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Jade's Promise | SPANISH

Summary:

«Te prometí que vivirías, pequeño. Cumpliré esa promesa. Con tu padre cuidándonos, te daré el regalo de mí misma».

Porque, desde el momento en que lo supo, su decisión ya había sido tomada.
Incluso si eso le costaba su propia vida.

Notes:

Spoilers, headcanon y canon divergence a continuación.
(Actualización 2025): Cabe aclarar que he decidido seguir el orden cronológico de las últimas aventuras antes de 1999, de modo que esto sucede después de «Ángeles de Zariman», para propósitos futuros (?)

Chapter 1: I. Nunca

Chapter Text

I. 

Odio y amor. Muerte y vida. Venganza y perdón. La espiral en la que se había hundido hasta que la podredumbre llegó hasta su cuello iba más allá de la dualidad que los caídos Orokin, sus antiguos señores, tanto pregonaban, encarando un dilema que jamás se imaginó. Un dilema que yacía en medio de los dos extremos que controlaban sus acciones desde hace tanto tiempo: una decisión que ponía en juego lo que fue, lo que era y lo que sería.

« Toda tu terrible vida la has vivido con desesperación, angustia, odio. Pero nada de eso se compara con tu culpa.»

Es fácil cuando sólo tienes una elección, una decisión en mente, y te apegas a ella. Cuando ya no tienes nada que perder ¿qué es seguir hundiéndote en el fango, sino algo casual e insignificante en tu haber sinsentido?

Pero cuando queda algo… es como si aún tuvieras todo.

Él no quería perderlo. No de nuevo.

«Entre todos los Dioses, Reyes y Señores dorados… ¿por qué fuiste tú a quién ella decidió salvar?» Esa era una buena pregunta; una que le había carcomido la consciencia noche tras noche, como un parásito cruel y despiadado que susurraba un nombre que no lograba distinguir en su totalidad.

Un nombre fantasmal, de alguna forma, que siguió flotando por… ¿meses? ¿Años, quizá? No estaba seguro. Hace tanto que el tiempo había dejado de tener sentido para él.

Así, mientras las plumas seguían cayendo, él las recogía una por una, controlado por algo desconocido que se propagó por su cuerpo más rápido que la propia infestación. Era su forma de lidiar con el momento rutinario, pero doloroso, en que debía de entrar para confirmar que seguía viva y verla allí, recostada en la cama, más y más débil, enferma y agotada.

La visión lastimera de alas que se marchitaban miserablemente siempre lograba remover algo en él que creía muerto. La desesperación a la que estaba acostumbrado, resignado desde aquel fatídico día que se grabó como hierro ardiente en su mente, lo sofocaba. La impotencia lo consumía en silencio.

Entre el tumulto de sentimientos que entumían su cuerpo había miedo también: un miedo que retorcía sus entrañas de acero e infestación de tan sólo saber cuál era el final que la asechaba a ese paso si él no hacía algo para evitarlo. Pero él había hecho todo lo que estaba en su poder para mantenerla bien, a salvo… y aun así nada servía.

La respuesta del por qué era obviamente dolorosa y frustrante: él no era capaz de ayudarla. No podía pagarle el favor.

—Su luz está apagándose. Su vida se agota… y a este paso nunca sabrás por qué este asesino desconocido decidió perdonarte…

Las palabras del Padre Consciente siempre fueron mordaces, arrastrando en ellas el odio que compartían hacia los Tenno, pero desde que había descubierto sobre ella… desde que Shadow —o Stalker, o cómo carajos lo llamaran ahora—, se permitió compartir su secreto más íntimo con él después de haber fallado en acabar con la razón de su desdicha —y su retorcida dicha actual, también—; ese secreto recelosamente guardado en su pecho por… ¿meses? ¿Años? ¿Décadas?, el tono en su voz era diferente. Casi como si Hunhow sintiera lástima por su Sombra.

Tal vez era genuina preocupación la que él le profesaba; después de todo, fueron equipo alguna vez. O tal vez era… algo que se negaba a aceptar.

Fuese lo que fuese, Stalker ignoró sus palabras por enésima vez, y se acercó a ella, tomando asiento a su lado, reclinándose para ver la agitada, pero al mismo tiempo débil respiración de aquella Warframe bajo su cuidado. Su mano aún dudaba en tomar la suya, buscando demostrarle que estaba allí, que siempre estaría allí… para y por ella.

El recuerdo de su cuerpo sobre sus brazos seguía siendo un recuerdo que le daba un doloroso vuelco a su estómago, porque en ese entonces ella… ella aún no estaba así de mal. Lo recordaba como si hubiese sido ayer —de los pocos recuerdos que permanecían frescos en su perturbada mente—, y lo extrañaba a pesar de que había un matiz de ironía, cruel y vergonzoso, en aquello. Y es que cuando la alzó en sus brazos por primera y única vez, después de verla desplomarse sin razón aparente y cargarla hasta aquel que sería su longevo lecho, el sentimiento no era todavía de desesperación. Era confusión sí, porque él, el asesino de Tennos, aquel que odiaba a esos niños demoniacos con cada fibra de su ser, ¿en qué momento decidió cuidar de una de esas armas por…por gratitud? Por preocupación, por… ¿cariño, tal vez? ¿Cómo podía algo como él sentir todavía la calidez de un corazón que ama, reflejándolo en una de las armas que lo hundieron en la podredumbre de su odio?

No sabía su nombre —esos siempre ligados al guerrero que fueron antes de su transmutación. Maldita sea, ni siquiera estaba seguro de nada acerca de dicha Warframe, pero ahí estaba, al pie del cañón junto con ella, deseando aminorar su agonía, o mínimo compartirla. Tal vez de esta manera se sentiría más útil…

—Sabes de quién necesita ayuda —volvió a hablar Hunhow, rompiendo con sus cavilaciones—. ¿Dejarás que se ahogue en tu desesperación, Sombra? ¿O enfundarás tu odio y pedirás ayuda?

Nunca. —Fue la respuesta, seca y cortante, carrasposa por el esfuerzo, que le dio a Hunhow, antes de salir de la habitación.

Él jamás podría perdonar a los Tenno por lo que hicieron —lo que le hicieron a él, al Imperio y a todo el Sistema Origen. Esos niños malditos, esos monstruos del Vacío a los que estúpidamente había dejado vivir por la confusión de ver qué eran realmente, no merecían su perdón ni nada de su parte que no fuera el odio que se habían ganado bajo sus propios méritos.

Además, para salvarla no necesitaba de asesinos, de mocosos, de falsos héroes que luchaban por un supuesto honor tan trastornado como ellos mismos. Él podía hacerlo por cuenta propia.

Él debía hacerlo por cuenta propia…

—¡Condenas lo único que alguna vez quisiste salvar con tu terquedad! —Hunhow le reprochó, pero él nuevamente lo ignoró.

Si para salvarla tenía que masacrar Corpus, o Grineer o cualquier otra facción que se le pusiera enfrente, eso haría: más nunca, jamás, pediría ayuda.

Además… su Hate tenía sed de sangre todavía, y él necesitaba desahogarse un poco de toda esa frustración acumulada a lo largo de tantos años… todo es odio, esa impotencia, esa… culpa. Así que ¿por qué no aprovechar matar el dos pájaros de un tiro?

Sin embargo, como ya venía asumiendo, a pesar de no querer admitirlo abiertamente, infiltrarse en la nave Corpus para robar más bioplasma no sirvió de mucho: él no se sintió mejor, si es que eso era posible, y escuchar al capitán a través de los altavoces de la nave sólo acrecentó una furia más bestial dentro de él.

—¡Intruso, este es el Capitán Xeto de la Ardent, al servicio del poderoso Parvos! Quienquiera que seas —porque se había dado cuenta de que él no era un Tenno, incluso pareciéndose a uno— es mejor que te largues. ¡Tus acciones no serán toleradas!

Por supuesto, él la ignoró.

Cámara por cámara, la Sombra se encargó de robar del bioplasma médico sin hesitar, aun escuchando los parloteos de la Corpus por la nave hasta finalmente reconocerlo como El Cazador de Tennos, sin cerrar la maldita boca ni una sola vez. No era una buena señal ser reconocido, pero a esas alturas poco le importaba si intentaban seguirlo. Acabaría con todos los que intentasen detenerlo. Haría el silencio: ese al que estaba acostumbrado, ese que, así como lo atormentaba, también lo consolaba de alguna forma, y se mantendría en las sombras ya no sólo por una retorcida razón como asechador, sino… como protector.

Chapter 2: II. Todo Menos Eso

Summary:

Todos sus intentos son inútiles, pero él no se rinde. No puede hacerlo. No quiere hacerlo.

Notes:

Ya jugué la aventura (enseguida de «La Nueva Guerra») y lloré. Demasiados sentimientos encontrados QAQ. Como sea, todo sigue siendo una interpretación personal de la aventura y el personaje. Y, cómo no, ahondar un poquito más en el romance, porque amo el romance en Warframe y entre ellos (?).

Chapter Text

II.

Al llegar nuevamente a su escondite, ignorando el riesgo latente de las tropas Corpus cuyas órdenes eran seguir su nave, Stalker se apresuró a llegar hasta ella. Apretaba con fuerza las bolsas de bioplasma robadas, respirando con pesadez mientras volvía al lecho de la moribunda arma de guerra que quería salvar.

No avisó que había vuelto: incluso si hubiera querido hacerlo, prefirió dejar que los pasos resonando suavemente en el denso silencio anunciara su retorno: uno que le había tomado más tiempo que otras veces en su intento de despistar a los Corpus para no tener que lidiar con ellos más de lo que ya lo había hecho. Después continuó hasta su habitación, deteniéndose en el umbral de la puerta automática, intentando que la lastimera imagen de la Warframe no fuera más fuerte que su convicción.

Finalmente, después de vacilar por un momento más, inhalando profundamente mientras jugueteaba con sus pies de forma involuntaria, entró y paso tras paso se acercó hasta ella, hincándose al lado de la cama.

No dijo nada tampoco: no quiso intentarlo otra vez. Algo se lo impedía más allá de que, comparado con su antiguo yo, pocas eran las palabras que podía decir actualmente sin desgarrarse la garganta —aunque no es que necesitara hablar, de todos modos, ya que no tenía con quien hacerlo más allá del Padre Consciente.

Dicha razón era que ella ya no podía escucharlo.

Hundida en su propio dolor, en su cuerpo moribundo, la voz de Stalker era un murmullo lejano que la Warframe no lograba entender: un estímulo vacío que pocas veces la despabilaba de su agonía.

Él se había rendido no mucho después de descubrir esto, prefiriendo volcarse en la búsqueda de su salvación en lugar de un consuelo pasajero e infructífero, pues incluso si pudiera hablar como si su transformación en lo que era ahora no hubiera afectado más que su psique, hace tanto que había perdido la pizca de convicción para luchar contra sus propias pesadillas, para fingir ser algo que no era… para consolarla diciéndole que todo saldría bien, pues ¿cómo hacerlo sonar real si él ya no creía en la falsa ilusión que proporciona la esperanza?

Era mejor demostrárselo. Las acciones se le daban mejor.

Pero cuando abrió una de las bolsas y la vertió sobre ella sin previo aviso, el resultado fue tan fútil como todos sus intentos anteriores. De repente, con un espasmo que la hizo tomar asiento, la Warframe se retorció en medio de un alarido de dolor agudo y agónico, sujetando con una mano su vientre y con la otra el filo de la cama, obligándolo a cubrirse donde debieran de estar aún sus oídos —ahora fusionados en su casco negro con rojo.

Sin poder evitarlo, Stalker también retrocedió, como si en lo profundo de sí mismo existiera el miedo a que ella lo atacase… a que cualquiera que hubiese sido la razón para perdonarlo dejase de existir en su mente, y fuera la agonía de su cuerpo lo que la hiciera reaccionar como cualquier animal herido lo haría en su situación.

Eso no pasó, de nuevo. Ella simplemente se desplomó sobre la cama con el cuerpo más lánguido: espasmos apoderándose de sus músculos hasta finalmente ceder, sin dejar de cubrir su vientre como si lo protegiera, perdiendo el conocimiento de nuevo.

—¿Lo ves? Es inútil —mencionó Hunhow, siempre tan inoportunamente realista—. Sólo hay alguien que puede ayudarla.

—… Tenno —se oyó a sí mismo, no con un gruñido de frustración, sino con un… una especie de resoplido resignado. Sus hombros se tensaron más de lo que ya estaban, forzándolo a tomarse un momento. Entonces se sentó en el filo de la cama, contemplándola, procesando lo que ya sabía que era no sólo necesario, sino urgente.

Aun así, se negó a admitir que estaba sin más opciones: en su lugar, volvió a rebuscar, entre las decenas de sus robos pasados, algo que pudiera ayudarla más que el bioplasma puro.

Rudimentarias inyecciones con medicamentos caducos para anestesiar el dolor —cuyas agujas se rompían antes de penetrar la blindada piel de la Warframe—, bolsas de agua y trapos húmedos para bajar una fiebre que no disminuía, yacían bajo el polvo del abandono. Entre todo esto había también pútridos sacos de carne infestada que la Warframe lanzó lejos de ella, gruñéndole cuando él se los acercó en sus primeros intentos de ayudarlo, pensando que serían útiles, para al final terminar dudando de si la infestación realmente podía ser de ayuda y, de ser así, qué material era el necesario para su situación…

A pesar de las pasadas palabras de Hunhow calando hondo en su mente, combinados con susurros que murmuraban ese nombre que seguía agitando algo en su interior, Stalker intentó inyectar el sobrante de bioplasma con el terco anhelo de que funcionara de una maldita vez, pero ella ya no reaccionó al fútil intento. Para mayor presión, su respiración pasó a ser más pausada que los últimos días… por lo que Stalker sabía que no tenía mucho tiempo a su favor.

