miedo.
…
Esa noche cuando llegó a la mansión encontró a Lex terminando de arreglarse. Iba bajando las escaleras anudándose la corbata. Lo vio y se detuvo, instantes después regresó la vista a las escaleras y bajó hasta donde estaba él. Llevaba un traje gris oscuro, se veía un poco más pálido que de costumbre.
Deseaba ayudarle con la corbata, pero no sabía como hacerlo. El secretario se aproximó a él y terminó de ajustarla.
- ¿vas a Metrópolis? –
-sí. Tengo cena con mi padre. –
Parecía que su decisión estaba tomada.
El secretario abrió la puerta y Lex se detuvo delante suyo. Lo vio a los ojos. Alguna parte de su cerebro debía haberse acostumbrado a su perfume, porque fue hasta que lo tuvo ahí en frente que lo pudo oler.
-entonces vas a irte. –
Lex volteó a ver al secretario. El hombre salió, pero dejo la puerta abierta.
-solo voy a cenar con él. Aún no he tomado una decisión. –
Lex salió primero, Clark salió tras de él. El chofer que envió Lionel tenía la puerta de la limusina abierta. El hombre sonrió al verlos. Lex caminó rumbo a él. Por primera vez en lo que le parecía una vida, volvió a sentir frio.
Lo vio sujetar la puerta, listo para entrar al auto, pero se detuvo. Dio media vuelta y regresó a él.
-voy a volver. –
¿a qué se refería?, ¿de la cena? ¿para quedarse?
El chofer lo observó impaciente.
Quería besarlo, pero sabía que no podía, no debía. Lo vio alejarse, sujetar la puerta de nuevo, subir al auto y desaparecer tras las luces de la entrada.
…
Cuando llegó a la granja le informaron que la oficina de servicios sociales envió a alguien por Ryan. Había perdido a dos personas en una sola noche.
-7-
Iban por la interestatal rumbo a metrópolis. Habían salido del pueblo hacía una media hora, por lo que aún le quedaba un buen tramo de camino para meditar.
Rio para sí. ¿A qué estaba jugando? ¿qué pretendía? Sabía perfectamente que no iba aceptar esa propuesta. Quería disfrutar de esta pequeña ventaja que tenía sobre su padre. Apretar el puño sobre su cuello por una vez. Mostrarle el otro lado de la moneda, la rabia que producía estar sometido al yugo de un Luthor. Pero Lionel estaba disfrutando del juego, quizá todo lo hizo porque estaba aburrido. Y el costo de intentar lastimarlo, era herir los sentimientos de Clark.
Se enderezó en el asiento, iba a llamar al chofer para que regresara, pero la limusina se detuvo a un costado de la carretera.
Presionó el intercomunicador.
- ¿qué está sucediendo? –
El chofer no le contestó.
Presionó el botón para bajar la ventanilla divisoria, pero tenía el seguro puesto.
La puerta se abrió, había una mujer del otro lado. Ryan fue empujado por ella hacia adentro. La mujer desapareció de su vista y el chofer entró para sentarse frente a él apuntándole con una escopeta.
- ¿Ryan? –
-Cállate. –
Lo golpeó el hombre.
-arranca. –
Le ordenó a la mujer, que ahora iba al volante.
-dame la clave de tu cuenta bancaria. –
- ¿qué? –
- ¿Qué me des la clave de tu cuenta bancaria? –
Ordenó el chofer apuntándole.
-yo no la tengo. –
Admitió.
-mis cuentas las maneja mi padre. –
El hombre volteó a ver a Ryan.
-está mintiendo. –
Dijo el niño.
¿cómo lo sabía?
El hombre se acercó más y lo presionó en el pecho con la escopeta. Justo sobre el corazón, no había margen de error.
-la clave. –
-la tengo. –
Dijo Ryan desde el otro extremo.
La mujer bajó la velocidad. El hombre abrió la puerta y empujó a Lex.
Salió disparado por la carretera, rodando sobre si mismo. Sentía la muñeca izquierda demasiado caliente, sospechaba que se la había roto.
Logró incorporarse. Al menos sus pies y piernas parecían estar ilesos.
Se regaló un momento para respirar e intentar procesar lo que acaba de suceder. Las luces de la limusina dejaron de ser visibles a la distancia. Ryan parecía asustado ¿Quiénes eran esas personas? ¿por qué tenían al niño con ellos?
- ¿Lex? –
Clark estaba tras él.
- ¿cómo…? Olvídalo. Tienen a Ryan. –
- ¿estás bien? –
-sí. –
Seguía sujetándose la muñeca.
Los ojos de Clark seguían fijos en su muñeca, lo observó con miedo de tocarlo cómo si una parte de él fuera a romperse.
Lo tomó del cuello con la mano derecha y lo jaló hacia él.
-estoy bien. Se fueron por la 95. Tienen a Ryan. –
Lo soltó. Clark se giró avanzó tres pasos, dio media vuelta y regresó.
-no iba a aceptarlo. –
Admitió por fin.
-nunca lo consideré en verdad. –
Clark desapareció frente a sus ojos, alborotando el aire que había entre ellos. Había olvidado cuan impresionante era.
-8-
Encontró la limusina estacionada en una de las estaciones de servicio junto a la carretera. Había una mancha de sangre junto a la puerta, pero no se veía a nadie.
El local parecía estar cerrado.
Aun costado de la tienda de servicio había un viejo boliche que solo operaba los fines de semana. La ventana estaba rota. Se aproximó al sitio y descubrió el cadáver de una mujer del otro lado del orificio. Dio un par de pasos hacia atrás. Sabía que no tenían capacidad de lastimarlo, pero no podía evitar sentir miedo.
Escuchó un par de voces adentro. Usó su visión de rayos x y localizó la figura de un niño huyendo de la figura de un hombre. Saltó hacia adentro, corrió en la dirección que los había visto correr a ellos.
Ryan estaba oculto en un extremo de la pista, atrás de las boleras. Gateaba por el suelo, mientras su padrastro apuntaba con el arma al más mínimo movimiento.
Disparó. Astillas de madera salieron volando en todas direcciones. Ryan gritó. Clark no estaba seguro si lo habían herido. El hombre volvió a levantar la escopeta y apuntó de nuevo.
Clark tomó una de las bolas, la sostuvo en las manos, quizá para él no representaba un esfuerzo, pero reconocía su peso. Apuntó, lanzó y le dio justo en el brazo con el que sostenía el arma. Pudo escuchar sus huesos romperse.
El hombre cayó al suelo llorando de dolor.
- ¡Ryan! –
Corrió en su dirección, podía ver su esqueleto en el suelo, parecía completo.
El niño se levantó del suelo apoyándose sobre los brazos. Lloraba incontrolable.
- ¿estás bien? –
Asintió.
…
El viernes por la tarde la tía de Ryan pasó a recogerlo a la granja. Era hermana de su madre. Chloe la había encontrado a través de sus contactos, los mismos que le hicieron llegar la ficha policial del padrastro del niño justo a tiempo para detenerlo.
La mujer llegó diez minutos antes de la hora acordada. Se veía nerviosa.
Ryan la vio y abrazó a sus padres para despedirse.
-está bien, no tienen de que preocuparse, voy a guardar su secreto. –
Después volteó con él.
- ¿vas a estar bien? –
-sí. –
Le respondió el niño. Volteó a ver a la mujer que seguía de pie junto a la camioneta y después lo miró a él con una sonrisa.
-voy a estar bien. -
-9-
No hacía cinco minutos que había llegado a la mansión. Iba concentrado en el trabajo y no notó nada. Tomó una botella de agua de la cocina y subió las escaleras al segundo piso.
Llevaba en las manos un fax que le había enviado Hamilton. Entró a la oficina entretenido con el contenido del informe.
- ¿no vas a empacar? –
Levantó la vista. Tras el escritorio, en su silla, estaba su padre.
-no pienso volver a Metrópolis. –
Sus palabras lo hicieron reír. Se puso de pie y se aproximó a él.
-es lo que siempre deseaste desde que te asigné a, lo que elocuentemente llamas “la maldita fabrica”. –
-sé por qué quieres que vuelva. –
Dijo Lex, esquivándolo. Dejó el maletín a un costado del escritorio y se sentó en la silla giratoria.
-te estoy volviendo loco, ¿cierto? No me he metido en problemas, los negocios avanzan conforme a lo planeado. Tengo el control de mi vida y eso te asusta. Quieres que vuelva, para poder vigilarme. –
Leía sus expresiones faciales. Había tocado un nervio sensible.
-cometes un error. –
Dijo su padre en voz baja.
Su reacción le produjo tanta satisfacción que no pudo evitar sonreír.
- ¿sabías que tu discurso sobre los emperadores me aterraba? –
Lionel afiló la mirada, en ella había curiosidad y cautela.
-…sus hijos volvían triunfantes a Roma con un ejercito propio. –
-vuelve a casa, Lex. Ven a Metrópolis. –
Sonrió.
- ¿Cuánto tiempo esperaste a que dijera esas palabras? -
-he esperado por largos años que digas otras cosas. –
La sonrisa desapareció de ambos.
-volveré a Metrópolis cuando este listo. –
- ¿con un ejército propio? –
Volvió a sonreír. No le contestó. Abrió la botella que llevaba en las manos y bebió de ella, regresó su atención al documento. Escuchó los pasos de su padre alejarse, pero no le dio la satisfacción de levantar la vista.
…
Clark llegó a la mansión más tarde y lo encontró en el estudio leyendo “vidas paralelas” de Plutarco. La visita de su padre lo sacudió más de lo que le hubiera gustado admitir. La literatura antigua no era un ocio, era objeto de estudio, de estrategia. Si su padre lo esperaba con un ejército, era obvio que no podía llegar solo.
- ¿estás ocupado? –
Bajó el libro y le sonrió
-no. ¿y el niño? –
-se acaba de ir. Su tía pasó por él no hace mucho. –
-lo siento. Sé que le tenías cariño. –
Clark se sentó en el sofá frente a la chimenea que de momento estaba apagada.
Se levantó y se sentó junto a él. Se recostó a lo largo del sofá, reposando los pies en un extremo y la cabeza sobre el regazo de Clark, quien se veía nervioso más no incomodo.
-va a estar bien. –
Dijo.
- ¿te dejó un número de teléfono o algo? –
-no es necesario. –
Estaba intrigado por su atípica calma.
-él me dijo que va a estar bien. –
Volteó a verlo.
- ¿es un esper, cierto? –
Observó su reacción.
-cuando estábamos en la limusina actuó de forma extraña. Como si pudiera leer mis pensamientos. -
Clark esquivó su mirada.
-esa es una habilidad muy interesante. –
Dijo para sí, cruzando los brazos sobre el pecho.
- ¿cómo está tu muñeca? –
Preguntó intentando alcanzar su mano como si quisiera revisarla.
-ya sanó. Solo fue un esguince. -
-eso fue rápido. –
Lo ignoró.
-no me lo tomes a mal Clark, pero esa sí es una habilidad interesante. –
- ¿te lo parece? –
Había cierta provocación en sus palabras. Algo más que quería decir, pero no se estaba conteniendo.
Lo observó con cautela, sabía cuan nervioso lo ponía que lo observara así.
-antes de irse me advirtió que mantuviera mi distancia de ti. –
- ¿de mí? –
Se reincorporó e intentó recordar si había hecho o dicho algo que pudiera haber sido mal interpretado.
Volteó a verlo. Clark lo observaba con un extraño interés.
-dijo que tenías pensamientos impuros sobre mí. –
- ¿pensamientos impuros? –
¿qué clase de niño dice cosas así?
Intentó procesar sus palabras y entonces todo tuvo sentido.
-oh por Dios. –
Se tensó inmediatamente, si hubiera más sangre en su rostro sus mejillas se hubieran tornado rojas. Volteó a ver a Clark. No podía creer que estuviera sonriendo.
Se levantó del sofá con prisa, intentando poner distancia entre ambos.
- ¿Qué estabas pensando? –
Le preguntó Clark sin poder contener la risa.
-no lo sé. –
Decía la verdad, pero eso no mejoraba las cosas en absoluto.
-oh por Dios. –
Se llevó la mano a la frente.
-espera, ¿Qué hay de ti?, ¿tú no tienes pensamientos impuros sobre mí? –
-por alguna extraña razón no pudo leer los míos. –
-que conveniente. –
Inhaló profundamente intentando sacudirse un poco la vergüenza. Lo hecho ya estaba hecho.
- ¿quieres saber que estoy pensando? –
Clark se lamió los labios.
- ¿bromeas? No te me acerques.
Me siento sucio. –
Chapter 15: EL ÚLTIMO VERDUGO.
Summary:
Este capítulo está basado en el episodio 17 de Smallville: Reaper.
Chapter Text
EL ÚLTIMO VERDUGO.
[Polvo eres y polvo serás.]
-1-
El lunes por la tarde acompañó a su madre al asilo de ancianos a dejar unas donaciones de comida. En su mayoría eran frutas y vegetales a los cuales les quedaban a lo mucho un día antes de perder color y firmeza, pero su madre había agregado unas latas de conservas para que no se viera tan mal. Clark sabía que los alimentos, eran buenos y también sabía que en el asilo estarían agradecidos, pero su madre se preocupaba por esos pequeños detalles.
El personal lo saludó en cuanto lo vio. Oficialmente había terminado su servicio social hacia unas semanas, pero sentía como si hubiera estado ahí el día anterior. El señor Pond, quien era el nuevo administrador del asilo, llegó a recibirlos al estacionamiento. Les informó que desde que terminó el periodo de servicios sociales se habían visto un poco abrumados con el trabajo, pero por fortuna recibieron un voluntario, un joven de Metrópolis que había regresado al pueblo recientemente.
-Tyler, ven aquí déjame presentarte a los Kent. –
Tyler Randall de veintiséis años, estaba de regreso en Smallville para el funeral de su madre. El joven sonrió a Martha cuando ella se disculpó con un pésame, les explicó que su madre había estado enferma por muchos años y durante los últimos sufrió de dolores insoportables, estaba seguro de que ahora en verdad estaba en un sitio mejor.
Las dulces palabras agradaron a Martha, quien le permitió ayudarle y acompañarlos a la cocina a saludar al resto del personal. Clark al ver que ya no lo necesitaban decidió dar una vuelta por el edificio. En la sala de visitas encontró un par de caras nuevas y notó las que faltaban. Un pequeño pomerania de color café se le prendió del pantalón.
- ¡Pepper! –
Llamó una anciana que no reconocía. El perro lo soltó y corrió hacia la mujer que inmediatamente lo tomó en brazos.
-lo siento. Es muy territorial, pero nunca muerde ¿buscas a alguien? –
-no, solo vine a saludar. Yo solía hacer mi servicio social aquí. –
-Clark. –
Lo saludó una de las enfermeras.
-ya conociste a Pepper y a la señora Sikes. –
La anciana empezó a reír y su risa rápidamente se tornó en una tos visiblemente dolorosa. El perro saltó de sus brazos y salió corriendo por el pasillo. Martha y Tyler llegaron de la cocina justo para presenciar la escena. La anciana empezó a perder color y Martha lo tomó de la mano para salir de ahí. Cuando llegaron a la puerta la escuchó respirar de nuevo, la escuchó reír, lo que le hizo saber que esos eventos eran comunes, después la escuchó preguntar por el perro.
Recordó porque no le gusta estar ahí.
-2-
Había estado trabajando toda la tarde en proyectos personales, esos que a pesar de ser trabajo sabían ocio, esos que uno realiza por el placer de hacerlos y no por la recompensa. Se consideraba a sí mismo un hombre curioso, aunque no estaba seguro si era su naturaleza o la crianza de Lionel; “no confíes ni en tus propios ojos, tu cerebro está programado para engañarte, para sobrevivir en la mediocridad y como Luthor la insignificancia no nos sienta bien”. Había repetido tantas veces esa palabras que se sentían propias. “Cuestiona todo, hasta a ti mismo. Mírate como te mirarían tus enemigos. Busca tus puntos débiles, ¿si fueras a atacarte, a donde tirarías primero? Refuerza tus puntos débiles.”
El informe estaba sobre el escritorio y su vista estaba perdida a lo lejos. ¿qué pretendía con esa investigación?, ¿realmente esperaba encontrar una cura? Y después qué ¿buscaría una cura para Clark también?, ¿querría Clark ser sanado? ¿lo quería él?
-Lex, hiciste enojar a tu padre. –
Dominic, uno de los empleados de confianza de Lionel entró a la oficina sin anunciarse y dejó caer un grueso folder sobre el escritorio, justo sobre el informe que leía.
-la molestia de mi padre hacia a mi es un estado de ánimo permanente ¿a qué debo la visita? -
-una auditoría interna a tu división reveló serias irregularidades. Me enviaron para realizar la investigación correspondiente. –
Una auditoria y una investigación poco después de su último encuentro con Lionel, sería hasta ofensivo llamarlo coincidencia. Su padre no iba a sentarse y esperar a que regresara con un ejército para arrebatarle el trono. De ser necesario iba a eliminarlo con fuego amigo.
Saber que producía tal preocupación en su padre le produjo satisfacción, de cierto modo se sintió reconocido y no pudo evitar sonreír.
- ¿acaso es esta la represalia por rechazar su oferta? –
-no sé de qué estás hablando. –
-era una pregunta retórica. –
Levantó el folder, tomó el informe que leía y lo guardó bajo llave en una de las gavetas del escritorio.
Dominic lo observó sin decir nada. Se sentó frente a él y cruzó las piernas.
-tu padre ha sido más que indulgente contigo, pero ya no eres un adolescente y si quieres ser tratado como igual, entonces tienes que comportarte a la altura. La tolerancia se acabó, Lex. Tienes que rendir cuentas y hablando de tus cuentas, hay mucho dinero faltante. –
-mis cuentas están al corriente, cualquier duda tienes que hablarla con el departamento de contabilidad. Por otro lado, si a lo que te refieres son mis cuentas personales. Eso no te incumbe ni a ti, ni a mi padre. –
Se puso de pie y lo observó hacia abajo donde seguía sentado.
-cuida tus modales conmigo. No olvides que soy un Luthor. Recuerda de quien aprendí todo lo que sé. –
Tras eso salió de la habitación sin despedirse.
…
Llegó al Talón y pidió un café. Le sorprendió ver a Clark en una de las mesas del fondo, leyendo una revista. Le pidió a Jenna, la mesera tras la barra, que le llevara el café a la mesa y fue a saludarlo.
-hey. -
- hey, ¿qué haces aquí? –
Preguntó Clark al verlo sentarse frente a él.
-pensé que ibas a estar ocupado todo el día. –
-ese era el plan. No sabía que te gustaba pescar. –
Mencionó señalando la revista de pesca en sus manos.
-lo detestó. Me preparo para el viaje anual de pesca con mi padre. Diez horas en un bote contemplando el agua. –
Fue absurdo, pero le emocionó aprender cosas nuevas sobre él. Un poquito más cada día, forjando una imagen completa de quien en realidad era Clark ¿sentiría él la misma curiosidad?
Quería contarle todo de sí mismo, cada día de su vida, que no hubiera nadie en el mundo que lo conociera mejor que él. El problema de ese sentimiento era que exigía reciprocidad y sabía que Clark le ocultaba cosas. Seguía ordenándole a su cerebro que lo olvidara, pero era difícil acallar las palabras de Lionel que se habían incrustado tan profundo en su ser, que empezaba creer que esa voz era la suya.
-recuérdame anotar eso; nunca invitarte a pescar. –
-diez horas contemplándote a ti no suena tan mal. –
Clark lo dejó sin palabras. Jenna llegó con el café y la distracción lo salvó de un momento embarazoso. Por poco se sonroja. Clark reía sin la menor pizca de vergüenza, incluso parecía orgulloso.
-también voy a anotar eso. –
Dijo en cuanto volvieron a quedarse solos.
Hablaron por un rato, más que nada de viajes padre e hijo. Él también había tenido su experiencia con Lionel, aunque se limitaba a una sola ocasión, nada memorable. Ahí en público eran solo amigos y había que mantener las apariencias. Clark le contó sobre el famoso viaje anual de pesca con Jonathan, lo habían hecho cada año desde que tenían uso de memoria y su entusiasmo se había agotado.
-no es el viaje, es solo que quisiera hacer otra cosa. Ni siquiera hablamos, sabes, porque mucho ruido asusta a los peces. –
Ambos rieron.
- ¿por qué no lo llevas al juego de los Tiburones este sábado? –
- ¿aún hay boletos? –
-creí que conocías al dueño. Tal vez puedas convencerlo de que te deje subir al palco. –
Clark sonrió, era esa sonrisa que le arrugaba los ojos y lo hacía ver lleno de vida. Si había algo en él que hiciera posible que se olvidara de todo, era esa sonrisa ¿cómo podía una sola persona provocarle tal felicidad?
- ¿quieres salir a dar una vuelta? Si todo sale bien puedo agregar pases a los vestidores a esa oferta. –
-me encantaría. -
Mencionó sin ánimo.
Clark se había comprometido a acompañar a Lana al hospital, el padre de Whitney había sufrido una recaída y el mariscal de campo no aparecía por ningún lado. Hubiera preferido dejarle el auto a Lana y que fuera ella sola, pero sabía que eran amigos y que debía respetar eso. La verdad era que Lana podía ir sola al hospital o hasta el fin del mundo. Si necesitaba a Clark no era para que la llevara, era por apoyo emocional. También sabía que no tenía motivos para dudar de él, ni de ella, pero explicarle esas cosas a su cerebro era un arte que aún no dominaba.
-3-
Cuando llegaron al hospital ya era tarde, el turno de visitas estaba por concluir. La señora Fordman aprovechó su presencia y salió a comprar algo para comer. El padre de Whitney se veía sumamente delgado, la cánula nasal en su rostro reafirmaba la seriedad de su situación. El hombre abrió los ojos, su voz era queda y rasposa, le pidió que se acercara, pensó que era Whitney.
-es Clark Kent, señor Fordman. –
El hombre volvió a preguntar por su hijo, quería verlo.
-vendrá pronto, él me lo dijo. –
La mentira le dio paz y volvió a quedarse dormido.
La verdad era cruel, nadie sabía dónde estaba Whitney, nadie sabía si llegaría a tiempo. Su madre posiblemente había salido a buscarlo, a llamarle una vez más. O a sentarse sola e algún rincón del hospital donde pudiera llorar en paz.
…
Llegó a la granja por la noche y encontró a Jonathan sentado a la mesa de la cocina, preparando el equipo de pesca. Era obvio que estaba entusiasmado por el viaje. Había encontrado la vieja caña de Clark y había decidido restaurarla, era pequeña, ni siquiera le sería útil, pero también era evidente que no se trataba solo del viaje, lo que entusiasmaba a su padre era el revivir aquellos recuerdos.
Se sentó junto a él y tomó la caña con entusiasmo, como si no estuviera a punto de proponerle dejar todo por la paz.
- ¿qué te parecería ir a ver a los tiburones este fin de semana? –
-diría que en el rio no hay tiburones. –
-Lex dijo que podemos usar su palco. –
Jonathan se detuvo y bajó el carrete que estaba limpiando. Sabía que el empresario no era de su agrado, pero también sabía que su padre amaba al equipo de football de Metrópolis.
-Hijo, esta mañana vino a verme un hombre de Metrópolis, dijo que Lex nos estuvo investigando tras lo del accidente en el puente. –
Lo invadió el miedo, la culpa y la vergüenza. Curioso, él no había hecho nada malo, pero sentía que era su responsabilidad hacer que Jonathan aceptara Lex, y vaya este último se había esmerado en obtener su aprobación.
¿Quién había ido a la granja a arruinar su felicidad?
Detestaba al desconocido que había ido a encender nuevamente ese rencor en su padre y detestaba ese lado curioso de Lex que necesitaba una explicación para todo.
- no pareces sorprendido –
Mencionó su padre observándolo con recelo.
- ¿lo sabias? –
-sí. –
Tuvo que admitirlo, no tenía caso intentar mentir.
-pero eso ya quedó atrás. Él me lo prometió. –
- ¿y le creíste? –
Para este punto las palabras de su padre resonaban por toda la granja. Podía ver la ira transformando su rostro.
-es un Luthor. Cómo voy a protegerte si me estas ocultado cosas. –
Tenía que des-escalar la situación, pero él también estaba furioso. Su padre no podía ver a Lex más allá de su apellido y él no podía contarle la verdad. Estaba harto de que su padre no confiara en él, pero siguiera depositando responsabilidades sobre sus hombros.
-no necesito que me protejas, ya no soy un niño. Y sí, confió en Lex. –
Lo siguiente que pasó fue definitorio, aunque entonces no lo supo. Algo se rompió dentro de Jonathan, esas intensas emociones que se habían apoderado de él se desvanecieron en un parpadear. Bajó los hombros, cerró los labios y se fue cabeza abajo como quien abandona un funeral.
Martha estaba parada en la puerta observando la escena, no notó en qué momento había llegado.
Ella también bajó el rostro como si desaprobara todo lo que había sucedido y fue a la mesa en silencio, a recoger el equipo de pesca de Jonathan.
No quería disculparse, sentía que no tenía razón para hacerlo, sin embargo, cuando abrió la boca el “lo siento” fue lo primero en salir.
-Clark, tú sabes que yo suelo estar de tu lado, pero ¿una investigación? –
El señuelo de plástico en las manos de su madre había sido un regalo que había comprado él cuando tenía once años. Había ahorrado su mesada de tres meses para pagarlo. Costoso por su realismo, su padre nunca lo había usado pues temía perderlo, pero lo conservaba en la caja con el resto.
- ¿te costaría tanto ponerte en el lugar de tu padre? Quizá estás depositando demasiada confianza en Lex, quizá la estima que le tienes no te deja ver con claridad. -
-no es estima, mamá. –
La interrumpió sin pensarlo, seguía molesto porque nada había salido como lo había planeado. Sabía que podía decir otra cosa y hacerlo ver inocente o casual, pero no quería hacerlo. Estaba cansado de tener secretos.
- ¿a qué te refieres? –
Martha lo observó en silencio, tragó saliva, intentando procesar sus palabras y después rio como si todo aquello fuera un malentendido, pero él se mantuvo firme.
- ¿estás diciendo lo que creo que estás diciendo? –
No respondió. Le sostuvo la vista por un momento y después bajó el rostro avergonzado. Era muy tarde para arrepentirse. La vio perder balance y sentarse. Le pareció que iba a decir algo un par de veces, pero en ambas ocasiones se contuvo. Pasado un momento que le pareció largo, le sonrió, inhaló profundamente y asintió.
-está bien. Tú eres mi hijo, absolutamente nada ha cambiado. Yo te amo y… y tú eres libre de amar a quien desees. –
Esa última parte fue difícil de pronunciar, escuchó el esfuerzo en su voz, lo vio en sus ojos, en sus labios apretados, en la sonrisa forzada. Volvió a suspirar y se puso de pie con la caja entre las manos. Todos los accesorios iban revueltos, simplemente arrojó todo adentro y se levantó con prisa.
Dio un par de pasos y se detuvo, volteó a verlo.
- ¿él sabe de tus sentimientos? –
Esquivó su mirada, no había esperado esa pregunta, no había anticipado nada. Ese día se despertó sin saber que todo eso pasaría.
-él los comparte. –
Admitió en voz baja.
La caja cayó el suelo acompañada de un fuerte ruido. Tuvo miedo de que su padre regresara y se enterara de todo. Se puso de pie para ayudarle a juntar las cosas, pero su madre lo detuvo con un gesto de mano.
-discúlpame. –
Le dijo con una sonrisa y las lágrimas empezaron a rodarle por las mejillas.
-mamá. –
-está bien, está bien. Lo apruebo. –
Volvió a reír. Las lágrimas no se habían detenido.
- desearía tener una mejor reacción. –
-lo estás haciendo bien. –
Se inclinó junto a ella y le ayudó recoger el equipo de pesca.
-respecto de tu padre. Quizá sea mejor esperar un poco más –
…
A la mañana siguiente encontró a Pete y Chloe en el aula de periodismo. Los tres atendían la clase de ingles durante el segundo periodo, pero esa mañana ninguno de los dos se presentó. Parecían muy ocupados frente a los monitores, no lo vieron entrar o simplemente lo ignoraron.
-mm ¿hola? –
Pete levantó el rostro y lo saludó con un gesto, Chloe ni siquiera eso.
- ¿están enojados conmigo? –
-el mundo no gira a tu alrededor, Clark. Un poquito de humildad. –
Chloe por fin separó los ojos de la pantalla y le sonrió.
-encontramos el caso más interesante en que alguna vez hayamos trabajado y sabes lo que eso significa aquí en Smallville. –
-anoche hubo una muerte en el asilo. –
Le informó Pete.
Una muerte en el asilo no era noticia, así que eso debía tratarse de las condiciones de dicha muerte.
- ¿qué pasó? –
-combustión espontanea. –
Dijo Chloe con la sonrisa más grande que le había visto.
-no hay señales de fuego. –
Corrigió Pete.
-…pero encontraron las cenizas de las señora Sikes en su cama. –
La anciana con el perro y la tos dolorosa. La recordaba.
Chloe empezó a hacer un repaso de otros registro similares a lo largo de la historia, convencida de que se trataba del mismo suceso y emocionada ante la idea de que el mundo tenía más misterios que ofrecer que los meteoros de Smallville.
-4-
A la hora del almuerzo pasó a la granja y encontró a Jonathan descargando unas pacas de heno del granero, estaba en el segundo piso arrojando el heno junto a la entrada. El hombre notó su presencia, pero continuó con su trabajo en silencio ignorándolo por completo.
-señor Kent, venía a ver si nos va a acompañar al partido del sábado. –
-tengo planes para el fin de semana, voy a ir a pescar. –
Arrojó una enorme paca peligrosamente cerca de él.
-tal vez mi hijo este cegado por el glamur de tu mundo, pero yo conozco bien a los Luthor. –
Ahí estaba otra vez su linaje definiendo su persona.
- ¿en verdad? Porque desde que llegué a Smallville usted no se ha dado la oportunidad de conocerme. –
Jonathan bajó las escaleras, se sacó los guantes y se paró frente a él en una actitud defensiva, como si esperara el más mínimo desafío para lanzar el primer golpe.
- ¿y tú te la has dado? Ayer por la mañana vino a verme un hombre llamado Dominic, dijo que trabajaba para tu padre, también dijo que nos estuviste investigando. –
Bajó la vista. A sus mínimas posibilidades de entablar una buena relación con Jonathan debía agregar las injerencias de su padre, eso lo dejaba con números negativos. Le fue claro que había ocasionado problemas para Clark, quien no le había mencionado nada. Lo había arruinado todo.
No sabía que decir o cómo actuar para ganarse su aprobación. Realmente nunca tuvo una oportunidad.
-lo siento. En mi defensa, el objeto de la investigación no eran ustedes, solo intentaba comprender que sucedió aquel día. –
-pudiste preguntar. –
-lo hice. –
Pero no fue suficiente, las respuestas no llenaron el vacío que había en él. No hicieron absolutamente nada.
-yo debí haber muerto. –
Confesó.
Levantó la vista, Jonathan esquivó su mirada.
-yo no libré ese accidente, señor Kent. Clark me arrebató de las garras de la muerte. –
¿no querría él saber por qué la vida le dio una segunda oportunidad?
Jonathan no le respondió, lo vio por un momento, se guardó los guantes en el bolsillo trasero y se dirigió a la puerta.
-mi intención no era causar problemas entre ustedes. Voy a retirar la invitación al juego. –
-si en verdad no quieres entrometerte, entonces mantente alejado de mi familia. –
Frase que había escuchado constantemente de él, que lo humillaba y lo obligaba a poner la otra mejilla porque por más que deseara hacerle caso y alejarse, sabía que no podía hacerlo.
-5-
Iba a la clase de algebra cuando miro a Whitney en las canchas de baloncesto. Estaba solo en el aro frente el estacionamiento, el más alejado del campus. Tenía cinco minutos observándolo y no había encestado ni una sola vez, pero eso no lo detenía. Volvió a recoger la pelota y lo volvió a intentar y como todas las otras veces, volvió a fallar. La pelota rodó en su dirección, la tomó y encestó a la primera. Whitney lo vio, pero no dijo nada.
- ¿viste el juego del sábado? –
- ¿Qué quieres? ¿te envió Lana? –
-no. –
Le quitó la pelota de las manos y volvió a encestar.
