Chapter 1: ¿Fracasado yo? Ni que fuera de River
Chapter Text
"Naruto, es la segunda vez en la semana que te llaman la atención por traer la remera de Boca al colegio", reclamó Iruka al rubio, pellizcándose el puente de la nariz. "Ya te explicamos mil veces por qué quedaron prohibidas las camisetas de fútbol."
"Sí, profe, ya sé que es porque se cagaron a piñas unos de 5° C a la salida después de que River perdió el superclásico... otra vez", dijo, murmurando lo último. "Pero posta te digo que no tenía otra cosa para ponerme; como ayer llovió una banda, no se me secó la ropa que puse a lavar."
Iruka solo negó con la cabeza y lo dejó entrar al aula de una vez, soltando un suspiro pesado, no sin antes advertirle que la próxima vez le pondrían una amonestación. Sabía que su alumno no mentía, pero ya había recibido varios llamados de atención de la directora Tsunade por cosas similares. Y aunque a ella también le caía bien Naruto, no era tan indulgente como los demás.
"Parece que este año también te vas a llevar hasta el recreo, Naruto", provocó Sakura, girando el cuerpo en su dirección. Ella se sentaba en el banco de adelante desde 1.er año y era la aplicada del curso. Naruto había tenido un crush con ella desde que la conoció, aunque nunca le dio bola y todos lo descansaban con eso. Motivos no faltaban: se la quiso chamuyar repetidas veces, siendo rechazado en todas, por lo que eventualmente terminó desistiendo de la idea.
"Ey, nunca me llevé todas las materias", se defendió, cruzándose de brazos y haciendo una mueca. "Educación Física siempre la apruebo con 10", presumió, con la barbilla en alto, orgulloso de su promedio históricamente impecable.
"Sí, y todas las demás te las llevás a febrero", añadió Shikamaru, con la cabeza apoyada en su mano, mirando de reojo a su compañero de banco y mejor amigo. "No te hagas, Naruto. Yo también estaba ahí. Casi repetís como tres veces."
El chico abrió la boca para contestar, pero Sakura se le adelantó: "Para mí que te ayudaron los profes porque les caés bien nomás; Si no, no me explico cómo llegaste a 6°", teorizó divertida, solo para joderlo. Un poco de razón tenía igualmente: el rubio no era el mejor estudiante, pero al menos le metía pata. Era sabido por los directivos del colegio que el chico tenía otras responsabilidades fuera de la escuela.
Naruto revoleó los ojos y protestó: "Pero Shikamaru, no me quemés. Se supone que estás de mi lado, pero vas y te aliás con el enemigo. Vos tenés que ayudarme en esto, flaco", lo acusó con un dedo, los cachetes colorados de bronca y vergüenza, empeorados porque Sakura se reía cada vez más.
"Da igual, no es un secreto para nadie, boludo", respondió monótono, encogiéndose de hombros. "A mí también me da paja y me llevo todo, así que no soy mucho mejor que vos tampoco."
Naruto quiso seguir discutiendo, pero Iruka carraspeó con fuerza, queriendo comenzar la clase de una vez. El rubio bufó resignado y se limitó a decir a regañadientes: "Vos te las llevás nada más porque no tocás un lápiz en todo el año, pajero."
"Che, Kiba, Shino, ¿quieren ir a jugar un picadito a la salida?", preguntó el Uzumaki con una sonrisa desbordante de entusiasmo. "Ya arreglé con los de 6° B para jugar en la plaza. Lee, Chouji y Sai ya me dijeron que sí. Dale, que esta vez los hacemos."
"Eso dijiste la vez anterior, boludo", discutió Kiba con una mueca. "Y la anterior a esa también", agregó Shino, que estaba leyendo un manga sin prestar mucha atención a la conversación. Kiba coincidió con su comentario, ofendiendo a Naruto a tal punto que parecía que había chupado un limón o que se le habían pasado los fideos mientras hacía el tuco.
El chico se cruzó de brazos antes de contestar: "Ya sé, ya sé, pero esos nos re cagaron con los penales, así cualquiera". Tenía razón en lo que decía; los de 6° B eran bastante forros y no jugaban limpio, pero igualmente Naruto quería ganarles como Dios manda, sin penales truchos ni cosas del estilo. "Dale, vamos, además antes de las vacaciones de invierno tenemos nuestro último torneo intercolegial. Tenemos que praticar, incluso contra esos pecho frío del B."
Kiba terminó accediendo principalmente porque se quedó sin excusas; su compañero le tocó una fibra sensible diciéndole eso. La mayoría ya estaba pensando más en qué hacer después de terminar el secundario que en cualquier otra cosa, además de que no perdía nada yendo. "Bueno, dale, ya fue", respondió después de suspirar, y Shino, después de dudarlo un poco, también lo siguió.
Era sabido que Naruto, además, iba a un club del barrio ahí mismo en Lanús, pero igual le metía todas las ganas a jugar amistosos con los pibes a la salida del colegio. Cada vez que podía organizaba partidos con otros años, e incluso con otros colegios. Ese pibe conocía a medio mundo.
No era muy difícil deducirlo tampoco: el joven Uzumaki, con su personalidad hiperactiva y sociable —la cual Shikamaru gustaba catalogar muy acertadamente de "caradura"—, era como un imán para la gente. Era hasta esperable que para él hacer amigos fuera tan fácil como meter un gol sin arquero.
Sasuke estaba terminando de ponerse el uniforme para ir al colegio con cara de muerto, lo habitual. No había dormido prácticamente nada porque se pasó toda la noche mirando las dos películas de Kill Bill de Tarantino, uno de sus directores de cine favoritos. Era la tercera vez que las veía y cada vez le gustaban más. Por algún motivo, le atraían mucho las películas que trataban sobre venganza, quizá porque todavía le tenía bronca a Danzō, el forro del director de su colegio, que siempre le decía que su hermano mayor había sido mejor estudiante que él cuando era alumno de esa misma institución de élite. Y eso que el menor de los Uchiha tenía un promedio casi perfecto.
De igual forma, Sasuke no le guardaba rencor a su hermano; al contrario, tenía una buena relación con él y se veían cada tanto. En el último tiempo se les había hecho más difícil encontrarse, porque este se había mudado hace varios años a Puerto Madero, cuando se graduó prematuramente de la universidad y fundó su propia pyme, a la que le iba de maravilla. Tampoco iba a mentir: estaba un poco celoso de su hermano, pero cualquiera en su lugar lo estaría.
Una vez que terminó de desayunar, vio que su compañero de clase y vecino, Suigetsu, lo estaba esperando en la puerta. *‘Qué querrá ahora este’*, pensó con una mueca. Ellos no solían ir juntos a clases, no porque a Sasuke le cayera especialmente mal, sino porque el pelinegro disfrutaba de escuchar música camino al colegio. Además, Suigetsu siempre llegaba tarde y él odiaba a la gente impuntual.
“¡Buen día, Sasuke! ¿Dormiste bien?”, saludó casualmente cuando el otro abrió la puerta. Sasuke solo le respondió: “No dormí”, y pasó a su lado ignorándolo.
Durante los pocos minutos de caminata que tenían hasta el colegio, y con la sospecha del Uchiha de que su compañero tenía algo que decirle, finalmente lo confrontó, sin saber realmente si quería escuchar la respuesta. Pero tampoco soportaba la mirada del tipo de pelo color fantasía clavada sobre él.
“Cómo sabés cuándo te voy a decir algo, ¿eh?”, Suigetsu le dio un codazo juguetón, que Sasuke dejó pasar porque no quería estar de mal humor sin siquiera haber entrado a clases. “Bueno, la verdad es que, como sabrás, el mes que viene va a empezar el torneo de fútbol inter…”
“No”, lo interrumpió antes de que pudiera terminar la oración.
“Pero ni me dejaste terminar de hablar.”
“Por eso mismo digo que no”, reiteró sin mirar a su compañero mientras corroboraba en su celular que no estaba llegando tarde a su clase de Francés. “Me vas a pedir que esté en el equipo para representar a la escuela, ¿me equivoco?”, interpretó el silencio de Suigetsu como un sí.
“Dale, amigo, el entrenador Kakashi me pidió personalmente que te lo dijera a vos. Sos buenísimo jugando, y eso que hace banda que no vas al club. Si entrenás con nosotros vas a volver a ser de los mejores”, se paró enfrente, interrumpiendo el paso. “Neji se lesionó mal la rodilla en uno de los entrenamientos y no va a poder jugar. Vos lo viste cómo viene con la bota y las muletas a clase”, agregó, intentando no reírse al recordar al Hyūga cayéndose al piso cuando intentaba esquivar un caño que le querían meter.
Sasuke no respondió porque, afortunadamente, habían llegado a su destino. Soltando un suspiro aliviado, entró a su aula sabiendo que no tendría que seguir dándole la misma respuesta negativa, dijera lo que dijera.
A él realmente no le apasionaba el fútbol. Ciertamente era bueno y no le disgustaba; es más, cuando era chico le habían hecho elegir entre hacer un deporte o estudiar música en un conservatorio, y por descarte eligió el fútbol, que era la menos terrible de las opciones. Pero aun así, nunca le dio la relevancia que sus demás compañeros le daban a ese deporte. Como mucho miraba los mundiales y algún que otro partido importante de River Plate, si tenía ganas.
Cuando Sasuke salió del colegio y volvió a su casa ya era bastante tarde, con el sol comenzando a esconderse. Ese atardecer delataba de forma hermosa la inminente llegada del invierno, su estación favorita. Si quitábamos el hecho de que debía empezar a prepararse para los horribles exámenes del cierre cuatrimestral, el invierno significaba también estar más de dos semanas enteras de vacaciones, encerrado en su pieza jugando al nuevo Silent Hill o maratoneando alguna serie que tenía pendiente desde hace mucho, como Breaking Bad.
Lo que menos esperaba era que su hermano mayor, Itachi, estuviera en su casa y mucho menos en el living hablando con sus padres. “¿Itachi?”, preguntó, frunciendo el ceño. Nadie le había dicho que vendría a visitarlos. “¿Qué hacés acá?”
“¿Qué pasa, Sasuke? ¿No me querés ver?”, bromeó su hermano mientras le daba una palmada en el hombro. Sasuke revoleó los ojos y esbozó una media sonrisa. “Yo no dije eso, solo que no lo esperaba”, respondió, sentándose en uno de los sillones después de que su padre le hiciera un gesto.
Itachi le explicó que había tenido una reunión importante con un ejecutivo de otra empresa cerca de la zona, así que decidió pasarse a saludar. Sin embargo, prefirió quedarse hasta que Sasuke volviera de la escuela para hablar sobre algo “importante”.
“El director del colegio me llamó hoy al mediodía”, comenzó Fugaku, su padre. La sangre del menor se congeló. *‘¿Qué le dijo ese viejo de mierda ahora?’*, pensó, intentando mantener la menor expresividad posible en su rostro. No había hecho nada malo; sin embargo, no tenía idea de lo que podría llegar a inventar ese tipo con tal de joderlo. “Me dijeron que te negaste a participar en el torneo provincial de este año. ¿Es en serio, Sasuke? ¿Para qué te mandamos todos estos años con los mejores entrenadores si al final no vas a usarlo para nada?”, lo reprendió, acentuando la decepción en cada palabra. A pesar de que Mikoto, su madre, intentó calmarlo, Fugaku continuó igual de severo.
Antes de que la situación escalara más, Itachi, que había estado pendiente, decidió intervenir y llevó a su hermano a su habitación para que pudieran hablar más tranquilos. No era la primera vez que una discusión entre ellos comenzaba de forma similar, y sabía muy bien que no llevaría a nada, así que la mejor opción era separarlos.
“Seguro Kakashi le dijo todo a Danzō para que yo terminara yendo aunque no quiera”, se quejó entre dientes, con la mandíbula apretada. “No les importa otra cosa más que ganar y poner otra copa de mierda en exhibición.”
“Puede ser”, concordó, comprensivo. “Pero pensá en tus compañeros y amigos, que realmente quieren ganar ese torneo, y muy probablemente sin vos no puedan”, señaló mientras agarraba una foto vieja de Sasuke con su equipo el día que ganaron un torneo.
“Y si no ganamos aunque esté yo, no serviría de nada”, replicó, indiferente. “Además, hace un montón que no juego.”
“Eso no lo sabés hasta que lo intentés”, insistió con una postura más relajada. “Quiero ir a ver a mi hermanito jugar antes de que se egrese.”
El menor de los Uchiha entrecerró los ojos con fastidio ante la evidente carta de apelación emocional que su hermano usó para convencerlo. No es como si Itachi intentara ocultarlo tampoco; era consciente de las aptitudes de Sasuke. Usara la estrategia que usara, la decisión sería solamente de él, y tampoco podría hacer mucho al respecto, por lo que decidió ser lo más honesto y directo posible.
“Además, ahora que terminás el secundario, sabés que papá no te va a insistir más con el tema. Solo quiere tener otra cosa para enorgullecerse de vos.”
Sasuke permaneció en silencio unos segundos. “...Ya lo sé”, respondió, dándose por vencido, pero solo porque se lo pidió él. Aunque Sasuke no estaba seguro de si realmente le importaba ser ‘bueno’ en algo que nunca eligió del todo, a pesar de lo que le dijeran.
“¡Naruto, venís progresando muchísimo durante estos últimos meses! Tuve buen ojo cuando decidí hacerte capitán del equipo”, reconoció Guy, su entrenador del club del barrio que fue designado como director técnico durante el torneo. Con un pulgar arriba y una sonrisa brillante, continuó: “Y vos también, Lee, con ese pase potente de media cancha. Los demás igual, sigan así y la van a romper en la final. ¡Háganme sentir orgulloso… y a su escuela también!” Todo el equipo gritó eufórico, ardiendo en furor por la última victoria que habían conseguido en el torneo.
Sin embargo, ahora era momento de analizar al futuro rival, que estaba cerca de definirse; aún faltaba un segundo partido entre otros colegios que revelaría contra quién se enfrentarían en la final los chicos de Lanús.
Naruto solo quería que no fuera contra los chetitos de Recoleta. Todo menos eso.
“Che, yo sé que les dije a los del 6° B pecho frío, pero estos se pasan”, comentó Naruto, haciendo una mueca de disgusto mientras charlaba con Shikamaru por un pasillo. El rubio había visto los partidos anteriores de los equipos que habían llegado a la semi y no podía creer cómo su estilo de juego era tan diferente al suyo, “como si tuvieran miedo de embarrarse los botines”, según palabras del propio Uzumaki.
Shikamaru se encogió de hombros y se limitó a decir: “Tinchos”, después de bostezar, cansado porque tuvo que “madrugar” para ir a ver a Naruto jugar. Claramente Shikamaru no jugaría ni aunque le pagaran, pero el hecho de que fuera solo para sentarse a ver a sus amigos carrearse el partido era suficiente para subirles la moral. En realidad, nadie madrugó nada (para los estándares de la gente normal), porque el partido fue a las 10:30 a. m. Pero ellos eran del turno tarde, así que para despertarse a esa hora, como mínimo, una grúa tendría que levantarlos.
“Fua, yo pensé que te ibas a quedar dormido y no ibas a venir”, comentó alegremente Chouji mientras comía un merecido paquete de papas fritas después del partido.
Shikamaru no tuvo tiempo de responderle nada a su amigo porque Naruto inmediatamente vio una oportunidad que no iba a desaprovechar. “Mirá si se va a quedar dormido este”, señaló con el dedo pulgar, con la típica sonrisa que ponía antes de decir algo para romper las bolas. “Ahora está por jugar la categoría femenina, y nuestro simpático amigo no se perdería por nada del mundo el partido de su novia.”
“Qué decís, tarado, ¿por qué no te callás un rato? Te haría bien”, dijo alzando el tono de voz, algo completamente inusual en él. Segundos después, al darse cuenta de eso, se empezó a poner colorado. “También vine a verlos a ustedes, no se hagan.”
“O sea que la atracción principal siempre fue ella”, murmuró Sai, que estaba atrás de todos pero lo escucharon igualmente. El colmo fue cuando Kiba, seguido a eso, le gritó “pollera” entre risas. “Qué rompe pelotas que son, la puta madre”, dijo Shikamaru adelantándose, con las manos cerradas en puños y el ceño fruncido, poniéndose más colorado de lo que ya estaba.
Naruto, queriendo alcanzar a su amigo, no notó que había más gente en el camino, chocando así con alguien y cayéndose al piso con un golpe seco.
“Uff, perdoname, no te vi”, dijo el rubio mientras se restregaba el hombro por el dolor del impacto. Unos ojos oscuros lo miraron con disgusto, como si fuera un insecto al que quisiera aplastar. “Fijate por dónde caminás, tarado”, le respondió secamente, apartando la mirada con indiferencia.
“Qué te pasa, flaco, no fue a posta y te pedí perdón”, gruñó, pero el otro ya se estaba yendo como si nada, sin detenerse a escucharlo. Naruto, sin pensárselo dos veces, fue tras él con toda la intención de plantarle cara, pero se detuvo cuando un hombre que usaba barbijo negro y tenía el pelo gris se le acercó. “Perdoná a Sasuke, viene de jugar un partido y justo lo chocaron feo en ese mismo brazo hace un rato. Estamos volviendo de la enfermería por eso”, explicó el hombre, que tenía toda la pinta de ser su entrenador.
La bronca de Naruto se disipó levemente después de eso, pero aun así sabía que no era excusa para que ese tipo… ¿Sasuke? le hablara así. Además, el que se tenía que disculpar era el pelinegro con cara de culo, no su entrenador.
Los amigos de Naruto, que estaban presenciando toda la situación sin saber si involucrarse o no, vieron cómo el rubio aceptaba las disculpas a regañadientes. No era tan estúpido como para meterse en una pelea con el entrenador del equipo contrario presente, aunque ganas no le faltaban tampoco. Sasuke tenía toda la pinta de ser uno de esos pendejos chetitos que se sentían superiores al resto por tener más guita nomás. Con tan solo verlo cinco segundos se notaba: la ropa deportiva original, los botines de marca y las típicas facciones de nene carilindo que tanto detestaba. Y a Naruto, que había nacido y crecido en un barrio humilde del conurbano, no le cabía una ese aire de prepotencia.
Con los brazos detrás de la cabeza, con fingida indiferencia, Naruto volvió adonde estaban sus amigos. “Esos chetitos no saben lo que es el fútbol de verdad, los vamos a hacer mierda”, afirmó, asegurándose de que Sasuke lo escuchara. “Si es que llegan, claro”, agregó sin mirar atrás mientras se iba hacia la salida.
“Bueno, parece que sí llegaron”, comentó Sai a su amigo rubio, ambos escondidos entre la tribuna. Después de ese encuentro que tuvo con su potencial oponente, Naruto se había quedado con curiosidad por ver cómo jugaba, y su compañero, al verlo, decidió acompañarlo también, principalmente para asegurarse de que no se metiera en bardo innecesario.
“Gracias por la observación, Sai”, respondió fastidiado. Por más que no quería tener como rivales en la final a un equipo de nenes ricos de Recoleta, debía reconocer que no jugaban nada mal. Pero sabía que les faltaba algo. Incluso el equipo perdedor contra el que jugaron se había ganado más el respeto de Naruto por demostrar que lo habían dejado todo en la cancha.
‘Como boquita. Ellos sí que se dejan el alma en cada partido’, pensó Naruto mientras su pecho se inflaba de orgullo por el club del que era hincha.
“¿Naruto?”, llamó el chico pálido, ya de pie y con su bolso en la mano. El rubio ni se había dado cuenta en qué momento el otro se había parado. “El partido ya terminó, ¿nos vamos?” Después de asentir, bajaron las escaleras hasta que, por segunda vez en el día, Naruto se encontró con los mismos ojos fríos de antes, aunque la diferencia ahora era que el pelinegro esbozaba una media sonrisa, que parecía más una mueca que otra cosa.
Naruto ni se molestó en ocultar su desagrado, aunque tampoco tenía ganas de pelear realmente. Además, Sasuke estaba acompañado de casi todo su equipo y él solo estaba con Sai. Aunque no era como si una banda de porteños chetitos que probablemente nunca pisaron una calle de tierra pudieran hacerles mucho.
“Vos, el rubio”, dijo el pelinegro antes de que Naruto pudiera irse. Aún mantenía esa media sonrisa estúpida en la cara y un tono amenazante que casi no parecía de un adolescente. Naruto solo levantó una ceja. Para alguien criado en plena zona sur, la intimidación verbal era una boludez. “¿Qué fue lo que habías dicho antes…?”, preguntó con evidente sarcasmo. “¿Qué no sabíamos lo que era el fútbol de verdad?” Sus compañeros los miraban con desprecio ahora.
Con las manos detrás de la cabeza, en una postura relajada, simplemente respondió que sí, sin inmutarse en lo más mínimo. La media sonrisa de Sasuke flaqueó un poco, pero rápidamente se recompuso mientras se limpiaba con una toalla el sudor que le corría por el cuello. “Vamos a ver si volvés a decir lo mismo la semana que viene, fracasado.”