Ya había desperdiciado demasiado por negarse a ceder ante su propio ego.

—Sabes dónde encontrarlos —insistió el Padre Consciente, notando cómo la tensión en sus hombros finalmente cedía.

Entonces, con un suspiro frustrado y los puños apretados, la Sombra miró una vez más a la Warframe. No pudo ser capaz de acercarse, de tocarla, de hablarle para prometerle esperanzas que deseaba con todo su ser que se hicieran realidad. En su lugar, simplemente se marchó con pasos pesados y resignados, decidido a salvarla costara lo que costara.

Su ego podía irse al diablo si con ello podía hacer algo para que siguiera a su lado…

«Viva», se corrigió. Para que siguiera viva, sana y salva… aunque a esas alturas ya era estúpido de su parte seguir negando que la quería a su lado.

No sabía por qué, no podía recordar siquiera la razón exacta por la que aceptó la demandante tarea de cuidarla; ni siquiera entendía por qué verla le rompía el corazón al mismo tiempo que lo sanaba. Lo único que quería hacer, de lo que estaba totalmente seguro, era que quería verla al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente… y así por el resto de su vida maldita, sin el miedo de perderla cuando menos se lo esperara.

Chapter 3: III. Pedido de Auxilio

Summary:

«¿Nunca has pensado en algo más que venganza?», le había preguntado la Viajera cuando consiguieron el primer cristal de arconte para Natah. Él no le respondió, aunque ahora la respuesta estaba siendo finalmente respondida.

Notes:

A partir de aquí habrá más presencia de canon divergence y headcanons —bastante más notorio. Y cómo no, ¡la participación de Umbra también!

Siento que hubiera sido genial meter a Umbra considerando que el final se desarrolla en Lua y, bueno... él también fue un papá, y se supone que él tiene consciencia y se confirmó que puede deambular por el Orbitador... en fin, por algo existe este fic.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

III. 

Entrar al orbitador del Tenno fue relativamente tan simple como la primera vez que lo hizo con la ayuda de Hunhow, pero la diferencia entre aquella vez y la actual era notable no sólo por cierta decoración extra —y un lejano sonido a… ¿un shawzin? Que se combinaba con la radio donde una mujer hablaba—, sino por grafitis y rayones que parecían encargarse de resaltar ese lado infantil que parecía estar tan fuera de lugar considerando el historial de sangre, muerte y caos que arrastraba sin siquiera importarle. Qué decir de la Viajera… esa roñosa chiquilla que había crecido para actuar más arrogante y descarada que la chiquilla actual.

Aquel garabato de «Ordis estuvo aquí, Operador, y Umbra también» fueron ignorados tan pronto los vio, sintiendo la bochornosa frustración creciendo en su pecho mientras su estómago se hundía desagradablemente. ¿Realmente iba a pedirle ayuda a la niña —ya no Viajera— y su Cefalón loco?

—Operador, ¿desactivaste los sistemas de seguridad? Sabes que eso no se debe hacer; es peligroso. —Los pensamientos de Stalker se vieron interrumpidos al escuchar la voz del Cefalón desde el fondo de la nave, cortesía de su intromisión y lo que ésta conllevaba para la seguridad de la nave.

Aquella voz le sonó familiar. Demasiado, quizá más ahora que nunca antes, pero dejó ese pensamiento para después —o tal vez nunca. Presuroso, sintiendo la adrenalina corriendo por su cuerpo, pues a pesar de su odio era consciente del peligro en el que estaba involucrándose al entrar a la madriguera del demonio, Stalker buscó dónde poder esconderse de aquella particular inteligencia artificial, caminando con pasos ligeros que parecían volverse humo.

Ordis entonces, deambulando con su nueva y adorable forma, se asomó desde la parte trasera del orbitador, escaneando sin dejar de hablar:

—¿Operador? ¿Eres tú quién está haciendo ruido? —Un par de láser se asomaron para escanear más allá de su periferia mientras se dirigía al arsenal. Stalker los evadió con facilidad, también haciendo su camino hacia la Sala de Transferencia, ignorando al kubrow plácidamente dormido en su cama, ignorando un posible peligro por preferir su siesta vespertina—. ¿Umbra? ¿Helminto? ¿Quién está allí?

Cuando el cefalón subió por la rampa, Stalker ya estaba por la sección de las Reliquias, escondido entre las sombras, ignorando el cúmulo de dichos objetos apilados perezosamente.

Sólo debía seguir unos pasos más y estaría en su destino.

El problema surgió cuando, reaccionando rápidamente para camuflarse antes de que fuese descubierto, de aquella habitación que siempre estaba bloqueada —paralela a la puerta infestada— salió algo que no se esperaba: un… ¿Warframe…?

No… era ese Warframe. El consciente. El Dax de Lua.

¿Acaso no había sido destruido en su mismo hogar? Eran pocos los recuerdos que aún permanecían parcialmente frescos en su destrozada memoria, pero algo que no podía ignorar por mucho que lo deseaba se relacionaba a cierto comentario que Hunhow insinuó alguna vez, mientras lamentaba lo que les habían hecho a sus hijos después de que la guerra terminase:

«No hay muchos como tú. Pero hay uno en especial… atormentado por sus propias manos. Un castigo que ahora puedo entender. Me pregunto si a él también lo domó o sólo lo destruyó…»

Extrañamente, aquel Excalibur Único no parecía realmente un alma atormentada. Y es que, vistiendo un atuendo tal vez demasiado ostentoso para su gusto, lleno de decoraciones innecesarias, con medio torso desnudo —¿tenía una perforación en el…? pero qué diablos— y el resto de su cuerpo cubierto por un kimono felpudo y estorboso, el Warframe con consciencia mantenía en su mano un shawzin, mientras que en su cadera colgaba su Skiajati. Su casco tenía grieta doradas a la altura de su ojo, y por la posición casi tensa era fácil asumir que había escuchado a Ordis.

Él también estaba inspeccionando junto con el cefalón, revisando cautelosamente el corredor en busca de lo-que-sea que tenía nervioso al centinela.

Stalker entonces se movió cauteloso un par de pasos, sin intenciones de usar su Hate todavía, sólo sus habilidades físicas para defenderse en caso de ser necesario.

—Ugh, Ordis está seguro de que escuchó algo justo ahora… ¿acaso fuiste tú, ---asquerosa--- bola de pelos? —La voz de Ordis pareció distraer a Umbra, quien se encaminó hasta el Segmento de Incubación no sin antes echar otro rápido vistazo, permitiendo que la Sombra continuara, más cauteloso aún, hasta su destino—. ¡Ah, Umbra! Ordis no le estaba haciendo nada al kubrow.

Cuando finalmente estuvo en la puerta, su silueta volviendo a resurgir como un humo alteró una vez más los sensores de Ordis. Umbra pareció notarlo también, pero cuando volvieron a revisar la parte trasera de la nave no encontraron nada, confundiéndolos. Para suerte del infiltrado, su presencia abrió la puerta automáticamente. Stalker no desaprovechó la oportunidad de entrar antes de que se le agotara el tiempo de camuflaje, dejando que el otro par continuara con su inspección.

Una vez frente a la silla de Enlace Somático, con su cuerpo nuevamente visible y el disgusto casi tangible, la Sombra empuñó una de las plumas de la Warframe moribunda, como dándose valor, mientras desenfundaba su Hate.

Su presencia, esa misma tragedia que compartía con los demonios y sus marionetas, abrió el dispositivo cuando estuvo a unos pocos pasos de distancia: la chiquilla entonces quedó expuesta, sus ojos cerrados, su semblante sereno. Como si nada hubiera pasado. Como si todo estuviera bien. Claro, probablemente para ella así lo era: tenía de vuelta a su madre, a su esclavo, a sus marionetas… ella tenía todo, como siempre, mientras él…

Stalker tuvo que luchar contra el extraño sentimiento que cruzó su mente al verla de nuevo como lo que siempre fue: una adolescente impertinente e inconsciente, de facciones aniñadas que eventualmente se transformarían en ese rostro sarcástico y arrogante de la Viajera, si es que el tiempo algún día decidía dejar su marca en ella, claro.

Los recuerdos de aquella muchacha terca en salvar a su moribunda eidolon se sintieron como un sueño extraño e incómodo, haciendo que el tiempo pareciera aún más confuso para él.

A veces, aún seguía creyendo que nada de eso había sucedido.

Otras veces, entre pesadillas y sermones, recordaba a la Viajera: especialmente sus palabras, su convicción por salvar a Natah… y eso le generó una sensación como de deja vu.

«¿Nunca has pensado en algo más que venganza?», le había preguntado entre siseos y gruñidos de dolor cuando consiguieron el primer cristal de arconte. Ella cojeaba, usando el Nataruk como soporte, después de ser apaleada por Nira. Lo veía con desprecio por no haberla ayudado exceptuando por el remate de la serpiente arconte.*

Él no le respondió.

Pero ahora… qué irónico. Ahora él estaba allí, con un patético pedido de auxilio al enemigo atorado en su garganta, tragándose la humillación al intercambiar los roles por culpa de una desesperada carrera contrarreloj.

Notes:

*Esta parte es el principal headcanon/canon divergence que he decidido incluir en el fic, ya que de hecho conforma parte de otro fic que estoy escribiendo simultáneamente, concentrado en la Nueva Guerra (centrado en una interacción más presente entre Stalker y la Viajera). ¡Espero que lo disfruten! Y ojalá pronto empiece a publicar ese otro fic en cuestión.

Chapter 4: IV. Aliados de Nuevo

Summary:

«¿Estás buscando ayuda para un…Warframe? ¿Por qué? Tú odias a los Warframes. A menos que sea... ¿como tú?»

Notes:

MÁS HEADCANON Y CANON DIVERGENCE. Comienza el bromance Stalker&Umbra, también (?).

Aunque fuera de bromas, siento que Stalker y Umbra podrían tomar una taza de té, jugar komi y entenderse tan bien después de la aventura porque asumo que ambos son viudos, padres (aunque Isaah esté muerto) y bueno, son casi el mismo "tipo" de Warframe también, ¿creo? En fin, divagaciones a medias.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

IV.

Apuntarle al cuello se sintió casi satisfactorio. Romper con su sueño, interrumpir cualquier clase de fantasía perversa que cruzaba por su egoísta e indiferente mente de mocosa arrogante en ese momento aminoró ligeramente toda la frustración, odio y miedo que estrujaba su pecho. Escuchar su voz quebrada por la sorpresa, repentinamente alerta, por un momento lo hizo sentir que tenía el control en algo, incluso si fuese por un efímero instante.

—Waoh, waoh, waoh, waoh… —la Tenno se apegó más a su espalda, tragando duro—. El último sujeto que me apuntó con un arma… digamos que las cosas no terminaron muy bien para él —murmuró, mirándole en una mezcla de sorpresa, confusión y desafío una vez asimiló mejor lo que estaba sucediendo.

—¡Ya estoy aquí estoy, Operador! ¡Mantén la calma! —El repentino chillido de Ordis y el filo de la Skiajati siendo desenfundada a sus espaldas no amedrentó a Stalker—. ¡Empezando con la purga! —Tampoco ver al cefalón gritando mientras sus ojos se volvían rojos y comenzaba una especie de conteo, apuntándolo con su cuerpecillo de centinela…

Tal vez el único reto hubiese sido enfrentarse al antiguo Dax, admitió para sí mismo, pero Umbra permaneció inmóvil a sus espaldas, notando la pluma en su puño, hasta que, después de un par de segundos de silenciosa tensión —ignorando a Ordis— decidió bajar su espada. Dicho gesto hizo que la Tenno percibiera la ausencia de hostilidad de Stalker, apartándose un poco del respaldo del Enlace Somático, confirmándolo en cuanto el filo de la Hate no rozó su cuello a pesar de la cercanía, sino que se apartó unos centímetros bien calculados.

—Espera, Ordis… —susurró, aún insegura de cómo proceder—. Creo… creo que no está aquí para pelear… —miró de reojo a Umbra, notando su sutil asentimiento de cabeza. Después volvió la vista a la Sombra, el cual, a pesar de la posición ofensiva, del aire agresivo y hostil, se mantenía al margen—. ¿No es así…?

Umbra se encaminó con pasos lentos hasta la Tenno y Ordis, mientras Stalker, notando el gesto que éste le dedicó disimuladamente —uno que sólo pudo asumir como una especie de permiso silencioso de explicarse, asegurándole que sería escuchado sin interrupciones—, alzó la pluma de su protegida, respirando hondo para sus adentros mientras esperaba por una reacción. Ignoró un temblor que aparentemente nadie notó.

Como era de esperarse, el cefalón entrometido fue el primero en hablar.

—La pluma ---procesando--- ¡es de un Warframe! —Confirmó lo que Umbra ya estaba intuyendo por su cuenta.

El Warframe consciente miró fijamente el cuerpo rígido y tenso de aquel que siempre fue visto como el enemigo —aunque los recuerdos de la Viajera lo apuntaron como un «terrible aliado». Y aun con todas las quejas de la Tenno y de Ordis presentes, aún con el historial del asechador como una mancha peligrosa que le advertía de no confiar en él, Umbra no pudo evitar sentir una cierta punzada de empatía.

