Chapter 1: El mensaje
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Tony se sentía incómodo, lo cual era completamente atípico para él. Estaba en su laboratorio, el lugar donde normalmente encontraba consuelo y claridad, pero esta vez algo le pesaba en el pecho. Frunció el ceño mientras se removía en su lugar, ajustando el banco de trabajo como si eso fuera a disipar su inquietud. El zumbido constante de los hologramas y las pantallas frente a él no lograba calmarlo como de costumbre. Incluso su música, que usualmente le ayudaba a concentrarse, sonaba lejana, como un ruido de fondo irrelevante.
- Fri, ¿qué hora es cariño?
- Son las 11:55 Jefe, el joven Peter sale en aproximadamente una hora y media de su instituto. - Proporcionó su I.A
- Si si, lo se, ¿envió algún mensaje el niño?
- No señor, solo algunos mensajes del coronel Rhodes y de algunos socios comerciales.
- Entendido nena, ignoramos a todos menos a mi osito de miel.
Se tomó un momento para alcanzar su celular, algo poco habitual en sus sesiones de trabajo, y responder rápidamente los mensajes de su amigo. Aparentemente Rhodey estaba, como siempre, sumido en el caos del ejército. Al parecer, lo estaban enviando de una punta del país a otra para reuniones interminables con burócratas y generales que lo fastidiaban al punto de la exasperación. Tony pudo imaginarlo con claridad: el rostro de su amigo con esa mezcla de paciencia y resignación, apretando la mandíbula mientras contenía el sarcasmo que seguramente quería soltar.
Sin pensarlo mucho, respondió ofreciéndose a intervenir y literalmente robarlo de esas reuniones.
- “Podría enviar el jet, o mejor aún, uno de mis drones. Una especie de operación de rescate estilo Stark”- escribió, sonriendo mientras lo hacía.
Pero, como era de esperarse, Rhodey declinó educadamente, aunque agregó una especie de tregua: en cuanto terminara con los militares, iría directo a la Torre Stark para quedarse unos días. Tony no pudo evitar sonreír ante la idea.
- "Es un trato"- escribió de vuelta. Se sintió más ligero, como si esa pequeña promesa de ver a su amigo hubiera suavizado algo dentro de él.
Se recostó en su silla, dejando que la nostalgia lo envolviera por un momento. Habían sido inseparables desde sus días en el M.I.T. Rhodey era, en muchos sentidos, su roca, la voz de la razón en medio de sus locuras. Recordó aquellos días con cierta melancolía: las noches en vela trabajando en proyectos imposibles, las apuestas tontas, las bromas que nadie más entendía. Habían sobrevivido tanto juntos que la idea de estar separados tanto tiempo le resultaba extraña, casi antinatural. Pero, claro, las cosas habían cambiado drásticamente después de la Guerra Civil.
El pensamiento lo golpeó como una ráfaga de viento frío. La culpa aún lo perseguía, como un fantasma que nunca desaparecía del todo. Recordar a Rhodey en el suelo, incapaz de moverse después del accidente, era una herida que seguía abierta. Tony había trabajado día y noche para crear las prótesis que le devolvieran la movilidad, pero el verdadero daño, el emocional, no era tan fácil de reparar. A veces se preguntaba si Rhodey lo había perdonado por completo. Y, lo que era peor, si él mismo alguna vez podría hacerlo.
Suspiró, pasándose una mano por el cabello mientras intentaba concentrarse en su trabajo. Pero su mente seguía divagando. No podía evitar pensar en Peter, su joven pasante. El chico era, en cierto sentido, su salvación. Desde que había comenzado a pasar las tardes con él, había empezado a comer mejor, a dormir más regularmente. ¿Quién lo hubiera imaginado? Él, Tony Stark, ajustando su vida caótica para cuidar de un adolescente con poderes de araña. Pero Peter lo necesitaba, y eso le daba un propósito que había perdido en los últimos años.
"Al menos algo bueno salió de todo ese desastre," pensó, aunque la sombra de lo que había perdido seguía presente. Había sacrificado tanto por intentar ser parte de un equipo que, en el fondo, nunca lo había aceptado del todo. Recordó cómo había intentado encajar, buscando desesperadamente la aprobación de Steve, el hombre que alguna vez había sido el héroe de su padre. "Qué ironía", pensó con amargura. Todo ese esfuerzo por formar parte de algo, y lo único que consiguió fue alejar a las personas que realmente importaban: Pepper, Rhodey, Happy.
El momento más doloroso, sin embargo, había sido ver cómo alguien como Wanda, la bruja que lo había destrozado psicológicamente, se convertía en parte del equipo sin esfuerzo aparente. “Eso lo dejó claro,” pensó, sintiendo cómo la ira y la tristeza se mezclaban dentro de él. “Nunca fui uno de ellos. Ni lo seré.”
- Jefe, ha llegado un mensaje de un número desconocido. Está fuertemente protegido, tanto como el número del joven Peter - anunció su I.A., interrumpiendo los pensamientos que lo mantenían absorto.
Tony frunció el ceño. No era común que algo o alguien rompiera la barrera de seguridad de sus sistemas sin que él lo autorizara. Tomó el teléfono que minutos antes había dejado sobre un taburete mientras murmuraba distraídamente:
- Yo me encargo, nena.
Con el aparato en mano, desbloqueó la pantalla con un gesto rápido y abrió el mensaje. La curiosidad que había sentido inicialmente se desvaneció en un segundo, reemplazada por un creciente ardor de rabia a medida que leía.
- "Hola, Sr. Stark. Soy Ned, el amigo de Peter. Realmente lo siento mucho por robar tu número del teléfono de Peter, pero no soporto más esto y Peter no quiere decirte nada. Hace unos días se transfirieron unos nuevos niños a Midtown, lo cual no es raro, pero se hicieron amigos de Flash, el mayor abusador de Peter. Y cuando Flash se burló nuevamente porque realmente no cree que la pasantía sea real, los chicos nuevos se burlaron diciendo cosas horribles como: 'Primero huérfano y ahora mentiroso' o 'No te quiso tu familia, mucho menos te querrá Tony Stark'. Nuestro profesor del decatlón académico, y también profesor favorito de Peter hasta ayer, en vez de ayudar, empeoró todo diciendo frente a todos que deje de falsificar los papeles de la pasantía para los créditos extra que envía mensualmente la Srta. Potts."
Las palabras lo golpearon como un puño en el pecho. Sus manos apretaron el teléfono, deseando casi que fuera algo físico lo que pudiera romper para liberar parte de la frustración que hervía dentro de él. ¿Cómo se atrevían? La sola idea de alguien burlándose de Peter, de un chico que ya había pasado por tanto, lo hacía sentir como si cada fibra de su ser estuviera a punto de explotar. Y el profesor… el que debería haber defendido al niño, ¿realmente había contribuido a ese ataque? Era inaceptable.
"Respira, Tony", se dijo a sí mismo. Pero incluso mientras intentaba calmarse, sus pensamientos se entrelazaban con una mezcla de ira y culpa. "Esto es culpa mía. Por no estar más presente. Por no preguntar más seguido cómo estaba. Por no enseñarle a Peter a lidiar con idiotas como esos."
Con dedos temblorosos, escribió rápidamente una respuesta:
- “Ey, Ted, gracias por avisarme. Déjalo en mis manos, muchacho.”
Envió el mensaje antes de que pudiera reconsiderar las palabras. No quería que Ned sintiera que había hecho algo malo al contarle, porque, sinceramente, había hecho lo correcto. Pero ahora todo recae sobre él. Tenía que arreglar esto.
Dejó el teléfono a un lado, apoyándose en el banco de trabajo mientras miraba inconscientemente al techo. “Piensa, Stark, piensa. No puedes entrar al instituto como un toro en una cristalería... aunque sería muy tentador.” Sabía que resolver esto requería algo más que un simple arrebato. Necesitaba un plan.
- Fri, dime el horario de Pep y de la tía Hottie, por favor.
- La Jefa terminará su última reunión del día a las 14:00, y la señora Parker termina su turno a las 13:00- respondió la I.A., con su tono calmado de siempre.
- Perfecto. Envía una invitación urgente a ambas para que estén en el penthouse cuando terminen. Suaviza el mensaje para May, creo que esa mujer tiene tantos problemas cardíacos como yo. Y recuerda, nena, si quieres venganza, pregúntale a las mujeres.
- Alto y claro, jefe. Ambas han sido notificadas.
Mientras la voz de Friday desaparecía, Tony se quedó en silencio. Sabía que May y Pepper serían fundamentales en esto. Si alguien entendía la importancia de proteger a Peter, eran ellas. Pepper, con su impecable habilidad para manejar cualquier situación con gracia, y May, con esa mezcla de amor incondicional y firmeza que solo una madre sustituta podía ofrecer.
Pero aún así, no podía ignorar esa furia que ardía en su interior. “Primero huérfano y ahora mentiroso.” Las palabras seguían resonando en su mente, cada una como un golpe directo a su corazón. Tony sabía cómo era ser señalado, ser juzgado, ser el centro de las burlas de aquellos que no entendían lo que realmente pasaba detrás de las apariencias. Había vivido toda su vida bajo ese escrutinio. Pero Peter… Peter era solo un niño. No debería tener que soportar eso. No debería tener que ser fuerte todo el tiempo.
Y luego estaba el tema del profesor. La idea de que alguien en una posición de autoridad, alguien que Peter admiraba, hubiera contribuido al dolor del chico era algo que no podía dejar pasar. “Ese tipo no tiene idea de con quién se está metiendo.”
Tony se frotó el rostro, tratando de disipar el enojo y enfocarse en lo que debía hacer. Sabía que, más allá de su ira, esto no se trataba de él. Se trataba de Peter. Protegerlo, apoyarlo, asegurarse de que supiera que no estaba solo.
—Bien, Stark. A calmarse. Esto no es una pelea, es un maldito decatlón académico. Puedes manejarlo —murmuró para sí mismo, aunque no estaba seguro de creerlo del todo.
Le quedaban unas horas antes de las reuniones con Pepper y May. Tiempo suficiente para planificar sus movimientos. Porque, si algo estaba claro, era que nadie, absolutamente nadie, se metía con su arañita.
Chapter 2: Peter Parker
Notes:
Se me dificulta bastante escribir capítulos largos, pero estoy intentando poco a poco alargarlos para llegar a un buen puñado de palabras. Quiero decir, yo misma no leo historias con menos de 25.000 palabras.
¡Espero que les agrade este capítulo! Está pensando principalemente como para dar un poco de contexto en la relación de Peter y Tony, pero desde el punto de vista de Tony.
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Al principio, Tony no quería estar cerca de Peter Parker. Lo veía como una promesa de desastre, un recordatorio constante de cómo todo lo que tocaba se arruinaba tarde o temprano. Él era Tony Stark, el hombre que construía y destruía en la misma medida, y Peter no necesitaba eso en su vida. No necesitaba a alguien que inevitablemente lo decepcionaría.
Tenía un plan simple: contactarlo, hablar con él sobre trabajar con el equipo esa tarde, usarlo como un refuerzo y luego desaparecer de su vida antes de que algo saliera mal. No había lugar para vínculos emocionales. Pero jamás imaginó que había subestimado un detalle crucial: Peter no era solo un adolescente cualquiera.
Porque, claro, Tony Stark, el hombre más brillante del siglo, había olvidado un pequeño detalle en su ecuación. Los adolescentes tienen personalidad. Y, en el caso de Peter Parker, esa personalidad era lo suficientemente fuerte como para atravesar incluso el muro emocional que Stark había construido a lo largo de los años.
Definitivamente no esperaba encontrarse con un joven que irradiara tanta empatía, cariño e inteligencia. Era como un cachorro de golden retriever, con su energía inagotable y esa devoción inquebrantable. Lo seguía por todos lados, absorbía cada palabra que salía de su boca como si fueran enseñanzas divinas, y todo lo hacía con esa genuinidad tan rara que hacía que Tony se sintiera... incómodo. Pero no de la manera que solía sentir cuando alguien lo idolatraba. Esto era diferente. Era real.
No tardó mucho en convencerse de que no había otro adolescente como Peter Parker. Maravillas como estas no suceden dos veces. Nadie jamás encontraría a alguien tan dedicado, cariñoso, humilde y bueno como él. Era un fenómeno único, y Tony no podía evitar preguntarse cómo era posible que alguien así existiera, especialmente con todo lo que había pasado.
Cuando descubrió la edad de Peter, su primera reacción fue de incredulidad. En su mente, asumió que todos en la escuela de Peter ya sabían de sus poderes.
<< "Si yo tuviera poderes arácnidos a esa edad, probablemente los usaría para presumir y convertirme en el rey de la escuela" >> pensó con honestidad.
Pero Peter no era así. En lugar de ser un fanfarrón, era tímido, reservado y genuinamente preocupado por los demás.
<< "No parece real" >> se dijo a sí mismo.
Pero Tony era un hombre práctico. No podía permitirse confiar ciegamente, no después de todas las veces que lo habían traicionado o decepcionado. Así que observó a Peter. Lo observó demasiado. Antes de llamarlo, después de hablar con él, en cada pequeña interacción. Necesitaba pruebas. Necesitaba saber, por una vez, que podía confiar.
La historia de Peter también lo golpeó de una manera que no esperaba. Un niño que pierde a sus padres a los siete años, que es enviado a vivir con sus tíos solo para perder también a su tío delante de sus propios ojos... Era un nivel de tragedia que Tony no podía ni imaginar. Y, como si eso no fuera suficiente, estaba la maldita araña y los problemas económicos que lo acosaban constantemente. Era un desastre, sí, pero un desastre hermoso.
<< "¿Cómo puede ser tan buena persona después de todo eso?" >>
Esa pregunta rondaba constantemente la mente de Tony. Según su lógica, Peter tenía todo para convertirse en el supervillano de la historia, no en el héroe. Pero ahí estaba, luchando día tras día para ayudar a otros, sin esperar nada a cambio.
Inicialmente, Tony había planeado huir. Salir lo más rápido posible de la vida de ese chico antes de que las cosas se complicaran. Pero todo cambió la noche en que un lunático intentó robar su avión. Un maldito avión invisible al ojo humano. Cuando Peter lo salvó, Tony sintió algo que hacía mucho no sentía: gratitud. Pero también preocupación, una preocupación que no esperaba. Esa noche, esos sentimientos, marcaron un antes y un después.
Semanas después, quedó devastado cuando Peter, durante un ataque de pánico, le confesó lo que realmente había sucedido esa noche. El padre de su cita al baile resultó ser el villano. Lo había apuntado con un arma y lanzado todo un almacén encima. Tony se sintió tan insuficiente. Y luego estaba el traje. Había sido tan duro con Peter. Había creído que quitarle el traje era la lección que necesitaba. Pero, en retrospectiva, casi mata al chico con esa decisión. Pasó semanas obsesionado con mejorar cada detalle de un nuevo traje, asegurándose de que nunca más estuviera desprotegido.
Friday, tan inoportuna como siempre, decidió añadir más culpa al recordarle algo que había olvidado: en la batalla del aeropuerto, Rogers le había lanzado una plataforma encima.
<< "¿Quién demonios deja caer una plataforma sobre un niño?" >> La sola idea casi lo hizo colapsar.
Pero Peter era fuerte, mucho más de lo que Tony le daba crédito. Sus actos heroicos eventualmente lo llevaron a un puesto en el equipo de Vengadores, pero el chico era demasiado inteligente para aceptar. Su rechazo fue tan maduro que Tony casi se sintió como un idiota. Claro que, en situaciones desesperadas, Tony siempre encontraba formas de complicarse la vida. Como aquella vez en que terminó proponiéndole matrimonio a Pepper delante de 200 periodistas. No fue exactamente su mejor momento, pero algo tenía que hacer con toda la presión que Peter había llamado "una prueba".
Pepper, su hermosa prometida, fue quien realmente lo había empujado a cambiar. Ella había sido la idea inicial, la fuerza detrás de cada decisión que lo acercó a Peter.
<< - “El chico lo hizo bien, Tony. ¿Por qué no le ofreces una pequeña pasantía? Dos horas al día, un día a la semana, ni siquiera tiene que durar más de un mes si no quieres. Solo sería un premio por su trabajo. Sabes que te adora.”- >> Tony levantó la vista de su mesa de trabajo, mirando a Pepper con una ceja arqueada. < ¿Sabes que esto es una locura, ¿verdad? > pensó, aunque no lo dijo en voz alta. En cambio, respondió con una sonrisa algo incrédula:
<< - “Solo quieres agradecerle que te propuse matrimonio gracias a él.”- >> Pepper se encogió de hombros con esa sonrisa encantadora que siempre le ganaba cualquier discusión.
<< - “Sí, eso también.” >>
Ambos rieron, pero el peso de la conversación quedó rondando en la mente de Tony. Una pasantía no parecía tan mala idea. Dos horas a la semana, sin comprometerse demasiado. ¿Qué podría salir mal?
Lo que no esperaba era lo rápido que todo cambiaría. Ese "mes" inicial se convirtió en meses. Ese "un día a la semana" pronto pasó a ser tres días a la semana, y esas "dos horas al día" crecieron hasta convertirse en seis horas diarias. Tony no se sorprendió tanto por lo rápido que la rutina evolucionó, sino por cuánto lo estaba disfrutando.
Los primeros días con Peter fueron... interesantes, poniendo su paciencia a prueba cada dos por tres. El chico era como un cachorro tímido, demasiado nervioso para hacer algo sin pedir permiso cada cinco minutos.
- "¿Esto está bien, señor Stark? ¿Puedo tocar esto, señor Stark? ¿Seguro que no estoy molestando, señor Stark?"
Era entrañable, pero también algo agotador. Al principio, Peter había sido tímido y reservado, cuidando cada palabra como si temiera cometer un error fatal. Pero Tony había visto la chispa en sus ojos desde el primer día, esa mirada llena de curiosidad insaciable y hambre de conocimiento que no podía apagarse. Sin embargo, en cuanto Peter se soltó, fue como abrir la caja de Pandora. Todo lo que había estado guardando dentro salió a raudales: un torrente de ideas tan creativas como inesperadas, cada una más audaz que la anterior.
De repente, el joven hablaba con un entusiasmo contagioso que hacía imposible no escucharlo, sus palabras atropellandose unas a otras en su afán por explicar cada teoría y propuesta. Resolvían problemas juntos, pero Peter lo hacía con una velocidad asombrosa, casi como si su mente estuviera adelantada varios pasos al resto. Y lo más impresionante para Tony no era solo su capacidad de generar soluciones, sino cómo entendía lo que él explicaba casi al instante, captando incluso los detalles más técnicos sin necesidad de repetirlos.
Cada vez que Tony creía haber llegado al límite de lo que el chico podía sorprenderlo, Peter lo dejaba boquiabierto una vez más, como si cada conversación fuera una puerta que abría a un mundo aún más vasto de posibilidades. Era agotador, sí, pero también increíblemente fascinante, porque trabajar con Peter no solo lo retaba como mentor, sino que lo hacía sentir como si, por primera vez en mucho tiempo, tuviera un compañero capaz de seguirle el ritmo en su propio mundo caótico.
<< “Es extraño,” pensaba Tony en más de una ocasión. “Extraño, pero increíble. Nunca he tenido a alguien que me entienda tan rápido y que, al mismo tiempo, realmente quiera aprender de mí.”>>
Enseñarle a Peter se convirtió en una experiencia sorprendentemente significativa. El chico siempre verificaba todo dos veces antes de actuar, asegurándose de no cometer errores, como si temiera decepcionarlo. Y eso, esa dedicación y respeto, lo tocaba más de lo que quería admitir.
Sin embargo, cuidar de Peter en el laboratorio era fácil. Cuidarlo como Spider-Man era otra historia completamente diferente. "¿Cómo alguien tan brillante puede ser tan irresponsable con su propio bienestar?" se preguntaba constantemente. Cada vez que veía a Peter regresar herido o con alguna historia loca sobre cómo había ignorado un golpe que casi lo mata, sentía una mezcla de frustración y miedo.
Una noche, después de una discusión particularmente acalorada con Peter sobre su autocuidado, Tony llevó la conversación a Pepper.
- “No lo entiendo. ¿Cómo puede ser tan inteligente y tan inconsciente al mismo tiempo?”
Pepper, como siempre, lo desarmó con una respuesta simple y directa.
- “Tony, cariño, mírate en un espejo.”
Le dio una palmada en el hombro y salió de la habitación, dejándolo perplejo. "¿Yo? ¿Irresponsable?" Claro que lo era, y se sintió un idiota por no haberlo visto antes. Si quería que Peter aprendiera a cuidarse, tenía que ser un ejemplo.
Así que, por primera vez en años, Tony cambió. Con la ayuda de Friday, creó un itinerario con horarios estrictos que organizaban cada aspecto de su día, desde reuniones hasta tiempo libre. Al principio, lo odiaba fervientemente. Después de todo, Tony Stark era el hombre que vivía según sus propias reglas, un genio caótico que siempre había desafiado las estructuras rígidas. Pero, sorprendentemente, esa nueva rutina empezó a funcionar. No solo le proporcionaba estabilidad, sino también un inesperado alivio al poder delegar parte del caos que solía rodearlo. Por primera vez en mucho tiempo, tenía más tiempo para las cosas que realmente importaban.
Pepper, quien siempre había sido su brújula moral, no tardó en notar el cambio. Aunque al principio lo observó con escepticismo, pronto comenzó a disfrutar de un Tony más presente, menos absorbido por su trabajo y más dispuesto a escuchar. Las cenas juntos dejaron de ser interrumpidas por llamadas urgentes, y sus paseos improvisados, que solían posponerse indefinidamente, volvieron a ser parte de sus días. También empezó a involucrarse más en los proyectos de Stark Industries, supervisando personalmente las investigaciones en las otras plantas. Incluso Happy, que al principio bromeaba con que "un Stark organizado era un Stark aburrido", no pudo evitar admitir que el nuevo Tony era más fácil de manejar. Rhodey, por su parte, no perdió oportunidad de felicitarlo, aunque con su característico sarcasmo, diciendo: "¿Quién eres y qué has hecho con mi amigo?".
Tony también comenzó a cuidar mejor de sí mismo. Mejoró su dieta, empezó a dormir más regularmente —al menos, más de lo que solía hacerlo antes— y se permitió disfrutar pequeños momentos de calma. Aunque el proceso de cambio fue incómodo, cada pequeño paso lo acercaba más a una vida que no sólo funcionaba, sino que también lo hacía sentir más en control.
Peter, por su parte, también prosperaba. Como pasante, demostraba ser un genio en ciernes, alguien capaz de igualar el ritmo frenético del propio Tony. Su entusiasmo era contagioso y su habilidad para absorber conocimientos, casi sobrenatural. No solo entendía rápidamente los conceptos técnicos más complejos, sino que también aportaba ideas frescas e innovadoras que a menudo sorprendían a su mentor. Cada vez que Peter entraba en el laboratorio, lo hacía con esa energía juvenil que iluminaba el espacio y lo transformaba en un lugar aún más dinámico. Pepper lo encontraba encantador, y Happy, aunque fingía indiferencia, claramente le tenía un cariño especial, protegiéndolo como si fuera parte de la familia.
Como superhéroe, Peter también comenzaba a evolucionar. Había aprendido a ser más precavido, a pensar en sus límites y en las consecuencias de sus actos. Lo que más alegraba a Tony era que el chico finalmente había dejado de tener vergüenza a la hora de pedir ayuda, ya sea a él, a Happy, o incluso a Pepper, quien con frecuencia le ofrecía palabras de aliento y buenos consejos. Este crecimiento no era solo como héroe, sino como persona, y ver a Peter florecer bajo su cuidado era una fuente de orgullo que Tony no sabía que necesitaba.
Fuera del laboratorio y del traje de Spider-Man, Peter también encontraba un refugio en sus amigos. Ned, con su lealtad inquebrantable y su habilidad para hacer reír a Peter en los momentos más difíciles, seguía siendo su confidente más cercano, siendo seguido únicamente por MJ, que con su ingenio agudo y su forma única de entenderlo, le daba un tipo de apoyo diferente, uno que lo anclaba y lo hacía sentir comprendido en un nivel más profundo. Tony, al observar esas dinámicas, no podía evitar recordar su propia juventud y cómo Rhodes había sido su pilar en los momentos más caóticos. Aunque no lo decía en voz alta, se sentía aliviado de que Peter tuviera a ese tipo de personas en su vida.
A veces, cuando observaba a Peter, Tony no podía evitar verse a sí mismo. Los paralelismos entre la vida del chico y su propia infancia eran dolorosos. Ser tan brillante a una edad temprana podía ser tanto una bendición como una maldición. Él sabía lo que era ser demasiado inteligente para tu propio bien.
Había recuerdos que aún lo perseguían. Su padre, Howard Stark, obligándolo a saltarse años escolares y enviándolo al M.I.T. siendo apenas un adolescente. Tener que fingir ser más maduro de lo que realmente era, encajar en estándares de jóvenes adultos mientras aún era un niño. Era un período solitario, y probablemente habría sido insoportable de no ser por Rhodes. Rhodey había sido su roca, su amigo incondicional.
"Peter tiene a Ned," pensaba a menudo, sintiendo una mezcla de alivio y nostalgia. "Ned es su Rhodes. Eso debería ser suficiente para que no termine como yo."
Al final del día, Tony sabía que había cometido errores, muchos errores, pero ver a Peter prosperar le daba un sentido de redención que no encontraba en ningún otro lugar.
<< "Tal vez no sea tan mal mentor después de todo" >> pensó con una sonrisa mientras observaba a su joven pupilo trabajar en su última creación.
Chapter 3: Peter Parker parte 2
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Esperar la llegada de Pepper y la tía Hottie fue un verdadero martirio. Cada segundo que pasaba era una gota más de aceite hirviendo cayendo sobre su paciencia, que ya estaba a punto de desbordarse. Lo único que quería era ir y destrozar al maldito idiota que se había atrevido a decirle cosas hirientes a su muchacho. Era inaceptable, simplemente inaceptable. Peter era un buen chico, quizás el mejor que había conocido. ¿Cómo alguien podía siquiera pensar en lastimarlo? Solo imaginarlo le hacía apretar los puños hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
El coraje que sentía no era nuevo. No era la primera vez que veía la crueldad de los niños, pero esta vez dolía aún más. De hecho, tenía más de cuatro horas de grabaciones que Friday había recopilado, mostrando a los otros chicos molestando a Peter en el instituto. Apenas había tenido estómago para ver dos horas, y eso ya era más de lo que podía soportar. Cada insulto, cada empujón y cada risa burlona lo llenaban de una ira ardiente que luchaba por contener. ¿Cómo podían ser tan despiadados? ¿Es que no tenían padres o alguien que les enseñaran valores? ¿Y porque, en el nombre de Jesucristo, esos matones salían con solo unas pocas advertencias de los castigos?
- Maldita sea… - murmuró para sí mismo, apretando los dientes. Si hubiera podido, habría destruido cada uno de los nombres de esos chicos solo con pensarlo. Destruir sus futuros, los trabajos de sus familias y su vida entera.
Pero, claro, la crueldad no era algo exclusivo de estos tiempos. Recordaba perfectamente cómo había sido su propia experiencia en el M.I.T. Las primeras semanas fueron una total pesadilla. Siendo el estudiante más joven en todas sus clases, había llamado la atención, pero no de la manera que habría querido. Los comentarios despectivos de los compañeros, las miradas condescendientes de los profesores y las bromas humillantes lo habían acompañado día tras día. Las burlas parecían no tener fin, y lo peor era que no solo venían de sus iguales; incluso aquellos que deberían haber sido sus mentores se sumaron al coro de degradación.
Hubo noches en las que pensó que no lo soportaría más. El estrés lo había llevado a refugiarse en cosas que preferiría olvidar, adicciones que lo consumieron y de las cuales todavía sentía vergüenza. Esas cicatrices invisibles seguían presentes, recordándole que la crueldad no se limitaba a las palabras; era un veneno que se infiltraba en cada rincón de tu vida. Pero él había salido adelante, de alguna manera. Había sobrevivido. Y maldita sea, no iba a permitir que Peter pasara por lo mismo sin hacer nada.
El problema era que Peter no era como él. Peter no se defendía. Podía verlo claramente en las grabaciones. Cuando lo empujaban o lo golpeaban, simplemente se cubría, agachaba la cabeza y soportaba. Nunca respondía, nunca alzaba la voz. Claro, era porque Peter era un buen chico, con principios y valores que lo hacían incapaz de devolver la crueldad con más crueldad. Pero ¿acaso eso lo hacía justo? ¿Acaso significaba que debía quedarse ahí, soportándolo todo como si estuviera bien? No, no estaba bien, y él estaba decidido a hacer algo al respecto.
Deseaba con todas sus fuerzas envolver a Peter en un papel de burbujas, mantenerlo protegido de todo y de todos. Sabía que era un pensamiento ridículo, pero no podía evitarlo. Peter era como un imán para el dolor, y eso lo destrozaba. A veces, pensaba que el mundo no merecía a alguien como él, alguien tan puro, tan bondadoso. Pero Peter estaba aquí, y mientras lo estuviera, él haría hasta lo imposible por protegerlo.
Pensó en Ned y MJ. Si antes estaba agradecido por su existencia, ahora los bendecía de todo corazón. Ned no era solo un amigo para Peter; era su hermano en todos los sentidos que importaban. Siempre estaba ahí, un escudo humano que se interponía entre Peter y el mundo. Y MJ… bueno, MJ era algo completamente distinto. La manera en que Peter y ella parecían girar en torno al otro, sin siquiera darse cuenta de la conexión que compartían, era algo que no podía dejar de notar. Había algo dulce en la forma en que sus miradas se cruzaban, en los pequeños gestos que compartían sin siquiera darse cuenta. Claro, eso significaba que Ned quedaba atrapado sosteniendo las velas de aquella pareja mucho más de lo que seguramente querría, pero incluso eso le arrancaba una pequeña sonrisa.
Sin embargo, sus pensamientos volvieron a nublarse al recordar otro detalle. No todo era acoso verbal. En las grabaciones también había pruebas de abuso físico. Y lo que más le dolía era ver a Peter soportarlo todo sin hacer nada. Jamás se defendía, ni siquiera intentaba alejarse. Simplemente aguantaba los golpes, como si eso fuera lo que mereciera. Ese pensamiento lo llenaba de una mezcla de tristeza y rabia que le costaba procesar.
A veces, en sus momentos más oscuros, deseaba que Peter fuera un poco más vengativo. No mucho, solo lo suficiente para devolver un golpe, para mostrarles a esos idiotas que no podían simplemente aplastarlo. Pero sabía que eso era pedirle que fuera alguien que no era. Peter era demasiado noble, demasiado bueno para caer en ese tipo de comportamiento. Y aunque eso era algo que admiraba profundamente, también le hacía sentirse impotente. Porque, al final, solo podía estar allí, observando, mientras su chico enfrentaba un mundo que no dejaba de tratarlo injustamente.
El chico definitivamente era más dulce que un caramelo y tan leal como un cachorro. Esa comparación siempre lo hacía sonreír, aunque sabía que debía dejar de usarla. Si algún día Peter llegara a descubrir que lo pensaba así, probablemente lo mataría… bueno, no, claro que no. Era mucho más probable que se sonrojara como un tomate, con esas mejillas ruborizadas que lo hacían parecer aún más joven de lo que ya era en realidad.
Quizá, pensándolo mejor, debería dejar de comparar a Peter con un perro y comenzar a verlo más como una araña. Después de todo, esa pequeña criatura había cambiado más cosas en su muchacho de lo que parecía a simple vista. ¿Sabías que las arañas no pueden digerir sólidos? Bueno, eso, traducido a Peter, significaba: "Prefiero un batido antes que unas galletas." Había comenzado a notar ese detalle sutil. Siempre que podía, Peter estaba bebiendo algo. Ya fuera agua, jugo, licuados o cualquier otra cosa líquida, parecía tener una nueva predilección por los líquidos. ¿Podía comer sólidos? Si, pero había una clara preferencia que era totalmente evidente. Era un detalle curioso, pero también una nueva faceta de su chico que lo hacía único.
Luego estaban las alergias. Otro recordatorio constante de que su muchacho había cambiado más de lo que querían admitir. ¿Sabías que las arañas se alejan completamente de la menta, el vinagre o los olores fuertes similares? Pues ahora Peter era alérgico a la menta, el eucalipto, la lavanda, el vinagre, el bicarbonato, y claro, los cítricos. Adiós a todos esos artículos en la torre Stark. La primera vez que descubrieron la alergia a la menta había sido, honestamente, un desastre.
Tony había comenzado a acostumbrarse a la presencia de Peter en la torre. Al principio, no era más que una adquisición nocturna ocasional, pero con el tiempo, el chico había empezado a quedarse a dormir con más frecuencia. Y, francamente, a Tony no le importaba. Peter iluminaba la torre con su energía, aunque, al mismo tiempo, parecía tener un talento especial para atraer el caos, y ese día no era diferente.
Aquella noche, mientras Tony tomaba una taza de café en la sala del penthouse, un grito desgarrador atravesó los muros de la torre. No era el sonido de alguien sorprendido o molesto; era el tipo de alarido que te helaba la sangre. Sin pensarlo se levantó de un salto, derramando su café, y salió corriendo hacia el baño donde Peter estaba.
Cuando llegó, encontró al chico en un estado lamentable: la cara roja, los ojos llorosos, escupiendo agua como si le hubieran dado de beber veneno.
- ¡¿Qué demonios está pasando aquí?! - preguntó Tony, con el corazón latiendo en sus oídos.
- ¡Sr. Stark! ¡Esto quema como el infierno! ¿Qué tiene esta maldita pasta de dientes? - respondió Peter entre jadeos, señalando un tubo de pasta con "menta y eucalipto" claramente escrito en letras grandes.
Tony parpadeó dejando pasar momentáneamente su pésimo lenguaje. ¿Menta? ¿Eucalipto? ¿Cómo podía alguien tener una reacción así a algo tan común? Pero, claro, Peter no era "alguien". Con calma fingida, Tony le indicó que se enjuagara la boca y, una vez que el chico estuvo más tranquilo, se sentó con él para analizar lo que acababa de pasar.
Esa noche, después de asegurarse de que Peter estuviera dormido, Tony pasó horas revisando ingredientes en productos de uso cotidiano. Descubrió que la menta, algo tan básico, podría ser altamente irritante para algunos tipos de arañas. Aquel incidente le costó al menos un 12% más de problemas cardíacos… y unas cuantas canas nuevas.
- “Sr. Stark, esas canas ya estaban ahí antes de conocerme,” bromeó Peter el día siguiente cuando las cosas ya se habían calmado y bromeó al respecto.
- Pequeño mocoso - murmuró él, mirándolo con falso enojo, aunque en el fondo sentía un afecto inquebrantable por ese chico.
El vinagre fue otra experiencia traumática, una que Tony recordaría con una mezcla de horror y vergüenza. Rhodey había venido de visita y, como siempre, se llevaba perfectamente con Peter, lo cual irritaba a Tony de maneras que no quería admitir.
- Ese chico es como un mini tú, pero menos insoportable - había comentado su amigo con una sonrisa.
La comparación hizo que Tony pusiera los ojos en blanco, aunque en el fondo sabía que Rhodey tenía razón, la comparación le dejó un sabor agridulce del cual él no pensaría por ahora. Esa tarde, después de una broma que había terminado con la explosión accidental de un laboratorio de pasantes, Tony, Rhodey y Peter fueron castigados en el taller. Nada de equipos peligrosos, nada de juguetes de alta tecnología.
- Bueno, podríamos hacer algo simple - propuso Peter, con esa sonrisa que hacía que incluso las peores ideas sonaran brillantes.
- Como un volcán de bicarbonato y vinagre - Bromeo su amigo inconscientemente, pero sin pensarlo dos veces lo hicieron.
Tony, aunque reacio, aceptó. ¿Qué podría salir mal? Resultó que la respuesta era "todo". En el momento en que una gota de vinagre tocó la piel de Peter, el chico comenzó a gritar como si lo estuvieran quemando vivo.
- ¡¿Qué está pasando ahora?! - Exclamó, mirando a Rhodey como si él tuviera las respuestas, pero resulta que su amigo lo estaba mirando con la misma cara.
Entre el pánico de Peter, la espuma que se extendía por todo el laboratorio y la falta de una solución inmediata, Tony y Rhodey hicieron lo único que se les ocurrió: lanzarle un cubo de agua en la cabeza al chico, bañandolo de arriba a abajo.
Después del desastre, se sentaron en silencio, empapados y rodeados de un caos de espuma y materiales de limpieza. Más tarde, investigaron y descubrieron que tanto el vinagre como el bicarbonato eran dañinos para las arañas. Tony anotó mentalmente otra regla: "Nada de vinagre cerca de Peter. Nunca". Asimismo, descubrieron que el bicarbonato también era otra herramienta tóxica para las arañas, lo que hacía la situación aún más preocupante. Entre risas nerviosas y el trauma del momento, se dieron cuenta de que tenían que tomar medidas más estrictas para proteger al chico.