El chico soltó una carcajada. “¿Fracasado? ¿Yo?” Naruto levantó las cejas con incredulidad. “Ni que fuera de River, amigo”, se burló, apuntando con la mirada a la campera de dicho club que Sasuke llevaba colgada en el brazo.
Bueno, capaz Naruto sí tenía ganas de pelear. Y todo indicaba que una pelea era lo que iba a tener, no solo contra Sasuke, sino con prácticamente todo su equipo. Como era de esperarse de un colegio privado, todo lleno de gallinas.
“Sasuke, se está pasando de vivo este”, le dijo Suigetsu, mirándolo al rubio como si fuera mierda que acababa de pisar. “¿Decís que el profe Kakashi se enoje mucho si se entera que…?”
“No, no, dejémoslo”, respondió Sasuke, haciendo un ademán con desdén y volviendo a esbozar una media sonrisa maliciosa. “Va a ser mejor cuando quede llorando después de la final; ni hace falta que nos gastemos acá.” Suigetsu no pareció del todo convencido, todavía con claras ganas de encajarle una piña al bostero de Lanús.
Decepcionado, se encogió de hombros y comenzó a seguir a Sasuke, que ya se había puesto en marcha, pasando justo al lado de su futuro contrincante, lo suficientemente cerca como para que sus hombros se rozaran, pero sin llegar a chocar como la otra vez.
Chapter 2: ¿No te olvidás de algo?
Summary:
Naruto solo quiere ganar como dios manda.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
“¿Cómo está tu hombro, Sasuke?” intentó corroborar Kakashi durante el calentamiento, a tan solo unos pocos minutos antes de que empezara la final. “No quiero que te sobreesforcés”.
“El médico dijo que estaba todo bien, ¿no?” retrucó, indiferente. En realidad, sí estaba preocupado por el golpe de días atrás, pero solo era una pequeña molestia que se transformaba en dolor si hacía movimientos demasiado bruscos. Podía jugar, sí, pero debía ser cuidadoso. Aparte, Itachi había venido a verlo, y Sasuke prefería morir antes que estar en la banca.
Ambos bandos estaban listos para jugar; solo quedaba esperar la señal del árbitro para ir a sus posiciones.
El entrenador suspiró, resignado, después de las palabras de su alumno y comenzó a dar un par de indicaciones para asegurarse de que todo estaba en orden. Por unos instantes, desvió la mirada fugazmente hacia el equipo rival; el otro entrenador parecía estar encendiendo la moral de los chicos con mucha efectividad.
Curioso por la atención desviada de Kakashi, el Uchiha miró de reojo en la misma dirección, hasta que se encontró al mismo rubio tarado con el que se chocó en los pasillos anteriormente. Cuando notó que el otro también lo estaba mirando, apartó la mirada casi por instinto. Al percatarse de lo que había hecho, simplemente frunció el ceño, sin tiempo para pensar en nada más, porque el silbato del árbitro sonó, llamando a los capitanes de sus respectivos equipos para participar en el sorteo.
Poco y nada le sorprendió cuando ese mismo bostero engreído fue el que se acercó también. ‘Así que este también es el capitán del equipo rival, ¿eh?’ pensó, sin poder evitar hacer algo similar a una mueca satisfactoria. No podía pedir una mejor oportunidad para borrarle esa sonrisa de estúpida seguridad de la cara.
Después de saludarse en señal de respeto, como era costumbre, ambos se miraron, desafiándose mutuamente sin mediar palabra. El árbitro entonces lanzó una moneda al aire. Todos los demás jugadores ya estaban en sus posiciones, atentos y listos para comenzar.
La sonrisa de su oponente se agrandó al ver que había salido su cara en la moneda, dando comienzo al partido.
“Dale, levantate” dijo el rubio, provocadoramente. “¿O me vas a dar la razón, eh?” continuó, entrando en contradicción con el gesto que hizo después.
Le estaba ofreciendo su mano.
Sasuke acababa de caerse después de interceptar un pase que muy probablemente hubiera terminado en gol si no intervenía. Era desconcertante la aparente inexistencia de malicia por detrás de sus palabras… lo que veía era más como ¿diversión? en vez de burla o menosprecio. Por lo que, entrecerrando los ojos, dudó unos instantes antes de finalmente aceptar la ayuda de su contrincante, agarrando firmemente su muñeca al momento de incorporarse.
Estaban en el segundo tiempo y el partido estaba peleadísimo, 2 a 2. Si seguían así, iban a tener que ir a penales, y a ninguna de las dos partes parecía agradarle mucho la idea. Del lado de Sasuke, la estrategia de su equipo se basaba en una fuerte ofensiva, y parecía que la de sus contrincantes era muy similar. Una batalla de fuerza y estrategia total, que sería determinada por quien atacaba con más fuerza.
Para su sorpresa, ambos estaban bastante parejos en habilidad, y aunque era evidente que el joven Uchiha tenía una mayor técnica y control de la pelota, el rubio lo compensaba con una fuerza y energía que parecía casi infinita. ‘¿Cómo mierda hace para correr tanto y no cansarse?’ se cuestionó, boquiabierto, mientras lo veía burlar a los defensores como si nada.
Tenía que admitirlo: aunque era tosco y carecía de una técnica pulida, era bueno.
Faltaba poco menos de 15 minutos para que el segundo tiempo llegara a su fin, pero el hombro de Sasuke parecía no poder soportar mucho más. Claramente no se había recuperado de esa última caída; impactó directamente en su hombro lastimado y ahora sufría las consecuencias. Con cada movimiento que hacía, el dolor solo empeoraba. Apretando los dientes, empeñó todas sus fuerzas en continuar, ignorando el doloroso palpitar de su articulación, que lo hacía sudar frío.
Tan solo fue necesario un pequeño choque contra un jugador rival para que Sasuke se desmoronara contra el pasto de la cancha, siendo incapaz de levantarse después de eso. Se escucharon discusiones a lo lejos, aparentemente del árbitro con los jugadores. Estaba demasiado adolorido y mareado en esos momentos para entender realmente de lo que hablaban. ‘Seguro les están cobrando falta por…’ supuso, antes de que su línea de pensamiento se cortara. Lo estaban agarrando entre varias personas para ponerlo en una camilla, pero apenas lo registró.
Lo último que vio antes de que se lo llevaran fuera de la cancha fue la expresión totalmente pasmada de su hermano mayor desde las gradas.
“La puta madre” murmuró para sí mismo, gimiendo de dolor.
“Che, ¿qué onda con el pibe ese que se lo llevaron en camilla?”, preguntó Kiba en los vestuarios, una vez finalizado el partido. “Parecía hecho mierda, y eso que Lee ni lo chocó tan fuerte”.
Sus compañeros asintieron. Era muy raro lo que había pasado ahí. Al principio, casi todos pensaron que se estaba haciendo el gil, pero cuando pasó el tiempo y vieron que el pibe no se levantaba, se empezaron a preocupar, aunque también se quedaron calientes por la amarilla injustificada que le metieron al pibe de cejas pobladas.
“Pasa que se la dio mal en un partido anterior” explicó Naruto, chasqueando la lengua. Era normal que se preocupara por alguien lesionado, independientemente de que fuera de su equipo o no, pero esta vez estaba… ¿Frustrado? ¿Por qué? Masticó ese pensamiento en cuanto sacaba ropa limpia de uno de los lockers.
“Parece que alguien no aceptó su derrota dignamente” señaló Shikamaru, que se había infiltrado en los vestuarios. Apoyado de espaldas al marco de la puerta y cruzado de brazos, escuchó al rubio gruñir con fastidio. “Capaz deberías ir a ver qué onda” agregó.
Volteándose hacia su mejor amigo, con la remera mal puesta, ni se molestó en acomodársela cuando procesó lo que le dijo. “¿Eh? ¿Por qué?”.
Shikamaru solo se encogió de hombros y habló: “A ver, a mí me chupa bastante un huevo, pero se nota a kilómetros que no te gustó cómo terminó la cosa”. Hizo una pausa para bostezar. “Siempre te pones chinchudo si las cosas no te salen como querés”.
Los demás pibes que estaban escuchando atentamente también concordaron. Qué metiches.
“¿Desde cuándo vos sos el que me dice que hable con gente, Shika?” retrucó con una risa seca, sin saber por qué lo miraban como si estuviera evadiendo el tema. “Normalmente solo me dirías que es una paja, pero que ya fue”.
El pibe solo revoleó los ojos y metió las manos en los bolsillos de su pantalón. “Hacé lo que quieras, boludo. Yo solo hice una observación. No sé por qué te da cosa ahora pedirle la revancha a alguien”.
“Cualquiera decís” negó entre dientes, más ofendido de lo que debería estar por algo así. Shikamaru solo lo miró de reojo, con una ceja levantada, haciendo énfasis con cada gesto para demostrarle a propósito lo poco que le creía. Era obvio que lo estaba retando y eso lo jodió más.
“Qué hinchapelotas que es este a veces, loco” se quejó entre rezongos, acomodándose bien la remera y yendo a la enfermería.
A Naruto Uzumaki nunca le daba ‘cosa’ hablar con alguien. Y esta no sería la excepción. Solo era un tinchito creído que, aunque no le gustara admitirlo, le había dado un buen partido.
“Y eso que te dije que no te zarpes” Kakashi negó con la cabeza pesadamente, intentando camuflar la preocupación en su voz por detrás de una mirada indiferente.
“No importa ahora, ya está” respondió Sasuke secamente. “El partido terminó y ni hizo falta que estuviera ahí. Hubiera sido mejor no hacerte caso y quedarme en mi casa”.
El entrenador miró a su alumno de soslayo. Tenía el brazo izquierdo vendado y descansaba en una camilla de enfermería, su mandíbula tensa. “Sé que no accediste a jugar solo porque te lo pedí yo, Sasuke”. La forma en la que su entrenador parecía ver fácilmente a través de él siempre lo dejaba incómodo. “Te conozco desde que empezaste el secundario. Normalmente, nunca habrías llegado al punto de terminar así por un partido” señaló hacia su hombro, levantando el mentón.
El pelinegro esbozó algo parecido a una sonrisa, sin humor. “Capaz no me conocés tanto como creés, entrenador” dijo, acentuando sarcásticamente la última palabra. Kakashi solo volvió a suspirar y se cruzó de brazos, murmurando para sí mismo que no había cambiado nada. Sasuke lo escuchó, pero optó por ignorarlo. Muy probablemente la respuesta no le gustaría en lo más mínimo. Su relación nunca había sido muy comunicativa, pero igualmente, a veces parecía entenderlo con una precisión que le asustaba e irritaba en partes iguales.
Rompiendo el silencio que se había instalado en el lugar, se escuchó repentinamente el ruido de una puerta abriéndose. Ambos se giraron con curiosidad, viendo a nada más ni nada menos que al mismo rubio gritón de antes, cuyo nombre Sasuke había olvidado a pesar de haber jugado contra él hacía poco más de una hora atrás.
Este pareció desorientado por unos segundos, como si estuviera buscando algo, hasta que sus ojos se encontraron con los de Sasuke. Pestañeando por unos instantes, no pudo evitar contemplar la intensidad del azul de los ojos ajenos. No era como si no hubieran hecho contacto visual antes, pero era la primera vez que el pelinegro lo veía sin algún objetivo de por medio previo, ya fuera para pelear o ganar un partido.
El chico pareció dudar por unos segundos antes de comenzar a acercarse, la incomodidad evidente en cada paso que daba y las manos metidas en los bolsillos de su campera de Boca. Sus labios trazaban una línea apretada y su ceño estaba levemente fruncido. Sasuke levantó una ceja con precaución, pero también curioso.
“Er, vos sos Sasuke, ¿no?” preguntó una vez frente a la camilla, mirando de reojo y haciendo una seña torpe a modo de saludo para Kakashi, para después devolver su mirada hacia él. Su entrenador solo asintió y contempló la escena con curiosidad.
“Ajam” respondió, sonando más como una interrogación que otra cosa. Toda la situación era medio rara: no parecía querer burlarse de él por haberse ido antes de que terminara el partido. ¿Capaz estaba molesto porque perdieron y solo venía a romperle las bolas? Era lo único que podía teorizar.
El rubio se sacó una mano del bolsillo y se rascó la nuca. “Bueno, seguro te acordás, pero soy Naruto Uzumaki, capitán del equipo contra el que jugaste recién…” hizo una pausa como si estuviera pensando en qué decir. “Vine a ver cómo estabas. Digo, posta te diste un re palo contra el piso cuando chocaste con uno de mis compañeros”.
Si de partida Sasuke no sabía qué carajo quería el tipo enfrente suyo, ahora no tenía ni la más remota idea. Y por lo visto, Kakashi estaba igual de perdido que él, ambos con el ceño fruncido de forma casi cómica. Aunque bueno, a diferencia del Uchiha, el otro hombre se veía completamente entretenido, apoyándose cómodamente contra la pared para expectar la escena.
“O sea, mis compañeros y yo nos preguntamos cómo estabas, por eso”.
“Estoy bien” respondió secamente. Si bien durante el partido Naruto había demostrado un espíritu deportivo puro, eso no sacaba el hecho de que era completamente extraño que lo fuese a ver a la enfermería, teniendo en cuenta que antes de eso parecía que lo quería cagar a piñas. “¿Solo a eso viniste?” interrogó, sonando más tajante. Toda esta situación era demasiado sospechosa. Si le quería ver la cara de boludo, iba a dejar en claro que perdía el tiempo.
“No, no vine solo a preguntarte eso” se sinceró, respirando hondo antes de continuar. Casi parecía que le costaba físicamente hablar. “Como no pudiste jugar hasta que terminara el partido, quería saber si te pintaba jugar una revancha, cuando te cures del hombro, digo”.
Okay, esto era cada vez más raro. Pero lo más raro era que ni parecía que se lo estaba diciendo en joda.
“...¿Y por qué querés jugar conmigo?” preguntó Sasuke, fingiendo desinterés con una expresión neutral, todo para ocultar el hecho de que no sabía cómo reaccionar realmente. Estaba simple y llanamente desconcertado.
“Pará, o sea, sí quiero jugar contra vos porque quería ganar y probar mi punto” admitió. Sasuke supuso que se refería a lo de que él no sabía lo que era el fútbol de verdad. Hablaba demasiado rápido como para estar seguro. Sus pensamientos estaban igual de desordenados que sus palabras. “Pero también perdimos por penales, así que pensé que estaría bueno, para ambos equipos digo”.
Antes de que Sasuke pudiera responder —aunque honestamente ni sabía qué decir—, Kakashi se le adelantó, sonriendo detrás del barbijo. “¡Qué buena idea, Naruto! Seguro que a Sasuke le encantaría” afirmó, chasqueando los dedos.
Lo único en lo que podía pensar Sasuke mientras miraba con aborrecimiento a su entrenador, era qué tan malo sería cometer homicidio estando a un par de meses de cumplir la mayoría de edad.
Al pelinegro no le interesaba en lo más mínimo seguir jugando al fútbol, y sobre todo después de quedar con el hombro así. Kakashi estaba loco si pensaba que iba a ceder solo por ese comentario que tiró. La presión social era una carta que nunca iba a servir contra él.
Después de apartar furiosamente la mirada de su entrenador, volvió a encontrarse con esos ojos cerúleos llenos de expresividad, que lo miraban expectantes a través de unos mechones de pelo dorado que caían sobre su frente. ‘Estos descendientes de europeos y sus rasgos hegemónicos’ se quejó en segundo plano. Estaba más ocupado tratando de entenderse a sí mismo y por qué no había rechazado la propuesta todavía. No era propio de él.
Después de dudarlo internamente, tragó saliva, sabiendo que probablemente iba a arrepentirse de lo que estaba por decir. Por lo que, volviendo a su cómoda media sonrisa sarcástica, finalmente habló. “No sabía que tenías tantas ganas de volver a perder”.
Naruto puso los ojos en blanco por unos instantes, pero de inmediato su rostro se relajó y una amplia sonrisa llena de seguridad se dibujó en su lugar. “Quedate tranquilo, maestro, que la próxima vez que juguemos, cuando estés curado, no te voy a tener tanta consideración como hoy” y señaló su hombro lesionado.
Sasuke solo chasqueó la lengua con disgusto. Hasta un tarado podría decir que era puro chamuyo lo que estaba diciendo, así que lo omitió. “Incluso estando en pedo podría ganarte a vos y a tu equipo de cuarta”.
El rubio soltó una carcajada seca y revoleó los ojos mientras asentía condescendientemente. “Ya vamos a ver” respondió, mientras se despedía con un gesto en cuanto caminaba hacia la salida como si nada.
Cuando estaba por abrir la puerta, se topó con alguien más, y no era nada más que Itachi, que lo miró con curiosidad cuando el rubio murmuró una disculpa porque casi lo choca.
“Che, ¿no te estás olvidando algo, Naruto?” preguntó Sasuke burlonamente, con un celular en mano. Eso hizo que Naruto se detuviera en seco, por lo que solo frunció el ceño y revisó sus bolsillos instintivamente. Al sacar su celular, se devolvió para mirarlo con cara de que no entendía nada.
Fue casi cómico ver cómo la chispa de realización se filtraba en toda su cara. Casi podía escucharlo cuestionarse internamente cómo se suponía que iba a contactarlo para arreglar un día para jugar la revancha si no tenía su número. Mientras trataba de disimular sin éxito la vergüenza que se filtraba en sus cachetes colorados, el pelinegro esperó a que volviera a acercarse.
Después de intercambiar sus números rápidamente, se fue lo más rápido posible de ahí, tropezando con la pata de la camilla, y Sasuke contuvo una sonrisa que casi se le escapa. Qué tarado.
Era impropio de él entretenerse por algo tan boludo; seguramente eran los analgésicos que le dieron antes.
“Sasuke, ¿ese chico no era el capitán del equipo contra el que jugaste?” preguntó Itachi, ahora a su lado. Finalmente había vuelto a la enfermería, estando un buen rato atendiendo una llamada urgente de uno de sus empleados. Sasuke solo asintió con indiferencia. “¿Por qué le diste tu número?” indagó nuevamente, no pareciendo satisfecho con esa respuesta.
Un tanto irritado por el inminente interrogatorio de su hermano, el menor de los Uchiha desestimó la pregunta y dijo que lo hizo para que deje de joder. Su hermano no pareció convencido con la respuesta, pero afortunadamente no tocó más el tema.
Mientras Kakashi se despedía de ambos, alegando que tenía que hablar con un amigo que estaba ahí, Sasuke apenas lo miró con recelo, sin decir nada. Le encantaba meter mano cuando nadie se lo pedía.
Con su celular en mano, abrió la foto de perfil de Naruto por mera curiosidad: era él de espaldas con una remera de Boca y en la Bombonera. Quién lo diría. Poniendo una mueca, agendó su número y se puso a charlar con Itachi, que le preguntó sobre su estado y lo que le dijo la enfermera mientras él no estaba.
Notes:
No morí gente! estuve bastante ocupado, pero también me la pasé escribiendo y editando, así que en breve voy a estar publicando los siguientes capítulos :)
Y ahora les dejo la segunda parte del glosario de lunfardo:
-Bostero: Hincha de Boca Juniors. Puede usarse de forma despectiva.
-Pibe: Chico, muchacho.
-Hecho mierda: Muy golpeado o en mal estado. (Vulgar)
-Hacerse el gil: Fingir desentendimiento para zafar.
-Quedarse caliente: Enojarse por algo injusto o molesto.
-Chinchudo: Que se enoja fácil o está molesto.
-Me chupa un huevo: No me importa en lo más mínimo. (Vulgar)
-Es una paja: Da fiaca, es molesto o poco motivador. (Informal)
-Hinchapelotas: Persona muy molesta o insistente. (Vulgar)
-Te da cosa: Te incomoda, te da vergüenza o reparo.
-Zarparse: Pasarse de la raya o te excederse.
-Romper las bolas: Molestar o fastidiar mucho. (Muy vulgar)
-Te pintaba/te pinta: Tenías ganas o te daban ganas.
-Posta: En serio, de verdad.
-Darse un palo: Caerse o golpearse fuerte.
-Chamuyo: Verso, intento de convencer con labia. Puede ser mentira o exageración. (Acá no tiene que ver con intentar seducir o conquistar, pero depende del contexto).
-En pedo: Borracho.
-Meter mano: Intervenir sin que te lo pidan o sin permiso.
-Bombonera: Estadio de Boca Juniors
Chapter 3: Revancha... de la revancha
Summary:
Es difícil joder tanto a Sasuke hasta el punto de que sea comparable con que le quemen su colección de libros de Lovecraft, pero no imposible.
Notes:
Volví mi gente! La verdad es que quería publicar este capítulo antes, sobre todo teniendo en cuenta de que es bastante corto, pero la verdad es que soy un colgado, ojalá no me maten (?