Algo en Stalker le parecía familiar. Y sabía perfectamente qué era.

—¿Estás buscando ayuda para un…Warframe? —La pregunta sonó tan extraña tanto en su mente como cuando se deslizó fuera de su lengua. La Tenno no pudo evitar fruncir el ceño—. ¿Por qué? Tú odias a los Warframes.

Stalker titubeó entre arrebatarle la pluma o arrancarle el brazo entero de una vez, pero se contuvo. Su ego herido por el indirecto rechazo a su muy desesperada petición de ayuda, la frustración, la desesperación, la decepción misma por saber que no podía salvarla, que esa mocosa no quería salvarla, era insoportable: era demasiado abrumadores para ese momento.

Una mano se apoyó en su hombro repentinamente, y la tensión en estos se intensificó hasta que dolió. Umbra lo veía, lo intentaba consolar, lo persuadía de no rendirse.

Stalker reaccionó apartándolo, dándose la vuelta para marcharse, cuando la voz de la Tenno lo interrumpió.

—¿Es como tú?

—Uh, Ordis duda que le quede así sea un poquito de cordura en este punto.

La Sombra pareció mascullar algo para sí, desenfundando su Hate.

—Está bien. Lo haré. —Agregó repentinamente, sincera con sus palabras—. Por e… —al ser interrumpida por el gesto de Umbra, la Tenno apenas pudo contener su sorpresa cuando se corrigió—: ¿ella? ¿Qué? ¿Cómo…?

—Ordis no está seguro de que se trate de una Warframe.

Pero Umbra parecía convencido, y la mirada de reojo de Stalker lo confirmó.

«Mierda, es una ella. ¿Pero qué…?»

—También es por él. —Escuchó una voz familiar que estremeció con sorpresa a Umbra, más que a cualquiera. Después de todo, el ex Dax no conocía a Hunhow más que en ocasionales comentarios de Ordis, más que de la Operadora—. Es momento de pagar tu deuda, Tenno.

—Pero no le debo nada.

—Drifter sí.

—Pero… eso… eso no es justo. —La Tenno bufó, luego suspiró, sabiendo que era mejor no meterse en esos asuntos del existencialismo y la mierda que se inventaron los Orokin en sus excavaciones hambrientas por seguir expandiendo su asqueroso imperio. Siempre había odiado esa maldita clase—. Ugh, como sea… ¿dónde está ella?

Stalker titubeó, no sabiendo si agradecer la insistencia e intromisión de Hunhow en sus asuntos, o si debía largarse no sin antes partir al cefalón en dos y terminar de destrozarle el casco al Warframe consciente. Finalmente, después de una larga espera que sabía que sólo lo comprometía aún más por la delicada salud de su protegida, se dirigió al navegador, mirando por sobre su hombro a su… aliada.

Umbra fue el primero en seguirlo, casi demasiado presuroso. Ordis bufó y lo siguió después, y finalmente la Tenno reaccionó, enlazándose con su Warframe predilecto, arrebatándole inconscientemente la voluntad de ofrecer su ayuda por sí mismo.

La chiquilla ignoró una extraña punzada que sintió en su pecho —el de él, mientras un recuerdo vago y difuso corrió por su mente. Algo sobre Isaah, sin duda… pero también una mujer que nunca había visto, o al menos una mancha casi femenina que hundió aún más su estómago. ¿Desde cuándo Umbra era capaz de recordar…?

—¿Urano? —La pregunta de Ordis la despabiló—. Oh. Tiene sentido. Uh… pero ahí ---está el anciano--- no hay nada. Es simple…

Stalker lo ignoró, apuntando de nuevo a un lugar sin nodo, sin información: sólo un vasto vacío marino.

Hunhow añadió:

—Es su guarida.

—… huh… —murmuró la Tenno. Así que desde allí el viejo Guardia Bajo lo acosaba desde que tenía uso de razón después de su despertar. Irónico que fuese en el mismo planeta donde todas las mentiras comenzaron a desvelarse, arruinando su mundo perfecto de ninja espacial—. Entonces… ¿andando?

La Sombra los miró fijamente.

Umbra, en su intento discreto de ayudar, de aportar con lo que la Operadora temía que fuese un pinchazo de empatía, pareció susurrarle lo que asumía que el acechador pensaba.

—Tenemos que verla, escanearla… uh… tratar de comprenderla. No podemos hacerlo sólo con una pluma.

Stalker gruñó.

Bien. —Respondió con voz rasposa, casi ahogada.

Umbra fingió no sentir otro pinchazo, esta vez de orgullo; un sentimiento casi fraternal*.

Notes:

*Quiero aclarar que no habrá implícitamente nada romántico entre ellos dos (por el duelo emocional y porque no le voy tanto al BL), pero si les incómoda la idea de dos hombres dándose apoyo emocional silencioso con contacto físico, no sigan leyendo. ¡Están advertidos!

Chapter 5: V. Su Secreto

Summary:

La niña no era tonta ni indiferente. Ver la forma en que Stalker tomaba su mano la hizo sentir un pinchazo de tristeza en el pecho. Algo muy, muy dentro de su mente recordó la imagen de Natah moribunda después de lo que Ballas y Erra le habían hecho, y pudo entender perfectamente por qué le pidió ayuda para salvarla.

Notes:

MÁS HEADCANON Y MÁS PARTICIPACIÓN DE UMBRA TAMBIÉN.

Empieza gracioso con el zape a Ordis por estar de mamón, pero no se confíen.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

V.

Ordis llamó a la guarida «Brutus». La Operadora rió por su ingeniosa mofa, Stalker gruñó molesto, Umbra y Hunhow se mantuvieron a raya: dos padres sabios que sabían cuando era conveniente interferir y cuando dejar que sus retoños se pelearan entre ellos un rato.

El lugar en general era… regular, a ojos de la Tenno. Tal vez mucho rojo, muchas sombras, demasiados atajos y puertas que daban a ningún lado. Pero encajaban con el acechador.

—Qué gran decoración. Reluce tu personalidad. —Trató de adular Ordis, tal vez Ordan, bastante sarcástico.

Stalker no se contuvo en golpear su cuerpecillo con un ruidoso manotazo donde tendría que estar su nuca. Nadie dijo nada, pero el ahogado carraspeo de Umbra casi resonó por las silenciosas paredes.

La Terror estaba estacionada a simple vista, práctica para cualquier salida repentina, pero bien escondida en el que alguna vez debió ser uno de los laboratorios de Tyl Regor, sino es que fue planeado para otra cosa. Las escaleras se extendían por varios pisos de altura, con goteras y ventanas que recordaban lo sumergido que estaba el lugar sobre el mismo mar en el que yacía Hunhow, aprisionado.

 Mientras se acercaban a su destino, Stalker comenzó a ser más cauteloso. Miró a la Tenno, a Umbra, y negó con la cabeza. La chiquilla no supo si entendió lo que quería decir, pero igual cortó la transferencia, separando cuerpo y mente. Ahora eran cuatro presentes, y la Sombra bufó aparentemente comprensiva. Tal vez casi agradecida.

—Sin Tenno. —Gruñó cuando se detuvieron afuera de una de las puertas automáticas.

La Operadora frunció el ceño.

—¿No quieres que entre? ¿Por qué? ¿Entonces a qué vine?

—Sin Cefalón. —Agregó Stalker, ignorándola.

—¡¿Qué?!

Umbra tomó a la niña del hombro, dándole una palmadita. Miró a Ordis, que bufaba, y asintió con la cabeza. Stalker no dijo más y entró. El Warframe le siguió de cerca, para sorpresa de la Tenno y el cefalón.

—¿Tal vez lo dejó entrar porque es como su superior, de alguna manera? —Murmuró Ordis, insinuando sobre los rangos que poseían antes de ser la carne infestada y de acero que eran ahora.

—… supongo.

Aunque pensó en la posibilidad de volver a usar la transferencia, la chiquilla decidió esperar a que el par de Warframes salieran. El casual comentario de Hunhow sobre «asegurarse de no correr peligro» casi la hizo sentir culpable de haberlo pensado.

Para su fortuna, no tomó mucho tiempo para que Umbra se asomara, tenso, haciéndoles una seña para que entraran también. De repente la Operadora se sintió nerviosa, incómoda, caminando titubeante.

Lo que vio al fondo de la habitación decorada por una larga ventana con vistas a las profundidades de Urano la dejó sin habla, a pesar de la obviedad. Se maldijo por no prepararse mentalmente, y por un instante deseó desaparecer. Olvidar que debía pagar una deuda que no era suya, unir fuerzas con un enemigo que casi intentó matarla y jamás se arrepintió.

Sobre un lecho casi de muerte yacía la Warframe. Plumas en todo su cuerpo, como un ángel. Pero las plumas eran marchitas. Un brillo verde titilaba, mientras su cuerpo permanecía lánguido e inerte. No podía percibirse su débil respiración de lejos, y de cerca era más… triste.

La Tenno notó un extraño diseño por debajo de su cintura. Un vestido-de-plumas ancho, muy ancho. Casi hinchado. Una gordura que parecía diferente a Grendel, pero no sabía exactamente por qué.

Y sobre la cama… él. Stalker.

La niña no era tonta ni indiferente. Ver la forma en que tomaba su mano la hizo sentir un pinchazo de tristeza en el pecho. Algo muy, muy dentro de su mente recordó la imagen de Natah moribunda después de lo que Ballas y Erra le habían hecho. Tuvo que desviar la mirada para que las lágrimas no nublaran su vista, y apenas se abstuvo de volver a conectarse con Umbra para encontrar en su mente cierta serenidad heredada por su entrenamiento Dax —algo que nunca aprendió del todo con Teshin, y ahora lo lamentaba tanto.

Ordis, por su parte, fue más temerario en su propio inusual silencio. Se acercó flotando hasta la moribunda Warframe y la escaneó sin más. Stalker se inmutó, sabiendo que era por una buena causa. Umbra sólo permaneció observando a la Warframe-como-ángel, hesitando entre consolar a su Operadora o su repentino aliado. Al final, decidió no hacer ningún movimiento. No podía invadir los sentimientos de un desconocido sólo por la intensa empatía que sentía, y tampoco podía delatar a la niña que no quería quebrarse en ese momento.

—Este Warframe es de antes de la ---MASACREEE--- caída Orokin. Aparentemente desapareció durante esta. —Finalmente dijo el cefalón—. Pero la información es escasa… casi como si hubiese sido… censurada. Hmm… además, es extraño… se supone que el poder de un Warframe dure para siempre, pero ella tiene un factor extra que está drenando el suyo… Ordis no puede decir exactamente qué es.

Stalker miró a la Tenno, y ésta suspiró con un resoplido tembloroso.

—Ve-veré qué puedo indagar… ¿puedo? —Preguntó, acercándose cautelosa hasta la moribunda Warframe.

Aunque la Sombra no se movió de su lugar, asintió lentamente. La Operadora entonces se hincó delante del ángel, acariciando las plumas de su rostro con un toque gentil, cariñoso y protector. Era inevitable no ver a Natah en ella. Era imposible no querer ayudarla por voluntad propia a partir de entonces.

Se juró en ese momento que no la dejaría morir. Sin importar qué, no la dejaría morir si podía dar todo de sí para evitarlo.

—Hola, no te conozco, pero… quiero ayudarte. ¿Me lo permitirías? ¿Crees que pueda intentar hacer la transferencia contigo?

Miró a Stalker de nuevo, y él asintió, apenas un ligero movimiento con su casco. Luego miró por sobre su hombro a Umbra. Algo en la tensión que ocultaba su Warframe la tenía inquieta y el recuerdo borroso del Dax aumentaba su incertidumbre.

Todo se sentía tan mal, pero no podía discernir por qué.

—A-aquí voy. —Anunció, conteniendo el temblor de su labio aún bajo su bufanda.

Concentrarse para poder enlazar su nerviosa mente con la de la moribunda figura delante de ella le tomó tortuosos minutos de tensión e incomodidad. La bruma era densa y había un fulgor verde incandescente, demasiado caliente, demasiado cegador.

Gruñó, apretó más fuerte los ojos, y pronto comenzó a ver algo.

Eran dos… siluetas. Una voz suave, lejana y como un murmullo, corrió por su pecho antes de llegar a sus oídos.

«Sorren…»

«Jade…»

Jade.

Se llamaba Jade. ¿O sería Sorren?

No. Jade tenía más sentido para ella.

La Tenno sintió que se asfixiaba de un momento a otro y se bajó la bufanda para respirar, apretándose fuerte el pecho en el proceso.

Umbra, para ese momento, ya estaba hincado a su lado.

—Jade… —jadeó con voz quebradiza—. Se-se llama Jade. Creo. No sé. Escuché también… otro nombre… Sorren…

Cuando la chiquilla miró en dirección a Stalker, algo en él había cambiado. Podía sentirlo. Podía verlo, de alguna manera. Pero no sabía decir exactamente qué.

Notes:

Sí, definitivamente esto es más angst que cualquier cosa. No esperen que mejore —aunque ojalá lo hubiera hecho en el canon... no me sentiría tan mal de usar a Jade, ja, ja.

Chapter 6: VI. Por Jade

Summary:

Él lloró por su anhelo, sangró, murió. Nunca la pudo volver a ver. Y al final, durante todo ese tiempo de confusión y cansancio y dolor y hartazgo… ¿ella siempre estuvo allí?

Notes:

HEADCANONS A CONTINUACIÓN.

Angst, bromance y una Operadora impertinente, además.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

VI.