El incidente del budín de lavanda comenzó como algo inofensivo, invitando a la tía Hottie y a Peter para una pequeña reunión en la torre. Tony estaba ocupado llevando el café a la mesa cuando escuchó a Peter toser violentamente en la cocina.
Corrió hacia allí y lo encontró con la piel enrojecida y los ojos llorosos. May y Pepper intentaban calmarlo, pero Peter seguía tosiendo, agarrándose la garganta con una mano mientras intentaba hablar.
- ¿Qué pasó? - preguntó, tratando de mantener la calma mientras su mente ya entraba en modo de emergencia.
- Lavanda... creo que hay lavanda en esto... - susurró Peter, señalando el budín con recelo.
Fue un momento aterrador, uno de esos que hacía que Tony deseara tener una armadura permanentemente lista. Una vez que el chico se estabilizó, Tony canalizó su miedo en rabia. Demandó a la compañía de inmediato por no etiquetar correctamente los ingredientes. Ganó la demanda, por supuesto, pero eso no alivió el nudo en su estómago. Desde ese día, Pepper y May y él, se volvieron obsesivos con las etiquetas y los ingredientes. Si algo no era seguro para Peter, simplemente no entraba en la torre.
Días más tarde, Peter visitó la oficina de Pepper para una merienda a escondidas que organizaron ambos. Ni siquiera sabía que el chico estaba en la torre hasta que cuando estaba revisando unos planos, Pepper lo llamó. Al principio, su tono era calmado, pero Tony notó el subtexto de urgencia.
- Peter está bien - comenzó a hablar antes que nada.
- Pero… necesitamos quitar todos los difusores cítricos de la torre.
Tony no entendió al principio, pero cuando revisó las grabaciones de seguridad, vio el momento exacto en que Peter comenzó a estornudar incontrolablemente en la oficina de Pepper. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y su respiración se volvió irregular. Pepper, con una calma admirable, identificó el difusor como el culpable y llevó a Peter al balcón para que respirara aire fresco.
Desde entonces, todo en la torre cambió. Los difusores de aromas cítricos, mentolados, o incluso fuertes, estaban prohibidos, y la limpieza con vinagre fue desterrada de los pisos
superiores. Incluso May se unió al equipo para investigar todo lo que pudieran sobre las arañas y sus necesidades. Descubrieron detalles preocupantes, como la termorregulación.
Las arañas dependen del ambiente para mantener su temperatura, y Peter no era la excepción.
Nada que sin su laboratorio no pueda solucionar. Así fue como creó una remera inteligente que podía controlar a través de su teléfono, o incluso con la asistencia de Friday si se presentaba la necesidad. La remera, que se ajustaba perfectamente al cuerpo, estaba equipada con sensores que vigilaban y regulaban la temperatura corporal del niño en tiempo real. Gracias a un sistema de enfriamiento y calefacción integrado, la prenda respondía de inmediato a las variaciones térmicas de su cuerpo, manteniendo su temperatura en un nivel óptimo. Era como tener un regulador interno que le permitía mantenerse en su mejor forma, sin riesgo de entrar en una semi hibernación. Era un invento que lo hacía sentir orgulloso, pero también lo llenaba de tristeza. Su chico tenía que depender de tantas cosas solo para estar seguro.
En sus peores días, aquellos en los que se sentía particularmente vulnerable, Tony se convertía en lo que Pepper solía llamar un "padre helicóptero". Aunque la etiqueta le hacía rodar los ojos, él sabía que su preocupación por Peter no era solo una cuestión de sobreprotección; era la necesidad de asegurarse de que su niño estuviera bien y a salvo. En esos momentos de pánico, cuando la ansiedad lo embargaba y su mente se veía invadida por pensamientos oscuros, la tecnología de su laboratorio se volvía su única fuente de consuelo. Friday, siempre atenta, había sido programada para detectar los signos vitales de Peter, y cuando Tony caía en sus ataques más intensos, la inteligencia artificial le mostraba de inmediato los datos de su niño. Era una de las pocas formas en que lograba calmarse. Ver esos números en pantalla, saber que Peter estaba bien, lo anclaba a la realidad y le devolvía la serenidad. Era la seguridad en cifras lo que lo ayudaba a reconectar, a recordar que todo en su vida, incluso sus peores miedos, podía ser manejado si podía ver, medir y controlar.
Entonces, si habitualmente controlaba los signos vitales del niño, ¿Porque nunca había notado nada raro? Era simple, no lo vigilaba mientras estaba en la escuela, se suponía que era un lugar seguro para Peter. Se suponía que protegían a su muchacho, no que fomentaran malos comportamientos en su contra.
Sintiendo que nuevamente se estaba enfadando respiró hondo, intentando calmarse. Su ira no ayudaría a Peter, lo sabía. Pero no podía evitarlo. Porque una cosa era segura: no importaba cuánto tiempo tuviera que esperar a Pepper y a la tía Hottie, no importaba cuánto tuviera que hacer para solucionar este problema, no iba a permitir que nadie más lastimara a su muchacho. Nadie.
Chapter 4: Pandilla de tres
Notes:
Si hay algo que me encanta, es una buena relación entre May y Tony. También adoro retratarlos a ellos dos junto con Pepper, tomando decisiones relacionadas a Peter. Ellos son la superfamilia para mi <3
Pd- Creo que nunca lo mencione pero para no confundirnos estaríamos en el año 2018, dos años después de Civil War. No conocemos infinity ward y mucho menos endgame ¿capichi?
Chapter Text
- ¿Crees que Tony en algún momento nos note, o seguirá mirando lo que creo que son los signos vitales de mi hijo? - La voz divertida de la tía Hottie lo sobresaltó, haciéndolo girar de golpe hacia ellas.
- Déjalo, está siendo un padre helicóptero - rió Pepper.
Ambas, al parecer, habían llegado hacía unos minutos y se habían instalado cómodamente en el sofá. Observaban cómo él se volvía loco inmerso en algunos recuerdos, probablemente con la intención de que notara su presencia. No lo habían interrumpido hasta ahora pero no podían evitar hacer comentarios.
Tony respiró hondo, sintiendo cómo su mente iba y venía entre las emociones del presente y las memorias del pasado. No era habitual que lo tomaran desprevenido, y eso lo hacía sentir aún más vulnerable. Decidió ocultarlo con su habitual sarcasmo.
- ¡Al fin, señoras! Uno espera toda una vida a que lleguen. Muy bien, sin más preámbulos, nos hemos reunido hoy aquí para... - comenzó, levantándose teatralmente de su asiento.
- No, gracias. Ya dije que no quiero un trío, y mucho menos un casamiento poliamoroso - lo interrumpió Hottie con un gesto casual mientras limaba sus uñas, sin siquiera mirarlo directamente. Tony parpadeó, incrédulo.
- ¿Qué...? Nunca te propuse un trío y jamás lo haría, wacala- reclamó, completamente descolocado.
- Nunca dije que fueras tú - respondió ella, esbozando una sonrisa traviesa mientras guiñaba un ojo y tomaba la mano de Pepper.
El silencio en la sala fue breve, pero lo suficiente como para que él se quedara procesando lo que acababa de escuchar. Miró a ambas mujeres con una mezcla de desconcierto y
resignación. Estaba a punto de iniciar una conversación seria, adulta, incluso madura... y, por una vez, no había sido él quien inició las bromas. Eso era un récord.
- Las odio - dijo finalmente, con una voz derrotada.
Ambas estallaron en carcajadas, y Tony no pudo evitar notar lo sincronizadas que eran. Desde que había conocido a Peter, y posteriormente a May, se había encontrado con una nueva familia, algo que jamás creyó necesitar, pero que ahora valoraba profundamente. Aunque a veces, como ahora, lo sacaran de quicio.
May Parker... era un caso sin igual. La odiaba y la amaba al mismo tiempo, un cúmulo de emociones que lo sacaban de su zona de confort con una facilidad irritante. Desde el primer momento en que la conoció, había visto en ella algo que no esperaba: un reflejo de sí mismo. Era como si todas sus peores (y mejores) cualidades se condensaban en una persona que no dudaba en usarlas contra él. Rhodey lo había notado de inmediato. Aún podía escuchar la carcajada de su mejor amigo después de conocerla.
- "Es como mirarte en un espejo, Tony".
En ese momento, Tony había soltado un comentario sarcástico para cubrir su desconcierto, pero ahora, entendía exactamente lo que Rhodey quería decir.
May era un torbellino de energía, una combinación única de sarcasmo y cariño. Era burlona, sí, pero también sabia. Tenía un ingenio afilado, capaz de desmontar cualquier argumento con una sonrisa y una palabra precisa. Y aunque disfrutaba de hacerle bromas y ponerlo en situaciones incómodas, también sabía cuándo detenerse. Había una complicidad entre ellos que iba más allá de las palabras, una especie de vínculo no dicho que se forjó gracias a su conexión con Peter.
May era un alma libre, social y genuinamente preocupada por los demás. Su vida giraba en torno a ayudar, a conectar con las personas de una manera que Tony nunca entendió del todo. Él podía construir armaduras, proteger al mundo, pero nunca había tenido la capacidad de acercarse a los demás de la forma en que May lo hacía. Era como si tuviera un radar especial para detectar quién necesitaba apoyo, y no solo lo detectaba: se aseguraba de estar allí, presente, ofreciendo lo que tuviera a su alcance.
Peter había tomado esa cualidad suya en específico, esa capacidad de sacrificio, de poner a los demás por encima de sí mismo. Tony lo sabía, lo había visto en cada acción del chico, y aunque nunca lo admitía abiertamente, estaba agradecido con May por haber criado a alguien tan extraordinario. Sin embargo, había una pregunta que siempre rondaba su mente; ¿cómo alguien tan apacible y calmado como Ben Parker, según las palabras de Peter, había logrado casarse con una mujer tan independiente y explosiva como May? La historia de ellos le intrigaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Era un contraste fascinante, una prueba de que los opuestos no solo se atraen, sino que también pueden construir algo sólido y duradero.
Con el tiempo, la relación de Tony y May había evolucionado hasta convertirse en algo parecido a una hermandad. Había en ella una franqueza que él respetaba profundamente. Que no le temía, no lo endiosaba como el resto del mundo. Lo enfrentaba, lo desafiaba, y al mismo tiempo lo cuidaba como si fuera uno más de su familia. Era la única persona, aparte de Pepper, que podía mirarlo a los ojos y decirle cuando estaba siendo un idiota... y hacer que él lo aceptara.
Y aunque a veces ese vínculo lo exasperaba, porque May sabía exactamente cómo presionar sus botones, también le daba una sensación de pertenencia que pocas veces había sentido en su vida. Peter era el nexo entre ellos, la razón por la que sus caminos se habían cruzado. Pero con el tiempo, esa conexión se había profundizado. Había días en los que Tony se sorprendía a sí mismo buscando el consejo de May, confiándole cosas que no podía decirle a nadie más. Ella, en su manera práctica y directa, siempre encontró una forma de ayudar, incluso si esa ayuda venía en forma de un golpe de realidad que lo dejaba sin palabras.
En May Parker había encontrado algo que nunca creyó necesitar: una hermana mayor. Y aunque nunca se lo diría directamente, sabía que sin ella, su vida sería infinitamente más complicada... y mucho más solitaria.
Recordó brevemente lo que Friday le había chismeado una vez; Happy, su jefe de seguridad, estaba tratando de conquistar a May invitandola a una cita. Tony casi se atraganta de risa cuando escucha eso. Happy tenía agallas, eso era seguro. A pesar de que había logrado establecer una amistad con ella, todavía parecía aterrorizado cada vez que May levantaba la voz. Y no lo culpaba. Después de todo, ella lo había confrontado como una tormenta cuando se enteró de que Peter era Spider-Man. Había decidido que, de alguna manera, él tenía algo que ver con eso. Tony todavía se estremecía al recordarlo. Happy, pensó, merecía un aumento solo para enfrentarse a un desafío semejante.
- Indecentes. Ambas son indecentes - bromeó, resoplandando ligeramente.
Las risas de las mujeres comenzaron a calmarse, pero Tony no estaba del todo tranquilo. Había algo más en su mente, algo que no podía ignorar. Respiró hondo, tratando de mantener el control mientras sentía cómo su ira regresaba, más fuerte y densa que antes.
- Pero en serio, no les va a gustar ni un poco bromear después de lo que descubrí hoy - añadió, su tono más grave de lo que pretendía.
Ambas mujeres se detuvieron por completo. La atmósfera de la habitación cambió al instante. Ya no era un momento para risas. May dejó de limarse las uñas, y Pepper, con el ceño fruncido, inclinó ligeramente la cabeza, preocupada.
Tony evitó sus miradas, pero en su mente los pensamientos lo golpeaban con fuerza. ¿Cómo podía explicar lo que había descubierto sin que la rabia lo consumiera por completo? Se pasó una mano por el cabello, un gesto nervioso que había intentado controlar durante años, pero que siempre regresaba cuando estaba al límite.
Sabía que el siguiente paso cambiaría todo. Pero ¿cómo podía proteger a Peter, a May, a todos ellos, sin arriesgarse a perderlo todo de nuevo? Era una pregunta que no dejaba de atormentarlo. Al fin, levantó la vista hacia ellas.
- Esto es más serio de lo que creí al principio. Necesito que ambas me escuchen con atención. - Y entonces, comenzó a hablar.
- Fri, proyecta en la tele el mensaje de Ned.
- "Hola, Sr. Stark. Soy Ned, el amigo de Peter. Realmente lo siento mucho por robar tu número del teléfono de Peter, pero no soporto más esto y Peter no quiere decirte nada. Hace unos días se transfirieron unos nuevos niños a Midtown, lo cual no es raro, pero se hicieron amigos de Flash, el mayor abusador de Peter. Y cuando Flash se burló nuevamente porque realmente no cree que la pasantía sea real, los chicos nuevos se burlaron diciendo cosas horribles como: 'Primero huérfano y ahora mentiroso' o 'No te quiso tu familia, mucho menos te querrá Tony Stark'. Nuestro profesor del decatlón académico, y también profesor favorito de Peter hasta ayer, en vez de ayudar, empeoró todo diciendo frente a todos que deje de falsificar los papeles de la pasantía para los créditos extra que envía mensualmente la Srta. Potts."
En cuanto las palabras aparecieron en la pantalla, Tony sintió como si una bomba estallara en su pecho. No era nuevo para él sentir la rabia arremolinarse como una tormenta eléctrica en su interior, pero esta vez estaba teñida de algo más profundo: impotencia. Su mandíbula se tensó mientras los ojos recorrían cada línea del mensaje, y aunque lo había leído más de una vez, el enfado seguía intensificándose.
Al terminar, el silencio de la habitación era casi palpable. Pero no es difícil. El impacto fue inmediato en sus compañeras. La tristeza y la furia se reflejaron en los rostros de ambas mujeres. Pepper se cubró la boca con una mano, como si las palabras hubieran sido un golpe físico. May, por su parte, apretaba un almohadón contra su regazo como si fuera lo único que evitaba que se levantara y destruyera algo. La voz gélida de Pepper rompió el silencio.
- Me estás diciendo… que estos dos últimos años Peter jamás recibió los créditos debido a que realmente no creen en su pasantía? ¿Papeles que yo mismo envío desde mi correo personal? - Su tono era suave, pero peligroso.
- Olvidate de eso, ¿Están abusando de mi hijo? - La furia de May era casi tangible mientras su mirada recorría cada rincón de la habitación buscando algo o alguien a quien dirigirla. Su mano apretaba el almohadón como si quisiera estrangularlo.
Tony se quedó en silencio, sus pensamientos eran un caos. Sabía que Peter era el blanco de burlas por parte de Flash, por los breves intercambios de emociones que habían tenido, pero nunca imaginó que la situación hubiera escalado hasta ese punto. Se culpó a sí mismo por no haberlo notado antes, por no haber estado más atento. Debería haberlo sabido. Siempre hay signos. Y ahora, gracias a Ned, no solo los conocía, sino que podía verlos claramente.
- Sí, y es incluso peor de lo que Ned me avisó. Tengo cuatro horas completas de abusos psicológicos y físicos hacia el niño. - La voz de Tony era baja, casi como si decirlo en voz alta lo haría más real.
- Dios mío, voy a vomitar. - Pepper se cubrió el rostro con ambas manos, tratando de controlar su ira y su náusea al mismo tiempo.
Tony cerró los ojos un momento, intentando calmar la ira que se acumulaba en su interior. Pero era inútil. No podía pensar con claridad, no cuando la imagen de Peter soportando todo eso día tras día lo consumía.
- Tenemos varias opciones, mis damas. Como la mayoría de los abusos comienzan por la pasantía, podemos demostrar que es real, demandar a cada niño y a la institución… o arruinar sus futuros y destruir cada cosa de sus insignificantes vidas. - Su voz estaba cargada de una sed de venganza que no intentó ocultar. May fue la primera en reaccionar, con una sonrisa escalofriante que dejaba en claro lo que opinaba.
- La última. Elijo la última. - Su tono era casi ligero, como si estuvieran discutiendo qué película ver esa noche, pero de igual manera Tony no pudo evitar devolverle una sonrisa igualmente oscura, que traía consigo una especie de promesa de venganza.
- Sabía que había una razón por la que nos llevábamos de maravilla, Hottie. Fri, haz una lista. Quiero nombres, direcciones, historias, todo lo que puedas encontrar de manera legal e ilegal.
- ¡No! - La voz firme de Pepper cortó el aire, y ambos se giraron hacia ella.
- Friday, no le hagas caso. Ustedes dos no pueden resolver todos sus problemas con la venganza y el odio.
Tony y May intercambiaron una mirada. Esa mirada decía mucho más de lo que las palabras podrían expresar; "¿Cómo que no?".
- Miren, amo a Peter y odio que nos encontremos en esta situación, pero alguien tiene que ser el sensato aquí. Demostraremos legalmente que Peter tiene una pasantía aquí y luego iremos directamente con la institución para ver cómo seguimos. El chico Thompson es el mayor instigador y es el que anima a los demás a hacer lo mismo. Y sabemos, gracias a Friday, que todo sucede en las instalaciones escolares.
May resopló, dejando claro lo que opinaba de ese plan.
- Le quitas lo divertido. - Murmuró lo suficientemente alto como para que la oyeran.
Tony se permitió una pequeña sonrisa. Él tampoco estaba satisfecho con la idea de simplemente "resolverlo legalmente". Podía ver en los ojos de May que no dejarían esto así. No cuando se trataba de su hijo.
- “Esto no va a quedar así.” - Pensó mientras la mirada de complicidad que intercambiaba con May confirmaba lo que ambos ya sabían. La justicia podría ser la primera parada, pero la venganza siempre sería el plan B.
Con la ayuda de la inteligencia artificial, comenzó a evaluar todas sus opciones y planificar meticulosamente cada detalle. No fue un proceso complicado en teoría, pero a medida que avanzaban, los tres se volvieron increíblemente autocríticos con cada paso del plan. Él, con su perfeccionismo innato, revisaba cada aspecto como si estuviera diseñando una de sus nuevas armaduras con nanotecnología; Pepper, con su enfoque lógico y organizado, aportaba la claridad y estrategia necesaria; y May, con su feroz determinación de proteger a Peter, se aseguraba de que todo estuviera alineado con el bienestar emocional del chico. Los tres tenían algo en común: amaban a Peter y querían que este plan no solo funcionara, sino que fuera una experiencia inolvidable que borrara cualquier sombra de las humillaciones que había sufrido.
Chapter 5: El plan maestro
Notes:
¡Hola! Quiero dejar en claro desde ya, que si bien lo principal en la historia es el tropo de un recorrido en Industrias Stark, también van a haber capítulos antes y después de eso de la relación de Peter con Tony, como un dia de laboratorio o solo ellos pasando tiempo juntos.
No estoy muy segura de si comenzar a escribir los capitulos desde el punto de vista de Peter o seguir como ahora, con el punto de vista de Tony, ¿sugerencias?
Chapter Text
El decatlón académico de Peter, liderado por Mj, era la oportunidad perfecta para ejecutar su idea. La competencia estaba a solo una semana de distancia, y era un evento importante para el equipo. Tony sabía cuánto significaba esto para Peter, Ned y Mj; las últimas semanas las habían dedicado casi por completo a estudiar después de la escuela, sacrificando su tiempo libre para prepararse. No era solo una competencia para ellos, era un reflejo de todo su esfuerzo y dedicación. Y aunque los tres jóvenes no lo sabían, Tony había estado monitoreando sus progresos en secreto, asegurándose de que no les faltara nada. Estaba absolutamente convencido de que el equipo ganaría, no solo por su talento, sino porque conocía la pasión y determinación de Peter cuando se trataba de trabajar en equipo.
Con eso en mente, decidió que la recompensa para el equipo ganador debía ser algo especial, algo memorable. Después de varias ideas y descartes, se les ocurrió organizar un recorrido exclusivo por la Torre Stark como premio para los campeones. Pero no sería un recorrido cualquiera solo por el museo oficial. Tony planeaba abrir áreas que nadie más había visto durante estos recorridos, mostrarles tecnologías avanzadas que aún no estaban en el mercado y, por supuesto, ofrecerles una experiencia personalizada que haría que cada miembro del equipo se sintiera como un verdadero genio en potencia. Incluso May, a pesar de no ser fanática de los excesos de Tony, admitió que era una idea brillante.
- Esto no es solo para motivarlos a ganar - Dijo Pepper en un momento, con tono tranquilo pero firme.
- Es para recordarle a Peter y a su equipo que merecen lo mejor, que su esfuerzo vale la pena, y que siempre hay personas dispuestas a apoyarlos.
Tony asintió, fingiendo que no le afectaba lo que había dicho Pepper, pero por dentro sabía que esas palabras eran exactamente lo que necesitaba escuchar. Todo esto no era solo un gesto para él; era mucho más. Era su forma de compensar el daño que otros le habían hecho a Peter, de garantizar que el chico supiera, sin lugar a dudas, que tenía un lugar en el mundo donde era valorado y protegido. Él haría todo lo posible para que Peter no tuviera que cargar con las inseguridades y cicatrices que él había llevado durante años.
May, por su parte, cruzó los brazos con una sonrisa de satisfacción.
- Está decidido, entonces. Pero si estos chicos no ganan, alguien tendrá que lidiar conmigo. - Él y Pepper intercambiaron una mirada y rieron, aunque ambos sabían que May hablaba completamente en serio.
La primera decisión fue dejar en manos del equipo de guías turísticos de la Torre Stark la organización del recorrido. No era algo que se hiciera habitualmente, pero con un museo en uno de los pisos principales, contaban con tres guías altamente capacitados para liderar las visitas. Andre, Maria y Clara eran los encargados de las giras mensuales, y su trabajo era impecable. La torre contaba con un museo que organizaba un recorrido mensual para 15 personas, había una lista de espera de muchísimo tiempo según Friday. Maria solía liderar el grupo, explicando cada detalle con entusiasmo y paciencia. Clara se mezclaba con los visitantes para asegurarse de que nadie se sobrepasara, y Andre cerraba el grupo, asegurándose de que nadie se perdiera. Los tres formaban un equipo tan sincronizado que Tony bromeaba diciendo que deberían entrenar a los Vengadores en su delicado arte del trabajo en equipo.
Andre y Clara, antiguos boxeadores y colegas de Happy, llevaban ya siete años trabajando para Industrias Stark. Fue precisamente Happy quien, en una de sus observaciones casuales, sugirió que Peter no había recibido un recorrido adecuado por la torre. Andre y Clara, atentos y con un cariño especial por los jóvenes prometedores, no sólo le dieron un recorrido completo, sino que también le presentaron a Maria, quien quedó fascinada con la curiosidad innata del chico.
Ese pequeño gesto, aparentemente insignificante, había cambiado mucho las cosas. El recorrido no solo incluyó el museo; Peter había tenido acceso a áreas que pocas personas conocían, como los laboratorios más avanzados, la sala de descanso privada, y hasta los túneles secretos bajo la torre. Tony, aunque conocía esos túneles de memoria, apenas había estado en ellos una vez en toda su vida.
Peter, siendo Peter, no tardó ni un segundo en agradecer el gesto de una forma muy suya. Invitó al equipo de guías a su laboratorio personal dentro de la torre, un espacio que Tony había acondicionado especialmente para él. De hecho, Peter tenía tres laboratorios en total: uno que compartía con Tony en el taller principal, otro reservado exclusivamente para sus avances como Spider-Man, y un tercero en el piso destinado a los pasantes, donde ayudaba a otros jóvenes con sus propios proyectos.
Esa conexión genuina que Peter estableció con el equipo de recorridos no pasó desapercibida. Andre, Clara y Maria lo ayudaron a conectarse con personas importantes dentro de Industrias Stark. Fue así como Peter comenzó a ser conocido entre los empleados, y aunque la mayoría lo admiraba por su talento y humildad, no faltaron los críticos malintencionados.
Algunos empleados, movidos por la envidia, comenzaron a difundir chismes dañinos sobre Peter, insinuando que no era más que un niño mimado aprovechándose de su cercanía con Tony Stark. Pero Tony no toleraba idiotas, y mucho menos a quienes intentaban dañar a alguien que él protegía. Los responsables de las difamaciones fueron despedidos casi de inmediato. Happy y Tony supervisaron personalmente, y con gran malicia de su lado, esas decisiones, asegurándose de que los culpables entendieran que no había lugar para ese tipo de comportamientos en la empresa.
Sin embargo, lo que más preocupaba a Tony era asegurarse de que Peter no se enterara. Conociendo al chico, sabía que sería el primero en culparse por la situación, incluso cuando no tenía nada que ver. Así que Tony, con la ayuda de Happy y Pepper, trabajó en silencio para mantener al chico alejado de cualquier drama extra en su vida.
También estaban los que simplemente creyeron que el chico debía tener lo necesario para obtener una pasantía con él, porque era bien sabido en la empresa que él no toleraba idiotas y por supuesto, no hacía nada que no quisiera realmente, incluso si tiene a su bella prometida a sus espaldas.
A pesar de los contratiempos, la gran mayoría de las personas en la torre conocían y adoraban a Peter. Era imposible no hacerlo. Su entusiasmo, su inteligencia y su corazón generoso habían dejado una huella en cada rincón de Industrias Stark. Para Tony, ver cómo Peter se ganaba el cariño y respeto de los demás era un recordatorio constante de que estaba haciendo lo correcto al brindarle un espacio donde pudiera brillar.
El segundo paso era decidir qué verían exactamente los niños. Tony sabía que limitarse al museo de Industrias Stark sería aburrido, especialmente para un grupo tan brillante y diverso como ellos. Así que May, Pepper, Friday y él mismo pasaron al menos dos horas investigando a cada miembro del equipo del decatlón para identificar sus intereses y personalizar la experiencia lo más posible. Para Tony, era esencial que esta visita no solo fuera educativa, sino también inolvidable para cada uno de ellos.
El equipo del decatlón, contando a Peter, estaba formado por ocho estudiantes. MJ era la líder del grupo, seguida por Ned, Cindy, Abe, Charles y Sally. También estaba Flash "Idiota" Thompson como suplente y el profesor Roger, quien, a juicio de Tony, era un incompetente monumental. Pero algo llamó la atención de Tony mientras revisaba las fotos del grupo.
- Un segundo, Fri. ¿Quién es la chica rubia que siempre está cerca de Ned y, por extensión, de Peter? ¿No es parte del decatlón? - preguntó, frunciendo el ceño mientras ampliaba varias imágenes en busca de la chica.
- No, jefe. Usted se refiere a Elizabeth "Betty" Brown, quien figura en varias redes sociales como actual pareja de Ned Leeds - respondió la inteligencia artificial con un tono que a Tony le pareció irónicamente divertido. La mandíbula de Tony cayó en completo shock justo cuando escuchó a May jadear detrás de él.
- ¿Ned? ¿Nuestro Ned con pareja? - preguntó May, incrédula. Tony negó con la cabeza, todavía procesando la información.
- Esa no la vi venir. Muy bien, quiero a esa chica en el recorrido. La he escuchado defender a Peter en algunas ocasiones. ¿Ideas, Fri?
- Por supuesto jefe, Betty presenta un programa de televisión escolar llamado Midtown News. Ama el periodismo.
Tony chasqueó los dedos, encantado.
- Diablos, eso es perfecto. Diremos que entendemos que generalmente cada instituto tiene un club de periodismo y que por eso pueden traer a una persona como invitada.
- Según lo que recuerdo, sólo Betty y un tal Jason forman parte del club - intervino May.
- Pero Peter siempre menciona que Jason es muy vago y que Betty se encarga de todo.
Con eso, concluyó la lista. Nueve niños y un adulto. Los tres, con la ayuda de FRI, analizaron los perfiles de cada estudiante para asignarles las áreas de Industrias Stark que mejor se ajustaran a sus intereses.
- Si su grupo no gana, perderé la cabeza - murmuró Pepper después de revisar el perfil de una de las niñas del equipo por tercera vez.
Tony no pudo evitar sonreír ante el tono de su prometida. Había algo profundamente divertido en verla tan apasionada con un grupo de adolescentes que no conocía, pero también sentía una pequeña punzada de orgullo. Esta era una oportunidad para demostrar, tanto a los chicos como al mundo, cómo Industrias Stark podía inspirar a las nuevas generaciones.
Mj era un caso interesante. Según Pepper, quien había desarrollado un talento innato para leer a las personas, la joven mostraba un gran interés en la ética, la moral y el ambientalismo, además de ser excelente en literatura, arte e historia. Tony recordó haberla visto en una de las competiciones del decatlón, respondiendo con precisión y convicción una pregunta particularmente difícil sobre la Ilíada.
- Sí, definitivamente necesita ver los proyectos sostenibles - murmuró para sí mismo mientras recorría mentalmente el piso 25. Visualizó a MJ explorando el departamento de ambientación, tal vez incluso participando en una pequeña charla con el equipo sobre cómo las empresas podían liderar el cambio hacia un futuro más verde.
- Le va a encantar - dijo en voz alta, satisfecho con su decisión.
Luego estaba Ned, el chico que siempre parecía estar a un paso de convertirse en el próximo genio tecnológico de su generación, si no es que ya lo era. Tony no podía evitar ver un poco de sí mismo en Ned: el brillo en los ojos cuando hablaba de tecnología, el entusiasmo genuino por la ciberseguridad y los sistemas complejos.
- Frank, más te vale estar disponible ese día - dijo, enviando una nota rápida a su mano derecha en el departamento de ciberseguridad.
Era uno de los mejores, y Tony sabía que Ned disfrutaría cada segundo en ese entorno. Podía imaginar al chico absorbiendo todo como una esponja, haciéndole preguntas a Frank que probablemente sorprenderían incluso a un veterano como él. Pero incluso así, la tendría difícil, no era un veterano por nada. Frank Adams era el hermano mayor de Andre y también un buen amigo de Happy. Por lo que él sabía, esos tres tenían un viernes de cerveza al mes.
Cindy, por otro lado, era todo biología y química. Tony siempre había encontrado esas áreas un poco ajenas, pero reconocía su importancia. El hecho de que Cindy fuera fanática del trabajo de la Dra. Cho hacía que la decisión fuera fácil. Según los registros, los últimos libros que Cindy había tomado de la biblioteca pública de Queens, eran sobre la biotecnología y la nanotecnología.
- Fri, asegúrate de que Cho esté libre ese día. Cindy merece conocer a su héroe personal. - Dijo mientras escribía una nota mental para asegurarse de que los laboratorios de biotecnología estuvieran impecables, escuchó la voz de May detrás de él.
- Eso es perturbador e increíblemente invasivo.
Tony hizo una pausa, su conciencia asomando por un breve momento. Pero antes de que pudiera articular una disculpa, May continuó.
- Fascinante. - Él sonrió, aunque no estaba seguro de si debía sentirse aliviado o preocupado.
Abe era un estudiante con intereses sólidos en las ciencias sociales y naturales. Tony pensó que probablemente era el tipo de persona que hacía preguntas incómodas pero importantes, algo que siempre apreciaba, aunque a veces le costara admitirlo.
- El chico necesita ver el departamento de desarrollo humano. Ah, y el de ambientación también. Esos dos pisos lo tendrán ocupado.
Charles era otra historia. Su enfoque en economía, política y filosofía lo hacía un candidato perfecto para el departamento de finanzas y negocios. Tony pensó que tal vez Charles sería el primero en intentar impresionar con preguntas que sonaran inteligentes.
- Espero que no trate de debatirme sobre políticas fiscales. No tengo paciencia para eso, ni hoy ni nunca en la vida - murmuró, aunque una parte de él sabía que probablemente terminaría disfrutando del intercambio.
Sally representaba otro tipo de mente. Amante de la moda, el diseño y el arte, Tony se aseguró de que el departamento de marketing y diseño gráfico estuviera preparado para recibirla.
- FRI, dile a los diseñadores que preparen algo impresionante. Quiero que Sally vea cómo las ideas se convierten en realidad.
Luego llegó el turno de Thompson y dejó escapar un suspiro agotador.
- ¿Qué hago contigo? - Murmuro rascando su barbilla en lo que pensaba.
Flash era el tipo de chico que parecía estar en el equipo por razones que nada tenían que ver con el mérito si no más en el aporte económico de su familia hacia la institución. Aun así, Tony no iba a excluirlo del recorrido. Revisó la lista de intereses de Flash: tecnología militar, quinjets, armas.
- Fri, asegúrate de que no pase ni cerca de esas cosas. No quiero que esto termine en un desastre.
Lo sintió mucho por el chico, pero eran cosas peligrosas como para arriesgarse, sin embargo lo tranquilizaba un poco saber que tendría historia militar en el museo y armas desactivadas en la parte del museo de los vengadores.
Finalmente, estaba Betty. Era evidente que la chica tenía un futuro brillante en el periodismo. Su popularidad en redes sociales y su papel en Midtown News mostraban una dedicación impresionante para alguien tan joven. Tony decidió que el departamento de relaciones públicas y medios sería ideal para ella.
Con los intereses de cada estudiante organizados y las visitas asignadas, Tony se reclinó en su silla, mirando la lista final. Era un trabajo bien hecho, y no pudo evitar sentirse un poco orgulloso.
-Si no terminan adorándome después de esto, no sé qué más puedo hacer - Mencionó satisfecho con una sonrisa autosuficiente dibujándose en su rostro.
- No pierdas el foco cariño, hacemos esto por Peter - Recordó con calidez su prometida.
Sonrió, completamente enamorado, escuchando las palabras de Pepper. Sabía que tenía razón. En el fondo, esto no se trataba de ser adorado o de ganar puntos con nadie. Se trataba de Peter.
Quería demostrar, a estos niños y a cualquier otra persona, que Peter Parker no era solo un adolescente cualquiera, sino alguien que realmente formaba parte de algo más grande, y tenía una familia atrás suyo que lo acompañaba y apoyaba en cada uno de los pasos que daba.
Había escuchado, en más de una ocasión, a algunos de los niños en el instituto de Peter hacer comentarios despectivos o al menos incrédulos sobre cómo alguien como Peter Parker podría ser parte de un lugar como la Torre Stark. Algunos lo consideraban un golpe de suerte, otros simplemente no lo entendían. Y aunque Peter rara vez hablaba de eso, Tony sabía que esas opiniones le afectaban más de lo que le gustaría admitir.
Este recorrido era más que una visita. Era una oportunidad para mostrarles a esos niños que Peter no era solo "el chico raro con suerte" que había terminado en la torre. Era un joven increíblemente talentoso y bondadoso que se llevaba bien con todos, desde el propio Tony hasta la Dra. Cho, desde Happy hasta los técnicos de mantenimiento. Peter era, en todos los sentidos, una parte de la familia Stark.
Recordó todas las veces que Peter se había quedado en los laboratorios hasta tarde, trabajando en un proyecto, o cómo ayudaba a los empleados de la torre con pequeños problemas técnicos sin que nadie se lo pidiera. También recordó cómo se iluminaba el rostro de Happy cuando hablaba de las veces que Peter lo había ayudado, aunque fuera algo tan simple como recuperar un archivo perdido o compartir una idea.
- De acuerdo, Fri. Asegúrate de que cada detalle sea perfecto. Si alguno de esos niños termina pensando que Peter no merece estar aquí después de esto, será porque son ciegos o porque no estuvieron prestando atención.
- Entendido, jefe. He ajustado las recomendaciones para resaltar las contribuciones del señor Parker en las áreas asignadas al recorrido.
Chapter 6: Suerte Parker
Notes:
Solo quiero decir que me siento particularmente orgullosa de este capítulo. También mencionar que realmente no se de donde salieron esos sentimientos hacia Mary y Richard Parker, tampoco se de donde salió una amistad con Cindy, solo surgió mientras escribía.
Chapter Text
La suerte Parker era algo realmente fastidioso. Lo que comenzó como una tonta broma con el tío Ben, cuando él aún era un niño, rápidamente escaló a ser una sombra siniestra en su vida.