-si vienes por lo de mi padre no pierdas tu tiempo. –
No le respondió. Rebotó la pelota en el pavimento un par de veces y encestó por tercera vez. la recogió, la volvió a rebotar y se la arrojó a Whitney. El mariscal la sostuvo entre sus manos y la observó como si nunca hubiera visto un objeto similar.
-mi padre dijo que estaría ahí para verme lanzar mi primer pase con el equipo de Kansas. –
La pelota giró en sus manos.
-mi padre es el hombre más fuerte que he conocido. Era una estrella del deporte. –
Sonrió. Rebotó la pelota una sola vez y volvió a sujetarla.
-ese hombre en la cama del hospital que no puede ni respirar por sí solo. Ese no es mi padre. –
Una lagrima le rodó por la mejilla y se giró antes de que Clark pudiera verlo llorar.
-sé que va a morir y no es así como quiero recordarlo. –
-no puedes saber si va a morir, Whitney, pero si tienes razón lo vas a dejar solo, preguntando por ti. Espero que no te arrepientas. –
Se alejó, escuchó la pelota rebotar y volteó solo para verlo fallar de nuevo.
…
A la salida lo esperaban Chloe y Pete para pasar al asilo a indagar en la muerte de la señora Sikes. Chloe había encontrado registros de un incidente similar reciente. Las cenizas de un médico forense fueron encontradas en la morgue de Metrópolis, no había señales de fuego y uno de los cadáveres había desaparecido.
En el asilo de ancianos, Pete se ofreció para servir como distracción mientras Chloe y él revisaban la habitación de la anciana. Pete amaba el misterio y el muro de lo extraño, pero no tenía estomago para ese tipo de escenas.
La silueta de la mujer había quedado en las sábanas como una sombra, aun así, la sábana blanca estaba en perfecto estado, no había señales de fuego por ningún lado. Chloe empezó a tomar fotografías de todo, aproximándose incómodamente a la cama.
-técnicamente esta es una escena del crimen. -
- ¿y? –
Le increpó la reportera.
-nada. –
Susurró.
Era cierto que no era su primera vez incursionando en investigaciones policiales, pero él había visto a esa mujer el día anterior, había hablado con ella. Comprendió el malestar de Pete y retrocedió un par de pasos. Las cenizas crujieron bajo sus zapatos, cuando bajo la vista vio el collar de Pepper.
-Chloe, creo que esto no fue un accidente. –
- ¿qué es eso? –
-el perro de la señora Sikes. –
Escuchó los gritos en la bodega, estaba seguro de que se trataba de su madre. Aprovechó la distracción de Chloe, quien seguía tomando fotos, y salió corriendo.
Cuando llegó al almacén su madre seguía gritando en estado de pánico, frente a ella estaba Tyler quien la había arrinconado contra la pared. Se interpuso entre ambos y tomó a Tyler de un brazo para arrojarlo lejos. El hombre se sujetó a él por acto de reflejo. Escuchó la voz de su madre a la distancia rogándole que lo soltara, escuchó un fuerte zumbido como si hubiera un enjambre de abejas dentro de su cabeza y después vio la luz. Fue solo un breve instante antes de arrojarlo lejos, pero sabía que era eso que había visto.
-Clark ¿estás bien? -
Quiso contestarle, pero no tenía fuerzas, no sabía cómo seguía de pie. Se sujetó de la pared y vio a Tyler salir corriendo.
- ¿estás bien? –
Volvió a preguntar su madre.
-sí. –
Salieron a la entrada y Martha le dijo que el cumulo de cenizas en la bodega era el señor Pond, ella había presenciado a Tyler asesinarlo con el toque de sus manos. Alguien llamó a la policía, Chole estaba ayudando a su madre a calmarse y a él le estaba costando respirar, mintió, no estaba bien.
-creo que todo fue un accidente. El señor Pond sujetó a Tyler primero, él no parecía querer hacerle daño. –
Comentó Martha. Después su atención volvió a él.
-Clark ¿estás bien? –
-sí. –
Sus oídos seguían zumbando.
- estoy preocupado por Tyler, es todo. Creo que debo ir a buscarlo. Me voy a llevar la camioneta. –
- ¿estás seguro? –
Le sonrió y tomó las llaves de las manos de Martha.
Subió a la camioneta intentando disimular el inmenso dolor que lo invadía, y salió de ahí.
…
Cruzó la puerta de la oficina y vio a Lex tras el escritorio. Ni siquiera sabía si iba a estar ahí, pero fue lo único que se le ocurrió. El empresario se puso de pie, dijo algo que no alcanzó a oír y después todo se tornó negro.
Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue el escritorio vacío. Giró el rostro, su cabeza reposaba en el regazo de Lex.
-hey. –
Entonces notó que le sujetaba la mano, en la otra tenía un libro que bajó rápidamente. Estaba acostado en el sofá. No recordaba nada después de desvanecerse sobre el piso.
- ¿qué hora es? –
-las siete. –
-mi madre debe estar asustada. -
Se reincorporó, se sentía perfectamente bien como si hubiera dormido hasta tarde después de un largo día de trabajo.
- ¿qué sucedió? –
Se sentó a su lado y le contó lo que sabia. Tyler convertía a las personas en ceniza con un solo toque. Él sintió en carne propia como la vida abandonaba su cuerpo al contacto de sus manos. Si eso que se había intentado desprender de él era su alma, definitivamente no quería irse, fue doloroso, se aferró con fuerza a cada célula de su ser.
Los ojos de Lex estaban fijos en él, escuchaba sus palabras con atención. Fue él quien le devolvió la vida, su deuda estaba saldada. La idea lo dejó sin palabras ¿y si ese lazo mágico que los unía se había roto? Tuvo miedo.
- ¿Clark? –
-tengo que detenerlo. –
-no. –
La negativa lo sacó de sus pensamientos.
-va a lastimar a alguien más. –
-no sé qué te hace creer que le debes tu vida al mundo, pero no es así. –
Lo sujetó del brazo y lo retuvo en el sofá. La fuerza de Lex era insignificante contra la suya, pero reconoció la acción y se quedó.
-talvez soy la única persona capaz de detenerlo. –
Lex lo soltó, posiblemente resignado a su terquedad.
-dijiste que es un esper. Quizá yo pueda ayudar. –
Antes de meditar sobre cualquier peligro, lo primero que vino a su mente fue la imagen de Lana dándole guía a Kyle. La sola idea de que Lex observara a Tyler de esa forma, que compartiera su ser con otra persona, sus emociones, su existencia, su respiración. No quería permitirlo. Nunca en su vida había experimentado tal nivel de egoísmo, pero si esa era la única forma, no quería que lo salvara. Se odio por eso, sintió vergüenza, quería ocultarse, no quería que viera su rostro.
Lo abrazó y reposó la barbilla en su hombro.
- ¿harías eso con otra persona? –
Preguntó al borde del llanto.
-solo quiero asegurarme de que vas a estar bien. –
Sintió el corazón hundírsele en el pecho. Sabía que las palabras de Lex iban bien intencionadas, pero lo hirieron porque en ellas no había una negativa firme.
Sintió sus dedos en el cabello y después sus brazos alrededor de la espalda.
-no. –
Le dijo al oído.
-no quiero hacer eso con nadie más. -
…
Cuando llegó a la granja su padre lo esperaba en la cocina. Parecía nervioso e incómodo a la vez.
- ¿cómo estás? –
-bien. –
- ¿encontraste a Tyler? –
-no. –
Jonathan se pasó la mano por el cabello y se puso de pie. Él también estaba de pie aun junto a la puerta.
-tu madre está bien, está descansando. –
Lo observó de esa forma que lo observaba siempre que estaba preocupado por él, siempre que le pedía que fuera cuidadoso y le recordaba cuanto lo amaba. Se volvió a pasar la mano por el cabello y salió por la puerta de atrás sin decir nada.
Su padre sabía tan bien como él cual fuerte era, pero era su padre, era imposible que no se preocupara. Y en ese momento cuando sus palabras no estuvieron para confortarlo, descubrió cuanto las necesitaba.
…
El miércoles faltó a clases, no le avisó a nadie, simplemente se bajó del autobús y se fue a buscar a Tyler. Sabía que era la única persona capaz de detenerlo. Después de pensarlo varias veces estaba casi seguro de que el tratamiento no era una opción para Tyler, mataría al Guía que se atreviera a tocarlo. Había una sola opción y debía estar listo cuando lo tuviera enfrente. “ya está muerto” se repitió. Fue solo un instante cuando lo tocó, pero notó el frio en su piel y la falta de ritmo cardiaco.
Buscó por todo el pueblo sin éxito.
Caminaba por la banqueta, deprimido. Alguien había decidido que él simplemente no podía tenerlo todo ¿su padre o Lex? Le pareció gracioso. Cuando pensó que había roto su maldición, la vida volvió a sorprenderlo. No era justo.
Escuchó el auto emparejarse a su lado y después escuchó su voz.
- ¿no deberías estar en clase? –
- ¿qué haces aquí? –
-huyendo de mis responsabilidades. Mi padre me está investigando. –
Abrió la puerta y subió. Todo el auto olía a él. ni siquiera lo había tocado, pero podía sentir como todas sus preocupaciones se desvanecían. ¿por favor no me hagas escoger? Suplicó para sus adentros, porque temía saber la respuesta.
- ¿a la granja señor Kent? –
Preguntó con una sonrisa.
No pudo más que asentir. Sabía que lo erigiría a él.
- ¿listo para el sábado? –
-creo que voy a retirar la invitación. Hablé con tu padre ayer. –
-Lex. –
-tu padre quiere pasar tiempo contigo, no quiero interferir. A su modo intenta darte algo que mi padre jamás me dio. –
- ¿y qué es eso? –
-tiempo de calidad, amor, una figura paterna. La lista es larga, escoge lo que gustes. –
Se sintió apenado y culpable. Quería hacerlo feliz a él, a su padre y así mismo y no podía con nadie. Y además de todo eso estaba el problema de Tyler.
-sí hay algo que el dinero no puede comprar es eso y mira que yo lo sé. –
Le sonrió.
-ve con tu padre a pescar. Los tiburones jugaran de nuevo en dos semanas. No permitas que los días con tu padre se conviertan en un viejo recuerdo. –
No se dio cuenta que habían llegado a la granja. Lex le había dicho lo mismo que él le había dicho Whitney, pero, con otras palabras. Sabía que podía disculparse con su padre y arreglar la situación, pero lo que nadie parecía entender es que él no había hecho nada para deberle disculpas. Su padre estaba siendo irracional y él tenía que ser el adulto.
Su madre salió al porche y observó el auto tensa. Lex bajó la ventana y la saludó, ella se veía incomoda. Clark se apresuró a abrir la puerta y bajar, sabía porque estaba así.
- ¿pasó algo? –
Le preguntó en cuanto se acercó a ella.
-no ¿y papá? –
-fue al pueblo. -
-6-
Dominic llegó por la tarde y lo recibió en el estudio. El hombre sonrió con ese mismo aire de superioridad con el que se había presentado el lunes por la tarde. Se desabotonó el saco y se sentó frente a él cruzando las piernas. Dejó el grueso maletín sobre la pequeña mesa de centro y le dio dos palmadas diciéndole a Lex que la investigación estaba resultando muy satisfactoria.
-no sé qué crees haber encontrado, pero te aseguro que no tienes nada que celebrar ¿en verdad crees que mi padre te va a dar el reconocimiento que deseas? –
- ¿qué propones, que me una a ti? –
-es una opción. –
Se puso de pie y tomó la botella de cristal cortado que brillaba sobre la barra de madera. Volteó a ver a Dominic y le sonrió mientras servía dos tragos.
-whisky puro de malta, treinta años. –
Le entregó el vaso al hombre y este se lo llevó inmediatamente a la nariz saboreando las notas de la bebida. Sonrió en aprobación y bebió el primer sorbo.
-es bueno. –
-a diez mil dólares la botella más vale que lo sea. –
El hombre volvió a sonreír y dio un trago más grande.
-espero que tengas el recibo porque esto también lo debo informar. –
Volvió a reír.
Lex volvió a ocupar su asiento del otro lado de la pequeña mesa de centro.
-el motivo de esta dichosa investigación es castigarme por haber rechazado su oferta. Tú mejor que nadie sabes que antes solía derrochar cantidades desmesuradas sin tener que rendir cuentas a nadie, pero como ahora el dinero no se va en alcohol, mujeres o viajes… -
Lo vio reír.
-creo que esta es una conversación para tu terapeuta. –
El rostro de Lex se volvió serio y su fría mirada se centró en Dominic quien nerviosamente se llevó el trago a los labios. Ya no reía.
-supe que te anduviste inmiscuyendo en mis asuntos privados. –
-en lo que a Lionel se refiere tú no tienes asuntos privados. –
-difiero. –
Se inclinó un poco y dejó su trago sobre la mesa, empujándolo en dirección a Dominic para que lo observara bien.
-quizá no he enviado el mensaje correcto. –
Los ojos del hombre se posaron en el vaso de Lex cuyo contenido seguía intacto y después volvieron al suyo. Se llevó el vaso a la nariz para olerlo de nuevo, pero este se le resbalo de los dedos y derramó todo el líquido sobre su camisa.
Lex se puso de pie y caminó en su dirección, se detuvo frente a él y lo observó. Quería asegurarse de que aun estuviera consiente para que viera como tomaba el maletín y salía de ahí con él.
-7-
Por la tarde pasó al Talón y encontró a Lana despidiéndose de Jenna. Sabía que su turno terminaba hasta las nueves y temió la peor.
-Clark-
Lo saludó con una sonrisa.
-no sé qué le dijiste a Whitney, pero muchas gracias. Voy al hospital, voy a encontrarme con él. –
Lana tomó su abrigó y se lo pasó por los hombros. La luz había vuelto a ella.
-por cierto, escuché lo que pasó en el asilo ¿cómo está tu mamá? –
-bien. sí vez a Tyler no permitas que se te acerque. –
La joven asintió confundida y salió del local.
Chloe y Pete llegaron minutos después, se acomodaron en una de las mesas del fondo, lejos de la gente y empezaron a discutir sus descubrimientos. Chole realizó una investigación profunda sobre Tyler. Randall oficialmente había muerto tres semanas atrás, “oficialmente”, las comillas fueron un toque de Chloe. Clark sabia cual literal eran esas palabras.
El informe decía que había saltado por la ventana del cuarto de piso del Hospital General de Metrópolis, después de intentar asesinar a su madre.
-él dijo que su madre había muerto. –
-intentó matarla, pero ella sobrevivió. De hecho, está aquí en el hospital de Smallville en cuidados paliativos. –
- ¿creen que va a ir a terminar su trabajo? –
Preguntó Pete.
-es posible. –
Le respondió. Fue el único lugar en el que no buscó.
Salió de prisa sin despedirse y cuando llegó al hospital encontró a Lana corriendo por el jardín. La joven se veía nerviosa y en cuanto lo vio le hizo saber que Tyler había estado ahí, que escuchó su conversación con Whitney y dijo que quería terminar con su sufrimiento.
- ¿y Whitney? –
-regresó con su padre antes de que Tyler se acercara a hablar conmigo. –
-ve a casa. yo voy a ir a buscar ayuda. –
Entró al hospital y uso su velocidad a la primera oportunidad que tuvo. Entró a la habitación de golpe, azotando la puerta y alborotando las cortinas. Whitney estaba inconsciente en el piso, aun era de carne y hueso. Tyler llevaba guantes, uno de ellos aun cubría su mano izquierda, la otra mostraba su piel que empezaba a tornarse gris y se extendía en dirección al señor Fordman.
-Tyler. –
-solo quiero ayudar. –
Se detuvo.
-un día desperté sobre una mesa de acero sin saber dónde estaba ni quien era. Cuando toqué al médico que se inclinaba sobre mí, se volvió cenizas. No creo que puedas comprender el miedo que sentí. –
Volteó a verlo y sus ojos estaban más oscuros. Supuso que así es como se vería una implosión en un cadáver.
-intenté continuar con mi vida, cómo me fue posible, sin hacer daño a nadie y el perro me mordió frente a la señora Sikes… yo solo quería que se callara, no quería lastimarla. –
Se sentó en la cama, peligrosamente cerca de la mano del señor Fordman.
-y luego está el incidente con tu madre. Espero que ella este bien, yo no quería asustarla… y lamento lo del señor Pond. –
Hizo contacto visual con él.
-y luego te toqué a ti y comprendí mi propósito. Voy a guiar a las almas sin consuelo hacia la luz. –
Levantó la mano.
-Tyler ¿intentaste matar a tu mamá o eso también fue un accidente? –
-ella me lo pidió. Yo no quería hacerlo, pero tampoco quería verla sufrir. Ella ahora está en un lugar mejor. –
-ella también está en este hospital. Sobrevivió. -
…
La sala de cuidados paliativos no estaba lejos. Aún era hora de visitas por lo que nadie los molestó de camino. Podía ver como los movimientos de Tyler se volvían más lentos, como si el rigor mortis por fin se hubiera dado cuenta de que debía hacer su trabajo.
La señora Randall dormía sobre la cama que estaba pegada a la puerta, las tres personas en la habitación dormían. Sus pechos se inflaban y desinflaban a un ritmo lento, sin ayuda de mangueras. Curiosamente todos estaban ahí para tener una muerte digna, sin dolor.
Tyler se aproximó a su madre y colocó la mano sobre el edredón, sintió su respiración, su temperatura, confirmó por sí mismo que ella seguía viva.
Volteó a ver a Clark, quien supuso que la ceniza en sus ojos era porque lloraba, pero Tyler sonrió y se desmoronó frente a él como un castillo de arena.
La señora Randall tosió un par de veces y volvió a quedarse tranquila, su pecho seguía moviéndose y ella permaneció de carne y hueso como Whitney y su padre.
-8-
El jueves por la mañana llegó a Luthor Corp. y estacionó su nuevo Porsche en el espacio de su padre. Esperó por quince minutos antes verlo llegar y detenerse tras de él. Lo conocía tan bien como su padre lo conocía a él. el chofer bajó y abrió la puerta para Lionel quien lo recibió con una sonrisa.
-lindo auto. –
-gracias, tú lo pagaste. –
La sonrisa de Lionel creció.
- ¿a qué debo el honor? Algo me dice que no estás aquí buscando empleo. –
-dejaste tu ropa sucia en mi casa. –
Lionel lo observó con curiosidad. Presionó un botón en el control del auto y la puerta de la cajuela saltó. Su padre se acercó y se encontró frente afrente con Dominic, quien estaba atado de pies y manos, y además llevaba una mordaza en la boca. Para ese punto Lionel no pudo contener la risa.
-tengo cosas que hacer, padre. –
-Adrián, sácalo de aquí. –
Ordenó Lionel al chofer, quien se encargó de Dominic inmediatamente.
-nada mal. –
Ridículamente Lionel estaba reconociendo sus acciones, como si fuera algo de que enorgullecerse. Nunca supo ser el padre que él necesitaba.
…
El viernes por la tarde cuando llegó al estadio para la última practica de los tiburones, encontró a Jonathan de pie en las escaleras, observando como Whitney lanzaba su primer pase con el equipo.
El padre de Whitney había sido dado de alta esa mañana y su esposa lo acompañaba en el campo para ver a su hijo cumplir el sueño de toda la familia. Todos sabían que era solo una práctica y que era el único juego en el que Whitney portaría ese uniforme, pero aun así era mágico.
-es una buena acción la que hiciste. –
Le dijo Jonathan.
El comentario lo tomó por sorpresa, pensó que a lo más que podía aspirar era estar de pie junto a él sin que le tirara un golpe.
-gracias señor Kent, viniendo de usted lo creo. -
El hombre no entendía que en él veía el ideal paterno, esa pieza que siempre hizo falta en su vida.
-quiero que sepa que la investigación concluyó hace mucho. Ya no me interesa saber que sucedió en el puente. –
-no todo necesita una explicación, hijo. –
Para él fue solo una frase que arrojó al viento, pero Lex jamás la olvidaría.
-9-
Lana estaba sentada junto a él en las gradas. Extasiada ante la situación intentaba contener su entusiasmo al mismo tiempo que intentaba convencerse de que eso en realidad estaba sucediendo. Él tampoco lo podía creer, Lex organizó una práctica privada para Whitney.
-gracias. –
Le dijo Lana.
-yo no hice nada, fue Lex. –
-pero él lo hizo por ti. –
Le dio un beso en la mejilla y bajó al campo con los padres de Whitney.
-vi eso. –
Le dijo Lex sentándose a su lado.
-solo me estaba dando las gracias. –
Respondió con una sonrisa.
- ¿tú crees que ella sospecha de nosotros? –
- ¿por qué? –
No hubo tiempo de contestarle. Jonathan llegó y se sentó del otro lado. De repente el ambiente volvió a sentirse un poco denso y Lex se levantó con el teléfono en la mano dejándolos a solas.
Jonathan parecía concentrado en el juego, sabía que le gustaba el equipo. Las cosas entre ellos aún estaban tensas, pero vio al padre de Whitney y supo que no quería esperar a que su padre estuviera en su lecho de muerte para hacer las paces.
-lo siento. –
- ¿Qué sientes? –
-no lo sé, todo… que estes enojado conmigo, que estes triste. –
-no hijo. –
Lo abrazó.
-creo que no me expresé bien. lamento mucho haberte hecho sentir así. –
En cuanto su padre le dijo que no tenía por qué disculparse, la culpa se apoderó de su cuerpo y se avergonzó de todos los pensamientos que había tenido esos últimos días.
-estoy listo para ir de pesca mañana. Quiero hacerlo. –
-pescar no es importante. Yo solo quería pasar tiempo a solas contigo. –
-si lo peces no son importantes, en ese caso hablemos porque odio estar en silencio por tanto tiempo. –
Ambos rieron.
-ok. -
Chapter 16: ORADOR
Summary:
Este capítulo está basado en el episodio 18 de Smallville: Drone.
Chapter Text
ORADOR
-1-
Esa mañana la noticia se esparció como pólvora por toda la escuela, Paul Chan alumno destacado, quien encabeza la lista de candidatos para dar el discurso de graduación, había sido atacado por un enjambre de abejas en el baño de su habitación. Un misterio más para el muro de lo extraño. Por suerte la condición de Paul no era grave y solo se ausentaría de clases por un par de semanas.
Desde el lunes se anunció la votación para elegir al orador que daría el discurso de graduación ese verano. Quedaba poco más de un mes de clases. A criterio de Clark Paul era la persona más idónea para hacerlo, las otras dos candidatas eran Sasha Woodman, quien nunca se llevó bien con el resto de sus compañeros, y Felice Chandler, la líder de las porristas, quien tampoco tenía buena relación con el resto del cuerpo estudiantil. Dicho lo anterior, nunca consideró competir por ese derecho, por lo que no estuvo muy contento al descubrir que Pete lo había inscrito como candidato para orador.
- ¿por qué lo hiciste? -
-eres sincero, le agradas a la gente. Tienes todo el paquete; atractivo e inteligencia. Además, tienes al mejor jefe de campaña. –
Mencionó señalándose a sí mismo.
Chloe no pudo contener la risa. Él no encontraba gracia en la situación.
- ¿y por qué no te inscribiste tú? –
-conozco mi lugar, soy el hombre detrás del hombre, la mano que mece la cuna. –
Chloe lo felicitó y le sacó una foto con flash sin previo aviso dejándolo medio ciego por un momento.
-para el diario. –
Se excusó.
-2-
Conducía a más de noventa millas por hora. El Porsche rojo, que había comprado con dinero de su padre, vibraba bajo él. No tenía intenciones de conservarlo, lo compró para probar un punto y ahora que su punto había sido probado la imprudencia le causaba risa. La planta estaba un par de kilómetros más adelante, empezó a disminuir la velocidad para tomar la curva. El auto estacionado al costado del camino le era desconocido, no era inusual que algún conductor despistado se desviara de la carretera, el problema eran aquellos que lo hacían intencionalmente. El Mustang rojo tenía el cofre arriba, lo único que se veía eran las largas piernas que brotaban de la roja minifalda cuya tela lucia el mismo tono que el Porsche de Lex.
Se detuvo frente a ella y bajó del auto con el celular en la mano.
-la grúa va a pasar en diez minutos, puede llevarte a donde gustes no necesitas preocuparte por el costo. -
-no necesito ayuda, gracias. –
Respondió la mujer quien parecía muy concentrada en lo que hacía.
-aprecio tu caballerosidad posmoderna, pero sé lo que estoy haciendo. –
La observó con cuidado, los tacones costosos, el traje de diseñador y el vocabulario citadino.
-no eres de aquí. –
Mencionó analizando el interior del coche.
La mujer se reincorporó, lo miró de pies a cabeza y le sonrió.
-aun no, pero estoy considerando mudarme. Te pediría referencias, pero no pareces lugareño. -
-las apariencias engañan. –
La observó recargarse en el auto y exhibir sus curvas en un intento de seducción. Vio la herramienta en sus manos, no sabía mucho de mecánica, pero había aprendido un par de cosas de Clark y toda la situación se empezó a tornar sospechosa.
Notó las llaves sobre al tablero y decidió probar suerte. El auto prendió al primer intento, el motor sonaba perfecto.
- ¿qué estás haciendo? –
Preguntó la mujer molesta.
- ¿Quién te envió? ¿mi padre? -
No le contestó.
-o te vas ahora mismo o en lugar de la grúa voy a enviar a seguridad. Estás invadiendo propiedad privada. De la carretera para acá todo pertenece a Luthor Corp. –
La mujer lo detuvo cuando abrió la puerta del Porsche. Le dijo que se llamaba Carrie Castle y trabajaba para “El Diario de Metrópolis”, se disculpó por la táctica y le pidió una entrevista. Abogó a su lado narcisista insistiendo que quería mostrar la faceta empresarial de Lex. Que, a diferencia del Inquisidor, El Diario de Metrópolis era un periódico de renombre, que era su oportunidad de presentarse al mundo en sus propias palabras. Y la cereza en el pastel fue la idea de que dicha entrevista colaboraría a formar un perfil propio alejado de la imagen de Lionel.
Palabras dulces, pero todas ya las había escuchado antes. La experiencia le había enseñado a no fiarse de la miel, los reporteros eran incluso, más peligrosos que Hacienda.
-No estoy interesado. –
La observó de pies a cabeza como lo había hecho ella con él instantes antes.
-aprecio el estilo. Un año atrás y hubiera funcionado. –
Sonrió, cerró la puerta, encendió el auto y se fue volviendo a pisar el acelerador hasta el fondo.
-3-
Y como si las cosas no pudieran ser más irreales, Sasha lo confrontó cuando salía de la cafetería con Chloe. Estaba sumamente molesta de que él haya decidido participar en la elección. Clark le explicó que todo había sido una broma de Pete, lo cual solo la hizo enojar más. Lo único que la calmó fue el explicarle que iba a sacar su nombre de la boleta esa misma tarde. Promesa que no pudo cumplir. Saliendo de clases pasó a dirección a aclarar el asunto de su inscripción, pero el personal estaba en reunión y tuvo que dejarlo para después.
La tercera sorpresa del día fue la reacción de su padre, quien se vio entusiasmado cuando escuchó sobre la elección. Jonathan era siempre el primero en mencionar cual diferente era, cuán importante era cuidar su secreto, mantener un perfil bajo, no atraer la atención.
-creo que es una estupenda idea. –
Le dijo y le dio una palmada de aprobación en el hombro.
Su madre compartía el entusiasmo.
-no es una actividad física, hijo. No hay ningún riesgo. –
Creció en un hogar estricto incluso antes de conocer la verdad, antes de sus habilidades sus padres se encargaron de demarcar la línea que lo separaba del resto de los pueblerinos. Por años le mencionaron todas las cosas que no podía, no debía hacer y ese día decidieron soltar su correa y decirle que era libre de correr, pero no sabía cómo hacerlo, no estaba seguro de querer si quiera intentarlo.
-no pareces entusiasmado. –
Mencionó su padre sentándose junto a él.
-nunca me han permitido hacer nada que llame la atención. Estoy en tierras desconocidas. –
-solo intentábamos protegerte, el riesgo era muy alto. –
Comentó Martha tristemente.
-renuncia si quieres. –
Dijo su padre.
-solo recuerda que ese es un hábito difícil de romper. –
…
Pasó al Talón por la tarde y se sorprendió al encontrar el sitio prácticamente vacío. Lana le hizo saber que la nueva Cafetería Turca de la esquina estaba robando sus clientes. Empezó con tácticas inocentes como ofertas de dos por uno, o postre gratis al consumir cierta cantidad de dinero, pero en su última movida se habían llevado a Jenna, la otra mesera y barista. Después de ella se fueron los clientes más leales.
- ¿ya hablaste con Lex? –
-no. no estoy segura de querer que se entere. –
Se levantó a apagar la música.
Un grupo de personas pasó por la banqueta, pero la campana sobre la entrada se mantuvo en silencio. Lana regresó a la barra y le ofreció un café por cuenta de la casa. Se excusó diciendo que necesitaba pulir sus habilidades con la máquina de espresso, pero Clark sospechó que intentaba retener su compañía. Quería ayudarla, más no sabía cómo.
-escuché que estás participando para orador. –
-Pete me inscribió sin consultarme. Voy a darme de baja mañana. –
-eso es una pena. Creo que harías un excelente trabajo. ¿qué jarabe prefieres? –
Ni siquiera sabía que le estaba preparando.
-lo que tú recomiendes. –
La joven sonrió.
-sabes, mi madre dio el discurso de graduación cuando estaba en la preparatoria. –
-sí, Chloe me lo dijo. –
A Lana no le interesaba dar el discurso ese año ni ningún otro, creía que el mérito pertenecía solo a su madre y cuando alguien hablara de discursos o graduaciones ella inmediatamente pensaría en ella. Era una excusa más para recordarla. Aun así, lo animó a considerar la candidatura. Veía en él la personificación del espíritu estudiantil que trabaja duro para crearse un futuro prometedor, lleno de opciones con una perspectiva optimista de la vida.
Después de todo eso, le debía el considerarlo.
-4-
Salió de la oficina directo a la mansión. Su encuentro con la reportera había encendido sus alarmas, por supuesto que sospechaba de su padre, de sus intricadas y cuestionables estrategias de negocios.
Subió al estudio sonriendo, esto no era para matar el tiempo, Lionel empezaba a ver una amenaza real en él. Bajó la caja que llevaba en brazos, un viejo amigo de la universidad acababa de fundar una Destilería en Tennessee y le envió un par de botellas de lo que llamó su mejor Whisky. Estaba más que de buen humor, era como si la vida hubiera decidido sonreírle y aunque las adversidades persistían, las circunstancias le reafirmaban que iba por el camino correcto. Abrió la botella de bourbon y olió las intensas notas en el alcohol. No bebía algo similar desde su época universitaria, no descartaba que fuera un buen whisky, pero definitivamente era algo comercial. Tomó un vaso con hielo y se sirvió un trago.
Escuchó los pasos en el pasillo, reconoció el ritmo pesado de Clark que se movía como los titanes. La vida le seguía sonriendo.
-recibamos al orador. –
- ¿ya escuchaste sobre eso? –
Parecía avergonzado.
-alguien dejó volantes en el Talón. –
Bebió el whisky que sabia justamente como olía, y sacó la hoja de papel del bolsillo de su pantalón.
-Pete a enloquecido. –
Mencionó intentando arrebatarle la hoja.
-este es mío. –
En el volante venía la foto de Clark, en ella llevaba aquella camisa azul de cuadros que lo hacía ver más lleno de vida y resaltaba su sonrisa. “La voz de nuestra generación” anunciaba. Si Lex pudiera votar por él lo haría. Clark no parecía compartir su entusiasmo. Reconoció la inseguridad en él. Bajó el vaso y lo tomó de la mano. Los ojos verdes de Clark se fijaron en él. Era como si todo hubiera desaparecido excepto esos ojos. Quería besarlo, pero tenía algo más importante que hacer.
- ¿no quieres hacerlo? –
Preguntó interrumpiéndolo cuando el joven se aproximaba a sus labios.
- ¿no quieres dar el discurso de graduación? –
-no lo sé. –
Clark se alejó de él y se inclinó sobre la maqueta de la batalla de Troja que ahora ocupaba la pared del fondo.