Como sea, espero que si son hinchas de algún club no me salten a la cabeza (soy neutral futbolísticamente, aclaro), así que si alguno de mis personajes bardea su equipo no se la agarren conmigo... por favor jajjaja
Espero que disfruten el capítulo!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
"¡Neji, amigazo!", saludó Suigetsu estando junto a Sasuke, andando por los pasillos del colegio. "¿Cómo está tu herida de batalla?", preguntó, refiriéndose a su pie. Era evidente por su tono de voz que le chupaba un huevo realmente, pero aun así la pregunta despertó la curiosidad del Uchiha. Él nunca hablaba con Neji por fuera de los entrenamientos.
Definitivamente, algo estaba maquinando, y eso nunca eran buenas noticias.
El chico de pelo largo los miró con recelo a ambos y, cruzado de brazos, contestó: "Bien, para la semana que viene vuelvo a los entrenamientos".
"Fua, qué coincidencia, ¿no, Sasuke?", preguntó, dándole un codazo juguetón, cosa que no le hizo ninguna gracia. "¿El profe Kakashi te contó que nuestro querido hijo pródigo regresó a casa?".
Suigetsu hijo de puta.
Neji parpadeó un par de veces en sorpresa. "¿En serio? Pensé que lo ibas a dejar después de cubrirme durante el torneo". El Hyuuga bufó con disgusto cuando el otro quiso irse sin responder, pero su amigo se lo impidió.
Suigetsu esbozó una sonrisa maliciosa. "Pasa que se hizo 'amigo' de uno del torneo, así que, antes de que empiecen las vacaciones, le va a jugar la revancha".
"Y querés que yo también juegue", se anticipó, antes de que el otro pudiera decirlo.
"¡Tan inteligente como siempre, Neji!", aplaudió efusivamente, aunque ninguno parecía compartir la emoción. "No esperaba menos de nuestro capitán".
"No sé qué te hace creer que tengo ganas de participar".
Fue entonces que la sonrisa de Suigetsu cambió a una mueca más desagradable. "Mmm, tenés razón", Empezó, resaltando la ironía en cada palabra. "Porque para nada es el mismo equipo contra el que perdimos en las semis del año pasado".
Neji pareció estar igual de boquiabierto que Sasuke. ¿Ese equipo de mierda les había ganado el año pasado? Bueno, él ya había dejado el club por esas fechas, así que tenía sentido que no lo supiera. Pero la coincidência no déjaba de ser enorme.
"Sí, Kakashi se quedó re caliente después de perder contra el entrenador del otro equipo... ¿Guy?, creo que se llamaba". Su mirada satisfactoria se agrandó al ver que tenía la total atención de ambos ahora. "Parece que tienen una rivalidad desde hace rato, por lo que me contó".
Ahora todo tenía sentido. Así que, por eso Kakashi parecía estar encantado con la idea de la revancha: era una cuestión personal. Qué hijo de...
"¿Les ganamos a esos mismos villeros y yo no pude estar?", la voz de Neji sonó más como un murmullo. Pocas veces se había mostrado tan indignado. El capitán se descruzó de brazos. "Contá conmigo".
Esto iba a ser interesante.
Naruto prácticamente se estaba durmiendo en medio de su clase de economía, y ya la había dado por muerta a la materia porque no entendía una goma. Así que sacó su celular con desinterés para revisar sus redes. Al cabo de unos minutos, fue como si le hubiera prendido la lamparita: romperle las bolas al tincho de Recoleta y arreglar el día de la dichosa revancha. Dos pájaros de un tiro.
'¿Y? Qué onda, señor porteño'
'Ya te curaste y no me dijiste porque no querés que te gane seguro'
Aunque pensó que la respuesta iba a tardar en llegar, fue todo lo contrario. A los pocos minutos le llegó una notificación del mismo, y, cuando entró nuevamente al chat, vio que seguía escribiendo.
—Tincho peloduro
'Normalmente, cuando le escribís a alguien lo saludás primero'
'Y respecto a mi hombro, no, todavía tengo que hacer una semana más de reposo'
'No sé, a mí me suena más como una excusa, la verdad'
'¿Cuántos años tenés?'
El sarcasmo en ese último mensaje era evidente, haciendo que el rubio levantara involuntariamente una comisura de sus labios mientras escribía una respuesta.
'17'
'Y en exactamente 3 meses, 18'
‘...’
'Dale, que no te dé cosa'
'Si no querés jugar, decímelo'
'Pichón'
'Quisiera saber de dónde sacás tanta confianza'
'Para el sábado que viene ya debería poder jugar'
La sonrisa de Naruto se ensanchó con expectativa. Había pasado casi un mes desde el torneo y tenía terribles ganas de jugar a la pelota. Después de todo, ese último partido había terminado en penales y absolutamente nadie estaba satisfecho con el resultado. Ahora tenía la posibilidad de ganar y sacarse eso de encima.
Claramente, era más una cuestión de orgullo que otra cosa, pero no iba a negar que se sentía especialmente emocionado por este partido.
'Je'
'Bueno, joya, le digo a los pibes'
'Espero que no arrugués nomás'
'Hablá por vos'
'Qué ansioso estás por jugar la revancha'
'¿Tanto te dolió perder?'
'Aunque bueno, siendo de Boca debés estar acostumbrado'
Su sonrisa se desvaneció de un momento para el otro y arrugó la nariz con disgusto. Casi se lo podía imaginar al gallina ese mirarlo con esa sonrisa altanera que tanto detestaba. Encima bardeó a Boca. Estaba para meter una buena trompada a esa linda cara y bajarle todo el comedor.
'Ahre'
'Flasheaste cualquiera, flaco'
'Te recuerdo que, a diferencia de ustedes, nunca descendimos'
Antes de que pudiera escribir otro mensaje, levantó la mirada de su celular al escuchar a alguien carraspear fuerte. Era Iruka, que lo miraba fijamente con cara de culo y cruzado de brazos. Se iba a comer una linda a pedos.
Por lo menos, ya tenía fecha para el partido.
Sasuke no podría haber pedido una mejor revancha. Su hombro ya estaba como nuevo y no le vino nada mal salir a tocar pasto después de estar encerrado en su casa estudiando para esos exámenes de mierda.
Había aprobado todo con excelentes notas, por supuesto.
Lo mejor de todo fue que esta vez le ganó por goleada al rubio ese y a sus amigos del Congourbano*. Con Neji como capitán de nuevo, el partido estuvo mucho mejor articulado y les fue más fácil romper las defensas del equipo rival. No iba a negar que había sido un poco satisfactorio ver la cara de frustración de sus oponentes, sobre todo ahora que habían vuelto a la vieja formación que tenían cuando Sasuke todavía era parte del equipo.
“¿Qué era lo que habías dicho antes?”, se acercó hacia Naruto al finalizar el partido con total seguridad. Este mismo estaba sentado en un banco mirando al piso, derrotado. “¿Que nos ibas a qué?”, preguntó retóricamente, recordando satisfactoriamente cuando, antes de empezar a jugar, les dijo que les iban a 'romper el orto'.
Levantando la vista, se encontró con unos ojos azules que, en vez de demostrar bronca o frustración, decían otra cosa que no llegó a descifrar. Primero negó con la cabeza y después hizo un chasquido con la lengua. “Bue, re fácil te inflás”, dijo, soltando aire por la nariz e incorporándose. Todo apuntaba a que iba a haber un bardo entretenido y se preparó para eso. Pero mierda que el Uchiha se llevó una sorpresa al ver que había una sonrisa pintada en la cara del otro. “Fue un buen partido, tengo que admitirlo”, y extendió su mano hacia él.
Este tipo no era raro, era lo siguiente a eso.
Levantando una ceja en desconcierto, tardó unos segundos en corresponder el gesto. “Hm”, fue lo único que respondió. Era la primera vez que estrechaba sus manos después de un partido por fuera del protocolo tras la finalización del mismo.
“Lo único que me da paja es que no pudieron venir todos mis amigos acá”, agregó cuando soltó el agarre. Su mandíbula se notaba tensa, pero no parecía hostil.
“¿Ah, no?”, preguntó desinteresadamente, mirando a su alrededor. No registraba ninguna cara más que la del chico que estaba frente suyo, pero los demás jugadores se les hacían conocidos.
“No, Kiba y Chouji no pudieron venir porque laburan, aunque tenían unas re ganas de jugar”, comentó mientras se agachaba para agarrar una botella de agua. Naruto pareció notar que él no registraba sus nombres, así que agregó: “Estaban conmigo cuando nos conocimos”. Sasuke asintió emitiendo un sonido, indiferente, hasta que sintió un peso molestamente familiar sobre sus hombros.
“¡Sasuke! Te andaba buscando”, exclamó Suigetsu sonriente, con el brazo apoyado sobre el hombro del Uchiha, y este lo apartó de inmediato. No pareció importarle mucho, porque desvió la mirada hacia el rubio y lo escaneó sin siquiera disimular su desagrado, como si nada. “¿Y vos sos…?”.
Incluso para Sasuke, era difícil adivinar si en ese momento Suigetsu se estaba haciendo el boludo o genuinamente lo era. Probablemente ambas.
“Flaco, acabo de jugar contra vos”, bufó, cerrando con fuerza la tapa de su botella.
“Sí, sí, eso ya lo sé, maestro. Difícil olvidarme de vos si te la pasás gritando”, revoleó los ojos, como si fuera obvio. “Digo tu nombre”.
"Naruto", respondió, masticando bronca y sospecha en partes iguales. No lo culpaba: si fuera él, también reaccionaría de la misma manera. En términos de socialización, Suigetsu era el tipo más anormal y sin filtros que conocía. "Naruto Uzumaki".
Esbozando una amplia sonrisa en la que mostró todos los dientes, Sasuke intervino antes de que este pudiera hablar. "¿Qué querés, Suigetsu?", escupió, cortante. Con lo mecha corta que eran esos dos, todo apuntaba a que iba a terminar mal.
"¿Yo? Nada en realidad", desestimó casualmente, ignorando la mirada amenazadora de su amigo. "Nomás venía a comentar que Kakashi está arreglando con su profesor para jugar otro partido", y apuntó al rubio con la barbilla.
"¿Qué?", dijeron los dos al mismo tiempo. Sasuke se giró para verlo como si le hubiera tirado toda su colección de libros de Lovecraft a la basura.
"Qué decirte. Parece que están reviviendo viejos tiempos", comentó divertido, encogiéndose de hombros. Mirándolo de reojo, devolvió su atención a su objetivo original. "¿Qué decís, Nardo? ¿Querés venir otra vez a jugar contra nosotros?", dijo haciendo claro énfasis en la última palabra.
Claramente, estaba incluyéndolo, y eso no le gustaba ni mierda.
"Naruto", corrigió, cruzado de brazos, con un deje de fastidio en su tono de voz. Normal. "Y sí, da por hecho que voy a estar", aseguró, mirándolos a ambos sin dejarse intimidar.
Ahora que lo veía nuevamente, Sasuke comprendió un poco más la emoción detrás de sus ojos: determinación. ¿Por qué? Eran solo unos partidos de mierda. ¿Qué era lo que hacía que tuviera tantas ganas de jugar contra unos extraños? Y, para peor, en un lugar donde no pintaba nada.
La curiosidad incipiente en él no significó que aceptara como si nada, pero no lo rechazó tampoco. Normalmente, se habría negado a participar, y por más que Suigetsu intentara meterle algún tipo de presión, al igual que Kakashi, no podía chuparle más un huevo.
Algo andaba mal.
Notes:
Como muestra de buena fe, y de que soy un hombre que cumple su palabra, acá les dejo la 3ra parte del glorsario definitivo del lunfardo Argentino:
-Joder: Molestar, hinchar.
-Fua: Exclamación de sorpresa o énfasis.
-Joya: Perfecto, excelente.
-Arrugar: Echarse atrás, tener miedo.
-Flashear: Alucinar, decir cualquiera o exagerar.
-Inflar/se: Enojarse o presumir/agrandarse
-Bardear: Insultar, molestar.
-Bardo: Pelea o lío.
-Trompada: Golpe de puño.
-Cagada a pedos: Reto fuerte.
-Tocar pasto: Salir de casa tras mucho encierro.
-Romper el orto: Ganar ampliamente. (Muy vulgar)
-Mecha corta: Persona que se enoja fácil.
-No pintaba nada: No tenía sentido que estuviera allí.
-Congourbano*: Versión humorística/despectiva de “conurbano” (periferia de Buenos Aires).
Esta vez puse menos definiciones porque otras palabras que usan los personajes ya las puse en las partes anteriores del glosario, así que si tienen alguna otra duda vayan a revisar en los caps anteriores ;)
Chapter 4: ¿Qué te pasa, boludito?
Summary:
Sasuke entra por primera vez en las oscuras aguas del Conurbano Bonaerense.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
5 victorias contra 7 derrotas. Bueno, en realidad 8, si la final del torneo intercolegial contaba.
El panorama iba mejorando para Naruto, que había empezado con 4 derrotas contra 0 victorias de su parte. Al principio, cuando empezaron a jugar partidos amistosos, Sasuke le ganaba por goleada, y la bronca que sentía no hacía más que aumentar. Pero, durante el último mes, su rival no le pudo sacar la pelota casi en ningún momento.
El pecho del rubio se inflaba con orgullo cada vez que recordaba a su entrenador elogiar su progreso, y con razón: se había estudiado a la perfección los movimientos y el modo de juego del Uchiha, creando así nuevas formas de contraataque que le resultaban cada vez más efectivas.
Hacía rato que no se lo tomaba tan en serio.
Mientras Naruto organizaba sus pensamientos respecto al siguiente encuentro, ni bien salieron del colegio, Shikamaru se prendió un pucho con un encendedor al que casi ni le quedaba gas. “Boludo, ¿en serio no te da paja ir hasta Recoleta todos los fines de semana para jugar contra el chabón ese?”, preguntó su amigo, y Naruto arrugó la nariz cuando el humo le pegó de lleno en la cara por el viento. Desde que su padrino, Asuma, había fallecido en un accidente de moto el año anterior, había agarrado ese mal hábito de fumar. “Sé que te dije que le juegues la revancha, pero eso ya pasó hace rato y lo seguís viendo igual”.
“Nah, estoy acostumbrado”, respondió casualmente, encogiéndose de hombros. “Igual, justo no voy a poder ir mañana. Yamato me pidió que lo ayude en la carpintería”. Y sacó su celular, abriendo el chat de Sasuke para decirle eso mismo. Se había hecho casi una tradición que se vieran todos los findes para jugar. “Aparte, si Sasuke quisiera venir para acá, fijo lo duermen al toque”, agregó.
Shikamaru lo miró de reojo por la omisión que hizo. “Ni tanto, estás vos y todos en el barrio te conocen”, desestimó, dándole otra calada al pucho. “Si estás con él, dudo que le rompan las bolas”.
Naruto concordó con eso porque era verdad: hasta a los chorros les caía bien, y eso que ni se hablaba con ellos. Con quienes sí se llevaba era con sus viejas, que lo saludaban siempre que salía a hacer los mandados, iba a cortarles el pasto de sus casas o a hacer alguna otra changa cuando se le daba la oportunidad.
Cambiando repentinamente de tema, pasaron a hablar sobre el trabajo práctico que tenían que entregar para el lunes siguiente —que ninguno había hecho—. Lo cual era completamente extraño viniendo de Naruto, teniendo en cuenta que la mayor parte de las veces colgaba con eso hasta la noche anterior. Así que ambos estuvieron discutiendo al respecto mientras caminaban hacia sus respectivas casas. La de Naruto quedaba un par de cuadras más al fondo que la de Shikamaru; o sea, prácticamente al lado de la zona más jodida del barrio. Afortunadamente, nunca le había pasado nada a él ni a su vieja, porque Minato, su padrastro, era el panadero del barrio desde antes de que él naciera. Todos ahí lo amaban porque era la clase de tipo que regala $500 de bizcochitos cuando solo le pedís 1 kg de pan, así que estaban prácticamente inmunizados.
Después de que Naruto se despidiera de su mejor amigo y llegara a su casa, al entrar vio a su vieja sentada cómodamente en un sillón, así que se acercó y la saludó alegremente con un beso en el cachete. Ella estaba tomando mates en el living mientras miraba una de sus novelas turcas de la tarde, como siempre.
Kushina le sonrió de vuelta y, después de preguntarle cómo fue su día en el colegio, le comentó: “Hijo, hice una torta de manzana para que meriendes. La dejé en la cocina”, e hizo una seña hacia dicho lugar.
“¡¿Posta?!” La expresión del rubio se iluminó casi instantáneamente mientras corría y agarraba una porción. “Qué rico, má, la puta madre, gracias”, dijo con la boca llena, saboreando con placer la masa con manzanas recién horneadas. Claro, sin darse cuenta de cómo los ojos de su vieja estaban bien abiertos y mirándolo fijamente, con una expresión que haría a cualquiera cagarse hasta las patas.
“¡LA BOCA, NARUTO!”, rugió desde el sillón, levantándose abruptamente. El pibe se congeló en ese mismo instante, atragantándose con el pedazo de bizcochuelo que estaba masticando. “¡YO NO TE ENSEÑÉ A HABLAR ASÍ!”.
Tosiendo y con puro terror pintado en su rostro, intentó hacer lo posible para poder contestar: “Perdón, má, se me escapó”, se disculpó. Pero poco y nada pareció servir, porque se veía igual de enojada, y para peor, ahora tenía una ojota en la mano. En un intento desesperado para no sufrir el inminente impacto, levantó las manos con inocencia teatral y ojos suplicantes. “¡En serio!”.
“¡En serio las bolas!”, dijo revoleándole dicho calzado, que Naruto logró esquivar milagrosamente, sintiendo el viento rozarle el cachete. Ahora ella estaba diciendo malas palabras. “¡Que no te vuelva a ver hablando así! ¡¿Me escuchaste?!”.
Por unos instantes, Naruto evaluó seriamente si decirle que ella también acababa de hacer lo mismo por lo que lo estaba retando, pero sabía que iba a ser peor. Él nunca ganaba una discusión contra su vieja, independientemente de si tuviera la razón o no. “Bueno, bueno, te escuché”, asintió con la boca todavía llena, en cuanto agarraba otra porción para llevársela a su pieza. La mujer pelirroja suspiró de brazos cruzados, negando con la cabeza. Finalmente, pareciendo relajarse de nuevo, se sentó para seguir viendo la novela como si nada.
Antes de que Naruto pudiera hacer cualquier otra cosa, sintió su celular vibrar desde el bolsillo de su pantalón, por lo que, al sacarlo y desbloquear la pantalla, vio que era un mensaje de Sasuke. Nada raro. Lo que sí lo era fue lo que le había respondido, cosa que lo hizo fruncir el ceño al leerlo en cuanto masticaba.
-Tincho peloduro
‘A mí se me hace que no querés perder tu fugaz racha de suerte conmigo’
‘Cagón’
Naruto casi escupe la comida de la risa. ‘¿Justo yo cagón? Está falopeado este’, pensó haciendo una mueca, mitad divertido, mitad fastidiado.
Mientras escribía una respuesta, pasando por el living en dirección a su pieza, Kushina giró su cabeza en su dirección. “¿No vas a querer un mate, hijo?”, ofreció casualmente, con dicha bebida en la mano, como si no acabara de amenazarlo hacía tan solo unos minutos atrás.
“No, gracias, má”. El chico negó con la cabeza, apenas despegando la mirada de la pantalla de su celular antes de cerrar la puerta. Ella solo asintió, tomándose ella el mate que le había ofrecido.
‘????’
‘Dale, venite a mi barrio a ver quién es el cagón acá’
La respuesta de Sasuke tardó unos segundos en llegar, aunque había visto el mensaje, como si estuviera pensando qué decir.
-Tincho peloduro
‘Bueno’
‘Eh?’
‘En serio decís?’
‘Sí’
‘¿Por qué? ¿No puedo?’
‘¿O te da cosa que te gane en tu territorio?’
Naruto casi podía ver a Sasuke levantando una ceja para provocarlo a través de la pantalla. Igual de rompebolas que siempre.
‘No dije que no podés’
‘A ver, venite si querés’
‘Pero yo voy a estar libre a partir de las 4 de la tarde, y para cuando te vuelvas se pone jodida la cosa acá’
‘y cuando te tomes el tren para Retiro también’
‘Tengo auto.’
Naruto revoleó los ojos exageradamente, aunque no podía negar el pinchazo de envidia que sentía en ese momento. ¿Sasuke tenía auto? Debía ser de sus viejos, seguramente. Aunque bueno, teniendo en cuenta la guita que tenía ese pendejo mimado, no era demasiado flashero pensar que tuviera un auto propio. Y eso que iba al secundario. Amargado, Naruto escribió una respuesta.
‘Ah bueno, PERDONAME’
‘Te paso la dirección de mi casa, así vamos juntos’
‘¿Y por qué no me decís dónde queda la plaza directamente?’
‘¿Cómo que por qué?’
‘Sí’
‘¿Por qué?’
‘Decime, flaco, ¿qué vas a hacer si te perdés o empezás a dar vueltas por un barrio que no conocés y yo no estoy?’
‘...’
‘¿Me vas a pasar la dirección o no?’