Sus padres habían muerto cuando era muy joven, tan joven que apenas podía recordarlos con claridad. Los pocos fragmentos de memoria que tenía, eran como piezas de un rompecabezas incompleto, el sonido de una risa, el leve aroma de un perfume que a veces parecía percibir en la brisa, etc. pero esos recuerdos eran vagos, nebulosos. Cuando pensaba en la familia, lo primero que venía a su mente era la tía May y el tío Ben. Ellos habían sido su constante, su refugio, y la razón por la que había podido mantenerse de pie cuando el resto del mundo parecía derrumbarse a su alrededor.
May era alguien realmente increíble. Según lo que sabía, ella había comenzado a salir con el tío Ben dos años antes de su nacimiento. Aunque su padre y Ben nunca fueron demasiado unidos, su llegada al mundo cambió eso. Su nacimiento unió a las familias de una manera inesperada, con la tía May y su madre fortaleciendo un vínculo que se extendió naturalmente a los hermanos. Sin embargo, su infancia no fue fácil ni típica.
Sus padres eran científicos, personas brillantes que viajaban por todo el mundo presentando sus trabajos y buscando financiamiento para sus experimentos. Aunque admiraba su dedicación, esa vida de constantes viajes significaba que él pasaba semanas, a veces meses, bajo el cuidado de Ben y May. Por suerte, según le habían contado en más de una ocasión, había sido un niño terriblemente tranquilo, incluso desde la cuna.
"Tranquilo, pero frágil," pensaba él con una mezcla de nostalgia y amargura.
Su salud siempre había sido un desafío para la familia. El asma y la necesidad de llevar anteojos lo convirtieron en un blanco fácil para los matones. Había pasado por al menos cuatro escuelas públicas antes de que sus tíos se vieran obligados a sacarlo por los disturbios que los otros niños le causaban. Cada cambio de escuela lo hacía sentir más aislado, pero siempre lograba encontrar su refugio en la ciencia.
Desde que tenía memoria, había amado la ciencia con una gran intensidad. Química, física, cualquier cosa que implicara descubrir cómo funcionaba el mundo se sentía como una extensión de él mismo. May solía reírse al recordarle un viejo video donde, con apenas unos meses de vida y un chupete en la boca, señalaba violentamente los libros de ciencia en una estantería de la biblioteca.
- "Eras raro incluso antes de que supieras hablar," le decía bromeando con una sonrisa cálida.
Por suerte, May y Ben siempre apoyaron su amor por el estudio. Cada cumpleaños, cada Navidad, llegaba con un libro de física o una revista de ciencia en sus manos. Sus padres, en cambio, no parecían entenderlo del todo. Para ellos, el trabajo era lo que los alejaba de su hijo, y cuando estaban en casa, lo único que querían era descansar, desconectarse del mundo y pasar tiempo con su "bebé". Pero la realidad era, que cada vez que volvían, se encontraban con un niño mucho mayor y con hobbies siempre diferentes. Ellos no notaban que se estaban perdiendo casi toda su infancia por los viajes que hacían.
Él, sin embargo, nunca fue un niño normal. Mientras otros niños jugaban con autos de juguete o videojuegos, él devoraba libros sobre experimentos químicos y programas educativos. En ese entonces no lo veía como algo malo; era un niño inocente que no notaba las señales de desaprobación en las miradas de sus padres. Pero sus tíos, siendo adultos, sí las veían. Más de una vez los escuchó discutir en voz baja sobre lo mucho que les preocupaba la reacción de sus padres ante su amor por la ciencia.
La noticia de la muerte de sus padres llegó poco después de una de esas discusiones. "Un accidente aéreo," le dijeron. Era una frase que sonaba tan remota, tan irreal, que al principio no la entendió del todo. Pero lo que sí entendió fue lo que significaba para él, se quedaría con el tío Ben y la tía May para siempre.
Por extraño que parezca, sintió algo de alivio. Amaba a sus padres, claro, pero vivir con ellos significaba dejar de lado su curiosidad y pasión por aprender. En cambio, sus tíos lo apoyaban en todo. Sus regalos siempre eran libros, revistas, museos científicos o demás herramientas que alimentaban su mente. A pesar del dolor por la pérdida, terminar de crecer con ellos fue una gran bendición.
El primer chiste sobre la suerte Parker surgió meses después de la tragedia. Él y el tío Ben estaban arreglando algo en el garaje cuando una herramienta se cayó, casi golpeándolo en el pie.
"La suerte Parker," había dicho Ben entre risas, intentando aliviar el ambiente tenso en el que ambos vivían desde la muerte de sus padres. Era un comentario pequeño, insignificante incluso, pero lo ayudó a sobrellevar el dolor.
Por supuesto, May no estaba de acuerdo. Cuando escuchó el chiste por primera vez, casi se infartó. "¿Cómo pueden bromear con eso?" les había gritado, las manos en las caderas y el ceño fruncido. Pero con el tiempo, incluso ella entendió que a veces el humor era la única forma de enfrentar el caos que parecía seguirlos a donde fueran.
Ahora, años después, el concepto de la suerte Parker seguía siendo parte de su vida. No podía evitar pensar en ello cada vez que algo salía mal o cada vez que sentía que el peso del mundo recaía sobre sus hombros.
La única vez que sintió que rompió la "suerte Parker" fue el día en que conoció a Ned. A simple vista, Ned era un niño de gran tamaño con un corazón aún más grande. Todo empezó gracias a la tía May, quien había insistido en que asistiera a unas clases públicas de robótica para niños. Según ella, sería una excelente manera de expandir sus conocimientos y de, quizás, hacer nuevos amigos con sus mismos intereses.
Sin embargo, él estaba convencido de que aquello sería un desperdicio de tiempo. "Ya sé todo lo que van a enseñar ahí," había protestado, con un aire de escepticismo y aburrimiento. Pero el poder de convencimiento de una tía no tiene rival, así que finalmente aceptó.
Cuando llegó a las clases, un nudo de nervios se apoderó de él. Se sentía fuera de lugar. Tenía solo diez años, usaba unos anteojos enormes que apenas se quedaban en su nariz y su asma siempre parecía elegir los momentos más inoportunos para aparecer. En su cabeza ya se imaginaba a los otros niños más grandes y seguros de sí mismos, mirándolo con burla. Pero entonces lo vio.
Un niño de su misma edad estaba ahí, escondiéndose tímidamente detrás de la falda de una mujer mayor que, más tarde, sabría que era su abuela Lola. Parecía tan incómodo como él, con las manos entrelazadas y los ojos nerviosos. Era como verse en un espejo, y por un momento sintió un extraño alivio.
Ambas mujeres, como si compartieran una conexión telepática, decidieron empujarlos suavemente uno enfrente del otro. Los dos murieron de vergüenza, mirando hacia el suelo, hasta que algo cambió, ambos notaron que llevaban la misma remera de Star Wars.
-“¿Te gusta Star Wars?” preguntó, intentando sonar casual, aunque sus mejillas estaban completamente rojas y en su voz se notaba la esperanza y emoción.
-“¿Me estás diciendo que hay personas a las que no les gusta Star Wars?” respondió Ned, fingiendo horror.
Ambos rieron, y en ese instante todo cambió. Algo encajó. Desde ese día, se convirtieron en inseparables. Ned no tenía amigos en su escuela, y Peter necesitaba desesperadamente una nueva escuela, lejos de los acosadores que lo atormentaban por ser débil y flaco. La abuela Lola y la tía May, en una colaboración digna de aplausos, se propusieron cambiar a ambos a un nuevo colegio. La transición fue difícil, pero juntos lograron enfrentarse a todo.
No solo habían luchado contra los matones que los perseguían, sino que también encontraron a otros niños inteligentes como ellos. Cindy Moon era una de ellos: una niña pequeña, tímida, con el cabello negro y un amor evidente por los libros de biología y química avanzada. La veían sentarse sola en los recreos, con sus libros siempre abiertos, inmersa en su propio mundo. Peter y Ned estaban emocionados de encontrar a alguien como ellos, pero también tenían miedo de acercarse.
Ese temor desapareció un día especialmente malo. Los matones no habían ido tras ellos esa vez, sino tras Cindy. La rodearon, la empujaron y se burlaron de ella mientras destrozaban sus libros. Ned y él llegaron demasiado tarde, justo cuando rompieron sus lentes. Cindy estaba llorando, sujetada por dos de los matones, y su llanto era casi desgarrador. Sin pensar mucho, Peter se acercó y le dio sus propios lentes. No eran perfectos para su vista, pero era lo único que podía hacer en ese momento. Al verlos aparecer, los otros niños corrieron fuera de sus vistas.
- “Tómalos, por favor, no llores,”- le dijo con una mezcla de urgencia y ternura. Ned, mientras tanto, intentaba recuperar algunos de los libros de Cindy, aunque la mayoría estaban en muy mal estado.
Para sorpresa de ambos, Cindy dejó de llorar lentamente. Los miró con sus ojos rasgados, llenos de timidez y algo de cautela, pero también con gratitud. Fue un momento pequeño, pero para Peter significó mucho. Sintió que, por una vez, había podido hacer algo bueno. Lamentablemente, los padres de Cindy eran increíblemente protectores. En cuanto se enteraron de lo ocurrido, decidieron sacarla de la escuela inmediatamente. Peter y Ned no tuvieron la oportunidad de despedirse de ella, de la que podría haber sido una gran aliada y amiga.
La vida siguió, y los matones continuaron enfocándose en ellos. Eugene, en particular, era un problema constante. Al principio, Peter había sentido algo de lástima por él. Quizás había una razón detrás de su comportamiento, algo que explicara su horrible actitud. Pero, con el tiempo, esa lástima se desvaneció. Eugene era simplemente un dolor de cabeza.
Por alguna razón que Peter no lograba entender, Eugene parecía tener una fijación especial con él. Robaba sus inhaladores y sus antialérgicos, poniéndolo en situaciones peligrosas. Peter no podía estar cerca del maní o las fresas sin riesgo de una reacción alérgica severa, algo que Eugene parecía encontrar particularmente divertido a pesar de lo peligroso de la situación.
Sin embargo, cuando la tía May y el tío Ben le dieron la noticia de que había conseguido una beca en la prestigiosa institución de ciencia y tecnología Midtown, todo cambió. Era un sueño hecho realidad, algo que ni siquiera se había atrevido a imaginar. La mejor parte fue que Ned también había conseguido dicha beca. Por un momento, Peter sintió una alegría genuina. Ambos tendrían una nueva oportunidad, un nuevo comienzo, lejos de Eugene y los demás problemas.
“Escuela nueva, vida nueva, ¿no?” pensó con una sonrisa esperanzada.
Por supuesto que no, Eugene estaba allí el primer día de clases en Midtown, como uno de los tantos niños transferidos que iniciaban su primer año. Peter no pudo evitar sentir una mezcla de frustración y resignación al verlo aparecer.
“Suerte Parker” - Murmuraron él y Ned en ese momento.
El apodo de “Flash” surgió rápidamente. Un chico de cuarto año lo había visto correr durante una clase de educación física y, con un tono sarcástico y provocador, le soltó: “¡Eres todo un Flash chico!”.
Eugene, por supuesto, no entendió el sarcasmo o lo ignoró completamente. En cambio, abrazó el sobrenombre como si fuera un trofeo y se autoproclamó “el más rápido y genial de todo el colegio”. Peter y Ned no compartían esa visión. Desde su perspectiva, Flash no era ni rápido ni mucho menos genial, pero debían admitir que sí corría mejor que ellos. Entre Ned, que siempre parecía más interesado en la comida que en el deporte, y Peter, que apenas podía respirar después de un par de vueltas gracias a su asma, la educación física era una clase humillante para ellos. El resultado no se hizo esperar, quedaron en el fondo de la cadena social del primer año de Midtown. Para colmo, Eugene seguía haciendo de sus vidas un pequeño infierno.
Fue durante una de las primeras semanas cuando la vieron, Cindy Moon, la misma chica a la que habían ayudado años atrás. Su cabello negro seguía igual, pero su actitud era completamente distinta. Cindy no era la tímida niña que solía sentarse sola en los recreos. Ahora era popular, sonriente y claramente más segura de sí misma.
Cuando Cindy se acercó a ellos para agradecerles por lo que habían hecho en el pasado, Peter sintió una mezcla de alegría y melancolía. Habían marcado una diferencia en su vida, eso estaba claro, pero también sabían lo que pasaría si la gente los veía juntos. La popularidad de Cindy podría desmoronarse en un abrir y cerrar de ojos y eso no era algo de lo que estaba dispuesto a permitir. Por eso, aunque les dolió, decidieron mantener su amistad en secreto.
Ella, sin embargo, encontró la manera de incluirlos en su vida. Crearon un grupo de WhatsApp y comenzaron a verse en los clubes del instituto. En el club de música, Cindy tocaba el violín, Ned la flauta, y Peter… bueno, Peter intentaba mantenerse al ritmo con una vieja pandereta. El club de robótica los unió aún más, especialmente cuando los asignaron al mismo equipo en varios proyectos. Y luego estaba el decatlón académico. Formar parte del equipo fue un logro que los llenó de orgullo.
El final de aquel año trajo consigo una excursión escolar que prometía ser inolvidable, pero por las razones equivocadas. Peter, como siempre, se perdió en su mundo. Había estado leyendo una placa conmemorativa cuando se dio cuenta de que el grupo había avanzado sin él. Mientras intentaba alcanzarlos, Eugene apareció.
- ¿Qué haces aquí, Penis? ¿Perdiéndote como siempre? - dijo con su tono burlón característico antes de empujarlo hacia un laboratorio que tenía un gran letrero de “Prohibido el paso”.
Peter tropezó al entrar, y la puerta se cerró detrás de él. El laboratorio estaba lleno de terrarios de vidrio, cada uno conteniendo arañas de diferentes tamaños y colores. Muy pocas parecían vivas y el lugar entero daba una sensación de abandono total, como si fuese un laboratorio olvidado del lugar.
Intentó calmarse. “Son solo arañas y están enjauladas”, pensó. Pero en su intento de controlar el miedo, no notó que una de ellas se había soltado. Cuando sintió el pinchazo en la nuca, pensó que sólo había rozado algo. No fue hasta que salió tambaleándose del laboratorio que el verdadero terror comenzó.
Aquella noche, la fiebre llegó con fuerza. Pasó tres días sumido en un estado de confusión y alucinaciones, con sudores fríos y un dolor que parecía quemarle desde dentro. La tía May y su tío estaban desesperados, pero él apenas podía escuchar sus voces. En medio de su delirio, pensamientos de culpa lo abrumaban. No podía dejar de pensar en sus padres, en cómo May y Ben lo habían acogido tras su muerte, y en lo poco que les había agradecido por todo lo que hacían por él.
Cuando finalmente despertó, se sintió diferente. Sus sentidos estaban más agudos, y algo en su interior le decía que ya no era el mismo. Pronto descubrió la magnitud de su cambio: fuerza, velocidad, agilidad… Todo era extraordinario. Pero este nuevo poder venía con un precio. Temiendo lastimar a quienes amaba, comenzó a distanciarse de todos. Fue entonces cuando Spiderman nació, como un intento de canalizar estas habilidades para algo positivo para el mundo. Realmente no se lo tomaba muy en serio y era algo ocasional.
Sin embargo, incluso un héroe pierde. La noche en que Tío Ben murió, Peter comprendió el verdadero significado de la responsabilidad. Habían salido a comprar helado por un capricho suyo, y un asaltante le disparó frente a sus ojos. Peter había tenido el poder para detenerlo, pero no pudo moverse, ni un solo centímetro. Su cuerpo se había quedado paralizado y pesado. Escuchaba su sangre bombear por su cuerpo y el latido errático de su propio corazón.
- “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad…” - Había susurrado Ben con su último aliento, y esas palabras quedaron grabadas para siempre en su cabeza y corazón.
Desde entonces, Peter cargaba con la culpa y la promesa de ser mejor. May, a pesar de su propio dolor, nunca lo culpó. Incluso se ofreció a adoptarlo oficialmente con su apellido de nacimiento y no el de casada, pero Peter declinó. Era un Parker, y como tal, debía llevar el peso de su nombre y sus errores.
“Tal vez la suerte Parker nunca se fue realmente”, pensó. “Tal vez siempre estuvo ahí, esperando el momento adecuado de atacar”.
A partir de ese trágico momento en su vida, la suerte Parker había aparecido ocasionalmente siendo un recuerdo constante de su mala suerte.
- Conoció a Tony Stark pero perdieron la pelea.
- Consiguió una cita con Liz pero su padre era el villano e intentó matarlo.
- Obtuvo una pasantía verdadera con el Sr. Stark pero la tía May se enteró de que es Spiderman.
- Conoce a Pepper y Rhodes pero obtiene mutaciones no tan geniales de la araña que lo picó tiempo atrás.
- Empieza a obtener una nueva figura paterna pero los matones se multiplican y sus insultos comienzan a doler cada vez más.
Estaba un poco cansado de lo último, era extremadamente extraño, pero un grupo de cuatro chicos se habían transferido cerca de fin de año. Al parecer sus padres eran todos amigos entre sí y con mucho dinero disponible para lograr un traslado en estas épocas. En fin, los chicos parecían ser muy populares, típicos poco cerebro, mucha fiesta. Exactamente el tipo de amistades de Flash, ni siquiera se sorprendió cuando al segundo día de su llegada, ya eran amigos de Flash.
Al principio se mantuvo lejos de ellos así que no hubo ningún problema. Pero la abuela de Ned, Lola, había enfermado repentinamente y toda su familia viajó para cuidarla. Mj, por otro lado, estaba de viaje con su madre, intentando mejorar su vínculo madre e hija. Entonces si, estaba solo y fue como servirlo en una bandeja de oro y dejarla frente a Flash para que lo devore.
- Ugh, ahí va Penis Parker, cuidado muchachos, llamara a Tony Stark para que le salve el trasero - Se burló riendo a carcajadas, por supuesto que los nuevos no entendían la burla.
- ¿Aún no lo saben? Penis, aquí presente, tiene una “pasantía” en industrias Stark - Hizo comillas con sus dedos mientras su tono se volvió aún más burlón que antes. Los nuevos, en consecuencia, habían reído a carcajadas.
Porque, quién creería que el pobre chico becado tendría una pasantía con Tony, jodido, Stark. Los dos días siguientes a eso fueron un martirio, el grupo lo acosaba incesantemente con burlas e incluso Joss, uno de los nuevos, le había tirado un refresco en la cabeza frente a todos en la hora del almuerzo.
- ¡Oh no! Llamará a Tony Stark y Iron - Man me matara - Bromeo en un falso tono horrorizado.
Había inhalado intentando no perder sus nervios, no quería darles la satisfacción de una respuesta de su parte, así que se encogió de hombros y se fue a su casillero escuchando las risas de gran parte de la escuela. Cindy, discreta y tan silenciosa como siempre, se apresuró a seguirlo y le ofreció una toalla que había recogido en el camino.
- No los escuches, si ellos no te creen no es su problema. Nunca me has demostrado ni una pizca de la pasantía e incluso así se que jamas engañarias a una mosca, por lo que creo completamente en la pasantía. - Había dicho mientras secaba su cabeza, él por su parte estaba cansado, física, porque se quedó hasta tarde patrullando, y mentalemtne por la situación.
- No es nada nuevo Cyn, ni siquiera te preocupes - Mencionó restando importancia al asunto mientras bostezaba un poco.
- ¿Te estas durmiendo sobre mi Parker? ¿Qué diría Mj? - Pregunto alzando sus cejas y bajandolas rápidamente insinuando el doble sentido, lo que lo hizo sobresaltar y sonrojarse.
- ¡No salgo con Mj! Ella es solo mi amiga - Se quejó como un niño pequeño.
- Claro, por supuesto muchacho.
Rieron y afortunadamente todo quedó ahí ese día, pero unos días después, el último día antes del regreso de Ned y Mj, lo habían golpeado después de la escuela y lo habían encerrado en un tacho de basura. Estaba tan agotado por la patrulla del día anterior y de la propia golpiza que acababa de recibir, que no tenía fuerzas para salir del lugar.
- ¿¡Peter!? - Escucho el grito de Cindy pero ni siquiera pudo responder, el olor de la basura le estaba dando demasiado asco como para abrir la boca.
- ¿Buscas a Peter Parker? - Pregunto… ¿¡Happy!? ¿Era día de pasantía?
- Si señor, unos chicos de la escuel- Rápidamente la interrumpió, la adrenalina le dió la fuerza necesaria para salir, Happy no se enteraría de que era abusado, jamás.
- ¡Cindy! Lo siento, caí de cara sobre esto mientras buscaba una parte de computadora que vi entre la basura. - Happy boquiabierto se había acercado para ayudarlo a salir inmediatamente lo vio en ese estado.
- Dios mío muchacho, saque a Tony de muchas basuras pero esto no es algo que esperaba repetir contigo - murmuró con una preocupación no tan vista en él.
- ¡Peter! - Grito Cindy y se apresuró a ayudar.
Ese día, había logrado convencer a Happy de que había sucedido una emergencia de Spiderman y de ahí estar nadando en la basura y tener golpes, sin embargo Cindy fue más serio, ella había visto a lo lejos como los nuevos lo tiraban ahí después de una golpiza.
Las cosas se habían mantenido relativamente tranquilas, o al menos eso pensaba Peter. Ahora que Mj y Ned estaban de vuelta, pasaban las tardes estudiando juntos en la casa de alguno de los tres, preparándose para la competencia de decatlón que se acercaba más rápido de lo que él quisiera admitir. Era un buen cambio de ritmo, un respiro necesario después de los últimos incidentes con Flash y los nuevos. Sin embargo, esa tregua no duraría mucho. La "suerte Parker" tenía otros planes para él.
Todo comenzó en una de las clases de ciencias, con la inesperada aparición del profesor Harrington. Era uno de sus favoritos, siempre amable y accesible, lo que hacía aún más desconcertante verlo entrar con el ceño fruncido y murmurando algo con evidente enojo. El aire en la sala pareció tensarse, y Peter no pudo evitar sentir que algo iba mal.
- “¿Sr.? ¿Todo está bien?” - preguntó tímidamente, su tono cargado de preocupación sincera.
El profesor, quien hasta entonces no había reparado en él, levantó la vista y lo miró con furia contenida. Peter sintió como si toda esa ira acumulada se dirigiera directamente a él.
- “¡Claro que está bien!” - replicó Harrington, su tono goteando sarcasmo.
- “Simplemente tengo que leer como un millón de papeles falsificados por ti para calificar tus créditos extra por la “pasantía”. Ni siquiera estoy seguro de por qué el director cree estas tonterías. Debería centrarse en sus notas, Sr. Parker, no en estas estupideces.”
Las palabras lo golpearon con fuerza. Se sintió como si todo el salón lo estuviera mirando, cada mirada amplificando la vergüenza que lo envolvía. Peter se sonrojó profundamente, incapaz de articular una respuesta. Sabía que la srta. Potts enviaba reportes mensuales sobre sus avances, pero jamás imaginó que eso implicara una carga adicional para sus profesores. Y mucho menos que lo confrontarían de esa manera, frente a todos.
Antes de que pudiera decir algo, Mj intervino, su rostro una mezcla de furia e incredulidad.
- “Literalmente para eso le pagan, Sr.” - Soltó, ganándose un castigo inmediato. Ned no se quedó atrás.
- “Peter solo le preguntó bien. Usted fue el grosero aquí” - protestó, llevándose otro castigo por su valentía. Betty, visiblemente molesta, cruzó los brazos y añadió.
- “Eso no parece correcto. Ned solo está señalando lo que pasó. Este castigo no tiene sentido”- El profesor, imperturbable, no hizo más que sumar otro nombre a la lista de castigados.
- “¡No puedes castigar a todos solo porque estas tratando mal a Peter y lo estamos defendiendo!” - Reclamo Cindy con enojo.
- “Jones, Leeds, Brown, Moon y Parker, castigados después de clases” - Sentenció con indiferencia.
- “¿¡Y Peter por qué!?” - Chillaron Betty y Cindy al unísono, pero Harrington solo se encogió de hombros, como si fuera un juego para él.
La vergüenza y el pesar siguieron a Peter durante el resto del día. Aunque sus amigos lo habían defendido, no podía sacudirse la sensación de culpa. ¿Era tan difícil de creer en su palabra?
Eso había sucedido el día anterior y aún se sentía apenado por lo que había sucedido, pero ese mismo día, alrededor de las once y treinta pasadas, probablemente más cerca de las doce, los nuevos y Flash lo habían rodeado.
- Miren al pobre becado, primero huérfano y ahora mentiroso - Se burló Scott.
- ¿No te da pena Penis? Arruinas el mundo con tontas mentiras, ¿qué ganas con eso realmente? Digo, nadie en su sano juicio creerá que tienes una pasantía con Tony Stark - Continuó Joss.
- Para empezar, no lo quiso su familia, ¿porque lo quería Tony Stark? - Preguntó sarcástico Alex.
El timbre de la clase había sonado hacía poco, así que no había muchos testigos, pero entre los pocos que estaban, destacaban Mj y Cindy. La primera se abrió paso entre los chicos con una expresión tan intimidante que incluso Flash pareció dudar. Cindy, aunque visiblemente nerviosa, levantó la barbilla y trató de emular la seguridad de su amiga.
Ned soltaba palabrotas y desmentía cada cosa que le decían pero su rostro cada vez se estaba enfadando más al ver que no se detenían si no que parecían avanzar incluso con más fuerza con sus palabras.
- Eugene Thompson, si no detienes esto ahora, estás fuera del equipo - La voz gélida de Mj corto todo insulto de parte de los nuevos e hizo que se congelen en su lugar y se voltearon lentamente con temor.
- ¡Ja! Vamonos chicos, lo encontraremos cuando no esté con sus guardaespaldas - Se burló medio temeroso Flash.
Ned estaba fuera de sí, convenciendo de que todo lo que habían dicho era mentira y que él mismo había sido testigo del cariño de Tony por él. Mj asintió totalmente de acuerdo y le recordó que incluso tenía una habitación en la torre, frente al cuarto de Tony y Pepper, tenía laboratorios e incluso salidas semanales con alguno de ellos. Cindy, aunque no había visto ninguna interacción de la pareja con él, lo defendió, diciendo que era demasiado genial para que esos estúpidos noten algo más que sus propios egos.
- No se preocupen chicos, estoy bien - Peter les agradeció con una sonrisa débil, pero no pudo evitar excusarse rápidamente.
Entró al baño y se lavó la cara, dejando que el agua fría calmara el ardor de sus ojos. Había logrado mantener la compostura frente a los demás, pero en el fondo sentía que se desmoronaba. Lo único que quería en ese momento era enviarle un mensaje o llamada a Tony pero no encontró su teléfono. Seguramente estaba en su mochila o lo tendría Ned así que no se preocupó por eso. El tiempo le dio la razón cuando al salir encontró a Ned con su teléfono y el suyo en mano, lucía algo temeroso pero nada fuera de su habitual así que se encogió de hombros y fueron a la siguiente clase que tenían todos juntos.
Por la tarde, como era costumbre, fueron a la casa de Mj. Aprovechaban que su madre trabajaba hasta tarde para reunirse allí y estudiar sin interrupciones. Mj siempre tenía algún comentario sarcástico preparado sobre cómo las tardes en su casa se habían convertido en un "centro de operaciones académicas", pero no parecía realmente muy enfadada por eso.
Se acomodaron en la sala de estar, repartiendo libros, cuadernos y laptops por la mesa central. El ambiente estaba cargado de concentración, aunque las bromas ocasionales de Ned lograban arrancarles una risa a los demás. Peter intentaba enfocarse en los problemas de física, pero su mente divagaba constantemente hacia los eventos de esa mañana. Las burlas de Flash y los demás aún rondaban en su cabeza.
“¿Por qué no puedo simplemente ignorarlos? Sé que no tienen razón, pero... ¿por qué me afecta tanto?”, pensaba mientras fingía resolver una ecuación.
Mj, sentada frente a él, lo observaba con atención. Aunque no dijo nada, Peter sabía que ella se daba cuenta de que algo estaba mal. Era imposible ocultarle algo; Mj tenía ese don de leerlo como un libro abierto.
- Parker, deja de mirar el libro como si fuera a explotar y concéntrate - dijo finalmente, con ese tono seco que escondía una pizca de preocupación. Él levantó la vista, sorprendido, y le dedicó una sonrisa forzada.
- Estoy concentrado, solo que... - vaciló, buscando las palabras adecuadas. Ned, quien había estado revisando una lista de posibles preguntas para el decatlón, levantó la cabeza y frunció el ceño.
- Es por lo de esta mañana, ¿verdad? - preguntó sin rodeos, dejándolo sin escapatoria.
- No es nada, en serio. Estoy bien - mintió descaradamente, bajando la mirada hacia su cuaderno.
- Por favor, Parker - intervino Mj, rodando los ojos
- No eres tan buen actor - continuó. Suspiró y dejó el lápiz en la mesa.
- Es solo que... no entiendo por qué siempre tienen que ser así conmigo. No les he hecho nada, pero parece que cada vez que las cosas van bien, alguien aparece para intentar derribarme.- Mj cruzó los brazos y lo miró fijamente.
- ¿Sabes por qué lo hacen? Porque saben que eres mejor que ellos. Flash, Scott, Joss, Trebor, Alex... Todos son unos mediocres que no soportan ver a alguien como tú, que realmente tiene algo especial. Eres una persona humilde, brillante, bondadosa y carismática, si ellos no pueden ver eso, son unos verdaderos idiotas.
- ¿Esto se convirtió en una extraña declaración o… - Murmuro por lo alto Ned pasando su mirada de ella a él.
- ¡Ned! - Gritaron ambos sonrojados y Mj aprovecho a arrojarle una almohada que acabo golpeándolo.
- Lo siento, lo siento, por dios. Bien, Mj tiene razón. Eres literalmente el tipo más inteligente que conocemos. Y trabajas con Tony Stark, por el amor de Dios. ¿Sabes cuántos darían lo que fuera por estar en tu lugar? - Peter sonrió débilmente, agradecido por el apoyo de sus amigos.
- Gracias, chicos. De verdad. No sé qué haría sin ustedes. - Mj se encogió de hombros, fingiendo indiferencia.
- Probablemente llorar en algún rincón oscuro mientras resuelves ecuaciones para distraerte.- Peter soltó una carcajada, genuina por primera vez en todo el día. Aunque los comentarios de Mj siempre iban cargados de sarcasmo, sabía que en el fondo ella solo quería hacerlo sentir mejor.
Con el ambiente un poco más ligero, volvieron a concentrarse en los estudios. Pasaron las siguientes horas repasando temas de química, historia y matemáticas, con Mj liderando las discusiones, Ned buscando datos curiosos en internet y Peter resolviendo los problemas más complicados como si fuera un juego.
Chapter 7: Día imprevisto
Notes:
Una pequeña advertencia, tenemos angustia, mucha pelusa pudre dientes, un Rhodey inoportuno y chisme. Tarde más en escribir este capitulo porque lo tuve que rehacer de 0, ayer vi las primeras películas de Iron man y se me mezclaron las personalidades de Tony. Demasiado, egocentrismo, narcisismo, etc. Siempre que me gusta escribir irondad/spiderson, trato de que la personalidad de Tony sea mas paterna, cariñosa y amistosa porque así lo considero después de pasar mucho tiempo con Peter, Harley o Morgan; pero como me vi las pelis me mezcle y no quedo bonito un Tony con la personalidad de la primer película, con el Tony paternal con Peter. Me estoy explicando bastante mal, simplemente tuve que escribir el capítulo dos veces por tonta.
Pd- Había terminado de escribir un fic donde May es horrible, Tony nunca más aparece después del buitre y Peter es parte del Team Red (Deadpool, Daredevil y Spiderman). Eran como 80.000 palabras de trabajo y se me borró, meses de trabajo y un odio increíblemente centrado en May para nada. Permítanme llorar de luto por la pérdida de ese documento.
Chapter Text
Dormir no fue tan fácil como había creído. En su cabeza, todo estaba bien, pero al parecer su inconsciente no compartía la misma opinión. Los incidentes del día anterior, tan intensos y humillantes, no desaparecían tan fácilmente como esperaba. Sus sueños se vieron invadidos por Flash y los otros chicos, convirtiéndose en una pesadilla constante que no le daba tregua.
Por un lado, no quería darles la importancia que buscaban; no pensaba alimentar su ego ni caer en su juego. Pero, a pesar de sus mayores esfuerzos, no lo estaba logrando. Era como si, en el fondo, su mente le estuviera jugando una mala pasada.
"¿Por qué no puedo simplemente ignorarlos? ¿Por qué tiene que afectarme tanto lo que ellos dicen?", pensaba mientras recordaba fragmentos del sueño que lo habían sacudido.
La escena era caótica: caía desde una altura imposible, sintiendo el impacto al estrellarse contra el suelo. A su alrededor, figuras borrosas yacen inmóviles, y sus oídos se llenan de las crueles risas de Flash y los demás. "¿Qué ganas con tus mentiras, Parker?", escuchaba una y otra vez. Pero lo peor no era eso. Lo peor era el grito de Mj. Ella estaba siendo empujada desde algún lugar alto, extendiendo su mano. Estaba paralizado, incapaz de moverse mientras el mundo a su alrededor parecía burlarse de su impotencia. Finalmente se obligó a saltar, no dejaría que el miedo lo paralice de nuevo, no otra vez. Intentó alcanzarla, pero el vacío lo tragó antes de que pudiera llegar. Al final, todo lo que quedó frente a él fue una tumba, la del Sr. Stark.
Se despertó de golpe, con un grito atrapado en su garganta y el cuerpo empapado en sudor. Su respiración era irregular, y su corazón latía con fuerza desbocada. Se llevó las manos al rostro, tratando de borrar las imágenes de su mente, pero cada vez que cerraba los ojos, el grito de Mj o la tumba del Sr. Stark volvían a atormentarlo.
"¿Qué demonios fue eso?", se preguntó, mientras se sentaba en la cama y se pasaba las manos por el rostro.
- Karen... - murmuró con voz ronca, activando su reloj inteligente.
- ¿Sí, Peter? - respondió la voz calmada de la inteligencia artificial.
- ¿Podrías...? - Ni siquiera tuvo que terminar la frase. Karen ya había desplegado en la pantalla las gráficas de los signos vitales del Sr. Stark, confirmando que todo estaba en orden.
Era vergonzoso, sí. Revisar constantemente los signos vitales del Sr. Stark para asegurarse de que estuviera bien se había convertido en un hábito que no podía abandonar.
"Es ridículo... pero es lo único que me calma", pensó, sintiéndose un poco patético. Sin embargo, entre las pesadillas y los constantes pensamientos de pérdida, era la única forma de tranquilizarse.
El día no comenzó mejor. Cambiarse para ir al instituto fue una verdadera tortura. No tenía ganas de moverse de la cama, mucho menos de enfrentar a Flash y a sus comentarios venenosos. Para colmo, últimamente la tía May estaba trabajando turnos extra, así que apenas la veía en casa. Sobre la mesa encontró una nota escrita con su letra apresurada:
"Tuve que entrar antes hoy. Dejé frutas en el refrigerador para que desayunes.
Larb, May."
Una sonrisa cansada apareció en su rostro mientras leía la nota. Sin embargo, los ecos de sus sueños seguían ahí, persistentes, como un zumbido que no podía ignorar.
Miró su reflejo en el espejo del baño mientras intentaba al menos lucir presentable. Sus rizos estaban completamente desordenados, pero no tenía ánimo de peinarse ni de usar gel para arreglarlos. Sus ojos estaban enmarcados por unas ojeras que no pasaron desapercibidas para él. Recordó cómo Cindy había bromeado el día anterior acerca de lo cansado que parecía, pero en ese momento la había ignorado por completo. Quizás tenía razón. Quizás necesitaba un descanso.
- Pronto... después de la competencia - murmuró, intentando convencerse a sí mismo de que los días más tranquilos estaban a la vuelta de la esquina.
El decatlón se acercaba rápidamente, marcando el final de las clases. Era una suerte, pensó. Si ganaban, habría satisfacción y orgullo. Si perdían, al menos las críticas del profesor Harrington y las burlas de Flash no durarían tanto. Claro, ganar tampoco lo salvaría de los comentarios hirientes, pero al menos tendría algo para sentirse bien.
Con un suspiro resignado, tomó una camiseta negra sin estampado y unos jeans a juego. Nada del humor habitual para ponerse una de sus playeras con chistes científicos. Se
calzó sus vans de siempre, agarró su mochila y salió de la habitación, intentando prepararse mentalmente para otro día que prometía ser tan complicado como el anterior.
"Vamos, Parker, no seas exagerado", se dijo a sí mismo mientras cerraba la puerta detrás de él. "Puedes con esto." Pero, en el fondo, sabía que no sería tan sencillo.
Salió de su departamento arrastrando los pies, cada paso se sentía como si tuviera un peso atado a los tobillos. El cansancio no era solo físico, sino mental, como si el mundo entero estuviera decidido a apilarse sobre sus hombros. Sus ojos ardían por la falta de sueño siendo la prueba suficiente de que estaba llegando a su límite. El aire fresco de Queens le golpeó el rostro, pero ni siquiera eso logró despejarlo. Peter caminaba por la acera como un autómata, sin prestar atención a nada a su alrededor.