- por primera vez en mi vida, todo mundo me incita a que compita por algo. Incluso mi padre está feliz con la idea. –
Lex lo siguió con la vista, observando con detalle cada uno de sus movimientos; sus ojos sobre la maqueta que parecían no observar nada, los dedos ansiosos que acariciaban la figura de Aquiles.
- ¿con qué derecho voy a ser la voz de una generación cuando aún no he encontrado la mía? –
Por fin levantó los ojos y lo observó. Era solo un niño. La culpa volvió a golpearlo. “tiene dieciocho años” se repitió mentalmente, como lo hacía constantemente. Bajó la vista, la depresión de Clark se le había contagiado. Él debió notarlo porque lo tomó de la mano, lo jaló hacia a él, lo abrazó con fuerza, inhaló profundamente y le pasó los labios por la mejilla. Era como una droga, podía sentir los latidos de su corazón resonando por todo su cuerpo. Cerró los ojos, sintió los dedos de Clark entrelazándose con los suyos y después su lengua dulce, húmeda y tibia irrumpir dentro de su boca. El sabor del whisky había quedado en el olvido. Clark se detuvo y le mordió el labio inferior antes de abrir los ojos y alejarse. Esa era su firma.
Rio porque ante el contacto de su piel, todas sus inseguridades se esfumaron como si fueran ideas vanas.
Clark desplegó el volante frente a él, ¿en qué momento se lo había quitado? Tuvo que llevarse la mano al bolsillo para asegurarse de que se trataba del mismo.
- ¿entonces pasaste al Talón? –
-sí, a la hora del almuerzo. –
- ¿has notado que últimamente está más vacío? Lana está preocupada. –
Sabía para donde iba la conversación. Había notado la disminución de clientes en el local desde que Cezve, la cafetería turca, se instaló en la esquina. Clark le preguntó si tenía intenciones de intervenir, pero él solo era un inversionista y trataba ese negocio como a todos los demás. La administración estaba a cargo de Lana y ella debía luchar sus propias batallas.
-al menos podrías ir a mostrar solidaridad. –
Le arrebató el volante de las manos y volvió a guardárselo en el pantalón.
- ¿ves? La voz de tu generación. –
El comentario lo hizo reír.
-quizá te cueste creerlo, pero si te eligieron es porque ellos ven en ti algo que los representa. –
-aun no me han electo. –
-tu nombre está en la boleta. –
Regresó a la barra y observó las botellas que le habían enviado. No tenía intenciones de beber nada más de lo que ya había probado.
- ¿Jonathan bebe whisky? –
-no. –
-5-
Ese viernes por la mañana se detuvo frente a la oficina de administración. La puerta del Director Kwan seguía cerrada, seña de que aún no había llegado, y la secretaria parecía ocupada con una pila de documentos. Las palabras de Pete, Lana y Lex resonaron en su cabeza ¿en verdad sus compañeros reconocían un líder en él? nunca iba a saberlo si se retiraba de la contienda. Finalmente, la secretaria levantó la vista, le sonrió, dio media vuelta y se fue a clases.
Pasaba por la cafetería cuando vio Pete detrás de una mesa llena de propaganda en favor suyo. No habían hablado al respecto, lo último que le dijo a Pete era que iba a retirarse, aun así, su amigo hizo oídos sordos y continuó con la campaña por cuenta propia.
- ¿Qué es todo esto? –
Le preguntó.
-Clark, distinguido orador. Nos honras con tu presencia. –
El pequeño grupo de estudiantes a su alrededor aplaudió. No había notado que estaban ahí por él. Chloe apareció de tras suyo y tomó uno de los botones con su imagen.
-pensé que no estabas interesado en el proceso. –
-cambié de parecer. –
Admitió.
-excelente, entonces es oficial. –
Celebró Pete.
Lana llegó por el otro lado y tomó uno de los banderines.
-me alegra ver que te hayas decidido por tomar esto en serio. –
-gracias y gracias por el estimulo. –
-tienes mi voto. –
-podría hacer mi reunión de campaña en el Talón, atraería personas. –
-suena bien. hazme saber en qué puedo ayudar. –
Tomó un par de botones y se alejó.
Chloe le lanzó una mirada cargada de criticismo. No era necesario que dijera nada, sabía perfectamente que estaba pensando.
-creo que puedo hacer un buen trabajo. –
-seguro. –
Giró los ojos y avanzó rumbo al pasillo.
La siguió y la alcanzó frente a los casilleros. Todos le habían brindado su apoyo y habían manifestado su alegría cuando se enteraron de que contendía para orador, pero Chloe se había mantenido atípicamente reservada. Impropio de ella, aun no le había dado su opinión o sugerencias para el proceso y cuando la confrontó, Chloe le hizo saber que no veía que se estuviera tomando ese papel con seriedad.
-no es solo tu graduación, Clark, para mí también es importante, para muchos de nosotros. No quiero que mis ultimas horas como alumna de esta escuela sean un chiste. –
- ¿es ese el concepto que tienes de mí? –
Chloe esquivó su mirada, tomó el libro de filosofía y se alejó.
…
Al finalizar su tercer periodo pasó al club de periodismo y encontró a Chloe trabajando en su última nota. Se detuvo en la puerta, no quería estar en malos términos con ella, quizá hasta cierto punto tenía razón. Se decidió por entrar, se sentó a su escritorio y encendió el CPU. La pantalla se iluminó instantes después. Escuchó el sonido del Windows y los dedos de Chloe sobre el teclado. Se sentía ansioso.
- ¿qué haces? –
-trabajo en la nota de las abejas que atacaron a Paul. La Secretaría de medio ambiente no ha logrado identificar los enjambres, pero apicultores de todo el estado han reportado la desaparición de sus abejas. Decenas de colmenas vacías solo en los últimos días. –
La impresora se detuvo y Clark fue a recoger las notas de Chloe.
-no, yo… -
Chloe intentó detenerlo.
Era el borrador de la portada para la edición del lunes: “Paul Chan imparable. Alumno se dice decidido a permanecer en la contienda para orador desde la cama del hospital.”
- ¿apoyas a Paul? –
-solo estoy haciendo mi trabajo. –
-me hiciste dudar de mis capacidades. –
-estoy siendo objetiva. –
- ¿y cuando vas a ser mi amiga? La elección para orador no depende ti, es más, ni si quiera tenías que decirme por quien vas a votar. -
Había tantas cosas que quería decirle, pero estaba furioso y sabía que si seguían hablando solo llevaría las cosas hasta un punto de no retorno. Dejó las hojas sobre la impresora, tomó su mochila y salió del aula sin despedirse.
…
El sábado a las once, como se lo había prometido a Lana, llegó al Talón con Pete para planear su estrategia de campaña. Las elecciones serian el miércoles por la mañana y apenas si iba a tener tiempo de convencer a sus compañeros de votar por él, y ya había empezado con el pie izquierdo en lo que se refería Chloe.
Al menos el sitio ya no estaba totalmente vacío, Whitney y otros jugadores del equipo ocupaban una de las mesas junto a la ventana. Lana los recibió con una sonrisa y bromeó un poco con ellos sobre la baja afluencia del lugar. Pete fue a repartir volantes y los dejó solos.
-pasamos por Cezve y el local está lleno. –
Lana respingó.
-el dueño vino a verme esta mañana y dijo que era su misión personal hundir al Talón. –
- ¿Cuál es su problema? –
Ambos rieron.
Lana le preguntó por el discurso y tuvo que admitir que aún no había escrito nada. Había aceptado competir en un momento de impulsividad cuando las palabras de sus amigos lo hicieron sentir especial. Quería ser el hombre que Lex veía en él, pero no había meditado su responsabilidad más allá de eso y no tenía idea de por dónde empezar. La joven se ofreció ayudarle si lo necesitaba. Le agradeció, pero tenía a otra persona en mente para eso, y como si lo hubiera invocado Lex entró por la puerta de atrás escaneando el sitio con la mirada. Vestía casual, lo cual no era común en él, pero no parecía estresado, por el contrario, se veía feliz.
Lana no le reclamó, pero hizo un comentario en referencia a que no había recibido ayuda de nadie. Lex le recordó la pasión que había desplegado cuando lo convenció de darle una segunda oportunidad al local. En sus palabras brotaron las mismas advertencias que le había hecho aquella vez, el Talón era un negocio, no caridad, si quería un espacio en el mercado tendría que abrirlo por sí mismo. Clark desaprobó sus palabras, sabía que Lex tenía razón, pero no quería que Lana saliera lastimada. Se tuvo que limitar a guardar silencio y evitar quedar en medio de los dos.
-Cezve te declaró la guerra, si quieres ganarla tienes que ser creativa. –
-lo he intentado todo. Algunas personas han comentado sobre las pocas opciones en el menú y ofrecí más postres. Se quejaron de la temperatura del local y adquirí frazadas. -
- quizá debas bajar a su nivel. No estoy sugiriendo nada ilegal, pero los buenos modales no te están llevando a ningún lado. -
Lana lo observó con frustración.
-esto es sobre café no la guerra del petróleo. -
Volteó a verlos a ambos, tomó la charola y se alejó.
Lex volteó a verlo con la misma incredulidad que los había visto ella, le dio la espalda al resto del local y se sentó en el banquillo junto a él, depositando los codos sobre la barra. Clark lo imitó, su codo estaba a unos centímetros del de Lex, su mano había quedado tan cercana a la de él que si estiraba los dedos rozaría los suyos. Levantó la vista y descubrió cuan cerca estaba su rostro también. La charola sonó a lo lejos cuando cayó al piso, los jugadores rieron, Lana se disculpó. Se alejó un poco de Lex recordando donde estaban. El café no estaba tan vacío como para que ellos fueran descuidados.
- ¿qué vas a hacer esta tarde? Quería saber si puedes ayudarme con el discurso. –
- tengo todo el día libre. En realidad, tengo una cita con la masajista a la tres de la tarde, puedo hacerla para dos. –
sonrió.
-Pete llenó mi agenda hasta las cinco. –
-entonces te veo a las seis. –
-a las cinco treinta. –
Le corrigió Clark.
-6-
Cuando entró a la habitación de huéspedes Gaby ya se había instalado. La escuchó en el baño y le avisó que ya estaba listo. Acomodó la toalla y se acostó boca abajo. El olor de las velas le despertó el olfato, era tenue; sándalo. Hubiera preferido que Clark lo acompañara, pero aun así iba a disfrutar el masaje de Gaby, quien todos sabían era la mejor masajista de Metrópolis. Por eso le sorprendió cuando sus manos se sintieron extrañamente ligeras en su espalda.
Cuando se giró descubrió a Carrie, la reportera, en un diminuto top blanco frotando sus manos con aceite.
- ¿qué crees que estás haciendo? –
-un favor. Gaby tuvo una emergencia. –
-suficiente. Si no te retiras ahora mismo llamaré a seguridad. –
- ¿la gente siempre hace lo que dices? –
-no toleraría menos. –
La mujer lo tomó de los hombros y lo empujó a la cama de nuevo, retomando los movimientos de las manos. Estaba a punto de levantarse de nuevo cuando la escucho hablar de la plana; su foto en la portada, “El hijo opaca al padre” como titular y toda la nota aprobada por él antes de ser enviada a pre-prensa.
-déjame adivinar, tu jefe te prometió tu propia columna. –
-podrás entender mi motivación. Ambos obtenemos algo de esto. –
Lex se recostó en la cama y volvió a acomodarse como al principio. Aceptó la propuesta de la mujer quien inmediatamente se levantó y tomó la grabadora de su bolso.
-aun no. –
La detuvo.
-pagué por una hora y aplica más presión en los hombros. –
-7-
Había llegado hacia horas, aunque se sentían como breve minutos. No había escrito ni una sola palabra del discurso. Cuando llegó a la mansión encontró a Lex solo. El empresario le dio la tarde libre a todo el personal y con eso, ellos también fueron libres de disfrutar de su relación por toda la casa, sin preocupaciones, sin tener que ocultarse. Lex lo recibió a la puerta con un beso, se recostaron en el sofá del estudio y escucharon un poco de música. Permitió que Lex le alimentara uvas en la boca mientras estaba sentado sobre la barra de la cocina, así era como imaginaba el resto de sus vidas.
Estaban en su habitación, la ventana estaba abierta, escuchó los grillos afuera. Los dedos de Lex garabateaban sobre su espalda desnuda, sus manos estaban frías, aunque no le molestaba, había aprendido a recibir su tacto como los rayos del sol. Levantó los ojos y vio el reloj sobre el buró, eran pasadas las nueve, debía irse y odiaba tener que hacerlo. En otra ocasión se hubiera quedado hasta más tarde, pero había notado los ojos de su madre sobre él cuando mencionaba que había estado con Lex. Ella no había dicho nada, reconocía su esfuerzo, pero eso solo lo hacía sentir más culpable.
-tengo que irme. –
-apenas son las nueve. –
-en verdad tengo que trabajar en el discurso y hoy no hicimos nada. –
Se giró y lo vio a los ojos.
-lo siento. –
Se disculpó Lex.
Estaba inclinado frente a él, observándolo como si ese fuera un último adiós.
Acarició su brazo y lo besó atrayéndolo por el cuello hasta que quedó recostado sobre él ¿qué más tenía ese cuerpo para ofrecerle? No era solo la guía. Lex le hacía sentir cosas que su cerebro nunca había concebido posibles. Si dependiera de él se quedarían así para siempre.
Un “te amo” atravesó su mente, tuvo que cerrar los labios antes de que se le escapara. Se asustó así mismo y sabía que también asustaría a Lex. Recogió su camiseta del piso y lo besó una vez más antes de irse.
…
El domingo por la mañana pasó a la preparatoria, el equipo de football organizaba un último rally pre-graduación. El dinero recaudado serviría para el baile, pero el treinta por ciento seria donado a la familia Chandler. Felice Chandler había sido atacada por abejas mientras conducía por el pueblo, nadie se percató del incidente porque el enjambre completo estaba dentro del auto de la joven. Toda la situación era bizarra e inexplicable y el ataque contra Felice había sido más severo que el de Paul. La porrista estaba en coma.
Chloe llegó y se sentó en las gradas junto a él. Aún no habían hecho las pases por lo que se sorprendió de su presencia.
- ¿escuchaste lo de Felice? –
-es lo único de lo que hablan todos. –
-dos candidatos a orador atacados por abejas con unos días de diferencia. Es demasiada coincidencia para ser coincidencia. -
- ¿qué insinúas? –
Chloe le compartió sus sospechas. Un año atrás Sasha había sufrido un ataque similar por un enjambre de abejas, aquella vez sus heridas también fueron graves y estuvo en el hospital casi un mes. El contacto de Chloe ya no trabajaba en el CEG (Centro Estatal de Guía), pero logró confirmarle que en efecto Sasha aparecía en el registro del centro.
- ¿y si aquel incidente fueron sus habilidades manifestándose por primera vez? –
- ¿tú crees que ella hizo esto? –
-solo ten cuidado. –
Le advirtió.
…
Saliendo de la escuela se encontró con Sasha quien lo esperaba junto a la camioneta. Le pareció extraño, y dadas las circunstancias recientes, sumamente sospechoso.
- ¿escuchaste lo de Felice? –
Sasha ni siquiera pudo aparentar preocupación por el estado de salud de su compañera, por el contrario, parecía satisfecha. Le pidió a Clark que terminara con la farsa y abandonara la contienda, que ambos sabían que ella era la adecuada para dar el discurso de graduación. Entendía la importancia del evento, pero le pareció que tanto ella como Chloe estaban tomando las cosas con demasiada seriedad y se negó a retirar su nombre de la boleta.
-estás cometiendo un error. –
- ¿me estas amenazando? -
-tómalo como quieras. –
…
Esa tarde decidió aceptar la ayuda de Lana. Se presentó al Talón con un bloc de notas y una pluma nueva. Sabía que si volvía con Lex iba a suceder lo mismo que el día anterior y en verdad necesitaba trabajar en el borrador del discurso. El local estaba vacío, como había estado toda la semana. Se acomodó en una mesa cerca de la barra y dejó la mochila sobre la banca.
Lana se sentó junto a él, conversaron un poco. Un cliente llegó y ella se levantó a preparar el tercer café que había vendido en las últimas dos horas. Hablaron de Sasha, de Whitney, de la universidad; Chloe, Pete y él ya habían recibido la carta de aceptación en la Universidad de Metrópolis.
La vio sacudir un poco y finalmente volvió a sentarse con dos cafés. Tomó el bloc de notas y leyó la primera línea.
-nada mal. –
-el cesto de basura ya tiene tres borradores. Nada de lo que se me ocurre parece adecuado. –
-puedes empezar por escribir cómo te sientes, todos estamos pasando por lo mismo, será reconfortante saber que no estamos solos. –
Ella solo necesitaba abrir la boca y las palabras correctas sonaban en el aire. Quizá Chloe tenía razón. su candidatura había sido una broma de Pete después de todo, talvez él era el chiste y nadie se lo había dicho.
- ¿por qué decidiste participar? –
-Pete me anotó. –
-eso ya lo sé. –
Sonrió.
-pero ¿por qué decidiste tú participar? –
Después de pasar una vida en la banca por fin le permitieron entrar a la cancha de juego. No es que tuviera complejo de inferioridad, o quisa si lo era. Pensó que nadie sabría quién era Clark Kent, que la presión de la responsabilidad lo abrumaría y no sabría qué hacer, pero sus compañeros aplaudieron mientras gritaban su nombre. Ella y Pete creían en él. Había orgullo en el rostro de Jonathan cuando descubrió su postulación, y Lex lo miró con admiración ¿cómo podía decirle que no a todo eso?, ¿qué era lo que los demás miraban que él no podía ver?
Decidió también creer en si mismo. Tomó la pluma y empezó a escribir. Por des fortuna no llegó muy lejos, las abejas hicieron presencia por él, como lo había hecho antes por Paul y Felice. Detectó el zumbido a tiempo y encerró a Lana en la oficina antes de tomar el extintor y combatir al enjambre.
-8-
El lunes por la mañana se encontró con la reportera en el Talón. A diferencia de sus encuentros anteriores esta ves su vestimenta era más prudente. Una vez que le concedió la entrevista la mujer desistió de sus intentos de seducción. Al menos algo bueno había salido de todo eso. La mujer se sentó frente a él y mencionó que el articulo estaba casi terminado, solo necesitaba que le aclarara un par de temas. Sacó la grabadora, la encendió y la dejó sobre la mesa, después sacó una pequeña libreta de notas y preparó las preguntas.
-en realidad, me gustaría aclarar algo más que eso. –
Mencionó Lex abriendo el folder frente a él.
-tuve tiempo de leer tu borrador. –
- ¿de donde sacaste eso? –
-tengo mis fuentes. –
El artículo en sus manos no era lo que la dama le había prometido. Retorció sus palabras pintándolo como un muchacho malcriado, sin méritos propios, que vivía de la fortuna de su padre. Las huellas de Lionel estaban por todos lados.
-esto es un trabajo sucio, cargado de mentiras ¿Cuánto te pagó? –
Le reprochó.
-no sé de que hablas. –
-mi padre ¿qué te prometió? –
-realmente estás paranoico. –
La dama guardó sus cosas y se puso de pie.
-no es nada personal. Planeo crearme un nombre como periodista tenaz y tú eres un blanco visible. –
- ¿qué es lo que quieres? –
-pierdes tu tiempo. A diferencia de tus amigos del Inquisidor, yo no me vendo. –
-9-
Sasha llegó a la granja por la tarde, llevaba en las manos la nota que le había dejado en el casillero. Parecía estar enojada y constantemente se rascaba una de las orejas como si algo le molestara. Buscó en ella señales de una implosión; ojos rojos, sudoración excesiva, una quijada tensa, pero el único síntoma que Sasha exhibía era su mal humor, y en ella eso era una constante.
Decidió provocarla, si su implosión estaba en etapa temprana los síntomas podrían ser imperceptibles. Le dijo que lo sabía todo, Paul Chan, Felice y las abejas, pero no pasó nada, no hubo ni un solo cambio en ella.
La joven sonrió, inclinó la cabeza y tornó los ojos hacia arriba como si intentara recordar algo.
- ¿qué estás haciendo? –
Le preguntó.
-sabía que no renunciarías. –
Dijo arrojándole la nota de papel.
-no sé qué es lo que te hace inmune a los aguijones, pero tengo una teoría. –
- ¿Qué teoría? –
-que no es de familia. Vi a tu madre en el tractor de camino aquí. Algo me dice que su piel no es tan resistente. –
Nada en Sasha había cambiado, sus acciones no se debían a una implosión.
Afinó su oído y escuchó el enjambre aproximarse. La dejó en el granero y salió corriendo a toda velocidad. Afuera una nube de abejas había oscurecido el cielo, vio a su madre correr por en medio del campo, las abejas a su espalda casi la habían alcanzado. La tomó en brazos y corrió con ella al refugio subterráneo cuya entrada se localizaba a un costado de la casa. Estaba seguro de que las abejas no podrían seguirlos, se movió demasiado rápido como para dejar un rastro.
Cuando dejó a su madre en el suelo ella seguía arrojando manotazos. Se detuvo y volteó a todos lados reconociendo sus alrededores.
- ¿Qué fue eso? –
-abejas. Sasha Woodman las controla de alguna forma. –
- ¿y por qué me atacaron? ¿ella es un esper? ¿necesita guía? –
-no. –
Se sentó en la cama plegable junto a la pared y observó las latas de comida para emergencias.
-Sasha es un esper, pero no creo que se trate de una implosión. –
Su madre se sentó a su lado y le dejó la mano en la rodilla. Esa simple acción que decía “al menos estamos juntos”, le recordó el abismo que había estado creciendo entre ellos dos. Volteó a verla, Martha tenía la vista clavada en la puerta, como si esperara ver las abejas entrar de un momento a otro. Se preguntó si su madre toleraba su relación solo porque se trataba de él, si sus opiniones eran conservadoras, si ahora lo amaba un poco menos.
-mamá, ¿te molesta que yo esté en una relación con otro hombre? –
Martha volteó a verlo, había conmoción en su rostro. Enrojeció como lo hacia él.
- ¿te di esa impresión? lo siento mucho. –
Se tomó un momento para meditar sus palabras y después habló con calma.
-estás creciendo, esta es tu primera relación sentimental. Físicamente eres casi indestructible, pero emocionalmente eres tan frágil como nosotros, o quizá más. –
Lo tomó de la mano y se la apretó.
-ustedes tienen tantas cosas en su contra. Me asusta que te lastimen y soy consciente de que no hay nada que yo pueda hacer para evitarlo. Es algo que tienes que experimentar por ti mismo. –
Exhaló profundamente y sonrió.
-solo estoy preocupada, pero eso tampoco puedo evitarlo. -
Curiosamente esas palabras lo hirieron. “su primera relación sentimental”, Clark tenía intenciones de que fuera la única. Su madre estaba dando por sentado que en algún momento iba a terminar, que las adversidades iban a ser más fuertes que ellos dos y que él iba a sufrir en el proceso. Sabía que no iba a ser fácil, siempre lo supo, pero ni Lex ni él eran personas ordinarias y el miedo no iba a detenerlo.
…
Llegó a la granja Woodman poco antes que Sasha. La vieja cochera del fondo exhibía una bandera que anunciaba su centro de campaña. La puerta estaba abierta, el techo alojaba la colmena más grande que había visto en su vida. La miel escurría hasta los baldes que había colocado Sasha, pero obviamente eran insuficientes, todo el piso estaba cubierto de miel.
La puerta se abrió tras él y Sasha le advirtió que había tenido suficiente. Las abejas regresaron y se abrieron paso por donde les fue posible. Ingresaron con tanta violencia que rompieron los cristales y los atacaron a los dos. Sasha se tiró al suelo y rápidamente empezó a ser cubierta por ellas. Buscó algo que le pudiera servir como arma y tomó una lata de pintura en spray, le prendió fuego y empezó a quemar las abejas que volaban frente a él. no se percató de los bidones con gasolina del fondo hasta que explotaron. Tomó a Sasha entre brazos y salió corriendo.
-10-
Carrie Castle llegó a la mansión el martes por la tarde, vestía formal y a diferencia de las ocasiones anteriores se presentó sin su fiel grabadora. Lex la recibió en la oficina y le agradeció su valioso tiempo, lo cual la puso visiblemente incomoda.
La mujer se negó a tomar asiento.
-relájese, solo quiero felicitarla. –
- ¿acaso el veneno está en el agua que me vas a ofrecer? –
La acusación lo hizo reír.
-ya te dije que no me vendo. –
-no intento sobornarla. Mi padre dice que cuando dejen de hablar de ti es cuando debes preocuparte. –
-bueno, acepto tus felicitaciones. –
La mujer volteó en todas direcciones aun esperando la trampa.
-si no hay nada más… tengo cosas que hacer. –
-escuché que hay una vacante como editor en jefe en El Diario de Metrópolis. –
-trabajo ahí, si hubiera una vacante lo sabría. –
-ya te había dicho que mis fuentes son mejores que las tuyas. –
Le señaló la silla que ella por fin aceptó.
-puedes publicar tu historia mañana si lo deseas, o puedes presentarte a trabajar en una enorme oficina con baño propio. Tú eliges. –
- ¿por qué serias tan generoso? –
-no lo soy. Que te quede claro que vas a trabajar para mí. –
-eres peor que tu padre. –
-espero que eso sea un halago. –
-11-
El miércoles por la mañana se llevaron a cabo las elecciones para elegir al orador del discurso de graduación. Los resultados estuvieron listos por la tarde. Paul Chan ganó a pesar de estar en el hospital. Felice y Sasha retiraron sus candidaturas, la elección fue Paul contra Clark.
Por la tarde la fiesta de clausura de Clark se llevó en el Talón como había estado planeado desde un inicio. Chloe y él hicieron las pases.
-para el récord, voté por ti. –
-gracias. –
Lex llegó y se entretuvo con Lana mientras él saludaba a compañeros cuyos nombres no recordaba, pero estaban ahí por él. Cuando por fin se abrió paso entre ellos se dirigió a la barra y lo saludó. Lana le agradeció por la multitud y se alejó a repartir tazas de café.
-parece que los días de sequía han quedado atrás. –
Dijo Lex.
-eso espero. –
-no, ella me lo dijo. Cezve ya no será un problema. –
No sabía que había hecho la joven, pero estaba feliz por ella. Lex tomó uno de los botones que había sobre la barra y se lo colocó en la solapa del saco. La foto de Clark era la misma que la del volante.
-Perdí. –
Le recordó.
-mi padre dice que uno aprende más de las derrotas. –
- ¿qué aprendiste? –
Preguntó Lex.
-que la política no es para mí. –
Lex tomó un segundo botón y se lo llevó al bolsillo “es para mi colección” dijo. La celebración se extendió hasta tarde. Hablaron sobre el futuro, sobre cambiar el mundo y Lex mencionó que no descartaba la presidencia. Clark le prometió su voto.
…
Por la noche Lex lo acompañó a la granja. Bajaron del auto con las cajas de propaganda que había sobrado. Subieron todo al granero, que había sido la oficina de campaña de Clark, y acomodaron las cosas en el piso. Arrebató la caja de camisetas de las manos de Lex antes de que tuviera tiempo de tomar una. Había estado demasiado entusiasmado durante toda la elección.
- ¿lograste escribir tu discurso? –
-sí, Lana me ayudó con el borrador. –
Lex se sentó sobre una de las pacas y lo observó.
- ¿y bien? -
- ¿quieres escucharlo? –
Asintió.
- ¿es en serio? –
Se puso nervioso.
-ok. –
Tomó la hoja que estaba en una de las cajas entre los botones. Lo observó por un momento. Los ojos azules seguían fijos en él. Curiosamente, le pareció que ese era todo el público que necesitaba y empezó a leer.
-Trigésimo sexta generación de la preparatoria de Smallville. Verano de 2004. Compañeros, el día de hoy concluimos una de las etapas más importantes de nuestras vidas, pero no se confundan, esto es solo el comienzo… -
Chapter 17: LUTO
Summary:
Este capítulo está basado en el episodio 19 de Smallville: Crush.
Notes:
Advertencia: Contenido sexual.
Chapter Text
LUTO
-1-
Esa mañana cuando despertó el reloj marcaba la misma hora que todos los días, el olor del café invadía la mansión como todas las mañanas. Era un martes cualquiera, idéntico al lunes y al domingo que acaban de pasar. La regadera estaba tibia, la ropa suave y sus zapatos impecables. La correspondencia estaba en la barra de la cocina justo de camino al garaje y el auto pulcro como siempre. Debía ser un día cualquiera, pero la fecha lo hacía diferente a todos los demás.
Encendió el Porsche y salió de la mansión más despacio que de costumbre, era como si su subconsciente no quisiera irse. Su subconsciente no había querido salir de la cama esa mañana. Rio para sí, estaba ansioso, podía sentir su pulso acelerado. Odiaba esa fecha.
Pasó frente a la desviación hacia la planta, pero siguió derecho rumbo a Metrópolis. Saliendo del pueblo bajó la ventanilla porque sentía que se estaba sofocando en la cabina, y un par de kilómetros después tuvo que detenerse por completo. Apagó el auto y salió, estiró las piernas. Los campos de trigo se extendían frente a él, brillaban en tonos dorados con el sol. Si no supiera la hora sería difícil saber si estaba amaneciendo o si estaba por oscurecer. Así se sentía él ese día; incierto, sin rumbo, sin estar seguro de quien era o hacia a donde iba, si todo eso tenía sentido o si siquiera valía la pena. ¿Quién sería él si aquello no hubiera sucedido?
Once años. Exhaló, cerró los ojos y vio la ira en el rostro de su padre cuando lo encontró en la puerta de la habitación. Alguien llamó por él “Alexander”. Iba a irse, pero su padre lo retuvo “si fueras tan especial como ella decía, hubieras hecho algo para salvarla”. Abrió los ojos y se limpió las lágrimas. Volvió a reír porque el día anterior se sentía perfectamente y esa mañana fue solo pensar en ella y sus heridas volvieron a abrirse como si nunca hubieran sanado. Quizá nunca lo hicieron, quizá todo fue una confusión, quizá sus heridas lo desangraron hasta el punto de perder la sensibilidad. Se había acostumbrado tanto a estar roto que había olvidado que lo estaba, hasta esa mañana cuando se cumplieron once años de la muerte de su madre y súbitamente sus heridas volvieron a doler.
…
Cuando llegó al cementerio encontró rosas blancas sobre la tumba. Era difícil saber si Lionel había pasado personalmente o si había enviado a alguien a que las dejara. Su padre era un tempano de hielo, pero la muerte de Lillian los hirió a ambos de gravedad. Lionel nunca volvió a casarse, a decir verdad, no volvió a tener una relación seria después de ella. De no ser porque Lex lo conocía bien, pensaría que fue la muerte de su madre lo que lo hizo el monstruo que es.
Pasó los dedos sobre el mármol cual si el epitafio estuviera en braille: “Lillian Luthor. Amada madre y esposa. 1951 – 1993”. Intentó recordarla y fue doloroso aceptar cuanto había olvidado. Se había aferrado con uñas y dientes a los recuerdos, pero sus fuerzas no fueron suficiente y cada día había un poquito menos de ella en él.
-Alexander. –
Llamó la voz tras él, la reconoció de inmediato. El frio que lo había envuelto aquella noche recorrió su cuerpo otra vez. Hacia once años que no la veía y en ella poco o nada había cambiado.
- ¿podemos hablar? –
Preguntó la mujer.
-no. –
Se alejó despacio porque sabía que si intentaba correr iba a tropezar. Esta nervioso y asustado como el niño de doce años que acaba de perder a su madre.
-por favor. –
Suplicó la voz a la distancia.
No se detuvo. “Alexander”. Los latidos de su propio corazón lo ensordecieron. Fue Pamela quien lo arrebató de las manos de su padre, lo envolvió en brazos y lo sacó de la habitación a prisa. Sin embargo, no pudo evitar que viera el cadáver sobre la cama frio, pálido y con los ojos ligeramente abiertos. Parecía un maniquí con el rostro de su madre. Odiaba que esa parte si pudiera recordarla perfectamente.
Después de ella nadie más había vuelto a llamarlo Alexander. Pamela desapareció antes del funeral. Era como si hubiera muerto junto con su madre. Las perdió a las dos en cuestión de horas, siendo solo un niño, cuestionándose si en verdad era su culpa como decía Lionel. ¿por qué reaparecía en su vida ahora? ¿qué podría querer de él? ¿qué podría haberle hecho un niño de doce años para que lo abandonara unas horas después de la muerte de su madre?