«Sorren.» «Jade.» Eso… eso no podía ser cierto. Stalker desenfundó su Hate, dispuesto a lanzarse directo a la garganta de la Tenno, ese osado demonio que se atrevía a arrancar del cadáver del olvido un corazón que aún latía. Sus manos temblaban con furia. Su pecho se resquebrajaba por debajo de su armadura. Su garganta ardía con el grito ahogado en impotencia, dolor e ira.

Umbra reaccionó a tiempo para bloquear su golpe con su Skiajati. El choque de metales cimbró con un chirrido que despabiló a la chiquilla de su estado catatónico.

«Podrás volver a verla. Lo prometo. Pero deberás ganártelo.»

Día tras día, año tras año, década tras década... él siempre fue su maldito perro devoto, y jamás, nunca, se quejó por ello. Luchó por él —por ellos. Lloró por su anhelo, sangró, murió.

Nunca la pudo volver a ver.

Y al final, durante todo ese tiempo de confusión y cansancio y dolor y hartazgo… ¿ella siempre estuvo allí? ¿Con él? ¿Postrada en cama, perdiendo las fuerzas que le quedaban?

La asesina que volvía cenizas a sus víctimas, aquella criatura de plumas y destrucción, de canto ahogado y perdón, que le salvó la vida y lo llevó lejos durante la caída de todo su mundo, de su único maldito sueño… ¿era Jade?

¿Su Jade?

«No. ¡No! ¡NO!»

Stalker rugió, empujando su Hate con el dolor y odio de un hombre que alguna vez amó hasta la traición. Aun así, Umbra no cedió.

El confrontamiento era doloroso de ver.

Hunhow intervino.

—Sombra. Ellos no son tu enemigo…

¡Silencio!

Umbra vaciló, y con un empuje de su nikana le arrebató su guadaña. Lo empujó hasta la pared usando su codo, y lo sometió allí, mientras la Tenno volvía en sí.

«Sorren…»

Su cuerpo tembló hasta que la última sacudida fue casi un lamento. El Warframe consciente tomó su hombro entonces, y en una muestra de empatía que lo congeló al tomarlo de la nuca inesperadamente, le permitió recargarse en su hombro un momento.

Casi se sintió como si fuese un hombro amigo en el cual llorar. Si aún pudiera hacerlo.

El silencio se cernió como una bruma densa después de su arrebato. Stalker retrocedió segundos después, caminando hacia su Hate. Ordis se preparó para atacar de ser necesario, pero el acechador simplemente se quedó inmóvil, mirando al suelo del que recogía su arma, como si contemplara algo más allá de lo que cualquiera podía imaginar en ese momento.

Exceptuando por uno de los presentes.

La Operadora balbuceó mientras encontraba las palabras adecuadas.

—Ella… está muriendo… ¿lo sabes? —Él le lanzó lo más parecido a una mirada de odio. Ella tragó saliva—. Lo siento… pregunta estúpida. Me refiero… ha-hay algo que podríamos intentar para salvarla. Ordis.

El cefalón tardó en reaccionar.

—Uh… sí. Para restaurar a un Warframe agotado, Ordis sugiere que recurras a la materia base de la que los Warframes están hechos…

—La infestación… —susurró la Tenno, aun costándole trabajo tragar saliva.

El agarre en la Hate se apretó hasta que su propia mano blindada crujió. Con una renuente mirada a la… a Jade, Stalker se dirigió a la salida de la habitación.

La Operadora se puso de pie rápidamente; Umbra también estaba en marcha.

—Espera… yo… iré también. Y Umbra —agregó al ver a su Warframe ya listo para una misión de improvisto.

Stalker la miró fijamente, después a Umbra. Aunque vaciló con una negativa, al final simplemente volvió la vista al frente. Tanto la Tenno como el Warframe tomaron la respuesta como un «sí» de mala gana.

Antes de irse, dejando que Umbra se adelantara, la chiquilla volvió la vista a Jade. Su mano temblorosa tomó una de las suyas, y delante de un silencioso cefalón que parecía hundido en sus propias cavilaciones, besó una de las plumas de su frente.

—Volveremos, Jade. Te salvaremos. Resiste un poco más. —Después miró a su Cefalón—. Ordis…

—Ordis cuidará de Jade, Operadora. Con su vida.

—Hunhow…

—Ve, Tenno. Paga tu deuda.

—Yo no le debo nada —gruñó, pero su expresión se suavizó cuando miró a la moribunda Warframe de nuevo—. Lo hago por ti, Jade. Lo… lo hacemos.

Con un nervioso suspiro, la Tenno volvió a enlazarse a Umbra, quien había decidido darle una palmada a Stalker que éste aceptó, hasta que ya no era sólo Umbra, y de un empujón se quitó a la confundida Tenno, apurándola silenciosamente a abordar a la Terror.

«Tendré que preguntarte después sobre esto, Umbra», pensó la Operadora.

La inusual cercanía que Stalker le estaba permitiendo, su empatía, las sensaciones y memorias que bailaban en su mente como manchas difusas, pero melancólicas, estaban partiendo su corazón.

Se sentía como perder a Lotus de nuevo.


Durante el transcurso al derrelicto en Eris, el silencio fue incómodo y sofocante.

La Tenno permanecía con la transferencia, observando la nave cuyo interior era como un denso agujero negro. Sin Cefalón, sin fundición, sin Helminto, sin habitaciones para un Tenno que no existía… sólo una carcasa negra y roja como su dueño, con un arsenal viejo donde yacían las pocas, pero letales armas de Stalker —exceptuando por la War que ella le había roto y prácticamente robado tiempo atrás. El tablero de navegación era de piloto manual rústico, viejo, como Stalker. Como el hombre que algún día fue antes de convertirse en ese acechador ahogado en desesperación y odio infinito.

Algo en la consciencia de Umbra parecía estar acostumbrado al ambiente, a diferencia de la Tenno. Seguramente la poca tecnología —en comparación con toda la que ahora existía, más pulida y mejorada— le recordaba los viejos tiempos, cuando servía a los Orokin, cuando era ese valeroso Dax reconocido como uno de los guerreros de Lua más importantes de su época.

Dos viejos sirvientes de los Emperadores Dorados reunidos por una tragedia que la tercera en discordia comprendía también.

Qué extraños caminos trazaba el Vacío.

—Sooo… uhm… qué interesante decoración. —Murmuró. Stalker los miró y negó con la cabeza. La Tenno guardó silencio, pero el golpe que el otro Warframe le dio en la cabeza la confundió—. ¿Qué?

Stalker le dio otro golpecito al casco de Umbra. Más urgente.

Dax. —Gruñó.

La chiquilla se quedó callada e inmóvil por eternos segundos, hasta que un golpe bien dado en la cara la hizo romper la transferencia. Tanto Umbra como la Tenno se sobaron: él en la grieta de su casco, ella en su nariz.

—¡¿Qué te pasa?!

Umbra le dio una palmada en la cabeza, como si la intentase calmar. Stalker, en cambio, la ignoró —no sin antes parecer bufar, como si verla le diera asco. No dudaría que fuese por eso.*

El silencio volvió a ser denso, pero la presencia de Umbra, en quien se recargó, la tranquilizó lo suficiente como para que el resto del viaje se sintiera más cómodo para ella, a pesar de que la forma en que ambos Warframes de repente parecían intercambiar miradas no pasó desapercibido por ella.

Sospechoso…

«Es mi imaginación», se convenció. Aunque, en el peor de los casos, ambos estaban simplemente asimilando que no eran el único Warframe/ex persona convertida en Warframe que aún preservaba su consciencia.

—… entonces… —volvió a murmurar, rompiendo con el silencio después de lo que le pareció una eternidad.

—…

—… ¿cómo conociste a…uh…Jade?

Más silencio. Largo, denso, incómodo… peligroso.

Stalker apretaba sus puños, y la mirada de reojo que le dirigió, aunque su rostro fuera ese casco que tantos dolores de cabeza le había causado, casi la hizo congelarse en su lugar.

Casi, pero ya no.

—Jade… —susurró, y la voz en ese momento se sintió tan… familiar.

La Tenno había escuchado esa voz. En Jade. ¿O no…?

¿Estaría confundida? ¿Nerviosa? Bueno, sí, definitivamente lo estaba.

Sacudió la cabeza e intentó no pensar más en eso.

—Ella… ¿intentaste matarla y al final decidiste perdonarla? —Dijo con una inocencia que rayaba en lo cruel. El mundo había hecho de ella todo menos prudente, por decir lo menos—. ¿O sólo la encontraste herida y decidiste ayudarla?

Stalker gruñó.

—Silencio.

—Sólo tengo curiosidad.

—Silencio.

—Vamos, te estoy ayudando…

—¡Silencio!

Notes:

* Siento que Stalker sí se quedó con ganas de darle un putazo a la mocosa porque la sigue odiando a pesar de todo xd. Y es que básicamente los Tenno —sin darse cuenta— le arruinaron la posibilidad de volver a verse con Jade :(

Chapter 7: VII. El Ancestro

Summary:

«Deben derramar mucha sangre infestada si quieren salvarla. Ella necesita Cortichrome, y sólo lo conseguirán si consiguen atraer a un Juggernaut.»

Notes:

* PENSAMIENTOS INCÓMODOS SOBRE ESTERILIDAD/EMBARAZO/PLANEACIÓN FAMILIAR (¿creo?) porque me pareció interesante abordar un poco este tema y no era broma la tag sobre embarazo adolescente y dead dove (?) ya que sí planeo manejar una perspectiva sobre el embarazo visto también desde la Tenno y su «minoría de edad».

Chapter Text

VII.

Stalker no había dudado en tomarla del cuello y estrellarla contra el suelo ante un Umbra que los observaba visiblemente tenso y sorprendido. Su agarre era demasiado fuerte, demasiado apretado como para cortarle el aire de golpe. La Tenno jadeó por la sorpresa, sintió sus pulmones repentinamente vacíos y se retorció con el ceño fruncido en respuesta, sin poder esconder la mueca berrinchuda una vez reaccionó por completo a la situación.

—¡Sólo era una pregunta! ¡Relájate!

Silencio.

Umbra empujó el hombro de Stalker hasta que éste se apartó, no sin primero empujar a la Tenno contra el suelo una vez más. Ella sólo gruñó en respuesta, carraspeando y tomando aire de la forma más discreta posible.

«Lo estoy haciendo por Jade, lo estoy haciendo por Jade…» se repitió mentalmente el resto del trayecto.

Cuando llegaron a su destino, la chica no bajó de la nave. Umbra se le quedó viendo, extendió su mano a ella en un inocente pensamiento de que quizá necesitaba ayuda, pero al verla sonrojarse y retroceder sin dar más razones del por qué no aceptaba su ayuda, titubeó antes de apartar su mano. Stalker ya se encaminaba hacia el interior de la nave infestada.

—Ve con él. Deben derramar mucha sangre infestada si quieren salvarla. Ella necesita Cortichrome, y sólo lo conseguirán si consiguen atraer a un Juggernaut.

Umbra asintió vehemente, apretando la Skiajati con fuerza. Aunque no pudo evitar voltear a verla por sobre su hombro mientras alcanzaba el paso de Stalker.


Mientras se aproximaban al derrelicto, Umbra no dejó de observar a la Terror —a la Operadora. Stalker dejó escapar una especie de bufido que atrajo su atención. Después, simplemente, usó su habilidad de camuflaje para lanzarse a la misión, sin intenciones de entretenerse con seres insignificantes como los infestados. Umbra, para su sorpresa, lo siguió despreocupadamente, casi con caminar casual, como si lidiar con los errores que la misma infestación que corría por sus venas había provocado fuera lo más normal del mundo.

Tal vez porque lo era, de cierta forma.

Un remate silencioso con su nikana a una de las criaturas despistadas lo hizo desaparecer por unos segundos. Eso definitivamente sorprendió a Stalker por un instante, especialmente cuando los infestados comenzaron a caer uno por uno, confundidos, sin saber qué era lo que estaba acabando con ellos.

Una repentina oleada de… algo, lo impulsó a exterminar a los infestados también, como si la idea de que ese Warframe en específico hiciera más que él en conseguir el Cortichrome hiriera su ego. Después de todo, era él quien quería salvar a Jade, no Umbra.

El Warframe Consciente entonces casi se sintió orgulloso. Había hecho que Stalker hiciera justo lo que la Operadora había pedido y ni siquiera pareció darse cuenta de ello.

Cuando finalmente llegaron a la última cámara de la nave abandonada, la enorme criatura asquerosa los recibió con un rugido que, probablemente, pudo haber sido escuchado por la Tenno misma.

A diferencia de con los infestados, Umbra no intervino esta vez. Se encargó de eliminar a los infestados que aparecían de los nichos de infestación que crecían desde las esporas, evadía al Juggernaut, pero no lo atacaba directamente. Sabía que es era el trabajo de Stalker y respetaba su labor con un respeto empático.

Además, ver al otro Warframe —¿uno cómo él? ¿Parecido tal vez? No lo sabía— desahogar esa ira que conocía perfectamente, le impidió siquiera pensar en ayudar, en robar el crédito, porque en su misma circunstancia, si fuese Isaah quien pendiera de un hilo, él no permitiría que nadie tratara de ser el héroe.

Pero no es que pensara que la Tenno fuera una de ellas.

El pedazo de carne infestada que chocó con su casco sin previo aviso lo descolocó, haciéndolo reaccionar con un corte retardado de su nikana. Miró a sus pies y, sin saber por qué, sintió que se le hundía lo-que-sea que ahora tuviera en su estómago.