No fue hasta que un auto le pitó la bocina que algo logró sacarlo de su ensimismamiento. Al principio, ni siquiera reaccionó, asumiendo que sería algún conductor impaciente o molesto por algo que él había hecho sin darse cuenta. Estaba acostumbrado a eso en Nueva York, beneficios de crecer en la gran ciudad. Pero cuando el sonido de la ventanilla bajando llegó a sus oídos, sus pensamientos se interrumpieron. Se preparó para recibir algún grito desagradable o un comentario sarcástico, porque eso era lo que parecía que el universo le estaba lanzando últimamente. Lo que no esperaba, en absoluto, fue escuchar su nombre.
- ¡Peter! ¿¡Estás bien!? - La voz era inconfundible, y cuando levantó la vista, su mente tardó un segundo en procesar lo que estaba viendo. El Sr. Stark estaba bajando apresuradamente del auto, con una expresión que mezclaba preocupación y algo de urgencia. Happy todavía estaba tratando de estacionar, pero eso no había detenido al hombre de saltar del vehículo casi al instante. Peter se quedó inmóvil, con la cabeza dando vueltas.
- ¿Sr. Stark? - murmuró con incredulidad, su voz apenas era un susurro. ¿Era real? ¿Era posible que fuera una alucinación extremadamente convincente? Su mente, todavía atrapada en las imágenes de las pesadillas, luchaba por aceptar que Tony Stark estaba parado frente a él, en carne y hueso.
- Sí, chico, soy yo - respondió con ese tono sarcástico pero inconfundiblemente cálido que lo caracterizaba.
- ¿El hormigueo, Peter? ¿No te avisó de un jodido auto siguiéndote? - Peter parpadeó, todavía tratando de volver a la realidad.
- Sentidos arácnidos - corrigió automáticamente, como si fuera un reflejo. Pero luego se encogió de hombros, porque en días como este sus sentidos podían ser impredecibles: o no funcionaban en absoluto o estaban hiperactivos, y ambos escenarios eran igual de molestos. El mayor alzó una ceja, claramente poco impresionado con la excusa.
- Lo que sea. Sube, niño.
Peter frunció el ceño, todavía intentando entender lo que estaba sucediendo. ¿Qué hacía exactamente el Sr. Stark allí, tan temprano? Más importante aún, ¿por qué estaba en un auto con Happy al volante? ¿Era esto un sueño más? Sacudió la cabeza, intentando despejar esa idea. Se subió al auto en silencio y se colocó el cinturón de seguridad, preguntándose vagamente si lo llevarían al instituto. Si era así, tal vez podría dormir un poco durante el trayecto, porque claramente lo necesitaba.
- A la torre, Happ - anunció el Sr.Stark a su lado, rompiendo el breve silencio.
- ¿Torre? - Se sobresaltó, parpadeando rápidamente para enfocarse.
- Tengo que ir a la escuela - No sonó tan preocupado como debería, y eso lo hizo sentir extraño. ¿Desde cuándo faltar al instituto no le hacía entrar en pánico? Quizás estaba más agotado de lo que pensaba.
- No, niño. Hoy te estoy secuestrando - respondió con un tono despreocupado, aunque la mirada que le lanzó decía otra cosa.
- Es un día de chicos imprevisto. May ya avisó al instituto, no te preocupes tanto.
Peter parpadeó, completamente confundido por la situación. May lo sabía y había estado de acuerdo con esto. Un día libre sonaba como un regalo caído del cielo, y estaba más que dispuesto a aceptarlo. Así que se encogió de hombros, demasiado cansado para hacer más preguntas o para discutir incluso.
Miró por la ventana mientras el auto avanzaba, perdiéndose en las calles familiares de Queens. Las imágenes pasaban frente a sus ojos, pero no lograba concentrarse en ellas. Lo único que realmente percibía era que su mentor lo miraba, probablemente con preocupación. Lo sabía porque ahora, finalmente, estaba prestando atención a sus sentidos arácnidos. Pero en lugar de consolarlo, eso solo lo hacía sentir más vulnerable.
La noche anterior había estado desesperado por algún tipo de señal del Sr. Stark, alguna prueba de que todo estaba bien. Y ahora que lo tenía aquí, en persona, el miedo a mostrarse débil comenzaba a consumirlo. Había cosas que quería decirle, preguntas que quería hacerle, pero no podía encontrar las palabras. El silencio se alargó en el auto, pesado, como si estuviera esperando a que algo finalmente se rompiera.
- Pete, chico, habla conmigo - pidió con su voz suave pero cargada de preocupación.
Esa frase fue el detonante. Todo comenzó a desmoronarse. Los comentarios de Flash, las pesadillas interminables, las horas extras de May, la constante presión de ser Spider-Man... Todo. Antes de que pudiera detenerlo, las lágrimas comenzaron a caer por su rostro. Al principio, eran solo un par, pero pronto se convirtió en un torrente imparable.
Si antes se sentía mal por mostrarse débil frente a su mentor, ahora se sentía completamente patético. Las lágrimas no se detenían, y cada sollozo parecía arrancarle un pedazo de dignidad que no sabía si podría recuperar algún día. Pero, por más que quisiera parar, era como si todo el peso que había estado cargando durante un tiempo finalmente hubiera encontrado una salida. Intentó apartarse ligeramente, limpiar su rostro con la manga de su sudadera, pero sólo consiguió empeorar la situación.
Entonces, escuchó una fuerte inhalación desde su costado, seguida de un murmullo de palabrotas que no logró descifrar del todo. Antes de que pudiera procesarlo, Tony se quitó el cinturón de seguridad de un tirón y se lanzó hacia él con una agilidad que Peter no habría esperado. De repente, sintió cómo el hombre lo atraía hacía un abrazo. No era un abrazo cómodo ni particularmente cálido; era apretujado y algo torpe, claramente afectado por el cinturón que Peter aún llevaba puesto y el espacio reducido del auto. Aun así, en ese momento, fue lo mejor que alguien había hecho por él en mucho tiempo.
Se quedó inmóvil al principio, sorprendido por el gesto. No estaba acostumbrado a que alguien lo abrazara así, con esa mezcla de urgencia y preocupación genuina. Sintió las manos de Tony presionando con firmeza su espalda, como si estuviera tratando de mantenerlo unido. Ni siquiera pensó en protestar aunque fuera un poco incómodo, también se sentía… seguro. Más seguro de lo que se había sentido en años.
Su cuerpo finalmente cedió al contacto, y sin pensarlo demasiado, dejó caer la cabeza sobre el hombro de Tony. Podía oler el suave aroma a colonia y algo metálico, un recordatorio de las largas horas que el hombre probablemente había pasado en su taller antes de aparecer allí.
- Lo siento - murmuró entrecortado, tratando de recuperar el aliento entre los sollozos, pero sin mucha convicción. No estaba seguro de qué exactamente estaba pidiendo perdón, si por llorar como un niño pequeño o simplemente por existir.
- No tienes que disculparte por esto Pete - respondió Tony, con un tono que no dejaba espacio a discusiones. Su voz era más suave de lo que Peter recordaba, pero igual de firme.
- Todos necesitamos… desahogarnos a veces. Es parte del trato de ser humano.
Las palabras, aunque simples, lo golpearon como una tonelada de ladrillos. Se sintió ridículo, pero también agradecido. Y aunque todavía lloraba, sus sollozos empezaron a disminuir poco a poco, hasta que solo quedaban los rastros de las lágrimas corriendo por sus mejillas. Se dio cuenta de que su cuerpo había estado rígido todo este tiempo, pero ahora se sentía más relajado, como si el abrazo de Tony hubiera drenado algo de la tensión acumulada en su interior. El hombre mayor suspiró, aflojando un poco el abrazo pero sin soltarlo del todo.
- Mira, sé que probablemente crees que tienes que ser fuerte todo el tiempo, pero déjame decirte algo. Incluso los mejores nos derrumbamos de vez en cuando. No hace falta ser un genio, billonario, filántropo para saber eso.
Peter dejó escapar una risa ahogada ante el intento de broma, y se sintió extrañamente aliviado. Por primera vez en semanas, algo dentro de él pareció empezar a encajar de nuevo. No todo estaba bien, pero al menos ya no estaba enfrentándolo solo.
El resto del viaje a la torre fue en un silencio tranquilo, un contraste absoluto con el caos interno que había estado sintiendo durante semanas. Después de quitarse el cinturón de seguridad, se sorprendió al notar que el Sr. Stark no parecía tener intención de romper el abrazo. De hecho, lo mantuvo firme, como si supiera que Peter lo necesitaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. No protestó. Mantuvo su cabeza apoyada contra el pecho del hombre, escuchando el ritmo constante de su corazón. Era extraño cómo algo tan simple podía ser tan reconfortante. Cerró los ojos un momento, permitiéndose absorber la sensación de seguridad que había sido tan esquiva últimamente.
Cuando llegaron a la torre, el familiar edificio se alzaba imponente frente a ellos. Aunque había estado allí más veces de las que podía contar, la magnitud del lugar siempre lograba impresionarlo. El estacionamiento, reservado solo para los altos rangos, estaba lleno de los autos favoritos de su mentor, cada uno reluciente y perfectamente alineado como si formaran parte de una exhibición de lujo. Pero él sabía que no se trataba sólo de una colección; cada auto tenía su propia historia, y más de una vez el Sr. Stark le había contado anécdotas sobre cómo había adquirido algunos de ellos. En ese momento, el adolescente estaba demasiado agotado para sentir curiosidad.
El ascensor privado les esperaba. Solo unas pocas personas tenían acceso a él; Tony, Pepper, Rhodey, Happy y él mismo. Recordó lo que Happy le había comentado una vez, casi en un susurro, durante sus primeros días como pasante. Los ex-Vengadores habían perdido todos los permisos relacionados con la torre, y Friday, la inteligencia artificial de Tony, tenía órdenes estrictas de alertar a Tony, Rhodey y Happy si alguno de ellos siquiera se acercaba. Peter nunca había preguntado los detalles, pero no podía evitar sentir que había una historia detrás de esa decisión. Había estado tan preocupado por las armas alienígenas, que más tarde descubrió que eran de Vulture, que no se había mantenido al tanto de las noticias de los vengadores. Sin embargo recordaba vagamente al Sr. Stark y Happy discutiendo de Siberia. Nunca entendio del todo pero tampoco pregunto, no quería ser insistente pero noto que ese fue el quiebre verdadero de los antiguos vengadores.
Cuando entraron al ascensor, la familiar voz de Friday lo saludó de inmediato.
- Buenos días, Peter.
- ¡Hola, Fri! - respondió, sintiendo cómo una leve sonrisa se formaba en sus labios. Aunque aún estaba cansado, había algo reconfortante en Fri.
- ¡Ey! Yo también llegué de nuevo muchacha - Se quejó su mentor con una sonrisa.
- No está en mis sistemas saludarte cada vez que entra Jefe - Respondió la ia con un tono sarcástico.
- Tampoco la llegada del niño - Respondió con falsa indignación.
- Él es bueno - Se limitó a responder y casi se la pudo imaginar encogiéndose de hombros.
Happy y él intercambiaron miradas e intentaron disimular sus risas, el otro hombre se quejó y siguió discutiendo con la ia. El ascensor se detuvo en el piso de seguridad, donde Happy se despidió con un comentario casual.
- Tengo un montón de trabajo pendiente, si me quedo con ustedes, seguro terminaré molestándolos. Disfruten el día por mí. - Peter le dedicó una pequeña sonrisa antes de que las puertas se cerraran nuevamente.
Cuando llegó a su cuarto, dejó caer su mochila en el suelo con un suspiro. Había algo familiar y seguro en ese espacio, aunque no lo visitaba tan a menudo como antes. El hombre mayor estaba esperándolo en la sala principal, y cuando regresó, el hombre levantó una ceja inquisitiva.
- Entonces, el plan inicial era dejar tus cosas e ir de paseo, pero… no creo que estemos con esos ánimos, ¿verdad? - Peter negó con la cabeza, sus dedos jugando nerviosamente con el borde de su sudadera.
- Prefiero un día de películas… si no te molesta - murmuró con timidez. El Sr. Stark le dio una palmadita en la cabeza antes de revolver su cabello de manera afectuosa.
- Lo tienes, chico. Yo preparo las palomitas, tú ve a elegir una película con Fri.
Peter asintió y se dirigió a la sala de estar, donde comenzó a navegar por la red sin mucha idea de qué escoger. Había cientos de opciones, pero, sinceramente, no tenía la energía para ponerse a buscar. Optó por la primera película que Friday le recomendó, dejándose caer en el sillón mientras esperaba. El aroma de las palomitas pronto llenó el aire, y Peter se dio cuenta de que el simple olor lo relajaba más de lo que esperaba. Su estómago gruñó, recordándole que no había comido nada desde la noche anterior.
Su mentor apareció con un tazón de palomitas en la mano y levantó una ceja al escucharlo.
- Las palomitas no van a ser suficientes si lo que acaba de sonar es tu estómago, chico. - Peter bajó la mirada, sintiéndose un poco avergonzado.
- May se fue temprano… está haciendo más turnos, y no tenía muchas ganas de cocinar, así que… no desayuné - admitió en voz baja. El hombre resopló, sacando su teléfono.
- Ya escuchaste al niño, Fri. Pide cuatro desayunos completos de nuestra cafetería favorita. Propina doble si llegan en menos de veinte minutos.
- Entendido, jefe - respondió la inteligencia artificial con eficiencia.
Mientras esperaban la comida, comenzaron a ver la película, compartiendo el tazón de palomitas. Peter no podía evitar sentirse terriblemente pegajoso, como si el cansancio y las emociones del día estuvieran adheridos a él como una segunda piel. Sin darse cuenta, comenzó a inclinarse hacia Tony, buscando esa calidez y seguridad que tanto necesitaba. El hombre sin decir nada, lo rodeó con un brazo, acomodándose mejor en el amplio sillón.
No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a jugar con sus rizos, enredando sus dedos entre ellos de una manera distraída. Peter resopló, apartándose ligeramente.
- Sr. Staaark - gruñó, fingiendo molestia mientras intentaba apartarse. Tony le lanzó una sonrisa burlona.
- Silencio, Roo. Estoy intentando ver una película aquí.
- Eres imposible - murmuró, aunque no pudo evitar sonreír.
- Ese es mi segundo nombre, muchacho. Úsalo sabiamente.
Peter dejó escapar una risa suave, sintiendo que, por primera vez en semanas, algo dentro de él se acomodaba. Había sido un tiempo difícil desde todo lo ocurrido, pero ahí, en la sala del penthouse de la torre, con el hombre que admiraba más de lo que se atrevía a admitir, se sentía extrañamente en paz. Sus dedos tamborileaban sobre el brazo del sofá, y por un momento, casi pudo olvidarse de las responsabilidades y las pérdidas.
- ¿Sabes, Sr. Stark?- comenzó, su voz apenas un susurro.
- A veces siento que nada va a mejorar, pero luego... hay momentos como este.- Tony alzó una ceja mientras miraba a Peter con una mezcla de curiosidad y afecto.
- ¿Momentos como qué, chico? - Pregunto intrigado.
Antes de poder siquiera contestar, fueron interrumpidos por el leve ding que anunció la llegada de alguien, y, antes de que Peter pudiera levantarse, apareció el coronel Rhodey, cargando unas bolsas de papel y lo que parecía equipaje.
- ¿Cuatro desayunos? ¿En serio? - dijo Rhodey, arqueando una ceja mientras entraba al espacio común. Su tono era burlón, pero con la familiaridad de alguien que estaba acostumbrado a las excentricidades de Tony.
- Definitivamente uno de estos era para mí, y acaban de arruinar mi sorpresa. - Tony, que ya estaba levantándose del sillón, corrió hacia su amigo con los brazos abiertos.
- ¡Rhodey!- exclamó, envolviendo al hombre en un abrazo exageradamente efusivo.
- ¡Stank! - respondió el coronel, devolviéndole el gesto con menos entusiasmo, pero una sonrisa sincera.
- ¡Señor coronel Rhodey, señor! - dijo Peter, poniéndose de pie rápidamente, como si estuviera en un saludo militar. Rhodey le dirigió una sonrisa cálida y río de sus payasadas, claramente acostumbrado.
- Ey, chico. ¿Tony ya te está metiendo en problemas?
- ¿Yo? - preguntó el nombrado llevándose una mano al pecho con fingida indignación.
- Jamás. Soy un mentor ejemplar, ¿verdad, Pete?
Peter soltó una risa nerviosa mientras Tony y Rhodey empezaban a descargar el equipaje y las bolsas de comida. En cuestión de minutos, los tres estaban acomodados en el enorme sofá de la sala, con la película olvidada de fondo y las bolsas de papel repartidas entre ellos.
- Hablé contigo ayer y me dijiste que estarías unos días más fuera del país - dijo Tony, frunciendo el ceño mientras sacaba un café de una de las bolsas. Rhodey se encogió de hombros.
- Eso era lo que se suponía que iba a pasar, pero cancelaron todas las reuniones. Al parecer, los avistamientos de renegados eran más importantes.- Tony alzó una ceja, repentinamente interesado.
- ¿A quién vieron? -Se apresuró a preguntar mirando al amigo de su mentor.
- Barton y Romanoff. Al parecer, iban camino a la casa de campo de Barton, pero su esposa lo delató. Las cámaras de seguridad que están a más de diez kilómetros de su casa los detectaron. - Tony soltó un silbido, claramente impresionado.
- Wow. Alguien está realmente muy enfadada todavía.
- Eso mismo pensé - continuó Rhodey, tomando un sorbo de café antes de agregar.
- Según lo que investigué, parece que ella le envió los papeles del divorcio. Tony y él se enderezaron, con una expresión de deleite exagerado.
- Dios mío, qué buen chisme. Vamos, suelta todo. Y no escatimes en los detalles dramáticos, cariño, sabes que los necesito para vivir.
Rhodey soltó una carcajada y él rió del drama del Sr. Stark, notando cómo la conversación entre los tres tomaba vida propia. En cuestión de minutos, Tony estaba completamente absorto en el relato, lanzando comentarios sarcásticos y exagerados sobre la vida amorosa de Barton, mientras Rhodey intentaba mantener un tono algo más serio. Peter, sin embargo, no pudo evitar sentirse ligeramente ajeno a todo. No porque no le interesara lo que decían, sino porque el cansancio empezaba a ganarle la batalla.
Según lo que recordaba del tema, el general Ross había intentado amenazar y perseguir a las familias de los renegados tras los Acuerdos de Sokovia, en un intento desesperado de que los renegados salieran de sus escondites. Después de la caída de Shield se había filtrado al público que el vengador Clint Barton tenía una familia secreta. Aunque el Sr. Stark había tenido más que suficientes motivos para mantenerse al margen, no podía ignorar una situación así. Ofreció refugio a la Sra. Barton y a los niños, estableciendo una relación amistosa con ella. Laura ahora vivía en Ross Hill, Tennessee, con sus tres hijos, lejos del alcance del general Ross. Tony y Pepper solían visitarla de vez en cuando, llevando regalos y asegurándose de que no les faltara nada.
Mientras las voces de los adultos llenaban el aire con bromas y risas, Peter comenzó a cabecear. Su cuerpo se inclinó involuntariamente hacia un lado, y antes de que pudiera despertarse del todo, sintió un brazo firme sosteniéndolo por el costado. No necesitaba abrir los ojos para saber que era Tony.
- Duérmete, chico. Yo me encargo de los cotilleos - murmuró el hombre con su tono de voz un poco más suave de lo habitual.
Peter no pudo evitar sonreír débilmente mientras caía en un sueño profundo y reparador, sintiéndose extrañamente seguro por primera vez en mucho tiempo.
Chapter 8: Tarde en el Torre
Notes:
¿Que si me incluí en la trama? Por supuesto que sí, marca personal.
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Peter abrió los ojos lentamente, sintiendo que el mundo era un lugar menos caótico de lo que recordaba. Su cuerpo se sentía pesado pero cómodo, como si hubiese dormido sobre nubes. Parpadeó varias veces, intentando despejar la niebla en su mente. ¿Dónde estaba? ¿Había tomado una siesta después de clase? ¿O tal vez se había quedado dormido en algún techo tras una noche de patrulla? La familiaridad del sofá bajo él lo tranquilizó un poco, pero los murmullos lejanos lo hicieron fruncir el ceño.
- Vaya, el muchacho estaba debidamente cansado - comentó una voz grave que reconoció al instante como la de Happy.
-Tiempos difíciles - respondió otra voz, esta vez más familiar y cercana, el Sr. Stark.
Peter sonrió débilmente. Por supuesto que estaban allí. ¿Qué hacían hablando de él mientras dormía? Se removió un poco, pero una frase en particular lo hizo detenerse.
- ¿Estás seguro de que no drogaste a mi hijo, Stark? - La acusación de su tía May llegó cargada con esa mezcla de humor y seriedad que solo ella podía manejar.
- ¡Por supuesto que no drogué a Peter! - protestó Tony, sonando casi ofendido.
- Mujer desquiciada… - añadió en voz baja, pero con suficiente volumen como para que todos lo escucharan.
Tuvo que reprimir una risa, enterrando el rostro en el cojín. Incluso medio dormido podía imaginar la expresión de su mentor, una mezcla de incredulidad y drama exagerado. Aún le sorprendía en gran medida lo bien que se llevaban ambos, incluso después de todos los insultos que le gritó la tía May cuando descubrió que era Spiderman. Recordaba
con algo de temor como el Sr. Stark y él estaban cabizbajos siendo debidamente regañados por la mujer como si fueran dos niños pequeños.
- Silencio todos. Si lo despiertan, los voy a golpear. Te estoy mirando a ti, Tony - murmuró Pepper con un tono que mezclaba dulzura y promete agresión.
Peter sabía que ese era un excelente momento para quejarse y despertarse por la “voz” de su mentor, no podía esperar a ver a Pepper con un almohadón en mano amenazando falsamente al hombre.
- ¿Quién hace tanto ruido? - farfulló con la voz ronca, apenas logrando articular las palabras mientras se incorporaba lentamente.
El grupo en la mesa giró la cabeza hacia él. Se frotó los ojos y finalmente enfocó su mirada en los rostros familiares. El Sr. Stark, Pepper, Rhodey, Happy y la tía May estaban sentados alrededor de la mesa del comedor, inmersos en lo que parecía una conversación animada, aunque con un aire de conspiración. Lo primero que notó fue la expresión de Pepper, fuego en sus ojos mientras miraba a su prometido con las cejas fruncidas.
- ¡Lo hizo a propósito! Estoy como un 100% seguro - dijo su mentor rápidamente, levantando las manos como si se defendiera ante un tribunal.
No hizo falta más para que Pepper agarrara un almohadón y se lo lanzara directamente al rostro. El impacto fue preciso, y el hombre soltó un quejido dramático que provocó risas de todos en la mesa.
- Bienvenido a la tierra de los vivos, Sr. Parker - bromeó su tía, cruzándose de brazos con una sonrisa.
-¡Hola, May! - respondió Peter, su voz ya más clara mientras se levantaba para abrazarla. El abrazo fue cálido y familiar, y no pudo evitar sentirse agradecido por tenerla allí.
No tardó en acomodarse en la mesa, donde Pepper le ofreció un té humeante. La charla fluyó con naturalidad, como si fuera una tarde cualquiera. Rhodey le preguntó sobre el instituto, haciendo comentarios sarcásticos sobre las épocas en las que Tony y él eran jóvenes.
- ¿Así que tienes un club de ciencias? - preguntó Rhodey con interés, mientras tomaba un sorbo de café.
- Sí, pero no es nada del otro mundo. Solo trabajamos en proyectos pequeños... aunque la última vez intentamos construir un dron y casi incendiamos el laboratorio - admitió Peter, encogiéndose de hombros.
- Ese es mi muchacho - dijo Tony, alzando su taza en un falso brindis.
- Un minuto, ¿Hicieron un dron en el club de ciencias y no en el de robótica? - preguntó Happy incrédulo, él se encogió de hombros.
Entre risas y anécdotas, el Sr. Stark comenzó a compartir historias de su juventud, algunas de las cuales hicieron que Rhodey rodara los ojos y que Pepper se llevara la mano a la frente.
- Déjame adivinar, ¿la mayoría de esas historias terminan con “y por eso Rhodey tuvo que sacarme de ahí”? - preguntó Pepper con sarcasmo, arrancando otra ronda de carcajadas.
Peter se sentía en casa. Por primera vez en mucho tiempo, no había peligro acechando, ni deberes que cumplir. Solo estaba él, rodeado de personas que le importaban y que, de alguna manera, también se preocupaban por él.
De repente, la voz suave pero firme de FRIDAY interrumpió el momento.
- Joven Peter, el Dr. Nelson pregunta si estás disponible.
- ¡Claro, Fri! Dile que voy enseguida. Oh, eh… - Peter miró a su mentor como si pidiera permiso para levantarse de la silla. El Sr. Stark sonrió y asintió.
- Adelante, chico. No dejes que los genios se ahoguen en sus propios cálculos.- Peter se levantó con una sonrisa, despidiéndose rápidamente de todos.
- Vuelve para la cena, Roo- continuó levantando una mano mientras Peter salía apresuradamente.
Desde hacía semanas, Peter había estado trabajando en un proyecto que, aunque lo emocionaba, también lo frustraba profundamente. La idea surgió una noche mientras patrullaba la ciudad. Había encontrado a un hombre herido en un callejón, sangrando profundamente por un corte en el brazo. Aunque logró contener la hemorragia improvisando con sus telarañas, la experiencia lo dejó pensando. Si sus telarañas podían sostener edificios, atrapar ladrones y resistir hasta las más extremas condiciones climáticas, ¿por qué no podían usarse también en emergencias médicas?
“Sería increíble poder salvar vidas de esa forma,” pensó mientras se inclinaba sobre su microscopio en el laboratorio del Sr. Stark. Había estado jugando con la idea desde entonces, intentando estabilizar una fórmula basada en los principios de su tecnología de telarañas, pero diseñada específicamente para detener hemorragias.
Al principio, la idea parecía simple. Crear un compuesto adhesivo que pudiera actuar como una especie de parche temporal en heridas abiertas. Y en cierto modo, lo había logrado. La primera versión de su fórmula funcionó de maravilla en pruebas simuladas. Era fuerte, flexible, resistente al agua, y sellaba heridas en cuestión de segundos.
Sin embargo, había un problema. La fórmula inicial estaba compuesta prácticamente de los mismos materiales que sus telarañas, algo que no podía permitirse.
“No puedo arriesgarme a que alguien descubra cómo están hechas mis redes,” pensó, apoyando la cabeza en su mano mientras tamborileaba los dedos en la mesa. Si llegaban a descifrarlo, cualquier persona con malas intenciones podría encontrar la manera de desactivarlas, lo que pondría en peligro no solo su vida, sino la de las personas que protegía.
En el inicio, como estaba tratando con algo tan relacionado con su identidad secreta, pensó en trabajar solo, pero decidió no hacerlo. Después de todo, el Sr. Stark siempre insistía en recordarle que podía contar con cualquiera en la empresa.
- “Peter, estas personas firmaron contratos de confidencialidad más estrictos que el protocolo de seguridad de SHIELD. Confía en ellos, o al menos, en nuestros abogados,” le había dicho su mentor una vez, en su tono casual pero serio. Así que pensó: ¿por qué no aprovechar ese recurso?
El trabajo en la Torre Stark era diferente a cualquier lugar en el que Peter hubiera estado antes. El edificio prácticamente respiraba tecnología avanzada, y cada rincón parecía sacado de una película de ciencia ficción. Todo empleado recibía un celular o tableta de Industrias Stark como parte de un "paquete de inicio". No eran simples dispositivos; venían cargados con aplicaciones y herramientas diseñadas exclusivamente para facilitar el trabajo y mejorar la colaboración.
Lo que más le fascinaba era el foro interno, conocido coloquialmente como "La Bendición Stark". Peter había pasado horas explorándolo la primera vez que lo vio. Dentro del foro había diferentes secciones: grupos por departamentos, un espacio general para cualquier consulta, y hasta un manual para nuevos empleados. Con orgullo y vergüenza podría decir tranquilamente que se memorizó ese manual para novatos en menos de una noche, incluso llegando a subrayar las secciones importantes.
Pero lo que más disfrutaba del foro era el grupo específico para los empleados más jóvenes. Fue adoptado casi instantáneamente cuando se unió. En cuanto apareció su nombre,
el chat explotó con preguntas:
- “¡¿Eres Peter Parker?!”
- “¿El aprendiz del jefe?”
- “¿Eres menor de edad? ¿Cómo te dejaron entrar aquí?”
- “Dinos, ¿cómo es trabajar con Tony Stark?”
Abrumado, trató de responder todas las preguntas, pero no tardó en darse cuenta de que, sin importar cuánto intentara ser uno más del grupo, lo habían apodado "el bebé del equipo". Aunque al principio le resultó algo incómodo, pronto se acostumbró. La mayoría de los integrantes eran pasantes universitarios y empleados recién graduados, con
edades entre los 22 y los 25 años. Con 16 años, Peter era, sin lugar a dudas, el más joven del grupo.
- “Así que, ¿soy oficialmente la novedad solo porque soy menor de edad?” - había bromeado una vez en el chat.
- “Bebé Parker, no te preocupes. Aquí te cuidamos.” - Le respondió Sarah, una pasante de ingeniería biomédica que ya era su aliada favorita en el grupo.
Cuando no estaba ocupado con misiones, ayudaba activamente en el foro. Para Peter, era una forma de mantenerse ocupado y de devolver un poco de todo lo que Industrias Stark le había dado. Había días en los que se ofrecía a hacer tareas simples, como llevar café a reuniones porque ningún pasante había podido asistir. Pero también había ocasiones en las que su ayuda se extendía a proyectos mucho más importantes, como colaborar en el diseño de una prótesis o ajustar pequeños componentes en una máquina experimental.
“Es increíble lo diverso que es este lugar,” pensó mientras revisaba la sección de ayuda. “Un día estás ayudando con una cafetera inteligente y al siguiente, te piden opinión sobre un brazo biónico.”
Un día en particular, mientras revisaba el foro, vio una publicación en la que alguien solicitaba apoyo para un proyecto complicado.
Sarah W. (Dept. Biomédica): “¿Alguien tiene tiempo para revisar un error extraño en la programación de un exoesqueleto prototipo? ¡Prometo que no es tan complicado como parece!”
Peter P. (Pasante de Tony Stark): “Estoy libre ahora. ¿Dónde te encuentro?”
En cuestión de minutos, estaba en uno de los laboratorios colaborativos, trabajando codo a codo con Sarah y otros dos compañeros jóvenes. Durante horas, revisaron líneas de código y ajustaron pequeños componentes en el prototipo.
- “Parker, ¿cómo sabes tanto de estas cosas a tu edad?” - preguntó uno de los chicos con incredulidad, levantando una ceja.
- “Digamos que he tenido un gran maestro.” - Ellos no tenían idea de que no se trataba del Sr. Stark si no de Ned.
El trabajo en equipo le recordaba constantemente que no siempre tenía que hacer las cosas solo. Y cuando finalmente terminaban un proyecto y veía los resultados, sentía una enorme satisfacción. Además, en Industrias Stark tenían un sistema que valoraba cada contribución: si ayudabas en algo importante, tu nombre aparecía en los documentos oficiales, e incluso podías obtener un porcentaje de la patente según tu nivel de participación.
Peter no podía evitar sonreír al recordar su primer reconocimiento. Fue por un pequeño ajuste en un sistema de soporte vital para trajes médicos. Apenas había hecho un cambio en el diseño, pero su nombre apareció junto al de otros ingenieros en el informe final.
Así que cuando el Sr. Stark estaba fuera en reuniones o viajes, Peter aprovechaba para pasar más tiempo ayudando en el foro o explorando nuevas ideas. Aunque tenía grandes metas personales, sabía que también podía aprender mucho de los demás.
Durante uno de esos días en los que estaba revisando el foro y ayudando aquí y allá, conoció al Sr. Nelson. Todo comenzó cuando ayudaba a un pasante a ordenar y clasificar unos viejos archivos de proyectos olvidados. El pasante era nuevo y se le veía algo frustrado, así que Peter, en su habitual disposición de ayudar, decidió echarle una mano. Mientras trabajaban, Peter mencionó de forma casual su nueva idea.
- “Es un poco complicado, pero creo que es posible” - dijo mientras hojeaba un archivo amarillento lleno de diagramas incomprensibles.
- “Estoy intentando diseñar algo parecido a una red, pero con otro propósito. Algo que pueda usarse en heridas o hemorragias, pero que sea práctico y seguro.”- El pasante levantó la vista, con interés.
- “¿Como una especie de curita super avanzada?” - Se sonrojo ante la pregunta incrédula.
- “Más o menos, pero mejor. Algo que no arda, que no provoque reacciones en la piel, y que sea fácil de quitar. Idealmente, que funcione en heridas pequeñas y grandes.” - El pasante asintió, aunque parecía más concentrado en clasificar las carpetas que en lo que Peter estaba diciendo.
- “Suena interesante, pero no sé si soy la persona adecuada para ayudarte con eso. Últimamente todos aquí están tan metidos en sus propios proyectos que apenas tienen tiempo para algo más.”
Peter suspiró. Estaba acostumbrado a lidiar con ese tipo de respuestas. Sabía que su idea era ambiciosa, y aunque él podía avanzar solo, sentía que un proyecto así merecía la experiencia y las ideas de alguien más. Sin embargo, antes de que pudiera responder, una voz grave interrumpió desde el fondo del laboratorio.
- “¿Dijiste algo sobre una red para heridas?” - El Dr. Nelson, un hombre alto con cabello entrecano y una expresión curiosa, se acercó con una carpeta en la mano. Peter se giró rápidamente.
- “Oh, sí, bueno, era solo una idea en la que estaba trabajando. Algo que estoy intentando desarrollar…”
- “Interesante. Muy interesante.” - El Dr. Nelson lo observó con atención y luego asintió.
- “¿Tienes tiempo? Me gustaría que me contaras más sobre eso.”
No mucho después, Peter se dio cuenta de que el Sr. Nelson no era como la mayoría de los adultos que trabajaban en Industrias Stark. Mientras que muchos de los empleados más experimentados eran reservados, estrictos y, en algunos casos, un poco estirados, el Sr. Nelson era diferente.
Le gustaban los proyectos arriesgados, incluso si no eran suyos. De hecho, era conocido por tener un foro específico donde ofrecía ayuda a otros desde su experiencia personal, algo poco común entre los empleados más veteranos. Además, tenía un entusiasmo contagioso que hacía que trabajar con él fuera emocionante y menos intimidante.
Peter no tardó en sentirse cómodo trabajando con él. Habían pasado varias semanas desde su primera conversación, dedicando tiempo a discutir las hipótesis iniciales del proyecto. Ambos sabían que no podían darle prioridad absoluta debido a sus otras responsabilidades, pero eso no les impedía avanzar con entusiasmo cuando tenían tiempo libre.
Habían tenido su primer gran error temprano. Intentaban crear un material que se comportara como una red, que pudiera adherirse a la piel sin causar dolor, ardor o reacciones adversas, pero que también fuera fácil de retirar. El concepto era ideal para cortes superficiales o incluso heridas más serias, algo práctico para la vida cotidiana. Sin embargo, su primer prototipo había fallado espectacularmente cuando la mezcla que crearon terminó siendo demasiado rígida.
- “Bueno, al menos no explotó” - había bromeado Nelson, mientras ambos miraban el desastroso pedazo de material endurecido que no tenía ni un ápice de flexibilidad.
- “Sí, eso es un progreso, ¿no?” - respondió Peter con una risa nerviosa, rascándose la nuca.
Sacudió la cabeza despejando esos viejos pensamientos. No tardó mucho en llegar al piso 72, donde normalmente se encontraba el hombre. Apenas salió del ascensor, se dirigió directamente a los casilleros de los uniformes. Era una regla estricta: nadie podía entrar a los laboratorios sin ponerse una bata blanca ignífuga, y lo mismo aplicaba a los guantes, que, aunque descartables, compartían el mismo propósito de seguridad. Peter sacó una bata de su talla y se la colocó sobre su ropa, ajustándose las mangas con rapidez.
- “Una de estas batas podría salvarme de un desastre químico, pero ¿podrá salvarme de un desastre social si me cruzo con alguien importante?”, pensó con una sonrisa divertida mientras acomodaba su mochila en el casillero.
Al entrar al laboratorio, el Dr. Nelson ya lo estaba esperando con una sonrisa amplia y un entusiasmo que Peter encontraba contagioso.
- ¡Buenas tardes, Peter! - saludó con energía.
- ¡Hola, Dr. Nelson! - respondió, igual de animado mientras caminaba hacia la mesa principal. Se sentía cómodo con el Dr. Nelson, como si estuvieran en la misma onda.
- Me sorprendió que me llamara hoy. ¿Qué tenemos aquí? - preguntó, ajustándose los guantes mientras su mente comenzaba a girar en “modo científico”. El Dr. Nelson se rió suavemente, satisfecho con la actitud directa de su joven compañero.