Se sentó en el auto, cerró la puerta y le puso seguro. Había pasado esos ultimo once años convenciéndose de que nada de eso era su responsabilidad, perdonándose así mismo por culparse, por odiarse, por tratarse injustamente. Y así como con todo lo demás pensó que Pamela era otro trauma que había dejado en el pasado, pero fue solo verla y darse cuenta de que no lo había superado. Volvió a sentirse solo, ahogándose con el aire en las profundidades de si mismo.
-2-
Ese martes fue la feria empresarial en la escuela. Los alumnos de segundo año debían aplicar a la empresa de su elección para realizar las prácticas profesionales durante el verano, antes de iniciar con su último año. El verano anterior Clark había cubierto sus prácticas en la granja, lo cual se sentía poco ético, pero su padre no le dejó opción.
Chloe estaba furiosa, ese verano el diario El Planeta había decidido participar en la oferta para prácticas, tenían solo cinco puestos disponibles para las preparatorias de todo el Estado.
-no es justo. –
Se lamentó la reportera.
- ¿por qué ahora? ¿por qué no el año pasado? –
-en la universidad también vas a poder aplicar. –
Le recordó Pete.
-puedes preguntar durante la convención del sábado sobre los puestos para los universitarios. –
- ¿qué convención? –
Preguntó Clark.
Y en cuanto vio el gesto de Chloe recordó la convención de periodismo a la que se había ofrecido no solo a ir con ella, sino también a conseguir los boletos. Lo olvidó. La tarde que había planeado inscribirse se encontró con Lex en el Talón y todo lo demás pasó a segundo plano.
Se disculpó con ella, sabía que tenía derecho a estar molesta, sabía cuánto deseaba ir a esa convención, aun así, su reacción le pareció un tanto exagerada. Chloe le reprochó hasta el poco tiempo que habían pasado juntos esos días, lo acusó de darle prioridad a otras personas sobre su amistad, lo acusó de dar por sentado que ella siempre estaría para él, pero no hacer el sentimiento reciproco. Tras eso se fue y no le dio tiempo de decir nada.
- ¿no te parece que esto es una exageración? –
Le preguntó a Pete.
-puedo solucionarlo. –
- ¿es en serio? Ni siquiera tú puedes ser tan ingenuo. -
¿En verdad estaba pasando algo por alto?
-ella quería pasar el día a solas contigo, como una cita. Le gustas. –
-no. –
Rio incrédulo.
-Si levantas los ojos de Lana, te darás cuenta de que Chloe está enamorada de ti. –
Se quedó sin palabras. Nunca había pensado en Chloe de esa forma, pero no era la primera persona que le decía que ella sentía algo por él, Ryan le había dicho lo mismo. Se preguntó si había hecho algo que la hiciera suponer que él estaba interesado en ella y después se preguntó porque todos seguían suponiendo que estaba interesado en Lana. Al menos no tenía que preocuparse de que alguien sospechara la verdad.
Salió de la cafetería y vio a Chloe conversando con un muchacho que se le hizo conocido. Ella hizo contacto visual con él, tomó la mano del joven y se alejó. Consideró hablar con ella y disculparse, pero era mejor tomarse un tiempo para meditar que le iba a decir, no quería arruinar las cosas más. Lo primero era conseguir los boletos y dado que Lex había sido la razón para que los olvidara, quizá él también podría ser la solución.
…
Antes del almuerzo encontró a Chloe y a Justin en el aula del club de periodismo. Para entonces había logrado recordar al caricaturista. El muchacho había sido miembro del Heraldo durante todo el segundo año. Clark se unió al club de periodismo tras su accidente, cuando Chloe necesitaba ayuda con la acumulación de trabajo y Pete no le fue suficiente.
-hola Justin, me alegra verte de regreso ¿Cómo has estado? –
-mejor. Aquellos días ya son parte del pasado. –
-eso es bueno, ¿encontraron al conductor que te arrolló? –
El semblante del joven cambió instantáneamente. Bajó el rostro, fue obvio para todos que ese pasado aún estaba fresco. Se avergonzó de haber preguntado.
Justin admitió que no recordaba mucho del accidente, durante los primero días no recordaba ni quien era. Después de muchas cirugías y rehabilitación logró recuperar su vida, pero la habilidad para dibujar jamás la recuperaría, el daño en sus manos era irreversible.
- solo recuerdo los tres primeros dígitos de las placas, pero la policía no pudo hacer nada con eso. D-D-I, es todo lo que recuerdo. -
-podríamos investigar. –
Se ofreció Chloe.
Justin parecía incomodo con la idea y Clark intentó cambiar de tema.
-Quería disculparme por lo de la convención. Puedo pedirle el favor a Lex y… -
-voy a ir con Justin. –
Lo interrumpió Chloe.
-él sí se inscribió y tiene dos boletos. -
Su tono fue grosero, pero entendía su coraje y se aguantó el mal trato porque no sabía que decirle, no podía admitir su relación con Lex y no quería preguntarle si en verdad sentía algo por él. El ambiente estaba tan tenso que incluso Justin lo notó y se excusó. El caricaturista tomó sus cosas, pero la mochila se le soltó de las manos, dejando todo su contenido en el piso. Clark intentó ayudarle y al tomar las hojas descubrió los recortes de periódicos, eran al menos tres notas distintas sobre el mismo incidente “Cirujano pierde las manos en accidente con elevador”. Demasiado específico para ser coincidencia.
- ¿lo conoces? –
El joven no le contestó. Tomó todo, lo arrojó a la mochila y salió con prisa.
…
Por la tarde pasó a la mansión. El ama de llaves, la señora Palmer, le había dicho que el empresario no estaba recibiendo a nadie esa tarde. El secretario le dijo que estaba en la oficina, no lo detuvo, pero le advirtió que no era un buen momento.
Lex estaba sentado tras el escritorio, tenía la vista perdida en la pared. La botella de whisky estaba junto a la computadora, abierta, el vaso a un lado estaba casi vacío. Volteó a verlo solo por un momento y después regresó la vista a la pared como si temiera perderse algo muy importante.
- ¿cómo estás? –
-bien, estresado con el trabajo, pero nada más. –
Definitivamente no estaba bien. Entendía porque el ama de llaves había intentado detenerlo. No quería dejarlo solo, pero tampoco sabía si su presencia en ese momento era un inconveniente. Lo único de lo que estaba seguro era que el tema de los boletos debía esperar.
Lex se talló la frente, se pasó la mano por el cráneo e intentó sonreír. Era obvio que estaba ansioso.
- ¿vine en un mal momento? –
-no. –
Se puso de pie y rodeó el escritorio. Se recargó al filo del mueble en esa pose que debía patentar y estiró las piernas al frente. Clark seguía de pie frente a él, sin atreverse a estirar la mano y tocarlo, aunque lo deseaba intensamente. Fue Lex quien le introdujo las manos en los bolsillos del pantalón y lo jaló hacia a él.
-parece que él que está teniendo un mal día eres tú. –
Casi lo convence de que todo estaba en su cabeza, pero notó las ojeras, los ojos más oscuros que de costumbre. Incluso su voz sonaba triste.
- ¿pasó algo? –
-no. –
Respondió bajando el rostro.
Le pasó la mano por el cuello, Lex cerró los ojos, giró el rostro para que la palma de Clark le acariciara la mejilla y después la besó. Cada vez tenía más control sobre si mismo. No hubo guía de por medio, los sonidos no cesaron, el tiempo no se estiro, pero su corazón se detuvo como lo hacía siempre que lo miraba así.
No se dio cuenta de que no estaban solas hasta que escuchó los golpecillos en el marco de la puerta. Era el secretario particular de Lex.
Se alejó de él con prisa y se sentó en la silla que tenía a un lado.
-su padre está al teléfono. –
Anunció el hombre.
Lex asintió y volteó a verlo.
-te veo después. –
Dijo poniéndose de pie y dejándolo a solas.
…
Cuando regresó a la granja encontró la nota de sus padres en el refrigerador, se habían ausentado para atender una junta de granjeros, volverían tarde, no necesitaba esperarlos para cenar.
Metió un plato con espagueti al microondas y presionó dos minutos. Cuando el aparato se detuvo sacó el plato, mezcló los fideos y los metió por otros dos minutos. Vio el plato girar en el centro, era la primera vez que notaba que iba en sentido contrario a las manecillas del reloj. Cuando la alarma sonó se dio cuenta de que no tenía hambre, estaba preocupado por Lex y por Chloe. Sentía que caminaba sobre una cuerda floja y sin importar lo que hiciera iba a caer hacia un lado o hacia el otro.
-yummi. –
Lana estaba frente a él.
- ¿todo bien? –
Preguntó la chica.
-algo así. –
- ¿y tu mamá? –
-está en una junta de granjeros. –
-venía a hacer una orden de tartas. –
-dame un momento y yo te ayudo. –
Se puso de pie y buscó en las gavetas de la cocina la libreta de notas de su mamá.
- ¿solucionaste las cosas con Chloe? –
Preguntó Lana del otro lado de la barra.
- ¿a qué te refieres? –
-escuché sobre su discusión. –
Admitió con una sonrisa.
Tomó el bloc de notas que estaba en el cajón junto a la estufa y volvió con ella.
-Pete cree que Chloe está enamorada de mí. –
Lana parecía tan sorprendida como él. Por fin una reacción que validaba sus sentimientos.
- ¿Chloe? –
Admitió Lana.
-vaya, para alguien tan perspicaz… -
No terminó la oración, la sonrisa le desapareció del rostro y sus mejillas enrojecieron.
-serian doce tartas. –
Dijo cambiando el tema.
-de manzana. -
Clark seguía viéndola a los ojos. No tomó la orden, se quedó procesando sus palabras “¿para alguien tan perspicaz qué?”
-puedo volver después. –
- ¿desde cuándo lo sabes? –
Se puso tensa y bajó las manos de la barra.
-era solo una sospecha. No le he dicho a nadie. –
Sintió vergüenza.
-es solo que es un tanto obvio. –
Añadió ella.
-siempre que están en la misma habitación sus ojos están sobre ti o los tuyos están sobre él, pero siempre están haciendo contacto. Es lindo. –
Ante eso no pudo evitar sonreír.
-no creo estar calificada para juzgar el carácter de nadie, pero sé lo que es estar enamorado. –
Clark pudo sentir el calor invadiendo sus mejillas.
-…y él definitivamente lo está. –
Sus palabras le aceleraron el pulso. Era Lana quien lo decía no él, pero ¿acaso había una diferencia? Clark lo sabía también.
- ¿doce tartas? –
-de manzana. –
Confirmó la joven.
…
A la mañana siguiente se encontró con Pete en el pasillo antes de la clase de inglés. El joven iba entretenido con el anuario que les habían entregado hacia un par de semanas, decidido a obtener la firma de todas y cada una de las alumnas que aparecían en él.
- ¿no vas a entrar a clase? –
Le preguntó Clark.
-no, ya ni siquiera están tomando asistencia. Voy a ir al campo de futbol, las porristas están en una de sus ultimas prácticas. Adolescentes emocionalmente vulnerables, ese es mi llamado. –
-espera. –
Lo detuvo.
-tú conoces bien a Justin Gaines, ¿cierto? –
-no realmente. Yo me uní al club de periodismo poco antes de su accidente. -
Clark le contó sobre los recortes que Justin llevaba en la mochila, no solo era sospechoso que llevara múltiples recortes del accidente, sino que los traía consigo a todos lados y tras una breve investigación Clark había descubierto que se trataba del cirujano que lo intervino.
- ¿estás celoso? -
-no, estoy preocupado por ella. –
- ¿por qué? ¿Por qué muestra interés en alguien más? –
Era Justin tras ellos, quien había estado escuchando su conversación.
-tuviste tu oportunidad con ella, ahora es mi turno. –
Se aproximó demasiado a Clark, lo observó a los ojos con muy malas intenciones y después se alejó despacio asegurándose de que aún lo estuvieran viendo antes de girar en la esquina.
-wow, pensé que iba a golpearte. –
Comentó Pete.
-3-
Regresó a la mansión en cuanto terminó la llamada con su secretario. Dejó el auto frente al garaje y entró con prisa. El hombre le informó que la visita lo esperaba en el estudio. No podía creer que había tenido el atrevimiento de presentarse ahí sin previo aviso, pero al menos esa era la oportunidad perfecta para obtener las respuestas que llevaba esperando una década.
Cuando entró a la habitación encontró a Pamela entretenida con los libros en uno de los estantes. La mujer hojeaba “Las siete tragedias de Sófocles”, regalo de su padre.
- ¿qué haces aquí? –
La tomó por sorpresa y por poco deja caer el libro.
-quería ver en qué clase de hombre te has convertido. –
Le sonrió.
Por un momento su mente quedó en blanco. Algo en las profundidades de su cerebro reconoció la sonrisa y la asoció con la paz y seguridad que solía producirle.
-en uno muy ocupado. –
Se paró tras la barra y se sirvió un trago de whisky. Necesitaba calmar sus nervios si quería continuar con la conversación.
-eras como un hijo para mí. –
- ¿por eso decidiste desaparecer de mi vida junto con ella? –
Sonrió nerviosamente, no había querido decir eso, pero el impulso dominó sobre su razón.
Tomó el primer trago que fue más grande que lo que acostumbraba, el alcohol le quemó la garganta, pero le ayudó a controlar sus emociones. Dijo lo que había querido decirle por mucho tiempo, en voz alta, porque era importante que lo escucharan ambos.
-tú no eras mi madre. Eras una empleada y se te pagó para cuidarme mientras mis padres no podían hacerlo. –
-te amé como si fueras mi hijo. –
-desapareciste con las acciones de mi madre. –
- ¿eso fue lo que él te dijo? -
La vio acercarse con precaución y detenerse a unos pasos de él.
-después de la lluvia de meteoros fui la única persona que te siguió viendo igual. –
-suficiente. –
Azotó el vaso con fuerza sobre la barra, derramando lo que quedaba del whisky.
-te marchaste cuando más te necesitaba y ahora que no me haces falta apareces frente a mi puerta. Dejémonos de farsas, no estás aquí por mí. Dime ¿qué es lo que quieres? -
Dio en el blanco. La vio bajar el rostro avergonzada.
-quiero que sepas la verdad. –
Lex se sentó en el banquillo sin contestarle, tomó la servilleta sobre la barra y empezó a limpiarse las manos.
-tú padre me llamó a la oficina aquella mañana. Yo tenía intenciones de quedarme, pero él me ordenó irme, ni siquiera me dejó despedirme de ti. –
- ¿y te tomó once años venir a decirme eso? –
-no. –
Le sostuvo la mirada.
-no tengo excusa. Al principio realmente no sabía que hacer, pero con los días que se volvieron años, me pareció que ya no tenía lugar para venir a buscar tu perdón. –
- ¿entonces qué haces aquí? –
Vio la vacilación en su rostro, la confusión, la boca abierta, las palabras que no fueron.
-estás perdiendo el tiempo de los dos. –
Ella por fin asintió y se fue.
-4-
Llegó a la mansión por la tarde y se sorprendió al descubrir que el personal de servicio seguía ahí. El secretario le informó que Lex estaba en el estudio y lo encontró sentado junto a la venta en completo silencio. El vaso en sus manos estaba vacío y los hielos casi se habían consumido por completo. Ese no era su primer trago.
-hey ¿cómo estás? –
-bien. –
Contestó sombríamente.
Le mencionó que notó que el personal seguía ahí y Lex se disculpó diciendo que había olvidado que se verían esa tarde. Era obvio que no estaba bien, aunque lo siguiera repitiendo. Cuando eran solo amigos hubiera presionado para que le dijera que le sucedía. No entendía por qué ya no se atrevía a hacerlo.
Dio un par de pasos en su dirección meditando sobre si debía quedarse o ir a casa. Lex dejó el vaso sobre la repisa de la ventana, le sonrió y lo tomó de la mano. Fue una caricia suave, sus dedos le rozaron la piel, después lo tomaron con fuerza y lo jalaron hacia él. Quedó de pie entre sus piernas, no había espacio para él en el pequeño sillón. Sintió los brazos apretarse cada vez más sobre su cintura, mientras Lex hundía el rostro en su estómago.
- ¿estas bien? –
Volvió a preguntar acariciándole la cabeza.
-si. Solo quedémonos así un momento más. –
Cuando por fin lo soltó se puso de pie y caminó a la puerta sin decir nada. Supuso que iba a marcharse sin despedirse, pero cerró la puerta y le puso seguro. Volvió y se sentó en el sofá frente a la enorme chimenea. Clark se sentó junto a él. Lex se inclinó y reposó el rostro en su cuello, se quedó así por un momento y después lo besó, sus labios sabían a whisky, pero no le desagradó. Le pasó la mano por la espalda, después por el pecho, esa tarde había más deseo en él que de costumbre. No notó en qué momento se habían recostado, pero Lex estaba sobre él, le sacó la camiseta y continuó besándolo. Abajo el personal continuaba con sus labores, podía escucharlos y le mortificó que ellos pudieran escucharlos también.
Fue como si hubiera leído su mente. Hizo contacto visual con él y todo a su alrededor desapareció, pudo sentir el tiempo estirándose de esa forma que solo lo podía hacer él, ya no logró escuchar nada más que los latidos de Lex y su respiración. Las manos del empresario recorrieron su torso mientras lo besaba, cuando se reincorporó había desabotonado su camisa casi por completo, se la quitó y la arrojó al suelo. Las manos de Clark se movieron por voluntad propia y tocaron su piel. Lex la sujetó y se la llevó hasta el pantalón para que Clark se lo desabrochara. Lo obedeció y expuso su miembro erecto que quedó sobre él, acarició la punta que estaba húmeda, un líquido transparente y pegajoso brotaba de él.
Lex le desabotonó el pantalón a él también, le bajó el cierre, lo tomó de las piernas y se las acomodo sobre el hombro, después le jaló el pantalón hasta las rodillas con todo y ropa interior. Nunca antes le había mostrado tanta piel. Estaba nervioso, más no asustado. El empresario lo sujetó con fuerza y deslizó el pene entre sus muslos, despacio. La acción no hizo mucho por él hasta que sus sexos se tocaron entonces todo su cuerpo se estremeció. Ya antes habían intimado, pero esa vez se sentía distinto. Ahí donde sus pieles rozaban, donde su sexo frotaba contra el de Lex, algo crecía dentro de él. Los movimientos del empresario empezaron a ser más rápidos, sus manos lo sujetaban con tanta fuerza que si fuera posible hubieran dejado moretones en él.
Podía sentir su respiración entre cortada, la presión creciendo en su pene que parecía iba a reventar, quería pedirle que se moviera más rápido, que presionara con más fuerza. En una de las embestidas salió de sus muslos por completo, sintió como se deslizaba hacia abajo y reposó entre sus glúteos. El corazón se le detuvo, la respiración se le cortó totalmente, no estaba listo, no lo había considerado, ni siquiera habían hablado al respecto. Le aterró descubrir que no quería detenerlo, su cerebro se rindió ante lo que estaba sucediendo y su única meta era satisfacer su deseo así implicara llevar las cosas hasta el final. Fue inexplicable como su voluntad se desvaneció en un instante.
Lex le soltó las piernas, se sentó en la alfombra y se recargó en el sofá junto a él.
-lo siento. –
Le tomó un momento analizar lo que acaba de suceder y cuan cerca habían estado de cruzar aquella línea.
- ¿estás bien? –
Preguntó a sabiendas de que le diría que sí cuando ambos sabían que no.
Lex se giró, lo observó por un momento y lo beso.
- ¿tú estás bien? –
-sí. –
-entonces yo también. -
Se puso de pie y se abrochó el pantalón. Tomó una servilleta de la barra y volvió para ayudarle a limpiarse. Clark aun intentaba procesar lo que había sucedido. Lex no parecía avergonzado, había otro sentimiento agobiándolo y no dejaba espacio para nada más. Levantó el rostro, en lo que parecía, al borde del llanto. Le dejó un beso en la frente y se disculpó.
-será mejor que vaya a descansar, creo que bebí de más. –
Lo vio salir de la habitación deseando detenerlo, pero con miedo de hacerlo. Era obvio que algo lo estaba consumiendo por dentro y no quería su ayuda.
…
Regresó a la granja y se fue directo al granero, necesitaba estar solo. Bajo cualquier otra circunstancia los eventos de esa tarde serian para rememorarlos, para pensar en ellos durante horas e imaginar que tanto más le hubiera gustado hacer. El problema era la expresión en el rostro de Lex cuando todo acabó. ¿qué era lo que no le estaba contando?, ¿qué problema lo aquejaba?, ¿podría él ayudarle?
Tenía miedo de exigirle la verdad y que Lex prefiriera cortarlo de su vida antes que compartirla. Le había costado tanto conseguir ese pequeña posición cerca de él y sentía como si cualquier movimiento en falso la pusiera en riesgo. Estaba seguro de que no era así como una relación se debía sentir. Había querido contarle desde un principio sobre la situación con Chloe, no fue el primer nombre que le brotó en la cabeza, fue el único. Y tenía miedo, porque sus problemas se veían insignificantes junto a los de él y no quería molestarlo con ellos. Quería que Lex lo molestara con los suyos, pero eso tampoco parecía que fuera a pasar.
- ¿Clark? –
Llamó su madre desde abajo.
- ¿podrías pasar a dejar la orden de tartas al Talón? –
-sí. Bajo en un momento. -
…
El jueves por la mañana se encontró con Chloe y Justin en el aula del Heraldo. Cuando entró los encontró besándose. Sabía que ese no era su asunto y quizá lo correcto era dejarlos en paz, pero Justin le daba tan mala espina y Chloe era su amiga, la amaba, aunque no de la forma que ella desearía.
-Chloe, ¿podemos hablar? –
-vuelvo en un segundo. –
Le dijo a Justin antes de salir con él.
Se detuvieron en el pasillo que estaba vacío porque todos los demás estaban en clase, aun así, habló en voz baja, con miedo a ser descubierto de nuevo.
- ¿estás saliendo con él? –
-no es asunto tuyo. –
-solo estoy preocupado por ti. –
- ¿Cuál es tu problema? –
Chloe levantó la voz.
-si alguien muestra el más mínimo interés en mi te preocupas, pero fuera de eso eres emocionalmente distante. No te pertenezco Clark. –
La campana sonó justo en ese momento y el pasillo se llenó de estudiantes. Chloe desapareció entre ellos.
-5-
Llegó a la granja por la noche en cuanto salió de la planta, se había estado ocultando del mundo en la oficina. Necesitaba disculpase con Clark, sabía que eso implicaba compartirle la razón de su malestar y de eso no estaba tan seguro.
Se habían estado viendo por casi tres meses. Cuando por fin sucumbió a sus pretensiones, se dijo así mismo que solo era para terminar con el asunto, satisfacer su curiosidad y cortar por lo sano. Pero las cosas no salieron conforme al plan. Desde el primer beso supo que era mucho más que deseo y se mintió así mismo para no caer ante el miedo. Lo que sentía por él era mucho más real de lo que le gustaría admitir y si no quería arruinarlo, como todo lo demás en su vida, era hora de empezar a compartir la verdad y mostrarle ese lado vulnerable que no le había mostrado a nadie más.
Subió las escaleras del granero y lo encontró entretenido con el telescopio. El pequeño aparato era casi un juguete, se preguntó cuan poderoso era su alcance y qué tanto podría mostrarle.
Clark soltó el lente y volteó a verlo.
- ¿cómo estás? –
Preguntó Lex.
-bien ¿y tú? –
-he estado mejor. –
Admitió.
Clark lo observó en silencio. Lex se aproximó al telescopio y observó el cielo nocturno, más oscuro a través del lente que con sus propios ojos. Parecía que en el telescopio había menos estrellas. Se alejó y levantó la vista para asegurarse de que siguieran ahí, después volteó a ver a Clark y se sentó en una de las pacas de heno.
El joven lo observó como si le tuviera miedo y finalmente se sentó junto a él.
-lamento lo de ayer. –
Clark enrojeció al instante.
Quería tomarlo de la mano, pero también lo quería sobrio para decirle lo que le quería decir y aun no tenía total control sobre sus habilidades.
-ha sido una semana complicada. –
Volteó a ver el telescopio de nuevo. Se estaba esforzando, pero las palabras no querían salir de él. Ya antes habían hablado de su pasado, pero eran partes con las que él estaba más cómodo, este era el lado feo, el que le avergonzaba y deseaba pretender que no existía.
-el martes se cumplieron once años de la muerte de mi madre. –
-lo siento. –
-no. Odio cuando la gente dice eso. –
Clark abrió y cerró la boca rápidamente antes de disculparse de nuevo. Fue tan obvio que lo hizo reír.
- ¿cómo te sientes? –
Fue una pregunta sencilla y se sorprendió al descubrir que no sabía como contestarla.
-no lo sé. –
Reconoció.
-pensé que estaba bien, pero creo que no. –
Clark permaneció en silencio. No quería seguir hablando del tema, había dicho más de lo que le hubiera gustado, aun así, no se sentía suficiente. De nuevo volteó a ver el telescopio como si pudiera ayudarlo, llevarlo lejos a donde los sentimientos no importaran y nadie pudiera hacerle daño.
Se recargó en las pacas que estaban tras él y se distrajo con el techo, con la madera podrida que definitivamente iba a gotear tras las primeras lluvias.
-…es solo que hace unos días estaba bien, ni siquiera la extrañaba y el martes desperté con este hueco en el pecho. –
Se detuvo antes de llorar.
- ¿podemos hablar de otra cosa? –
Clark asintió.
-Pete cree que Chloe está enamorada de mí. –
Eso lo distrajo y lo hizo reír. Clark le contó todo, la discusión en la cafetería, los boletos para la convención a la que olvidó inscribirse. Justin. La forma en que habló de él realmente parecían celos.
- ¿tú sientes algo por ella? –
- ¿bromeas? Yo t…-
Se detuvo en seco.
-no. –
El corazón de Lex también se detuvo. Sabía que iba a decir, lo había visto en sus ojos desde tiempo atrás, por lo que sabía que era verdad. No se sintió digno de su amor, pero se sintió agradecido. Se aproximó a él.
- ¿quieres que hable con ella? Puedo ir a marcar mi territorio. –
Lo hizo reír.
-sé cómo tratar a la prensa. –
Escucharon los pasos en las escaleras y Martha los interrumpió, no se veía bien, volteó a verlos a ambos con el rostro desencajado.
-mamá, ¿pasó algo? –
-alguien atacó al Director Kwan frente a su casa. –
- ¿él está bien? –
Martha sacudió la cabeza.
-no sobrevivió. -
-6-
Ese viernes por la mañana la situación era un caos en el Heraldo. Chloe tenía un desorden de documentos sobre los tres escritorios y Pete estaba en el piso perdido en un cumulo de fotografías. La pizarra de corcho, al fondo del aula, desplegaba lo que parecía ser el borrador de un obituario en honor al Director Kwan.
- ¿puedo ayudar en algo? –
-no gracias. –
Le respondió Chloe.
-esto es demasiado importante y tu sentido de la responsabilidad es dudoso. –
-bueno ya es suficiente. Ya me disculpé una docena de veces contigo. O me perdonas o no, pero no puedes seguir tratándome así. –
Chloe detuvo su trabajo y lo observó a los ojos ardiendo en furia. Solo ella sabrá que la frenó, pero no le contestó. Tomó la pila de documentos junto a la computadora y caminó rumbo a la puerta. Clark bajó los ojos derrotado y ahí frente a él estaba el fax del departamento de verificación de autos. El documento había llegado el jueves a las diez cincuenta y siete de la mañana, cuando la encontró besándose con Justin. Chloe posiblemente lo había traspapelado y no lo había visto. El informe arrojaba una coincidencia con la información solicitada; las placas D-D-I coincidían con las de James Kwan.
-Chloe. –
La detuvo.
- ¿ya habías visto esto? –
La joven se aproximó despacio.
-las placas de Kwan coinciden con las del auto que arrolló a Justin. –
Chloe le arrebató la hoja.
-el fax llegó ayer cuando él estaba aquí. –
Concluyó.
- ¿qué estás insinuando? –
-es demasiada coincidencia, como lo de los recortes en su mochila. Él no me da buena espina. –
- ¿y lo estás acusando de homicidio porque estás celoso? –
-yo no estoy…-
Volteó a verlo a ambos. Pete compartía la reacción de Chloe, era obvio que ninguno de los dos iba a creerle. Pudo sentir la desaprobación en sus ojos y se sintió como si el malo fuera él. Había cometido un error, olvidó los boletos para la convención, ok, pero la forma en que lo estaba tratando era injusta. Sentía que lo estaban intentando reemplazar con Justin solo porque no podía corresponder los sentimientos de Chloe.
Salió del aula y regresó a la granja. Como había dicho Pete, ya ni siquiera estaban tomado asistencia y no necesitaba ni quería estar ahí.
…
Cuando llegó a su casa Martha estaba en la cocina terminando de empacar unos platos de comida. Le sorprendió verlo entrar a esa hora y le preguntó si se sentía bien.
-las cosas están tensas en la escuela. –
-lo imagino. –
Terminó de colocar el papel aluminio en las charolas y le preguntó si podría llevarlas a casa de la familia Kwan.
-con todo lo que están pasando es sencillo descuidar la salud. Odio los funerales. –
Comentó su mamá.
-…supongo que todos lo hacemos. Es solo que me recuerdan que algunas cosas están totalmente fuera de nuestro control. –
Clark levantó la vista y la vio a los ojos.
-lo único que puedo hacer es intentar darles un poco de confort con esta comida. –
Posó la vista sobre las charolas. Le pareció irónico, pero su madre tenía razón. Ya se había disculpado lo suficiente, perdonarlo no dependía de él, era una decisión totalmente de Chloe y estaba fuera de su control.
…
Cuando llegó a la casa de los Kwan, la cinta policial aún estaba frente a la cochera. Danny, el hijo del director, estaba sentado en el escalón de la entrada. Tenía los ojos inflamados y alrededor de sus pies había fácilmente una cajetilla de cigarros consumidos. Cuando volteó a verlo, a Clark le pareció que había envejecido una década en una noche. Recordó la aflicción de Lex y se preguntó si Danny alguna vez se recuperaría de eso o si lo haría él cuando fuera su turno.
El pensamiento le erizó la piel.
-mi madre les envió un poco de comida. –
-gracias. –
Dijo, Danny y se levantó para ayudarle con las charolas que estaban en la camioneta.
Volvieron a pasar frente al garaje, las manchas de aceite y combustible aún estaban sobre el piso. Danny se detuvo y se quedó observando el sitio donde su padre exhaló su último aliento.
Sabía que no era el lugar ni el momento, pero la duda lo estaba consumiendo.
- ¿de casualidad conoces a Justin Gaines? –
Ahí fue cuando todo dio un giro inesperado. Danny rompió a llorar, le contó todo. Su padre nunca supo lo que había pasado. Aquella noche había salido con unos amigos, se había tomado solo dos cervezas, el semáforo cambio demasiado rápido. Lo siguiente que supo fue que golpeó un auto, perdió el control de su vehículo y arrolló al joven que grafiteaba en la esquina. Pensó que era un vago sin familia y huyó del lugar. Para cuando las cosas se aclararon era demasiado tarde, y si decía algo iba a terminar en prisión.
-fue un accidente. –
Admitió llorando.
-7-
Llegó al restaurante poco antes de medio día, su padre ya estaba en el privado disfrutando de una copa de vino.
- ¿no es un poco temprano para el alcohol? –
-estoy celebrando. –
Lex se sentó frente a él, pidió agua y abrió la carta que el mesero acomodó sobre la mesa. No tenía apetito, pero esa mañana no podía culpar a Lionel de su malestar, toda la semana se había sentido así. Levantó la vista y lo observó sonreír mientras estudiaba el menú.
Habían pasado tres días. Estaba seguro de que las rosas blancas, sobre la tumba, eran de él. Bajó la vista. “Gazpacho” anunciaban las pequeñas letras, “sopa fría de tomates, pimientos y especias. Acompañada de…” Levantó la vista de nuevo ¿la extrañaba?, ¿le habría afectado la fecha en lo más mínimo?
- ¿no me has preguntado que festejamos? –
No le respondió.