Era un saco viscoso y putrefacto. Y a pesar de su simpleza, Umbra no pudo evitar recordar esa maldita porquería que Ballas le había inyectado después de su trampa. Ese maldito suero que supuró su última gota infectada dentro de sus venas.

No sabía por qué el recuerdo había llegado después de todo lo que había pasado desde entonces —la Nueva Guerra, los estragos de Narmer, incluso la ayuda directa a Drifter, que aun sentía como un ligero engaño hacia la Tenno, no obstante, lo hizo. Llegó de golpe, literal, y se estacó en su pecho blindado mientras Stalker finalmente destrozaba al Juggernaut y arrancaba de sus entrañas esa bolsa sanguinolenta y supurante que habían ido a cazar. Pronto, no obstante, tuvo que apartar ese pensamiento.

Ya no importaba lo que había pasado. Ballas estaba muerto.

Lo que sí importaba era salvar a Jade.

Aunque… no pudo evitar que el fugaz pensamiento de la Luz de Jade, ese recuerdo que ni él sabía que seguía en su mente, flasheara por un instante. Como Dax, había escuchado sobre ella. Pero no lograba recordar si la había visto alguna vez.


La Tenno bufó aburrida, tumbada en la Terror, con el fastidio aún a flor de piel después del comportamiento de Stalker. A su vez, su mente viajaba al breve vistazo que había podido tener de Jade, y las dudas eran cada vez mayores.

Recuerdos lejanos de su madre Margulis llegaron.

La dolorosa transmisión que sonó cuando su sentencia fue dictada y su castigo ejecutado.

Ese extraño nombre que flotaba entre su lengua sin saber por qué no paraba de repetirse en su mente una y otra vez.

Pero, ante todo, lo que más la afligía era una sensación extraña en su vientre. No le gustaba cómo se sentía. No le gustaba los pensamientos que le hacían pensar de repente, ahí sola, en la nave del enemigo, jugando al doctor.

«El Vacío nos hizo estériles». ¿Ella también lo era?, se preguntó de repente.

La mocosa jamás había pensado antes en ello —ni en nada que tuviera que ver con las incómodas lecciones de sexo que la Cefalón de la Zariman Ten Zero les había dado por alguna razón, pero ahora no podía sacarse el pensamiento de la mente. Era… incómodo, bochornoso y molesto. Mierda, que se la tragara el bicho más asqueroso de Deimos si alguna vez pensaba en tener hijos.

Su karma sería horrible. Ojalá fuera realmente infértil, aunque no es que ella estuviera aceptando la posibilidad de… uh… ¿reproducirse?*

Avergonzada y furiosa por el ocio que crecía en ella, la Tenno sacudió ferozmente la cabeza. Se levantó de mala gana y deambuló nerviosa por la Terror. Trató de ignorar una pluma mucho más vieja sobre una ¿placa?, que se encontró escondida en un rincón y bufó, zapateando, preguntándose cuánto tardarían en volver.

Entonces una transmisión se coló por la nave, con una pésima señal, y por un instante sintió lo más parecido a genuina preocupación no por Jade, sino por… Stalker.

«Hay un Warframe en el fondo de todo esto, estoy segura. Alerta a la Hermandad. No, alerta a Vala en persona. Quiero entregarle este activo personalmente».

—¿Quién demonios…? ¿Un Corpus?

Oh mierda… no era un Corpus nada más… ¡era una Hermana de Parvos! ¡Ella nunca se había enfrentado a una Hermana de Parvos antes!

Cuando Stalker y Umbra regresaron, la Tenno ni siquiera preguntó cómo les había ido. En su lugar los miró, pálida.

—Tenemos que darnos prisa. ¡Los Corpus van camino a Jade!

Chapter 8: VIII. La Promesa

Summary:

«Con Sorren cuidándonos, te daré el regalo de mí misma. Y entonces un día, estos dedos de metal míos se sumergirán en pintura resbaladiza y dibujarán un sol sonriente y una casa y un perro, y a todos nosotros juntos, y te oiré reír, mi criatura.»

Notes:

SPOILERS DE LOS FRAGMENTOS DE LA PROMESA DE JADE A CONTINUACIÓN. Puedes encontrar la pluma donde está todo el "diario" al lado de Teshin en el Repetidor Larunda. (Lloré al leerlos).

Insinuación al flujo invertido de la Trasferencia mencionada en El Sacrificio (la Tenno empieza a confundir sus recuerdos con Jade, como sucedió con Umbra y su recuerdo de Isaah).

MUCHO ANGST A PARTIR DE AQUÍ. LEER BAJO SU PROPIO RIESGO.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

VIII.

—Así que… Hunhow. Cuánto tiempo. —Murmuró Ordis, manteniendo lo que según él era posición de vigilia alrededor de Jade.

Desde el vasto mar subterráneo, el Padre Consciente murmuró:

—Ordan.

—Ordis. El nombre es… Ordis.

El silencio era incómodo y denso, incluso para un Cefalón. Incluso para el propio Sentient.

Aun había cierto atisbo de… apatía, por el encontronazo durante el Himno de Octavia. Ordis aún no perdonaba cómo el Sentient había tratado de infectar los preceptos de los Cefalones, empezando con Suda. Mucho menos que desenterrara del pasado la memoria despreciable de Ordan Karris —de su yo pasado… de lo que Ballas había hecho.*

Pero nada de eso importó cuando el sonido de la Terror y el retumbar de su retorno captó la atención de ambos.

Los viejos problemas están bien en el pasado. Y literalmente el Sistema Origen había tenido todo un cambio desde la ascensión de Narmer, así que… al carajo Ordan y lo que Hunhow había descubierto sobre él.

—¡Operadora, Umbra! Stalker… —los recibió ansioso—. ¡Ordis ha estado cuidando de Jade! Sus signos vitales son bajos, ¡pero constantes! ¿Trajeron el Cortichrome?

Stalker empujó a Umbra, en ese momento unido a la Tenno, y también empujó el cuerpecito del centinela para apartarlo de Jade. En su mano cargaba aquel purulento saco.

Vació pate de su contenido en ella, y su luz volvió a brillar con la fuerza vivaz de siempre.

Pero entonces ella se estremeció, dejando escapar una exhalación-como-gemido, un doloroso susurro lastimero, que rompió el corazón de los presentes.

—Es inútil… —La Tenno rompió la transferencia con su Warframe, su rostro con una expresión sombría—. No creo que podamos…

Stalker le lanzó el Cortichrome.

—Inténtalo.

—¿Qué? Yo… ¿qué quieres que…? No siquiera sé que sea lo que esté drenando su energía…

—¡Inténtalo! —Rugió más fuerte.

Jade soltó otro gemido, y la visión fue tan dolorosa que la Tenno no lo pensó dos veces en acercarse a ella, hincándose a su lado.

—Jade, no sabemos qué tienes. Por favor…. ¿me permites transferirme a ti una vez más? Te-tenemos más Cortichrome. Podemos ayudarte. Por favor… déjame ayudarte. —No supo por qué, pero mientras le hablaba, la mocosa se sujetó inconscientemente el vientre otra vez.

Quería creer que se trataba de un extraño caso de energía mal canalizada, pero el miedo se volvía cada vez más… incómodo.

La moribunda Warframe asintió solemnemente, con lentitud, como si todo en ella doliera, para sorpresa de los presentes. Débilmente, entonces, extendió su mano a la niña, quien la aceptó desesperadamente. Recargó su frente en sus plumas e intentó unirse de nuevo con ella.

Al principio las imágenes eran un tumulto sin sentido. Sangre, luz de Jade, plumas y paisajes. Cascos dorados… y Ballas. Pero también… Stalker.

Después… todo fue más nítido, pero extraño.

Sin saber por qué, la Tenno abrió los ojos, sintió sus plumas abrirse y pensó: «¡mami está aquí!» riendo juguetonamente, aunque nadie la escuchó. Después cerró sus plumas y, «¡mami se fue!» Lo que a su parecer era divertido, porque lo hizo muchas veces más.

Vio a los Dax murmurar entre sus manos, pero no le importó. En su lugar, ella acarició su vientre mientras siguió jugando con nadie, antes de que el sueño inducido la hiciera caer en un poso de oscuridad que se sentía casi como la primera vez que hizo la Transferencia.

Cuando los tambores Naga sonaron, ella lo vio. Sabía que había cambiado como ella, que era su penitencia por el simple y dulce pecado de amar, pero lo pudo reconocer por esa medalla, incluso cuando su cuerpo —¿Stalker? — era el de otro Warframe más. Después de todo, esa medalla era única, no había otra igual. Se la habían dado a él como muestra de su lealtad antes de ser castigado por la bendición de engendrar.

Entonces se dio cuenta de que iban a atacarlo, ¡iban a herirlo! ¡Esos Tenno! —¿uno de sus compañeros? —, así que por eso intervino, con su Harmony en mano, evitando que aquel Excalibur tocara a su Sorren.

No importaba si él no la reconocía. Ella aun así lo tomó en sus brazos y voló, a través de la sangre de la masacre, de la tormenta asesina, de la locura que precedían los gritos de los Dax, Sentient y Orokin, y la traición de un amante que nunca supo amar.

No iba a dejar que lastimaran al amor de su vida. A su Sorren. Al padre de ese hijo que nacería, no importaba lo que tuviera que hacer para lograrlo.

—Viviré, mi pequeño. Viviremos. —Fueron sus palabras.


La Tenno podía recordar cómo él se culpó a sí mismo desde que ella le dio la noticia, como sonaba tan afligido y al mismo tiempo contento, como temía a las Legems, ¡como si el amor fuera un crimen! ¡Como si ella no hubiera tenido nada que ver! Pero estaba equivocado. Sorren se equivocaba al querer cargar con todo por sí mismo.

Desgraciadamente, no podía decirle que no era su culpa. No podía consolarlo.

Ella podía saber sobre su arrepentimiento, y aunque no había sabido en su momento cuál era esa nueva piel en la que había vuelto a servir a los Señores Dorados, a Ballas, era consciente de que les sirvió como «un perro devoto» —así fue como el Ejecutor lo llamó desde la primera vez que la visitó, con esa sonrisa arrogante y esa voz formal, la misma que había usado cuando asesinó a su amante— hasta la caída del Imperio.

«Vive con la esperanza de volver a verte algún día. Se lo he prometido. Deberías estar orgullosa». Le dijo con toda la intención de hacerla odiarlo.

Ella no lo haría. Aun en su nuevo cuerpo, era dueña de sí misma.

Porque, aunque él no lo sabía, con las constantes burlas hacia su persona, Ballas le dio esperanza.

«Hay mucha fuerza dentro de ti, pero sólo para mantenerte preservada como estás ahora. Tu hijo, por desgracia, nunca crecerá. ¡Incluso si lo alimentaras con todas las fuerzas de tu cuerpo! Tal vez si yacieras inerte durante un año, el niño se estremecería un poco. Un siglo y su corazón podría comenzar a latir. Mil años, y ¿quién sabe? Tal vez sientas una patada».

Y entonces la sintió. Tumbada en aquel lecho por tanto tiempo, con Sorren velando por ambos, la Tenno, no—Jade, decidió que iba a cumplir su promesa pasara lo que pasara.

«Con Sorren cuidándonos, te daré el regalo de mí misma. Y entonces un día, estos dedos de metal míos se sumergirán en pintura resbaladiza y dibujarán un sol sonriente y una casa y un perro, y a todos nosotros juntos, y te oiré reír, mi criatura.»

La Tenno la vio fijamente, lágrimas desbordándose de sus mejillas, y asintió.

—Cumpliremos esa promesa, Jade.

La mujer que alguna vez fue Jade antes de convertirse en Warframe le sonrío, acariciando el vientre hinchado que cuidaba con todas sus fuerzas. Cerró los ojos un momento, y con un largo suspiro, uno aliviado y agotado, susurró con toque maternal:

—Gracias, pequeña.

El brillo verde volvió a brillar con fuerza. La Tenno abrió los ojos repentinamente, con un sollozo ahogado, sujetándose el vientre. Lágrimas empapaban su rostro mientras comenzaba a reconocer en donde estaba.

Lo que la despabiló de la Transferencia, esa cuyo flujo invertido sólo había sentido con Umbra hasta ese momento, fue la voz de Ordis.

—Jade está… ¡¿embarazada?!

Notes:

*Estoy pensando seriamente en escribir más a profundidad esta escena. No sé, no puedo sacudirme de encima las ganas de ahondar más en ellos, jaja.

Aaah... pues qué decir. Con los fragmentos de las plumas de Jade siento que BALLAS NO SUFRIÓ LO SUFICIENTE. Te odio, Ballas. En serio. (Ah, maldito personate tan bien hecho, ¡cómo lo odio!)

Btw, sigo sin superar que el 17 d ejunio yo dije de mame que shippeaba a "la nueva Warframe y a Stalker" y ay wey, se me hizo realidad, pero no cómo no sabía que iba a necesitar QAQ

Chapter 9: IX. Lo Imposible

Summary:

La Tenno sabía de dolores y heridas. Cuando peleaba en el cuerpo de sus Warframes el daño que ellos recibían los sentía ella también. Estaba acostumbrada a que doliera. Pero jamás de esa manera.

Notes:

INICIO DEL PARTO A CONTINUACIÓN. Aquí el Dead Dove agarra más sentido, jaja.

Y es que laTenno y Jade comparten sensaciones, asi que sí, implicaciones de embarazo adolescente (?) incluidos en este y el siguiente capítulo. Y pues eso. Pondré un (*) por si quieren saltarlo en caso de que les resulte muy incómodo.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

IX.