- Directo al grano, definitivamente eres mi favorito, Peter. Bien, hoy tenemos dos nuevas hipótesis para probar. La primera es la que me enviaste antes de ayer. Y la segunda es algo que se me ocurrió esta mañana mientras observaba el proyecto de la Dra. White.- Peter arqueó una ceja, intrigado.
- ¿La Dra. White? ¿En qué está trabajando? - preguntó con curiosidad genuina.
- Un yeso inteligente que mejora la circulación sanguínea y que tiene un sistema de aireado natural para acelerar el proceso de curación. Está trayendo resultados muy prometedores. - El Dr. Nelson se encogió de hombros con una mezcla de admiración y calma profesional. Los ojos de Peter se iluminaron, visiblemente impresionado.
- ¡Wow, increíble! Fri, recuérdame que pase por su laboratorio uno de estos días para ver cómo funciona ese yeso. - La voz de Friday resonó positivamente y retomaron la charla.
Decidieron que probarían ambas hipótesis para ver si alguna ayudaba a perfeccionar los componentes del vendaje en forma de red o si era compatible con las muestras que ya habían desarrollado. El objetivo era claro: necesitaban una fórmula química sintética que fuera estable para el uso que buscaban. Habían intentado usar principios similares al silk biopolímero, mezclas de poliéster y otras sustancias sintéticas, pero hasta ahora, los resultados habían sido decepcionantes.
- Siendo honesto, tengo mis dudas sobre la mecánica y la dinámica de mi teoría. Pero nunca está de más intentarlo, ¿verdad? - Preguntó el mayor mientras preparaba una de las mezclas.
- Nada es demasiado. Siempre vale la pena probar. - Contestó con una amplia sonrisa.
Como era de esperarse en un laboratorio, las cosas no salieron como lo habían planeado. Ambas hipótesis fallaron, y el resultado fue otro material inestable que no cumplía con los requisitos que buscaban. Sin embargo, Peter no se desanimó.
- Bueno, eso fue un desastre controlado, ¿no? - bromeó mientras recogía algunos residuos del experimento. El Dr. Nelson soltó una carcajada.
- Exacto. El truco está en controlar el desastre para aprender algo nuevo.
Peter asintió mientras limpiaba su estación de trabajo. Aunque no habían tenido éxito, disfrutaban del proceso. Había algo profundamente satisfactorio en el acto de probar, fallar y aprender. Amaba la física y la química, y aunque esto podría parecer frustrante para otros, para él era como resolver un rompecabezas gigante.
Cuando terminaron de limpiar, ambos se sentaron en escritorios opuestos para anotar los avances y registrar los detalles del experimento. Peter detestaba esta parte, pero sabía que era crucial.
“Papeleo. El villano secreto de todo científico,” pensó con una sonrisa sarcástica mientras escribía sus notas.
De repente, la voz de FRIDAY interrumpió el silencio.
- Joven Peter, tiene 15 minutos para prepararse. El jefe y la jefa han pedido comida. - Peter levantó la cabeza, agradecido por el descanso.
- Oh, sí, Fri. En cinco termino y subo.
- Les haré saber - respondió la IA antes de guardar silencio nuevamente.
La interrupción fue bienvenida. Peter terminó rápidamente de escribir sus notas y comenzó a acomodar los materiales que habían utilizado, guardándolos en los armarios correspondientes. Pero justo cuando cerraba el último cajón, su mente hizo clic.
- ¡Dios mío, cómo no se me ocurrió antes! - exclamó, con los ojos brillando de emoción.
Corrió hacia su escritorio, tomó un montón de papeles y comenzó a anotar frenéticamente. Su cerebro estaba en plena ebullición, y las ideas fluían como un torrente. Sintió como la mirada del Dr. Nelson le perforaban la cabeza y lo escuchaba reír en voz baja.
- ¿Una epifanía, Peter?
- ¡Oh si, y creo que esta puede ser la buena! - Contestó sin apartar la mirada de las notas. Después de lo que le pareció una eternidad se giró rápidamente casi chocando al hombre que se había acercado.
- ¡Mire esto, Dr. Nelson! ¿Cree que podría funcionar? - preguntó con los ojos brillando de emoción, sosteniendo sus notas garabateadas con rapidez. Aunque intentaba mantener la calma, su entusiasmo era palpable. El Dr. Nelson tomó los papeles y comenzó a leerlos. A medida que avanzaba, sus ojos se ensancharon de asombro.
- ¡Santos cielos, muchacho! ¿Cómo se te pudo ocurrir algo así en menos de cinco minutos? - preguntó, boquiabierto mientras examinaba las fórmulas y esquemas.
- Una gran conexión neuronal inspirativa - Bromeo haciendo algunos gestos dramáticos con las manos y ambos rieron.
- Lo podremos intentar la próxima vez que tengamos tiempo libre, ahora ve a cenar con tu familia muchacho, mereces algo bueno después de esto.
Peter sintió cómo el calor subía a sus mejillas. Aunque esta no era la primera vez que alguien insinuaba que Tony Stark y Pepper Potts eran como sus padres, el comentario siempre lo ponía nervioso. No porque no le gustara la idea, sino porque la relación que tenía con ellos era complicada de definir incluso para él.
- ¡Claro, doctor! Hasta pronto. - Se despidió apresuradamente y salió del laboratorio, su mente aún zumbando con ideas mientras subía al ascensor.
Friday, sin hacer preguntas, lo llevó directamente al Penthouse. Tan pronto como las puertas se abrieron, las risas y el sonido de conversaciones animadas lo recibieron. El ambiente era cálido y relajado, lleno de una familiaridad que todavía lo sorprendía y lo conmovía.
- ¡Miren quién decidió honrarnos con su presencia! - exclamó Tony Stark con un tono dramático y una sonrisa que Peter ya conocía demasiado bien.
- Pete, ve a lavarte en tu habitación, por favor. La comida estará lista en seguida - intervino Pepper, su voz llena de la habitual calidez que hacía que se sintiera en casa.
Peter notó los pequeños cambios en todos. Pepper estaba vestida con ropa cómoda, lejos de sus impecables trajes de oficina, y llevaba el cabello suelto, lo que la hacía parecer más relajada de lo habitual. Su mentor había cambiado su habitual camiseta de banda por una más sencilla y llevaba pantalones deportivos. Incluso Happy, quien rara vez se desprendía de su traje, estaba vestido con jeans y una camiseta holgada.
- Claro, enseguida vuelvo. - Peter asintió con rapidez y fue directo a su habitación. Buscó entre su ropa y encontró algo cómodo y suelto que combinaba perfectamente con el ambiente relajado del lugar.
Cuando regresó, se sentó entre su tía May y Happy, quedando justo frente al Sr. Stark.
- Mira, Roo, pedimos tailandés hoy - dijo señalando los diferentes platos sobre la mesa.
- ¡Hay larb, cariño! - exclamó May, visiblemente feliz al ver uno de sus platos favoritos.
- ¡Dios mío, también amo el larb, chico! -añadió el coronel Rhodey, uniéndose al entusiasmo.
- ¿Cuál otro prefieres?
Antes de que se diera cuenta, estaba completamente envuelto en la conversación, como si fuera una pieza más del peculiar grupo que se sentía más como una familia que como colegas. En un momento, estaba escuchando anécdotas de la adolescencia de Tony, contadas de forma humorística por Rhodey.
- ¿Sabías que tu mentor construyó un cohete casero cuando tenía tu edad? - dijo Rhodey, mirándolo con una sonrisa divertida.
- ¡No fue un cohete casero! - protestó Tony, con una sonrisa indignada.
- Era un proyecto aeroespacial avanzado, solo que... estalló en tu garaje. - corrigió con algo de vergüenza. Peter no pudo contener la risa, al igual que los demás en la mesa.
Mientras tanto, Happy y Tony comenzaron a discutir sobre los nuevos modelos de autos que estaban por salir al mercado, una conversación que rápidamente se tornó en un debate técnico apasionado. Por otro lado, Pepper, como siempre, mostró interés genuino en el día de Peter.
- ¿Qué tal estuvo la escuela? - preguntó con una sonrisa mientras servía más comida en su plato.
Peter, acostumbrado a estas preguntas, esquivó con destreza los detalles menos agradables sobre Flash, el profesor Harrington y los incidentes incómodos. En cambio, habló con entusiasmo sobre cómo se estaba uniendo más con MJ, Ned, Betty y Cindy.
- Creo que ahora podemos decir que somos un grupo de amigos. Las tres chicas suelen juntarse mucho entre ellas, pero todos nos llevamos bien. Es... agradable. - Su voz tenía un toque de sinceridad. Pepper asintió con una sonrisa comprensiva.
- Eso suena maravilloso, Peter.
La cena continuó entre risas, historias y el cálido bullicio de voces familiares. Peter no podía evitar pensar en lo afortunado que era de estar allí, en ese momento, con esas personas que, sin importar cuán diferentes fueran, se sentían como un hogar.
Chapter 9: Últimos detalles
Notes:
En mi defensa, pasaron muchas cosas en estos ¿dos días? Principalmente se me rompió el teléfono y estoy un poco ajustada de presupuesto para conseguir uno nuevo. Estoy intentando conseguir un nuevo trabajo (en la educación y la salud pagan horrible para mi desgracia) para poder costear los costos de al menos un celular usado.
Por lo pronto nuevo capitulo asi rapidito para no dejarlos con la duda. Admito profundamente que había planificado todo tan bien y luego mi cerebro pensó exactamente lo mismo que Rhodes y dije me pase, son muchos lugares en poco tiempo así que tuve que reorganizar algunas cosas. Me va gustando como va la obra.
Agregue un poco de información sobre Sarah y en el próximo capítulo tendremos el final del decatlón y el comienzo del recorrido.
Pd- ¿Quedaría muy violento si mi personaje golpea a Flash? Jjasj
Chapter Text
Tony mentiría si dijera que estaba completamente tranquilo. No es que dudara de su planificación, después de todo, era Tony Stark, el hombre que había diseñado armaduras en una cueva con piezas de diseño, pero algo dentro de él zumbaba con un nerviosismo apenas controlado. Había revisado cada detalle, desde los posibles resultados de la competencia hasta el momento exacto en que el espectáculo debía comenzar. Todo estaba listo. Solo faltaba que los niños ganaran, y entonces la magia comenzaría.
Se pasó una mano por el cabello, exhalando lentamente mientras revisaba una última vez el horario del evento en la tablet que Pepper le había dejado. No es que necesitara revisarlo otra vez, pero hacerlo lo mantenía ocupado.
La semana anterior, cuando Peter se había quedado dormido en el sofá después de otra larga noche de estudio y patrullaje, Tony había aprovechado la oportunidad. Con un suspiro, se aseguró de que el niño estuviera bien arropado antes de reunirse con los demás en la sala de conferencias privadas de la Torre Stark. Rhodey, Happy, Pepper y la tía Hottie estaban allí, cada uno con expresiones que oscilaban entre la seriedad y la indignación contenida.
Habían discutido el plan meticulosamente. Tony les explicó lo que tenía en mente, mientras que los demás llenaban los espacios en blanco con información adicional. Todo parecía ir bien, hasta que Happy, con el ceño fruncido y los labios apretados, mencionó algo que lo hizo detenerse en seco.
- A propósito... - empezó el jefe de seguridad, con ese tono grave que usaba cuando las cosas eran realmente serias.
- Cuando fui a buscar al niño el otro día, me encontré con una historia interesante.
- ¿Qué historia? - preguntó él, sintiendo un mal presentimiento en el estómago, Happy cruzó los brazos.
- Verás, cuando Peter llegó, dijo que se había tropezado y caído, pero… - el hombre suspiró, sus ojos oscuros brillando con rabia contenida.
- La chica Moon lo desmintió.
- ¿Luna? - intervino Rhodey, confundido.
- Cindy Moon, una de sus amigas. Me dijo que había visto todo con sus propios ojos. Un grupo de matones lo golpeó y lo tiró a un contenedor de basura. - El silencio que siguió fue espeso, como una tormenta acumulándose en el horizonte. Tony sintió que su mandíbula se tensaba.
- Vimos las cámaras de seguridad - añadió Happy con los labios apretados.
- Cindy decía la verdad.
La rabia subió por su espalda como un incendio descontrolado. Su jefe de seguridad era un hombre protector, pero en ese momento, parecía listo para ir a buscar a cada uno de esos idiotas y darles una lección. Pero no era el único que estaba furioso. Rhodey, generalmente el más calmado del grupo, cerró las manos en puños sobre la mesa. Sus ojos reflejaban una intensidad poco común, como si estuviera evaluando todas las maneras en que podría tomar justicia por su cuenta.
- Es el niño más bueno que existe - gruñó entre dientes.
- ¿Por qué diablos alguien le haría algo así?
La tía May, que había estado sentada en silencio hasta ese momento, se frotó las siete antes de responder con una voz inusualmente seria.
- Celos.- Todos la miraron.
- Cuando Ned me avisó por primera vez que un chico llamado Eugene estaba molestando a Peter, Ben y yo lo investigamos - murmuró, con un tono que dejaba en claro que esto no era nuevo para ella.
Tony sintió que un escalofrío le recorría la espalda al escuchar el nombre. Eugenio. También conocido como…
- Flash - dijo, su voz cargada de comprensión y fastidio.
- Sí - asintió May
- Flash Thompson. Es hijo único del famoso matrimonio Thompson. Sus padres tienen mucho dinero, pero nunca parecen estar en casa.
- ¿Dejándolo al cuidado de su mayordomo? - adivinó Rhodey.
- Gerald, el mayordomo principal de su madre - confirmó May.
- Por ese lado, Flash tiene problemas domésticos evidentes. Pero también están los académicos. Peter lo supera en todas las clases.
- Menos educación física - intervino Happy.
- Menos educación física. - confirmó May con una nota de frustración. Tony apoyó los codos sobre la mesa y se frotó la cara con ambas manos.
- Mira, sé que no todos los niños que tienen problemas familiares se vuelven idiotas. Podría canalizar su energía de otra forma en vez de ser un matón de pacotilla.
Rhodey soltó una carcajada seca y lo miró con incredulidad.
- ¿Tú? ¿El señor “tengo problemas paternos que resolver”? - Tony parpadeó, sin saber si sentirse ofendido o aceptar la crítica.
- ¡James! - lo regañó Pepper, lanzándole una mirada de advertencia.
- ¿Demasiado honesto? - preguntó Rhodey con una sonrisa inocente.
- Sí, hombre, sí - bufó Happy.
- No pierdan el foco, muchachos - gruñó Hottie, haciendo que todos volvieran a centrarse.
Tony respiró hondo y cerró los ojos un momento, organizando sus pensamientos. Si Peter no le había dicho nada, era porque no quería preocuparlos. Pero eso no significaba que debía dejarlo pasar.
- Bien - dijo finalmente
- Flash cree que puede hacer lo que quiera sin consecuencias. Tal vez sea hora de que aprenda que no es así. - Anuncio con la rabia casi golpeándolo en el pecho.
Después de dejar de lado la conversación anterior, decidió investigar más a fondo a Flash ya los nuevos chicos transferidos que parecían estar causando problemas.
Tony estaba en su oficina, rodeado de pantallas holográficas proyectadas desde su mesa de trabajo. La luz azulada iluminaba su rostro mientras deslizaba información de un lado a otro con un gesto de la mano.
- Bien, veamos qué tenemos aquí - murmuró, ajustando la imagen de los estados financieros de los padres de los chicos transferidos. De repente, frunció el ceño y soltó un resoplido burlón.
- Por favor, mira ese pobre sueldo - dijo con una mezcla de lástima y diversión mientras señalaba la cuenta bancaria del padre de uno de los niños. Pepper, que estaba revisando otra información en su propia tableta, levantó la vista y lo miró con incredulidad.
- Tony, eso es una gran cifra - respondió, rodando los ojos.
- Pff, sí, claro - murmuró él con sorna, como si le hubieran dicho que el agua mojaba.
May, que estaba apoyada en la mesa con los brazos cruzados, decidió echar un vistazo. Apenas vio la cantidad reflejada en la pantalla, se quedó boquiabierta.
- Con eso podría vivir tranquilamente al menos cinco años - dijo, como si acabaría de descubrir un tesoro oculto. Tony se giró lentamente hacia ella con una expresión de absoluta incredulidad.
- ¿Cinco años? ¿En serio? - ladeó la cabeza.
- May, gano el triple solo por respirar.
Hottie parpadeó, todavía sorprendida por la diferencia de perspectiva económica. Tony, en cambio, se reclinó en su silla y aparentemente con malicia.
- Destruyámoslos - susurró para sí mismo con una sonrisa sádica, sus dedos tamborileando en la mesa con una paciencia casi depredadora.
Pepper lo miró con diversión y negocio con la cabeza.
- Muy bien, millonario, tú ganas - dijo con una sonrisa en complicidad.
Tony arqueó una ceja y la corrigió inmediatamente.
- Billonario - remarcó con orgullo.
Pepper le dio una mirada de "sí, sí, como digas" antes de volver a centrarse en la investigación.
May, ignorando la corrección de Tony, cruzó los brazos y frunció el ceño, dándole vueltas a una idea.
- Espera… ¿Tengo que llamar a mi abogado para saber cómo debemos ir en contra de los padres?
Tony parpadeó y, por un breve momento, demostró la imagen mental de May sentada en un bufete de abogados, discutiendo demandas como si estuviera eligiendo verduras en el supermercado. La idea lo divertía, pero no era necesaria.
Pepper, con su característica eficiencia, intervino antes de que Tony pudiera hacer una broma al respecto.
- Tranquila, mayo, nosotros nos encargaremos
Tony la observó por un instante. Siempre había sabido que Pepper era increíblemente capaz, pero había algo en la forma en que se encargaba de las cosas que lo hacía sentir.
Faltaba solo un día para la final del Decatlón Académico, y aunque tenían todo preparado, no podían evitar una revisión y otra vez cada detalle. Tony sabía que era meticuloso con la planificación, pero ver a los demás con la misma actitud obsesiva le resultaba entretenido.
- Organicémonos - dijo Rhodey, cruzando los brazos.
- ¿Qué verán los niños cuando lleguen? - Tony deslizó los dedos sobre la pantalla holográfica, mostrando el itinerario.
- Primero, el museo de la empresa, una introducción ligera para entrar en ambiente - explicó con tono casual.
- Luego, pasamos al museo de Iron Man, pero agregamos secciones de Warmachine y Spiderman para hacerlo más interesante. - Miro a Pepper pidiendo aprobación, mientras los demás revisaban las anotaciones, ella asintio levemente.
- Después, visitarán el departamento de ambientación y el de desarrollo humano - continuó.
- Luego, pasamos por finanzas y negocios, seguimos con el departamento de marketing y diseño gráfico, y terminamos esa sección con relaciones públicas y medios.
- Pausa de treinta minutos para comer algo en la cafetería - interrumpió Pepper, haciendo un gesto con la mano.
- Y después viene la parte impresionante. - Tony sonrió con orgullo.
- Exacto. El departamento de ciberseguridad, los laboratorios de biotecnología, ingeniería biomédica y, finalmente, el de investigación y desarrollo. Cerramos con el museo de creaciones en el piso 38, el que improvisaron los pasantes para mostrar sus proyectos. Y créanme, ahora es más necesario que nunca. Hay cosas ahí que llevan el nombre de Peter.
- Hubo un breve silencio mientras todos asimilaron la importancia de ese detalle. Puede sentirse con orgullo, pero también con un deje de nostalgia.
- Excelente. Ahora, ¿la Dra. Cho, el Dr. Nelson, el Dr. Cain, la Dra. White y la Srta. ¿W. Bennett estará aquí? Son los más cercanos a Peter aparte de nosotros - preguntó Pepper, organizando su propia lista mental. Tony asintió.
- Sí, todos confirmaron que estarían aquí. Les di una idea general del plan para que no metan la pata.
Happy, que hasta ese momento había estado concentrado en otra cosa, levantó la cabeza.
- ¿Quién es Bennett? - preguntó, frunciendo el ceño.
Tony suspiró y movió la pantalla hacia él.
- Sarah Williams Bennett, pasante de biomédica. Buen perfil, renovó su pasantía cuatro veces consecutivas, así que lleva cerca de dos años trabajando aquí. Y por lo que escuché, planean contratarla definitivamente. Es buena en lo que hace, se lleva bien con sus colegas y también con los jefes. - Mayo sonrió.
- Sin mencionar que es una de las mejores amigas de Peter en la empresa. Ella prácticamente lo adoptó cuando llegó. - Rhodey soltó una carcajada ante esa última información.
- ¡Contratada! - bromeó, ganándose una mirada divertida de Pepper. Tony quedó satisfecho.
- Muy bien, entonces, todos estarán en sus puestos y más o menos saben lo que va a pasar. Me gusta.
A pesar de la organización meticulosa, no podía evitar sentir que faltaba algo. Así que seguimos hablando sobre posibles ajustes. Sin embargo, con tan poco tiempo, no había mucho margen de maniobra.
El Decatlón empieza a las diez de la mañana, tendrán un descanso de treinta minutos para almorzar y continuarán hasta al menos las dos treinta de la tarde - recordó Pepper, revisando el cronograma. Rhodey hizo una mueca.
- Me siento algo mal por ellos… ¿No tendrán los cerebros fritos cuando acabe la competencia? - Tony y Pepper se miraron. Parpadearon al mismo tiempo.
- …No pensamos en eso - admitió Tony.
- Podemos acortar un poco el recorrido. No podemos dejar que se haga demasiado pesado - propuso May, con su habitual sentido práctico.
- Bien, entonces… fuera el departamento de marketing y diseño gráfico, fuera el departamento de ambientación, fuera el departamento de relaciones públicas y medios. Es lo menos interesante de la Torre - dijo Happy, rascándose la barbilla pensativo. Tony torció la boca.
- Mmm… Pensábamos que esos serían los favoritos de MJ, Sally, Charles y Betty.
- Podríamos compensarlo —intervino Pepper.
- Para Sally, podríamos mostrarle más sobre diseño de prótesis o algunos proyectos de ingeniería. Para MJ, darle material sobre la marcha sobre proyectos sostenibles y planificación ecológica. Para Charles… - se detuvo, viendo la expresión pensativa de Pepper. Tony la miró de reojo, sabiendo que ya tenía algo en mente.
- ¿Por qué no ir directo al grano y ser concisos? —sugirió finalmente Pepper.
- Museo de Industrias Stark, departamento de ciberseguridad, departamento de desarrollo humano y una pausa en la cafetería. Luego, los laboratorios de biotecnología e ingeniería biomédica, el museo de pasantes y terminamos con investigación y desarrollo. Ahí es donde nos conocerán Tony y yo, como un plus de la gira. - Rhodey seguía sin estar convencido.
- Me sigue pareciendo muy largo. ¿Es realmente necesario el departamento de ciberseguridad? - Mayo admitió haciendo caso omiso a las quejas de Happy sobre uno de sus sub departamentos.
- Podemos quitarlo y pedirle a Frank que explique un poco en el hall de entrada, cuando les den sus pases de invitados.
Pepper sonriendo con aprobación.
- ¡Maravillosa idea!
- ¿Es importante el departamento de desarrollo humano? - preguntó Rhodey.
- Técnicamente no.
- Podemos hacer aclaraciones de proyectos aplicados a la vida cotidiana para compensar.
- Entonces museo de Industrias Stark, laboratorio de biotecnología, ingeniería biomédica, un descanso en la cafetería, vemos el museo de pasantes y terminamos con el departamento de investigación y desarrollo.
- Ahora sí, creo que todos estamos de acuerdo - dijo Tony, mirando a los demás.
Asintieron casi al unísono. Finalmente, sintieron que podían respirar en paz.
Pero aún no cantaba victoria. Faltaba hablar con Andre, Clara y María. Tendrían que organizar todo hasta el más mínimo detalle para que el día fuera perfecto.
Tony miró la pantalla y exhaló. Lo tenía todo bajo control.
Al menos eso era lo esperado.
- Muy bien, hace tres días hablamos con ustedes y les contamos algunas cosas. Hicimos modificaciones, así que queríamos comentárselas para que puedan estar al tanto.
Andre, un hombre de porte serio y profesional, asintió con determinación. Era un trabajador meticuloso, dedicado a cada detalle de su labor, al igual que sus compañeras, María y Clara. Los tres compartían el mismo nivel de compromiso y eficiencia, cualidades que Pepper y él apreciaban profundamente en la empresa.
Tony chasqueó los dedos y una interfaz holográfica azul emergió en el aire con la ayuda de Friday. El mapa esquematizado de la Torre Stark se desplegó frente a ellos con la nitidez y detalle característicos de su tecnología. Sus tonos azules vibraban con cada movimiento sutil de su mano, mientras organizaba los puntos de interés en una secuencia ordenada.
- Todo comienza aquí, en la recepción - dijo, ampliando la imagen de la entrada principal.
- María, tú te presentarás y explicarás brevemente las normas del recorrido. Frank se encargará de hablar sobre su puesto y explicará el uso de los pases de visitante, mientras Andre los reparte.
María asintió con profesionalismo, ya tenía su discurso preparado y memorizado. Frank, por su parte, se cruzó de brazos con una leve sonrisa confiada. Andre simplemente asintió con la eficiencia de quien ya había internalizado su rol.
- Clara - continuó Tony, mirando a la mujer con una ceja arqueada.
- Tú vigilarás como un águila al profesor y a Flash. Son un pequeño riesgo, pero teniendo en cuenta nuestra norma de "intimidación cero", quizás tengas que hacerte cargo de alguno de ellos en algún momento.
- Entendido Sr. Stark - respondió ella con una ligera sonrisa, como si disfrutara la idea de mantener a Flash Thompson bajo control. Había leído su historial de actitud y no tenía dudas de que sería un elemento problemático si no se manejaba con cuidado.
Tony manipuló la interfaz y el mapa avanzó al siguiente punto del recorrido.
- Sigamos. Después de la recepción, harán el recorrido habitual por el museo de la empresa. Una visita breve, pero informativa. Luego, pasamos directamente al laboratorio principal de biotecnología e ingeniería biomédica, donde podrán interactuar con la Dra. Cho, el Dr. Nelson y la pasante Sarah Bennett.
Pepper, que estaba de pie junto a Tony, asintió en aprobación.
- Sarah lleva bastante tiempo con nosotros, cuatro pasantías consecutivas - comentó.
- Es una de las mejores en su área y ha trabajado de cerca con Peter.
- Básicamente lo adoptó cuando llegó y lo ayudó a aclimatarse más con los pasantes- añadió Tony con una sonrisa ladeada.
- Así que podemos estar seguros de que dará un excelente recibimiento al grupo.
Friday resaltó la cafetería en el mapa, indicando la siguiente parada.
- Después del laboratorio, tendrán un descanso en la cafetería. Cada uno de los estudiantes contará con un bono de treinta dólares para gastar en el lugar que elijan. Por supuesto, Peter tiene su propia tarjeta cargada para las comidas. Asegúrense de que no haya ningún problema con eso - señaló Tony con un gesto distraído.
- Mi muchacho tiene un gran estómago, y no queremos que se quede con hambre. Si a su maestro se cree con algún derecho por la tarjeta dorada de Peter para la cafetería.
- Lo tendremos en cuenta - dijo Andre con una sonrisa leve. Tony prosiguió.
- Después de un almuerzo tardío o una entrecomida, visitarán el museo de pasantes. Quiero que se enfoquen en remarcar los proyectos sostenibles y hablar un poco sobre el impacto humano en cada una de nuestras creaciones. También, detallen los proyectos en los que Peter ha participado. Será un buen punto de interés.
Los tres asintieron. Clara tomó algunas notas en su tableta, mientras María hacía lo mismo en su cuaderno de apuntes.
- Y para finalizar - Tony amplió la imagen del último destino.
- Pepper y yo daremos personalmente el recorrido al departamento de investigación y desarrollo. Responderemos preguntas y los despediremos.
Los tres escuchaban con máxima atención mientras las imágenes holográficas ilustraban con realismo cada punto del recorrido. Las fotografías flotaban en el aire, detalladas al extremo, demostrando una vez más la perfección de su tecnología. María, Andre y Clara no podían evitar mirarlas con fascinación.
Pero si había alguien que disfrutaba los hologramas más que nadie, ese era Peter Parker.
Tony recordó con gracia cómo el muchacho había encontrado una forma de entretenerse cuando estaba aburrido, programar hologramas para pelear con él.
- “¿De verdad programaste a Friday para pelear contigo en lugar de entrenar en el gimnasio?” - había exclamado Tony incrédulo cuando lo descubrió.
Peter, con su puchero ridículamente tierno, respondió rápidamente.
- “¡Pero, Sr. Staaark! Eso le quita lo divertido.”
Tony sonrió para sí mismo al recordar ese momento. Era imposible enojarse con el chico cuando tenía esa forma de ver el mundo.
Regresó su atención al equipo.
- Bien, ¿alguna duda? - preguntó, entrelazando los dedos sobre la mesa.
Los tres intercambiaron miradas y negaron con la cabeza.
- No, señor. Todo está claro - dijo Andre.
- Perfecto. Entonces, a trabajar. Quiero que todo salga impecable mañana.
Con el plan bien definido, el equipo se puso en marcha para asegurarse de que cada detalle estuviera cubierto. Tony observó cómo cada uno tomaba su puesto con precisión, sintiendo que la visita del Decatlón Académico de Peter Parker sería un éxito. Claro, si Flash Thompson no arruinaba nada en el proceso.
Chapter 10: ¿Premio?
Notes:
¡Perdón! Estuve preparándome para el inicio del año y organizando algunas cosas laborales. Al menos mi teléfono se recuperó... aunque no del todo. En fin, nuevo capítulo. Admito que lo termine de escribir literalmente cuando subí el anterior pero me tomó mucho tiempo hacer las correcciones necesarias para sentirme satisfecha. ¿Les gusta York? No tengo idea de donde salió. Yo solo escribo y de la nada la narración cobra vida y sentido.
¡Espero que les guste!
Chapter Text
Miro a MJ, que parecía salvaje, con los ojos brillando de determinación. A su lado, Ned estaba casi temblando de los nervios. Faltaban dos preguntas y aún iban ganando por un punto, pero si el equipo contrario respondía correctamente ambas, se llevarían la victoria. Peter tragó saliva. Había esperado que esta fuera una competencia relajada, pero en el aire flotaba una tensión casi palpable.
Hasta hacía unos minutos, estaban ganando cómodamente, sin preocupaciones. El equipo contrario se mostraba demasiado retraído, inseguro, y no parecía confiar en sus propias respuestas. Cada vez que tomaban el micrófono, miraban con temor a su profesor, un hombre alto y de mirada severa, como si esperaran una sentencia de muerte si se equivocaban. Mientras tanto, el profesor Harrington estaba en su propio mundo, sonriendo ampliamente, como si ya hubieran ganado. Algo en la actitud de su maestro hizo sonar algunas alarmas en la mente de Peter. Después de todo, era solo una competencia amistosa de fin de curso entre escuelas STEAM. No competían por las nacionales, ni había un premio significativo en juego. Pero aun así, todos estaban extremadamente felices de estar aquí. No cualquiera llegaba a la final, solo aquellos que habían pasado las rondas anteriores.
Sin embargo, su ventaja había comenzado a desmoronarse en cuanto el profesor Harrington tomó una decisión que, en su opinión, había sido el error del siglo. Había decidido sacarlo a él para darle la oportunidad a Flash de participar. Flash, que solo estaba ahí como suplente. Flash, que no tenía idea de lo que estaba haciendo.
Y Flash, sin lugar a dudas, era el peor tipo de persona para una competencia como esta. No porque fuera poco inteligente, Peter tenía que admitir que, cuando se esforzaba, Flash podría ser bastante astuto, sino porque su naturaleza competitiva le jugaba en contra. No pensaba antes de actuar. Apenas escuchaba la mitad de la pregunta antes de presionar el botón, respondiendo lo primero que se le venía a la mente. Incluso si eso significaba perder puntos por una respuesta apresurada, incompleta y errónea.
Lo cual pasó con demasiada frecuencia.
Peter observó cómo la expresión del profesor Harrington pasaba de la euforia al desconcierto en cuestión de minutos. Cada respuesta incorrecta de Flash era como una daga en su entusiasmo. Al principio, trató de animarlo con palabras de apoyo, pero cuando el otro equipo comenzó a recuperar puntos, su rostro se volvió una máscara de preocupación.
Peter no podía evitar pensar que la única razón por la que Flash había sido incluido, aunque fuera por unos minutos, era por la influencia de sus padres. Era un caso clásico de favoritismo en su maestro.
- Son las últimas dos preguntas, quiero a mis mejores ahí, Parker, Leeds y Jones, suban ahora y ganen por todo lo que más quieran - Había gruñido el hombre hacía unos instantes.
El tono de Harrington fue casi una súplica, lo que era raro en él. Parecía más desesperado que ellos. Peter se levantó de inmediato, acompañado de Ned y MJ. Trató de relajarse, de no dejarse llevar por la presión del momento. Caminó hacia el podio y, mientras lo hacía, buscó en el público con la mirada.
Allí estaban. Su tía May, con una sonrisa alentadora; Happy, con los brazos cruzados y una expresión severa, pero con un brillo de orgullo en los ojos; Pepper, impecable como siempre, observando todo con interés; y, por supuesto, el Sr. Stark. Aunque tanto él como los otros dos adultos estaban disfrazados para pasar desapercibidos, Peter los reconoció de inmediato. Solo necesitó una mirada rápida al mensaje de texto que su tía le había enviado segundos antes de que comenzara la competencia.
- “No entres en pánico, chico. Tus fans están en la tercera fila” - May <3
Peter no pudo evitar sonreír, incluso en un momento crucial como este. Saber que estaban allí para él, viéndolo competir en algo que no tenía nada que ver con peleas, tecnología de avanzada o salvar el mundo, lo llenó de una calidez inesperada. Esto era solo un concurso de conocimientos, algo que le apasionaba, algo que disfrutaba. Y tenerlos ahí, apoyándolo, hacía que todo valiera la pena.
Respiró hondo, enfocándose en la pantalla. Era el momento, era su momento.
- En el libro “Cien años de soledad”, ¿cómo simboliza Macondo el ciclo de la historia latinoamericana?
La pregunta lo hizo volver a la realidad solo para escuchar cómo Michelle tocaba rápidamente el botón, aunque parecía estar todavía organizando su respuesta mentalmente. La sala contuvo el aliento. Era la penúltima pregunta y cada punto valía oro en ese momento.
- ¡Eterno retorno!- exclamó con seguridad, aunque sus ojos mostraban un destello de duda.
- Amplifique- dijo el moderador con tono neutro.
Peter odiaba esa nueva regla. Tener que soltar primero una respuesta breve y luego explicarla eliminaba cualquier margen de suerte o casualidad. Era lógico, pero hacía que la tensión se multiplicara. Michelle inspiró profundamente y continuó.
- Macondo representa el eterno retorno, la repetición de errores históricos y la imposibilidad de escapar del destino, reflejando la historia cíclica de Latinoamérica- explicó con un tono firme, pero medido, asegurándose de no divagar.
El hombre que hacía de moderador asintió con la cabeza.
- Es correcto.
Un suspiro colectivo de alivio se extendió por la mesa de Midtown. Ned cerró los ojos un instante y pareció murmurar algo en agradecimiento a cualquier fuerza mayor o deidad que estuviera escuchando sus, aparentes, súplicas. Flash, en cambio, rodó los ojos, claramente fastidiado de no haber sido él quien respondiera aunque ni siquiera estaba en la mesa principal. Michelle sonrió apenas, pero Peter vio cómo se estiraba las mangas del suéter, un gesto que hacía cuando estaba especialmente nerviosa. Sabía que aún quedaba una pregunta y todo estaba en juego.
- ¡Última pregunta!- anunció el moderador. Se tomó su tiempo para voltear la tarjeta y leer en voz alta.
- ¿Qué sucede con el equilibrio de una reacción exotérmica si aumenta la temperatura, y qué principio está relacionado?
Peter reaccionó al instante, tocando el botón, pero no fue lo suficientemente rápido. Un sonido seco al otro lado del escenario indicó que el equipo contrario había sido más veloz por una fracción de segundo.
- ¡Se desplazan los reactivos!- gritó una niña de cabello trenzado, claramente nerviosa pero con determinación en su tono.
Por un instante, Peter creyó que habían perdido, pero luego notó un leve cambio en la expresión del moderador. La sala entera sintió el mismo presentimiento. La niña, todavía con la mano sobre el botón, parpadeó, confusa. Su respuesta no era completamente incorrecta, pero no era la precisa.
- ¿Y se basa en qué principio?- preguntó el moderador, dándoles la oportunidad de completar su respuesta.
El entusiasmo inicial se esfumó del rostro de la niña. Sus ojos comenzaron a moverse de un lado a otro, buscando en su mente la información que no llegaba a tiempo.
- Mmm... el... el principio de…- Su voz se quebró un poco.
- Cinco segundos- advirtió el moderador.