-vamos a vender Laboratorios Cadmus. –
- ¿vamos? No recuerdo haber sido consultado. –
Su padre sonrió y bajó el menú.
- ¿qué te parece el bacalao? –
Bajó el menú y se quedó pensativo. Las rosas, Pamela y ahora esto que era la menor de sus preocupaciones, su padre no podía vender sin su autorización.
-entiendo que Pamela regresó al país y que te hizo una visita. –
Esa era la verdadera razón de ese encuentro, por su puesto.
Lionel dio un pequeño trago al vino y se retiró los lentes de lectura.
-tu madre fue una mujer extraordinaria. Quería salvar al mundo, aunque no tenía idea de cómo hacerlo. –
El mesero interrumpió la conversación y Lionel lo despidió con gesto de mano. Volvieron a quedarse solos. Observó el ligero temblor en sus dedos y la forma nerviosa en que tallaba los lentes.
-Pamela se aprovechó de ese lado altruista de ella. La convenció de que le dejara sus acciones y desapareció antes de que la enterraran. -
Las palabras frías de Lionel fueron como un golpe al estómago. Se arrepintió de no haber pedido alcohol.
-sé cuánto significó para ti y no quiero que use ese chantaje emocional para sacarte dinero. –
- ¿por qué habría de necesitarme si tiene las acciones de mi madre? –
-tenía. Se gastó todo en los tratamientos. –
- ¿a qué te refieres? –
El rostro de Lionel se congeló al comprender el error que había cometido. Se lamió los labios y volvió a colocarse los lentes.
-está muriendo, tiene cáncer en etapa terminal. –
Quería levantarse y salir corriendo, pero no podía mostrar sus emociones frente a su padre, eso era debilidad. Se recargó en el respaldo de la silla intentando alejarse de él tanto como le fuera posible.
- ¿Qué quería? –
Preguntó Lionel sacándolo de sus pensamientos.
-mi perdón. –
Levantó la vista solo para ser confrontado por la tensa mirada de su padre.
- ¿y qué le dijiste? –
-que se largara. –
Escuchó su risa, se levantó sin decir nada más y salió del privado topándose con el mesero que esperaba tras la puerta. Tragó saliva y mantuvo la compostura mientras avanzaba entre las mesas del restaurante. A fuera el valet parking lo esperaba con la mano extendida para que le entregara el boleto, pero no podía conducir en ese estado. Giró a la izquierda y caminó por la banqueta sin saber a dónde iba.
-8-
Cuando regresó a la granja encontró el auto de Chloe en la entrada, corrió hacia dentro, pero no había nadie en la casa. A lo lejos escuchó a su padre en el tractor, el auto de Martha no estaba y se preguntó si Chloe había salido con ella. Instantes después escuchó un fuerte golpe en el granero y los gritos de la reportera.
Cuando entró al granero encontró a Chloe inconsciente sobre los costales de grano. La cierra eléctrica de su padre parecía ser contralada por un hombre invisible. Entonces notó a Justin tras la puerta, la cierra se lanzó contra él, pero fue como intentar romper un muro de piedra con esferas de cristal. Tras el fracaso, una fuerza desconocida lo elevó por el aire y lo arrojó contra la pared. Se levantó con prisa, sin darle tiempo al esper de atacarlo de nuevo, lo sujetó del brazo y lo azotó en el suelo, Justin quedó inconsciente.
Para cuando la policía y los servicios de emergencia llegaron, Chloe recobró la conciencia y le contó todo. Ella sabía que Justin era un esper, conocía sus habilidades, quizá confió demasiado en él. Cuando lo confrontó sobre el fax y las placas de Kwan, su actitud se tornó sospechosa, lo siguiente fue que la atacó cuando buscó a Clark.
…
Por la tarde volvió a encontrarse con Chloe en el Talón. El médico le había dicho que no tenía nada de qué preocuparse, los moretones desaparecerían en unos días. Se disculpó con Clark, primero por ser tan severa y después por no creerle. Al final Clark tenía razón, el fiscal tenía intenciones de presentar cargos por homicidio en contra de Justin, sus niveles de toxinas eran demasiados bajos para considerado una implosión y su condición de esper no iba a ser tomada en consideración.
-conseguí los boletos para la convención de periodismo. –
Dijo intentando pintarle una sonrisa en el rostro.
-es una cita. –
Dijo ella.
-Chloe. –
Inhaló profundamente.
-estoy saliendo con alguien. –
- ¿tú? -
Vio el shock en su rostro, después la vio sonreír y esforzarse.
- ¿es en serio? –
No pudo más que asentir.
- ¿la conozco? –
-por favor, no preguntes. –
- es solo que no imagino quien podría ser porque cuando no estas con Lana estás con Lex y no puede ser Lana porque ella sale con Whitney y ni modo que… –
No pudo seguir sosteniéndole la vista.
- ¿Clark? –
Estaba perdiendo el control de la información y le aterró la idea de que empezaran los rumores en el pueblo, de que eso ocasionara problemas para Lex y que prefiriera terminar la relación.
-sabes que puedes confiar en mi ¿cierto? –
-no se trata solo de mí. –
Admitió en voz baja.
-ok. –
Escucharon los sollozos y cuando voltearon vieron a Lana y a Whitney abrazados junto a la barra. La joven frotaba la espalda del mariscal de campo, él no se veía bien.
-9-
Era martes otra vez. Cuando abrió los ojos el reloj marcaba las seis. Se metió a bañar, bebió su primera taza de café en la cocina mientras revisaba la correspondencia y seleccionaba lo que se llevaría a la oficina. Cuando la puerta de la cochera se abrió el sol brillaba frente a él. Se sentía mejor, pero aún no volvía a su comoda normalidad.
…
Llegó al hospital aún de mañana. Cuando entró a la habitación ella dormía, el horaria de visitas acababa de iniciar. Dejó las rosas en el florero junto a la ventana y la escuchó quejarse tras él. Se aproximó un poco y la observó abrir los ojos.
-eres la última persona que esperaba ver aquí. –
Mencionó ella.
- ¿por qué no me lo dijiste? –
La mujer sonrió y lo tomó de la mano.
-puedo ayudarte. –
Dijo Lex.
-no. Todo lo que se podía hacer ya se hizo. –
Sonrió.
-me avergüenza aceptar que fue hasta que no tenía nada más que perder, que tuve el valor de buscarte. -
Colocó la otra mano sobre el colchón y se sujetó con miedo a perder el equilibrio.
-Alexander. –
Lo llamó Pamela.
-Lamentó no haber estado para ti cuando me necesitabas. No fui lo suficientemente fuerte. –
Él negó con la cabeza, no quería escuchar sus disculpas, no las merecía.
-…pero tú estás aquí y eso me hace saber que te convertiste en un hombre admirable. Tu madre estaría orgullosa. –
Ante esas palabras no pudo retener las lágrimas.
-la extraño mucho. –
Admitió.
-yo también. -
…
Regresó a Smallville por la tarde. El pesó que había estado comprimiendo sus hombros toda la semana por fin había desaparecido. Las nubes se extendían hasta el horizonte y las gotas frías fueron arrojadas con fuerza contra el parabrisas del auto. Afuera todo parecía borroso, sin embargo, era la primera vez en un largo tiempo que el veía las cosas con claridad.
Pasó despacio frente al cementerio, detuvo el auto. El funeral era en honor al señor Fordman, no lo conocía bien, era el padre del mariscal de campo, lo había visto un par de veces. Recordó la practica con los tiburones. Vio a los Kent entre la gente, Jonathan abrazaba a Clark. Ya no quería ceder ante el miedo, lo vio y supo cuáles eran sus prioridades, no quería esperar hasta que no tuviera nada que perder para arriesgarse por él.
Apagó el auto y sujetó la manija de la puerta.
Su celular sonó.
- ¿Lex? –
Era Roger Nixon.
-estoy en la mansión. Es importante. –
Vio a Clark una vez más, después vio la hora. Volvió a encender el coche y se puso en marcha.
Chapter 18: ESPECIAL DE SAN VALENTÍN
Summary:
Ya conoces la dinamica, los capítulos especiales no respetan el orden cronológico de la historia principal. En este episodio atestiguamos el primer San Valentín de Clex.
Notes:
Advertencia: Contenido sexual.
Chapter Text
ESPECIAL DE SAN VALENTÍN.
-1-
Ese lunes era su primer San Valentín juntos. Se habían visto el fin de semana cuando Clark estuvo de visita en la granja. Aun así, lo sorprendió a la salida de la universidad porque no concebía no estar con él ese día.
Cuando llegaron al restaurante, el hostess los recibió y los acompañó rumbo al privado que había reservado. Lex llevaba los ojos fijos en la espalda del hombre que iba frente a él. Se abrieron paso entre las mesas y vio dos rostros conocidos, Martha y Jonathan, quienes estaban sentados en una pequeña mesa junto a la ventana y notaron su presencia también. Se detuvo y volteó a ver a Clark, este se había quedado congelado unos pasos atrás. Jonathan se puso de pie y Clark salió del restaurante antes de que lo alcanzara.
Saludó a Martha con un gesto de cabeza, ella le devolvió la sonrisa, pero no se levantó. Se disculpó con el hostess pidiéndole unos minutos, y salió al estacionamiento. Afuera Clark y Jonathan parecían discutir. Una vez que notaron su presencia Clark bajó la vista al suelo y apretó los puños, pero guardó silencio.
Exhaló. Una parte de su ser le advertía no entrometerse, la otra le decía que ese era su asunto también, si iba a tomar a Clark tenía que hacerlo en su totalidad. Se aproximó despacio y los invitó a regresar al restaurante, podían continuar su conversación en el privado, lejos de la mirada pública.
-están empezando a llamar la atención. –
Jonathan aceptó, de mala gana, pero los acompañó adentro.
El hostess los llevó a los cuatro al privado donde habían acomodado platos y cubiertos para los Kent. Jonathan estaba del otro lado de la mesa, justo frente a él. Clark estaba a su derecha, Martha a su izquierda, dándole la espalda a la puerta. El silencio incomodo llenó la habitación y nadie dijo nada hasta que el mesero llegó con las cartas y preguntó si deseaban algo de beber.
-agua. -
Definitivamente necesitaba estar sobrio.
-para mi también. –
Dijo Clark.
-agua suena bien. –
Ese era Jonathan.
-yo quiero vino ¿Qué me recomienda? –
El mesero sonrió.
-tenemos un tinto joven que prácticamente va excelente con todas las carnes… –
Al menos alguien tenía intenciones de disfrutar la cena. Admiró ese lado de ella. Jonathan, por otro lado, disfrutaría más de una tarde de trabajo forzado que de la compañía de Lex, sus ojos iban de Clark a él y su quijada se tensaba cada vez más.
El mesero salió por las bebidas y la incomodidad volvió a reinar en el privado. Martha volteó a verlo y sonrió. Clark le había dicho que ella siempre había consentido su relación, había sido un pilar de apoyo cuando la relación con su padre parecía tambalearse.
-me dijeron que debía ordenar la carbonada flamenca si venia aquí, ¿la has probado? –
Preguntó ella.
-deliciosa, pero un tanto difícil de digerir. La especialidad de Raphael son los mariscos, yo le sugeriría los mejillones o el filete de merluza. –
- ¿Raphael? –
Preguntó Clark.
-el chef. –
-bueno ya es suficiente. –
Los interrumpió Jonathan.
-no sé qué pretendes, pero está bien, tú ganas. Dime que quieres y déjanos en paz. –
El mesero entró y colocó las bebidas sobre la mesa.
- ¿están listos para ordenar o necesitan unos minutos más? –
Jonathan no le desprendió los ojos ni por un momento, no estaba intentando ser sutil. El mesero volteó a verlos a todos sin que nadie dijera nada.
-danos unos minutos más. –
Dijo Lex finalmente.
En cuanto la puerta volvió a cerrarse Clark arrojó la servilleta al frente y se puso de pie. Volteó a ver a su padre conflictuado. Lex no estaba seguro si estaba furioso o si iba a llorar.
- ¿tanto te cuesta creer que alguien pueda estar interesado en mí?, ¿no te parezco digno de ser amado? –
Lo vio salir del privado. Martha bajó la vista, la desaprobación estaba escrita por todo su rostro, pero no iba a discutir con Jonathan frente a él. El rencor en los ojos del granjero se incrementó. La única razón por la que no le arrojaba un golpe era porque la mesa los separaba. Jonathan jamás iba a aceptar su relación y no tenía nada que ver con su sexualidad, era por su apellido, por su padre y por la sangre que le corría por las venas. Pero eso tampoco lo podía cambiar.
Se cansó de buscar su aprobación, no la necesitaba.
-lo único que me interesa de usted ya lo tengo. –
Admitió por fin y salió tras de Clark.
-2-
Se suponían que debía ser una noche para rememorar y lo había arruinado todo. No es que su padre le hubiera hecho las cosas sencillas, pero su reacción fue infantil y dejó a Lex adentro con ellos, a saber, qué otras cosas más le diría Jonathan.
Estaba recargado en el auto al fondo del estacionamiento. Cuando se giró al restaurante vio a Lex caminar rumbo a él, lo vio meter la mano al bolsillo y sacar las llaves del auto.
-lo siento. –
Se disculpó.
-lo arruiné. –
-no, tú no hiciste nada. –
Se recargó junto a él y le sonrió. Esa noche llevaba su perfume favorito, había estado obsesionado con esa fragancia desde que comprendió que lo que sentía por él era algo más que amistad, pero nunca se lo había dicho, era algo solo de él.
-la noche está arruinada. –
Insistió.
- ¿en verdad crees que me iba a presentar frente a ti sin un plan b o un plan c? –
Quitó los seguros del auto y le abrió la puerta. Clark subió y se puso el cinturón. Meditó sus palabras, lo vio subir por el otro lado, colocarse el cinturón y encender el auto.
- ¿Cuál es el plan b? –
Preguntó por fin.
-una cena romántica en el Côte d’Azur. –
Volteó hacia atrás y vio el nombre sobre la entrada del restaurante.
- ¿Cuál era el plan a? –
-secuestrarte desde ayer. –
…
Subieron al apartamento. Dejó el abrigo en la entrada y se fue directo a la recamara que conocía bien. Se quitó los zapatos, se dejó caer en el colchón que era perfecto y se envolvió en el edredón. Levantó la vista cuando escuchó los pasos, lo vio dejar la bolsa de noche sobre la pequeña mesa junto a la puerta y se desanudo la corbata con una sola mano, de esa forma sexy que lo hacía él.
No necesitaban una cena en un restaurante caro, regalos ni chocolates. Desde que lo vio esa tarde en el estacionamiento de la universidad, todo lo que había querido era ir ahí y verlo quitarse la corbata de esa forma.
Él rio.
-me ves como un león a su presa. –
Justo estaba pensando en devorarlo.
Lex subió a la cama y se acomodó sobre él. Inhaló profundamente, la fragancia estimuló partes de su cerebro que nunca debían dominar sobre su razón. Lo envolvió en brazos y lo besó como lo había besado la noche de anterior cuando sus padres creían que iba rumbo a Metrópolis, pero en realidad estaba con él.
Lex se detuvo, se lamió los labios e intentó reincorporarse, pero Clark lo sujetó de la camisa. Lo vio a esos profundos ojos azules que lo habían hechizado y dejó que esa parte impetuosa de su cerebro hablara por él.
- ¿aun crees que todo esto es un efecto secundario? -
Lex le tomó la mano con la que lo retenía y se sentó en el colchón. Parecía reflexionar sobre aquel tema que no habían tocado en un año y que se sentía como si hubiera sucedido una vida atrás. Acarició los dedos de la mano que aún sostenía y volteó para centrar su atención en él.
Las pupilas azules estaban fijas en Clark, pero Lex se sentía lejos.
-supongo que nunca lo creí. –
Admitió y sonrió.
-tenía miedo. –
- ¿de qué? –
-de ti. –
Ambos rieron.
-nunca antes me había sentido así. Me hiciste perder el control sobre mí mismo, estaba en pánico y tú te veías tan decidido a seducirme. -
Recordó su comportamiento. En aquel entonces él también estaba aterrado e hizo muchas cosas por mera impulsividad. Se cubrió el rostro avergonzado y rio hasta que las lágrimas brotaron de sus ojos.
Sintió cuando se levantó de la cama y se sentó para ver a donde iba. Lex tomó la bolsa de noche, la abrió y sacó la frazada del Talón.
-no. –
-pensé que te había gustado. En navidad pareció asentar el humor. –
Pudo sentir el calor en sus mejillas. Lex regresó a la cama con la frazada entre las manos. No es que la detestara, pero fue otro acto de impulsividad del que, si bien no se arrepentía, tal vez hubiera hecho de forma diferente. Tocó la tela suave y afelpada, leyó el gravado “El Talón Coffee House” y recordó la noche que perdió la virginidad.
…
Tenían planes para verse esa tarde. Lex le había contado sobre una vieja película que solía ver con su madre cuando era pequeño “creo que era su favorita” había dicho él. Habló de la ironía de que el filme siempre la hiciera llorar, aun así, esos fueron sus mejores momentos, las tardes en que eran solo ellos dos. “The way we were” era la película. Lex quería compartir con él un lado de sí mismo que no solía mostrarle a nadie, y él lo iba a retribuir entregándose a él por completo.
Poco antes de salir rumbo a la mansión llamó al celular de Lex, el empresario le informó que la reunión con Lana se estaba extendiendo más de lo planeado y si lo deseaba podía alcanzarlo en el Talón.
Fue Lana quien abrió la puerta cuando él llegó. Estaban en la barra discutiendo el último informe y firmando los últimos documentos. Lana partiría rumbo a Nueva York ese fin de semana, Nell ya la esperaba allá, aunque la empresaria tenía planeado volver.
- ¿cuándo empieza el nuevo administrador? –
Preguntó Clark.
-el lunes y en cuanto Nell regrese vamos a iniciar con los tramites del traspaso. –
Lana se quedó congelada a media firma.
-La permanencia del Talón va a ser una condicional. –
Le dijo Lex.
-No tienes que confiar en mí, Nell se encargará de eso. –
-confió en ti. –
Dijo ella.
Terminó de firmar, apiló los documentos y los dejó sobre la barra. Se veía entusiasmada y nerviosa. Se despidió de ambos con un abrazo y salió del local.
Clark tenía prisa, había tomado ciertas medidas en casa para llevar a cabo el plan que tenía para esa noche y cada minuto contaba. Ayudó a Lex a llevar los documentos a la oficina. La gruesa puerta que se abría con clave se cerró tras de él. Acomodaban los folders en el archivero cuando la luz se apagó.
Lex se puso de pie y probó con el interruptor.
-creo que es un apagón. –
- ¡no! –
- ¿le tienes miedo a la oscuridad? –
Preguntó divertido.
-por favor dime que traes la llave contigo. –
Se llevó las manos a los bolsillos y palpó por todos lados.
-están en la barra junto con mi celular. –
- ¿y esto no tiene batería? –
Preguntó Clark aproximándose al tablero y estudiando la pequeña pantalla del control de acceso.
Su cara lo dijo todo.
Quería romper la puerta. Había recolectado todo su valor para hacer lo que había hecho y una vez que tomó la decisión estaba seguro de ello. Debía ser esa noche porque no sabía cuándo sería capaz de volver a hacerlo.
- ¿estás bien?, no eres claustrofóbico ¿cierto? –
Lex empezaba a verse incomodo también.
-esto no debe durar mucho. –
Intentó animarlo.
Se sentó en la silla contemplando aun la idea de romper la puerta, pero Lex todavía no conocía la extensión de sus habilidades. Volteó a verlo. En la oscuridad era difícil distinguir la expresión en su rostro, sin embargo, podía sentir los intensos ojos azules fijos en él. Quería decirle lo que deseaba hacer y quería no sentir vergüenza por ello. Quizá ese pequeño atisbo de angustia era su buen juicio, que cada vez lo frecuentaba menos, advirtiéndole sobre su insensatez.
- ¿estás bien? –
Volvió a preguntar Lex.
La duda lo embriagó. Quería contarle la verdad, quería hacerlo ahí mismo, pero ¿y si era un error? ¿y si Lex no quería llegar tan lejos con él? no lo habían hablado. El miedo se estaba llevando lo mejor de él. Se levantó de la silla y caminó hacia la puerta. Necesitaba salir de ahí.
- ¿Clark? –
-hice algo malo. -
Admitió sin volverse.
Sintió su presencia en la espalda y sus brazos lo envolvieron.
-podemos resolverlo. –
Dijo él, sin saber siquiera qué había hecho.
-no estoy seguro... –
- ¿quieres decirme qué hiciste? –
Sujetó los brazos que lo envolvían, inhaló profundamente y cerró los ojos. Empezó por admitir lo que sentía por él, le costó encontrar las palabras, tartamudeo un par de veces porque estaba muy nervioso. Habló sobre los cambios que se aproximaban, el miedo a que esos cambios afectaran su relación, que nunca había sido sencilla, pero eso no la hacía menos deseable. “Te amo” admitió por primera vez dándole la espalda y sintió el apretón de sus brazos.
-lo sé. –
Lex lo soltó y le pidió que volteara a verlo.
-no puedo. –
Entonces admitió el resto. El deseo de estar con él en su forma más íntima, la información que encontró en internet, los condones y el lubricante en su mochila, que también había quedado sobre la barra. Pensó que reiría o que haría un comentario hiriente. Sus inseguridades lo habían estado preparando para lo peor.
-de acuerdo. –
Susurró él a su espalda.
Se giró para verlo. Lex le deslizó las manos por debajo de la camiseta, lo sujetó de los costados mientras se aproximaba a sus labios. Acarició su espalda y lo besó de esa forma intensa que reservaba para ciertas ocasiones. Reposó el rostro en su cuello, estaba temblando.
-yo también te amo. –
Susurró.
…
Fue Lex quien tomó una de las frazadas y la acomodó en el piso. Clark lo observó quitarse el cinto, los zapatos y se sentarse sobre la manta. En realidad iba a pasar. Lex le ofreció la mano y no le desprendió los ojos de encima mientras se sentaba frente a él. Súbitamente todo era demasiado real, dudó de su decisión.
-tengo miedo. –
Susurró avergonzado.
-es normal. –
Se acercó tanto a él, hasta que no quedó espacio ni para el aire entre ellos. Lo abrazó, depositó la cabeza en su hombro, lo escuchó respirar y decidió concentrarse en los latidos de su corazón intentando calmarse, pero su ritmo cardiaco estaba muy acelerado. Levantó el rostro y volteó a verlo, sus ojos apenas eran distinguibles en la penumbra, aun así, lo calmaron.
Lo besó y sintió el tiempo estirarse mientras sus lenguas se reconocían. Notó el temblor de sus manos mientras le recorrían la piel como si fuese la primera vez que lo tocaban. Abrió los ojos y lo observó un momento, necesitaba asegurarse de que él seguía ahí porque quería estarlo y no porque Clark lo estaba presionando.
Intentó desabotonarle la camisa y descubrió que él también temblaba. Inhaló profundamente y de nuevo se distrajo en sus pupilas.
-si ya no quieres hacerlo está bien. –
Mencionó Lex.
No le respondió, se concentró de nuevo en los botones, le besó el cuello, la quijada, los labios que sabían a él y no podía evitar morder. Le retiró la camisa por completo y después dirigió su atención al pantalón. Lex lo sujetó por las muñecas, lo detuvo y sintió su corazón detenerse también. El empresario presionó el pulgar sobre su piel, ahí donde las venas presumían su color. Acarició sus brazos. Se tomó el momento que necesitaba para calmarse, después ayudó a Clark a quitarse la camiseta.
No supo en qué momento se quitaron el resto de la ropa. Habían dejado atrás la última oportunidad de arrepentirse. Estaban totalmente desnudos, como no lo habían estado antes, donde quiera que sus cuerpos hacían contacto era piel sobre piel.
Clark estaba recostado sobre la frazada, Lex estaba sobre él, tibio, suave, recorriendo su figura como si intentara memorizar cada centímetro de su piel. Le dejó un beso en el cuello, después uno en la clavícula, en el pecho y continuo bajando al abdomen, el ombligo y esa línea donde iniciaba el crecimiento del bello que Clark había decidido retirarse para esa ocasión. Lex lamio su piel ahí, mientras con la mano derecha le sostenía el pene erecto que amenaza con estallar, lo acaricio despacio y se lo introdujo a la boca.
-espera. –
Lo detuvo avergonzado.
-te va a gustar. –
Dijo él.
Quería creerle, pero eran demasiadas cosas para una sola noche y aunque no pudiera explicarlo en palabras, sentía pena. Toda la situación lo avergonzaba un poco. Nunca nadie lo había tocado de esa forma, nunca nadie había besado esas partes de su cuerpo. Lex se convirtió en muchas de sus primeras veces, y quería creerle cuando le dijo que sentiría bien, quería dejarlo hacer lo que quisiera, pero también tenía pena.
-después. –
Dijo deslizando los dedos tras de su oreja y guiando su rostro para que volviera a ocuparse de sus labios.
Sintió los dedos del empresario abriéndose paso entre sus nalgas, acariciando el orificio por el que pretendía entrar. Lex se detuvo, retrajo la mano y escupió en ella antes de llevarla de nuevo a sus glúteos. Clark giró el rostro avergonzado, el resto no lo quería ver. Sintió los dedos entrar en él, estaba seguro de que su erección había desapareció por completo.
Lex le separó las piernas, se acomodó sobre él y lo besó, eso le ayudó a relajarse. Sintió la punta de su sexo entre las nalgas, como ya lo había sentido una vez por un breve momento. Su entre pierna volvió a palpitar. Sintió la presión creciendo en su cavidad y después lo sintió entrar despacio. Supuso que le dolería y se sujetó a él con fuerza, pero no fue así.
Se quedaron así por un momento, unidos como dos metales bajo el martillo del forjador. Escondió el rostro en su cuello, no quería que lo viera. Inhaló el tenue perfume que lo seguía enloqueciendo. Fue Clark quien movió las caderas primero en un acto de reflejo. Lo sintió exhalar con fuerza, el aliento cálido del empresario le erizó la piel. Lex lo sujetó con vigor y empezó a moverse.
Se concentró en él, en la temperatura de su cuerpo que empezaba a elevarse, su respiración agitada y los latidos de su corazón que bombeaba con fuerza. Lex lo estaba disfrutando y saber que él era la fuente de dicho placer lo hizo sentir bien. Algo dentro de él se sacudió. La sensación fue tenue y apenas si duró un instante, pero fue suficiente para que su cuerpo la registrara.
Exhaló y volvió a besarlo, entonces lo sintió de nuevo. Sus embestidas habían empezado a resultarle placenteras, había un sitio dentro de él que cada que Lex rosaba era como una descarga de adrenalina. Era como si estuviera encendiendo algo en su cuerpo por primera vez, como si la electricidad estuviera llegando a él e iluminara cada sitio que recorría en su interior.
Sintió las manos de Lex sujetarlo firmemente por las caderas, sintió la presión de sus movimientos, escuchó el aire escapar de sus labios. Esa electricidad que había recorrido todo su cuerpo amenazaba con explotar, iba a salir de él de una forma u otra.
-espera. -
Lo detuvo.
Tenía miedo de perder control sobre su cuerpo cuando Lex estaba dentro de él. Lo observó levantarse un poco depositando el peso de su cuerpo en los brazos. Los músculos se le marcaron. Notó el cambio en su mirada, sus ojos habían fijado su atención en su ingle. De una manera inexplicable los movimientos de Lex fueron más rápidos que él. “No” había querido gritarle, pero su mano ya estaba alrededor de su sexo. Lo sujetó sin aplicar fuerza y deslizó la mano de arriba abajo una sola vez.
La sacudida lo invadió todo. Su cuerpo se tensó, pudo sentir cada uno de sus músculos comprimirse en sí mismos como si intentaran desaparecer. La rigidez se apoderó de él. Le faltaba aire, pero no había espacio en sus pulmones para nada más. Y así como llegó se fue. Su cuerpo empezó a relajarse y fue como descender del sitio donde había estado levitando. Sus pulmones se expandieron otra vez, logró sentir la frazada debajo suyo. Después lo vio, seguía entre sus piernas. Pensó que había desaparecido. Por un momento todo fue blanco y después todo era él.
Lex le besó la frente, se levantó, tomó un par de clínex del escritorio y le limpió el abdomen. Después se recostó junto a él y lo abrazó. Fue agradable sentir su cuerpo a la espalda. Toda la habitación parecía palpitar junto con él. En algún momento se quedó dormido, cuando despertó Lex aun lo abrazaba.
…
Estaba sentado en medio de la cama envuelto en la frazada de El Talón. Lex salió de la regadera con nada más que una toalla envuelta en la cintura. Se inclinó sobre el colchón y le dejó un beso en la mejilla. Era su turno de quitarse la ropa y meterse a bañar.
Su celular sonó.
- ¿hola?... sí… entiendo, un momento. –
Volteó a verlo y se retiró el celular del rostro.
-es tu mamá, Jonathan quiere hablar contigo. –
Clark negó con la cabeza. Lex se aproximó y depositó una rodilla sobre el colchón inclinándose frente a él.
-está bien. Es tu decisión, pero que no sea por mí. –
Levantó el rostro molesto, cómo no iba ser por él ¿acaso Jonathan no lo había ofendido lo suficiente?
-puede que mi relación con tu padre sea irreconciliable, pero a ti te ama. Es buen padre… lo que yo daría porque Lionel fuera la mitad de él. –
Odiaba que tuviera razón, pero estaba pasando por alto los sentimientos que Clark tenía por él. Su padre no parecía capaz de ver eso, de ver como lo hería cada que usaba palabas amargas para referirse a Lex. Eran esos ojos tristes que tenía enfrente la razón de su coraje.
Tomó el celular y salió al balcón, más por animar a Lex que por querer hacer las paces con su padre.
-bueno. –
-hola hijo. –
La voz de Jonathan sonaba tensa.
- ¿cenaron algo? –
-sí, nos detuvimos por pizza. –
-eso es bueno. –
Se hizo silencio en la línea. Bajo él la ciudad brillaba como una noche estrellada. El aire soplaba frio alborotándole el cabello, pronto empezaría a nevar.
-sabes bien que te amo. –
Dijo su padre.
-…y dios sabe que detesto a los Luthor, no son de fiar. –
-papá. –
-no, escucha. Los detesto, pero por ti estoy dispuesto a intentarlo. En verdad. –
No esperaba esa respuesta.
Lo escuchó exhalar del otro lado de la bocina. Se estaba esforzando.
- ¿de qué era la pizza? –
-de pepperoni. –
Se sentó en la silla y subió los pies al barandal.
- ¿y estaba rica? –
-estaba bien, pero no era Tilly’s. –
Su padre rio. Lex abrió la puerta de cristal, le acomodó la frazada sobre las piernas y volvió a entrar a la habitación.
-no, nadie las hace como Tilly’s, ni siquiera tu madre, pero no escuchaste eso de mí. –
Ambos rieron.
Chapter 19: EN EL VALLE DE LAS TINIEBLAS
Summary:
Este capítulo está inspirado en el episodio 20 de Smallville: Obscura.
Notes:
Este ha sido uno de los capítulos más difíciles de escribir.
Dado que la historia está por concluir, aquí es cuando este trabajo empieza a separarse de la serie de televisión. Sabía desde un principio como iba a acabar y aunque he tenido visualizados estos últimos dos capítulos desde hace meses, no ha sido nada sencillo ponerlo en palabras. Espero no dejar hilos sueltos o muchas contradicciones y si lo hice, espero puedan ignorarlas.
Consideren este capítulo como la primera de dos partes de nuestro episodio final. Sin más que agregar, que lo disfruten.
Chapter Text
EN EL VALLE DE LAS TINIEBLAS.
-1-
Aquella tarde llegó al hospital en compañía de Chloe. Lana y Whitney se habían visto envueltos en un accidente mientras cabalgaban por el campo y el joven había sufrido una contusión que lo mantendría internado por al menos esa noche.
-su mamá llamó, viene en camino. –
Lana parecía consternada.
-es horrible estar aquí otra vez. –
-va a estar bien. –
Le aseguró Clark intentando animarla.
- ¿qué sucedió? –
Preguntó Chloe.