Por más que estaba un poco molesto por la obviedad del asunto, una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Sasuke estaba tan ajeno a esas cosas. “Este no dura ni dos días en el conurbano”, murmuró para sí mismo, chasqueando la lengua con un deje de diversión mientras escribía la dirección.
“¿Flaco, en dónde carajo estás?”, reclamó Naruto acusatoriamente cuando el pelinegro atendió finalmente su llamada. Eran pasadas las 5 de la tarde y todavía no llegaba. Eso era lo más preocupante de todo: él nunca llegaba tarde a ningún lado.
“Donde me dijiste”. Su voz monótona a través del altavoz del celular sonaba aún más irritante que de costumbre. El rubio frunció el ceño, mirando por milésima vez a través de la ventana del living-comedor, que daba para la calle. No estaba ahí.
“No, claramente no estás”. Salió un segundo de la pantalla de la llamada para sacar una foto a la calle. “Mirá lo que te mandé”.
Hubo una pausa antes de que Sasuke hablara de nuevo. “Pasame tu ubicación”. Fijo se fue para cualquier lado. Naruto le hizo caso y, después de unos segundos más de silencio, volvió a escuchar su voz. “En 10 llego”. Y cortó sin esperar una contestación.
Bueno, por lo menos eso significaba que no estaba tan en la loma del orto, como llegó a imaginar en uno de los tantos escenarios catastróficos que maquinaban en la cabeza del rubio.
Cuando Sasuke llegó y se bajó de su auto después de estacionar, Naruto no hizo otra cosa que reírse en su cara, porque aunque tratara de parecer indiferente, era obvio que la había pasado considerablemente —muy— mal cuando se perdió. ¿Cómo mierda no había hecho algo tan simple como corroborar que la dirección estaba bien puesta en Google Maps?
“El GPS me llevó para cualquier lado”, mintió. Y aunque el chico frente suyo fuera bastante boludo, hasta él sabía que ese no era el caso.
“Sí, sí, lo que vos digas”, asintió condescendiente con una sonrisa pícara. Fue tan solo un segundo, pero Sasuke se puso rígido cuando sintió la mano de Naruto palmeando su hombro, como si fuera de lo más natural del mundo. Sasuke detestaba el contacto físico, y ese gesto lo dejó bastante en trance.
Pero lo que realmente lo descolocó fue el hecho de que no lo odió. Era extraño, sí, pero no horrible.
No era la primera vez que había tenido contacto físico con el rubio; lo habían hecho varias veces durante los partidos, en medio de algún pase, choque o caída accidental. Pero era la primera vez que lo hacía por fuera de estos, de forma totalmente intencional. Lo peor de todo fue la naturalidad con la que lo hizo, como si fuera algo que hiciera todo el tiempo. Aunque bueno, Naruto sí lo hacía con los demás, pero no con él. Tampoco eran tan amigos. Apenas eran conocidos amistosos que habían desarrollado una pequeña rivalidad futbolística durante los últimos meses.
Sus miradas se encontraron por un momento, y después de carraspear, Naruto se rascó la nuca y desvió la mirada. “Em, bueno, ¿vamos? Los pibes deben de estar en la plaza desde hace rato”, comentó. ¿Había sido tan obvio lo incómodo que lo dejó ese gesto? En un intento por alivianar el ambiente, el Uchiha asintió con tranquilidad, borrando cualquier rastro de tensión o emoción que podría haber dejado entrever por accidente. El chico a su lado también pareció relajarse y después se giró hacia la puerta de su casa, que todavía estaba abierta.
“¡MA, ME VOY A LA PLAZA A JUGAR CON LOS PIBES!”, gritó en dirección a la misma. Sasuke quedó aturdido por unos segundos. ¿Hacía falta gritar tanto para que lo escuche? Ya de por sí su voz era normalmente alta y muy ruidosa, pero parecía que podía ser diez veces peor, para desgracia de cualquiera que estuviera cerca y tuviera oídos sanos.
“¡BUENO, PERO NO VUELVAS TARDE!”, respondió una voz femenina desde adentro, que supuso que era la mamá de Naruto. Ya veía de dónde había sacado ese vozarrón.
“¡DEPENDE A QUÉ HORA TERMINE EL PARTIDO, MÁ, YA TE DIJE!”, replicó, dejando a Sasuke aún más aturdido de lo que ya estaba. En esos momentos pensó en meterle un saque a ver si bajaba un par de decibeles antes de que sus tímpanos estallaran.
“¡BUENO, ENTONCES NO TE QUEJÉS SI LLEGÁS Y NO QUEDAN LOS FIDEOS CON TUCO QUE VA A HACER TU PAPÁ!”.
Silencio.
Sasuke frunció el ceño al ver la expresión horrorizada de Naruto. ¿Ya está? ¿Eso significaba que se iban a ir?
Error.
El rubio desapareció de su lado en un abrir y cerrar de ojos, estando ahora con un pie dentro de su casa. El mismo giró la cabeza para verlo, con una expresión totalmente seria e impropia de él. Teniendo en cuenta que Naruto solía tener cara de tarado la mayor parte del tiempo, eso lo chocó todavía más, mientras le hacía una seña con la mano a modo de decirle que lo esperara. Confuso, solo asintió sin decir una palabra, aguardando de brazos cruzados.
“¡¿Cómo que papá va a hacer fideos con tuco y no me dijiste?!”, se escuchó la voz de Naruto ya adentro. Si su objetivo era que no escuchara la discusión extraña que tenía con su mamá, había fallado totalmente.
Sasuke no sabía si reír desconcertado o preocuparse por la situación. Era tan bizarro. Él nunca podría hablar así con su familia, y mucho menos con alguno de sus padres; hacerlo implicaría quedar prácticamente desheredado y vetado de su casa.
La —muy ruidosa— discusión entre ambos Uzumaki continuó durante unos minutos más, hasta que finalmente el rubio salió con una expresión triunfante en su cara, con una sonrisa enorme que mostraba todos los dientes. El pelinegro, que todavía estaba de brazos cruzados, soltó un suspiro contenido y negó con la cabeza en un intento de enterrar la sonrisa que amenazaba asomarse. Era un payaso ese tipo. ¿Cómo podía cambiar de humor tan rápido por un simple plato de fideos a la boloñesa?
Bueno, por lo menos tenía que reconocer que nadie podría llamar a Naruto un tipo aburrido.
“Bueno, ahora sí, ¡vamos!”, anunció casualmente, como si nada hubiera ocurrido, solo que no podía sacarse esa sonrisa boluda de la cara. “Aunque no nos podemos quedar hasta muy tarde, es medio jodido el barrio a la noche, ¿viste?”, agregó.
El joven Uchiha hizo una mueca por lo estúpidamente obvio que era el motivo verdadero detrás de sus palabras, pero no hizo ningún comentario al respecto. Únicamente suspiró una vez más y murmuró “tarado”, de forma inaudible mientras lo seguía.
Cuando llegaron a la plaza, los compañeros y amigos del barrio de Naruto ya habían empezado el partido. Aunque el susodicho estaba un poco ofendido y medio lo cagaron a pedos por llegar tarde también, nadie pareció darle mucha importancia al asunto y ambos chicos se sumaron al partido sin problemas.
Desde que tenía memoria, si Sasuke llegaba tarde aunque fuera por 5 minutos en un partido amistoso, estaba casi asegurado que iba a quedarse en la banca de suplentes. Pero acá no existía eso, no había ni siquiera límite de jugadores o siquiera un mínimo. Jugaban con los que había.
Esa informalidad y adaptabilidad de todos, que solo jugaban por gusto y ganas de competir, sin ningún otro objetivo de por medio, dejó a Sasuke altamente desconcertado.
Él nunca había visto el fútbol así.
El deporte para él no era otra cosa más que disciplina, reglas, estrategias, planificación y, sobre todo, deber. Nunca lo hizo realmente por gusto, y estaba seguro de que la mayoría de sus compañeros de equipo lo veían de forma similar también, jugando por costumbre o búsqueda de reconocimiento. Acá no parecía haber eso. Aunque alguno que otro era medio odioso, llevando la competitividad a otro nivel, no podía negar el hecho de que tenían genuinas ganas de jugar.
Y el mayor exponente de esa pasión estaba personificada en Naruto. Sus intensos ojos de azul cerúleo estaban concentrados en la pelota en todo momento, sus movimientos rápidos y certeros hacían que rebasara las defensas a pesar de ser toscos. Y por más que al pelinegro le doliera admitirlo, cada vez estaba más impresionado.
El joven Uchiha sintió un pinchazo en su pecho que identificó como… ¿Envidia? No, eso era imposible. Bajo ningún contexto sentiría eso por alguien como el tarado de Naruto. Sasuke era mucho mejor y tenía una técnica mucho más pulida y elegante que no tenía nada de mediocre.
Mientras divagaba en sus pensamientos, Sasuke, que corría con la pelota, no se dio cuenta de que el rubio estaba ahora a su lado y, con una sonrisa pícara, ágilmente le sacó dicho objeto y salió corriendo con ella tan rápido como llegó, dejándolo perplejo por unos instantes.
Mierda que lo había agarrado en bolas.
“¿Qué hacés, flaco?”, acusó una voz muy poco amable detrás suyo. “Dejaste que te sacara la pelota como si le hubieras hecho un pase. ¿Sos o te hacés?”. Reclamó un tipo de su equipo que parecía varios años mayor que él y nunca había visto en partidos anteriores. Sasuke no le respondió, solamente lo miró poniendo los ojos en blanco y apretando la mandíbula, saliendo de ese extraño trance en el que estaba previamente.
El tipo pareció molestarse todavía más por la falta de respuesta, por lo que después de chasquear la lengua con fastidio lo empujó, haciéndolo tambalear hasta el punto de casi caerse al piso, si no fuera porque su pierna derecha soportó todo su peso. “¿Qué mierda te pasa?”, escupió finalmente el pelinegro con hostilidad, no estando dispuesto a dejar pasar una provocación física como si nada.
“A vos qué te pasa, boludito”, respondió el otro con el mismo nivel de agresividad. “Si no vas a jugar, para eso ni vengas. Pedazo de manco”.
Este sí que se la estaba buscando.
Los demás, al ver la discusión, detuvieron el partido e intentaron intervenir lo más rápido que pudieron, pero el de pelo gris y peinado hacia atrás parecía estar buscando comerse una buena trompada, mirándolo a Sasuke desde arriba como si fuera el dueño del barrio.
Antes de que pudiera responder, Naruto apareció entre sus compañeros y se interpuso entre ambos, en un intento de calmar las cosas. Por desgracia, eso solo pareció darle un motivo más al provocador para joderlo a Sasuke y hacerlo perder el poco autocontrol que conservaba en esos momentos.
“Dale, Naruto, no me vengas a decir que ahora te vas a poner a defender a este gil”. Desafió con una sonrisa desagradable formándose en su rostro. “No me digas que es tu noviecito ahora”.
Las facciones del rubio se endurecieron, cambiando hacia una mueca de asco, haciendo que a Sasuke se le formara un nudo en el estómago por alguna razón. Antes de que Naruto, que ahora apretaba los puños con fuerza, hablara, uno de los chicos que el Uchiha reconoció, cuyo nombre creyó recordar que era Lee, intervino con un tono serio pero mediador. “Hidan, calmate. Solo le sacaron la pelota y ya, no te pongas a pelear por esta boludez”.
Bufando con fuerza, respondió señalando al pelinegro con asco. “Este ni es de acá, loco. Ni sé por qué vino en primer lugar”.
“Es mi amigo”, sentenció Naruto con una severidad que nunca había escuchado antes salir de su boca, haciendo que la piel de Sasuke se erizara en respuesta, enviando un escalofrío por su columna vertebral. “Y yo lo invité, Hidan. Como dijo Lee, no hagás quilombo al pedo”.
El tipo levantó una ceja, su sonrisa engreída dejada atrás. El ambiente era evidentemente tenso, pero Sasuke no podía adivinar si lo que se venía ahora era una pelea o no. Fue entonces que, después de unos segundos, Naruto suspiró fuerte ante la falta de respuesta del otro y puso una mano sobre el hombro de Sasuke, sorprendiéndolo en el proceso.
Pero no intentó apartarlo tampoco.
Hidan solo chasqueó la lengua al ver que casi todos parecían estar del lado del Uzumaki, a la espera de que hiciera el más mínimo movimiento para saltarle encima y defenderlo en caso de que fuera necesario.
Una vez que desistió y se fue después de patear con fuerza un cascote tirado por ahí, Naruto se giró hacia Sasuke. “Mejor nos vamos. Perdonen, chicos, sigan jugando si quieren”, anunció con una gentileza que parecía difícil de asimilar, teniendo en cuenta que hace tan solo unos instantes no había nada más que bronca y disgusto previo. “Aparte, ya se está haciendo tarde”.
El pelinegro solo asintió, sin saber qué responder realmente, así que se limitó a seguirlo hasta que salieron de la plaza. Fue recién ahí que Sasuke pudo liberar la respiración que ni sabía que estaba conteniendo.
Aunque tardó en darse cuenta de que el verdadero motivo era porque Naruto solo recién ahí sacó la mano de su hombro.
Había pasado demasiado en un solo día, y eso que todavía no terminaba.
El camino de vuelta a la casa de Naruto había sido silencioso, ambos aún tensos por lo que acababa de pasar hacía tan solo unos minutos. Se sentía en el aire que querían decir algo, pero no encontraban las palabras. El pelinegro se encontraba completamente fuera de su zona de confort, sin saber cómo reaccionar. Eso lo jodía ampliamente.
Una vez que llegaron, Sasuke se subió a su auto y se despidió incómodamente, sin mirar a su amigo a los ojos. Ridículo. Sasuke no evitaba la mirada de nadie, por más amenazadora que fuera.
Pero Naruto era lo opuesto a amenazante… ¿Entonces por qué?
No era propio de él. Nada de esto lo era.
Si hacía unos meses le hubieran dicho que estaría en una situación similar a aquella, probablemente se habría reído cínicamente por lo estúpido que sonaba. Pero ahí estaba: a las 8 de la noche de un sábado en el conurbano por voluntad propia, con el chabón que lo había llamado “pecho frío” el día que se conocieron y con el que casi se pelea a golpes.
Fue en ese instante de realización, estando solo en su auto y viendo al rubio entrar a su casa, que, sin darse cuenta, su rutina de los fines de semana había cambiado: de estar encerrado en su pieza, maratoneando películas de culto hasta altas horas de la madrugada… a esto.
Y la peor parte era que no lo odiaba.
Capaz que Sasuke, durante ese torneo meses atrás, se había lesionado la cabeza y no el hombro, como creyó.
Casi derritiéndose en el asiento del conductor, encendió su auto al igual que sus parlantes, que empezaron a reproducir su playlist favorita de R&B, decidido a no pensar en absolutamente nada más durante lo que restase del día.
Notes:
¡Hola una vez más! En vistas de que la mayoría de las palabras del lunfardo ya las expliqué en las notas de capítulos anteriores, voy a dejar un par de aclaraciones cuando el contexto de dichas expresiones cambian de tono.
En Argentina, por lo general cuando le agregamos la abreviación "-ito" después de un insulto, es básicamente como una declaración de guerra jajajja (por ej: boludito, taradito, tontito, etc). En vez de suavizar el insulto, acá empeora y se vuelve totalmente personal.
Con eso dicho, les dejo las palabras nuevas del lunfardo que usé en este cap:
-Chorros: ladrones, delincuentes
-Lo duermen al toque: lo asaltan enseguida
-Zona jodida: zona peligrosa.
-Ojota: sandalia de goma, chancla, chancleta, etc.
-Falopeado: drogado o, en sentido figurado, alguien que dice o hace boludeces.
-Chabón: tipo, flaco, sujeto cualquiera.
-Cagón: persona cobarde.
-Manco: insulto futbolero para alguien que juega muy mal.
-En bolas: desnudo o desprevenido
Chapter 5: Piedras no, cascotes
Summary:
Viaje largo en trasporte público y día de tormenta casi nunca son una buena combinación.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Hacía un frío de la puta madre, pero Naruto había ido igualmente a Recoleta para jugar otro fin de semana más, sin contar con la inminente odisea a la que se enfrentaría para volver a su casa.
Pero lo que realmente importaba era que se iba con una satisfactoria victoria contra cierto chetito de la zona.
Eso sí, no contaba con el hecho de que iba a empezar a llover a cántaros ese día. Claramente no llevaba paraguas. Además, el único que tenía se le había roto hace rato, y con lo colgado que era el rubio, nunca se acordaba de comprarse otro. Bueno, ahora que estaba todo empapado esperando el bondi para ir a Retiro, sí que lo hacía.
La parada en donde estaba no tenía techo, así que se refugió como pudo debajo de un árbol cercano. No sirvió de mucho, pero era mejor que nada. Lo único que le preocupaba era que empezara a granizar; ahí sí que se iba a poner jodida la cosa.
Y efectivamente, así fue.
‘Buenísimo, la concha de mi madre’. Además de llegar empapado a su casa, también iba a hacerlo con la cabeza abierta por un piedrazo, si es que era capaz de volver siquiera, claro. Lanús tenía fama de ser la Venecia tercermundista por algo.
Viendo que el árbol ya ni le servía como reparo, cruzó la calle corriendo hasta un supermercado. Al entrar, una de las empleadas lo miró con cara de culo, probablemente por dejar todo el piso embarrado. Pero bueno, era mejor eso que ser atacado brutalmente por la madre naturaleza.
Tampoco tenía un mango encima, así que vagó por los pasillos por un rato, sin intención de comprar nada en particular. Fue entonces que sintió su celular vibrar en su bolsillo, interrumpiendo su recorrido.
Era una llamada de Sasuke.
“¿Hola?” preguntó el rubio después de contestar.
“Che, ¿te tomaste el colectivo?” preguntó sin rodeos, su voz sonando monótona como siempre.
Una sonrisa burlesca se pintó automáticamente en su cara. “¿Qué pasa, Sasuke? ¿Estás preocupado por mí?”, bromeó, suavizando su voz teatralmente conmovido. Joderlo le salía natural, y no pensaba desaprovechar ni la más mínima oportunidad para hacerlo.
Lo que sí no era natural, era el extraño pinchazo en el pecho que le siguió a eso.
Se escuchó un suspiro fastidiado del otro lado. “Dale, tarado, ¿te lo tomaste o no?”.
“No, estaba esperando el bondi, pero cuando empezó a granizar me tuve que meter en un Carrefour que estaba enfrente”.
Justo cuando terminó de decir eso, el rubio abrió los ojos de par en par, contemplando con total horror cómo el mismo colectivo que tenía que tomarse pasaba por enfrente. Naruto puteó tan alto que otras personas que estaban comprando se giraron a verlo, alarmados, y después con disgusto. Avergonzado, se restregó la cara con frustración y respiró fuerte por la nariz.
“¿Qué pasó?” La preocupación de Sasuke ahora era evidente. Otra vez ese pinchazo.
Soltando un gemido en agonía respondió: “Acaba de pasar justo”. Se pasó una mano por el pelo y gotas de agua cayeron al piso. “El próximo va a pasar como dentro de media hora más o menos, pero una empleada de acá me está mirando con cara de orto y me da miedo”, dijo, tragando en seco mientras la veía de reojo. Efectivamente, seguía mirándolo.
No hubo respuesta por parte de Sasuke por unos segundos, por lo que Naruto creyó que le había cortado, pero cuando lo corroboró, vio que la llamada seguía conectada, así que volvió a apoyar su celular en su oído.
“Sas…?”
“Pasame tu ubicación”, dijo el Uchiha finalmente.
“¿Eh?” Naruto frunció el ceño, sin comprender. “¿Por qué?”
“Te paso a buscar”, respondió fastidiado, como si fuera lo más obvio del mundo. Bueno, capaz sí lo era, pero no para Naruto. “¿O te querés quedar ahí hasta que te echen, un cascote te reviente la cabeza y te deje más boludo de lo que ya estás?”.
El rubio soltó un bufido por el insulto innecesario del final, pero eso no quitaba el hecho de que Sasuke se estaba ofreciendo a ayudarlo. Por lo que, después de dudar unos segundos, le replicó de igual forma: “Pero se te puede hacer percha el auto, boludo, no te hagás drama, no es la primera vez que me pasa algo así”.
“No deberías estar a más de diez cuadras de acá”, dijo simplemente, como si le chupara un huevo la situación. Aunque sus palabras se contradijeron con su actitud. Naruto abrió la boca para responder, pero el pelinegro continuó: “Te podés quedar en mi casa hasta que pare de llover un poco”.
Un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo vino sin previo aviso. No sabía si era por la amabilidad aterradoramente sospechosa e inusual del otro, o bien porque estaba cagado de frío. Ambas opciones eran completamente posibles en ese momento, pero no había tiempo para determinar cuál de ellas era.
Rezando internamente para que no se arrepintiera, cuestionó nuevamente: “¿Seguro?”. Intentó sonar lo más neutral posible, pero el calor que se expandía en su pecho y la sonrisa esperanzada que amenazaba con escaparse de su cara no ayudaban.