Su equipo la miraba con desesperación. El profesor del otro equipo tenía la mandíbula apretada, visiblemente frustrado. Midtown también contenía el aliento. Peter sintió que sus propios músculos se tensaban.
- Suficiente, incorrecto. Midtown responde.
Peter apenas tardó en hablar.
- La reacción se desplaza hacia los reactivos, según el principio de Le Châtelier.
La respuesta salió de sus labios con seguridad. No había lugar para dudas. Durante un minuto, el silencio llenó la sala. La expresión del moderador seguía siendo impenetrable.
Sintió un nudo en el estómago, preguntándose si por alguna razón su respuesta estaba mal. Era imposible... estaba seguro de que estaba bien, ¿no?
Luego, el veredicto.
- Correcto.
- Midtown Tech gana la última competencia del año.
El anuncio oficial resonó en la sala y, en cuestión de segundos, el estallido de gritos y aplausos que siguió casi lo hizo saltar. Ned alzó los brazos como si hubiera ganado un campeonato, Michelle suspiró aliviada y Flash, para variar, se atribuyó algo del mérito.
Buscó con la mirada a su familia en el público y no tardó en encontrar a May y al Sr. Stark. Estaban de pie, tomados de la mano, gritando cantos ridículos de victoria como si estuvieran en un partido de fútbol. Pepper reía a carcajadas junto a Happy, claramente entretenida por el espectáculo que estaban dando. Peter apenas podía creer lo ridículos que podían ser su tía y su mentor cuando estaban juntos en una misma habitación.
Lola, la abuela de Ned, estaba en su propia burbuja, murmurando algo en lo que parecía tagalo. Peter no entendía ni una palabra, pero, por su tono fervoroso, tenía la sospecha de que estaba agradeciendo a alguna deidad ancestral por la victoria de su nieto.
Fue entonces cuando notó algo extraño. Observó con más atención la sala y se dio cuenta de que había muchos más espectadores de lo normal. No solo los familiares de los estudiantes de Midtown Tech, sino también los de la escuela contraria. ¿Cuándo había ocurrido eso?
Frunció el ceño, sintiendo una ligera incomodidad. Normalmente, las competencias de este tipo no atraían a tanta gente. A lo sumo, algunos padres entusiastas y algún profesor demasiado comprometido. Pero hoy, era evidente que había al menos una persona de cada familia de los participantes, tanto de Midtown como del equipo rival. ¿Era coincidencia?
Sus pensamientos fueron interrumpidos por un estruendoso grito de su profesor.
- ¡SÍ! ¡LO LOGRAMOS! ¡OH, DIOS MÍO, ESTO ESTÁ PASANDO REALMENTE! - chilló el Sr. Harrington, levantando los brazos como si acabara de ganar la lotería.
El estallido de emoción fue tan intenso que todos se detuvieron y lo miraron.
Mientras seguían celebrando y recibiendo elogios, el profesor se acercó a ellos con una sonrisa radiante y aún visiblemente agitado por la emoción.
- Chicos, necesito que cada uno de ustedes traiga a uno de sus tutores. Debe ser alguien registrado en la institución, por supuesto.
Los estudiantes intercambiaron miradas confusas. ¿Un tutor? ¿Por qué? Sin hacer muchas preguntas, todos se dispersaron para buscar a sus familiares.
- ¿Crees que sea un premio en forma de helado? - susurró Ned, con una expresión esperanzada.
- Dios, espero que sí. - Peter avanzando con exageración.
- Aceptaría helado como pago por este estrés.
Ambos rieron y se dirigieron hacia sus familiares. Encontraron a May ya Lola charlando animadamente, con sonrisas traviesas en el rostro.
- ¡May! - llamó Peter con una gran sonrisa.
Su tía se giró de inmediato y prácticamente lo envolvió en un abrazo de oso.
- ¡Mi increíblemente inteligente muchacho! - exclamó emocionada.
- ¡Dios, qué orgullo! Ni siquiera sé qué demonios es un… ¿un exo…? ¡Eh, eso! - Peter rió, divertido por su torpeza.
- Eres increíble, May. - Dijo, mientras tanto, Ned se dirigió a su abuela.
- ¡Abuela! El Sr. Harrington quiere que al menos uno de nuestros tutores vaya con nosotros. ¿Podrían venir? -
Automáticamente las palabras salieron de su boca, May y Lola intercambiaron una mirada y asintieron al mismo tiempo.
- Por supuesto, Ned - respondió Lola con una sonrisa enigmática.
Fue entonces cuando Peter notó algo. Algo en la expresión de May y Lola… Era una mirada cómplice.
Giró lentamente hacia Ned, solo para encontrarse con la misma expresión de alarma en su rostro.
Oh, no.
Ambos sabían que cuando sus tutores se unían con ese tipo de actitud, nada bueno podía salir de ahí.
El equipo contrario y sus familias ya se habían marchado cuando Peter y sus compañeros regresaron con el Sr. Harrington. Su profesor estaba inquieto, caminando de un lado a otro mientras revisaba su reloj con una mezcla de ansiedad y emoción.
- ¡Muy bien! Hagamos esto rápidamente, por favor. - exclamó, haciendo que todos se enderezaran instintivamente.
Peter frunció el ceño, todavía procesando lo que estaba ocurriendo. El Sr. Harrington parecía más nervioso de lo habitual, lo que ya era decir mucho.
- Hace casi una semana, el director me llamó para contarme algo increíble. - Harrington hizo una pausa dramática, mirando a su equipo como si estuviera a punto de revelar un secreto de estado.
- Industrias Stark se enteró de esta competencia gracias a los medios y decidió que el equipo ganador recibiría un recorrido exclusivo como premio.
Hubo un breve silencio antes de que la información se procesara en los cerebros agotados de los estudiantes.
- ¿¡QUÉ!? - gritó Ned con los ojos abiertos como platos.
- Al parecer, es algo nuevo que se implementará en el futuro, dependiendo de cómo salga hoy, claro - continuó Harrington, agitando unos papeles que probablemente eran permisos de confidencialidad.
- Así que… ¡tendremos un recorrido exclusivo por Industrias Stark en quince minutos!
El grito emocionado del profesor casi se ahogó entre los murmullos de sorpresa y la euforia que se expandió por el equipo. MJ alzó una ceja con una sonrisa de medio lado, claramente intrigada. Ned parecía al borde de la combustión espontánea, mientras que Flash… bueno, Flash ya se veía como si estuviera preparando su discurso de "Soy demasiado genial para esto, pero igualmente me lo merezco".
Betty, quien había asistido a la competencia en apoyo a sus compañeros, y totalmente por Ned, se desmoronó de golpe al escuchar la noticia, Peter pudo ver cómo la emoción de la victoria se esfumaba de ella en un santiamén. Preocupados, su amigo y él se acercaron para consolarla. Antes de siquiera poder decir algo el Sr. Harrington pareció notar la expresión en ella y se apresuró a hablar.
- ¡Srta. ¡Brant! No se preocupe, usted también vendrá. - Betty parpadeó con sorpresa y miró a su profesor con incredulidad.
- El equipo de Industrias Stark que se comunicó con la institución insistió en que, si el colegio contaba con un periódico escolar o similar, podríamos traer un representante. - Por un momento, Betty quedó completamente inmóvil. Luego, soltó un grito ahogado y literalmente saltó en su lugar con total felicidad sorprendiendo a Peter y a su profesor.
- ¡¿EN SERIO?! ¡Oh por Dios, sí! ¡Sí, sí, sí! - exclamó con alegría.
Ned la miró con una sonrisa divertida mientras Betty daba pequeños saltitos de emoción, abrazando a MJ en el proceso.
- Vas a escribir el mejor artículo de tu vida, ¿no? - preguntó Ned con una sonrisa ladeada.
- ¡Por supuesto que sí! - exclamó Betty con determinación.
- ¡No puedo creerlo! ¡Industrias Stark! ¡Esto es increíble!
Mientras ella seguía celebrando, Peter intentaba asimilar el hecho de que ahora también habría alguien del periódico escolar documentando cada momento del recorrido.
Genial. Perfecto. Increíble.
Su mente se quedó en blanco durante varios segundos, tratando de procesar todo. ¿Un recorrido por su zona de trabajo? ¿UN RECORRIDO EN SU PROPIA CASA?
Este era oficialmente el peor día de su vida.
Intentó recomponerse, pero su cerebro se negaba a cooperar. No era simplemente una visita a Industrias Stark. Era una visita sorpresa al lugar donde él trabajaba. Donde lo conocían. Donde en cualquier momento podría cruzarse con alguien que dijera: "¡Oye, Parker! ¿Por qué no estás usando tu uniforme hoy?". Dicho uniforme solo eran batas de laboratorio que siempre estaba usando para sus experimentos.
El Sr. Stark lo quería traumatizar. No había otra explicación.
Trató de pensar en una forma de salir de esto, pero entonces sintió una mano pesada en su hombro.
- ¡Pedro, amigo! ¿¡Entiendes lo que esto significa!? - Ned lo sacudió con fuerza.
- ¡Vamos a entrar a Industrias Stark! ¡Probablemente nos dejen ver tecnología secreta, armaduras, robots, cosas que explotan! - Peter lo miró como si de repente tuviera otra cabeza.
- Ned, literalmente vas a la torre al menos dos veces al mes - murmuró incrédulo ante su entusiasmo.
- Si, pero esto es diferente. Veo el penthouse, tu cuarto, la pileta, algunos laboratorios y el garaje secreto, ¡pero esto es otra cosa! - Se defendió débilmente, porque incluso él mismo sabía que todo lo que acababa de mencionar era incluso más genial que un recorrido.
Sus amigos parecían tan entusiasmados con la noticia que rápidamente comenzaron a firmar cada uno de los papeles sin siquiera leerlos. Claro, total, es solo un contrato de confidencialidad de Industrias Stark. ¿Qué podría salir mal?
Peter, sin embargo, apenas podía sostener la pluma. Era un chiste cruel del destino. Mientras todos celebraban, su cerebro ya estaba trabajando a toda velocidad, tratando de calcular cuántas cosas podían salir mal en las siguientes horas. Spoiler: demasiados.
Flash lo miraba triunfal desde el otro lado de la mesa, con esa sonrisa de suficiencia que Peter había aprendido a identificar como una mala señal.
- Parker, Parker, Parker… - repitió su nombre con un tono cada vez más burlón mientras movía la cabeza de un lado a otro.
- Pobre chico tan idiota… Hoy se acaba tu farsa.
Peter sintió un nudo en el estómago.
- Todo el equipo podrá ver con sus propios ojos lo que yo vengo diciendo desde hace tiempo.
Flash se inclinó un poco hacia él, bajando la voz en un susurro venenoso.
- Tú solo eres un farsante. Un don nadie.
Peter apretó los dientes, pero antes de que pudiera responder, Cindy se interpuso entre ellos como un relámpago.
- ¡Cierra la boca, Flash! - espetó, empujándolo débilmente para apartarlo de Peter.
Casi al instante, una exclamación escandalizada salió de la boca de una mujer alta de largos cabellos negros que estaba cerca de ellos. Janett Moon, la madre de Cindy y dueña de un prestigioso bufete de abogados, los miró con el ceño fruncido.
- ¡Cindy! - regañó con su tono autoritario de madre. Pero Cindy no retrocedió ni un centímetro.
- ¡No! No dejaré que Flash siga molestando a Peter. - Giró la cabeza y miró directamente a su compañero con una sonrisa burlona.
- ¿Por qué diablos estás tan interesado en él, Eugene? ¿Te gusta?
El comentario cayó como una bomba en el grupo. MJ soltó una carcajada desde su lugar, claramente orgullosa de la actitud de Cindy, mientras Ned ahogaba una risa con la mano. Betty, quien estaba organizando su libreta para tomar notas del recorrido, levantó la vista con los ojos muy abiertos.
- ¡¿Qué?! ¡¿Qué dices?! - explotó Flash, poniéndose rojo hasta las orejas. Cindy entrecerró los ojos y sonriendo con malicia.
- Digo que estás obsesionado con Peter. No hablas de otra cosa que no sea él. Es un poco… raro, ¿no crees? - Peter sintió que su cara ardía por la vergüenza.
- Cindy, está bien. Tranquila. - Intentó calmarla, apoyando una mano en su hombro. Pero ella lo fulminó con la mirada.
- Peter, esto ya fue suficiente. ¿Por qué deja que te trate así? - preguntó con genuina confusión.
Peter abrió la boca, pero no encontró una respuesta rápida. No podía decir la verdad. No podía explicar que, después de tanto tiempo, Flash ya no le afectaba tanto porque, bueno… tenía problemas más grandes que lidiar.
- Te lo prometo, Cindy. Te lo diré. ¿Por qué no nos juntaremos mañana? - Ella entrecerró sus ojos sin confiar mucho en sus palabras.
- Solo si prometes que me lo dirás todo.
- No creas que no he notado que hay muchos huecos en tus historias, Parker. - Bromeo con algo de seriedad. Peter tragó saliva.
- ¿Huecos? ¿Qué huecos? - tartamudeo estúpidamente.
- ¡Muchos! - Cindy lo señaló acusadoramente.
- Soy tu mejor amiga aparte de MJ, y te juro que si mañana no me das toda la información, te golpearé yo misma.
Peter parpadeó. Por un momento, la imagen mental de Cindy, que en ese momento parecía un caniche tembloroso intentando ladrar, amenazandolo con una furia que no lograba verse del todo intimidante, le dio ganas de reír.
- Mañana lo tienes todo. - Prometió, levantando las manos en señal de rendición.
Pero antes de que pudiera continuar, Flash bufó con incredulidad.
- ¿Los oficio como marido y mujer o qué? - preguntó casi indignado, porque se habían olvidado de él, cruzándose de brazos.
- ¿Celoso Thompson? - Respondieron al unisono ellos.
Peter se permitió relajarse por un instante. A pesar de todo, el momento había servido para distraerlo, aunque fuera momentáneamente, del estrés absoluto que le esperaba en las próximas horas. Pero la sensación de alivio dura poco.
Porque, en cuanto vio el logo de Industrias Stark brillando en los papeles que tenía en la mano, recordó exactamente en qué clase de problemas se estaba por meter.
Peter no quería ni pensarlo. De hecho, se trataba de evitar que su cerebro procesara la catástrofe en la que estaba metido. Lo único que esperaba era que esto fuera obra de algún nuevo ejecutivo ambicioso en Industrias Stark, alguien que quería impresionar a los jefes con una iniciativa educativa y nada más.
Pero en el fondo sabía que eso era imposible.
Cosas tan importantes como un recorrido escolar no pasaban desapercibidas en la Torre Stark. Al menos, no sin que la secretaría de Pepper se enterara, lo que significaba que Pepper definitivamente lo sabía.
Ese pensamiento le revolvió el estómago. ¿Cómo debía sentirse? ¿Traicionado? ¿Esperanzado? Era una moneda al aire. Tal vez esto podría significar el fin de años de burlas, el momento en que todos sus compañeros descubrieron que realmente no era un don nadie…
O tal vez sería el inicio de una nueva y peor pesadilla.
No sabía qué era peor.
Pero antes de que pudiera sumergirse demasiado en su propia miseria, la rapidez con la que se estaban desarrollando las cosas lo sacó de su trance. Sin siquiera entender cómo, un pequeño colectivo escolar ya los estaba esperando afuera. Peter reconoció de inmediato al conductor: York.
York era el chofer designado de Pepper cuando Happy no estaba disponible para encargarse del transporte. Un hombre de perfil bajo, eficiente, y que tenía una cualidad muy particular: odiaba a los niños.
Se había enterado de esto muy pronto, aunque, curiosamente, York no lo odiaba a él. Se llevaban bastante bien, en parte porque Peter siempre se mantenía en silencio durante los viajes y no le daba razones para quejarse. Varias veces, Pepper lo había alcanzado a la escuela o lo había llevado a algún lugar después de pasar tiempo en la Torre.
York estaba allí. Lo que significaba que Pepper definitivamente estaba detrás de esto.
Peter tragó saliva. ¿Cuánto sabía? ¿Sabía todo? ¿O solo lo suficiente para asegurarse de que no se escapara del recorrido?
Antes de que pudiera reflexionar más, la voz emocionada del profesor lo sacó de sus pensamientos.
- ¡Vamos, muchachos, todos dentro! - exclamó el hombre con una sonrisa infantil, casi temblando de emoción.
Peter lo miró con incredulidad. Era difícil creer que ese era el mismo hombre que casi lo destroza a gritos cuando se enteró de su "pasantía" en Industrias Stark. Ahora parecía un
niño a punto de conocer a su superhéroe favorito.
- Sr. ¿Está bien? - preguntó MJ con una ceja levantada.
- ¡Claro que sí! ¡Esto es increíble! ¡Vamos a conocer Industrias Stark!
- Ya, pero… ¿por qué está más emocionado que nosotros? - intervino Ned, mirándolo con una mezcla de diversión y extrañeza.
- Porque esta es una oportunidad única en la vida, chicos. - El profesor respiro hondo, tratando de calmarse, aunque no lo lograba del todo.
- Imaginen poder ver con nuestros propios ojos los avances tecnológicos más revolucionarios del mundo.
- O una sala de conferencias muy cara. - soltó MJ con malicia, encogiéndose de hombros, desde el altercado de la pasantía, parecía extremadamente resentida con el profesor.
- ¡No arruines mi ilusión, señorita Jones! - gritó el hombre en respuesta. El grupo comenzó a subirse al colectivo en medio de risas, pero Peter no se movió. York lo miró desde el asiento del conductor con la misma expresión neutral de siempre.
- Sr. Parker.
- York - Dijo con la voz un poco apagada, no se le ocurre cómo podría librarse de esto. El hombre lo inspeccionó de arriba abajo con el ceño ligeramente fruncido.
- Sabes que esto no es idea de un simple ejecutivo, ¿verdad? - Pregunto casi leyendo sus pensamientos. Pedro suspiró.
- Por desgracia lo se.
- Buena suerte, chico.
Peter se subió al colectivo con una sensación de resignación en el estómago. Definitivamente, este iba a ser el peor día de su vida.
El colectivo rugió suavemente mientras avanzaba por las calles de Nueva York. Peter observaba con algo de resignación los asientos, ya que estaban dispuestos en filas de tres, lo que significaba que alguien quedaría fuera de su grupo.
El profesor, completamente encantado con la situación, tomó su lugar junto a York en la parte delantera, lo que le dejó a Peter menos opciones. MJ, Betty y Sally formaron su trío sin dudarlo, mientras que Flash, Charles y Abe se agruparon rápidamente, lo que no descubrió a nadie. Eso significaba que él, Ned y Cindy serían compañeros de asiento.
Peter no podía quejarse. De hecho, probablemente eran las mejores personas con las que podían sentarse. Cindy era determinada y divertida, y Ned era su hermano del alma. Pero el viaje fue cualquier cosa menos divertida.
Apenas arrancaron, Flash comenzó a quejarse.
- Esto es ridículo - farfulló, cruzándose de brazos.
- ¿Por qué demonios Parker tiene que venir con nosotros?
- Porque es parte del equipo, genio - espetó Cindy sin mirarlo ni siquiera.
- Eso es discutible - murmuró Flash con sorna.
Abe y Charles soltaron unas risas incómodas, pero Peter notó que no eran realmente malintencionadas. Ellos no eran como Flash. A veces se dejaban llevar demasiado, pero en el fondo no parecían odiarlo. Tal vez solo lo hacían por presión social.
Aun así, tener que escuchar a Flash fanfarronear todo el camino sobre lo "exclusivo" que era este recorrido, cómo "él" había liderado el equipo hacia la victoria y cómo "Parker iba a quedar expuesto como el fraude que era" , fue lo Suficientemente molesto como para que Peter considerara seriamente pedirle a York que lo dejara bajar en la siguiente esquina.
Pero, por supuesto, no podía hacer eso.
En cambio, trató de distraerse mirando por la ventana , dejando que la ciudad se desdibujara a su alrededor mientras intentaba ignorar la cacofonía de voces.
"Solo tienes que sobrevivir el día. No puede ser tan malo. Tal vez ni siquiera veas al Sr. Stark".
Pero algo en su interior le decía que eso era una mentira descubierta.
De pronto, el profesor, que había intentado sin éxito iniciar una conversación con York, carraspeó y rompió el incómodo silencio entre ellos.
- ¿Puedo poner la radio? - preguntó, claramente incómodo.
Peter casi sintió lástima por él. Intentar hacer qué York hablara era como tratar de extraer información a un agente secreto. Pero, para su sorpresa, York respondió.
- No. De aquí solo Peter puede poner música - murmuró, con la vista fija en el camino.
Parpadeó. ¿Perdón?
Fue un comentario tan casual que al principio nadie pareció notarlo, excepto el profesor. Pero Peter lo había escuchado claramente, gracias a sus sentidos agudizados. Por supuesto que York diría algo así.
Peter había pasado muchas horas en este mismo vehículo con él y Pepper. A Pepper le gustaba la música tranquila, pero Peter había logrado introducir poco a poco algunas de sus propias listas de reproducción en los viajes. York nunca se quejó cuando él ponía música, lo cual era básicamente su manera de dar su aprobación.
El profesor lo miró a través del espejo retrovisor, notablemente pálido.
- ¿Pedro? ¿Cómo lo conoces? - El tono de su voz era de pura confusión. York, en cambio, no pareció notar el cambio en el ambiente.
- ¿Peter Parker? ¿No mencionó en la escuela que tiene una pasantía en Industrias Stark? - preguntó con una pizca de curiosidad. Peter sintió que el aire se volvía pesado.
- No, yo… ¿qué? - farfulló estúpidamente.
Su cerebro estaba sobrecargado. Por supuesto, él sabía que esta información iba a salir tarde o temprano, pero no esperaba que fuera en medio de un colectivo lleno de sus compañeros.
Definitivamente no esperaba que York fuera quien lo soltara sin darse cuenta.
Antes de que York pudiera seguir hablando—o peor, antes de que su profesor pudiera desmayarse—el colectivo frenó abruptamente.
Habían llegado a la Torre Stark.
Peter miró los imponentes rascacielos a través de la ventana y sintió cómo su estómago se encogía.
El verdadero infierno estaba por comenzar.
Chapter 11: Museo Stark
Notes:
¡PERDÓN! En mi defensa se acabaron las vacaciones y estoy comenzando a trabajar doble turno. A veces llego a casa extremadamente cansada y me voy a dormir directamente. Mi nueva idea es comenzar a actualizar los jueves de cada semana. Espero poder lograrlo, ¡saludos!
Pd- Gracias a un comentario vi que algunos capítulos no se subieron bien, el espacio entre los párrafos era inexistente y quedaba todo bastante mezclado. Prometo cambiarlo mañana por la noche a más tardar. Ahora es demasiado tarde, tengo que hacer la mimis para no llegar echa un zombie al trabajo.
Chapter Text
Bajarse del colectivo y entrar en la Torre Stark fue una verdadera tortura. Se sentía fuera de lugar, un infiltrado en su propio terreno. Y ese era exactamente el problema.
Peter Parker de Midtown estaba entrando en el mismo edificio donde normalmente existía Peter Parker, pasante del Sr. Stark.
Eran dos versiones de sí mismo que jamás debían cruzarse.
Peter Parker de Midtown era reservado, solitario, aburrido, introvertido e incluso friki. Tenía una personalidad cuidadosamente calculada para encajar con su yo antiguo a la picadura de la araña. Cindy, MJ y Betty eran agregados relativamente nuevos, amigas en las que confiaba, pero que inevitablemente lo empujaban fuera de su zona de confort. No era algo malo, pero sí una variable con la que no había contado al construir su fachada.
Y Flash, claro. Flash Thompson lo trataba como lo trataba porque eso era lo que Peter había sembrado: la imagen de un nerd sin habilidades sociales ni nada de valor más allá de sus conocimientos en la ciencia, la física y la matemática.
El problema era que Peter Parker pasante era todo lo contrario a eso.
Ese Peter Parker era inteligente, carismático, extrovertido, sociable, solidario y, en ocasiones, incluso bromista. Intentaba ayudar en el foro de empleados siempre que podía, se tomaba su tiempo para conocer a otros pasantes y trabajadores de la Torre, y hasta participaba en reuniones ocasionales con ingenieros, técnicos y programadores que ni siquiera sabían que aún estaba en la preparatoria. Era, palabras de Sarah, no suyas, alguien digno de admiración. Una exageración total, según él, pero cuando lo escuchas tantas veces, comienzas a creerlo.
Era todo lo que alguna vez soñó con ser y más. Por eso realmente apreciaba al Sr. Stark. Él, sin saberlo, le había dado el empujón necesario para convertirse en la persona que siempre quiso ser. Era alguien. Existía. Y eso era más valioso que cualquier título, cualquier premio, cualquier reconocimiento.
Pero ahora esas dos versiones de Peter estaban a punto de chocar, y no era algo que él quisiera presenciar.
Mientras caminaba tras su grupo, notó cómo la mirada de Flash vagaba de un lado a otro, como si estuviera grabando cada detalle en su memoria para luego diseccionarlo en busca de alguna prueba que confirmara sus sospechas. Cindy, en cambio, lo miraba de reojo con una expresión que no supo descifrar. ¿Curiosidad? ¿Expectativa? MJ y Betty estaban entretenidas en una conversación con Sally sobre la cantidad de protocolos de seguridad del edificio, y Ned parecía demasiado ocupado observando las luces en el techo como para notar su crisis existencial en tiempo real.
York los guió hasta la recepción y allí, como si la situación no pudiera ser peor, se encontraron con Maria, Andre y Clara.
- ¡Bienvenidos! Ustedes deben ser el recorrido ganador, ¿Midtown, cierto? - preguntó María, sonriendo mientras caminaba hacia ellos con pasos seguros.
Su cabello castaño oscuro caía en un orden casi estratégico de rizos, firmemente sujetados por un broche dorado que brillaba bajo las luces de la Torre Stark. Su presencia irradiaba profesionalismo, pero sin perder su calidez natural.
- Es un placer, señorita. Soy el profesor Harrington… Roger Harrington. Y sí, somos de Midtown - respondió él con un tono nervioso, casi tartamudeando.
Peter no pudo evitar arquear una ceja. No estaba seguro si su profesor estaba así de emocionado por la visita en sí o sí acababa de experimentar un flechazo a primera vista.
- El placer es nuestro, señor. - María mantuvo su sonrisa impecable y luego hizo un ademán hacia sus compañeros.
- Muy bien, chicos, soy María, y estaré a cargo de su recorrido junto a mis compañeros, Andre y Clara. - A cada lado de ella, los mencionados asintieron.
- Un placer, chicos. Yo estaré al fondo, para evitar que alguno se pierda - bromeó Andre con una sonrisa ancha.
La mayoría del grupo rió, aunque Peter sabía que hablaba bastante en serio. Con la cantidad de protocolos de seguridad del edificio, perderse en la Torre Stark no era un error que alguien quisiera cometer.
- Si bien no es un horario ajetreado en la empresa, pasemos por este costado para evitar entorpecer el paso de nuestros compañeros de otros pisos - explicó María.
Mientras todos se posicionaban cerca de los escáneres de entrada, Peter echó un vistazo rápido alrededor, como por inercia. ¿Había alguien conocido por ahí? Por un instante, casi esperaba que el Sr. Stark apareciera desde el techo con un traje de Iron Man gritando alguna estupidez y dejándolo en vergüenza frente a todo el equipo. La idea le hizo soltar una sonrisa, pero rápidamente sacudió la cabeza. No, imposible. Tony Stark no tenía tiempo para recibir un grupo escolar, ¿verdad?
- Muy bien - anunció María, captando nuevamente la atención del grupo.
- Ahora comenzaremos a repartir sus placas de identificación. El grupo murmuró entre sí con emoción contenida.
- Para esto, decidí hacerlo más interesante y llamar al jefe del departamento de ciberseguridad. - Peter sintió un leve escalofrío recorrerle la espalda.
- Tenemos, por supuesto, muchos puestos que refieren a la seguridad del edificio - continuó María.
- Entre ellos, el jefe del departamento de seguridad general, el Sr. Hogan, y el jefe del departamento de ciberseguridad, Frank Adams - concluyó, con esa eficiencia que la caracterizaba. Ned, a su lado, casi chilló de la emoción.
- No puede ser. No puede ser. Es él. Peter, ¿por qué nunca me hablaste de él? - Chillo casi ensordeciendolo en el acto.
- No sabía que lo idolatrabas - murmuró Peter, divertido. Antes de que su amigo pudiera replicar, la voz profunda y gruesa del hombre se impuso sobre el murmullo del grupo.
- Y ese sería yo.
Las cabezas giraron hacia él. El Sr. Adams era un hombre alto, robusto, con un uniforme completamente negro que lo hacía parecer aún más imponente. Su pase de identificación colgaba de su cuello, al igual que el del resto de los empleados, pero la placa en su pecho tenía un detalle rojo que indicaba su rango.
- Primero que nada, felicidades por ganar esa competencia - dijo con seriedad.
- Y segundo, estoy aquí para contarles sobre mi puesto y para entregarles sus tarjetas recién hechas.
Un murmullo emocionado recorrió al grupo.
- Y sí - agregó con un tono cansado.
- Antes de que alguien pregunte, pueden llevárselas a casa. Serán desactivadas en cuanto salgan de la Torre para que no puedan infiltrarse ni hacer algo ilegal.
Flash, que justo había abierto la boca, la cerró de golpe.
- Como saben, soy el jefe del departamento de ciberseguridad - continuó Adams, con los brazos cruzados.
- Me encargo de proteger y defender la información digital de la empresa.
A medida que hablaba, comenzó a mover sus manos y, de repente, una serie de hologramas azules se proyectaron en el aire. Peter sintió una punzada de familiaridad. Aquella tecnología era, sin duda, obra del Sr. Stark. El equipo del Decatlón contuvo el aliento mirando casi sin parpadear para no pasar por alto ningún pequeño detalle.
- ¿Hackeos? ¿Infiltraciones de datos? ¿Ataques externos? Mis muchachos y yo nos encargamos de eso - explicó Adams mientras los hologramas mostraban representaciones visuales de amenazas cibernéticas. Ned parecía estar al borde de hiperventilar. Si, quizás debería haber presentado a su amigo antes.
- ¿Redes y servidores? Nosotros los protegemos. También nos encargamos de las aplicaciones creadas por Industrias Stark para nuestros trabajadores. Todos los empleados de este edificio tienen una tablet o un teléfono con estas aplicaciones de seguridad.
Mientras hablaba, las pantallas flotantes mostraban interfaces, diagramas de defensa digital, líneas de código en tiempo real y, de forma breve, el logotipo de Stark Industries con una encriptación en curso.
- Esto es increíble - susurró Cindy.
- Esto es ARTE - respondió Ned en otro susurro con lágrimas en los ojos.
- Gracias por su entusiasmo, muchacho - gruñó Adams, aunque parecía ligeramente divertido.
- Ahora, formemos una fila para recibir sus identificaciones. No quiero perder tiempo con desorden.
El grupo obedeció rápidamente, mientras Peter observaba el rostro de cada uno. Para algunos, esto era un simple recorrido escolar. Para otros, como Ned, esto era la mejor experiencia de sus vidas.
Y él… bueno, él estaba en el borde de una crisis existencial, tratando de no delatar que conocía este lugar mejor de lo que cualquiera de ellos podía imaginar.
- ¡Antes de pasar a los pases de invitados, ¿alguien tiene alguna pregunta?
- ¡Yo! - chilló Ned con entusiasmo, levantando la mano con energía. Frank Adams arqueó una ceja, pero asintió con una pequeña sonrisa.
- Claro, chico, dime.
- Quiero preguntar cómo se diferencia su trabajo del trabajo del Sr. Hogan, pero creo que es obvio. Usted se encarga de la parte digital y él más de la física, ¿no? ¿También trabajan juntos? - preguntó casi balbuceando, claramente emocionado. Frank parpadeó sorprendido por la perspicacia del chico y asintió con una sonrisa aprobatoria.
- Exactamente. Hogan se encarga de la protección física de la empresa y del personal. Se ocupa de amenazas como intrusos, ataques físicos o robos. Pero, sí, hemos trabajado juntos varias veces. Por ejemplo, una vez una empresa rival envió un espía para robar información de un nuevo prototipo médico que estaba por estrenarse. Mi equipo detectó algo raro en su pase electrónico y en su base de datos, al mismo tiempo que intentaba acceder ilegalmente a nuestros sistemas. Mientras bloqueábamos digitalmente todas sus vías de escape, informamos al departamento de seguridad. Hogan y su equipo llevaron un equipo armado al lugar y lo interceptaron antes de que pudiera salir con algo comprometedor. Fue un buen día para nosotros. - Terminó con un tono satisfecho, como si recordar esa victoria le trajera cierto orgullo.
Los estudiantes estaban boquiabiertos. Cindy y Betty susurraban entre ellas, intentando imaginar la escena como si fuese una película de acción. Sally y Abe intercambiaron miradas de asombro, mientras que Charles cruzó los brazos, claramente impresionado. Ned estaba al borde del colapso emocional por la pura emoción de escuchar una historia de "hacker contra hacker" en tiempo real.
Peter, sin embargo, bajó la mirada. Había estado ahí cuando sucedió aquello. Hammer Industries, como siempre, había intentado jugar sucio. Pero lo que nadie mencionó fue que el "espía" era un chico joven, inexperto, claramente manipulado por superiores que sabían que lo estaban enviando al matadero. Peter recordaba lo nervioso que estaba, cómo sudaba bajo la presión. Era fácil para alguien con su agudeza notar que el chico solo era una pieza desechable en un juego de ajedrez mucho más grande.
- ¡Genial! - susurró Abe casi boquiabierto.
- ¿Alguna otra pregunta? ¿O quieren sus pases? - preguntó Frank, con una amabilidad que se sentía extraña viniendo de un hombre tan imponente.
- ¡Yo de nuevo! ¿Cuál sería el protocolo adecuado par-
El entusiasmo de Ned fue interrumpido abruptamente por un sonido de molestia proveniente de Flash, que resopló con fastidio.
- No queremos escuchar preguntas tontas, ñoño gordo. Queremos los pases ahora. - Su tono despectivo cortó el aire, haciendo que varios estudiantes se removieran incómodos.
María, que había permanecido en segundo plano, entrecerró los ojos con una expresión severa y dio un paso adelante. Pero Frank la detuvo levantando una mano. Su sonrisa se amplió, pero no de una manera reconfortante, sino con un tono casi depredador.
- Chico, te voy a dejar pasar esto solo porque aún no hemos explicado las normas - dijo con calma.
- No - intervino Frank, con un tono que no admitía discusión.
- Considero esto una gran falta de respeto, hacia tu compañero y hacia nuestro equipo. Estábamos teniendo una conversación civilizada hasta que decidiste interrumpir. Eugene Thompson, tienes tu primer strike. - Su voz no tenía nada de paciencia, y sus ojos oscuros perforaban a Flash como dagas.
El grupo entero se quedó en silencio. Algunos empleados que estaban cerca incluso se giraron para mirar, algunos con expresiones de desaprobación. Frank cruzó los brazos y asintió, satisfecho.
- Ahora que mencionamos los "strikes", los voy a explicar. Cada persona en esta empresa tiene tres strikes. Si los cumples, estás fuera. Industrias Stark se toma muy en serio mantener un buen ambiente laboral. No nos tomamos a la ligera a los matones. Cambia tu actitud, muchacho, o nunca trabajarás aquí ni en ninguna otra sucursal de Industrias Stark.
Flash pareció a punto de replicar, pero el peso de la situación finalmente pareció caer sobre él. Se quedó en silencio, con la mandíbula apretada. María mantuvo la mirada un momento más antes de retomar la conversación con un suspiro.
- Bien, ahora que aclaramos las reglas, repasemos otras: no molestar a los empleados en su trabajo, no tocar nada peligroso, acoso cero, y seguir las indicaciones de su guía en todo momento.- Frank miró su reloj y chasqueó la lengua.
- No tengo mucho tiempo, así que chico, me veré contigo al final de la gira para responder tus preguntas. - Ned casi lloró de alegría al ser reconocido por el hombre.
- Bien, como no hay mucho tiempo, no podré explicarles los niveles ni los colores asignados de los pases, pero para hacerlo divertido, todos pueden intentar adivinar. Solo diré que ustedes, los turistas, tienen el color blanco, el mío como jefe de seguridad es rojo y el de María, André y Clara es azul.
Dicho esto, le entregó los pases a María, quien dividió la mitad con André para agilizar la entrega.
- Este es el pase de los turistas y personal temporal, como periodistas, inversores, asociados invitados, etc. Les permitirá un acceso limitado a las instalaciones y, como son turistas, siempre deben estar con André, Clara o conmigo. Ahora, llamaré por sus nombres para entregarles sus placas.
Mientras los nombres eran llamados, solo podía pensar en que eso era exactamente una cosa que quería evitar. No tenía idea de si le darían un pase temporal cualquiera, inventarían uno o incluso si le pedirían que sacara su propia credencial, que se encontraba en su mochila en todo momento. La incertidumbre era algo horrible que no quería afrontar ahora mismo, no con todo lo que restaba del día.