La joven les explicó que cabalgaba con Whitney cuando vieron a personal de la compañía estatal de servicios públicos, realizando tareas de mantenimiento en los ductos de gas. Una de las válvulas de escape empezó a vibrar a espaldas del personal sin que ellos lo notarán. Whitney intentó advertirles, pero los oficiales que estaban en escena lo detuvieron. Después de eso la línea explotó, los caballos corrieron asustados, ella cayó al suelo y el resto era un recuerdo borroso.
Whitney había sufrido una contusión, había sido sedado para las pruebas de conmoción cerebral y seguía inconsciente.
- vamos por un café. –
Sugirió Chloe.
Clark recordó que ella debía irse, tenía una entrevista por la mañana en El Diario El Planeta. Si alguien sabía cuánto había luchado por esa oportunidad era él y no iba a permitir que se la perdiera. Caminaron los tres a la cafetería y se despidieron de Chloe deseándole la mejor de las suertes, aunque no la necesitara, los tres sabían que estaba más capacitada que algunos de los reporteros que ya trabajan ahí.
-2-
Llegó a la granja por la mañana antes de dirigirse a la planta y le fue imposible no escuchar a Jonathan cuestionando a Clark sobre el baile de graduación. El hombre le preguntó si tenía intenciones de invitar a Chloe, se ofreció a rentarle una limusina. Era obvio que estaba entusiasmado con el evento. Tocó a la puerta y fue recibido por la escena familiar; los tres en la cocina sosteniendo una conversación casual. Jonathan llevaba un pedazo de cañería en las manos, el gabinete bajo el fregadero estaba abierto de par en par.
-buenos días. –
Lo saludó Martha.
Vio al patriarca salir de la habitación ajetreado, ignorando su presencia por completo. Clark le sonrió, Martha tomó el teléfono y se fue rumbo al comedor.
-en realidad venía a hablar con ustedes. –
La detuvo.
-es respecto a lo del seguro. –
-voy por Jonathan. –
Se quedaron solos y Clark fijó los ojos en él. Sujetaba una manzana roja que se pasó de mano a mano en un acto nervioso, como si intentara hacer malabares.
- ¿escuchaste eso? –
Le preguntó.
Esquivó su mirada, no sabía cómo responder esa pregunta. Por su puesto que lo escuchó, pero qué podía decirle. No iba a recriminarle porque su padre lo cuestionara sobre el baile de graduación, era solo natural que sucediera, que tuviera en mente el nombre de una chica, que deseara verlo en esmoquin, tomar su fotografía junto a las escaleras. Quién era él para pedirle a Clark que se perdiera esa experiencia.
- Chloe –
Saboreó el nombre.
-no es idea mía. –
Volteó a verlo.
-quizá no es mala idea. –
Clark parecía confuso, pero no hubo tiempo de detenerse en los detalles, Martha y Jonathan regresaron a la habitación. El joven dejó la manzana sobre la barra y salió al patio. La puerta se cerró tras de él. Jonathan se retiró los guantes, lo saludó con el fuerte apretón que lo hacía siempre y preguntó cuál era el motivo de su visita. Se llevó la mano al bolsillo del saco y extrajo el sobre blanco que le había llegado la noche anterior. Escuchó la camioneta encender con fuerza, era Clark que se marchaba. Regresó su atención a la pareja que tenía enfrente.
-el papeleo por el derrame químico por fin concluyó. La demora fue debido a que dicho derrame fue provocado intencionalmente por un tercero ajeno a la empresa. Aun así, fue un desafortunado accidente. Sé que el dinero no repara las pérdidas, pero espero que esto sea de ayuda. –
El hombre abrió el sobre y estudio la suma. Martha parecía sorprendida, Jonathan no estaba del todo convencido, había desconfianza en él, esa era otra constante junto con su apretón de manos.
-no espero un trato especial por tu amistad con Clark. –
Contestó extendiéndole el sobre de regreso.
No estaba esperando un gracias, pero tampoco esperaba eso, honestamente, no estaba seguro de que esperaba.
-le aseguro, señor Kent, que no tiene nada que ver con esto. El monto refleja el valor del ganado y los campos que perdieron. No lo insultaría con una suma desproporcionada. Tenga la seguridad que no intento ponerlo en deuda conmigo. –
Jonathan lo observó por un momento, con esa cautela que lo estudiaba su padre también. Dobló el sobre y se lo guardó en el bolsillo del pantalón, después volvió a tomar el pedazo de cañería que cargaba consigo. Agarró las llaves del auto y salió.
-gracias. –
Le dijo Martha.
-también estoy aquí por otra razón. Es sobre la compraventa de la granja. El contrato ha sido anulado, el plazo para que industrias Rickman objetara se venció el viernes pasado y dado que no lo hicieron la sentencia quedó firme. –
- ¿entonces la granja es nuestra? -
-siempre lo ha sido. –
-muchas gracias. -
-3-
Estaba en el aula del Heraldo recogiendo lo que quedaba de sus pertenencias. Las clases por fin habían concluido y lo que restaba eran trámites engorrosos relativos a la graduación. Whitney entró y lo saludó en lo que pudo ser la primera vez en los tres años que compartieron el edificio. Estaba seguro de que el mariscal de campo nunca antes había visitado el club de periodismo, y en otro momento surrealista le preguntó por Chloe.
-no está aquí, fue a Metrópolis y regresa hasta esta noche ¿ocupabas algo? -
-no. –
Parecía distraído con el muro de lo extraño que se extendía frente a él.
- ¿has hablado con ella? –
Insistió el atleta.
- ¿sobre qué? –
-nada, solo… ¿Cuándo fue la última vez que la contactaste? –
- ¿sucede algo? –
La situación empezaba a tornarse extraña. Whitney exhaló, negó nervioso. Se aproximó al muro y se detuvo frente a la vieja portada de la revista Times. Noviembre de 1989. Lana estaba en el centro llorando, cubierta de ceniza en su vestido de hada del bosque, era el rostro de la tragedia que azotó Smallville aquel otoño.
-ayer tuve un sueño extraño. –
Arrancó la portada del muro y volteó a verlo.
-quizá solo fue un sueño. -
Clark estaba confundido. Whitney le pasó por un lado rumbo a la puerta y se detuvo.
-es solo que fue demasiado extraño. Nunca antes había tenido un sueño así. –
-posiblemente fue el estrés por el accidente. –
-sí. –
Dobló la hoja que llevaba en las manos.
-soñé con Chloe. En mi sueño ella era atacada saliendo del hospital. Sé que suena ridículo y estoy seguro de que solo fue un sueño, pero se sintió diferente. Talvez solo necesitaba decírselo a alguien. –
Clark asintió, no sabía que más decirle. Las palabras de Whitney lo pusieron nervioso, vio la hora, ella de seguro estaba ocupada. Le dejó un mensaje de voz y terminó de empacar.
-4-
Regresó a la mansión a la hora del almuerzo, esa mañana cuando salió rumbo a la granja olvidó los reportes de productividad del segundo trimestre. Se sentó al escritorio y abrió el cajón junto a sus piernas, extrajo las hojas y empezó a revisar que fueran los documentos correctos.
Roger entró a la oficina con la última edición del Diario de Metrópolis. En la portada estaba la foto de Lex, UNA ESTRELLA EN ASCENSO anunciaba el titular. El investigador se sentó frente a él y lo cuestionó sobre la nueva posición de la ex reportera, ahora editora, Carrie Castle. Le reclamó el haber ignorado su trabajo y darle esa posición a ella.
- ¿qué te hace pensar que puedes venir a reclamarme un trato justo como si fuera tu padre? –
-mi trabajo es igual o más valioso que el de ella. –
- ¿y qué esperas de mí, justicia? ¿necesito recordarte como iniciamos esta relación de negocios? -
-yo tenía una excelente historia entre manos, lo sabes. Me llevaría lejos, me daría el reconocimiento que merezco y tú me obligaste a desistir. –
Lex bajó los documentos que leía y lo observó. Sabía perfectamente a que se refería. Había dado por concluida la investigación de su accidente meses atrás, aun así, Roger continuó con sus indagaciones sin autorización. Había excavado en la privacidad de los Kent y a Lex no le gustó lo que encontró. Aquello que Roger le mostró sin derecho, arrebató de sus manos la posibilidad de conocerlo directamente de Clark, en sus palabras, desde su punto de vista personal.
-Roger he sido bastante claro. No quiero que te acerques a los Kent, están bajo mi protección ¿entiendes eso? –
- ¿eso incluye la lluvia de meteoros? –
Empezaba a sentirse fastidiado de la actitud de reportero, quien parecía haber olvidado su sitio y la naturaleza de su relación.
-encontré un hombre que asegura haber visto una nave caer junto con los meteoros. –
Mencionó el investigador.
- ¿una nave? –
Roger se puso de pie y dejó el folder color manila sobre los documentos que leía Lex. Le aseguró que iba a probar que su valor estaba muy por encima del de Castle y que para entonces debía tener un puesto disponible, digno de él.
-puede recibirnos hoy después de las seis. Te veo en su domicilio. –
Lex abrió el folder que contenía el perfil del hombre, quien aseguraba haber atestiguado un avistamiento ovni durante la lluvia de meteoros. Eddie Cole, piloto FAA. Observó la licencia del hombre por un largo rato, contempló la idea de ir a entrevistarlo y descubrió que tenía miedo de lo que el hombre le pudiera decir. Intentó sacudirse el sentimiento de aprensión, su lógica le decía que aquello era imposible, su razón le decía que él no tenía nada de que temer, así el testimonio del hombre fuera cierto, no tenía por qué estar relacionado con Clark.
Aborreció ese lado curioso de sí mismo que solía dominar sobre todo lo demás, sabía perfectamente que iría a hablar con aquel hombre.
Se puso de pie y caminó hasta la ventana, observó los campos a lo lejos, el cielo que esa tarde estaba gris cubierto por una ligera capa de nubes. ¿habría caído algo más que meteoros aquel día? Los documentos que le mostró Roger aseguraban que el Porsche de Lex había impactado un adulto. En el reporte policial de noviembre, aquel que se levantó cuando un desconocido atacó a Zoe Garfield en el Talón, el chofer que atestiguó el ataque, aseguró que había arrollado a Clark con el camión. Tina Greer, la joven esper que robó el banco haciéndose pasar por él, había dicho a su psiquiatra que Clark Kent la perseguía en sus sueños. Había en total nueve reportes policiales en lo que Clark era el buen samaritano que salvaba el día. “yo no soy un esper” le había dicho cuando lo cuestionó ¿y si no mentía?
-5-
Había intentado no darle importancia a los comentarios de Whitney, pero no lograba sacarlos de su cabeza. Una angustia inexplicable se apoderó de él, sintió deseos de vomitar.
Se encontró con Pete en la entrada del Talón. Su amigo sonreía de oreja a oreja, acababa de alquilar la limusina para el baile. Erika Fox, la chica más popular de la clase, había aceptado ir con él. Pete no podía hablar de otra cosa y poseía una impresionante habilidad para convertir cualquier tema de conversación sobre el baile de graduación y Erika Fox.
- ¿has tenido noticias de Chloe? –
-no, pero su entrevista ya debe haber concluido, de seguro está festejando con su prima. –
Él no parecía compartir su preocupación.
-y hablando de festejar ¿ya te dije que llevare a Erika Fox al baile? –
-solo una docena de veces. –
Lana y Whitney estaban en la barra, la joven preparaba cafés y los saludó con una sonrisa. Pete pidió lo de siempre y se alejó para continuar esparciendo sus buenas noticias. Whitney volteó a verlo, parecía tenso, le regaló la sonrisa más incomoda en la historia de la humanidad y volvió a preguntar por Chloe. Fue solo escuchar su nombre en la voz del mariscal de campo y los bellos en su nuca se erizaron.
-aún no he hablado con ella, pero debe estar ocupada, es un día importante. -
El atleta asintió y se llevó la taza a los labios. Lana tomó una jarra limpia, jaló la palanca de la máquina de espresso y la leche empezó a burbujear, volteó a ver a su novio, después regresó la vista a la leche, después al joven una vez más.
-Whitney. –
El mariscal de campo parecía congelado con la taza aun en los labios, ni siquiera había parpadeado, la mano le temblaba, su vista estaba perdida a los lejos y una lagrima le rodó hasta la barbilla.
- ¿Whitney? –
La leche empezó a derramarse y Lana dejó caer la jarra al suelo provocando un fuerte estruendo. Whitney recobró la conciencia y sus ojos se centraron en Clark.
-no sé qué me está pasando. -
Se limpio las mejillas.
-volví a verla. Estaba atada en una habitación. Esto no fue un sueño, se sintió tan real. -
Lana asintió y lo abrazó. Clark volvió a sentir ese liquido moverse de su estómago a la garganta; miedo. Se levantó y tomó el teléfono tras la barra, volvió a llamar al celular de Chloe sin obtener respuesta, a su padre que tampoco contestó y al Diario El Planeta donde no quisieron darle información. Eran las cinco de la tarde y no tenía noticias de ella desde la tarde anterior. Pete regresó y se encontró con la escena sin saber que sucedía. El teléfono sonó en la mano de Clark.
- ¿bueno? –
Era el padre de Chloe preguntando por ella, la reportera nunca llegó a Metrópolis.
…
Estaba estresado, la policía no creyó las palabras de Whitney, lo acusaron de querer ser un esper. Pudo ver la ira en el rostro del mariscal de campo, definitivamente no era la primera vez que escuchaba ese tipo de reproches.
Gabe Sullivan había llamado a la granja una hora atrás, encontraron el auto de Chloe en el bosque, al menos, tras eso la policía había decidido tomar el asunto con seriedad. Su padre estaba intentando organizar un grupo de búsqueda, había estado al teléfono con otros granjeros desde que terminó la llamada con el señor Sullivan.
Recordó la última conversación que tuvo con Chloe, literalmente corriéndola del hospital, pidiéndole que se marchara, enviándola a los brazos de su captor ¿y si esa había sido la última vez que la vería con vida?
Lana subió las escaleras del granero corriendo. Tropezó con uno de los escalones, pero no se detuvo hasta que lo tuvo enfrente.
-Whitney tuvo otra visión. –
…
Llegó a la granja Chandler a toda velocidad. El terreno estaba a oscuras, pero rápidamente localizó el enorme molino que había visto el mariscal de campo. Usó su visión de rayos x para peinar el área y ahí estaba, a escasos metros de él un baúl de madera y en él estaba Chloe enterrada viva, inconsciente, atada, vulnerable. Empuñó la mano con fuerza y golpeó el suelo abriéndose paso entre la arcilla hasta que sintio la madera del baúl, después lo sacó de las entrañas de la tierra como el jardinero que arranca la hierba desde la raíz.
…
Lana y Whitney los alcanzaron en el hospital. Chloe había recobrado brevemente la conciencia, estaba aterrada, se reusaba aquedarse sola así fuera por un momento, tuvieron que sedarla. Fue doloroso verla así. Su cerebro no parecía reconocer que ya estaba a salvo.
…
La mañana siguiente despertó agotado, no había dormido bien, el hombre que secuestró a Chloe seguía libre y no lograba sacudirse la angustia que llevaba a los hombros. Jonathan le pidió que se apresurara y se concentrara en el trabajo que tenía enfrente, tenían una entrega de granos pendiente. Dejó caer los pesados costales sobre la caja de la camioneta y sus pensamientos fueron arrastrados de un sentimiento de incertidumbre a otro. No había visto a Lex desde la mañana anterior cuando intercambiaron unas cuantas palabras solo para que el empresario le sugiriera que llevara a Chloe al baile de graduación. Ahí estaba otra vez la angustia. Lex sabía que Chloe tenía sentimientos por él ¿por qué quería que la invitara al baile? ¿intentaba decirle algo?
Conducían rumbo a la granja Baker cuando vieron el Porsche en los campos de lo que una vez fue la granja Miller, después vieron el camión de Luthor Corp. y los hombres en trajes amarillos inspeccionando el terreno como si fuera una zona radiactiva. Su padre se detuvo y se bajó de la camioneta con prisa como si se tratara de sus propias tierras. Un par de hombres se aproximaron a su encuentro, pero Lex los detuvo y los saludo con una sonrisa.
- ¿qué están haciendo? –
Preguntó Jonathan consternado.
-unas pruebas de suelo. Estoy interesado en adquirir estas tierras, planeo trabajar en un proyecto de agricultura y necesito asegurarme de que todo esté bien. –
A Clark le extrañó un poco la actitud territorial de su padre, si bien la desconfianza era una constante cuando se trataba de Lex, la agresividad no era propia de él. Se distrajo con la visión del empresario, no era común verlo en ropa casual, llevaba botas de goma porque el terreno estaba lodoso, casi parecía un pueblerino y la idea le proporcionó material para fantasear.
-he realizado muchas pruebas de suelo y esta no se parece a ninguna que haya visto. –
Imputó el granjero.
Lex hizo contacto visual con él, parecía incomodo, después regresó la atención a Jonathan.
-bueno, parece ser que hubo un fuerte impacto de meteoros en estas tierras y aunque no hay pruebas de que pueda ser dañino, la compañía no puede tomar ese riesgo. –
-sí, es mejor prevenir que lamentar. –
Coincidió Jonathan.
Alguien llamó por Lex.
-el problema es que lo que es bueno para ti no siempre es bueno para el pueblo. –
Se llevó la mano al bolsillo del pantalón, sacó el sobre blanco con el cheque y se lo entregó.
Lex observó la mano del granjero extendida frente a él. Su ceño se contrajo y tomó el sobre con precaución.
-no entiendo. –
-no me sorprende. –
Respondió el granjero.
Clark tampoco lo entendía. Su padre avanzó con prisa y subió de nuevo a la camioneta. Volteó a ver a Lex, ninguno de los dos sabía que había sucedido. Jonathan presionó el claxon un par de veces para que Clark se apresurara.
-Lex. –
-está bien. Hablamos después. -
…
Subió a la camioneta y lo que vio en su padre fue el mismo tipo de angustia que habitaba en él desde el día anterior. Jonathan pisó el acelerador dio vuelta en u y se puso en marcha de regreso a la granja.
-papá ¿sucede algo? –
Bajó la velocidad y se detuvo. Las tierras de la granja Miller ya no estaban a la vista, Jonathan se pasó la mano por el rostro, estaba temblando.
- ¿papá? –
-ese terreno es donde tu nave se estrelló. –
Admitió finalmente.
-si ellos encuentran algo solo tiene que seguir el rastro hacia nosotros. -
Comprendió su malestar. Volteó hacia atrás y todo lo que vio fue la carretera. Sabía que Lex no lo lastimaría, pero también conocía su profunda curiosidad, no era la primera vez que él y su familia eran objeto de sus investigaciones.
-conduce tú. –
Le pidió Jonathan que seguía muy nervioso.
…
Martha se sorprendió al verlo entrar a la cocina. Habían salido de ahí solo hacía unos minutos. Jonathan entró tras él y abrió una cerveza.
-son las diez de la mañana. –
Dijo su madre.
Jonathan se recargó en la barra y tomó un trago grande. Tenía los ojos llorosos.
-puede que Lex no lo recuerde, pero Lionel si debe hacerlo. –
- ¿sucede algo? –
Preguntó su madre.
Jonathan volteó a verla. No le respondió, subió las escaleras rumbo a su habitación. Martha fijó su atención en él.
-Lex compró la granja de los Miller. Sus hombres están examinando el terreno. –
El miedo se esparció por ella también, bajó la toalla que llevaba en las manos y se sentó en uno de los banquillos de la barra.
-quizá solo es una coincidencia. –
Susurró ella.
- ¿a qué se refería papá? ¿qué es lo que Lex quizá no recuerde? –
Volteó a verlo y sonrió, era una de esas sonrisas amargas que desplegaba cuando se veía forzada a hacer algo que no quería hacer.
-tú también eras muy joven. –
Le contó sobre aquel día. Era una historia que no podían seguir dilatando.
Aquel día de octubre el matrimonio había pasado toda la mañana en el pueblo atendiendo sus obligaciones. Antes de volver a la granja pasaron a la florería de Nell quien esa mañana cuidaba de la pequeña Lana. Jonathan solía comprarle flores seguido intentando animarla tras el quinto embarazo fallido. Se apresuraron a volver porque esa tarde era el juego de bienvenida, las calles ya habían empezado a llenarse con los aficionados de los Cuervos de la preparatoria Smallville y no querían verse atrapados en las celebraciones.
Tomaron el camino viejo y encendieron la radio que reproducía la misma canción de Madonna una y otra vez. A ella le gustaba, pero Jonathan empezaba a estar harto. El granjero manoteó sobre el control de la radio y escucharon la primera explosión. Cuando levantaron la vista vieron las bolas de fuego caer desde el cielo, Jonathan esquivó un meteoro enorme antes de que la nave les pasara por enfrente.
Detuvieron la camioneta y se observaron en silencio por un momento, ninguno de los dos podía creer lo que habían visto. El granjero bajó corriendo en la dirección que vieron caer el objeto, ella corrió tras él. Ahí frente a ellos estaba la nave sumergida parcialmente en el lodo, el objeto en forma de huevo se abrió por sí solo y el niño que brotó de él los observó sin una pizca de miedo en el rostro, era como ver un patito nacer. El pequeño se improntó de ellos y saltó a los brazos de Martha como si fuera su madre. Jonathan y ella intercambiaron una mirada en la que se dijeron todo y volvieron corriendo a la camioneta.
Jonathan le dijo que iba a ir por el tractor para recuperar la nave antes de que alguien más la viera. Sabían en su interior que aquel era un secreto que se llevarían a la tumba, el niño en los brazos de Martha era solo eso, un pequeño indefenso y aceptaron desde que lo tomaron en brazos que iban a protegerlo sin importar que. Avanzaron a lo mucho una milla cuando un hombre saltó de entre los campos de maíz y se paró en medio del camino forzándolos a detenerse. Jonathan a penas si frenó a tiempo.
-era Lionel Luthor. –
Llevaba en sus brazos a Lex. El niño no se veía bien, el cabello se le caía a pedazos mientras convulsionaba en los brazos de su padre. El hombre era un manojo de nervios y les suplicó entre lágrimas que lo llevaran a emergencias.
-no pudimos negarnos. –
Se acomodaron los cinco en la cabina y vieron a Lex convulsionar de nuevo, llevaba la frente aperlada en sudor, sus ojos parecían estar en blanco, totalmente inconsciente mientras su cuerpo se aferraba a la vida. Le empezó a salir espuma de la boca, Martha temió que no llegarían a tiempo al hospital.
Hizo contacto visual con él y fue como verla regresar de ese viaje en el tiempo.
-y tú lo viste de esa forma que nos viste a nosotros. Le pasaste la mano por la frente con cuidado. Fue como si eso lo hubiera calmado el gesto en su rostro cambió, dejó de temblar y se quedó dormido. -
Ese había sido en realidad su primer encuentro, catorce años antes del accidente sobre el puente Loeb. Lex había sido, sin saberlo, parte de su primer contacto con este mundo ¿habrían intercambiado algo más que aquella caricia? ¿sería eso que confundía con guía una parte de ellos mismos reconociéndose en el otro?
-6-
El supuesto testigo del avistamiento ovni, no era más que un ebrio desempleado. Le aseguró a Lex que aquello que en un principio pensó que era otro meteoro, estuvo a un par de metros de colisionar con la cola del avión, que aquel objeto lo esquivó y giró en el aire. “Los meteoros no se mueven de esa manera” repitió en diversas ocasiones.
Esa misma mañana firmó una promesa de compraventa sobre los campos donde supuestamente colisionó la nave. Seguía sin creerlo, pero si existía la posibilidad de que fuera cierto, si había algo ahí que fuera prueba de la historia de aquel ebrio, no podía arriesgarse a que alguien más lo descubriera.
…
Encontraron una extraña pieza metálica sepultada en esas tierras. Le dio instrucciones a Hamilton para que se encargara él exclusivamente de todo. Era indispensable que las únicas personas que conocieran la existencia de aquel objeto fueran ellos dos. Hamilton parecía extasiado, posiblemente fantaseando sobre el nobel, Lex por su lado había sido dominado por un sentimiento de alarma y desasosiego que no se podía sacudir.
…
El sol acababa de ocultarse. Llegó a la granja con las primeras estrellas y vio la luz del granero encenderse. Subió las escaleras, Clark estaba sentado en el piso de madera, estudiando una pila de documentos y recortes que tenía frente a sí.
-pensé que las clases habían terminado. –
El joven volteó a verlo y lo contempló como si no se hubieran visto en años. Retiró la caja que ocupaba la vieja silla a su lado, y la acercó un poco más a él para que Lex se sentara en ella. Sonrió.
-es información sobre el secuestro de Chloe. Aún no saben nada sobre el hombre que la atacó. –
Acomodó los documentos y los guardó en la misma caja de cartón. Lex se sentó frente a él y observó los recortes sobre otras abducciones similares que habían quedado sin resolver. Chloe era el tema de conversación de esa noche. Levantó la vista y se encontró con los ojos verdes en medias lunas que le suplicaban amor.
- ¿Cómo está ella? –
-bien. –
Asintió, realmente no quería hablar de Chloe.
-ayer lo que quería decir. –
-no importa. –
Lo interrumpió.
-sí importa, Clark. –
Odiaba que lo viera de esa forma que lo hacía sentirse culpable, lo cual en si era una paradoja porque no había nada en Clark que él pudiera odiar.
-lo que quería decir era, que deberías ir y disfrutar de la noche con tus amigos. Posiblemente sea la última vez que estén todos juntos en el mismo sitio. –
Clark asintió.
-no tiene que ser Chloe, pero deberías considerarlo. –
No le respondió, lo tomó de la mano y le acarició los nudillos. Sus manos estaban cálidas como todo él. Lex observó sus dedos, notó que eran más grandes que los suyos, su piel era más rozada también. Clark le sujetó la mano e hicieron contacto visual. Estudió sus ojos, su nariz, sus labios, la línea donde le iniciaba el cabello, las dos orejas y lo soltó. Su cerebro estaba haciendo eso otra vez.
Se puso de pie y avanzó rumbo a la ventana. Llevaba el ritmo cardiaco acelerado, no tenía razón para sentirse de esa forma y no quería que Clark lo notara.
- ¿dijo algo tu padre? Siento que le debo una disculpa, pero no sé por qué. –
Clark volteó hacia el piso de abajo como si temiera que alguien escuchara su conversación y después le respondió.
-es el cumulo de todo, ha tenido un mal día. No entendió lo que hacías en ese campo. –
-creo que fui bastante claro y sin ofender, Clark, pero ese no es asunto suyo. -
El joven bajó la vista y asintió. De nuevo lo hizo sentir culpable, odiaba provocar esas emociones en él y en si mismo. Los separaba un océano de cosas que no se estaban diciendo y no estaba seguro de por dónde empezar.
- ¿hay algo que deba saber? –
-no. –
- ¿o que no deba saber? –
Preguntó casi ahogándose con las palabras.
Clark se puso de pie.
-no es eso, es solo que él desconfía de ti. Sabe cómo te obsesionas con ciertas cosas como el accidente, o los meteoros. –
Sus palabras sonaron como una acusación y le hicieron sentir vergüenza. Una parte de él luchó contra ese sentimiento con la misma ira con la que se enfrentaba al resto del mundo. Tuvo que esforzarse para acallar esa voz, pero Clark continuó hablando.
-es difícil creer que inviertas tanto tiempo y dinero en algo así. –
La acusación se sintió más real.
- ¿te refieres al accidente o a los meteoros? –
-eso ya quedó atrás, ¿no puedes simplemente dejarlo ir? –
-la lluvia de meteoros cambio mi vida. –
Le sostuvo la mirada.
- hizo un antes y un después en la persona que soy. Tú conoces mi motivación, Clark. No pensé que tendría que justificarme ante ti. –
-es solo que no comprendo qué pretendes. –
Esquivó su mirada.
Lex lo observó, prestó atención a su piel, a sus mejillas que se tornaban rojas, la vena que palpitaba junto a su garganta. Giró el rostro, su cerebro lo hacía de nuevo, buscaba rastros de humanidad en él.
-hay un testigo que asegura haber visto una nave caer junto con los meteoros. -
Clark rio.
- ¿una nave? –
Era un mal mentiroso.
- ¿y te vas a obsesionar con eso como con los meteoros hasta que surja la siguiente historia? –
Estaba trazando la línea entre ellos dos como lo hacía constantemente, recordándole hasta donde tenía permitido entrar. Estaba cansado de sentarse y esperar, aguantar hasta que Clark estuviera listo y decidiera confiar en él, contarle todo lo que ya sabía, los secretos que había decidido guardarle sin que él lo supiera porque no permitiría que nadie lo lastimara. Quería entregarse a él por completo, su alma en una charola de plata y Clark le estaba ofreciendo a cambio, pequeños trozos de él.
-no, supongo que no. –
-quizá no es sano que te obsesiones de esa manera. –
Se sentía peor de lo que se había sentido esa mañana cuando Jonathan lo increpó. No podía acusar a Clark de nada, la historia era una locura en sí, pero no era la nave ni los meteoros, no cuando se trataba de ellos dos. Estaba harto de que Clark no confiara en él ¿no se había probado ya lo suficiente? Lo peor fue que no tuvo el valor de decirle nada, ni lo que sabía ni lo que sentía. Avanzó a las escaleras y se sujetó del barandal.
- ¿vas a irte? –
No pudo voltear a verlo. En ese momento su relación lo hizo sentirse solo, recordándole que siempre lo había estado, se cuestionó sobre si lo único que compartían eran caricias. Era como si ambos tiraran de un extremo de la cuerda a ver cuál de los dos cedía más. No iba permitir que esa relación lo convirtiera en alguien que no quería ser.
Asintió, no pudo responderle con palabras. Bajó las escaleras sintiendo en carne viva como la distancia crecía entre los dos. Sabía que Clark no iba a detenerlo, el joven desconocía la tempestad que reinaba en su cabeza.
-7-
Whitney llegó a la granja poco después de que Lex se fuera. A la visita surreal que hizo el jugador al Heraldo le seguía esta. Parecía nervioso, subió las escaleras tronándose los dedos, observando todos los objetos como si se tratara de un curioso ante una escena del crimen.
-tu madre dijo que estarías aquí. –
- ¿pasó algo? –
-es sobre las visiones, he tenido más y ahora son sobre Lana. –
Clark se puso de pie de inmediato.
-ella está bien, vengo del Talón. –
Se sentó en la silla que se había sentado Lex y le contó lo que vio. Alguien que la perseguía, que la observaba desde lejos. Los peluches colgando del techo, lo mismo que había mencionado Chloe.
- ¿has ido al Centro de Guía? Quizá te puedan ayudar. –
Whitney exhaló, sonrió nervioso y sus ojos se tornaron rojos.
-yo no soy un esper. –
Admitió.
-cuando las visiones empezaron me aterré, pero me emocionó la idea de que iba a ser capaz de compartir eso con Lana. Tú has visto como es. Detesto tener que ser un simple espectador, pero lo único que puedo hacer es observar. Es vergonzoso admitir que la gente tiene razón y envidio a los malditos espers. Pero no voy a ser un obstáculo en su destino. –
Se detuvo para respirar. A pesar de todo contuvo las lágrimas. Clark sintió pena por él, aunque no quería hacerlo, sabía que eso ofendería a Whitney. Sabía también en carne propia a que se refería el mariscal de campo, solo imaginar que Lex le diera guía a alguien más le resultaba doloroso.
-yo no soy un esper. –
Repitió.
-el monstruo que atacó a Chloe sí lo es. En el centro me dijeron que es un esper de tipo psíquico. –
Rio.
-al parecer soy otra de sus víctimas. Mezcló su psique con la mía de alguna forma y por eso estoy viendo lo que veo. En el centro me dijeron que posiblemente estuvo en contacto conmigo cuando sucedió la explosión, pero no quisieron darme más información porque eso es confidencial. –
- ¿y recuerdas quién estaba contigo durante la explosión? –
-ese es el problema. Se trata del oficial Watts o el oficial Birdego. –
Llamó a Chloe sabía que la reportera aún estaba en un estado delicado, pero era la persona más capaz para resolver ese misterio. Quedaron de verse en el Talón.
…
Cuando llegaron a la cafetería encontraron al oficial Birdego en el suelo. El hombre les aseguró que estaba ahí para entrevistar a Lana respecto al incidente con los ductos de gas y el secuestro de Chloe. El resto de ellos también estaba en su lista. La reportera preguntó por el otro oficial y el hombre les dijo que esa noche Watts no tenía turno.