Stalker sintió el peso de su cuerpo cerniéndose como una guillotina. El vientre de Jade al descubierto, el útero de cristal brillando con su fulgor verde mientras la criatura en sus entrañas se mantenía protegida, sacudió todo su mundo como una cruel mofa del destino.

Su última misión, la más importante para Jade, era dar vida, no quitarla. La razón de salvarlo era para… para reunir a su familia.

Si tuviera aún un corazón real, sabía que se habría roto en ese momento. Tropezar hasta ella se sintió como la pesadilla que siempre lo había asechado, pero de la que nunca tuvo idea a plena consciencia del por qué dolía tanto…

«Vas a ser padre, Sorren».

«Pero... ¡los Legems! Si los Señores se enteran...»

«Siempre nos cuidarás, ¿no?»

No. Mentía. Él lo sabía, lo sabía muy bien, desde hace tanto. Pero lo había querido olvidar. Quería convencerse de que no podía ser real.

Y al mismo tiempo, no se culpaba por ello.

Cuando supo que sería padre —cuando Sorren iba a ser padre, Jade no tenía el vientre tan grande, tan redondo y dolorosamente obvio como en ese momento. Además, ¿cómo un Warframe podía gestar? ¿Cómo era posible que el milagro de la vida fuera contra la lógica de su misma naturaleza impuesta cuan castigo?

Si pudiera llorar, ya lo estaría haciendo. Pero era un Warframe, un monstruo de acero e infestación, una herramienta de guerra.

Con voz temblorosa y rasposa, miró a Umbra.

Ayuda…

El Dax no necesitó escucharlo dos veces para acercarse, con pasos llenos de convicción, hasta él. Lo levantó para que pudiera estar en el regazo de Jade, a su lado, y después se hincó frente a su Tenno, acariciando su mejilla, tratando de hacerla reaccionar.

Ordis le facilitó la situación con su voz.

—Jade… puede que esté entrando en labor de parto. Tenemos que ayudarla a dar a luz.

—¿Labor de parto…? —Jadeó la niña, asustada.

—Ha estado teniendo… contracciones —agregó Hunhow de repente, como si hubiera caído en cuenta de algo.

—¿Cómo voy a dar a luz? ¿E-es eso posible siquiera? —Chilló, escandalizada, alterada, apretándose el vientre.

Ordis entendió su reacción, a diferencia de los dos Warframes.

—Operadora, no eres Jade. Es la Transferencia la que te hace pensar eso. Se ha… el flujo se invertido. Como con Umbra.

Stalker se le quedó viendo al Cefalón, luego a Umbra, luego a la chiquilla. Pero sacudió la cabeza, y después… finalmente, luego de tanto… tuvo el valor de tomar la mano de Jade, de acercarse, de recargar suavemente su frente en su útero, como si quisiera hacerle saber que él estaba allí.

Su Sorren.

—Tenemos que darnos prisa —repitió Ordis, y la urgencia hizo recordarle a la Operadora lo que había escuchado de aquella nave Corpus.

Definitivamente debían darse prisa.

—Pero… huh… ¿cómo…?

El silencio fue tan denso, incluso por parte de Hunhow, que la Tenno comenzó a entrar en pánico, inquieta, jadeante.

—Operadora, tú…

—Debes ayudarla —agregó Hunhow—. Tienes que inducir su parto. Culminarlo.

—… ¡¿q-qué?! ¡Me estás diciendo que debo de…!

Umbra la tomó de las mejillas, asintiendo con lentitud, como si quisiera calmarla al mismo tiempo que prácticamente daba a entender que no había otro modo.

Jade estaba débil, moribunda. No podría parir por sí misma. Necesitaba de su ayuda.

Ella se lo había prometido. A ambos.

—¿Me va a doler? —Preguntó con la reacción más natural que pudo haber tenido.

—Probablemente. —Respondió Hunhow.

—Si la Transferencia que formaste con ella es como Umbra, probablemente haya un poco de… sentimientos compartidos. Tal vez no dolor físico, quizá… Operadora, pero…

—Voy a terminar hecha mierda.

—Ordis asume que sí, Operadora. Lo siento.

La chiquilla contempló a Stalker —no, a Sorren, y el pánico se invadió con empatía, con tristeza… con convicción. Inhaló profundo, temblando, aferrándose a su vientre, y después miró a Umbra. Algo en él la hizo sentir segura.

Tal vez el hecho de que él fue padre también. Aunque fuese hace mucho, quizá recordaba algo sobre el parto… en caso de que hubiera estado presente en el nacimiento de Isaah.

Entonces, dándose coraje a sí misma, se levantó, asintiendo.

—Lo haré. Pero… ¿cómo…? ¿Debo hacer la Transferencia y después…?

—Confía en Jade, Operadora.

Nerviosa, la chiquilla volvió a asentir. Se recargó en la cama, sentada en el suelo con las piernas sobre el pecho, hecha ovillo, y acercó su mano para tratar de encontrarse con la de Jade. A Stalker le tomó un momento finalmente cedérsela, luego tomó la otra entre la suya, preparándose a sí mismo también.

Umbra, por su parte, se mantuvo hincado y con sus manos entre la mano libre de la Tenno.

La situación sería casi ridícula si no hubiera una Warframe con el útero listo para parir recostada en su lecho.

Entonces vino la parte difícil. La que definiría todo: aquella que dependía de ambas, tanto la Tenno como Jade, si querían cumplir su promesa.


Para su fortuna, al ser la tercera vez en conectarse a ella, la Transferencia fue más limpia y directa que nunca. Jade la estaba aceptando, le permitía compartir su labor porque confiaba en ella… pero también lo hacía porque probablemente sería la última vez que podían verse y quería despedirse.

Vaya, se conocían desde hace apenas un par de días, y aun así… era como si se conocieran de toda la vida. La Tenno ya la quería de verdad, tan genuinamente como con Umbra —exceptuando un detallito por ahí escondido — y los demás.

… pero mierda.

«¿Qué demonios…?»

 La Tenno jadeó de dolor con la primera contracción —para ella— que azotó el cuerpo compartido de la futura mamá, y sintió que vomitaría en ese mismo instante, que perdería la consciencia, que se partiría en dos y sería lanzada al abismo de un dolor lacerante y al rojo vivo que punzaba desde su vientre hasta su ingle de una forma horrible. Trató de respirar, lágrimas corrían por sus mejillas, su pecho imitando un tambor desenfrenado, sus caderas ardiendo como si fuesen a romperse.

Entonces el dolor menguó.

Bien, bien… primera oleada terminada. Sí: una oleada, como las de las misiones de defensa —de alguna forma tenía que hacerlo familiar para ella.

Se preparó mentalmente para otra contracción, pero no pudo evitar gritar y enterrar sus uñas en la mano de Umbra, sollozando sin poder evitarlo.

«¡¿Qué clase de castigo es este?!»

El dolor ondeaba más y más constantemente con la sensación de que estaban apuñalando su vientre. Por supuesto, sabía de dolores y heridas. Cuando peleaba en el cuerpo de sus Warframes el daño que ellos recibían los sentía ella también; desde el ardor del veneno o el calor, los pinchazos de la electricidad y el frío, las laceraciones del cortante y los golpes retumbantes de impacto y perforación, ella estaba acostumbrada a que doliera.

Pero no así. Jamás así.

Respirar como Teshin le había enseñado no estaba funcionando para disipar su mente, pero Jade estaba allí, para su dicha, y sabía que, en realidad, la Warframe estaba dejando la parte más dolorosa para sí misma, de alguna manera. ¿El sentimiento materno de querer parir a su hijo a pesar de las consecuencias? ¿Compasión a la chiquilla que no sabía en qué se había metido al querer ayudarla?

Quizá ambas cosas.

Notes:

Este y el siguiente serán de los capítulos más "incómodos" de leer que quedan de este fic, así que prepárense o sáltenlo. Estoy buscando ser lo m´s gráfica y explícita posible.

Chapter 10: X. Parto

Summary:

Los padres primerizos contemplaron a su bebé por lo que fue una eternidad antes de que el temible momento llegara.

Notes:

Tardé mucho en actualizar por mis encargos (el capítulo lo tenía desde hace dos semnas). Han sido días con muuuuucho trabajo y ya no soy una vampira, por eso ya no cuento con las madrugadas para escribir, jaja. En fin:

Probablemente este sea el capítulo más incómodo y angustiante de todo el fic (con un poquito de descripciones innecesariamente explícitas, más no tan detalladas porque nunca he dado a luz xd). ¡ASÍ QUE CUIDADO!

¡SITUACIÓN INCÓMODA REFERENTE AL PARTO (incluido la Tenno "dando a luz" también) Y MUERTE EN EL PARTO A CONTINUACIÓN!*

(See the end of the chapter for more notes.)

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X.

«¡Por el Vacío!» Chilló la chiquilla, estirando sus piernas, temblando con los ojos bien apretados, cuando las contracciones se volvieron más fuertes, más constantes, más insoportables. El calambre era tan intenso que su cuerpo estaba sufriendo físicamente también, de verdad. «No puedo… no voy a poder hacerlo…» lloró, pidiéndole disculpas a Jade. Después se abofeteó a sí misma. «¡No, claro que puedo hacerlo

—¡Mierda! ¡Me duele! —Chilló en voz alta —. ¡Puta madre, esto duele mucho! —Rugió, sintiendo los dedos de metal de Umbra limpiando las lágrimas de su ruborizado rostro contorsionado por el dolor.

Al mismo tiempo, por Jade, sintió el intenso agarre de Stalker, como sus dedos acariciaban su palma mientras su casco sobaba su vientre sin saber si era buena idea hacerlo.

Podía escuchar a Ordis y su escaneo durante el parto, asegurando de que Jade siguiera viva, de que ella no se volviera loca por las contracciones, ya en medio del alumbramiento.

Para su sorpresa y coraje, también escuchó a Hunhow.

—Relaja tu cuerpo, Tenno. Debes permitir que Jade termine de dilatarse.

La voz de la Tenno sonó en Jade y en el cuerpo de la propia.

—¡¿Tú qué vas a saber si no tienes útero?!

Sí… la niña no estaba pensando con claridad, y nadie podía culparla.

Un nuevo chillido se compartió en ambas cuando comenzaron a coronar. El espectáculo era horrible, pues la sangre comenzó a aparecer. De Jade, por supuesto.

Stalker se petrificó, viendo el rastro manchando la cama mientras algo comenzaba a asomarse. Para su propia confusión se descubrió a sí mismo sorprendiéndose de que ciertas partes siguieran en el cuerpo de Jade, no sólo respecto a su útero o a sus senos.*

No supo si sentir miedo o… no era momento para eso.

Umbra, obligando a Ordis a ser el peluche de frustración de la niña mientras el alumbramiento llegaba a su pico más alto, se acercó a la futura madre. Le dio una palmada en el hombro a Stalker, sacándolo de su cavilación, y con un rápido asentimiento de cabeza se colocó al final de la cama, con la vista directa al alumbramiento.

—¡Puedes proceder a ---expulsar--- pujar, Operadora! ¡Puja con Jade! ¡Ayúdala!

—¡Me voy a morir!

—Ordis no cree que esa sea una frase adecua… ¡ay! —Chilló el centinela cuando la Tenno le enterró las uñas. El poder del Vacío brillaba en sus manos, como si disparar como su amp pudiera disipar el dolor.

Umbra bufó para que Stalker se acercara, tiró de él, aún atento al progreso del parto, y cuando finalmente el futuro padre se acercó para recibir a su hijo, se mantuvo cerca, a su costado, para apoyarlo.

Los movimientos de Jade se volvían cada vez más erráticos, demostrando, a través de la Tenno, el dolor por el que su cuerpo estaba sufriendo. Umbra era consciente, y probablemente todos allí, de que ahora era Jade la que estaba enfrentando el verdadero dolor del milagro. El dolor físico por el cual pasaba la niña estaba siendo censurado, y aun así sus gritos y chillidos eran una clara señal de la hazaña, del milagro que estaban llevando a cabo, aun contra toda lógica conocida hasta ese momento.

Entonces… después de lo que pareció una eternidad, Jade soltó por sí misma un último lamento, rompiendo con la Transferencia en el instante en que la placenta y el resto de las secreciones fueron expulsadas*. La Tenno jadeó con un espasmo, haciéndose ovillo y perdiendo la consciencia por un momento, mientras que el llanto repentino de un bebé sacudió no sólo a Stalker, que se quedó inmóvil con la criatura pequeñita y verde en brazos, sino al propio Umbra.

Jade jadeó débilmente, y la Sombra no dudó en acercarse a ella, con la nueva criatura aún viscosa en su agarre, llorando y removiéndose inquieta.

Los padres primerizos contemplaron a su bebé por lo que fue una eternidad —una hermosa, efímera eternidad—, antes de que Jade acariciara el rostro de su criatura, cambiando su llanto por una risita enternecida, como si la reconociera con tan sólo tocarla. Jade después alzó su mano al casco de Stalker, a donde debía estar su mejilla, y abriendo sus plumas como cuando jugaba a «dónde está mamá», soltó una especie de risita ahogada.

Si hubiera podido hablar, le hubiera dicho claramente lo que siempre quiso decirle de nuevo: «te amo, Sorren». Pero no pudo hacerlo, no con su voz, no con un rostro que ya no era el suyo. No con un cuerpo castigado que aún en su moribundo letargo cumplió con su promesa.