- ¿Peter Parker? - llamó casi al final de la lista María. Peter se acercó casi tambaleando, esperando algún comentario de Flash o que algo explotara solo porque sí.
- Ey, chico, por favor dime que tienes tu propio pase. Happy no nos dio el tuyo porque sabe que siempre lo tienes encima - rogó Andre, con un tono de súplica apenas disimulado.
- Sí, lo tengo - dijo Peter con nerviosismo, sacando el pase rápidamente para que nadie se diera cuenta.
Sin embargo, su profesor, que estaba a unos metros de él, jadeó sorprendido cuando vio su foto y el color dorado de su pase. Se encogió de hombros e hizo una mueca de desagrado. Luego de escuchar en el auto lo que dijo York y ahora a Andre, ya debería haber descubierto que tenía una pasantía aquí. O el hombre claramente no era lo suficientemente inteligente para poder entenderlo. Todo era una posibilidad.
Ned y MJ se acercaron a él de inmediato. Su amigo estaba claramente emocionado por el pase y la foto de Peter en él.
- ¡Mira! Nos pusieron la foto del anuario escolar - dijo alegremente antes de revisar nuevamente su propia placa. Un segundo después, su rostro cambió a horror absoluto.
- ¡Pusieron nuestra foto del anuario escolar! - chilló indignado.
- Betty nunca jamás debe ver es - se vio interrumpido por la llegada de Betty y Cindy al grupo.
- ¡Ned! ¡Ned! Mira mi foto, creo que salí bien, ¿parezco una buena reportera con ese atuendo? - preguntó Betty algo preocupada, sosteniendo su placa con ambas manos. Ned pareció entrar en pánico, pero su reacción fue casi automática.
- Definitivamente eres la chica más linda de todas, ¡y una excelente reportera, por supuesto! - respondió con un tono completamente embobado.
- Ohh, Ned… - río Betty con las mejillas sonrojadas.
MJ y Peter intercambiaron una mirada rápida y casi rieron. Supieron al instante lo que tenían que hacer, fue una conexión instantánea. Con una sincronización perfecta, MJ se aclaró la garganta y puso una voz aguda y melosa.
- ¡Peter! ¡Querido! Mira mi foto, ¿parezco la novia de un terrible perdedor con este atuendo? - preguntó parpadeando rápidamente, generando un efecto exagerado con sus pestañas. Peter no perdió el ritmo y respondió con el mismo tono enamorado que Ned había usado.
- Definitivamente eres la chica más hermosa del mundo, ¡y la mejor novia de un perdedor!
- Ohh, Peter… - suspiró MJ teatralmente.
No pudieron evitarlo más y estallaron a carcajadas, provocando miradas de disgusto de la pareja feliz, que parecía vivir en su propia luna de miel. Mientras tanto, Cindy no pudo contener su risa y casi tuvo que apoyarse en una pared para respirar.
- Buena foto, perdedor - asintió MJ una vez calmados, echando una rápida mirada a la placa de Peter.
- Buena foto, MJ - asintió Peter, devolviéndole el gesto.
No pudo evitar admitir, aunque fuera levemente, que su placa le gustaba más de lo que pensaba. En la foto, MJ estaba posando con una mirada desinteresada, mirando hacia un costado. Llevaba su cabello sujetado en una media coleta, algo inusual en ella. Tenía una camiseta blanca que parecía ser nueva, junto con un cárdigan amplio de color negro y unos jeans azul oscuro. Era increíblemente hermosa, incluso si ella misma no lo notaba.
- Amigo, deja de mirar, es espeluznante - susurró Ned a su lado, sacándolo de su burbuja. Peter casi se atragantó y sintió que el calor subía por su cuello hasta sus orejas.
- ¡No estaba mirando! - tartamudeó rápidamente.
MJ alzó una ceja, divertida, pero decidió no decir nada. En cambio, se giró y se colocó su pase alrededor del cuello, lista para seguir el recorrido. Peter hizo lo mismo, aunque aún sintiera el rubor en su rostro. El día apenas comenzaba y ya estaba seguro de que no iba a sobrevivirlo sin alguna situación vergonzosa.
< “Una crisis a la vez, una a la vez” > Pensó con un profundo rubor en su rostro.
Con las reglas y los pases presentados, el grupo de Midtown se encontraba listo para adentrarse en el primer sector del museo. María, con su característica energía, sonrió ampliamente antes de anunciar:
- Con esto en orden, podemos ir al primer sector, ¿verdad?
Las puertas del ascensor se abrieron, revelando su amplio interior de diseño futurista. Todos subieron juntos, llenando el espacio con murmullos de anticipación. Peter, aunque ya había estado allí antes, sintió un nudo en el estómago. Cada rincón de Industrias Stark estaba impregnado de recuerdos de su mentor.
- “Este ascensor no lo usamos normalmente, es de los plebeyos. Pep, Hap y yo tenemos uno más bonito, está escondido y tiene buenos atajos por la torre. Le diré a Happy que te lo muestre luego, puedes usarlo mientras estés aquí para no ser atropellado por la multitud.” - Dijo un día su mentor arrugando su nariz al ver el “ascensor de plebeyos”. Ese día él había reído sin parar de ese exagerado humor clasista del Sr. Stark.
- “¡Entendido Sr. Stark!”
La voz de Maria lo hizo volver a la realidad para notar que ya habían llegado a su destino.
- Ahora sí, Midtown, les presento el museo de Industrias Stark - anunció María con dramatismo cuando las puertas se abrieron.
Las luces se atenuaron de inmediato, sumergiendo a la sala en una penumbra expectante. Entonces, aparecieron hologramas azules que formaron la imagen de Howard Stark en todo su esplendor: un hombre serio, de porte distinguido, con su característico bigote perfectamente arreglado.
- Industrias Stark es una empresa industrial multinacional, fundada en 1940 por nadie más ni nada menos que Howard Stark - explicó María.
A su alrededor, otros hologramas mostraban al magnate en diferentes facetas: en un laboratorio, supervisando pruebas de armamento y presentando inventos revolucionarios.
- Howard Stark fue un pionero en diversos campos de la tecnología y colaboró con las fuerzas armadas de los Estados Unidos.
Peter sintió un escalofrío al escuchar la siguiente parte.
- Tras su muerte en 1991, la empresa quedó bajo el liderazgo de Obadiah Stane hasta que Tony Stark tomó las riendas.
El solo pensamiento de Stane le revolvió el estómago. Peter apretó los puños. Sabía bien quién fue ese hombre y lo que representó para su mentor. No era más que un traidor avaro que intentó despojar al Sr. Stark de su legado.
- Bajo la dirección del Sr. Stark, la empresa cambió su enfoque de fabricación de armas a la energía limpia y la innovación tecnológica avanzada - continuó María.
- Nos especializamos en inteligencia artificial, nanotecnología, robótica y soluciones de seguridad global.
- Virginia Potts asumió el rol de CEO, mientras que el Sr. Stark es ahora el jefe del departamento de investigación y desarrollo.
Peter parpadeó, sacudido. Su mente había divagado en su furia hacia Stane y había perdido parte de la explicación. Justo a tiempo, la sala se iluminó de nuevo y una serie de hologramas mostraron los inventos más revolucionarios creados por el linaje Stark.
- Estos son algunos de los inventos más innovadores que ha producido el legado Stark - María extendió la mano con un ademán magnético.
Los compañeros de Peter jadearon de asombro. Betty escribía frenéticamente en su cuaderno, concentrada en no perder un solo detalle.
- Los dejaré unos minutos para que puedan apreciar cada uno de los inventos - dijo María.
- Pueden recorrer este piso con libertad. Si tienen alguna duda, estamos aquí para responder.
Las luces volvieron a la normalidad y los estudiantes se dispersaron por la sala. Ned, completamente absorto, sujetó a Peter del brazo y lo arrastró hacia la primera exposición.
- ¡Mira esto! - señaló los planos de una de las primeras armas desarrolladas por Howard Stark.
- Este hombre era un genio.
Peter asintió. Aunque Howard Stark tenía un pasado complicado, nadie podía cuestionar su inteligencia. Y con Tony, su legado había alcanzado nuevas alturas. Su IQ de ¿250? ¿270? Si, 270, lo convertía en uno de los hombres más brillantes de la historia.
- Perdedor - interrumpió una voz a su lado. Peter giró abruptamente y chocó con MJ. La sorpresa y la cercanía hicieron que el calor subiera a sus mejillas.
- ¡MJ! Lo siento - se apresuró a decir. Ella se rió con ligereza.
- Tranquilo, Parker, estás en tu propio mundo.
Peter se sintió avergonzado. No podía evitarlo. Cada vez que estaba cerca de MJ, su cerebro parecía fallar. Tal vez era hora de admitir que no la veía sólo como una amiga.
< “Una crisis a la vez” >, se recordó.
Un grito agudo y poco masculino resonó en la sala.
- ¡Dios mío! ¡La primera armadura de Iron Man! - exclamó Flash, atrayendo la atención de todos. Clara y Andre intercambiaron miradas y suspiraron.
- Vaya, lo descubrieron más rápido de lo que esperaba - murmuró Clara.
- En realidad - corrigió María
- La primera armadura explotó en su primer uso. Esta es la segunda versión, que Tony Stark utilizó por más tiempo antes de mejorarla nuevamente. - Flash miraba la armadura con reverencia.
- Esto es tan genial.
Betty escribía rápidamente en su cuaderno, asegurándose de captar cada palabra.
- Dado que no podemos acceder al museo de los Vengadores, trajimos algunas piezas notables a este nivel- continuó María.
- Incluimos las primeras armaduras del Sr. Stark, junto con el primer y último traje de War Machine y Spider-Man. Además, agregamos datos curiosos sobre cada uno de ellos.
Apenas terminó de hablar, un nuevo chillido resonó en la sala. Flash, sin importarle a quién empujaba, corrió directo hacia la sección dedicada a Spider-Man.
Peter sintió su estómago hundirse. No estaba para nada preparado para encontrar algo referente a su alter ego aquí.
Flash casi se estampa contra el vidrio protector al ver la sección dedicada a Spider-Man. Sus ojos brillaban con una emoción desbordante mientras presionaba las manos contra la barrera de seguridad.
- ¡Dios mío! ¡Datos de Spider-Man! - gritó, sin importarle las miradas de reprobación que le lanzaban.
Maria frunció el ceño, claramente molesta. Dirigió una breve mirada al profesor Harrington, quien, al entender la indirecta, se enderezó y fue directo a Flash para reprenderlo en voz baja. Mientras tanto, Clara se dirigió al resto del grupo.
- Disfruten de esto, chicos. Les dejamos quince minutos más para terminar de ver los inventos y leer los datos - anunció con tono relajado.
Peter sintió cómo Ned le agarraba del brazo con energía, arrastrándolo con él. Por suerte, también logró tomar a MJ en el camino, así no sería solo él quien se viera envuelto en la emoción desbordada de su mejor amigo.
- ¡Mira esto! Dice que su IQ es de 270. Dios mío, eso es… es… impensado - murmuró Ned, anonadado mientras observaba los datos de Tony Stark.
- Tiene sentido que haya inventado un nuevo elemento en su sótano - señaló MJ con un dejo de sorpresa en la voz mientras leía otro dato.
- Se nota que el Sr. Stark eligió qué poner de cada uno. Hay como diez datos de Rhodey, pero solo dos de él mismo - dijo Peter con una sonrisa divertida.
- “El único superhéroe con dos nombres oficiales: War Machine y Iron Patriot” - leyó Cindy de la placa bajo la armadura del Coronel Rhodes.
- “Una vez esperó a Tony Stark durante tres horas, sin embargo, otra vez fueron tres meses”… ¿Se refiere a cuando secuestraron a Stark, no? - preguntó Betty, frunciendo el ceño. Peter asintió, su expresión se ensombreció levemente.
- Recuerdo esa. Pepper me contó que antes de ese viaje, el Sr. Stark estuvo… ocupado, y llegó tres horas tarde al vuelo. Y después desapareció durante tres meses… - murmuró, abatido. No le gustaba pensar en cómo su mentor había tenido que salvarse solo de ese infierno. Flash, que estaba cerca, soltó una risa burlona.
- ¿Sigues fingiendo que sabes cosas, Parker? Dios, alguien dele una vida al bebé, tiene que andar inventando estupideces para ser alguien - río, con su tono altanero de siempre.
Peter rodó los ojos. Quizás estar en la torre le daba un poco de descaro, pero en su defensa, Flash comenzaba a agotar su paciencia. Ned, ignorando por completo la interacción, siguió leyendo.
- ¡Mira! Dice que Spider-Man le teme a las alturas… y a las arañas - río entre carcajadas. Peter se avergonzó al instante. No era ninguna mentira, aunque pareciera irónico. Antes de la picadura y, quizás ahora también, odiaba esas criaturas de ocho patas.
- ¡El IQ de Spider-Man es de 257! - preguntó Cindy, completamente sorprendida.
- Dios mío, es casi tan inteligente como Tony Stark - exclamó Abe.
Peter sintió que se ponía rojo como un tomate. Nunca le había preguntado a Stark cuál era su puntaje de IQ cuando le hizo la prueba, así que ni siquiera él mismo lo sabía. Ned lo miraba con la boca abierta, sin poder creerlo.
- “Sus lanza-telarañas e incluso las telarañas mismas fueron creadas por él” - leyó Charles en voz alta, claramente asombrado.
- Oh, Dios mío, es un maldito genio - murmuró con admiración.
- “Tiene dos trabajos sin contar su deber como superhéroe”. ¿Cómo diablos? ¿En qué momento? - preguntó Cindy, confundida.
- Estoy bastante segura de que eso no es muy bueno para la salud mental —comentó MJ, cruzándose de brazos con el ceño fruncido.
- ¡Es tan increíble! - chilló Flash con emoción desbordada, pareciendo estar en el mismísimo cielo.
Recorrieron el museo una última vez. Ned balbuceaba sobre lo asombroso que era todo, Betty anotaba cada pequeño detalle, MJ asentía distraídamente mientras analizaba los datos y Cindy intentaba ver el lado biotecnológico de cada cosa.
Flash, por su parte, alardeaba sobre su supuesto conocimiento de Spider-Man, asegurando que había ayudado en una misión importante. Abe y Charles lo escuchaban con una emoción ingenua, sin notar que nada de lo que salía de su boca tenía sentido alguno.
Maria, al notar que todos parecían haber terminado, se reunió en el centro de la habitación y llamó su atención.
- ¿Todos pudieron ver el museo por completo? —preguntó y al notar la respuesta positiva del grupo continuó.
- Excelente, entonces vamos a nuestra siguiente parada: ¡los laboratorios de biotecnología e ingeniería biomédica!
El chillido entusiasmado de Cindy, junto con la alegría grupal del Decatlón, fueron un golpe directo al estómago de Peter.
- ¿¡Vamos a dónde!? - preguntó casi en un grito.
Definitivamente estaba perdido. Oh, no. Oh, no. Sarah estaba en esa sección.
<< Oh, Dios… soy un hombre muerto >> pensó Peter, tragando saliva con nerviosismo.
Chapter 12: Laboratorios
Notes:
¡Alto el fuego! ¿Técnicamente es jueves? Casi viernes y más de un mes después de lo que dije que iba a actualizar... Fallas técnicas, bloqueo lector/escritor y una mononucleosis que me dejó en reposo absoluto durante dos semanas. En fin, sigo viva y lista para seguir. ¿Queda alguien aquí con viva?
Chapter Text
Podía saborear con suavidad todo lo que se avecinaba. Sarah era una persona tranquila, eficiente y muy trabajadora. Desde afuera se veía como una persona pacífica, con un andar relajado y voz suave, siempre dispuesta a ayudar a sus compañeros a cambio de café o algún favor, porque bueno, nada era gratis en su gran sabiduría. Su pelo castaño oscuro, generalmente atado en una coleta desprolija, y sus lentes redondos tan grandes como los de Harry Potter, daban una imagen de inteligencia nata en ella, lo cual por un lado era real, Sarah era muy inteligente. Pero por otro lado, quienes lograban entrar en su círculo de confianza sabían que Sarah era mucho más que eso: era un verdadero caos.
Desordenada hasta la médula y risueña por naturaleza, se reía con carcajadas sinceras de los peores chistes, de esos que uno contaba esperando una mueca y recibía en cambio una explosión de risas contagiosas. Aun cuando dejaba todo para último momento, su capacidad de concentración la transformaba en una máquina imparable. Lo hacía todo impecablemente, como si la presión fuera su inspiración. Esa combinación de responsabilidad aplastante con una personalidad despreocupada la hacía una caja de sorpresas constante, alguien imposible de encasillar en un solo lugar.
A pesar de que la apreciaba mucho como amiga, no estaba seguro de si podría comportarse ese día. Mucho menos si lograría no golpear a Flash, que con su actitud prepotente y su voz irritante no paraba de lanzar comentarios pasivo-agresivos desde que llegaron a la torre, o bueno, desde que ganaron la competencia mejor dicho. Sarah podía soportar muchas cosas, pero la paciencia no era su virtud más fuerte, y era absolutamente tajante con el acoso. Lo detestaba por completo.
Afortunadamente, sus compañeros de equipo parecían más interesados en desaparecer que en reaccionar ante su grito. Ni siquiera se habían volteado ante su reacción, aprovechando en cambio el caos para subirse al ascensor antes de que las puertas se cerraran de golpe. Un movimiento limpio, casi coreografiado, como si ya hubieran estado
esperando una excusa para escapar.
Por supuesto que Andre se había quedado con él fuera del ascensor, o bueno, ellos. Mj tampoco había subido. Andre, siempre alerta, con su uniforme negro tan perfecto, se giró hacia ellos, echando un vistazo a su alrededor antes de soltar un suspiro resignado. El profesor Harrington se había enfrascado tanto en su conversación con Maria que había presionado sin notar el botón de cierre de las puertas. Él hombre estaba absorto haciendo pregunta tras pregunta que no se había percatado de la falta de dos alumnos y uno de los guías. Lo único que podía pensar su cerebro era en el aumento que merecía Maria después de lidiar con su profesor durante todo el recorrido.
- Parece que las puertas se cerraron más rápido de lo previsto - explicó Andre, mirando hacia el panel del ascensor que marcaba los números ascendiendo lentamente.
- Si bien hay más ascensores en funcionamiento, es casi hora del almuerzo, así que todos los están usando.
- Lo siento chicos - añadió con una sonrisa conciliadora mientras se acomodaba el reloj.
- Tenemos que esperar a que lleguen al laboratorio y que vuelvan a por nosotros. Pueden sentarse en los bancos al lado de la ventana, yo me quedo para atrapar el próximo ascensor - bromeó, señalando con un leve movimiento de cabeza hacia una fila de asientos elegantes tapizados en beige, perfectamente alineados frente a los ventanales.
- Gracias, Andre - respondió con una pequeña sonrisa, y el hombre le devolvió un asentimiento amable.
MJ y él caminaron en un silencio cómodo, como si no hiciera falta llenar el aire con palabras. Los sillones eran mullidos y amplios, con pequeños almohadones decorativos en tonos dorados. Se sentaron uno al lado del otro, sin tocarse, mirando hacia la ciudad que se desplegaba como una maqueta en movimiento tras el vidrio pulido. Abajo, Nueva York hervía como siempre: taxis amarillos que se deslizaban entre el tráfico, gente que cruzaba apurada las calles, algún que otro vendedor ambulante en la esquina con carteles.
- ¿Por qué no te subiste al ascensor? - preguntó él de pronto, girando el rostro con una expresión que mezclaba curiosidad con algo de timidez.
- ¿Por qué no lo hiciste tú? - remató ella, levantando una ceja y devolviéndole la pregunta con una sonrisa torcida.
- Estaba más preocupado por mis pensamientos que por darme cuenta de subir - murmuró, rascándose la nuca con torpeza. Sentía la vergüenza colarse por su cuello como una corriente tibia, pero había algo en la presencia de MJ que lo animaba a ser honesto.
- Y yo te estaba siguiendo - susurró ella muy suavemente, casi como si no quisiera ser escuchada.
El silencio volvió a instalarse entre ellos, pero no era incómodo. Él se permitió apoyar la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos un instante, dejando que la luz cálida del mediodía se filtrara por la ventana y acariciara su rostro. Aun con los ojos cerrados pudo notar el pequeño ruido que hacía MJ mientras jugueteaba con la manga de su chaqueta o el diminuto chirrido que hacen sus botas cuando movía sus pies. Sin notarlo siempre parecía estar mucho más atento de lo que parecía cuando ella estaba a su alrededor.
A lo lejos, se escuchaban pasos, murmullos y el sonido metálico de los ascensores llegando y yéndose, pero ahí, en ese pequeño rincón junto a la ventana, el tiempo parecía haberse detenido.
- ¿Sabes? … No sé, desearía que utilices esta oportunidad - dijo repentinamente, haciéndolo sobresaltarse como si lo hubieran despertado de un sueño.
- ¿A qué te refieres? - preguntó con torpeza frunciendo el ceño y girando apenas la cabeza para mirarla.
- Esto - respondió ella, alzando una mano despreocupadamente en un gesto amplio. Pero no señalaba un punto específico.
No era el banco, ni el piso de mármol reluciente, ni siquiera el cielo despejado que se asomaba por los ventanales. Era todo. Era la torre en sí.
Peter bajó la mirada y suspiró, encogiéndose ligeramente sobre sí mismo.
- No creo que sea buena idea… Debería dejar que todo siga su curso y rezar porque nadie del trabajo me avergüence - murmuró, incómodo, mientras se rascaba la nuca. Sus dedos revolvieron el cabello castaño con ansiedad. Sentía que tenía un nudo en el estómago. Michelle, que había permanecido sentada a su lado, se incorporó de inmediato.
Se colocó justo frente a él. Las botas negras que usaba hicieron un suave ruido seco contra el piso cuando se plantó firme, sin apartar la mirada de él. Su chaqueta de mezclilla estaba desabrochada, revelando una camiseta gris oscura con una estampa abstracta que Peter no lograba descifrar. Tenía el ceño fruncido y esa mirada que usaba cuando estaba por dar un discurso que no podía —ni debía— ignorarse.
- Sé que te digo perdedor - dijo, exasperada.
- pero no es verdad, y estoy lo suficientemente segura de que tu inteligencia te lo permite ver. Entonces, ¿por qué no dejas que los demás te vean por cómo eres?
Peter la miró, atónito. Parpadeó un par de veces, procesando. No estaba acostumbrado a verla tan directa, tan abierta, tan… involucrada.
- Peter, mírame - ordenó, y antes de que pudiera evitarlo, alzó su rostro con ambas manos, obligándolo a encontrar su mirada.
Sus ojos eran oscuros, intensos, determinados. Esa misma expresión obstinada que usaba cuando defendía una opinión en clase o discutía con el profesor Harrington. Pero ahora estaba enfocada completamente en él.
- Tú, Peter Parker, eres la persona más considerada y genial que conozco. Te preocupas por cada persona en Midtown. Preguntas cómo está el día de todos, incluso cuando parece que vas a caer del cansancio. Escuchas. Realmente escuchas. Si tuviera que describirte como un animal, serías un pequeño golden retriever cachorro - dijo, soltando una pequeña sonrisa entre dientes, con un tono que logró romper por un segundo la intensidad de sus palabras.
- Eres brillante, amable y empático. Ayudas siempre, sin pedir nada a cambio. Brillas, Peter. Realmente brillas cuando estás en tu fortaleza. - Su voz bajó un poco, casi un susurro.
- ¿Por qué no permites que todos te vean brillar así? ¿Por qué?
Él sintió que el calor le subía por las mejillas como una ola. Cada palabra le había golpeado directo en el pecho, y no sabía si quería esconderse o abrazarla o saltar por la ventana de la emoción. ¿Era una confesión? ¿Eso había sido una confesión? ¿Y cómo se suponía que debía reaccionar a eso?
Michelle tenía esa forma tan particular de abrirse sin parecer vulnerable, de decir cosas profundas como si fueran verdades obvias. Y eso… eso le gustaba. Le gustaba mucho.
Su silencio, sin embargo, se prolongó más de lo esperado. Se quedó mirándola, sin saber qué decir. Las palabras se enredaban con torpeza en su garganta. Ella, frustrada, suspiró con un deje de resignación, bajó las manos de su rostro y comenzó a dar un paso hacia atrás.
Pero antes de que pudiera alejarse, Peter se impulsó hacia adelante y la abrazó. Fue un impulso, un acto reflejo, algo más fuerte que él. Se aferró a ella con una ternura que lo sorprendió incluso a sí mismo. Era un abrazo torpe en términos físicos —él seguía sentado, ella de pie—, pero emocionalmente era perfecto.
Sintió cómo el cuerpo de Michelle se tensaba apenas… y luego se relajaba.
Se concentró en los latidos de su corazón, que repiqueteaban como un tambor contra su oído. Su perfume era suave, una mezcla de shampoo de almendras y aire fresco. Una de sus manos subió, con cierta timidez, para acariciarle el cabello, pasando los dedos con lentitud por los rizos despeinados.
- ¿Podemos quedarnos así? Solo un momento - susurró él, aferrándose un poco más, como si tuviera miedo de que ella se alejara.
- Mmm - murmuró ella, y él sintió un leve tarareo. No supo si era una melodía o simplemente una confirmación tranquila. Lo sintió como un “sí”, como un “está bien”.
Y mientras estaba ahí, sostenido en ese abrazo, pensó en lo que ella había dicho.
Tal vez… tal vez ella tenía razón.
Tal vez sí podía hacerlo. Tal vez tenía dentro de sí más fuerza de la que creía.
Pero la gran pregunta era otra, una que lo atravesaba como una flecha silenciosa:
¿Querer… era suficiente?
Sus pensamientos vagaron en interminables pros y contras. Dejar relucir su verdadero yo sería algo revelador, incómodo incluso, y muy alejado del “Peter Parker de Midtown” que todos conocían. Pero también sabía que dentro suyo había tanto por decir, tanto por hacer, que se sentía como una olla a presión. Durante todo el paseo por el museo se había muerto por comentar cada pequeña curiosidad, por compartir datos y teorías que palpitaban en su mente, pero se aferró al guión invisible de siempre, el que lo mantenía seguro: decir lo justo, lo que decía en la escuela. Ni más, ni menos.
Era aburrido. Era estancador. Era, francamente, agotador tener que controlarse en cada paso que daba.
No había podido hablar del sistema de suspensión neumática del ascensor, ni de la aleación especial que cubría los pilares de carga del museo, ni de cómo la IA del edificio detectaba micromovimientos musculares para verificar niveles de tensión y estrés en los visitantes sin que nadie se diera cuenta.
Y todo eso, que para él era fascinante, se lo había tragado junto con el aire que no soltó en todo el recorrido.
Un sonido mecánico lo sacó de sus pensamientos. El ascensor descendía suavemente, un zumbido eléctrico que reconocía al instante. Su oído, siempre afinado al mínimo detalle, captó la vibración antes de que las puertas comenzaran a abrirse.
Sacudió la cabeza ligeramente, despertando de su ensimismamiento. La mano de Michelle cayó de su hombro con suavidad, y él se levantó, con los hombros algo tensos.
- El ascensor está llegando. Vamos -murmuró, más para sí mismo que para ella, mientras avanzaban hacia las puertas cromadas que se deslizaban con un ding silencioso.
Se detuvo justo antes de entrar, giró apenas hacia ella. Tenía el corazón acelerado, pero algo se encendía dentro de él.
- Creo que voy a hacerlo - anunció con firmeza, aunque la voz le tembló un poco al final. Michelle lo miró, tomada por sorpresa.
- ¿Qué? ¿De verdad? - preguntó, abriendo mucho los ojos.
Andre, afortunadamente, estaba al fondo del ascensor. Su comunicador encendido mostraba una pequeña luz azul: estaba en contacto con Clara, aparentemente revisando algún protocolo, así que no los escuchaba, aunque su mirada les daba espacio.
- Gracias por tener en cuenta mis palabras - dijo Michelle, y una sonrisa se dibujó en su rostro con tal calidez que por un instante, Peter sintió que el ascensor entero se iluminaba. Era esa clase de sonrisa que no se ve a menudo en ella. Sincera.
Entraron en un cómodo silencio. El ascensor era amplio, con paneles de acero pulido y una iluminación blanca suave que no cansaba la vista. El reflejo en las paredes duplicaba la imagen de cada uno: Peter, con su suéter burdeos y jeans prolijos. Michelle, con su chaqueta ligeramente arrugada, con un mechón que parecía rebelarse hacia la frente. Andre, relajado, con su uniforme negro de personal, chaqueta con cierres y botas de seguridad.
Peter cerró los ojos un segundo y se preparó mentalmente para lo que iba a pasar. Respiró profundo. Solo era un día más de oficina. Llegar, ponerse su bata blanca, intercambiar saludos con la señorita Gabrielle en recepción, pasar por las estaciones ofreciendo su ayuda, tomar café con la doctora Cho mientras hablaban de teorías cuánticas o chismes del laboratorio, discutir ideas con Sarah —que probablemente estaría comiendo papas mientras analizaba muestras—, y luego revisar nuevos proyectos con el Dr. Nelson, todo mientras esquivaba a los novatos que lo seguían como si fuera una estrella de rock.
Sí, puedo con esto…
- ¡No puedo con esto! - chilló de golpe, los ojos desorbitados, girando hacia Michelle. Ella lo miró, sorprendida por el súbito grito, y luego simplemente suspiró.
- Ahora sí te diré perdedor… Perdedor - murmuró, cruzándose de brazos, aunque una pequeña sonrisa comenzaba a asomar en las comisuras de sus labios.
- ¡No es tan fácil! ¡Quiero decir… dios, no puedo! - se quejó, llevándose ambas manos a la cabeza, despeinando aún más su cabello castaño.
Desde el fondo, se oyó una risa contenida. Peter giró, fulminando con la mirada a Andre, quien levantaba las manos en un gesto teatral de inocencia.
- Vamos, jefe, tú puedes con esto. Finge que es un día normal e ignora por completo a tus compañeros. Lo peor que puede pasar es que el chico del strike… Eugene, ¿no? Que explote de rabia y termine vetado de todas las sedes de la empresa. - Andre sonrió ampliamente, con una ceja alzada.
- Y sinceramente… no sería ninguna pérdida. De hecho, hagámoslo. - Continuó el hombre con mayor entusiasmo que antes.
- ¡Andre! - jadeó Peter, entre asombrado y tentado por la risa. Michelle se tapó la boca, pero terminó soltando una carcajada ligera.
- Bien, bien, no le digas a Maria ni a Clara que dije eso… ni a los jefes - agregó Andre, bajando la voz como si confesara un crimen.
- Pero en serio, chico… puedes con esto. Y mucho más.
Peter se quedó en silencio unos segundos, sintiendo cómo la fe de ambos lo envolvía como una capa invisible. Era reconfortante. No se sentía solo. Y esa simple presencia, ese apoyo, le dio valor.
Respiró hondo, llenando sus pulmones de aire como si pudiera absorber también la determinación de Michelle y la despreocupación práctica de Andre.
- Sí - dijo por fin, con un tono renovado. Asintió con la cabeza y se enderezó.
- Sí… puedo con esto.
Michelle lo miró de reojo, sonriendo de lado, satisfecha.
- Ahí está el Peter que quería ver.
Las puertas del ascensor se abrieron con suavidad. El laboratorio los esperaba al otro lado, brillante y bullicioso como siempre.
Y por primera vez, Peter dio un paso al frente con la firme decisión de ser él mismo.
O al menos eso pretendía antes de encontrarse con la fulminante mirada del profesor Harrington, quien los miró absolutamente mal a ambos, frunciendo el ceño con desaprobación apenas disimulada. Sin embargo se giró hacia Andre, Maria y Clara para murmurar una disculpa en nombre de ellos.
- No hay problema, Sr. Harrington. Hubo un pequeño inconveniente con el funcionamiento del ascensor, no fue culpa de los chicos - respondió Andre con amabilidad, su sonrisa habitual apenas ladeada, la postura relajada. Maria, vestida con una camisa blanca de botones arremangada hasta los codos y jeans oscuros prolijos, asintió con una mirada cómplice hacia Peter, como si ya supiera todo lo que había ocurrido antes de que él siquiera lo explicara.
En ese momento, Ned apareció a toda velocidad, casi resbalando sobre el brillante piso pulido. Llevaba su mochila aún colgada de un solo hombro y el rostro encendido de emoción.
- ¡Peter! ¡MJ! ¡Se perdieron todo! - susurró como si fuese un espía en plena misión. Se inclinó entre ellos, bajando la voz aún más.
- Flash no dejó de hablar sobre cómo eras una gallina por no enfrentar tu mentira de la pasantía. Hasta dijo que te escondiste para no tener que explicarlo.
Peter entrecerró los ojos y frunció los labios en una línea tensa. Giró apenas el rostro para buscar con la mirada a Flash, que en ese momento caminaba unos pasos por delante, claramente disfrutando del protagonismo que había ganado… aunque ya se le notaba el fastidio por no poder sacar su celular y transmitirlo en vivo.
MJ cruzó los brazos con fuerza, su ceño fruncido y su mandíbula apretada. No dijo nada, pero el gesto lo decía todo: "Si ese idiota dice una palabra más, le lanzo un tubo de ensayo a la cabeza."
En ese momento, Andre alzó ligeramente la voz, captando nuevamente la atención del grupo:
- Muy bien chicos, este es el piso de los laboratorios de Biotecnología e Ingeniería Biomédica. - Esperó a que se agruparan un poco más antes de continuar.
- Y antes de que alguno de ustedes lo pregunte… sí, ambos laboratorios están en el mismo piso porque los directores necesitan estar cerca, por temas… confidenciales.
Hizo un gesto dramático, llevándose un dedo a los labios como si estuviera guardando el mayor de los secretos. Hubo un murmullo de risas y exclamaciones curiosas entre los estudiantes. Betty sacó su libreta con rapidez, ya escribiendo cada palabra con una caligrafía ordenada y precisa. Peter sospechaba que ya tenía un artículo mental en camino titulado "La Torre Stark y el futuro de la medicina confidencial".
Pero él sí sabía la verdad, eso solo podía significar una cosa. La Dra. Cho, el Dr. Nelson, el Dr. Cain y el Dr. Wu tenían que estar listos, siempre, para cualquier emergencia relacionada con los Vengadores. Ya fueran heridas de gravedad, efectos secundarios de nanotecnología, o simplemente crisis médicas imposibles para cualquier otro hospital.
- Debajo de este piso - continuó Andre, señalando hacia el suelo metálico con un golpecito de su bota.
- se encuentra la enfermería general de Industrias Stark, y una pequeña pero muy especial biblioteca.
Los estudiantes comenzaron a intercambiar miradas de asombro. Flash arrugó la nariz, claramente no entendía el atractivo.
- Industrias Stark se toma muy en serio la salud física y mental de cada miembro de su equipo - siguió Andre, con un tono ligeramente más serio.
- Algunos de nuestros trabajadores estudian carreras aparte, así que diseñamos espacios de comodidad y concentración. Muchos vienen antes de su turno, otros se quedan más tiempo. La idea es simple: si una mente descansa, trabaja mejor.- Peter asintió internamente. Lo había vivido en carne propia.
- Por supuesto, todo está registrado en el sistema de escaneo. Cualquier emergencia o anomalía, se detecta de inmediato - agregó Maria, que se había adelantado un poco para complementar.
El grupo continuó avanzando por el pasillo. A ambos lados, las paredes estaban cubiertas con paneles de vidrio reforzado que dejaban ver los interiores de los laboratorios. Se veían estaciones con microscopios de última generación, pantallas táctiles, brazos robóticos suspendidos del techo, y empleados en bata blanca trabajando con concentración.
Peter los reconocía. Estaban en su mundo. Se permitió una breve sonrisa.
- La enfermería no es demasiado grande, ya que no suelen ocurrir accidentes graves aquí - explicó Andre.
- Pero está completamente equipada para cualquier situación médica. Desde una torcedura de tobillo hasta complicaciones de origen biotecnológico.
Y, claro, pensó Peter, si eso no bastaba, estaba el siguiente piso: la enfermería de los Vengadores. El lugar mejor equipado del continente.
- ¿Y la biblioteca? - preguntó Betty sin dejar de escribir mientras Ned había levantado la mano en su lugar. Andre asintió, animado.
- Una joya escondida - dijo con un brillo en los ojos.
- Silencio absoluto. Estanterías de caoba que van del piso al techo, mesas amplias con lámparas cálidas, sillones tapizados en tonos vino y mostaza, puffs repartidos en los rincones, una sección de audiolibros y, por supuesto, la cafetera más amada del edificio. Café colombiano, espresso, capuchino, chai… lo que quieran.
Peter sintió una paz tibia solo de imaginarlo. La primera vez que Sarah se lo había mostrado, se había enamorado del lugar. Un santuario de silencio, protegido con paredes reforzadas contra el sonido, ideal para cuando necesitaba recuperar el equilibrio o escapar de la sobrecarga sensorial. Allí, el tiempo se volvía lento, amable. A veces simplemente se sentaba, cerraba los ojos y respiraba.