“Un par de noches a la semana trabaja como guardia de seguridad en la feria municipal”. Tanto Chloe como Whitney habían mencionado los peluches colgando del techo, eso les daba una ubicación.
-La feria va a estar cerrada hasta el fin de semana del cuatro de julio. Es el sitio prefecto para ocultar a alguien. –
Mencionó Chloe.
-espera ¿sospechan de Gary? –
Preguntó el oficial.
…
Cuando llegó a la feria escuchó al oficial Watts discutiendo con alguien que no estaba ahí, el hombre parecía pelear con las voces en su cabeza. Siguió la voz y encontró a Lana atada en uno de los pequeños locales, la joven estaba amordazada e indefensa. Watts disparó en cuanto vio a Clark.
El joven lo golpeó, intentó arrebatarle el arma, pero no pudo entonces lo arrojó a través de la ventana. Watts se puso de pie rápidamente y quedó frente a los otros oficiales que iban llegando a la feria. Le gritó a las voces que lo dejaran en paz. Clark observó como levantó el arma y apuntó a los coches patrulla que se habían detenido a unos metros de él. Watts murió acribillado por sus compañeros de trabajo.
-8-
Estaba en la oficina leyendo el último informe de Hamilton. El científico lo había ido a dejar personalmente poco antes de que él llegara. El informe aseguraba que el objeto estaba compuesto por una aleación extraña, los metales que la componían eran totalmente desconocidos en la comunidad científica. Le aseguró que no existía registro de algo igual en todo el mundo. Lex sacó del sobre el hexágono plateado, lo sostuvo entre sus dedos y lo observó preguntándose de que forma estaba relacionado con Clark.
- ¿qué es eso? –
Preguntó su padre entrando en la oficina.
-un piza papeles. –
Lionel se lo arrebató de las manos y lo observó por un momento, después lo dejó caer sobre el escritorio.
-tienes unos gustos muy particulares. –
Sabía que no podía mostrar interés en la pieza sin despertar la curiosidad en su padre. La dejó en el sitio que había caído como si se tratara de una baratija y guardó el informe de Hamilton bajo llave.
-si tus visitas se vuelven más frecuentes, tendré que arreglarte una habitación. –
Lionel se sentó frente a él, cruzo las piernas, se acomodó la corbata, se ajustó el reloj que parecía molestarle y sonrió.
-voy a cerrar la planta. Te quiero en Metrópolis para finales de mes. –
-cuanta seguridad ¿así es como le hablas a la junta directiva? No me sorprende que siempre hagas lo que quieres. –
Se levantó por una botella de agua y se entretuvo junto a la ventana, lejos del escritorio.
-es una pena que a diferencia de tus socios yo si lea las letras pequeñas de lo que firmo. No puedes cerrar la planta sin mi consentimiento. –
Lionel giró la silla en su dirección.
-esta vez no es debatible. –
-entonces nos vemos en los juzgados. –
Cerró la botella y caminó rumbo a la puerta.
-aun soy tu padre. –
Su voz lo detuvo.
- y es mi deber corregirte cuando veo que has perdido el camino. –
- ¿tú me estás dando clases de moralidad? –
-de ser necesario. –
Se puso de pie.
-no necesito ser médico para reconocer una herida abierta. –
-me alagas, casi parece que te preocupas por mí. -
Avanzó y se detuvo frente a él.
-tienes dos semanas. –
-pierdes tu tiempo. -
Sonrió.
-dime ¿planeas quedarte aquí a jugar a la casita con ese muchacho y arruinar su futuro? –
Lionel lo sabía, qué tanto sabia y desde cuándo, era imposible saberlo, todas sus acciones eran planeadas a la perfección. Su padre era un depredador eficaz, había extendido sus garras alrededor de ellos sin que él lo notara, si ahora tiraba la primera mordida era porque sabía que Lex no podría regresarla.
- ¿creías que no lo sabía? Me decepcionas. –
Le dejó una ligera palmada en la mejilla como gesto de orgullo.
-te veo en Metrópolis. -
-9-
Llegó al Talón por la mañana, Lana empezaba acomodar las mesas. Le agradeció por rescatarla y le ofreció cafés gratis por el resto de su vida, empezando por el cappuccino que le prepararía esa mañana.
- ¿puedo hacerte una pregunta? –
La joven detuvo su labor y lo observó.
- ¿Qué pensarías si Whitney te dijera que quisa deberías ir al baile con alguien más? –
Lana pareció extrañada, la curiosidad acaparó su rostro, parecía meditar sus palabras y acomodar las ideas que brotaban en su cabeza.
-supongo que, si él no pudiera acompañarme, quizá querría que yo no me perdiera ese día. –
Clark asintió.
-pero si no quieres ir no tienes que hacerlo. –
Le aseguró la joven.
-aun lo estoy considerando. –
- ¿ahora puedo hacerte una pregunta yo? –
La joven se llevó la mano al mandil y sacó el sobre blanco que le entregó.
-me llegó hace una semana y la he cargado conmigo a todos lados esperando el momento de decírselo a Whitney, pero ninguno parece ser adecuado. Él ha tenido un año muy difícil y no quiero dejarlo, pero tengo miedo de que si me quedo voy a resentirlo por el resto de mi vida. –
Clark giró el sobre y leyó el membrete de la Universidad de Nueva York, era una carta de aceptación.
Chapter 20: SOBRE EL PUENTE LOEB
Summary:
Este capítulo esta *inspirado en el episodio 21 de Smallville: Tempest.
*Muy, muy ligeramente inspirado. Digamos que esto lo mencioné por tradición.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
SOBRE EL PUENTE LOEB.
-1-
Había pasado los últimos dos días buscando una salida al impasse en que lo había acorralado su padre, ideando planes, una ruta de escape. Estaba desesperado y no tenía nada. Observó la botella de whisky sobre la barra, tentadora, ofreciéndole la posibilidad del olvido y cierto consuelo en la resignación. Regresó la vista al frente, posó los ojos sobre los muros de la pequeña Troya que había decorado la esquina del estudio desde septiembre pasado. No estaba seguro de si en esa situación era Aquiles o si era Héctor, en medio de la tempestad en que se habían convertido sus pensamientos, era difícil saber de qué lado del muro estaba.
Roger entró a la habitación vigorizado, con la sonrisa más grande que la había visto y dejó caer el folder sobre la maqueta.
-te lo dije. No voy a aceptar nada que no sea la oficina de dirección. –
Lex abrió el folder por inercia, sin prestar atención a las palabras del investigador. Lo primero que vio fue la camiseta roja en Clark, la facilidad con la que levantaba los enormes postes de madera, como los sujetaba con un brazo junto a la cadera tal si fueran de espuma. En la siguiente fotografía Clark encajaba los postes en el suelo con la sola fuerza de sus brazos. En la siguiente la camioneta de los Kent estaba envuelta en llamas, en la siguiente Clark salía de ella, parecía más afectado por la fuerza del viento que por las flamas, la camiseta roja se había quemado, pero él estaba en perfecto estado. Tomó la última fotografía, Clark estaba varios metros sobre el suelo ¿había saltado, estaba flotando? Era difícil saberlo en una fotografía. Estaba temblando.
-cumplí con mi parte del trato ahora te toca a ti. –
Roger seguía con la estúpida sonrisa que quería sacarle a golpes.
- ¿alguien más ha visto esto? –
- ¿qué? No. –
- ¿Dónde está el resto de la información? –
- ¿los negativos? –
-negativos, memorias todo lo que tengas. –
Roger se retiró la bolsa que llevaba sobre el hombro y se la entregó, la sostuvo en manos y dudó. Ahí estaba todo, las pruebas que había estado buscando por meses, las respuestas a las preguntas que asediaban sus pensamientos, los secretos que Clark había deicidio ocultarle. Sintió la tentación, la curiosidad que lo definía quería saberlo todo al costo que fuera.
- ¿encontraste algo en las tierras que te señaló el piloto? –
La voz del reportero lo regresó a la realidad.
-sé que todo este pueblo está lleno de fenómenos, pero esas son muchas habilidades para un solo esper ¿no te parece? –
Roger tenía razón y solo era cuestión de tiempo para que alguien más lo notara. Tomó el folder y caminó del otro lado de la habitación, encendió la chimenea antes de darle tiempo a su cerebro de que lo convenciera de no hacerlo. Se sujetó al valor que le regaló la impulsividad y arrojó todo al fuego. Roger corrió e intentó sacar la bolsa de las flamas, pero lo detuvo. El hombre estaba fuera de sí, gritándole, manoteando, escupiendo.
- ¿te das cuenta de lo que acabas de hacer? –
- ¿te das cuenta tú? –
Lo aventó al piso.
-Roger te dije que te mantuvieras alejado de los Kent. No te estoy pidiendo un favor, es una orden ¿necesito ser más claro? –
El investigador estaba furioso, pero no le contestó, se puso de pie y salió de la habitación. Lex se quedó contemplando el fuego, asegurándose de que consumiera todo.
Podía quedarse en Smallville con él y enfrentarse a las consecuencias o podía protegerlo manteniendo el interés de su padre lejos del pueblo, pero no podía tener las dos cosas.
-2-
Pasó las primeras horas del día enderezando los discos del tractor, su padre había golpeado unas rocas mientras araba la tierra y enderezarlos era más barato que comprar unos nuevos, sin mencionar que Clark podía hacerlo con sus manos. Entró a la casa y encontró a sus padres en la sala atentos al televisor, las noticias locales anunciaban los últimos titulares: “El corporativo Luthor ha anunciado el cierre de la planta en Smallville para finales de mes. Mil doscientos cincuenta trabajadores se quedarán sin empleo en un lapso de trece días…”
-eso no es cierto. –
Sus padres voltearon a verlo.
-son las noticias KPW. –
Dijo Martha.
-sí, pero Lex me hubiera mencionado algo. -
Su padre se puso de pie y apagó la pantalla.
-ojala tengas razón. -
…
Por fin había terminado con sus deberes, había sido un día largo y agotador. Todo lo que quería era bañarse e ir a la mansión a recuperar sus fuerzas. Sonrió para sí pensando en su batería personal. Los últimos días habían sido un caos y sus encuentros habían sido exageradamente breves, entre la graduación y el accidente en la granja sentía que no se habían visto en meses, lo extrañaba. Salió del granero sacudiéndose el polvo y escuchó una voz familiar.
- ¿Clark? –
Chloe estaba de pie en la entrada de la casa. reconoció su voz, pero los rayos del sol le impedían distinguir su figura. Le sonrió, se limpió el sudor de la frente y se acercó. Una vez que su rostro quedó cubierto por la sombra, vio la preocupación en sus ojos.
- ¿estás bien? –
Ella asintió.
- ¿has hablado con Lex? –
- ¿tú también viste las noticias? –
-notificaron a mi padre esta mañana. –
No terminó la oración cuando las lágrimas inundaron sus ojos.
-aún no lo podemos creer. Todos esos años de trabajo y lo despidieron con una carta de dos líneas. –
Lex no le había mencionado nada. Cuando escuchó las noticias esa mañana la preocupación fue solo un pequeño destello en su pecho, porque Lex no le había mencionado nada, pero las palabras de Chloe provocaron un incendio dentro de él. Se sentó en el escalón y ella se sentó junto a él, se limpió las lágrimas y le entregó la hoja que iba dirigida a Gabe Sullivan. Dos líneas en las que daban por terminada su relación laboral con efectos inmediatos. Al final de la hoja estaba su nombre en letras negras, autorizando el comunicado Alexander J. Luthor.
…
Llegó a la mansión poco antes de la puesta de sol. El secretario lo recibió y le informó que Lex estaba en la oficina, ahí todo aún seguía igual, de nuevo dudó. Lex no le había mencionado nada.
Tocó a la puerta que estaba abierta. Lex estaba tras el escritorio, perdido en los documentos que tenía frente a sí. Estaba nervioso, pero no se atrevió a llamarlo miedo. Lex se enderezó en la silla, hizo contacto visual por un instante y después esquivó su mirada. Él estaba tenso, lo observó intentar acomodar los documentos en el folder y después detenerse. Entonces tuvo que reconocer que lo que sentía era miedo.
-pasa. –
Nadie se lo pidió, pero sintió la necesidad de cerrar la puerta tras de sí. Avanzó despacio y se sentó en la silla frente al escritorio intentando mantener la calma, todo debía ser un malentendido.
Lex se frotó la frente como lo hacía siempre que estaba estresado, se pasó la mano por la cabeza, señal de que no quería hablar de aquello que lo tenía en ese estado. Ninguno de los dos dijo nada por un rato, eso no era un buen indicio, tampoco lo era que siguiera en su silla dejando el escritorio entre ellos dos, poniendo una barrera física entre ambos.
No pudo continuar callado un momento más.
-escuché en las noticias que la planta va a cerrar. –
-sí. –
Y ahí estaba la afirmación en sus labios.
No le había mencionado nada.
Lex continuó evitando sus ojos y a él le tocó aguantarse las lágrimas. Que la planta cerrara no era el fin del mundo, Clark se iba a ir a Metrópolis en unos meses para iniciar sus estudios universitarios, pero nada en esa habitación le hacía sentir que Lex tuviera intenciones de continuar con su relación una vez allá. Tenía que hacer la pregunta que no quería hacer, pudo sentir los latidos de su corazón saturándolo todo, el calor invadió su rostro y la habitación se volvió borrosa.
- ¿qué va a pasar con nosotros? –
-3-
Había deseado con todo su ser que no pronunciara esas palabras. Había estado rogando por tiempo, cada minuto era valioso y los necesitaba todos para idear una forma de evitar todo lo que estaba sucediendo.
No pudo contestarle. Debía decirle que todo acabó, que ya no eran nada, pero no pudo hacerlo. Bajó el rostro y negó con la cabeza.
- ¿hice algo que te molestara? –
Escuchó su voz quebrarse.
- ¿es por mi padre? Porque lo siento y tú sabes que yo no pienso así. –
Estaba llorando, pudo oírlo en su voz.
-no sé qué hice, pero perdóname. –
-no, Clark. –
-perdóname. –
Se levantó de la silla y rodeó el escritorio. Quería abrazarlo, pero tenía que ser fuerte.
-por favor no te disculpes, tú no hiciste nada. –
Se recargó al borde del escritorio y se cubrió el rostro con una mano cuando sintió las lágrimas brotar de sus ojos.
Sintió sus dedos intentando sujetarle la mano y rechazó su tacto.
-Clark, mi padre lo sabe. –
Entonces lo vio a los ojos.
-él sabe de nosotros. -
- ¿y estás terminando conmigo porque él te lo pidió? –
A pesar de que él reía sus lágrimas no se detuvieron.
-él es un hombre peligroso y no estoy seguro de poder protegerte. –
-no necesito que me protejas. –
Esa última parte la gritó.
Clark se puso de pie, había furia en su rostro. Se aproximó tanto a él que estuvo a unos centímetros de besarlo, Lex giró el rostro.
-eres un cobarde. –
Asintió, Clark tenía razón, había cedido ante las demandas de su padre y esta confrontación era la aceptación de su derrota. Sintió los labios del joven en la mejilla, las lágrimas que le empaparon la piel, escuchó su llanto sofocado, sintió su cuerpo en ese último abrazo que no respondió, y las palabras que él había decidido reservar para el final. Estaba convencido de que en esa ira iba un tanto de verdad.
-te odio. –
Mencionó en una batalla perdida contra el llanto.
Volvió a asentir, se lo merecía.
-4-
Llegó a la granja en un instante, quizá debió haber ido a otra parte, pero todo lo que quería era encerrarse en su habitación. Entró a la casa y azotó la puerta casi tumbándola en su camino. Jonathan quien estaba en la sala aun viendo las noticias, le reclamó. La reportera de KPW hablaba sobre la protesta que estaban organizando los trabajadores de la planta, su padre llevaba una cerveza en la mano, como si festejara lo que sucedía y toda su ira se fue dirigida a él.
-ya debes estar feliz ¿no? todo lo que querías era que él saliera de nuestras vidas. -
- ¡Clark! –
Empezó a subir las escaleras.
-no puedes hablarme así. –
Pero no se detuvo. Entró a su habitación y cerró la puerta. Se sentó en la cama en medio de la oscuridad, sintió el peso de la situación sofocarlo. La habitación se sintió pequeña y a la vez enorme. Deseaba estar solo y a la vez no estarlo, el problema era que la única compañía que quería era la de él.
Alguien tocó a la puerta.
-Clark. –
Era su madre.
No le contestó, aun así, la puerta se abrió. Se metió entre las sábanas y se cubrió por completo, no quería que nadie lo viera en ese estado.
-hijo ¿estás bien? –
-sí, por favor déjame solo. –
Contestó inmediatamente, pero ella no se movió. La luz que entraba por la puerta pintaba su silueta parcialmente sobre la cama y sobre las cortinas. Sintió el peso de ella cuando se sentó en el colchón.
- ¿pasó algo? –
-no. Por favor déjame solo. –
Ella se tomó un momento antes de contestarle.
-de acuerdo, solo déjame ver tu rostro antes de irme. –
Y otra vez la tristeza lo embargó, aunque más que tristeza era impotencia, no podía obligar a Lex a amarlo de la misma forma que lo amaba él. Se iba a ir en trece días y posiblemente nunca lo volvería a ver, ni a él ni a su sonrisa, ni a los ojos azules que solían escanearlo de pies a cabeza, y tampoco volvería sentir el tiempo estirarse. La reunión de esa tarde posiblemente había sido la última de sus vidas y hasta ese momento lo comprendió.
Le fue imposible sofocar el llanto.
- ¿Clark? –
No la detuvo cuando le retiró la sabana. Se sentó frente a ella cubriéndose el rostro con ambas manos. Estaba herido, tenía el corazón roto y aun así en su cuerpo había espacio para la vergüenza. Ella le había advertido una vez que ese momento llegaría y él estaba seguro de que ella se equivocaba, no se lo dijo, pero había soberbia en sus pensamientos, había seguridad de que ella estaba errada, de que Lex era el amor de su vida, que sería un para siempre. Al final su madre tenía razón y así como se lo había dicho aquella vez, sus habilidades no podrían protegerlo de esto.
-se va a ir. –
Admitió.
-5-
Ese domingo se reunió con los representantes de los trabajadores en la cámara de comercio de Smallville. Se vio rodeado por once hombres que aseguraban tener el interés de los empleados antes que todo lo demás. Entre todas sus demandas había solo una propuesta para mantener la planta abierta y así le hubieran tenido quince, todas eran innecesarias, los motivos del cierre eran personales. Mil doscientos cincuenta pueblerinos desempleados por un capricho de su padre, también reconocía se responsabilidad, pero no fue su decisión cerrar la planta.
-por primera vez en tres años la planta opera en números verdes y nuestra recompensa es el cierre. –
Acusó uno de los presentes.
-no fue una decisión mía. –
-esto envía una mala señal. Lo único que van a lograr es que los empleados de otras plantas se sindicalicen. –
Se limitó a escucharlos.
-vamos a presentar una demanda colectiva. –
Acusó una voz.
-el gobernador ya brindó su apoyo a los trabajadores. –
Recibió el pliego petitorio y firmó la copia de recibido, era lo último que podía hacer por ellos. Si querían demandar a su padre, los apoyaba, ojala que ganaran.
Gabe Sullivan estaba sentado al fondo, ojeroso, escuchando desde lejos como si no hubiera sido su mano derecha esos meses en la planta. Solo hacía unos días le presumía que su hija había sido finalmente admitida en Standford. Se aseguraría de conseguirle una beca.
…
Cuando la reunión terminó cruzó la calle y caminó al Talón, se encontró con rostros llenos de resentimiento, era el villano del pueblo. Alguien lo empujó cuando se aproximaba a la barra, no volteó a buscar culpables, no le interesaba saber quién había sido. Lana estaba frente a él ajetreada con las ordenes, levantó la vista un instante y en cuanto lo reconoció dejó su labor en pausa.
- ¿cómo estás? –
Sonrió penosamente, ese era el mecanismo de defensa más común entre la gente, lenguaje universal de un hombre herido que había aceptado su final.
- ¿cappuccino? –
-sí. -
La joven lo observó un momento más, había empatía en sus ojos y él lo detestó. Se preguntó si todos podían oler la debilidad en él, tuvo miedo de girarse y confrontar los rostros colmados de rencor que estaban a su espalda. Lana empezó por moler los granos frente a él, el zumbido del molino resonó en sus adentros, se lamio los labios y reconoció que ya no había nada ahí en el pueblo para él. Su padre había ganado.
-6-
De una forma incomprensible los días habían avanzado. El tiempo no perdonaba ni se detenía por nadie. Clark se consideraba a sí mismo una carcasa, los restos de la persona que una vez fue. Aquel jueves cuando habló con Lex por última vez, una parte de él murió. Nunca antes había experimentado tanto dolor, lloró toda la noche y al día siguiente cuando despertó descubrió que no sentía nada, desde entonces así habían sido todos sus días, sin tristezas ni alegrías, ningún sentimiento parecía poder habitar en él. Definitivamente algo había muerto aquel día, pero ya no le importaba.
Esa tarde era el evento de graduación, tras la puerta de su habitación colgaban la toga y el birrete. Sintió la tela suave entre los dedos, olió el suavizante genérico del local donde lo rentó. Se pasó la tela por la mejilla, estaba fresca, la sensación le recordó el tacto de sus manos que siempre estaban un tanto frías y algo volvió a doler. Empezó a llorar sin poder evitarlo y odió a Lex, odió todo lo que se lo recordaba y se odió a si mismo también.
…
Llegó a la preparatoria en compañía de sus padres. Jonathan conducía el auto de Martha que había pasado a ser suyo hasta que compraran otra camioneta. Clark iba en el asiento de atrás observando los lugares de estacionamiento que empezaban a llenarse, reconoció algunos de los rostros de los pueblerinos que se presentaban orgullosos a la graduación de sus hijos.
Bajó del auto y se despidió de sus padres, iría a buscar a sus amigos antes de que iniciara el evento.
Recorrió los pasillos de la preparatoria por última vez, el silencio solo fue roto por las risas que provenían desde lejos. Los casilleros estaban vacíos y en el tablero de anuncios aun había un volante que pedía votos por Felice Chandler para oradora del discurso de graduación.
Entró al aula del Heraldo y encontró a Chloe contemplando la pared que una vez fue el muro de lo extraño, la sombra de los recortes que habían abarcado todo aún estaba ahí. Ella volteó a verlo, había lágrimas en sus ojos, pero era obvio que estaba feliz. Se limpió el rostro intentando no arruinar su maquillaje y se acercó a él.
-recibí noticias de Standford. –
Confesó en voz baja como si tuviera miedo de que alguien más escuchara.
- ¿te sacaron de la lista de espera? –
La vio asentir.
-la Universidad de Metrópolis es una de las mejores del país. –
Continuó ella.
-pero el departamento de periodismo en Standford es superior. –
La interrumpió Clark.
-yo ya planeé mi vida con ustedes en Metrópolis. –
Las lágrimas volvieron a correrle.
-solo un tonto desaprovecharía una oportunidad así. –
Le sonrió.
-…y tú no eres una tonta. -
Ella volvió a asentir, las lágrimas finalmente le arruinaron el maquillaje y lo abrazó con fuerza. Sintió sus manos aferrándose a él, pero no se sintió triste, ni feliz. La indiferencia volvía a gobernar en su corazón. Se preguntó si en circunstancias distintas hubiera intentado detenerla.
Pete entró al salón y les informó que la gente empezaba a acomodarse en el foro. Se arreglaron lo mejor que pudieron y se pusieron en marcha.
…
Observó a sus amigos ponerse de pie cuando llamaron por su nombre, saludar a los profesores que estaban en el templete y tomar el reconocimiento de manos del subdirector. Cuando subió las escaleras, escuchó los hurras de sus padres, saludó al profesor Austin que siempre había sido su favorito, escuchó los aplausos de sus compañeros, tomó el reconocimiento que llevaba su nombre y regresó a la silla que había ocupado, todo en menos de dos minutos, en eso se habían resumido sus años de preparatoria.
Paul Chan subió al estrado, se acomodó el micrófono frente a los labios y dio un magnífico discurso de graduación. Sus palabras recordaron a Clark que estaba transitando por un periodo crucial de su vida, un antes y un después. Se sintió honrado de ser parte de lo que sucedía y agradecido de que fuera Paul quien estuviera allá arriba y no él.
Con sus últimas palabras, el joven rindió homenaje al director Kwan, quien sería recordado por futuros ingenieros, doctores, profesores y una multitud de profesionistas que se vieron inspirados por su vocación. Las manos de Kwan habían forjado el futuro de Smallville.
-7-
Se había rendido, aunque rendirse no es la palabra correcta, no cuando desistir es el único camino, cuando marcharse es la única opción. Hizo lo que tenía que hacer.
Ese viernes por la tarde llegó al edificio de Luthor Corp. y estacionó el auto en el espacio que llevaba su nombre. Estaba ahí para firmar el acuerdo de liquidación de la planta. Nada se había concretado aun, pero su nombre en ese pequeño letrero le recordaba que estaba ahí para quedarse. Dejó escapar un suspiro cargado de dolor y abrió la puerta del auto, se dirigió al elevador y presionó la tecla de ascenso. Las puertas se abrieron, sintió ese pequeño apretón en los pulmones que solo le causaba la presencia de Lionel. Tenía el corazón acelerado, estaba ansioso y cómo no estarlo si estaba ahí para firmar su sentencia.
En el vigesimoquinto piso la recepcionista lo recibió con una sonrisa y lo saludó como señor Luthor. No le contestó, caminó rumbo al despacho de su padre para acabar de una vez con los tramites tediosos y poder dar vuelta a la página. Roger Nixon iba saliendo de la oficina. El investigador llevaba la sonrisa más grande que le había visto, se aproximó a él con un toque desafiante y le dijo en voz baja “ya no te tengo miedo”.
Lionel estaba de pie tras el escritorio, con una sonrisa similar a la de Roger, en sus manos tenía un folder abierto que observaba con deleite. Se sentó y dejó el folder frente a él, abierto para que Lex pudiera verlo bien. Eran fotografías de Clark, las mismas fotografías que Roger le había mostrado. Su mayor miedo se convertía en una realidad y su sacrificio había sido en vano.
-este es un set de habilidades muy interesante, ¿así que el muchacho Kent es un esper? –
La fascinación en el rostro de su padre fue aterradora, casi pudo ver las garras de ese monstruo extendiéndose sobre Clark.
- ¿qué tienes en mente? –
Preguntó manteniendo la compostura.
-aun no estoy seguro, pero sé que me será muy útil. –
Lionel era como un tiburón que tras oler sangre fresca acababa de detectar a su siguiente presa. No podía permitirlo, no si era la sangre de Clark la que olía su padre.
-no olvides que soy su Guía. –
La sonrisa desapareció del rostro de Lionel. Era la primera vez en su vida que pronunciaba esa oración en voz alta, escucharla lo hizo algo real y palpable.
-soy su Guía. –
Repitió y sintió el corazón saltarle en el pecho ante la confesión.
Observó la quijada de su padre tensarse. Instantes después la relajó.
-eso puede arreglarse. –
-sí le sucede algo a él, me buscaré otro, otros. –
Hizo hincapié en el plural.
Lionel volvió a tensarse.
-Lex Luthor, padre. No Douglas, no Walton. Luthor. –
Sonrió ligeramente.
-imagina los titulares. “Lex Luthor en una relación homosexual con el muchacho Kent”. -
Y le sostuvo la mirada. Su padre podría arrebatarle todo, pero no el apellido.
-te equivocas si crees que por ser mi hijo estás a salvo. –
Esta vez no había emoción en su rostro.
Lex imitó su calma.
-una vez un hombre sabio me dijo que uno no lanza amenazas que no planea cumplir. –
Su padre perdió la compostura ante sus propias palabras. Se levantó de la silla y presionó el puño con fuerza sobre el escritorio. Lo observó encolerizado como si le costara decidirse qué parte le arrancaría primero.
-lárgate. –
Ordenó.
-te quiero fuera de mi vista. –
Lex le sostuvo la vista una vez más, este era solo otro duelo. Se dio la vuelta sin decir nada y salió de la oficina. Afuera estaba Roger, quien sostenía una plática amena con la recepcionista a espera que le sellaran el boleto del estacionamiento. Aún estaba de muy buen humor, Lex por otro lado podría derretir el acero con su mirada. Decir que estaba furioso seria quedarse corto.
Se aproximó a él y le susurró al oído.
-La única persona que va a proteger mi padre es a sí mismo. No debiste traicionarme. –
La sonrisa se borró del rostro del investigador. Lex continuó con su camino y pidió el elevador, las puertas se abrieron inmediatamente, entró, se giró y volvió a verlo una vez más. Quería ver el miedo en su rostro, grabar esa imagen en su memoria. Se aseguraría de que fuera la última vez que lo viera. Roger no merecía otra oportunidad.
-8-
Llegó al baile en compañía de Chloe, el evento era en el gimnasio de la escuela, ella llevaba un vestido rosa con adornos dorados, se veía hermosa. Clark le acomodó el corsage blanco en la muñeca y posaron en la entrada para el fotógrafo escolar. Adentro la banda ya había iniciado con su repertorio, la pista rebosaba con las parejas que se movían en sincronía como el pasto cuando es besado por el viento.
Rápidamente se acomodaron en la mesa que ya ocupaban Pete y Erika, ambos se veían muy nerviosos. Bebió uno de los ponches más horribles que había probado en su vida, bailó un par de canciones que no requerían que abrazara a su pareja y cuando empezó a sentirse muy agobiado por todo, salió por un poco de aire.
En el estacionamiento las parejas parecían buscar zonas oscuras donde poder desplegar sus muestras de afecto. Rodeó el edificio y quedó frente al estadio de los cuervos. Lana estaba de pie en las gradas, el aire le alborotaba el cabello y el vestido azul de seda haciéndola ver como una aparición. Se acercó despacio y se paró junto a ella, entonces notó que lloraba. La joven volteó a verlo, pero no dijo nada, solo lo tomó de la mano y la apretó con fuerza.
Extrañamente el silencio le resultó agradable. Pasado un rato ella lo soltó y se acomodó el cabello detrás de la oreja.
-le dije a Whitney que iba a irme a Nueva York y él me dijo que se enlistó con los marines. Se va a ir el domingo. –
Clark fijó sus ojos en ella, Lana tenía la vista perdida a lo lejos como si lograra ver algo en el campo, quizá los recuerdos de algún partido o sus días de porrista.
-los dos teníamos planes que no incluían al otro. –
Se pasó las manos por la mejilla, pero las lágrimas seguían saliendo.
-ridículamente me siento herida. -
La joven se sentó en la banca tras de ellos y se limpió el rostro con el chal azul que había decorado sus hombros. Fijó los ojos en él.
- ¿cómo estás? –
Y por primera vez sintió que no tenía la necesidad de mentir. No tenía miedo de mostrarle a ella lo que había quedado de él. Abrió la boca, pero el silencio se mantuvo intacto, volteó hacia al campo buscando las palabras que expresaran lo que sentía, pero no encontró nada.
-estoy. –
Dijo en un tono tan bajo que apenas si lo escucho él.
-el tiempo no se detiene, el mundo no va a esperar a que yo me sienta mejor. Yo tampoco puedo detenerme. –
Sintió el fuego quemarle dentro otra vez.
-él no lo hizo. –
Con esas palabras su corazón se abrió de nuevo, sintió inmensamente y permitió que las lágrimas le bañaran el rostro.
-9-
Sabía que aquel había sido solo un pequeño triunfo, pero no podía bajar la guardia. Su padre lo dejaría en paz hasta que las condiciones cambiaran y pudiera aniquilar a su presa con movimiento certero sin arriesgar ser herido en el proceso. Debía prepararse.
Era el último lunes de junio, llegó a la granja por la tarde, la luz en la cocina ya estaba encendida, pero sabía que Clark estaría en el granero. Lo había meditado todo el fin de semana y aun no sabía que iba a decirle. Subió las escaleras y lo encontró solo, junto a la ventana, el telescopio reposaba en el suelo junto a sus pies, él parecía perdido en el exterior. Se detuvo en el último escalón, Clark volteó a verlo solo por un momento y después regresó su atención a lo que sea que había allá afuera.
Estaba frente a él como él había estado frente suyo unos días atrás. Era consciente de que lo había lastimado, más no estaba seguro de como deshacer el daño.