“Si seguís dando vueltas, no”, le contestó cortante, y Naruto casi pudo imaginarse a Sasuke revoleando los ojos como le encantaba hacer casi siempre. Era una amenaza vacía, pero igualmente fue lo que necesitaba escuchar en ese momento.
Sin poder contener más su expresión, soltó una pequeña risa entre dientes en cuanto entraba a su chat, haciendo caso a su pedido. “Bueno, bueno, ahí te la pasé”.
Sasuke murmuró un “Okay” casi inaudible, y antes de que el susodicho cortara la llamada, el rubio suavizó su tono de voz y agregó: “Gracias, Sasuke”.
Hubo unos segundos de silencio antes de que se escuchara un simple “Hm” como respuesta. Y cortó.
Extrañamente, se le había ido un poco el mal humor.
Alrededor de cinco minutos después, Naruto vio el auto de su más reciente amigo estacionarse enfrente. Apurado, agarró un paquete de Pitusas y fue rápido a la caja para pagarlo. No tenía un peso en efectivo, así que, con un suspiro, abrió la aplicación de Mercado Pago, rezando para que le alcanzara la plata para comprarlo. Hubo un silencio incómodo mientras la misma cajera de antes esperaba que el otro pudiera abrir dicha aplicación, que no quería cargar porque no le llegaba la señal. ‘Si se me llegan a acabar los datos, me mato’, pensó, clavando la mirada en la pantalla de su celular a modo de amenaza silenciosa.
Afortunadamente, cargó después de unos segundos. Llegó justo de plata para pagarse eso, y ahora estaba totalmente seco. “Y eso que cobré la semana pasada”, se lamentó entre murmullos, arrastrando los pies hacia la salida.
Mentalmente preparado para volver de lleno a la tormenta, una vez abrió la puerta, fue corriendo en dirección al auto estacionado, casi cayéndose al pisar una baldosa rota durante el corto trayecto. Si sus zapatillas ya estaban llenas de agua, ahora eran prácticamente una pecera. Por lo menos, se pudo estabilizar antes de que pudiera volverse un escenario más humillante y probablemente doloroso.
Casi podía ver a Sasuke burlándose de él a través de los vidrios polarizados del coche. Y efectivamente, era así. Cuando entró, lo vio sonriendo con malicia, dejando en claro que había visto en primera fila lo que acababa de ocurrir. No dijo nada, lo que lo hizo todavía más humillante.
Por más que la sonrisa de Sasuke fuera burlona, Naruto desvió la mirada automáticamente, sintiéndose estúpidamente nervioso, o mejor dicho, estúpido y ya. “Hola de nuevo a vos también”, respondió sarcásticamente después de chasquear la lengua, deseando que se le hubiera ocurrido una mejor respuesta. Avergonzado, frunció los labios con fuerza y se cruzó de brazos, acomodándose en el asiento del pasajero y contemplando la tormenta que caía con furia.
Recién cuando el auto arrancó, se dio cuenta de que su asiento estaba cubierto con un toallón enorme. Sasuke lo miró de reojo y habló: “No quiero que me dejés el auto hecho un desastre, le cambié la tapicería el mes pasado”. Tenía sentido. Entonces, el pelinegro después señaló con la mano que no estaba agarrando el volante, otra toalla más chica que estaba en el asiento de atrás. “Esa es para el pelo”.
La confusión de Naruto solo pareció aumentar. “¿Cómo sabías que iba a estar todo empapado?”
Sasuke hizo una mueca burlona, sin desviar la mirada del camino. “Es obvio que no ibas a ser capaz de acordarte de traer un paraguas ni aunque te pagaran”.
“¡Ey! el que tenía se me rompió”, se defendió, obviando el hecho de que eso había sido hace más de un año. El conductor solo lo miró de reojo, sin creerle realmente.
Al cabo de unos minutos, llegaron a la casa de Sasuke, y Naruto no pudo evitar mirar asombrado cómo el portón se abría automáticamente, después de que una cámara escaneara la patente del auto. ‘Qué elegancia la de Francia’, revoleó los ojos cuando Sasuke estacionaba en el garaje, donde ya había un auto y una camioneta.
El Uzumaki murmuró un permiso antes de entrar, un poco intimidado por la situación. Después de todo, era la primera vez que entraba a la casa del otro. Al no escuchar ninguna respuesta, y ver todas las luces apagadas, preguntó: “¿Tus viejos no están?”
“No”, negó con la cabeza, encendiendo las luces con un control remoto. “Los fines de semana se van a Puerto Madero”.
“¿Por laburo?”
Sasuke negó con la cabeza. “Van a visitar a mi hermano”.
El chico parpadeó. “¿Y te quedás vos solo?”, indagó, con las cejas levantadas, todavía secándose el pelo con la toalla prestada. El menor de los Uchiha asintió inexpresivamente, con total naturalidad.
Su tajante indiferencia lo desconcertó. ¿Realmente le daba igual? ¿Desde hace cuánto se quedaba solo durante varios días? Quiso preguntarle, pero por algún motivo esas palabras no salieron de su boca.
Un silencio un tanto incómodo se asentó cuando Naruto no supo qué más decir; solo había asentido con un sonido, hasta que cuestionó por qué el pelinegro ahora miraba con disgusto en dirección al suelo. El rubio tardó unos instantes hasta que también bajó la mirada y se dio cuenta de que era por sus zapatillas empapadas. “Uh, perdón, boludo. ¿Querés que me las saque?”, preguntó, rascándose la nuca. Pero Sasuke ya se había ido.
Sin saber qué hacer, e incapaz de sentarse en algún lado porque a donde iba dejaba rastros de agua, se puso a chusmear el living con la mirada. Era muy lindo, como era de esperarse; todo estaba limpio y perfectamente ordenado, hasta las plantas de interior que adornaban el lugar estaban bien verdes y cuidadas. En las paredes había un par de cuadros colgados que, al observarlos más detenidamente, tenían la firma de Sasuke. Quién lo hubiera dicho. Una media sonrisa divertida se asomó por sus labios al imaginarse al chico medio sombrío, pasando horas pintando en un lienzo mientras escuchaba probablemente música pretenciosa.
Bueno, todo en el lugar parecía un poco pretencioso en su opinión, sobre todo cuando vio a lo lejos que en el comedor había un candelabro enorme colgando arriba de la mesa. Pero bueno, tenía que admitir que esos cuadros adornaban muy bien, realzando ese toque sofisticado al ambiente, y eso que Naruto no sabía una goma de arte.
La observación del Uzumaki se vio interrumpida cuando algo impactó repentinamente contra su cabeza. ¿Otra toalla? No, era ropa que Sasuke le acababa de tirar a la cara sin la menor sutileza. “Tomá, cambiate que me embarrás todo”, señaló entonces al piso, donde dejó un par de pantuflas negras idénticas a las que estaba usando él mismo ahora.
“Ah, ¡no hace falta! Total, apenas pare de granizar me voy”, respondió, desconcertado por el gesto y agarrando rápidamente la ropa que el otro le dio antes de que se cayera.
Sasuke levantó una ceja cuestionadora. “¿Y vas a volver a tu casa así?”, señaló, mirándolo de arriba a abajo con los brazos cruzados. Naruto tragó en seco. “Te vas a cagar enfermando”.
Por más que quiso hacerse el boludo a pesar de estar incómodo y cagado de frío con esa ropa, le contestó entre dientes: “...ese es mi problema”. Contradiciéndose, porque después de decir eso, le preguntó dónde estaba el baño para poder cambiarse. Sasuke se descruzó de brazos y descansó una mano sobre su cintura, pareciendo irritantemente divertido al ver a Naruto sacarse las zapatillas mientras este iba al baño refunfuñando, como un nene chiquito.
Como Naruto y Sasuke tenían prácticamente el mismo talle, la ropa que el otro le dio se acomodó perfectamente en su cuerpo. El chico hizo una mueca cuando se miró al espejo. ¿Absolutamente todo tenía que ser negro? Parecía que iba a un entierro con esas pintas, o que era un emo en el mejor de los casos. Era cómodo por lo menos, concluyó, encogiéndose de hombros. Eso sí, había un problema que notó cuando terminó de ponerse la remera. El olor.
Toda la ropa olía a Sasuke.
Y por más extraño que fuera tener su olor encima… no era realmente incómodo. A ver, Sasuke había sido un tipo limpio desde que lo conoció, y era normal que su ropa oliera igual de bien que él. Menta y un toque de… ¿lavanda capaz? No sabía, pero era rico.
El tema acá era que Naruto nunca le había prestado atención a esas cosas cuando usaba prestada la ropa de Shikamaru, Kiba o algún otro de los pibes. A menos que oliera a mierda, claro. Pero en este caso era todo lo opuesto a eso.
Fue entonces que cayó en cuenta de que, si el chico en la habitación de al lado supiera lo que estaba pensando, probablemente lo miraría con cara de asco y le diría que era un puto raro. Bueno, capaz sí era raro, pero no puto. A Naruto le gustaban las minas, de eso no había dudas, Sakura le había gustado durante años aunque no le diera bola, así que no iba por ese lado.
Horrorizado por la línea de pensamiento tan bizarra que estaba teniendo, se miró una última vez en el espejo y se golpeó los cachetes colorados antes de salir del baño.
Capaz sí se estaba por engripar.
Notes:
Capítulo corto, lo sé, pero les prometo que antes de que termine el mes voy a estar subiendo el siguiente!
Y como siempre, les dejo el glosario:
-Frío de la puta madre: Hace muchísimo frío.
-Chetito: Chico con aires de rico o superioridad.
-Bondi: Autobús / colectivo.
-Colgado: Despistado, olvidadizo.
-Cascote: Piedra o trozo de ladrillo (usado humorísticamente por granizo grande).
-Cara de culo / cara de orto: Gesto de enojo o mal humor.
-Mango: Dinero. “No tener un mango” = no tener plata.
-Hacerse el boludo: Fingir no entender o no darse por aludido.
-Percha / hacerse percha: Dañarse, arruinarse.
-Chusmear: Curiosear, mirar sin mala intención.
Chapter 6: Bienvenido al conurbano
Summary:
El día en el que repartieron suerte, aparentemente Sasuke se quedó dormido.
Notes:
Justo como prometí, ¡volví para actualizar antes de que termine el mes!
La verdad que este fue uno de los capítulos que más disfruté escribir por lo mucho que me reí haciéndolo. Así que espero que ustedes también lo disfruten :)
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
La segunda vez que Sasuke fue a Lanús para jugar al fútbol —con Naruto asegurándose de que Hidan no estuviera esta vez— pensó que ese día iba a terminar con normalidad, sacando el hecho de que había vuelto a perder contra su rival futbolístico declarado. Pero parecía que el destino tenía otros planes, unos muy de mierda si le preguntaban al Uchiha.
A las seis cuadras de haber arrancado el auto para volver a su casa, escuchó un ruido de algo reventándose debajo suyo, deteniéndose en ese mismo instante.
La puta madre.
Rezando para que no fuera nada grave, Sasuke se bajó del auto y encendió la linterna de su celular, en búsqueda de qué se podría haber roto. Genial, la goma trasera estaba hecha mierda. Al lado de la misma se encontraba el responsable: un culo de botella roto, que probablemente algún hijo de puta había tirado a la calle como si nada.
Como era de noche, Sasuke ni lo había visto cuando lo pasó por encima, además de que parecía estar medio enterrada en dicha calle de tierra desde hacía rato. Sasuke tomó nota mental de no volver a pasar por ahí. “Google Maps de mierda”, puteó al darse cuenta de que dicho GPS lo había hecho pasar por entre medio de un baldío en el que no había un alma a esa hora. Milagrosamente, la calle estaba iluminada. Algo era algo.
Pellizcándose el puente de la nariz y respirando hondo para calmarse, intentó llamar un remolque. Aunque tenía una rueda de repuesto, no sabía cómo ponerla y dudaba que pudiese aprender a hacerlo en ese momento. Segunda nota mental: aprender a cambiar ruedas.
Como si las cosas no pudieran empeorar, se dio cuenta de que no tenía señal. “¿Algo más, hijo de puta?”, dijo en voz alta, mirando al cielo, como si alguien fuera a escucharlo. Sabiendo que no le quedaba de otra, dejó su auto en medio de ese terreno baldío y caminó en dirección a la casa de Naruto, mientras chequeaba constantemente si le agarraba señal en algún momento. Grave error.
Como si el mismo universo hubiera escuchado lo que dijo, una moto pasó justo al lado de Sasuke después de haber caminado un par de cuadras apenas. Todo su cuerpo se heló en ese mismo instante. Estaba jodido. O bueno, eso creyó, hasta que la moto siguió de largo. Capaz había sido demasiado prejuicioso. Después de todo, era el barrio donde vivía Naruto, y, a excepción de Hidan, los demás parecían copados.
Dicha suposición se desmoronó cuando volvió a ver la misma moto pasar por segunda vez, ahora mucho más lento que antes. Tocaba correr.
Por más que dio todo de sí para llegar lo más rápido posible a la casa de Naruto, de poco sirvió, porque la moto empezó a acelerar con todo, alcanzándolo en pocos segundos. Para empeorar la situación, eran dos. No había chance de que se zafara de esa. Con un sudor frío recorriendo su frente, Sasuke se detuvo en seco cuando uno de los tipos se bajó, interrumpiéndole el paso, mientras que el que conducía se quedaba detrás suyo.
“Eh, gato, ¿tené’ hora?”, preguntó el primer encapuchado, con una mano en el bolsillo, pareciendo agarrar algo. Sasuke tragó saliva, haciendo su mejor intento por no parecer intimidado. Sabía que si lo hacía, iba a ser peor. Pero al chorro poco y nada pareció importarle, porque cuando no obtuvo respuesta, sonrió maliciosamente y sacó una faca de su pantalón deportivo.
“Dale, no te hagá’ el gil porque te hacemo’ pollo”, amenazó, y señaló a su compañero de la moto, que también tenía una navaja en la mano, reluciendo por el filo. Los ojos de Sasuke se abrieron de par en par y retrocedió un paso, su expresión neutra abandonada tiempo atrás. Nunca le habían robado, y mucho menos amenazado con cuchillos. “Celular y billetera, no la hagá’ difícil, compa”, volvió a exigir con la mano libre que tenía. ‘¿Tanto les costaba a sus viejos haberlo mandado a clases de defensa personal en vez de fútbol?’, se lamentó mientras buscaba sus cosas.
Fue entonces que todos giraron sus cabezas al escuchar un grito a lo lejos, seguido de unos pasos fuertes, como si alguien estuviera corriendo en su dirección. El Uchiha entrecerró los ojos, esforzando la vista, porque dicha calle estaba casi a oscuras. En menos de un segundo, reconoció ese pelo rubio rebelde y el buzo de Boca desgastado por tanto uso.
“¿Tobi? ¿Zetsu? ¿Qué hacen robando por acá?”, preguntó acusatoriamente, claramente enojado, pero cauteloso. Sasuke estaba boquiabierto, no solo porque los dos tipos que nombró guardaron sus cuchillos, sino porque lo ignoraron totalmente para ver al recién llegado.
“¿Naruto?”, preguntó el tipo pálido de la moto, con las cejas levantadas, pareciendo más un saludo que otra cosa. “¿E’te e’ ameo tuyo?”, apuntó, ladeando la cabeza en su dirección.
El rubio se cruzó de brazos, adoptando una postura defensiva e inclinando ligeramente la cabeza, y respondió: “Sí, no lo jodan”. Por más que sonaba molesto, parecía estar midiendo sus palabras, y esos tal Tobi y Zetsu no parecían tener más intenciones de agredirlo. Eso le permitió al Uchiha volver a respirar un poco, por lo menos.
“Uh, perdoná, loco, no sabíamo’, no’ tomamo’ el palo.” El encapuchado de pelo negro y corto que lo había amenazado primero se rascó la nuca, apenado. Su compañero de la moto también asintió, mientras el susodicho se subía nuevamente al asiento trasero.
Cuando Sasuke pensó que se iban a ir, el tipo de pelo azabache se giró en su dirección. “Andá con cuidado por la zona, compa, que no te conocen.” Y, sin más, la moto arrancó.
“¡Mandale saludo’ a tu viejo, perro!”, gritó a lo lejos el mismo que le habló antes. Naruto bufó con fuerza y no respondió.
“Esos hijos de mil… Y eso que los acaban de largar de la cana”, murmuró disgustado, y chasqueó la lengua mientras veía cómo la moto desaparecía ruidosamente a lo lejos.
¿Qué carajo acababa de pasar? ¿Y desde cuándo Naruto tenía hasta el respeto de los chorros?
Pasmado por la situación completamente surrealista que acababa de vivir, el porteño recién reaccionó cuando sintió la mano del rubio apoyarse gentilmente sobre su hombro. “¿Estás bien? ¿No te hicieron nada, no?”, tanteó mientras escaneaba todo su cuerpo detenidamente, en busca de alguna herida. Por más que Sasuke le aseguró que no le habían hecho nada, no paró hasta estar seguro de las palabras del otro.
Finalmente, cuando corroboró que estaba todo en orden, suspiró aliviado y lo miró a los ojos. El pelinegro tragó en seco y ladeó ligeramente la cabeza, liberando finalmente aire que no sabía que estaba conteniendo. Todavía podía sentir su corazón latiendo a mil por hora y el sudor frío bajando por su espalda por la fuerte descarga de adrenalina.
Dando todo de sí para que su voz sonara lo más firme posible, finalmente le dijo: “Gracias”, y carraspeó, un poco incómodo. “...te debo una”.
“No es nada, boludo, posta.” El chico hizo un gesto con la mano, desestimando sus palabras. “Igual, ¿qué hacés acá? ¿Y tu auto?”, cuestionó, mirando a su alrededor en busca del mismo. Entonces Sasuke suspiró y le contó la situación.
Ojos celestes se abrieron tanto que parecía que iban a salir de sus órbitas. “¡¿Dejaste el auto solo?!”, exclamó, agarrándose la cabeza.
“¿¡Qué querías que hiciera!? ¿¡Que me quede en medio de la nada sin señal!?” replicó el pelinegro, sintiendo su estómago revolverse por la bronca e impotencia. Naruto parpadeó y su mirada se suavizó un poco, comprendiendo, y luego suspiró con pesadez, como si estuviera pensando cómo resolver la situación.
Momentos después, su rostro se iluminó y chasqueó los dedos. “¡Mi vieja!”, y dio un golpe suave en la frente, seguramente por haber tardado tanto en darse cuenta. “Qué pelotudo que soy, ella es mecánica. Seguro va a saber qué hacer”, explicó al ver el rostro confundido de su amigo.
¿La mamá de Naruto era mecánica? Por algún motivo eso sorprendió a Sasuke, principalmente porque nunca había conocido a una mujer que lo fuera. Aunque pensándolo mejor, tenía todo el sentido del mundo, teniendo en cuenta la personalidad de dicha mujer, que con tan solo haberla escuchado desde afuera, gritando con Naruto la primera vez que visitó Lanús, no era muy difícil hacerse una idea de que tenía un carácter fuerte.
“¿Seguro? No quiero molestar”, intervino, cuando el rubio empezó a caminar hacia su casa y le hacía señas para que lo siguiera. “Seguro deben estar por cenar. Solo necesito señal para llamar al remolque”, y señaló la hora en su celular antes de guardarlo. No iba a regalarse dos veces, incluso estando acompañado.
“Nah, fijo va a tardar una banda en venir hasta acá”, afirmó con total seguridad, aparentemente experimentado en eso. “Y recién salí a comprar las cosas para comer, así que no te preocupés”, continuó, levantando la bolsa de compras que llevaba consigo, que no había notado antes. Ahora que lo veía más detenidamente, se notaba que solo había salido para eso mismo: llevaba unos shorts deportivos y unas sandalias. Era raro, teniendo en cuenta que aunque estaban en primavera, a la noche todavía hacía bastante frío.
Al ver que la duda de Sasuke seguía estando ahí, el Uzumaki le sonrió alegremente y comentó: “Son cosas que pasan, no te hagás drama, Sasuke. Además, ya me ayudaste antes, ¿no? Tomalo como quedar a mano”.
“¡Así que vos sos el famoso Sasuke! Por fin te conozco. Soy Kushina, un gusto”, lo recibió la mujer con una sonrisa un tanto apenada, pero igualmente calurosa. “Parece que tuviste un día medio jodido, ¿no? Menos mal que Naruto justo estaba ahí.”
Él asintió con la cabeza y habló: “El placer es mío, agradezco que su hijo me haya ayudado”, dijo, evitando el contacto visual por mucho tiempo. Ella no era ni remotamente hostil o intimidante; es más, su presencia y amabilidad en su forma de expresarse se le hacían muy similares a las de Naruto. Pero estaba inexplicablemente nervioso, lo que lo llevó a hablar más formal de lo que debería. El Uchiha no acostumbraba a interactuar con gente nueva, y mucho menos con gente del círculo cercano del rubio. Era extraño, aunque bueno, nada de lo que le había pasado durante las últimas dos horas era precisamente rutinario para él.