Después de la exhaustiva labor, casi regocijándose victoriosa, su casco se cerró y su mano comenzó a perder sus fuerzas.

Finalmente… era el momento.

Stalker la sostuvo entonces, aferrándose a ella, tratando de que Jade viera otra vez a su pequeño, pero la Warframe ya no reaccionó.

En un fulgor verde, su cuerpo se desintegró lentamente, su útero de cristal se cuarteó, y lo que un día fue Jade desapareció en trizas y plumas, dejando su último regalo en los brazos de su amado. Un regalo aparentemente imposible que, sin embargo, ella pudo hacer realidad con la ayuda de aquella niña que le recordó aquellos viejos entonces, cuando aún era un arma usada a favor de los Orokin.

Cuando su castigo aún no era superado.

«Pequeña. Gracias… y adiós…»

La guarida se hundió en un denso silencio lleno de luto inmediatamente después.

Umbra no apartó su vista del recién nacido, vio cómo Stalker lo envolvió en mantas, como lo abrazó con cuidado, cubriendo su reluciente fulgor de sus ojos, acariciando su cuerpecito con su casco, y de haberlo podido hacer, el anterior Dax hubiera sollozado allí mismo.

El recuerdo lacerante de Isaah, de su cuerpecito en sus brazos mientras se hincaba para que su madre pudiera verlo, lo invadió. No recordaba el rostro de aquella mujer, pero jamás olvidaría a su pequeña criatura, a aquella que engendró de su propia sangre, al fruto de su mayor hazaña, quien creció y siguió sus pasos desde joven… y de aquel que murió en sus garras por el mismo bastardo que le había arrebatado la vida de Jade a Sorren.

—Jade… —murmuró de repente Ordis, con lo más cercano a tristeza.

Incluso el silencioso Hunhow se hundía en la tristeza de aquella injusta muerte.

Incluso la Tenno, semiinconsciente en el suelo, tratando de reponerse física y mentalmente de la situación, dejó escapar un llanto tan desgarrador como infantil que no tardó en hacer llorar al recién nacido también.

Notes:

Decidí no dejar que Jade hablara con Stalker/Sorren como para que se despidiera bien de él, porque se veía muy jodida en Jade Shadows como para realmente hablar (y no sé si ella podría hablar como Stalker), así que sí, sólo un pequeño momento familiar con ellos para que el angst del capítulo sea lo suficientemente doloroso como para dejar un sabor agridulce, tal como la Aventura lo hizo. (Aun no puedo usar a Jade, ni siquiera le quiero meter formas porque sería como profanarla x.x)

PERO juro que todo será un poco menos doloroso al final. ¡Incómodo no, porque lo seguirá siendo en ratos, pero menos doloroso síp!

Chapter 11: XI. Luto

Summary:

Sorren más que nunca supo que su vida le pertenecía ahora al fruto de su amor. Al nuevo amor de su vida.

Notes:

¡Regresamos con Sorren para abordar la última parte de la aventura desde su punto de vista antes de que la Tenno y Umbra regresen!

ANGST, SENTIMIENTOS DE LUTO, UN PADRE VIUDO Y UN BEBÉ EN RIESGO A CONTINUACIÓN.

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XII.

Sorren contempló a su bebé en medio de una aturdida conmoción, procesando su llanto, procesando el llanto de la Tenno misma, acurrucada en el suelo como lo que él vio en ella la primera vez: una niña indefensa. Por simple inercia meció a su pequeño, intentando apaciguar su angustia, pero su propio dolor lo hizo encogerse en él, como si buscase que la pequeña criatura nacida de las entrañas de la difunta Jade lo consolase a él en su lugar.

Realmente, si pudiera llorar, lo estaría haciendo. No le importaba si estaba enfrente de los enemigos, de aquella que había arruinado su vida por culpa de su maldita traición. El dolor que estrujaba su pecho era demasiado como para soportarlo.

Cuidando de no ser brusco, apenas pudo sentarse en el lecho de Jade, acurrucando entre su cuello con una mano, mientras que con la otra tomó una de las plumas de su amada, acercándola a su rostro, después a la de su bebé. Éste dejó de llorar, tomando entre sus manitas el rastro de su madre.

Umbra intentó acercarse, pero se vio incapaz de hacerlo. Por mucho que lo deseaba ni siquiera podía caminar hacia la Tenno.

El ambiente estaba tan cargado de una tensión emocional que nadie sabía cómo romper con el manto de desolación y dolor que yacía sobre todos los presentes.

Fue el ruido de naves lo que hizo reaccionar a Sorren, apretándose al niño con cuidado de no lastimarlo. Ordis ya revoloteaba sobre su Operadora, obviando lo que ya sabía el asechador:

—Naves Corpus se acercan… oh no, ¡ya están aquí!

Sin pensarlo dos veces, Sorren tomó su Hate con su mano izquierda, mientras que la derecha se mantuvo sólo para su bebé, para el fruto de un amor que jamás podría superar. No dejaría que nadie osara emboscarlo. No iba a dejar que nadie mancillara el recuerdo de Jade.

Una vez armado y listo para defender lo único que le quedaba ahora, con el fulgor verde de su amada iluminando su casco y su arma en una poética, pero devastadora forma de expresar que ella siempre estaría con él, Sorren ni siquiera se dignó a ver a la Tenno, pero sí miró a Umbra. Con un asentimiento de cabeza agregó:

—Váyanse.

—Pero no podemos… —intentó intervenir Ordis.

Sorren negó con la cabeza. Ese era su asunto, no el de ellos. Jade ya no estaba así que no tenían nada más que hacer.

El cefalón comprendió su gesto. Umbra ya estaba cargando a la Tenno en brazos, notando —con el corazón encogiéndose en su pecho— cómo ella respondía con un gemido de dolor, aún afectada por lo que acababa de vivir…

La empatía que contraía la Transferencia a veces podía ser demasiado cruel. A veces la niña era demasiado buena para su propio bienestar.

Mientras checaba sus signos vitales, palpando su cuello para percibir su pulso y después tocando su frente para notar el sudor frío que pegaba parte de sus cabellos en su pálida cara, el Warframe Consciente no se percató de cuando Sorren se retiró.

Lo que delató su partida fue el sonido de la puerta automática cerrándose.

No lo siguió. Al menos no hasta que Ordis se movió primero, antes de que el sonido de gritos advirtiera de la presencia de los Corpus ya bien adentrada en la guarida.

—Ayúdenlo —pidió Hunhow repentinamente.

Ordis miró hacia la ventana, intentando no observar el lecho de plumas y fulgores verdes.

—¿Ayudarlo a qué?

Umbra le dio una palmadita, apurando el paso. Sabía a qué se refería Hunhow y sabía que incluso sin su petición él lo hubiera hecho. Como padre, no se perdonaría el no hacerlo.


Sorren usaba la Hate mayormente para evadir las balas de los Corpus y los MOA, cuidando que nada rozara a su pequeña criaturita verde que le veía con los ojos bien abiertos, intentando liberar sus manitas de la manta que lo envolvía con la presión justa para mantenerlo quieto. No tenía intenciones de pelear, de arriesgarse a asustar a su hijo, de delatarlo frente a los intrusos, cuyas órdenes habían sido buscar un Warframe que ya no estaba allí.

Por un efímero momento se preguntó si Umbra se había logrado escabullir sin ser descubierto, si había usado esa habilidad para volverse invisible y sólo mataba para mantenerse oculto, o si la mocosa lo estaba forzando a deshacerse de todos aquellos desdichados que, muy probablemente, a esas alturas ya habían descubierto las plumas y trizas de Jade.

Subió por el elevador, preparándose para lo que tendría que encarar al notar que los refuerzos ya no se encontraban por ningún lado, y apretó con fuerza su arma, no sin antes ajustar la manta, cubriendo la cabeza de su bebé para sólo dejar sus ojos al descubierto.

La criatura se removió inquieta, pero con un simple cambio de posición se acurrucó entre su costado y su hombro, cerrando sus ojitos, ignorante de la tensión de su padre.

Sorren más que nunca supo que no podía permitir que algo le pasara. Su vida le pertenecía ahora al fruto de su amor. Al nuevo amor de su vida.

Toda su eternidad era para él… ¿o ella?

Ya tendría tiempo de averiguar eso, pensó.

Y es que tan pronto salió de su guardia, la fila de Corpus, comandada por una mujer de expresión arrogante —probablemente la Capitana del otro día, lo recibieron en el hangar. Su Terror, como ya venía asumiendo, había sido tomada por ellos.

Para dejar la guarida no tenía de otra más que hacerse paso… no, que hacer el paso.

Ahora entendía un poco mejor por qué los Tenno dejaban un camino de sangre a donde sea que iban. No tenían opción. Y le enfurecía simpatizar con ellos en ese aspecto… pero no le dio demasiada relevancia.

—¡Fuego!

En el mismo instante en que la lluvia de balas se dirigió hacia él, Sorren comenzó a darle vueltas a la Hate, rebotando las balas con el improvisado escudo que, a pesar de su eficiencia, eventualmente fue superado por los miles de balas que le llovían sin descanso.

Los proyectiles no tardaron en atravesar uno de sus muslos, haciéndolo vacilar. El remate con otra bala en su pantorrilla finalmente lo hizo caer de rodillas, con más proyectiles de calibre pesado rozando y atravesando su carne acerada, salpicando gotas de su sangre con una facilidad que lo hizo sentir patético.

¿Tan fácil estaba siendo superado? ¿Realmente iba a permitir que pasaran encima de él y le hicieran algo a su criatura?

No. Absolutamente no.

Pero, aunque intentó levantarse, no pudo.

No podía.

¿Cómo mierda no podía? ¿Por qué dolía tanto? ¿Era el dolor físico o la pérdida de Jade? ¿El miedo de perder a su hijo también? ¿La desesperación de pensar que no podría proteger lo que amaba y lo último que quedaba de su amada Jade?

Chapter 12: XII. Milagro

Summary:

¿Eso que sonaba era un bebé? Un neonato en un mundo donde la natalidad había sido sustituida por el kuva… ¿qué clase de milagro acababan de presenciar?

Notes:

Lento pero seguro, ¡ya nos estamos acercando al final!

HEADCANONS MEZCLADOS CON EL CANON, MÁS ANGST Y SENTIMIENTOS DE LUTO A CONTINUACIÓN.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

XII.

Mientras las balas seguían rozando y lacerando su cuerpo, Sorren sólo pudo pensar en cómo ni siquiera había pensado en un nombre todavía para su pequeña criaturita. Jade había pensado en Sirius. Él había insistido en Orion. Ambos discutieron siempre en secreto, como una pareja de gruñones ancianos, porque no lograban decidirse por uno. Nunca consiguieron ponerse de acuerdo, y ahora la decisión le era arrebatada a él también.

Es decir, apenas tenía en sus brazos a su bebé, aferrándose a su existencia para no dejarse arrastrar por el luto, ¿y ya iba a perder al nuevo amor de su vida?

Cuan miserable se sentía en ese momento, pensando en lo mal padre y mal esposo que fue, sintiéndose un desdichado e incompetente hombre… a pesar de que no era su culpa que todo le cayera encima tan repentinamente.

Se sentía derrotado.

Desesperado.

Frustrado.

Asustado.

Tan, tan cansado también…

Tan solo y abatido.

Perdido.

Humillado.

Intentó pensar en algo diferente, en el futuro que podría esperarlos mientras arrastraba su pie. Por ejemplo: ¿qué nombre debía ponerle?

Pero era inútil.

No podía.

Quería culpar a la Tenno, no… la culpaba, de hecho. Si los malditos Tenno no hubieran traicionado a los Orokin…

Si Ballas no los hubiera descubierto…

Si ellos no hubieran ido en contra de las Legems…

Se odió por pensar en Umbra en medio de su propio dilema.

Se odió por querer gritarle al anterior Dax, ese que en los tiempos dorados pudo tener lo que el —el derecho a una familia— que lo ayudara, aunque no sabía siquiera si seguía cerca, si había decidido dejarlo lidiar solo con su problema, o si intuía que tenía que seguir velando por él y sólo estaba esperando el momento para salvarle el trasero.

Mierda, hasta estaba tentado a llamar a Hunhow, pedirle perdón y rogarle por ayuda.

Realmente se sentía tan poca cosa en ese momento. Había actuado tarde con Jade. La había dejado morir.

Y ahora era tan patético que no podía proteger a su bebé…

Con un gruñido de impotencia y frustración, Sorren tiró la Hate, cubriendo con ambas manos el cuerpo de su criatura. Agachó la cabeza en una lastimera muestra de rendición —no por él, sino por su bebé, y usó su cuerpo como el escudo que la Hate no pudo ser.

Una bala le atravesó el hombro, y el movimiento fue tan brusco que…

Que su bebé comenzó a llorar.

Si antes quedaba implícito que estaba cuidando de algo ahora era más que obvio de qué se trataba. Sorren pudo haber palidecido de ser capaz, pero en su lugar tembló, apretando más fuerte a la criatura, intentando callarla.

Fue inútil.

El llanto resonó en medio del mar de ballas, de las cuales, extrañamente, sólo algunas cuantas alcanzaban a rebotar alrededor de Sorren, a veces muy cerca de su cuerpo, otras veces prácticamente rozando sus brazos, pero jamás atacando zonas vitales.

Y entonces, en una especie de milagro, la Capitana Corpus, Xeto, escuchó aquel particular ruido. Primero con confusión, como si no lo creyera, después dejando con una mueca de sorpresa que la hizo reaccionar alzando la mano y gritando que se detuvieran.