-Clark. –
No le contestó, tampoco se volvió.
-lo siento. –
Pero él no se movió.
Dio un par de pasos hacía adelante, más tenía miedo de acercarse demasiado rápido. Frente a él estaba la espalda que conocía mejor que la suya, que había besado una infinidad de veces y ahora temía tocar.
- tuve miedo, fui débil y pensé que irme era lo mejor que podía hacer. –
Dio un par de pasos más al frente.
- ¿qué cambió? -
Levantó la vista. Clark seguía dándole la espalda.
-no lo sé. Nada, no soporté la distancia. –
No tuvo el valor de admitir que Lionel conocía su secreto.
-pensé que estando lejos de ti podría protegerte. –
-nunca te pedí que lo hicieras. -
-lo sé. -
Él por fin volteó a verlo.
- ¿qué quieres de mí? –
Había agotamiento en su rostro.
- ¿esperas que salte a tus brazos y actúe como si esto nunca pasó, hasta que vuelvas a dudar y el ciclo se repita? –
Sabía de donde venían sus miedos. Fue a él a quien le había tomado una eternidad aceptar sus sentimientos y solo un instante desistirse de ellos ¿merecía una segunda oportunidad? Negó con la cabeza, bajó el rostro, estaba avergonzado, pero no había una pizca de orgullo en él, estaba listo para arrodillarse si se lo pedía.
-Clark. –
Pronunció su nombre. Fue solo un susurro, una súplica, un gesto de dolor.
Hicieron contacto visual. Vio el dolor en su rostro. Tragó saliva y avanzó los tres pasos que los separaban. Estaba a una palabra suya de romper a llorar. No recordaba la última vez que había llorado, no de la forma en que quería hacerlo. La desesperación quemaba en su pecho.
-lo siento. –
Las palabras quemaron en su boca. El calor se extendió hacia su nariz y después a sus ojos.
Clark lo abrazó por la cintura, lo jaló hacia él y lo sujetó con fuerza, presionando el rostro contra su abdomen. Inhaló profundamente.
-no puedes hacerme esto otra vez. No lo resistiría. -
Peinó su cabello con los dedos.
-lo prometo. –
Clark aplicó un poco más de fuerza en los brazos. Sentía la presión, pero no era suficiente para lastimarlo, curiosamente fue eso lo que le ayudó a relajarse y por fin pudo respirar normalmente. Inhaló vida. Lo vio levantar el rostro y centrar sus intensos ojos verdes en él. Quería besarlo, pero necesitaba admirarlo un instante más. Escucharon el ruido abajo y se separaron. Jonathan subió las escaleras.
-Lex, ¿vienes a despedirte? –
-no. No llegué a un acuerdo con mi padre. La planta se queda en Smallville. –
Jonathan le dirigió una mirada cargada de desconfianza y se dirigió a Clark.
- ¿terminaste tus deberes? Recuerda que vamos a ir al lote de autos por la mañana. –
Tomó el set de llaves Allen que estaba junto a la pared y se fue.
- ¿la planta se queda? –
Asintió.
- yo decidí quedarme y aceptar las consecuencias de eso. –
Volteó hacia el piso de abajo, Jonathan ya no estaba. Se acercó a él y le dio ese beso que quería darle desde que llegó. Esta vez fue él quien mordió su labio, y después volvió a besarlo porque necesitaba de él. Se quedó ahí un momento, abrazándolo, con el rostro acomodado en su cuello, oliendo su piel cálida. Sintiéndose seguro, perfecto, completo.
-no podemos hacer esto aquí. –
Dijo la voz de Clark.
Abrió los ojos.
-mis padres están abajo. –
-lo siento. –
Había empezado a darle guía sin darse cuenta. Necesitaba trabajar en eso.
-10-
Era primavera otra vez, el Porsche de Lex estaba bajo los árboles a un costado del rio Elbow. Estaban recargados en el auto, disfrutando de la brisa fresca que les acariciaba la piel. Desde el sitio donde estaban alcanzaban a ver el puente Loeb, pequeño y simple sin nada que llamara la atención, había cambiado sus vidas. No había ocurrido nada especial, sin embargo, aquel se estaba convirtiendo en uno de los mejores días. Lex se veía relajado y ahí bajo los árboles, el viento suave llevaba su perfume hasta la nariz de Clark. El sol que se escabullía entre las ramas iluminaba la piel de Lex, parecía brillar y la luz le sentaba tan bien como si esa fuera su forma natural.
- ¿qué le vas a decir a nuestros hijos cuando te pregunten sobre cómo nos conocimos? –
La pregunta lo tomó desprevenido.
- ¿a nuestros hijos? –
-no tienen que ser biológicos, Clark. O talvez sí, si pongo los recursos en la investigación adecuada. –
“A nuestros hijos”. No sabía que Lex pensara en esas cosas. Sintió mariposas en el estómago. Volteó a ver el puente Loeb y revivió brevemente el día que lo cambió todo.
-les diré que su padre me arrolló a sesenta millas por hora mientras descansaba sobre el puente Loeb. –
Lex volteó a verlo sorprendido, no logró contener la risa, literalmente se dobló. Era extraño verlo así, estaba casi seguro de que guardaba esos momentos solo para él. Amaba verlo reír.
BONUS.
Llegó al laboratorio poco después de las diez de la mañana. Hamilton lo recibió personalmente en la entrada. Llevaba una taza de café en la mano, se veía cansado y desalineado, parecía que no había tomado un baño en días, aun así, lucía de muy buen humor. No le dio detalles al teléfono, solo le dijo que era indispensable que se presentara a la mañana siguiente.
Caminaron por un largo pasillo hasta que toparon con pared, giraron a la izquierda y recorrieron otro pasillo hasta una habitación al fondo. Cruzaron la puerta que advertía “solo personal autorizado” y se sentaron en la oscuridad del pequeño cubículo. Frente a él había un enorme cristal de doble vista, del otro lado parecía haber un consultorio médico.
Observó en silencio al joven que entró a ocupar la silla de auscultación, su quijada se tensó de inmediato, apretó los puños. No podía oír lo que sucedía del otro lado del cristal, pero comprendía lo que estaba sucediendo. La doctora frente al joven empezó con el examen físico de rutina.
Hamilton rompió el silencio con una pregunta.
- ¿lo conoces? –
Quizá notó su malestar. Tuvo que tomarse un momento antes de responder. Inhaló profundamente y le contestó sin desprender los ojos del joven.
-es... es el chico que estaba en el campo de maíz durante la lluvia de meteoros. -
-Jeremy Creek. –
Afirmó Hamilton.
-hemos estado trabajando con él desde hace seis meses. Hace ocho semanas le aplicamos la primera dosis, tres semanas después de eso le aplicamos la segunda. Jeremy poseía la habilidad de producir descargas eléctricas de un voltaje tan alto que resultaría mortal para cualquier ser humano. Muy por encima de eso, a decir verdad. –
Hizo hincapié sonriendo.
-la semana pasada las pruebas rápidas nos arrojaron los primeros resultados negativos. A las veinticuatro horas repetimos la prueba y el resultado fue el mismo. Ayer por la tarde nos llegaron los resultados de laboratorio. Analizaron las muestras tres veces. -
La sonrisa le atravesó el rostro.
-negativo. Jeremy es una persona tan común, como tú y yo. –
Lex se sintió agradecido por la silla en la que estaba sentado.
-encontramos la cura. -
Afirmó la voz satisfecha del científico.
Notes:
Sé que hay un par de preguntas sin responder, pero voy a dejar abierta la posibilidad de volver a ellas después.
Me gustaría escribir un especial de verano que arroje luz sobre los otros dos especiales y aclare algunas dudas, pero dado que no es algo seguro he decidido marcar este trabajo como completo, la historia principal ya llegó a su final. Aun así, dense una vuelta en julio por si acaso.
Espero hayan notado los "easter eggs" que dejé en algunos capítulos, mi favorito ni siquiera fue intencional (cap. 2 y 9). Algunos títulos también llevan un profundo significado.
A lo largo de todo este trabajo me apoyé mucho en la musica para que provocara en mi las emociones que quería transmitir. Para este último capítulo escuché Roslyn de Cullen prácticamente en loop durante los días que me tomó escribirlo. Cualquier interrupción fue solo de Take a moment to breathe de Normal the kid.
Si tuviera que describir a Clex en canciones;
Clark:
•In this shirt de The irrepressibles y
•We are infinite de The lighthouse and the whaler
Lex:
•Bayou de Mountains of the moon y
•Drifting de Nate EislandHay muchas cosas que quisiera decir, pero me las voy a guardar para que crezca una nueva historia en mi.
A todos los que llegaron hasta aquí, muchas gracias. Fue una aventura de siete meses y me enseñó mucho, de hecho mi progreso en la redacción es vergonzosamente notable, pero supongo que eso es bueno. Después volveré para editar los errores que ya he detectado y los que me faltan.
Nos vemos en la siguiente fanfic.
Chapter 21: ESPECIAL DE VERANO.
Summary:
A diferencia de los otros dos especiales esta es la continuación inmediata del final de la historia principal y explica perfectamente (espero) la tensa relación entre Lex y Jonathan.
No los juzguen muy duro jajaja Espero haber sido fiel al carácter de los personajes.
Notes:
Mi personalidad obsesiva no me permitía terminar esta Fic con 20 capítulos siendo que la 1ra temporada de la serie tuvo 21. Así que aquí están 21 de 21. Se baja el telón.
Chapter Text
ESPECIAL DE VERANO
-1-
Aquel sábado por la mañana el verano se había dejado sentir con fuerza. Cuando Clark despertó el sol ya brillaba alto, las aves cantaban a los cuatro vientos y el nuevo ganado de los Kent se hacía escuchar por toda la granja.
Colocó una rebanada de pan en la tostadora mientras saboreaba la mermelada de fresa que era su favorita, su madre la había preparado exclusivamente para él. Escuchó las voces que provenían del segundo piso y vio a sus padres bajar las escaleras con una bolsa de equipaje. Iban a pasar la noche en Metrópolis. Tenían planes para cenar con unos viejos amigos de Martha que se dedicaban a los bienes y raíces. Eran su última esperanza para encontrar un apartamento dentro de su presupuesto.
Había estado discutiendo con su padre durante semanas y a pesar de sus objeciones Jonathan había decidido alquilar un piso para él solo. Le preocupaba que alguien descubriera su secreto y si compartía el dormitorio con otra persona, eso sucedería tarde o temprano. Clark sabía que no tenían el dinero para eso, pero seguir discutiendo era en vano. Resignado los escuchó darle las ultimas instrucciones antes de salir.
-hay estofado en el refrigerador. Cena bien. –
Dijo su Madre y le dejó un beso en la frente.
-no quiero fiestas. –
Le advirtió Jonathan.
-por supuesto. –
Su padre se detuvo en la puerta antes de salir y volteó a verlo.
- ¿podrías bajar las pacas de heno del granero? Iba a hacerlo ayer, pero perdí la noción del tiempo mientras trabajaba en el tractor. -
-si hubieras aceptado el dinero de Lex ahora tendríamos un tractor nuevo. –
Los ojos de Jonathan lo dijeron todo.
-lo haré por la tarde. –
No se lo había mencionado a su padre, pero ya tenía resuelto lo de su vivienda. Se había comprometido con Pete y compartirían una habitación en los dormitorios de la universidad. Incluso si los amigos de su madre les hicieran un favor con el precio, las rentas los dormitorios seguían siendo, por mucho, más accesibles.
-2-
Llegó a la granja cuando oscurecía, estacionó el Porsche tras la camioneta y caminó rumbo a la entrada de la casa. La oscuridad dentro lo desconcertó, después se percató del silencio y notó que el auto de Martha no estaba. Dio media vuelta rumbo al granero, donde la luz estaba encendida, y en un momento de déjà vu encontró a Clark arrojando las pacas de heno desde el segundo nivel.
El joven paró su labor al verlo, se quitó los guantes y bajó las escaleras con esa sonrisa que le arrugaba los ojos. Avanzó hacia él con prisa, pronunció su nombre en voz alta. Solo él podía detener los latidos de su corazón con el simple sonido de su voz. Clark se detuvo frente a él, lo abrazó sin mediar palabra y lo besó con una naturalidad que solo otorga la rutina, como si aquello fuera algo que hiciera todos los días.
Sentía el corazón desbordado y había perdido fuerza en las piernas. Así habían sido las últimas dos semanas desde su reconciliación, perfectas. Lex tuvo que controlarse para no verse muy entusiasmado con lo que acaba de suceder, especialmente ahí. Se había prometido así mismo ser más cuidadoso y no permitir que nada volviera a poner su relación en riesgo por lo que había decidido que la granja estaba fuera de límites en cuanto a muestras de afecto.
- ¿y tus padres? -
Sonrió
-en Metrópolis. –
Estaban a solas. Exhaló nervioso.
-en realidad venía buscando a Martha. –
-regresan por la mañana. -
La situación le estaba resultando demasiado tentadora. Recorrió el pequeño taller que Jonathan había instalado ahí, mientras Clark lo seguía con la vista. Decidió ir al asunto que lo aquejaba antes de cometer una impulsividad.
-el departamento de recursos humanos está organizando un picnic por el aniversario de la planta, y pensé que sería buena idea rifar algunas tartas entre los empleados. Todo mundo sabe que las tartas de tu madre son las mejores del pueblo, posiblemte de todo Kansas. –
Se recargó en la mesa de trabajo como lo hacía en su escritorio y estiró las piernas hacia enfrente en dirección a Clark.
-soy consciente de que por las fechas debe tener mucho trabajo, pero quise ver si podía hacer uso de mis influencias. –
Clark empezó a avanzar en su dirección.
- ¿Cómo un favor personal? ¿de suegra a yerno? –
-algo así. –
No pudo contener la risa.
Clark se detuvo frente a él, se apoyó en la mesa acorralándolo entre sus brazos.
-le pregunto mañana que regrese. –
Se estaba esforzando en comportarse de manera sensata, en ser el adulto responsable. La granja de los Kent definitivamente estaba fuera de sus límites, pero era demasiada tentación y Clark no le estaba haciendo las cosas sencillas.
Lo vio inclinarse y cerró los ojos por acto de reflejo. Pudo sentir los labios suaves sobre los suyos. Abrió la boca por inercia, la lengua de Clark alcanzó a humedecerle el labio superior. Por poco pierde el control, pero encontró fuerzas suficientes para detenerse.
- ¿y a qué fueron a la ciudad? –
-a buscarme un apartamento. –
Respondió reincorporándose. Parecía confundido, pero lo dejó pasar.
-mi padre no quiere que me quede en los dormitorios. –
-pensé que ibas a estar con Pete. –
-no lo sabe. –
Clark regresó a las escaleras, se colocó nuevamente los guantes y levantó una de las pacas como si fueran de algodón. Lo hacía ver como algo tan sencillo. Levantó la paca hasta el pecho y la llevó hasta el fondo junto a la pared donde estaban las demás. Regresó por otra y la tomó de la misma forma. Sus bíceps estiraron la tela de la camiseta al grado que parecía a punto de romperse. Lex no comprendía como podía encontrar esa imagen tan sexy, pero algo dentro de él quemaba por tocarlo.
-yo…-
El joven se detuvo al escucharlo.
-yo…-
…y le sonrió.
Tuvo que girar el rostro, apenado, para poder terminar la oración.
-yo aún tengo mi apartamento en Metrópolis, puedes quedarte ahí. –
-seguro. Apuesto que a mi padre le encantaría eso. –
Lo vio regresar junto a las escaleras por otra paca de heno. Se acercó a él por la espalda y le dejó un beso en la nuca. De nuevo su cuerpo se movía por voluntad propia. Se sorprendió así mismo, pero intentó actuar como si hubiera hecho aquello a propósito. Se alejó de él un par de pasos, se inclinó e intentó levantar una de las pacas, definitivamente estaban mucho más pesadas de lo que él lo hacía ver.
Clark rio al ver su esfuerzo. Aun acariciaba con los dedos el sitio donde Lex lo había besado.
-dobla las rodillas y mantén la espalda recta. –
Lex obedeció, pero le seguía costando trabajo. Lo observó acercarse a él y rodearlo por la espalda. Clark sujetó la paca justo por sobre sus manos y la levantó como si no pesara nada. Acomodó el rostro junto al suyo, le dejó un beso en la mejilla y Lex soltó la cuerda que mantenía el heno en su forma rectangular. La paca desapareció frente a él, sintió el viento espesarse al grado que le pareció podría sentarse en el aire. Sintió la mejilla de Clark aun sobre la suya, los latidos de su corazón bombeando al mismo tiempo que el suyo.
Clark lo tomó de la mano, lo giró hacia él y lo besó. Amaba eso que hacía con la lengua justo antes de morderle el labio, era como su sello personal. Cayeron sobre las pacas de heno, Clark bajo él. El corazón del joven latía con tanta fuerza que pudo sentirlo en cada célula de su cuerpo. Sabía que no debían hacer eso ahí, pero habían dejado atrás la oportunidad de detenerse.
Le besó el cuello, le retiró la camiseta que milagrosamente aún se sostenía intacta y recorrió la línea de su clavícula con los dedos. Centró sus ojos en los de él, tenían el verde más espectacular que había visto en su vida. Los había visto una un millón de veces y no podía cansarse de ellos. Tomó nota, debían ser esos ojos lo último que viera antes de morir.
- ¿qué sucede? –
Preguntó Clark.
“no te merezco” pensó, pero no lo dijo.
-nada. -
Y lo volvió a besar. Perdió el control. Las pacas de heno bajo ellos habían desaparecido, todo el granero parecía girar, pero no se sentía mareado. Podrían estar en Smallville o al otro extremo de la vía láctea y no sabría la diferencia, no importaba, era irrelevante mientras estuviera con él.
Algo lo sacó bruscamente de su delirio. Unas manos lo sujetaron por los hombros y después sintió un fuerte golpe en la cara. Instantes después escuchó los gritos.
- ¿Qué diablos crees que estás haciendo? –
Era Jonathan.
- lárgate de mi casa. –
- ¡oh por Dios! ¡Oh por Dios! –
Martha gritaba desde la entrada.
Clark parecía congelado en su sitio, no se había movido ni un solo centímetro. Lex se levantó e intentó limpiarse el rostro, sentía la nariz muy caliente, estaba sangrando más no le dolía. La adrenalina se había apoderado de él.
- ¿no me escuchaste? Lárgate de aquí antes de que cometa una estupidez. –
Jonathan tenía el rostro enrojecido.
-vete, por favor. –
Le pidió Martha.
Caminó hacia la entrada, pero se detuvo, estaba preocupado por Clark, volteó a verlo, el joven aun parecía en estado de chok. Lo vio inclinarse y recoger la camiseta. Hicieron contacto visual y él le pidió que se fuera. No quería hacerlo, lo dudó, pero Jonathan caminó en su dirección con los puños apretados. Clark lo detuvo.
-vete. –
Le volvió a pedir Clark.
Subió al auto, estaba temblando, saboreó su propia sangre. Encendió el motor y salió de ahí odiándose por haber arruinado las cosas. Sabía que todo era su culpa.
-3-
Los tres entraron a la casa. Jonathan aun con la cara roja y la vena de la frente inflamada.
-no quiero verte. Sube a tu habitación. –
Cada palabra que pronunciaba iba con toda la potencia de su voz.
Clark no se movió, quería gritarle de regreso, reclamarle por el trato que le había dado Lex, pero si bien no se avergonzaba de su relación, las circunstancias en que esta había salido a la luz le impedían sostenerle la vista a su padre con dignidad. Bajó el rostro, tragó saliva y subió en silencio.
Cerró la puerta, subió a la cama y se cubrió con las sábanas. El peso de la situación apenas empezaba a caer sobre él. Estaba enojado con Lex por haber sido descuidado, le había mencionado con anterioridad que no debía darle guía ahí en la granja. Estaba enojado con su padre por haber reaccionado de la forma en que reaccionó. Estaba enojado con su madre por no haber intervenido cuando sabía de su relación desde hacía meses. Y estaba enojado consigo mismo por haber permitido que sucediera todo eso.
La puerta de su habitación se abrió sin previo aviso, era Jonathan. Se retiró la sabana del rostro, pero no volteó a verlo. Finalmente reconoció la vergüenza que lo inundaba.
- Clark –
El volumen de su voz había disminuido, había desconsuelo en su rostro.
-tú… -
Jonathan sacudió la cebeza, las palabras se le amontonaron en la garganta. No logró formar una oración.
Salió y la puerta se azotó tras de él. Lo escuchó bajar las escaleras. Se concentró en la conversación que sucedía en la planta baja.
- no lo entiendo. –
Era la voz de su padre, más frágil que instantes atrás.
-Lex Luthor. –
Escuchó el agua del grifo y después la chispa de la estufa.
-dime algo. –
Lo escuchó insistir.
-voy a preparar té. –
-Martha. –
- ¿en verdad quieres saber lo que pienso? –
El silencio entre ellos le pareció aterrador ¿sabrían ellos que los estaba escuchando?
-creo que es mejor que descansemos y hablemos mañana que estemos más calmados. –
- ¿cómo me voy a calmar cuando es Lex Luthor de quien estamos hablando? –
-sí, pero también es Clark y está aterrado ¿viste su rostro? –
De nuevo el sofocante silencio.
- ¿y qué se supone que haga? –
Le pareció oírlo sofocar el llanto.
-no sé cómo tú puedes estar tan calmada. –
Su madre no le contestó. La tetera silbó y escuchó la acusación de su padre entre el sonido del vapor.
- ¿tú lo sabías? –
Sintió su corazón detenerse.
-lo sabías –
Su voz fue tan clara y fuerte que la habría escuchado sin necesidad de sus habilidades.
Escuchó los pasos de Jonathan en las escaleras y salió por la ventana sin estar seguro de por qué sentía tanto miedo. Todo había sucedido demasiado rápido y ahora sus padres discutían por su culpa. Se quedó en el tejado, sabía que no podía irse porque su padre lo iría a buscar a la mansión. Escuchó la puerta de su habitación abrirse y después lo escuchó gritar su nombre un par de veces.
Los pasos de su padre bajaron las escaleras a prisa, lo vio salir corriendo rumbo a la camioneta.
- ¡aquí estoy! –
- ¿qué haces ahí? –
No le respondió.
- ¡baja! –
Ordenó Jonathan, pero Clark no se movió.
- ¿Clark? -
Martha salió al patio tras de Jonathan.
- ¿qué estás haciendo ahí? –
Su vergüenza solo se incrementó.
-baja ahora mismo. –
Insistió su padre.
-Jonathan ya es suficiente. –
-Martha mantente al margen. –
- ¡no! ya es suficiente. –
Gritó su madre molesta.
Podía contar con los dedos de una mano las veces que la había visto así.
-Jonathan regresa a la cocina. Clark entra a tu habitación. –
Ambos obedecieron. Se concentró de nuevo en la conversación que sucedía abajo. Escuchó la silla ser arrastrada sobre el piso de madera, los cubiertos que chocaron con el fregadero de acero inoxidable, el agua del grifo que estuvo abierta solo por un instante y la acusación de su padre.
-tú lo sabias. –
- ¿vas a decirme que tú no te habías dado cuenta de que algo pasaba entre ellos? –
La calma en la voz de su madre lo desconcertó.
-pensé que estaba impresionado con el dinero. –
Le pareció reconocer cierta timidez en su voz.
- Por favor. Lo criamos mejor que eso. –
- ¿y qué se supone que haga? –
Preguntó Jonathan de nuevo en volumen alto casi acusatorio, dejando que sus emociones hablaran por él.
-no sé, pero así no se resuelven las cosas. Está aterrado ¿es eso lo que quieres, que te tenga miedo? ¿qué ya no confié en ti? -
Se sintió culpable. Ya no quería escuchar, quería irse, pero sabía que no podía. Se envolvió en las sábanas una vez más, intentó calmar sus nervios, bajar su ritmo cardiaco y no pensar en Lex. De momento no había nada que pudiera hacer y sabía que él también debía estar preocupado.
-4-
Llegó a la mansión y el secretario llamó a su médico de cabecera en cuanto lo vio. Lex ordenó al personal retirarse y se fue a su habitación sin decir nada más.
Cuando el especialista llegó encontró a Lex recostado en la cama, con la cabeza inclinada hacia atrás y unos trozos de papel en los poros nasales. Se apresuró a retirar el papel y empezó a tratar la herida.
- ¿qué fue lo que te pasó? –
Preguntó el hombre.
-limítese a hacer su trabajo. –
Era una advertencia.
Estaba furioso, desquitando su ira con todos, aunque sabía bien que el único responsable era él. No sabía si Clark lo odiaba o si lo culparía por lo sucedido, si Clark había notado cuanto había intentado resistirse. Pero como Luthor sabía que las excusas no tenían ningún valor y así tuviera una o un millón no cambiaban absolutamente nada.
Era consciente de que en algún momento tendrían que decirle la verdad a Jonathan. Lo había meditado y su relación, aunque breve, era mucho más seria de lo que nunca habría considerado. Ya no imaginaba la vida sin él ¿en qué momento Clark se apoderó de su futuro?
Exhaló frustrado. La ira empezaba a abandonar su cuerpo, como lo había hecho la adrenalina antes de llegar a la mansión. La culpa empezó a llenar los vacíos que dejaban los otros sentimientos. Solo quería saber que Clark estaba bien.
-5-
Escuchó a su madre subir las escaleras. Tocó a la puerta dos veces y entró antes de que le respondiera. Se sentó en el colchón junto a él y lo observó de esa misma forma que lo había visto tantas otras veces cuando las experiencias le enseñaban que la vida simplemente no era justa.
-no quiero escucharlo. –
-no he dicho nada. –
Le respondió ella.
Las lágrimas le corrieron por el rostro.
-tu padre se va a ir a dormir y va a hablar contigo por la mañana. –
- ¿mamá? –
- será mejor que Lex evite la granja por un tiempo. –
La vio intentar levantarse, pero no la soltó. Tenía miedo de que se fuera, de que la mañana llegara y de tener esa conversación con su padre.
Martha volvió a sentarse.
- Clark ¿en el granero? ¿qué estabas pensando? –
-lo siento. –
Lo tomó de la mano.
- debemos tener una conversación sobre sexo seguro. –
Se soltó de ella y esquivó sus ojos.
-no la necesito. –
- ¿quieres tenerla con tu padre? –
-mamá, no la necesito. –
Se cubrió el rostro.
-por favor. –
-sé que es incómodo, pero tenemos que hablar de esto. –
- ¿podemos hacerlo otro día? –
-de acuerdo, pero va a ser esta semana. –
Le dio una palmada en la mano, un beso en la frente y se puso de pie.
-sabes que te amo… siempre, a pesar de cualquier cosa. Tu padre también lo hace. –
Se quedó pensativa por un momento, con la vista sobre la ventana, pero aquello que arrebató su atención se extinguió en sus mismos pensamientos.
-buenas noches. -
…
Por la mañana cuando bajó las escaleras encontró a su padre en la mesa de la cocina. Estaba solo con una taza de café caliente frente a él.
Tenía miedo, lo cual era ridículo, pero estaba aterrado. Agudizó el oído, más no logró escuchar a su madre por ningún lado.
-tu mamá salió hacer unas compras, va a volver más tarde. Siéntate. –
Ordenó.
Se quedó pensativo al pie de las escaleras, dudando sobre sentarse o huir.
-siéntate. Necesitamos hablar. –
Tomó la silla frente a su padre y fijó lo ojos en la taza de café. El vapor danzaba en el aire.
-hijo…-
Exhaló.
-eres lo que más amo en este mundo. Todo lo que quiero es protegerte y que tengas una buena vida. No parece mucho, pero hay veces que me parece imposible. –
Hizo una pausa para beber café, pero se detuvo antes de que la taza le tocara los labios.
-quiero pensar que esto entre ustedes es algo pasajero, pero tu madre no cree que sea así. Yo no confió en él. Es un Luthor y podrás decirme lo que quieras, pero Lionel Luthor forjó su carácter. –
-papá. –
-no me interrumpas. –
Su padre parecía irritado, se veía severo, pero sobre la tensa quijada sus ojos revelaban sus sentimientos. Era obvio que no había dormido lo suficiente, también parecía que había llorado.
-no confíes en él, concédeme solo eso, no le cuentes tu secreto. Lo que más amo en este mundo, está en manos de la persona que menos confío. –
La culpa le dio en el pecho. No tuvo corazón para decirle que Lex conocía parcialmente esa verdad.
-asegúrate que nunca sepa de la nave. Puede que ahora todo sea miel, pero no sabes que va a pasar en un futuro y él nunca va a dejar de ser un Luthor. –
Lo vio levantarse de la mesa, sin haber tocado el café.
-…y no lo quiero en la granja. No quiero verlo, ni oír de él. Por la tarde hablaremos de tu castigo. –
- ¿vas a castigarme? –
- ¿te parece poco lo que estabas haciendo con él en el granero? Es un área común, Clark. Y olvídate del departamento en Metrópolis, vas a compartir dormitorio con Pete. Esta mañana hablé con su padre y ambos están de acuerdo. –
Tomó los guantes de trabajo de la barra y salió de la cocina.
-6-
Habían pasado tres días desde su último y desastroso encuentro con Clark. Había considerado llamar a la granja, pero su buen juicio le había advertido que no era buena idea. Comenzaba a desesperarse al grado que había empezado a considerar el ir a buscarlo a sabiendas de que Jonathan cumpliera su amenaza.
Esa noche al salir de la planta condujo hasta la intersección que llevaba a la granja de los Kent y detuvo el auto, apagó las luces y se quedó ahí por un rato intentando escuchar algo, así fueran solo las vacas. Intentando que sus ojos reconocieran alguna figura a la distancia, donde incluso las luces parecían bastante lejanas.
Bajó la ventanilla, olió la tierra, el pasto fresco y el estiércol. Se quedó ahí por un rato comprimido por un sentimiento de culpa, angustia y asfixia. Se sabía un cobarde. Cuando llegó a la mansión el personal ya dormía, solo la luz de la entrada estaba encendida, debía ser más tarde de lo que suponía. Se retiró la corbata y subió las escaleras al segundo piso que estaba a oscuras. Escuchó los golpes en la puerta y se detuvo. Se quedó quieto con una mano sobre el barandal y en la otra la corbata.
-Lex. –
Solo él podía hacer que su corazón se detuviera con el simple sonido de su voz. Bajó las escaleras tan a prisa que casi se tropieza. Abrió la puerta y ahí estaba, de pie del otro lado, con esa misma sonrisa que le arrugaba los ojos. Quería saltar sobre él, pero tenía miedo de arruinar las cosas aun más. Lo observó de pies a cabeza asegurándose de que estuviera completo.
-lo siento. –
Sintió sus brazos alrededor suyo, después sintió el restó de él. Reposó el rostro sobre su hombro y lo abrazó con fuerza, porque lo había extrañado cómo no creía posible volver a extrañar.
-no tienes que disculparte. –
Le dijo él.
Y cuando levantó el rostro ahí estaban esos ojos verdes que bien valían otra nariz rota. Lo besó y sonrió porque cuando estaba con él nada le dolía.
Clark fijo la vista sobre el parche en su nariz.
-ya está bien. –
Le informó.
-el médico dijo que en unos días estaré como antes. Sano bastante rápido. –
Lo tomó de la mano y subieron a su habitación.
Clark le contó todo, bueno, casi todo.
Esa noche vio las luces del auto en la carretera y estaba seguro de que era él. Decidió escaparse una vez que sus padres se quedaron dormidos. Le contó de la emergencía que obligó a los amigos de Martha a cancelar la cena de último minuto, de su castigo y, aunque era obvio, mencionó que debía evitar la granja por un tiempo. Por el lado positivo, ahora Jonathan sabía de su relación y aunque no la aprobaba tampoco había intentado prohibirla.
Lex se quedó dormido entre sus brazos, escuchando su voz y los latidos de su corazón. Despertó a la mañana siguiente con el sonido de la alarma, de nuevo estaba solo en su habitación, pero las sábanas aun olían a él. Tres semanas, le había dicho Clark, estaría castigado por tres semanas y después las cosas volverían a la normalidad.
No, serían mejor que antes.

MikanSakuno1 (Guest) on Chapter 5 Mon 18 Sep 2023 02:51AM UTC
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T-H Amatista (Nerida6) on Chapter 5 Fri 22 Sep 2023 05:29AM UTC
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