Mientras le explicaban a Kushina la situación del auto, un hombre adulto de pelo y ojos claros entró en el comedor. Instantáneamente adivinó que era el papá de Naruto; hasta un idiota se daría cuenta del parecido entre ambos. Al principio, el susodicho no pareció notar la presencia de un extraño en su casa, hasta que unos momentos después se percató de ello, y después de preguntar quién era a su esposa, se acercó pacíficamente hacia el pelinegro.
“Minato, un gusto”, y extendió su mano con una leve sonrisa. “¿Naruto te invitó a comer? No nos avisó, pero no debería haber problema en que te nos unas.” Ese simple gesto le agradó a Sasuke; parecía ser un hombre tranquilo, por lo que correspondió educadamente al saludo de inmediato.
“No, no, se le hizo concha la goma del auto y le estaba preguntando a mamá si podía ayudarlo”, respondió el rubio antes de que el otro pudiera hablar. Fue entonces que se escondió detrás del pelinegro al ver la mirada severa de su mamá. Tardó unos segundos en entender que seguramente era por cómo había hablado, y confirmó efectivamente su teoría cuando la mujer gruñó entre dientes: “La boca”, pero fue salvado muy probablemente de una cagada a pedos mayor por estar con un invitado.
El rostro de Minato se tiñó al instante con preocupación y sorpresa al mismo tiempo, prácticamente haciendo caso omiso a la interacción de los demás Uzumaki, como si fuera totalmente normal. “¿En serio? Vayamos todos entonces”, dijo mientras agarraba del perchero una campera blanca con bordes rojos. ‘¿River?’, intentó adivinar.
Antes de que se pudiera negar, o siquiera cuestionar las palabras del hombre, Naruto le dio un par de palmadas en la espalda animadamente, como si le quisiera decir que no se preocupara. Ese toque lo agarró tan desprevenido que hizo que su cuerpo quedara rígido por unos instantes. Por suerte nadie pareció notarlo, pero era difícil para él ignorar la reacción que había tenido. Últimamente lo estaba tocando mucho. Eran pequeños gestos, sí, pero ninguno con el que estuviera remotamente acostumbrado. El único fuera de su entorno familiar que se atrevía a tocarlo era Suigetsu, aunque lo rechazaba inmediatamente cada que lo hacía.
Pero con Naruto no era así. Era un poco humillante si se ponía a pensarlo fríamente.
Después de unos instantes, respiró hondo y salió nuevamente de la casa de Naruto, acompañado también por sus padres. El frío de la noche contrastó con su rostro caliente.
Parecía que la temperatura había bajado mucho en tan solo unos minutos.
Notes:
Este cap en realidad está divido en dos partes porque se iba a hacer larguísimo e iba a tardar mucho más tiempo en publicarlo por un tema de edición, pero la corrección del siguiente ya está en proceso, así que en breve debería poder publicarlo.
Por otra parte, creo que la mayor parte de las palabras del lunfardo que usé acá se sobreentienden o ya las expliqué en notas anteriores, pero no duden preguntarme en los comentarios si quieren que les explique algo (es mi deber como ciudadano argentino).
Pero como plus, les dejo una "traducción" legible de los diálogos de Tobi y Zetsu cuando le quieren afanar (robar) a Sasuke:
-Oiga mi estimado ¿Tiene hora de casualidad?
*Sasuke permanece en silencio y Tobi saca una navaja*
-Vamos, no se haga el tonto, porque de lo contrario le haremos daño. Celular y billetera. No dificulte las cosas, caballero.
*Llega Naruto corriendo*
-Naruto, ¿Este hombre es amigo suyo?
-Si, no lo molesten.
-Oh, ya veo, disculpe la ofensa mi amigo, era ajeno a tal hecho. Nos iremos de inmediato.
Chapter 7: A veces, uno sólo necesita fideos con tuco después de un mal día.
Summary:
Quién no se pondría de mejor humor después de probar los fideos caseros que prepara Minato.
Notes:
¡Muchísmas gracias a todos los que me comentan! me alegran el día genuinamente y me impulsan a seguir subiendo capítulos :')
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
“Me tenés que estar jodiendo”, fue lo único que dijo Sasuke en voz baja, completamente pasmado mientras observaba la escena frente a sus ojos; las ruedas de su auto ya no estaban más —a excepción de la que estaba pinchada— y, como si no fuera suficiente, el parachoques también había desaparecido.
‘Hijos de puta, hasta las llantas se llevaron’, puteó internamente, apretando los puños con tanta fuerza que sus nudillos quedaron blancos.
Naruto, que estaba a su lado, parecía estar dividido entre reírse o darle apoyo moral, hasta que después de unos segundos se decantó por la primera opción. “Bienvenido seas al otro lado del charco, príncipe”, le palmeó el hombro y soltó una carcajada. Sasuke no sabía si meterle una piña por reírse, o simplemente putearlo en respuesta. Probablemente su amigo quería alivianar la situación, pero solo la estaba embarrando más.
Antes de que Sasuke pudiera siquiera hacer algo en respuesta, la propia madre del rubio se encargó tanto de retarlo como de golpearlo. Bufando con fastidio, pero satisfecho, contempló a Naruto quejarse, argumentando que era joda, mientras se restregaba el brazo donde le acababan de meter un codazo no muy suave que digamos.
“Bueno, no creo que se pueda hacer mucho hasta mañana”, comentó Minato con pesar, mirando a su mujer para que corroborara su afirmación. Ella ahora estaba agachada, analizando de cerca el vehículo con la linterna de su celular para ver si faltaba alguna otra cosa, hasta que concluyó que no. Bueno, algo era algo.
Una vez que se levantó, Kushina se paró enfrente de Sasuke y apretó su hombro con gentileza. “Perdón, Sasuke, como dijo mi marido, no hay mucho que podamos hacer de noche”, se disculpó con una media sonrisa, apenada. “Pero quedate tranquilo, podés quedarte a dormir, así llamo mañana temprano a mi proveedor y trae los repuestos que necesitás.”
Sasuke no supo cómo reaccionar ante el gesto de Kushina, así que, después de evitar el contacto visual por unos instantes, se aclaró la garganta y asintió tímidamente con la cabeza, agradeciendo por la hospitalidad.
Sí que era inquietante lo similar que era su sonrisa a la de su hijo.
“Ma, ¿y qué vamos a hacer con el auto? ¿Lo dejamos acá?” Naruto inclinó la cabeza hacia un lado, pensativo.
“No, tu papá ya llamó a unos amigos míos para que lo lleven al taller”, señaló la mujer al susodicho, el cual estaba en medio de una llamada. ‘¿En qué momento…?’ Ni siquiera lo habían escuchado hablar.
“Sí, soy Minato Namikaze.” Se lo escuchó hablar, concentrado. “Ahora paso la dirección del lugar. Sí, gracias”, asintió y cortó, anunciando animadamente que iban a llegar enseguida. Sasuke solo parpadeó.
Tan solo unos minutos después, un grupo de hombres llegó en una camioneta junto con una remolcadora. Después de bajarse, saludaron rápidamente a todos y se pusieron a laburar bajo las instrucciones de Kushina. Boquiabierto, el dueño del vehículo solo pudo observar la rápida y eficaz organización de todos, con su auto quedando listo para ser llevado en tiempo récord.
“¿Cuánto sería por el remolque?”, preguntó, sacando su billetera. Era obvio que le cobrarían a Kushina por el transporte.
“Ah, ¡no te preocupes por eso, hijo!”, respondió alegremente la mujer, haciendo un ademán para que guardase su billetera. “Me están haciendo un favor.”
Sasuke levantó las cejas y pestañeó con incredulidad. ¿Un favor? Era difícil de creer para él, principalmente porque hasta dentro de su familia todos los favores incluían plata de por medio. Una sensación incómoda se estableció en la boca de su estómago. Cada nueva cosa que pasaba esa noche lo hacía sentirse todavía más ajeno e inútil. No tenía idea de cómo actuar y dependía de la bondad ajena.
Sasuke odiaba eso, pero se odiaba más a sí mismo por ser tan impotente.
Primero la rueda pinchada, después el casi robo a mano armada y ahora esto. Siempre alguien más tenía que salvarle el culo. Incluso la primera vez que había ido al barrio de Naruto, este mismo tuvo que intervenir para que no se cagara a trompadas con un turro que ni conocía.
Patético. Y estúpido.
“Naruto, tu papá y yo vamos a ir con Shikaku y los demás para dejar el auto en el taller. Ustedes vayan yendo para casa”, indicó la pelirroja antes de subirse a la camioneta. “Ah, y poné a hervir agua en una olla.”
Su hijo esbozó una enorme sonrisa y puso sus manos detrás de la cabeza. “¡Bueno, dale!” Asintió, despidiéndose de los demás y haciéndole señas a Sasuke para que lo siguiera de vuelta a casa.
Sasuke lo miró de reojo ocasionalmente mientras caminaba, hasta que Naruto se dio cuenta de ello, soltando una risita entre dientes. Sasuke hizo una mueca desagradable y chasqueó la lengua.
“¿Qué?”, cuestionó Sasuke, sonando más fastidiado de lo que realmente estaba.
“¿No me vas a preguntar qué es lo que vamos a comer?”
“Me voy a dar cuenta cuando lleguemos”, se encogió de hombros y se metió las manos en los bolsillos, exhalando una nube de vapor por el aire fresco de la noche.
“Bue, hasta una piedra muestra más emociones que vos, flaco”, Naruto bufó con disgusto. “¿No te da curiosidad? Mi viejo es el mejor cocinero que vas a conocer en tu vida.”
Sasuke lo miró con escepticismo. “No”, sin responder a lo demás. Su amigo estuvo a punto de replicar haciendo una mueca, pero decidió interrumpirlo para cambiar de tema. “¿Por qué usás el apellido de tu mamá?”, preguntó naturalmente, tomando al otro por desprevenido. Incluso el mismo Sasuke se sorprendió un poco por hacerlo. Pero era innegable que le había dado curiosidad cuando escuchó a Minato hablar por teléfono y ver que su apellido no era Uzumaki, por lo que dedujo que era el de Kushina.
El rubio parpadeó por unos segundos y contestó: “¿Eso? Pasa que Minato es mi padrastro, en realidad, y siempre tuve el apellido de mi vieja nomás porque nunca supe quién era mi papá biológico.”
Sasuke quedó boquiabierto durante unos instantes, hasta que rápidamente volvió a su típica expresión neutra. “¿Tu padrastro? Pero si son iguales.”
‘Bueno, al menos en apariencia; en personalidad sí que no se parecen en nada’, comentó para sí mismo, mofándose de él.
“Sí, me lo dicen seguido”, concordó entre risas, rascándose la nuca. “Pero no, no estamos emparentados por sangre, aunque para mí siempre fue mi viejo. Ya lo conocía desde antes de que estuviera con mi vieja, e incluso en ese tiempo ya me trataba como a un hijo.”
Ojos celestes brillaron por unos instantes con ternura, desbordantes de cariño y afecto. Sasuke solo lo observó y asintió, emitiendo un sonido como respuesta. Claramente no iba a admitirlo, pero esa faceta del chico a su lado que acababa de descubrir despertó un poco más su curiosidad por el otro.
Viendo que estaban por llegar a la casa de Naruto, el Uchiha puso una media sonrisa burlona. “Bueno, parece que a tu mamá le gustan rubios de ojos claros.” Naruto se quejó por la joda, pero sonriendo al mismo tiempo, golpeándolo juguetonamente en el brazo para después invitarlo a entrar nuevamente.
Sasuke no se sorprendió en lo más mínimo cuando se sentó a la mesa para comer y el menú terminó siendo fideos con tuco, caseros obviamente. A Naruto estaba a nada de que se le cayera agua de la boca mientras miraba su plato como si fuera el manjar más rico que iba a probar en su vida. Todo para después echarle una cantidad casi enfermiza de queso rallado y cagar todo. Era un poco desagradable la forma en la que devoraba ese plato, pero tampoco era nada realmente sorprendente viniendo de él. A decir verdad, era exactamente como Sasuke se lo había imaginado.
“Pa, ¿qué le pusiste al tuco? Está riquísimo”, habló con la boca llena de comida. Bueno, eso sí era directamente asqueroso. Kushina se lo hizo saber en ese mismo instante, cagándolo a pedos con un tono que intimidó hasta a Sasuke, que solo estaba presenciando la escena. Con cada cosa nueva que hacía esa mujer, le caía mejor. Era la única que parecía capaz de hacer que se comportara.
Minato solo observó divertido la situación y contestó: “Usé carne de vacío que me sobró de la semana pasada, y le puse unos condimentos que me dieron unos amigos”.
“¡¿Usaste carne de vacío?!”, exclamó boquiabierto. “Con razón se me derrite la carne en la boca, la pu…” Naruto se detuvo en seco antes de terminar la frase, sintiendo un sudor frío recorrerle todo el cuerpo cuando notó a su mamá mirándolo severamente. “…la puerta para el placer de mi paladar fue abierta”, terminó por decir, tomando un trago de agua para disimular su nerviosismo. Sasuke clavó la mirada en su plato de comida y se mordió la parte interna de la mejilla para no reírse. Qué tarado que era, por dios.
Lo que restó de la cena transcurrió con tranquilidad, sorprendiendo a Sasuke por lo cómodo que le resultó estar ahí, a pesar de que ni estuviera hablando. Era verdad que la comida que había preparado Minato era muy buena. Incluso con lo que le dijo a su hijo antes... ¿cómo hacía que un plato simple de fideos con tuco supiera tan rico? Ahora entendía un poco mejor por qué Naruto se emocionaba tanto cuando sabía que iba a comer eso.
“¿Y vos, Sasuke?”, preguntó Minato casualmente. “¿En qué año estás?”
“En quinto”, contestó después de unos segundos, casi como si tuviera que pensarlo. No esperaba que le hablaran de la nada.
“Ah, así que sos un año más chico que Naruto.”
“No, pa, pasa que es de Capital”, le aclaró su hijo. Asintiendo, reformuló su pregunta: “Entonces tenés 17 como él, ¿no?”
“No, tengo 18”, negó con la cabeza, un tanto cohibido por ser el centro de atención actualmente. “Cumplí en julio.”
Naruto lo miró boquiabierto, su expresión cambiando de shock a indignación en solo unos instantes. “¡¿Cumpliste años y no me dijiste?!”, apuntó con un dedo acusador, completamente indignado. Sasuke solo lo miró de reojo y contestó: “No me preguntaste”. La mueca de disgusto del otro no disminuyó ni un poco, y parecía listo para empezar a reclamar. “No hice nada para festejarlo igual”, agregó.
Era verdad lo que dijo, pero no pareció funcionar. Bueno, sí había hecho algo como tal, pero fue en contra de su voluntad, porque Suigetsu cayó a su casa sin avisar y lo obligó a ir al cine con un par de 'amigos' más con los que ni siquiera se hablaba. Así que ni lo contaba como un festejo directamente, y mucho menos le contaría eso al otro porque iba a ser peor.
Refunfuñando, Naruto se cruzó de brazos. “Bueno, por lo menos vos tampoco sabés cuándo cumplo años yo”, dijo entre dientes como modo de consuelo.
“Sí que sé”, afirmó desinteresadamente, limpiándose la comisura de la boca con una servilleta. Al ver que el rubio prácticamente había vuelto su cara un signo de pregunta, continuó: “Vos mismo me dijiste, es el domingo que viene”.
“¿Eh? ¿Cuándo te dije?” La mueca confundida de Naruto solo se profundizó, y Sasuke revoleó los ojos.
“Por chat.”
“Mentira, no me acuerdo”, negó tan seguro de sí mismo que haría dudar a cualquier otro. Pero no a Sasuke.
“Eso es porque apenas te acordás cómo te llamás”, señaló con un deje de humor mientras le mostraba en su celular su chat compartido. Era verdad, 10 de octubre. Aunque bueno, tenía sentido que Naruto no se acordara de eso, porque se lo había dicho cuando recién empezaban a hablarse. Sasuke esperaba que no se viera extraño.
Los papás de Naruto parecían divertirse con la interacción entre ambos chicos, los cuales estaban tan metidos en su discusión que continuó incluso después de esa evidencia irrefutable de Sasuke. Kushina carraspeó para llamar la atención de ambos. “Bueno, chicos, es tarde. Váyanse a bañar que vienen de jugar a la pelota, y si me llegan a ensuciar las sábanas limpias, van a dormir en el patio”, amenazó mitad en broma y mitad en verdad. Ambos chicos asintieron casi sincronizadamente y, después de ayudar a levantar la mesa, fueron hasta la pieza de Naruto para buscar las cosas para bañarse.
Cuando Sasuke entró, lo primero que vio fue un póster gigante del Indio Solari pegado en la cabecera de la cama de Naruto. En las paredes había pósters de Los Redondos, Viejas Locas y otras bandas de rock nacional que no conocía. Eso lo sorprendió un poco; no esperaba que justo Naruto fuera tan rolinga, que parecía tener toda la pinta de solo escuchar cumbia y cuarteto. Hasta tenía colgada una remera de Callejeros firmada. ¿Cómo carajo la había conseguido? Esa banda estaba disuelta desde hacía mucho.
Examinando un poco más la habitación, lo que sí realmente lo sorprendió fue el relativo orden que había. No era tan limpia y ordenada como la pieza de Sasuke, pero se mantenía funcional. Honestamente, el Uchiha esperaba encontrarse con un campo de batalla apenas abriera la puerta. Muy probablemente la encargada de que el rubio mantuviera ese lugar mínimamente habitable era Kushina; si no, no encontraba otra explicación lógica.
“Me voy a entrar a bañar primero yo, ¿o querés ir vos antes?”, preguntó el anfitrión mientras revolvía su placard en busca de ropa.
“Me da igual.” Sasuke se encogió de hombros y se sentó en la cama, aún observando todo con ojos curiosos, disimuladamente, claro.
“Esa no es una respuesta”, se quejó, chasqueando la lengua, con dos pares de pijamas en la mano, tirándole uno al pelinegro con la menor sutileza posible. Sasuke solo frunció el ceño cuando rápidamente agarró la ropa por reflejo y levantó la vista, viendo la expresión decepcionada del rubio, que aparentemente quería agarrarlo desprevenido. Fue un poco satisfactorio, a decir verdad.
“Bueno, voy yo entonces”, suspiró, resignado, y salió con una toalla en mano.
Naruto estaba secándose el pelo con una toalla cuando Sasuke volvió de su turno de bañarse. Al verlo, no pudo evitar contener la risa, que duró tanto que hizo que le doliera el estómago: su invitado se veía absurdamente ridículo usando el pijama azul con estampado de sapos que le había prestado. Eligió ese a propósito, obviamente.
A Sasuke no le hizo ni cinco de gracia. “¡Callate, tarado!”, gritó, poniéndose un poco colorado por la bronca. “¡Vos fuiste el que me dio esta cosa para ponerme!”
“Sí, es precisamente por eso”, afirmó maliciosamente, todavía sonriente, después de esquivar una almohada que le revoleó. “Pero, eu, te queda bien, resalta tu figura”, bromeó, guiñándole un ojo.
Sasuke, que ya estaba por tirarle otra almohada, se paró en seco. ¿Vio mal o sus orejas se habían puesto coloradas? Eso hizo que la sonrisa de Naruto se ensanchara con mayor satisfacción. ‘Así que es más vergonzoso de lo que aparenta, eh’, pensó divertido, imaginando cómo podría usar eso en su contra más a futuro. Si se ponía nervioso por una joda así de boluda, probablemente iba a hacerlo más seguido.
“Hijo de puta”, murmuró el pelinegro con una mueca, desviando la mirada hacia otro lado mientras dejaba ordenadamente su ropa usada a un costado.
Recuperando el aire después de reírse tanto, Naruto se secó una lágrima para después volver a mirar a su amigo, que ahora se estaba secando el pelo con una toalla. Gotas de agua caían de su pelo oscuro y recorrían su cuello lentamente, hasta perderse tras el pijama. Su tez clara y brillante, ligeramente sonrosada por la reciente ducha caliente, se resaltaba más gracias al azul de la prenda. Haciendo un escaneo más general, concluyó que era verdad la observación previa que hizo —por más que lo dijo en joda—, ese pijama que le quedaría mal a cualquiera resaltaba su figura y lo lucía envidiablemente bien. Naruto sintió un pinchazo en la boca del estómago que identificó como envidia, aunque nunca lo admitiría claramente.
Por más que midieran casi lo mismo, Sasuke era más esbelto que el rubio, así que por eso eligió darle esa prenda que no usaba desde sus primeros años de secundaria. Era un talle más chico del que usaba ahora, así que no debería haber mucha diferencia.
El problema completamente imprevisto, realmente, fue cuando sus ojos comenzaron a descender involuntariamente cuando el otro chico se estiró, probablemente para relajar sus hombros tensionados por el estrés del día. La camisa vieja que tenía se había levantado un poco, dejando expuesta una parte de su abdomen por unos segundos.
Mierda.
“¿Qué pasa?”, preguntó Sasuke con desinterés, mirándolo de reojo y rompiendo el silencio que se había asentado. Probablemente era su imaginación, pero su voz había sonado un poco más grave de lo habitual.