—¡Dije que alto al fuego! —Bramó, dándole un manotazo a su segundo al mando.

Las torretas y la lluvia de balas se detuvieron casi al unísono, permitiendo que el llanto fuese más obvio, llenando el aire de una mezcla entre incredulidad, sorpresa y algo parecido al pánico. Y es que… ¿eso que sonaba era un bebé? ¿Cómo era posible…?

Cuando Sorren se forzó a levantarse, aún dubitativo sobre si estaban a salvo o no, pero dispuesto a tomar la oportunidad a su favor, los Corpus dejaron salir una exclamación de asombro. ¡Era un bebé Warframe! La respuesta los dejó más perplejos que la posibilidad, porque eso significaba que era real. Que un Warframe bebé había nacido. Un neonato en un mundo donde la natalidad había sido sustituida por el kuva…

Pero entonces se dieron cuenta de que no había señales de la madre —uh… ¿asumiendo que había una madre? ¿Qué lo que realmente buscaban era a esa supuesta madre y no al bebé? Y si bien nadie entendía cómo había pasado, desconociendo siquiera que existiese la más remota posibilidad de la fertilidad en tiempos actuales, lo único que cruzó sus mentes como la respuesta más coherente era que realmente se trataba de un milagro con todas las letras. Un maldito milagro que había sacudido su percepción de lo que era… todo.

Y a pesar de ser observada por Granum y las Hermanas de Parvos, Xeto de la Ardent hizo el ademán para que su tropa completa le cediera el paso al Cazador de los Tenno, para detener el fuego y dejarlo partir, negándose a atentar contra el milagro de la vida misma. Cuando Sorren cojeó hasta pasar a su lado, le echó un vistazo a la criatura, entre aterrada y encantada con aquella criatura de vibrante fulgor verde, antes de moverse, asintiendo con las manos en la espalda, dejándolo partir.

Al hacerlo, aceptó también el castigo que Granum decidiese imponerle por la estupidez que acababa de cometer, observando partir a la Terror con una mezcla de sentimientos encontrados. Aun así, algo en ella sabía que había hecho lo correcto, incluso cuando la moral era lo último que importaba a esas alturas de la situación…

No notó la otra nave partir hasta que ya era muy tarde, pero tampoco le dio importancia, pues lo último que necesitaba era enfrentarse con un verdadero Tenno. Con ese que incluso el propio Granum despreciaba desde su derrota tiempo atrás.


La chiquilla no paró de golpear el casco de Umbra mientras renegaba y pataleaba cansada, adolorida y emocional sobre los brazos de su Warframe, jurando y perjurando que estaba bien, que tenían que ir tras Sorren y asegurarse de que el bebé estuviera a salvo.

La Terror había desaparecido en algún escondrijo en Lua hace poco, según Ordis, que no pudo rastrear la nave por más tiempo, y a pesar del brillo en sus ojos que expresaba su anhelo por saber qué había pasado con el —su— bebé, Umbra la había detenido antes de pensar en bajar ella sola al satélite y buscar a un padre que necesitaba tiempo para asimilar lo que estaba pasando. Lo que fue y lo que sería. Su pasado, su presente y su futuro

Por supuesto, ella no lo tomó bien. Rechazó la propuesta de hacer la Transferencia para que fueran juntos, hacer lo más sensato —aunque lo realmente sensato era dejar a Sorren en paz— por miedo a seguir mezclando recuerdos, a pasarle de alguna forma su angustia y estrés a Umbra después de todo lo que ya le había hecho en el pasado, pues Ballas estaba inmiscuido en todo eso, y siguió insistiendo en ir a comprobar que su sacrificio había valido la pena.

—¡Puedo hacerlo! —Insistía, pero su palidez tenía preocupados a ambos tutores suyos.

—Operadora, Ordis sugiere que descanses. Acabas de parir… de alguna manera…

—¡Y con más razón tengo que asegurarme de que esté bien!*

Con cada golpe y cada queja llorosa, la resolución de Umbra se quebraba a favor de su Tenno. Incluso Ordis comenzó a caer en sus inconscientes manipulaciones… hasta que ambos cedieron. No es que pudieran oponerse a la voluntad de su Operadora, de todos modos…

Notes:

*Headcanon sobre el flujo invertido. Se ahondará más sobre esto en los siguientes capítulos, ¡así que sí, se vienen más momentos incómodos! Jaja.

Chapter 13: XIII. Pasado y Presente

Summary:

el Warframe se encogió contra su criatura, porque el verde de sus redondos ojos era el eterno recordatorio de su amada Jade. De su pasado reflejado en su presente.

Notes:

Santo Vacíoooooo, tardé muchísimoooo, más de lo que tenía planeado (porque el mes pasado volvió Vientre de la Bestia y juró que traté de actualizar aprovechando la inspiración que NO PUDE APROVECHAR :'v). Lo siento de verdad, tenía MESES con este capítulo en borrador, pero la excusa de siempre: mucho trabajo y poca chance de revisar lo que vomito jajaja. Desde diciembre aproximadamente he tenido un cliente que me ha comisionado frecuente, y pues obviamente le doy prioridad a sus escritos antes que a mis fanfics. (Se puede ver porque los he estado subiendo en mi misma cuenta).

Como sea, FINALMENTE NUEVO CAPÍTULOOO. Aunque el luto de Sorren sigue :(

Chapter Text

XIII.

Recuerdos borrosos corrían por su mente mientras Sorren se adentraba en una de aquellas frívolas construcciones que antaño fue parte de su hogar, su trabajo y su perdición. Los ruiditos de su bebé hacían eco por las paredes de oro y abandono, de mentiras y tiranía, mientras su voz resonaba en su cabeza en una mezcla de dulce nostalgia y doloroso luto.

Por mucho que deseaba culpar a la Tenno por no haberlo ayudado lo suficiente, sabía que sólo estaría inculpando a alguien que sólo fue otra víctima de las circunstancias, de la crueldad de los Señores Dorados, porque él y Jade fueron conscientes del riesgo que habían corrido, de la penitencia a la que se condenaban, desde el momento en que decidieron entregarse mutuamente —no por obligación, sino por gusto, por decisión, por simple amor: un amor prohibido que acabó en la tragedia destinada a ser, sin importar cuánto se había esforzado para tratar de evitarlo.

El peso de la criatura en sus temblorosos brazos era una mezcla de culpa y tristeza, pero también de amor, esperanza y convicción. Jade le había dado su vida al fruto de su pecaminosa unión por decisión propia, por una promesa de amor —porque todo en ella siempre se trató de amor, después de todo— y Sorren, desde el momento en que ella le dio aquella terrorífica y maravillosa noticia, ya había tomado su decisión también: no ir en contra de dicho anhelo.

Si Jade quería dar a luz a su criatura, entonces él la apoyaría, él lucharía por ellos, sin importar el costo. Pero eso no evitaba que una parte de sí se arrepintiese de haber hecho lo correcto por su familia—no… de haber actuado tarde, confiando en que podría romper por sí mismo una penitencia de quienes regían su vida desde antes de convertirse en un Warframe.

A decir verdad, no sabía cómo se suponía que se tenía que sentir… en general. El tumulto de emociones era un desastre imposible de desenredar, y con cada paso que daba por aquellos pasillos destrozados que alguna vez consideró como su hogar, el conflicto era mayor. El dolor mental —más que físico— se volvía casi insoportable con cada paso cojo, y no había consuelo que lo ayudase a lidiar con algo que superaba por creces el pozo de desesperación y odio en el que se había hundido hace tanto tiempo porque, aunque Ballas había sido derrotado, aun cuando la mocosa se había encargado de ello, lo que el Ejecutor les había hecho a Jade y a él no podía ignorarse simplemente porque el responsable ya no existía.

Pero, al mismo tiempo, ¿qué debía hacer ahora? ¿Redirigir todos esos sentimientos a la Tenno de nuevo, como siempre lo había hecho hasta que Hunhow intentó que hiciera las paces con el victimario que él se inventó para evadir sus propios sentimientos de culpa y remordimiento? No.

Jamás…

Pero ella lo había ayudado.

No. Sólo ayudó a Jade para que muriera—

Antes de seguir luchando consigo mismo y los confusos e intrusivos pensamientos cuan parvada de condroc’s, el bebé percibió su tensión y comenzó a gimotear y darle manotazos, como tratando de decirle que se calmara. Sorren entonces se obligó a relajar sus tensos hombros y estabilizar sus brazos, apegándole más a él en un abrazo que buscaba consuelo, más que brindarlo. Luego respiró hondo, dejando escapar un ruido profundo desde su casco, cojeando por las heridas, dejándose arrastrar por los recuerdos, los miedos y las ilusiones de una familia que, aunque soñaba a menudo, sabía que jamás podría tener.

No como los Dax, dichosos de poder procrear sin atentar a las Legems como tal. No como los Orokin, pese a su perfeccionismo mórbido que desechaba a los indignos. Mucho menos como los colonos, libres del yugo de la servidumbre militar, aunque sentenciados a ser carne de cañón de todos modos.

Recordó entonces a la Tenno, a los mocosos que dio caza antes de saber que eran niños, alguna vez futuros colonos, y a los que olvidaron su causa y devoción a la copa de su madre adoptiva, la que el propio Ballas les arrebató y después entregó bajo un falso velo de guía. Recordó también a Umbra y volvió a preguntarse dónde estaba, si se había quedado a cuidar de la chiquilla, o si… si lo había seguido. Se sintió patético por desear esto último. Acto seguido sacudió la cabeza, miró a su pequeña criatura y volvió a suspirar. Había algo más importante en lo cual pensar ahora: su nombre. ¿Debería llamarlo Sirius, en honor a Jade, a pesar de que el nombre le parecía muy suave? ¿U Orion, como él había insistido, que sonaba más imponente?

Sorren se permitió visualizar, ahora que por fin eran más claros en su no-tan-atormentada mente, los mohines de Jade cuando él la sentaba, le acariciaba el vientre —asegurándose primero de que no hubiera nadie cerca— y trataba de persuadirla de que Orion era un nombre más que adecuado, porque, si decidía ser un Guardia también, o mejor aún, si lograba convertirse en Dax, ¿qué nombres imponía más respeto?

Luego ella negaba con la cabeza, le aseguraba que Sirius era un nombre elegante y ¿qué pasaba si decidía volverse un Arquímedes? Orion sonaba tosco a su parecer.

«Jade, Orion es un buen nombre.»

«Sorren, Sirius suena mejor.»

«Es un nombre con poco carácter.»

«Es elegante.»

«Jade…»

«¿Quién carga a Sirius en su vientre?», le contrarrestaba ella cuando se hartaba.

«¿Quién ayudó a que Orion llegara allí?», refutaba él.

Entonces Jade se indignaba, con las mejillas rojas y los labios apretados, y se iba. Para Sorren era una victoria.

Por tal motivo, sintiendo su pecho rebosando en una dolorosa mezcla de ternura, diversión y amor, decidió ser lo suficientemente egoísta por esa vez como para alzar a su bebé en brazos, con el paisaje nocturno de fondo, y tomar la decisión de nombrarlo:

—Orion…

Cuando la criatura soltó una risita y manoteó y pataleó como si se divirtiera, el Warframe se sentó en el suelo, buscando un poco de descanso para su magullado y pesado cuerpo, y luego apegó a su bebé a su casco, complacido de que a Orion le gustase su nombre, porque así lo iba a llamar de ahora en adelante, y que Jade lo perdonara, pero el niño había hecho su decisión.

Aun con las miradas clavándose en su espalda, él actuó cómo si no se diera cuenta del ridículo giro de roles, donde el asechador era ahora el asechado. Estaba demasiado cansado como para pensar en cualquier tipo de confrontación incluso si era con el culpable (in)directo de su desgracia.

El luto hacia Jade seguía ardiendo al rojo vivo y el cambio tan súbito que había tenido su miserable vida lo mantenía aún lo suficientemente turbado como para no desear concentrarse en aquello que por milenios jamás le ofreció ni un poco de consuelo a su atormentada alma. Por mero sentido común prefería enfocarse solamente en lo único que le importaba de verdad.

¿Y quién lo diría? Jugar con Orion, lanzándolo cuidadosamente por el aire, apenas lo suficiente como para que las manitas del bebé se mecieran una vez antes de volver a las manos de su nervioso papá, haciendo que su risita rebotara por las paredes frívolas de oro dándole una sensación de vida nuevamente, era más reconfortante de lo que Sorren imaginó.

Sin darse cuenta, ese se había vuelto su primer juego, y el favorito, entre ellos dos.

Un juego que ni siquiera su eterna penitencia podría borrar de su mente fragmentada, pues no había nada en el mundo que le hiciera olvidar el amor que ahora palpitaba en su pecho. Un amor que se abría paso por el odio, el dolor y la furia abrasiva.

Aun así, este nuevo sentimiento no evitó que el Warframe eventualmente se encogiera contra su criatura una vez más, porque el verde de sus redondos ojos era el eterno recordatorio de su amada Jade.

Porque Sorren era consciente de que, si tan sólo hubiera adivinado antes que el Warframe postrado en aquel lecho era su amada, él hubiera podido disfrutar de su familia un poco más.

Sólo un poco más… antes de aceptar que había perdido lo poco que le había dado sentido a su intento de venganza.

Sólo un poco más… antes de aventurarse a una nueva etapa donde no podía valerse de nadie, salvo a sí mismo, para unir los pedazos rotos de su miserable vida y empezar de cero… o, al menos, con un nuevo objetivo en su mira.

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