“¿E-eh? Nada”, tropezó con sus palabras y desvió la mirada inmediatamente. La cara le había empezado a arder de la nada. ¿Qué carajo le pasaba?
“Me estabas mirando”, insistió, acercándose a donde estaba él.
Naruto parpadeó y tragó saliva, al borde de entrar en cortocircuito cuando sintió el aroma de su propio shampoo provenir del Uchiha. “Sí, porque en serio te ves horrible con eso puesto”, intentó provocar sin éxito, porque no pudo mantener la mirada fija en ningún momento, mirando a todos lados menos a él.
“Me acabaste de decir que me quedaba bien”, rebatió con una ironía que lo descolocó totalmente. Ahora estaban enfrentados, cara a cara. ‘Solo es Sasuke siendo un hincha pelotas, como siempre’, se repitió internamente, en un intento de calmar sus pensamientos acelerados.
“Eso no significa que no te quede ridículo”, quiso discutir, sabiendo que ya había perdido cualquier hilo de coherencia en lo que decía. ¿Por qué tuvo que tirar ese chiste y después quedarse mirándolo fijo como un pelotudo? Se había puesto raro todo, y ahora solo tenía ganas de meterse un tiro para acabar con toda esa situación. Por poco, Naruto casi sentía que estaba dentro de esas novelas turcas chotas que miraba su vieja a la tarde.
Riéndose de lo estúpido que sonaba eso en su cabeza, pudo recomponerse un poco, por lo que rodó los ojos, haciendo su mayor esfuerzo para fingir desinterés en la conversación, antes de que Sasuke pudiera seguir provocándolo. Naruto se levantó casualmente y colgó la toalla que había usado en la silla de su escritorio. “Vení, ayudame a sacar el colchón”, señaló al piso, donde debajo de la cama de Naruto se encontraba dicho objeto. “Yo agarro el lado derecho y vos el izquierdo.”
El Uzumaki no se atrevió a ver la reacción ajena, y como si esa interacción nunca hubiese ocurrido, se pusieron a hacer la cama entre los dos con el juego extra de sábanas que su mamá les había dejado antes.
“Che, ¿pasa algo?”, preguntó el chico de ojos azules, apoyando su peso sobre un codo para incorporarse, aún estando acostado, para así mirar a su amigo que estaba en el colchón del piso.
Sasuke solo lo miró confuso y apartó la mirada de su celular para prestarle atención a él, apenas viendo su silueta gracias a la luz de la luna que pasaba a través de la ventana. “¿Por qué?”
“No te dormiste todavía.”
“Vos tampoco.”
“Touché”, concordó, haciendo una mueca que apenas pudo ver.
Hubo una pequeña pausa, hasta que Naruto decidió volver a hablar. “Me quedé pensando”, admitió con un tono de voz con el que Sasuke nunca había escuchado a Naruto hablar. Era bajo y suave, ¿culpa? No, imposible.
“¿En?”, preguntó cauteloso, rezando para que no fuera respecto a lo que había pasado cuando salió de bañarse, porque no sabría qué responderle.
“En lo de hoy.” ‘Mierda, ¿ahora qué le digo?’, se cuestionó en su cabeza, entrando gradualmente en pánico. ‘¿Que solo estaba jodiendo y que era un boludo?’ “Bueno, y la otra vez que viniste”, aclaró.
“¿Qué?” Sasuke sintió como si se le fuera todo el aire de los pulmones con esa sola palabra. ¿A qué se refería exactamente con la otra vez? No había hecho nada raro que recordara.
Naruto rascó la nuca y suspiró. “O sea, no sé cómo explicarlo, solo que me sienta mal.” Su pecho se apretó más con cada palabra que el otro decía. En un intento de permanecer bajo control, emitió un sonido que apenas salió de su garganta, solo para que continuara hablando sin responder. “Me sienta mal que esta sea la impresión que tenés de donde vivo.”
“¿Eh?” Esa respuesta sí que no se la esperaba. ‘¿Cómo fue que llegó a esa conclusión?’, pensó, con el ceño tan fruncido que sus cejas parecían una sola. Agradecía que por la oscuridad no se pudieran ver sus expresiones.
“Tipo, cuando viniste acá a jugar, el pelotudo de Hidan te empezó a romper las bolas y nos tuvimos que ir antes de terminar el partido”, explicó, como si estuviera tratando de estructurar lo que decía. “Si fuera por mí, le hubiera metido una trompada, pero ese es de la barra brava del barrio y, si te metés con uno, cagaste mal.”
Bueno, por lo menos eso explicaba la aparente naturalidad con la que el rubio se había ido sin pelear en ese entonces, aunque tenía toda la pinta de querer romperle la cara a ese turro. Realmente le había sorprendido la calma con la que pareció tomarse la situación. Y por algún motivo, saber eso le agradó un poco más a Sasuke.
“Eso no fue tu culpa”, dijo finalmente, inclinando su cabeza en dirección a donde estaba su amigo —que estaba más cerca de él de lo que pensaba—, pudiendo así apreciar con detalle cómo la luz lunar hacía brillar esos hermosos ojos zafiro, que lo miraban con un deje de tristeza y culpa. El pecho de Sasuke se contrajo un poco nuevamente con esa visión. “No tuviste nada que ver con lo que hizo o dijo ese pelotudo.”
“Ya sé”, suspiró pesadamente, como si quisiera deshacerse de la incomodidad así. “Pero no es solo eso, sino también lo de hoy. Te pasó de todo solo porque viniste acá por invitarte a jugar de nuevo.”
Bueno, Sasuke concordaba con que sí había tenido un día bastante de mierda, pero en ningún momento culpó a Naruto por eso. Lo malo que le había pasado era por la mala leche que tenía en general y por lo poco acostumbrado que estaba a salir de su casa. En otras palabras, le faltaba calle.
Lo último que quería era que alguien como Naruto se sintiera mal por cosas que no controlaba.
“Naruto”, llamó, su voz resonando en el silencio de la noche. “Yo vine porque quise, tanto la primera vez como ahora. Me hiciste saber desde un principio que tu barrio era medio jodido, y yo elegí hacerlo.” Hizo una pausa, contemplando cómo la expresión de Naruto cambiaba. Muy pocas veces era así de honesto en general, y Naruto parecía ser consciente de eso, escuchando atentamente cada palabra que decía. “Así que no te hagas la cabeza, no estoy enojado”, continuó, respirando algo de aire fresco de la noche. “Bueno, no con vos. Con los hijos de re mil que me desguazaron el auto, sí. La próxima que venga voy a ser más cuidadoso.”
¿Por qué estaba afirmando que iba a haber una próxima vez? Sasuke se mordió la lengua por lo fácil que le salieron esas palabras, evitando a toda costa seguir demostrando lo que pensaba sin filtro. El estrés y cansancio de todo ese día le estaban pasando factura ya, y no se medía como normalmente lo hacía.
Naruto pareció dudar sobre qué contestar por unos instantes, probablemente igual de sorprendido que el mismo Sasuke por sus palabras. “Pero si yo no te hubiera dicho de venir, no…”
“Cortala”, gruñó con disgusto, aunque dicha molestia no se reflejó realmente en su voz. “No me hagás repetirme”, amenazó esta vez, en un intento por ignorar la extraña sensación que le provocó verlo empezar a sonreír.
“Bueno, bueno, ya entendí”, respondió, adoptando un tono mucho más ligero que antes. “Gracias.”
“¿Por qué?”, Sasuke desvió la mirada, sintiendo su garganta extrañamente seca.
“Por venir. La pasé bien hoy, si sacamos la parte fatídica en la que casi te duermen.”
El Uchiha levantó involuntariamente un poco la comisura de los labios. “Yo también.” Se dio vuelta para dormir, tapándose hasta los hombros con el acolchado. Estaba cansado, aunque sabía que realmente era más una excusa para no seguir mirándolo. No quería hacer ninguna estupidez de la que se iba a arrepentir muy probablemente. Sasuke siempre se acostaba mucho después. “Dormite, es tarde.”
Naruto protestó un poco, pero le hizo caso igualmente después de ser ignorado. Había sido un día largo, pero tampoco fue completamente una mierda como Sasuke creyó en un principio.
Notes:
Estoy bajo una racha de inspiración divina, por lo que ayer me la pasé editando durante horas y horas los siguientes capítulos, así que una vez que pasen por la corrección de mi querido lector beta, se los voy a estar subiendo lo antes posible :))
Como dato adicional, este capítulo como tal es la finalización de la primera parte del fanfic, el cual está dividido en tres partes (originalmente esta historia estaba pensada para ser de 3 capítulos largos, pero se me fue de las manos el asunto jajajja)
Por cierto, como aclaración, en Capital Federal el secundario son 5 años, mientras que el primario son 7. En cambio, en provincia son 6 y 6, por eso el comentario de Naruto durante la cena.
En fin, no es mucho, pero les dejo un pequeño glosario del lunfardo empleado en el capítulo:
-Tuco: salsa de tomate con carne, típica para acompañar fideos (espaguetis).
-Cagar algo: arruinar o estropear algo.
-Joda: broma, chiste.
-Rolinga: persona que sigue el estilo y estética de los fanáticos de los Rolling Stones en Argentina (camisas a cuadros, rock nacional, etc.)
-Cagaste: estás en problemas / te jodiste.
-Re mil / hijo de re mil: intensificador vulgar equivalente a “muy” o “de mierda”.
-Hacerte la cabeza: darle muchas vueltas a algo, preocuparse de más.
Chapter 8: "Es mi amigo"
Summary:
No hay nada peor que un cambio de planes a último momento.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Durante el recreo, Kiba vio a Naruto y Shikamaru en el patio, sentados en un banco sin hacer nada, así que se acercó para saludarlos porque estaba en la misma. Pero lo raro fue cuando su amigo y compañero de club apenas lo miró por un instante y solo emitió un sonido en respuesta, como si él fuera un extraño. Estaba completamente concentrado en su celular, escribiéndole a alguien, no pareciendo tener intenciones de entablar una conversación en absoluto con él.
“¿Con quién hablás tanto, Naruto?”, preguntó juguetonamente, casi rozando lo descansero, mientras pasaba un brazo por sobre su hombro e intentaba chusmear la pantalla. “¿Te estás chamuyando a una mina?”
Naruto apartó el celular instintivamente de la vista del otro. “¿Qué? No, boludo, nada que ver”, respondió con una mueca desagradable. Hace rato que no se hablaba con ninguna mina, o mejor dicho, hablarse con alguna intención más que entablar una amistad, como estaba insinuando Kiba. “Estoy hablando con Sasuke”.
“¿Y ese? Me suena de algún lado.”
Shikamaru rodó los ojos cuando vio la indignación total de Naruto y respondió en su lugar. “Fue el capitán del equipo contra el que jugaron en el torneo intercolegial ese, en la final”, explicó monótonamente, haciendo un ademán desinteresado.
“¿Eh? ¿Y qué carajo hacés hablando con el tinchito ese?”, interrogó, incrédulo. Naruto nunca se hacía amigo de gente así.
El chico de ojos azules sintió un pinchazo desagradable en su pecho y lo miró con cara de culo. “Es mi amigo”, y se devolvió a contestar los mensajes del anteriormente mencionado, como si fuera la cosa más interesante del mundo.
Kiba se mofó de él, soltando una carcajada sin gracia. Aunque había un deje de desconcierto por detrás que solo Shikamaru fue capaz de notar. “Nah, vos me estás jodiendo, flaco. ¿Cómo te vas a hacer amigo de ese?”
Hubo un momento de silencio en el que Naruto paró de escribir y solo se escuchó el suspiro pesado de Shikamaru, que ya se veía venir todo. “¿Qué tiene? Vos ni hablaste con él”, su tono sonando más hostil del que esperaba usar.
Kiba se apartó y entrecerró los ojos antes de volver a hablar, como si quisiera adivinar qué le pasaba al otro.
“No me hace falta, suficiente con el par de veces que lo vi”, replicó, cruzado de brazos. Sorprendentemente, sonaba totalmente calmado, a diferencia de Naruto, que apretaba ligeramente la mandíbula. “Tiene toda la pinta de ser de esos chetitos re infumables que te miran desde arriba solo porque sí”, continuó casualmente, como si estuviera hablando del clima. “Encima, ¿vos viste cómo hizo un espectáculo cuando Lee apenas lo rozó? Terrible maricón, no se bancan una esos.” Y soltó una carcajada.
Eso fue como presionar un interruptor.
Naruto se levantó del banco repentinamente. “Andate a cagar, Kiba. No sabés nada vos”, escupió, antes de irse con un humor de mierda y sin mirar atrás, caminando en dirección a su aula con pasos pesados. Todavía faltaba para que empezara la siguiente clase, pero era mejor opción que seguir ahí.
“¿Eh? ¿Qué mierda le pintó ahora a este? Se levantó con todos los cables pelados”, observó el Inuzuka, completamente ajeno al efecto real que tuvieron sus palabras. “Por lo poco que me acuerdo, Naruto también lo re bardeó a ese tal Sasuke cuando lo conoció. Hasta le quería meter una trompada y todo.”
Shikamaru volvió a suspirar con más fuerza y se encogió de hombros, como si toda la situación lo tuviera medio hasta las bolas y solo quisiera fumarse un pucho. “No sé, dejalo ser. En algún momento se le va a pasar”, dijo, sonando más como un deseo que como una afirmación. Era una paja que no pudiera fumar en el colegio, pero ya le habían puesto una amonestación anteriormente por eso mismo y no quería arriesgarse.
–Tincho peloduro
‘¿Qué vas a hacer para tu cumpleaños al final?’
‘Eeeh’
‘Todavía no sé, capaz alquile una cancha de 7’
‘O una quinta directamente’
'¿Solo eso?'
‘Andá’
‘¿Me viste cara de millonario vos?’
‘Teniendo en cuenta que le echás agua al shampoo, no, la verdad que no.’
Naruto no pudo evitar soltar una carcajada después de leer ese mensaje. Qué hijo de mil. Sabía perfectamente que solo quería romperle las bolas. Incluso él mismo había jodido con eso y le dijo a Sasuke que era un muy buen tip en situaciones desesperadas.
‘Sos re gracioso, Sasuke’
‘Deberían darte un premio al más rompe pelotas del año’
‘Gracias’
‘No sé, pensé que ibas a hacer una joda o algo’
Naruto entrecerró los ojos con sospecha. ¿Sasuke y joda? Eso no iba de la mano. Algo se estaba maquinando ese, no había chance.
‘Capaz haga algo, pero no creo que te interese’
‘Tus refinados oídos no van a saber apreciar la belleza de un buen cuarteto a las 4 de la mañana con un Fernet con coca’
Sasuke tardó unos segundos en contestar, dejándolo todavía más intrigado.
‘Es tu cumpleaños’
‘Si hacés algo, quedo mal si no voy’
Naruto releyó el texto, creyendo haber visto mal. ¿Desde cuándo a Sasuke le importaba quedar mal con alguien más? Este se había golpeado la cabeza al despertarse seguramente. Pero antes de que pudiera contestar, otro mensaje suyo llegó.
‘Y escucho de todo, aunque no lo creas’
Definitivamente no le creía.
Desde que lo conoció, Sasuke siempre tuvo pinta de escuchar pura música clásica o rock del siglo pasado, y equivocado no estaba tampoco. En una de las ocasiones en las que salieron simplemente a pasar el rato por capital, le chusmeó el Spotify y sus géneros más escuchados eran esos dos, junto con el R&B y un poco de metal.
‘????’
‘¿Con quién vas a quedar mal vos?’
‘Con quién creés’
Naruto parpadeó mirando la pantalla del celular, intentando pensar en la persona a la que se refería. ¿Sus viejos, capaz? No, ellos ni siquiera iban a estar ahí en caso de un festejo hipotético con sus amigos. ¿Entonces quién? Si el objetivo del porteño era dejarlo confundido, lo había logrado con creces.
‘Te golpeaste el bocho, Sasuke?’
‘Querés que llame a alguien?’
No hubo respuesta, porque Sasuke dejó de estar en línea. Aunque después de unos minutos volvió a conectarse, solo para decirle que estaba en clase y no podía hablar. Naruto esbozó una media sonrisa por ese simple gesto antes de guardar el celular. En cualquier momento Iruka iba a entrar para dar la clase también.
El asunto de Kiba todavía le rondaba en la cabeza, a pesar de que la bronca inicial ya se le había ido. ¿Por qué había reaccionado de esa forma? Su amigo solía ser así de tosco normalmente y estaba acostumbrado a eso, y nunca se hizo mucho drama. Sabía que Kiba lo estaba descansando realmente, y a lo sumo estaba sorprendido nomás. Pero cuando habló sobre Sasuke así fue diferente. O más bien, él lo sintió diferente.
Ese tono con el que le dijo ‘maricón’ lo re había jodido.
Pero por más vueltas que le daba al asunto, no lo estaba llevando a nada, así que desistió finalmente y trató de concentrarse en la clase, que ya había empezado sin que se diera cuenta.
Era viernes por la tarde, y cuando Sasuke bajó al living para hacerse un café y capaz comer algo para merendar, vio que sus papás todavía no se habían ido a la casa de Itachi. El chico los miró confundido y les preguntó si había pasado algo. Fugaku negó con la cabeza y habló.
“El domingo van a venir tus tíos de Estados Unidos”, anunció mientras tomaba un sorbo de su café, sentado en un sillón. “Hoy a la medianoche se van a tomar un avión para Ezeiza.”
Su hijo se paró en seco. “¿Cómo que el domingo?”
Su papá lo miró de reojo por un instante. “Sí, ¿qué pasa?”
Después de unos segundos de duda, Sasuke se mordió la parte interna de la mejilla. “Ya tenía… planes”, murmuró entre dientes, sintiendo una inexplicable bronca comenzar a burbujear en su estómago, que se obligó a contener. “¿Por qué no me avisaron antes?”
“Nunca salís a ningún lado los fines de semana”, respondió con total indiferencia.
Si supiera que ahora salía todos los sábados…
Sasuke dudó unos instantes sobre si decir la verdad o inventar algo, pero no se le ocurría nada realmente. No esperó siquiera tener que dar alguna explicación antes. “Es el cumpleaños de un amigo”, terminó por decir, preparándose mentalmente para lo que venía después, su respiración tornándose más pesada. “Le dije que iba a ir.”
“Bueno, vas a tener que pedirle disculpas. Hace más de un año que tus tíos no vienen para acá.”
Bueno, eso sí que había estado completamente fuera de sus planes. Prácticamente había dado por hecho que sus papás iban a ir a Puerto Madero, como lo hacían todos los putos fines de semana. Pero ahora resultaba que justo en el cumpleaños de Naruto iban a venir sus tíos, que nunca le daban pelota y solo se acordaban de que existía cuando había una fecha importante.
“¿Y qué se supone que voy a hacer ahí?”, preguntó sarcásticamente, endureciendo la mirada. A Fugaku no le hizo nada de gracia. “¿Que me quede ahí sentado sin hacer nada?”
Sabía que estaba siendo infantil, pero por algún motivo no podía evitar sentir que estaba siempre al límite cada que hablaba con él. Y ni hablar cuando empezaba una discusión.
Fugaku suspiró con pesar al ver la expresión preocupada de su esposa, que no había dicho nada durante la conversación, sabiendo que si escalaba a más, iba a intervenir. Siempre alguien tenía que intervenir. Si no era ella quien lo hacía, era su hermano.
“Vas a estar acá hasta que termine la cena, después te podés ir a tu cuarto.” Sasuke resopló, pero no lo interrumpió. “Shisui no va a venir, pero tu hermano sí. Así que no vas a estar solo”, declaró, como si eso le sirviera realmente de algo.
“¿Y por qué no me puedo ir después de comer?”, claramente oponiéndose, dejando entrever más la bronca en su voz de la que pretendía demostrar originalmente. Tenía que calmarse, ya mismo.
La expresión de su padre no pareció inmutarse en lo más mínimo. “No seas maleducado, Sasuke. Yo no te crié así”, dijo severamente, alzando el tono de voz. Sasuke solo pudo apretar los puños, impotente. “Cuando ellos se estén por ir, vas a bajar a despedirlos como corresponde”, concluyó, dándole a entender que discutir sería inútil. Su palabra era absoluta.
Mikoto se levantó de su asiento, se acercó a su hijo menor con una mirada preocupada y gentilmente apoyó una mano sobre su hombro. “Sasuke, escuchá a tu papá, ¿sí? Tus tíos quieren verte a vos y a tu hermano desde hace mucho. Siempre preguntan por cómo estás.”
‘Sí, claro’, fue lo que quiso responder. Pero no lo hizo.
Solo permaneció en silencio.
Apretando la mandíbula con fuerza, respiró hondo, como si quisiera tragarse toda la bronca que tenía. Nunca les pedía nada, nunca. Siempre hacía lo que ellos querían, incluso si fuera algo que no le gustaba.
Hasta había empezado a hacer pasantías en la empresa de Itachi durante el último año, desde que dejó el club de fútbol, solo porque ellos querían que siguiera el camino de su hermano. Sasuke no quería eso, nunca le interesó. Pero igualmente lo hacía para contentarlos, para que lo reconocieran en algo, pero ni eso parecía servir.
Nunca sería suficiente.
Nunca sería su hermano.
Finalmente, sus padres interpretaron el silencio de su hijo como señal de que había cedido, porque así lo era. Él siempre cedía, incluso si ponía resistencia al principio. Entonces Mikoto sonrió aliviada y le agradeció, viendo un destello de pena en su rostro. Pero esa pena no parecía ser lo suficientemente grande como para ponerse de su lado. Ese pensamiento le revolvió el estómago de forma desagradable.
Dándoles una última mirada vacía a los dos, murmuró que tenía que estudiar y subió a su pieza sin comer. Ya no tenía hambre.
“Itachi nunca nos dio tantos problemas”, escuchó decir a su papá en voz baja, mientras él subía las escaleras. Parecía estar conversando con Mikoto, pero decidió cerrar la puerta antes de escuchar una sola palabra más. No le hacía falta seguir confirmando algo que ya sabía desde hace mucho.
Porque tampoco era la primera vez que lo decía.
Notes:
No les mentí cuando dije que estaba inspirado (en realidad tengo una exposición mañana y estoy que se me caen los pelos de la ansiedad y necesitaba relajarme un poco escribiendo)¡Así que volví!
A partir de este punto, la historia va a dejar de ser tan "parodia" en comparación a como fue en un inicio. No pienso hacerlo un drama trágico como tal tampoco, ojo. El alma de este fic es la comedia romántica después de todo. Lo que realmente pasó es que en las etapas iniciales no me lo tomé para nada en serio porque honestamente pensaba que era una mierda lo que escribía jajajj.
Como sea, gracias a su apoyo fui ganando un poco de confianza, y también me involucré realmente con los personajes, así que quise darles un trasfondo más digno porque creo que se lo merecen (tanto el Naruto y Sasuke del fanfic como ustedes). Sus comentarios siempre son bienvenidos al igual que sugerencias, estoy más que feliz de leerlos a todos, en serio, gracias.
Sin más que decir, como es tradición, les dejo el famoso glosario:
-Mina: Chica, mujer joven.
-Tincho: Apodo burlón para pibe cheto o de clase alta.
(Si, debería haberlo puesto antes, pero mejor tarde que nunca)-Cheto/chetito: Persona de clase alta con aire engreído.
-Le pintó: le dio el impulso de hacer algo sin motivo.
-Infumable: Insoportable.
-Joda: Fiesta o broma (En este caso, cuando Naruto habla con Sasuke por chat, se refiere a la primera).
-Bocho: Cabeza.
*El Aeropuerto Internacional Ezeiza, es el principal aeropuerto de Buenos Aires y el más importante de Argentina para vuelos internacionales.
Chapter 9: Churros y Avocado Toast
Summary:
Capaz a Sasuke le importa más Naruto de lo que quiere admitir.
Notes:
Señoras y señores, ¡es de mi agrado informarles que oficialmente estoy de vacaciones! Así que planeo actualizar más rápido que antes (aunque probablemente desaparezca un par de semanas en diciembre porque tengo que preparar un final de una materia que odio...)
Estoy muy ansioso por mostrarles como avanza la relación entre los dos, así que espero que sigan disfrutando tanto de la historia como yo :)
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Sasuke se la pasó todo lo que restaba de ese viernes y sábado encerrado en su pieza jugando al Resident Evil 4, aliviado por no tener que meter una excusa para no salir a jugar ese día. Naruto, al parecer, iba a trabajar en la carpintería de Yamato para poder terminar de pagar la quinta que iba a alquilar para su cumpleaños.
Bueno, ahora que lo ponía así, el único desgraciado realmente era su amigo por tener que laburar, no él por haberse quedado ofendido por una discusión estúpida con su viejo. Qué patético.
Por más que Sasuke se había ofrecido a pagarle la cancha como regalo, para que así pudiera tener ambas cosas —la cancha y la quinta por separado—, Naruto no se lo tomó muy bien que digamos. “¿No me querés mantener de paso, flaco?” fue lo que contestó cuando hablaron por llamada, el sarcasmo siendo más claro que el agua. Fue por eso que, resignado, solo lo dejó pagar una pequeña parte de buena fe.
Aunque bueno, ahora ni siquiera iba a ir.
El pelinegro pensó que su tarde de sábado iba a transcurrir en total soledad, hasta que escuchó el timbre de su casa sonar un par de veces. No esperaba a nadie, así que ni se molestó en corroborar quién era, siendo probablemente algún conocido de sus papás. Pero para su desgracia no fue así, porque pocos minutos después fue invadido por Suigetsu, que entró en su pieza sin siquiera tocar la puerta.
“¡Sasuke!”, exclamó su invitado-no-invitado, efusivamente. “¿Cómo estás?”
“Bien, hasta que llegaste vos”, respondió con un suspiro, y devolvió su mirada al juego.
“Bue, qué ortiva”, revoleó los ojos mientras agarraba una silla de su escritorio y se sentaba a su lado, sonriente. “¿Resident Evil?”, adivinó. Sasuke solo emitió un sonido en concordancia.
“¿Por qué no viniste a jugar hoy? Ni avisaste, Neji preguntó por vos.”
“No tenía ganas”, respondió simplemente, sin despegar la vista de la pantalla. Suigetsu lo miró con sospecha y puso una media sonrisa maliciosa, que Sasuke vio de reojo para su disgusto.
“Hmm… ¿Tiene que ver con que ese amiguito rubio tuyo no haya venido hoy?”
El Uchiha chasqueó la lengua con desdén porque justo lo mataron después de que le hiciera esa pregunta, no por otra cosa.
“No.”
No era mentira tampoco, al menos no totalmente. Si Naruto le hubiera dicho de ir, habría metido alguna excusa para que no viniera. Sasuke estaba de pésimo humor en estos momentos y quería estar solo. Pero Suigetsu, además de no parecer convencido con su respuesta, también ignoraba ese hecho. Si era a propósito o no, era irrelevante.
“¿Ajá? ¿Y entonces por qué?”, interrogó, apoyando el codo sobre la mesa y descansando el mentón en su mano. “Parecés tener un humor de mierda… bueno, más de lo habitual.”
Ese tipo sí que sabía cómo pinchar para joderlo. A veces Sasuke se replanteaba cómo es que habían terminado siendo amigos. Aunque ya era demasiado tarde para apartarlo, teniendo en cuenta que habían pasado prácticamente toda su vida juntos, y sería extraño no tener a esa voz tan molesta detrás suyo.
Después de hacer una pausa, Sasuke soltó un suspiro y respondió finalmente: “Nada, ayer discutí con mis viejos y no tenía ganas de salir”.
Suigetsu lo miró sorprendido y se acomodó mejor en su asiento. “Y… ¿se puede saber el motivo?”, tanteó, esperando que su amigo no lo mandara a cagar por ser tan chusma. Si había algo que al Uchiha no le gustaba hacer especialmente, era hablar sobre su familia.
Hubo unos segundos en los que Sasuke pareció evaluar qué tanto decir. “Vienen unos tíos de Estados Unidos el domingo a pasar el día”, sabiendo que eso no explicaba nada, sin dejar de prestar atención al juego. Continuó: “Y justo Naruto organiza su cumpleaños”.
La expresión de confusión del otro pasó a estar iluminada en un instante. Entonces, con una sonrisa mayor, chasqueó los dedos. “¡Ah! Querías estar con tu querido rival en su día, ¿es eso?”, haciendo énfasis en la parte de ‘rival’. Eso ya lo estaba molestando.
Sasuke lo miró como si fuera a matarlo. Suigetsu estaba abusando de su suerte, y este lo sabía. Entonces, con una sonrisa mostrando todos los dientes, le dijo “Es joda, amigo”. Aunque sabía que no lo era, al menos no del todo.
“Ni sé para qué te lo cuento”, murmuró con desagrado, más para él mismo que para el otro.
“Bueno, bueno, paz”, intentó tranquilizarlo, sin mucho éxito. “¿Y qué vas a hacer entonces?”
“¿Cómo que voy a hacer?”, preguntó, adoptando una postura más tensa involuntariamente, mientras esquivaba el ataque de un monstruo en el juego.
“Y sí, ¿vas a ir a su cumpleaños o no?”, aclaró, como si fuera lo más obvio del mundo.
“Cómo carajo voy a ir”, dijo entre dientes, disparando a los enemigos, como si intentara descargar su frustración con ellos. “No puedo.”
“A ver, de poder…”, debatió con una mirada pícara. La insinuación que estaba haciendo era más clara que el agua. Por más que le fastidiara ese hecho, su papá tenía razón cuando le dijo tiempo atrás que Suigetsu era una mala influencia. El Uchiha solo lo miró severamente sin decir nada, haciendo que su amigo de pelo decolorado solo revoleara los ojos y levantara las manos exageradamente, sin sentirse remotamente intimidado. “Era solo una idea, che.”
“La próxima vez que vengas, les voy a decir que no te dejen entrar”, amenazó, sabiendo que probablemente fue su mamá la que lo dejó pasar. No sabía cómo, pero Suigetsu se la había ganado y hasta lo reprochaba a veces por no invitarlo más seguido. Si tan solo supiera las ideas que propone.
“Qué amargado que sos, Sasuke”, respondió, soltando una carcajada ante la amenaza vacía y dando por terminada la conversación. Sin embargo, no parecía tener intenciones de irse, y Sasuke se resignó a su presencia en cuanto buscaban algún juego cooperativo.
Capaz le vendría bien despejar la cabeza y no sobrepensar sobre el mismo tema en la soledad de su habitación.
Siendo ya domingo por la mañana, lo primero que vio Naruto cuando se despertó y desbloqueó su celular, con solo un ojo entreabierto, fue un ‘Feliz cumpleaños’ de Sasuke. Seguido por el de otros de sus amigos. Era un mensaje seco, sin stickers o emojis, pero era suficiente para hacerlo sonreír a pesar de estar somnoliento. Era tan Sasuke que daba risa.
Su expresión se iluminó todavía más cuando vio la hora en la que le había mandado el mensaje: las 00:00. “Qué puntualidad, eh”, murmuró divertido y con la voz ronca mientras escribía una respuesta, intentando abrir su otro ojo después de bostezar.
Después de ir al baño y cepillarse los dientes para ir al comedor, su vieja salió de la nada y lo abrazó con fuerza. “¡Felices 18, hijo! ¡Te amo!”, exclamó, casi asfixiando a su hijo que apenas se estaba despertando todavía.
“Gracias, ma, yo también”, logró responder a duras penas, sus pulmones suplicando por aire. “Me estás asfixiando.”
Una vez que lo soltó después de darle un beso en el cachete y revolverle el pelo cariñosamente, Naruto vio a su papá parado en frente, observándolo con una sonrisa y una mirada que desbordaba cariño. Alegremente se acercó a él y también lo abrazó, a lo que Minato le correspondió al instante, pero sin asfixiarlo como Kushina. “Feliz cumpleaños, Naruto. Ya sos oficialmente un adulto”, anunció con orgullo, dándole una palmada en la espalda.
“Gracias, pa”, dijo con una sonrisa enorme después de soltarse de su abrazo.
“¡Tu papá y yo te hicimos el desayuno!”, señaló la mesa, donde había una buena cantidad de facturas y masitas dulces que a Naruto le encantaban. “Bueno… fue Minato el que hizo la mayoría, en realidad”, admitió, casi inaudiblemente, sabiendo que no podía igualar las habilidades culinarias y reposteras de su marido, que se dedicaba a eso. Su marido se rio brevemente, avergonzado mientras trataba de darle crédito a su mujer en cuanto se sentaban a la mesa a comer. Hacía rato que Naruto no desayunaba tan bien. Por lo general, si traían facturas a casa, eran las que quedaban del día anterior, pero estas eran frescas y sabían mejor que nunca.
Lo mejor de todo eran los churros rellenos con dulce de leche y bañados en chocolate, un absoluto manjar para el Uzumaki. Al agarrar uno de la mesa, hizo una mueca al recordar cuando habló sobre dicha comida con Sasuke, y este comentó que no le gustaban. Bueno, que no le gustaba lo dulce en general. ‘Qué gustos de mierda que tiene el porteño ese, por favor’, pensó, revoleando los ojos al imaginar el desayuno más pretencioso que se le podía ocurrir en el momento. ‘Seguro desayuna avocado toast.’
Dándole una mordida a su avocado toast, Sasuke disfrutó de su habitual desayuno en la cocina mientras escuchaba las noticias con desinterés a lo lejos por el televisor que estaba en el living. Fue entonces que escuchó el sonido del portón abrirse, proseguido del de un auto estacionando en el garaje. ‘¿Llegaron ya?’, se cuestionó, refiriéndose a sus tíos. No, todavía era muy temprano. Además, si eran ellos iban a tocar el timbre. Seguro era Itachi, supuso un poco más relajado.
Una notificación de su celular desvió su atención de dicho asunto por unos momentos. Era un mensaje de Naruto. Sasuke levantó la comisura de sus labios al leer que el ‘gracias’ que le había escrito en respuesta a su mensaje de feliz cumpleaños estaba mal escrito. Negando con la cabeza, supuso que se acababa de despertar y ni se dio cuenta de que había puesto una z en vez de una s al final.
Cuando la puerta principal se abrió, vio a su hermano entrar con la misma expresión serena que llevaba siempre, saludando educadamente a sus padres que estaban en el living, y automáticamente buscó con la mirada a Sasuke, encontrándolo casi al instante. Ambos sonrieron brevemente con afecto una vez que estuvieron frente a frente.
Hacía rato que no veía a su hermano mayor, y tenerlo en persona lo hizo ser más consciente de eso. Lo extrañaba.
Las horas pasaron y el menor de los Uchiha se notaba cada vez más incómodo, sin saber cómo decirle a su amigo que no iba a poder ir a su cumpleaños. No se había animado a decirle antes, y ahora con cada minuto que pasaba era peor. Sus tíos ya estaban ahí, y era imposible escapar, estando bajo la mirada constante de sus progenitores. Tenía que avisarle, pero cada que entraba al chat se echaba atrás, casi como si le costara físicamente hacerlo.
Su hermano, observador como siempre, estando al lado suyo lo llamó: “¿Sasuke?”, como si estuviera tanteando la reacción del mismo.
“¿Qué pasa?”, se giró hacia él un poco, evitando verlo directamente.
“¿Está todo bien?”
Sasuke entrecerró los ojos por un instante. “Sí, ¿por qué?”
“Te noto raro.”
El menor de los Uchiha se encogió de hombros, como si quisiera sacarle peso a su observación. “Solo estoy aburrido, nada más”, explicó, tratando de sonar lo más convincente que pudo.
Aunque sabía que su hermano no estaba realmente convencido, este decidió aceptar sus palabras por el momento, porque segundos después su tío le preguntó cómo le estaba yendo a su empresa, la cual había dejado oficialmente de catalogarse simplemente como una pyme debido a su expansión, y no tuvo más opción que empezar a hablar con él. Toda la situación era bastante un bodrio, y sin la presencia de su primo Shisui, las conversaciones eran todavía más aburridas y no le despertaban el más mínimo interés a Sasuke.
Por lo menos gracias a eso pudo evitar el interrogatorio de su hermano, y Sasuke, aliviado por un momento, volvió a dirigir la mirada a su celular con incertidumbre. Eran pasadas las 6 de la tarde, y se suponía que tenía que estar antes de las 5 allá. Aunque nunca iría, claro.
Tiempo después, el temido mensaje llegó.
–Rubio tarado
‘Todo bien, boludo?’
‘No te volviste a perder, no?’
Sasuke se quedó mirando fijamente el mensaje desde las notificaciones, sin animarse a entrar al chat para que el otro no supiera que lo leyó. Una punzada dolorosa atravesó su pecho y suspendió la pantalla del celular, sin saber qué decirle y mucho menos cómo. Encima que ni siquiera iba a ir, ya lo estaba haciendo preocuparse. Qué amigo de mierda que era. Encima en su cumpleaños. Suspirando por décima vez en el día, intentó distraerse aunque fuera por unos instantes para cobrar valor, si es que existía en algún lado, en lo más recóndito de su mente.
¿Por qué le estaba costando tanto decírselo? Era totalmente impropio de él y le molestaba. Si se tratara de sus demás amigos o compañeros, se los habría dicho al instante y sin una pizca de duda, por más que no fuera agradable hacerlo.
–Rubio tarado
‘Te mataron?’
Una notificación nueva le llegó minutos después. Se notaba que detrás del tono humorístico de su mensaje había genuina preocupación. Ya no podía seguir evitándolo, sería un forro si lo hacía. Bueno, más de lo que ya era.
‘Estoy bien’
‘Tuve un problema, todavía estoy en mi casa’
No pasó ni un minuto cuando recibió la confirmación de lectura. Sasuke tragó en seco, sin poder mandar el siguiente mensaje en el que decía que no iba a poder ir. Fue entonces que entró en pánico cuando vio que Naruto ya estaba escribiendo una respuesta.
–Rubio tarado
‘Uh, mal ahí, espero no sea grave’
‘No pasa nada si llegás tarde’
‘Pero avisame cuando estés viniendo’
‘Bueno’
‘Genial, Sasuke’, se reprochó a sí mismo, borrando el mensaje que había escrito antes en el que iba a serle honesto. Sabía que estaba siendo un cagón al responderle eso, porque no tenía la más mínima intención de ir, independientemente de las ganas que tuviera de hacerlo en el fondo.
Y estando tan metido en su espiral de pensamientos, ni se dio cuenta de que Itachi estaba observándolo todo atentamente, incluido el chat con Naruto.
Notes:
No les voy a mentir, la analogía de Naruto con los churros y Sasuke con la TOSTADA CON PALTA me hizo reír demasiado. Siento que sería tan ellos.
Igual, cuanto mal le hizo Palermo (zona cheta de capital) a nuestro país diciéndole Avocado Toast, dios mío. Amargo y retruco, carajo.
Como me falla la memoria, me disculpo si repito algunas palabras de mi glosario del lunfardo, pero es mejor eso que quedarme con la duda de si lo puse o no (?
-Laburar: Trabajar.
-Ortiva: Aburrido, poco predispuesto, mala onda.
-Chusma: Curioso de más, metido.
-Facturas: Piezas de panadería dulces típicas de Argentina.
-Bodrio: Algo muy aburrido.

WowDrivee on Chapter 1 Sun 20 Jul 2025 04:50AM UTC
Comment Actions
Aideeen on Chapter 1 Wed 24 Sep 2025 05:16AM UTC
Comment Actions
KoeblDvd on Chapter 1 Mon 13 Oct 2025 11:48PM UTC
Comment Actions
Faisele on Chapter 1 Thu 06 Nov 2025 11:24AM UTC
Comment Actions
Aideeen on Chapter 1 Sun 09 Nov 2025 06:41AM UTC
Comment Actions
angh3lll on Chapter 2 Tue 12 Aug 2025 07:57PM UTC
Comment Actions
Aideeen on Chapter 2 Wed 24 Sep 2025 05:22AM UTC
Comment Actions
Amolasgomitas on Chapter 4 Thu 18 Sep 2025 06:45AM UTC
Comment Actions
Aideeen on Chapter 4 Wed 24 Sep 2025 05:29AM UTC
Comment Actions
WowDrivee on Chapter 4 Sun 26 Oct 2025 12:51AM UTC
Comment Actions
Amolasgomitas on Chapter 5 Sun 19 Oct 2025 05:35AM UTC
Comment Actions
Aideeen on Chapter 5 Sat 25 Oct 2025 07:52AM UTC
Comment Actions
Amolasgomitas on Chapter 6 Sat 25 Oct 2025 03:44PM UTC
Comment Actions
WowDrivee on Chapter 6 Sat 25 Oct 2025 10:27PM UTC
Comment Actions
KoeblDvd on Chapter 7 Thu 06 Nov 2025 04:26PM UTC
Comment Actions
WowDrivee on Chapter 7 Thu 06 Nov 2025 10:28PM UTC
Comment Actions
Aideeen on Chapter 7 Sun 09 Nov 2025 06:58AM UTC
Comment Actions
Amolasgomitas on Chapter 7 Sun 16 Nov 2025 04:30AM UTC
Comment Actions
WowDrivee on Chapter 8 Sun 09 Nov 2025 01:50PM UTC
Comment Actions
KoeblDvd on Chapter 8 Mon 10 Nov 2025 02:24AM UTC
Comment Actions
WowDrivee on Chapter 9 Tue 18 Nov 2025 09:16PM UTC
Comment Actions
Aideeen on Chapter 9 Wed 19 Nov 2025 06:15AM UTC
Comment Actions
WowDrivee on Chapter 9 Wed 19 Nov 2025 11:01AM UTC
Comment Actions
Amolasgomitas on Chapter 9 Thu 20 Nov 2025 02:33AM UTC
Comment Actions
lofi_tophat on Chapter 9 Fri 21 Nov 2025 05:19PM UTC
Comment Actions