Un refugio.
- ¿Podemos ir? - preguntó MJ en voz baja, solo para él. Peter la miró de reojo, sonriendo con ternura.
- Después del recorrido - prometió, y ella asintió satisfecha.
- ¿Y qué hay arriba de este piso? - preguntó Flash, con un tono de aburrimiento fingido mientras echaba un vistazo perezoso por el pasillo impecablemente iluminado.
María ni siquiera parpadeó. Su rostro, perfectamente entrenado para situaciones donde la discreción era esencial, no delató emoción alguna. Caminaba con la postura de alguien que conocía cada rincón del edificio y no tenía intención de revelar más de lo necesario.
- Muchos más pisos de laboratorios. Casi un treinta y cinco por ciento de la torre está dedicado a eso, de hecho - comentó finalmente, dejando que una sonrisa se dibujara en sus labios, lo suficientemente amable para parecer profesional, pero no tanto como para invitar a más preguntas.
El grupo continuó el recorrido por un pasillo que parecía recién construido, con ventanales que dejaban ver vistas espectaculares de Nueva York. Las paredes estaban adornadas con pantallas interactivas que mostraban avances de proyectos, gráficos en movimiento y hologramas de estructuras moleculares girando lentamente.
Algunos laboratorios habían sido preparados especialmente para la visita. Las luces eran más suaves, las mesas estaban ordenadas y los elementos más impresionantes cuidadosamente expuestos. Un grupo de jóvenes, identificables por sus credenciales colgando de sus cuellos y sus batas blancas recién planchadas, se preparaba para explicar sus proyectos.
Uno de ellos, John, un pasante de biotecnología, destacaba por su expresión nerviosa. Sostenía una tablet con ambas manos mientras explicaba con entusiasmo un proyecto de cultivo celular en ambientes hostiles. Sus mejillas se tornaron de un rojo vivo cuando notó que varias alumnas del grupo lo observaban con interés.
- Este sistema busca replicar el ambiente de Marte en microescala - dijo con una sonrisa nerviosa.
- Ideal para cultivos de emergencia en futuras colonias... hipotéticas, claro.
Peter lo observó con una media sonrisa, reconociendo la forma en que John intentaba adaptar sus palabras al público adolescente. Era joven, probablemente no mucho mayor que ellos, pero se notaba su pasión. Michelle, parada cerca, murmuró a Peter con sorna:
- Al menos uno que no parezca un robot de laboratorio. - Peter rió en voz baja. De pronto, una voz interrumpió la presentación.
- ¿Disculpen, alguien vio a la Srta. Bennett?
Una joven, visiblemente nueva, con una bata que aún tenía las líneas de haber estado doblada, se asomó al pasillo con el ceño fruncido. Su credencial estaba mal colocada y su moño comenzaba a desarmarse. Estaba a punto de repetir su pregunta cuando una voz respondió desde el fondo:
- ¡Estoy aquí!
Sarah Bennett apareció desde una sala lateral, caminando con seguridad. Llevaba la bata abierta sobre un conjunto cómodo pero elegante: un pantalón azul marino y una blusa blanca ligeramente manchada en la manga, como si hubiese estado manipulando algún líquido hasta hace unos minutos. Sus gafas protectoras descansaban sobre su cabeza como una diadema improvisada.
- Hola. Ustedes deben ser el grupo de Midtown. Soy pasante de la doctora Cho, Sarah Bennett - se presentó con voz clara, proyectando una imagen de eficiencia y seguridad. Su tono se suavizó mientras explicaba su área.
- Aunque la Dra. Cho es genetista y biomédica, yo me centro más en la ingeniería biomédica. Trabajo con ella cuando los proyectos requieren soluciones estructurales o de diseño funcional. En cuanto a genética, ahí entra mi compañero Ethan Lewis, genetista clínico.
Mientras hablaba, mantenía una sonrisa calculada, profesional, casi robótica. Pero cuando sus ojos se cruzaron con los de Peter, parpadeó una vez y ladeó la cabeza, como si lo estuviera evaluando. Una sonrisa pícara, casi imperceptible, apareció en su rostro. Peter resopló bajito y negó lentamente con la cabeza, anticipando problemas.
- Tengo una pregunta - soltó Flash abruptamente, rompiendo la escena con su usual falta de delicadeza.
- ¡Claro! Dime - contestó Sarah, recuperando su tono amable sin perder la compostura.
- ¿Por qué todos son pasantes? ¿No hay gente contratada o qué? - preguntó con descaro, cruzándose de brazos. Ella lo miró con calma, sin dejar de sonreír.
- Eso puede responderse fácilmente. Algunos pisos están compuestos mayoritariamente por pasantes, por eso se designan jefes de pasantes para coordinar. Así se evita centralizar todo en cada nivel. Por ejemplo, en este piso tenemos unos quince pasantes, mientras que en el de seguridad hay apenas uno, y en desarrollo humano, solo dos.
Flash arrugó la nariz, como si no le gustara la respuesta.
- ¿Cuáles son los requisitos para ser pasante?
- Generalmente estar estudiando o haber completado estudios en el área. Ser mayor de edad también es importante, aunque hay excepciones. Los cursos y diplomaturas también cuentan como formación válida. Incluso si su carrera no resulta como esperaban, pueden formarse en otras áreas.
- ¿Entonces no contratan a menores de edad? - interrumpió, cada vez más evidente su intención de provocar.
Sarah respiró profundamente. Su sonrisa se mantuvo, pero sus ojos se endurecieron un poco. Varias personas en el laboratorio comenzaron a acercarse, discretamente, como si esperaran una escena.
- Yo nunca dije eso - respondió con voz firme, pero sin elevarla.
- De hecho, tenemos al menos dos menores trabajando aquí en la Torre Stark. No puedo hablar por otras sedes, pero aquí... ese es el dato oficial.
Hubo un breve silencio. Flash apretó la mandíbula pero no dijo nada más. Su intento de crear tensión había fallado, y Peter lo sabía. No iba a reaccionar, no después de prometerle a Michelle que no se metería en líos hoy.
- ¿A qué hora llega Parker? Necesito ayuda con la maldita prótesis - la voz del Dr. Tyson resonó desde el pasillo detrás de ellos, grave y con cierto dejo de fastidio, como si llevara horas sin dormir.
Aunque la mayoría del grupo no lo notó, algunos —Cindy, Mj, Abe, Betty y Peter— se giraron automáticamente. Reconoció la voz antes incluso de ver al hombre. Caminaba sin levantar demasiado los pies, como si el cansancio le pesara en los tobillos, con una taza de café humeante en una mano y un fajo de papeles mal doblados en la otra. Su bata blanca estaba arrugada en los codos y manchada con algo que parecía tinta de impresora. Llevaba los lentes colgando del cuello, y su cabello, canoso y revuelto, parecía más una nube estática que un peinado funcional.
Gabrielle, siempre alerta, se acercó con rapidez y eficiencia. Su carpeta de datos parecía pesar menos que el aire, y sus movimientos eran rápidos, elegantes, y siempre calculados.
- Buenas tardes, Dr. Tyson. El joven Parker llega alrededor de las cinco de la tarde. Tiene una reunión urgente con los directivos de Londres y, después de las siete treinta, puede encontrarse con usted - respondió con una sonrisa educada, entregándole otros papeles con suma delicadeza. Tyson frunció el ceño. Su ceño era de los que formaban arrugas profundas, casi como marcas de expresión fijas de tanto usarlas.
- ¿Reunión con Londres? - repitió Peter en voz baja, ignorando por completo la mirada de sorpresa de sus compañeros.
Peter ya no prestaba atención a la pelea que se desarrollaba a sus espaldas —al parecer, María había intervenido después de que Flash le respondiera con descaro a Sarah, y eso nunca terminaba bien—. La discusión iba en aumento, pero él tenía un presentimiento. Reunión con Londres. Eso seguro valía la pena salirse del papel de "Peter de Midtown".
Sin pensarlo dos veces, se adelantó con una sonrisa amplia que ocultaba perfectamente su incomodidad.
- ¡Hola, Dr. Tyson! ¡Hola, Gabrielle! - dijo con energía genuina. Ambos se giraron, claramente sorprendidos, pero sus rostros se iluminaron de inmediato.
- ¡Peter! - exclamaron casi al unísono, con alivio.
- Mi muchacho, ¿qué haces tan temprano…? No importa, mira esto para la próxima actualización -dijo Tyson, sacando unos papeles de entre el caos que sostenía.
- ¿Creés que puede funcionar si agregamos un poco más de movilidad, pero quitamos algo de rapidez? Por un lado, me parece más seguro, pero por otro… temo que se vuelva inútil si es demasiado lenta. Estoy atrapado.
Peter tomó los papeles, analizándolos con una ceja arqueada. En la hoja, un diseño de prótesis robótica se desplegaba con notas escritas a mano, garabatos técnicos, y ecuaciones a medio resolver. Algunas partes estaban tachadas con tinta roja, y otras tenían signos de pregunta al margen.
- ¿Puedes dejarlos en mi laboratorio? Prometo tomarme un tiempo esta noche para analizarlo y ver qué podemos ajustar. Para mañana a primera hora estará sobre su escritorio - respondió Peter, con una sonrisa relajada y una confianza que no necesitaba fingir.
El hombre suspiró como si le hubieran quitado un peso de encima. Literalmente dejó caer los hombros.
- Gracias, chico. Realmente, mis pasantes no han sido de mucha ayuda esta semana. ¿Podrías pasarte un rato la próxima? Quizás pasar tiempo contigo les contagie algo de tu innata inteligencia - añadió, soltando una risa cansada pero sincera.
- Por supuesto, Dr. Tyson. Y no sea tan duro con ellos, son muy buenos - dijo con tono conciliador.
- Nada de Dr. Tyson, muchacho. Davis, por favor. Dios sabe que te lo merecés más que todos los demás. Eres un salvavidas. Lo dejo en tu escritorio - dijo, ya marchándose con paso apurado hacia el ascensor, dejando un ligero aroma a café y papel recién impreso.
Gabrielle, que había presenciado la escena con una sonrisa contenida, apenas levantó una ceja al notar que Peter se giraba de nuevo hacia ella, esta vez con una expresión más seria.
- Gabrielle… perdón por interrumpir su trabajo, pero… ¿qué fue eso de la reunión con Londres? - Preguntó con genuina curiosidad. La asistente bajó la vista unos segundos a su tablet antes de responder.
- No hay problema, Sr. Parker. La reunión con los directivos de la sede de Londres fue delegada a usted porque la Srta. Potts tiene, en ese mismo horario, una reunión más importante con inversores de Medio Oriente, y el Sr. Stark… Bueno, está ocupado en una reunión privada con el Coronel Rhodes.
Peter asintió lentamente, aunque su cerebro procesaba todo como si se estuviera hundiendo en arena movediza.
- Está bien… gracias - respondió.
No era la primera, ni la última vez que debía asistir a esas reuniones corporativas en nombre de Stark. Ya había dejado de contar cuántas veces se había visto envuelto en conversaciones técnicas, políticas, económicas y éticas con adultos que le doblaban la edad. Afortunadamente, conocía bien al director ejecutivo de la sede de Londres: Lorcan Middleton. Un hombre que, según él, era demasiado parecido a Pepper Potts. Responsable, directo, siempre pulcro hasta en sus mails, y con una capacidad casi aterradora de detectar errores en las presentaciones antes de que siquiera se abrieran.
La primera vez que se conocieron fue durante una conferencia, donde Stark lo llevó para "que vea cómo se manejan los tiburones corporativos". Middleton, aunque sorprendido por la presencia del adolescente, no tardó en tratarlo con respeto. Especialmente después de que Peter expusiera una solución práctica a una discusión técnica sobre la optimización energética de los nanobots médicos. A pesar de que Stark jugaba en su teléfono durante casi toda la presentación, Peter se mantuvo firme, queriendo demostrar que no estaba allí por capricho.
Desde entonces, Middleton había preguntado específicamente si Peter estaría presente en futuras reuniones. Y en una ocasión, cuando se conectaron por videollamada, Peter lo notó: había una joven sentada a su lado, tal vez unos 20 años, cabello castaño claro, trenzado con precisión, y una expresión tan nerviosa como curiosa. Se había presentado con timidez como Isabelle Watson. Al parecer, inicialmente, era la niñera del hijo pero rápidamente notó su inteligencia y la llevó a realizar una pasantía en la empresa.
Peter se rió al recordarlo. Desde ese día, Isabelle y él habían mantenido contacto. Intercambiaban ideas, noticias científicas, incluso memes de mal gusto sobre física cuántica. Era refrescante tener a alguien de su edad con quien hablar del trabajo sin sentir que tenía que demostrar nada.
Y además, a ella también le encantaban las Industrias Stark. Desde niña, devoraba los artículos científicos publicados por la empresa con un fervor que le recordaba a su propio hábito infantil: pedirle a Tía May o al Tío Ben que le leyeran las publicaciones del Sr. Stark o del Dr. Banner como cuentos antes de dormir.
Cuando el murmullo creciente de sus compañeros alcanzó un nuevo pico, un zumbido suave pero insistente que recorría el ambiente como una corriente eléctrica, Peter regresó de golpe a la realidad. Había estado absorto, atrapado en el flujo meticuloso de sus propios pensamientos, hasta que la intensidad del cuchicheo lo sacudió. Parpadeó, girando lentamente sobre sus talones, y entonces los vio: la mitad del grupo, dispersos como un rebaño sin dirección fija, lo observaban con una mezcla de expresiones que oscilaban entre el asombro, la sospecha y una incredulidad apenas contenida.
Algunos tenían los ojos tan abiertos que casi parecía que esperaban ver a un segundo Peter Parker emerger detrás del primero. Otros intercambiaban miradas cómplices o gestos breves, como si no pudieran creer lo que acababan de presenciar. El aire estaba impregnado de una especie de asombro silencioso, como si acabaran de ver a alguien arrancarse una máscara para revelar una identidad totalmente nueva. Y, en cierto modo, eso era lo que acababa de pasar.
Peter no se había percatado de todas esas miradas mientras hablaba con Gabrielle. Había estado demasiado concentrado, demasiado serio, demasiado... adulto. Pero ahora que se giraba, la atención lo golpeó de frente, como un reflector encendido en mitad de un escenario. Por un segundo, se sintió congelado en el tiempo.
Tragó saliva e intentó mantener la compostura. Su cuerpo reaccionó antes que su cerebro: se irguió de forma automática, inconscientemente adoptando una postura más firme, más profesional, como si su espina dorsal recordara que ya no era solamente “el chico del fondo del aula”. Ya no había nada que esconder.
- ¿Gabrielle, podrías dejar el papeleo relacionado a la reunión con el Sr. Middleton en mi oficina? - dijo con naturalidad, la voz firme pero serena, mientras la mujer asentía con eficiencia y sus dedos danzaban sobre la tablet con el logo de Stark Industries grabado en plateado.
- O preguntale a Viernes si Pepper dejó esquemas o quería hablar de algo en específico, por favor.
- Enseguida, Sr. Parker - respondió Gabrielle sin levantar la vista, su tono ágil, profesional, tan acostumbrado a ese tipo de intercambio que parecía no notar la audiencia improvisada que se había formado detrás de ellos.
Peter le dedicó una sonrisa agradecida, genuinamente aliviado por su actitud tranquila, y luego se giró con suavidad para volver al grupo, ahora más consciente que nunca de cada par de ojos que lo seguía. Caminó con paso firme, sin mirar a nadie en particular, pero sabiendo que todos lo miraban a él.
Y entonces, el caos se desató.
- ¡SEÑOR THOMPSON! - tronó la voz del profesor Harrington desde algún punto cercano, interrumpiendo de lleno cualquier comentario que pudiera haber comenzado sobre Peter.
El grito sobresaltó incluso a Peter, que parpadeó, confundido. No había notado que Flash y Sarah seguían discutiendo, al parecer sin pausa desde que ella había salido del laboratorio momentos antes. No era que eso fuera sorprendente, claro —el ego de Flash y la lengua afilada de Sarah eran una receta perfecta para el desastre—, pero aun así, no esperaba el estallido tan repentino.
- ¡¡Ella empezó!! - gritó Flash, con una voz más aguda de lo normal y una expresión casi caricaturesca de indignación infantil. Sus brazos volaron al aire como un niño de jardín en plena rabieta, y su tono tenía una nota de pánico mal disimulado.
Sarah, sin inmutarse, alzó una ceja. Su expresión era pura condescendencia, como si acabara de descubrir una forma de vida inferior tratando de comunicarse con ella. Se cruzó de brazos con deliberada lentitud y ladeó la cabeza, como si analizara un error en un experimento. El laboratorio detrás de ellos, lleno de superficies metálicas, vitrinas de muestras, instrumentos precisos y pantallas proyectando imágenes celulares en alta definición, parecía un escenario futurista poco apropiado para semejante escena de patio escolar.
- Según acabo de escuchar y ver, usted comenzó todo, Sr. Thompson - la voz de la Dra. Helen Cho surgió firme y sin margen para interpretación alguna. Avanzaba desde la puerta del laboratorio con su bata blanca ondeando a cada paso y una tablet en la mano, como una jueza descendiendo desde el estrado.
- Y esto le vale un segundo strike.
Peter se giró con una sonrisa ya formándose en su rostro. No podía evitarlo. Miró a Cindy, esperando encontrar en ella esa expresión de adoración científica que solía tener al ver a la Dra. Cho, pero en cambio la halló sonriendo... a él. Una sonrisa pequeña, orgullosa, cálida. Le tomó un segundo entender por qué. Y cuando lo hizo, no pudo evitar sonrojarse. Desvió la mirada al suelo por un instante, luego volvió a alzarla y le devolvió la sonrisa, tímido, torpe.
- Usted, Sr. Thompson, no es nadie para hablarle así a mi pasante - continuó Cho, sin variar el tono.
- La Srta. Bennett ha sido extremadamente paciente al no darle un strike antes, pero esto... esto es cruzar los límites.
Peter rodó los ojos de forma automática. ¿Paciente? Claro, cómo no. Él la conocía de verdad. Había presenciado el momento en que estuvo a segundos de destruir el microondas del área común solo porque no calentaba su café con la suficiente rapidez. Un día sin dormir, varios experimentos estancados y una cafeína urgente... no era un buen combo. Si alguien creía que Sarah era paciente, claramente no había compartido cocina con ella.
- ¿Y quién eres tú para decir eso? ¡Quiero hablar con tu jefe! - Flash alzó la voz de nuevo, apuntando con el dedo hacia la Dra. Cho como si fuera una recepcionista cualquiera. Su ceño fruncido y tono altanero le hacían parecer menos desafiante y más desesperado.
Peter sintió cómo el aire se congelaba. Literalmente se le abrieron los ojos del asombro. ¿Flash acababa de... ningunear a Helen Cho? ¿La Dra. Helen Cho? Era como insultar a Einstein en un congreso de física. Enderezó los hombros y dio un paso al frente, colocándose instintivamente al lado de ella y de Sarah.
- Ella es una genetista reconocida mundialmente - dijo con un tono bajo pero cortante.
- Tiene tres doctorados, y es la jefa del Centro de Investigación Genética U-GIN. La verdadera pregunta es: ¿quién demonios creés que eres tú para tratar así a un superior?
Flash hizo una mueca burlesca, pero no respondió. Ya no podía. Las miradas del resto de la clase, del personal, y hasta de los pasantes se clavaban en él como agujas. Lo sabían. Lo sentían. Había cruzado una línea, y no podía desandar ese camino.
- Suficiente. Gracias, Sr. Parker - intervino finalmente Maria, que observaba la escena con los labios fruncidos y el ceño algo más arrugado que de costumbre.
- Sr. Thompson, ya cuenta con dos strikes.
- Gracias, Pete. Te debo el café de la semana que viene - murmuró la Dra. Cho junto a Sarah, pero lo hizo con esa voz sibilante que no engañaba a nadie. Varios de los presentes se rieron por lo bajo. Peter se sonrojó otra vez.
Y así, mientras Maria retomaba el control del grupo, con voz clara y pasos medidos, y la Dra. Cho comenzaba su recorrido, Peter no pudo evitar mirar hacia atrás una vez más.
Todo el laboratorio seguía iluminado por esas luces blancas asépticas que colgaban del techo como rayos congelados. Las máquinas, complejas y pulcras, zumbaban con sonidos
suaves. Betty escribía sin parar en su libreta, con los ojos brillantes de emoción científica. Ned la seguía como un guardaespaldas con cámara en mano.
Michelle, por su parte, se había mantenido cerca de Peter durante todo el recorrido, al igual que Cindy y Sally, quienes parecían encontrar en él una especie de guía personal entre tanto tecnicismo y términos complejos. Peter no dejaba pasar oportunidad para explicarles con paciencia y entusiasmo cada cosa que veían y, cuando no entendían algo, él se tomaba el tiempo de responder sus preguntas en voz baja, con señalamientos discretos y analogías sencillas. Incluso les mostraba detalles que la Dra. Cho no había mencionado, apuntando con el dedo a ciertos dispositivos o comentando el propósito de herramientas que pasaban desapercibidas.
Era un Peter distinto, más seguro, más activo. Un Peter que enseñaba, que sabía, y que disfrutaba hacerlo.
Abe y Charles seguían juntos, como de costumbre. No decían mucho, pero ocasionalmente se acercaban a Peter para preguntarle algo con la misma actitud con la que uno consulta al chico que siempre saca diez en los exámenes. Peter les respondía con gusto, sin arrogancia, feliz de que confiaran en él por algo más que sus habilidades atléticas nulas o su reputación de “chico raro”.
En cambio, Flash... Flash caminaba solo. Muy solo. Con el ceño fruncido, los brazos cruzados y la mirada clavada en el suelo como si este le debiera una disculpa. Su silueta avanzaba rezagada, como la de un niño que acaba de ser regañado por hacer un berrinche en público. Cada tanto, lanzaba miradas fugaces hacia los demás, pero nadie le prestaba demasiada atención. Por primera vez, su voz no dominaba el grupo.
- Muy bien, chicos - anunció la Dra. Cho, deteniéndose frente a una amplia puerta de vidrio templado.
- Ese fue todo el sector general de la ingeniería biomédica a mi cargo. Ahora los voy a dejar con el Dr. Nelson, quien los acompañará en el recorrido por los laboratorios de biotecnología.
Dicho eso, la puerta se abrió suavemente y, desde el interior, emergió un hombre alto, de cabello blanco y con una sonrisa tan grande como su bata. Tenía una energía contagiosa, de esas que no se apagan con los años sino que se refinan.
- Gracias por traerlos, Helen - saludó con voz clara, asintiendo con respeto.
- Como ya les contó mi colega, soy el Dr. Nelson, jefe del laboratorio de biotecnología. Y a pesar de mi edad - añadió con una carcajada.
- no duden en hacer preguntas. ¡Prometo que todavía recuerdo algunas respuestas!
Peter sonrió de inmediato. El Dr. Nelson era simplemente increíble. Carismático, sabio y con ese sentido del humor que desarma cualquier nerviosismo. Siempre tenía una anécdota bajo la manga o un comentario justo para aliviar tensiones. Era un tipo de mentor muy distinto al Sr. Stark, pero igual de inspirador.
A diferencia de la Dra. Cho, su recorrido fue más rápido, casi como si supiera exactamente qué mostrar y qué omitir. Pero lo que le faltó en duración lo compensó con creces en historias personales. Hablaba mientras caminaba, señalando equipos, intercalando explicaciones con memorias de sus años en la empresa. Cada tanto soltaba frases del tipo “esto lo arruiné dos veces antes de que funcionara” o “ese aparato me explotó en la cara en 2011, ¡una verdadera belleza!”.
En un momento se detuvo frente a una instalación bastante grande y moderna. Varias vitrinas de contención, un brazo robótico, pantallas que proyectaban estructuras celulares en tiempo real... todo parecía salido de una película de ciencia ficción.
- Oh, este... este es mi último gran trabajo - comentó con tono nostálgico, acariciándose la barba.
- Es un proyecto que comparto con un colega. Uno de esos planes arriesgados que, cuando los empezás, pensás: “esto no tiene futuro”. Pero a mí me gustan los riesgos. Después de todo, la mayoría de mis logros alguna vez fueron apuestas locas.
La clase lo miraba con una atención inusualmente concentrada. Incluso Flash había levantado la cabeza.
- ¿Cuál es el proyecto? - preguntó Cindy con genuina curiosidad, dando un paso adelante.
- Oh, aún no está terminado, así que es confidencial - respondió el doctor con una sonrisa ladeada.
- Pero estamos muy cerca... lo siento en mis huesos. Eso, o va a llover esta noche - bromeó, encogiéndose de hombros, y varios pasantes y estudiantes soltaron una risa.
- Entonces... ¿cuál es el propósito del proyecto? - preguntó Michelle, con los ojos entornados, su voz calmada pero afilada.
Nelson parpadeó, sorprendido por la precisión de la pregunta.
- ¿Disculpe?
- Usted dijo que no puede decirnos qué es el proyecto - repitió Michelle, tranquila.
- pero no mencionó nada sobre para qué sirve.
Un murmullo de asombro suave recorrió el grupo. Peter la miró, impresionado, mientras el doctor la observaba con una mezcla de admiración y complicidad. Sonrió, girando levemente el rostro hacia Peter, como pidiendo permiso. Peter asintió, casi sin darse cuenta.
- Astuta - murmuró el doctor, antes de continuar
- Se trata de mejorar la experiencia del cuidado de heridas, tanto en contextos clínicos como cotidianos, a través de una herramienta que combine biocompatibilidad, facilidad de uso y funcionalidad terapéutica, por supuesto. ¿Difícil? Sí. ¿Imposible? Jamás.
Michelle entrecerró los ojos. Había captado el truco.
- ¿Una curita? - dijo, incrédula.
Peter y el doctor abrieron los ojos al mismo tiempo, y luego estallaron en carcajadas tan repentinas que varios estudiantes dieron un respingo.
- ¡Dios mío, muchacha! - dijo Nelson, secándose una lágrima de risa.
- Hace mucho que alguien no me hacía reír así.
Rebuscó en el bolsillo de su bata y sacó una pequeña tarjeta de presentación, que sostuvo entre los dedos mientras caminaba hacia ella.
- Si algún día te interesa hacer unas prácticas en los laboratorios de biotecnología... mandame un mail, por favor.
Michelle la tomó como si le hubieran entregado un billete dorado para entrar a otra dimensión. Estaba en shock, sin saber si eso acababa de pasar o si lo había soñado. Sus dedos cerraron la tarjeta con lentitud, y su mirada aún estaba perdida cuando Maria sonrió desde atrás.
- Felicidades, Michelle - Pronuncio el Sr. Harrington, boquiabierto intentando recuperar su postura profesional. Michelle lo fulminó con la mirada, saliendo de su trance.
- Para usted es Srta. Jones - gruñó sin miramientos.
El profesor retrocedió un paso, frunciendo el ceño con fastidio.
Dr. Nelson, que había presenciado toda la escena en silencio y con una sonrisa escondida, le guiñó un ojo a Michelle y giró para retomar el recorrido.
- Fue un placer conocerlos, niños. Ustedes son el futuro, recuérdenlo. Espero volver a verlos, esta vez como colegas - añadió con una reverencia teatral.
- Es una verdadera pena que mi compañero, el Dr. Cain, no haya podido verlos - continuó, ya con tono más formal.
- Él se encuentra en otro piso, orquestando los últimos detalles del próximo lugar que visitarán.
Pero antes de que pudiera terminar, Maria lo interrumpió con suavidad.
- Y antes de encontrarnos con el Dr. Cain, haremos un receso en la cafetería para que puedan descansar y comer algo.
Al instante, la noticia fue recibida con suspiros de alivio y murmullos felices. El grupo se dirigió al gran ascensor que los esperaba como una cápsula de acero y vidrio. Se despidieron con sonrisas y gestos del Dr. Nelson, que los saludó con la mano hasta que las puertas se cerraron.
Chapter 13: Cafetería
Notes:
¿Yo? ¿Publicando antes que un jueves? Puff no... En Realidad si, deseenme suerte. Estoy haciendo esta actualización por si este fin de semana XXL muero. Solo exagero, nos vemos algún próximo jueves! (No hay chances de que sea el proximo jsja)
Chapter Text
El ascensor los llevó lentamente hacia uno de los pisos intermedios donde se encontraba la cafetería de Industrias Stark. El interior era impecable: paredes de cristal que mostraban una vista panorámica de la ciudad, luces tenues y cálidas, con techos altos y plantas en macetas minimalistas decorando cada rincón. El aire tenía un aroma suave a café recién hecho y pan tostado.
Apenas las puertas se abrieron, algunos estudiantes soltaron murmullos de sorpresa. El espacio era enorme, mucho más amplio de lo que uno imaginaría para una simple cafetería. Estaba dividido en sectores: uno con mesas comunitarias de madera clara, otro con sillones modernos frente a grandes ventanales, y otro con mesas más pequeñas, ideales para conversaciones privadas. Detrás del mostrador se veían baristas y asistentes uniformados con trajes negros con detalles en azul oscuro, el color corporativo de Stark Industries.
Peter, que se había mantenido algo en la retaguardia, aprovechó para estirarse discretamente y soltar un suspiro. Michelle, Cindy y Sally caminaban cerca de él, conversando por lo bajo aunque MJ todavía sostenía la tarjeta del Dr. Nelson con una mezcla de orgullo y sorpresa.
- Parece que hiciste una buena impresión - le dijo Peter con una sonrisa ladeada mientras le daba un suave codazo en el brazo.
Michelle lo miró de reojo, intentando parecer indiferente, pero no pudo evitar que se le escapara una sonrisa fugaz.
- Solo dije la verdad. No pensé que funcionaría tan bien - respondió encogiéndose de hombros, guardando la tarjeta en el bolsillo interior de su chaqueta de mezclilla.
- Sí claro, y yo me llamo Tony Stark - bromeó Cindy, ganándose una risa por parte de Sally.
María se adelantó unos pasos frente al grupo y dio dos suaves palmadas para llamar la atención. El sonido, aunque discreto, fue suficiente para que todos los estudiantes, que hasta ese momento murmuraban emocionados, centraran su atención en ella.
- Muy bien, chicos - dijo con una sonrisa amable, alzando apenas la voz.
- Esta es la cafetería. Hemos reservado una sección especialmente para ustedes. Pueden elegir cualquier cosa para comer: si quieren, pueden pedir un batido en un puesto y luego buscar un bagel en otro. No hay problema en mezclar. Cuando terminen de elegir sus alimentos, deberán pasar su credencial por el escáner en la caja. Cada uno tiene treinta dólares para gastar libremente. Les avisaré cuando falten diez minutos para reunirnos e ir al siguiente lugar. Si tienen alguna duda o necesitan ayuda, Andre, Clara y yo estaremos cerca, atentos a lo que necesiten.
La emoción se palpaba en el ambiente. Para Peter, acostumbrado ya al ritmo y a los beneficios de Industrias Stark, todo aquello le parecía de lo más normal; sin embargo, la expresión en los rostros de sus compañeros era pura fantasía. Con cada palabra de María, parecía que flotaban unos centímetros más cerca del cielo, como niños en una juguetería.
Peter dejó escapar una risa breve, sacudiendo la cabeza con cariño ante la reacción general, mientras los grupos comenzaban a dividirse de manera natural. Michelle, Ned, Cindy, Peter y Betty se agruparon rápidamente, intercambiando miradas cómplices; mientras que Abe, Charles, Sally y Flash formaron otro pequeño núcleo.
Observando que sus amigos parecían algo abrumados ante la enorme variedad de opciones, Peter se adelantó un poco y, señalando el recorrido con un leve gesto de la mano, explicó:
- Empezando de izquierda a derecha, primero están los puestos de cafetería, luego vienen los de almuerzos: hay opciones para celíacos, vegetarianos, veganos y también lugares con comida más tradicional. Al fondo están los lugares de postres - comentó, caminando lentamente mientras hablaba.
- No es lo más común, pero mucha gente prefiere un postre antes que un almuerzo contundente.
Se rió para sí mismo, reconociendo en su interior que él era definitivamente de esos. ¿Quién prefería una hamburguesa si podía elegir un buen brownie con helado por encima?
- Dios mío… son demasiadas opciones - murmuró Cindy, indecisa, girando sobre sí misma tratando de abarcar todo con la mirada.
- ¿Dijiste que había opciones para celíacos, verdad? - preguntó Betty, sacando rápidamente su libreta y comenzando a anotar datos como si estuviera tomando apuntes para un examen.
Ned, que estaba a su lado, soltó un bufido divertido. Con un movimiento rápido, le robó el bolígrafo de las manos.
- ¡Ey! - protestó Betty, levantando la mirada con indignación.
- Tiempo de descanso. - Ned señaló el aire con solemnidad.
- Nada de escribir. Nada de fotos. Es hora de recargar el estómago y la mente.
Betty frunció los labios, claramente tentada de responder, pero terminó soltando un suspiro resignado. Incluso ella sabía que discutir con Ned era perder el tiempo, podía ser un chico muy terco cuando quería.
- Primero veamos qué se le antoja a cada uno - sugirió Michelle, cruzándose de brazos mientras deliberadamente ignoraba la escena de la pareja.
- Sé que no es el horario, pero… - Peter levantó una ceja, confesando en voz baja. - Se me antoja comida china.
Ned lo miró sorprendido.
- ¿Seguro que no quieres tailandesa?
- Nope. Quiero chino - afirmó Peter con convicción, asintiendo para darle más énfasis a sus palabras.
- Concuerdo completamente - apoyó Cindy, levantando la mano como si estuviera en clase.
- Yo quiero probar algo vegetariano - comentó Michelle, pensativa- . Me da curiosidad esa variedad que parece carne pero no lo es.
- Y yo quiero ver qué tal son los lugares sin TACC - añadió Betty, señalando dos pequeños locales en el área especializada-. No soy celíaca, pero mi prima mayor sí, y siempre es una odisea encontrar sitios donde pueda comer algo rico. Podría aprovechar y pedir algo para ver qué tal están.
- Estoy entre tailandés y una buena lasaña - dijo Ned, reflexionando mientras se llevaba una mano al estómago- . No sé, pero creo que mi estómago ya decidió: quiere lasaña.
- ¡Dios mío! Entonces tienes que ir a "Itan Mazza" - dijo Peter con entusiasmo renovado- . Tienen la mejor lasaña que he probado en mi vida. Incluso hay una opción con champiñones que es... - cerró los ojos teatralmente, llevándose una mano al pecho- . Simplemente perfecta.
El grupo estalló en carcajadas ante el dramatismo de Peter.
En cuestión de minutos, cada uno había trazado su ruta gastronómica: Michelle se dirigió hacia un puesto de emparedados vegetarianos, eligiendo uno con variaciones de "carne vegetal" que prometía sorprender. Betty optó por una porción individual de pizza libre de gluten, acompañada de unas galletas artesanales y un jugo natural de frutilla y naranja. Ned, cautivado por la recomendación, fue directamente a "Itan Mazza" para pedir su ansiada lasaña de champiñones.
Mientras tanto, Peter y Cindy caminaron juntos hacia la sección de comida china. Se habían puesto de acuerdo en pedir varios platos para compartir.
- Me voy a pedir la sopa de wonton y un chow mein - anunció Peter, hojeando el menú digital de la cafetería con una concentración casi cómica- . ¿Prefieres de pollo, carne... o de ambos? - preguntó, alzando la vista hacia Cindy.
- Ambos - respondió ella sin dudar, y luego, suspirando dramáticamente- . Me pediré unos baozi... y, Dios, daría lo que fuera por unas costillas agridulces - añadió en un tono que rozaba la tristeza.
Peter la miró con una ceja arqueada, genuinamente confundido.
- Podemos pedirlas - dijo con entusiasmo renovado- . Repartimos todo a la mitad.
Sin embargo, Cindy lo miró como si acabara de sugerir que se comieran todo el buffet entero.
- Peter, es demasiada comida - señaló, frunciendo el ceño.
Peter soltó una pequeña risa y encogió los hombros, como si fuera lo más normal del mundo.
- Juro que puedo comer por siete personas - admitió sin un ápice de vergüenza.
Olvidaba que Cindy no sabía la verdad sobre su metabolismo acelerado. Para ella, simplemente era un adolescente con un apetito descomunal.
- Estás loco - dijo ella, señalándolo con un dedo acusador- . Si nos dicen algo, te tiro al frente.
Peter levantó las manos en gesto de rendición, divertido.
- Bien, bien. No hay necesidad de que me tires, yo mismo me lanzo al río - rió, provocando que Cindy soltara una carcajada ahogada.
Se dividieron para hacer los pedidos: Cindy, entusiasmada con las opciones orientales, se dirigió a un puesto especializado en bocadillos tradicionales chinos, mientras Peter tomó rumbo al sector de platos calientes, donde el aroma a salsa de soja, curry suave y pan recién horneado flotaba en el aire. Avanzó con soltura entre los puestos, saludando con familiaridad a uno de los cocineros que, al verlo, alzó la mano en reconocimiento.
- ¿Lo de siempre, señor Parker? - preguntó con una sonrisa socarrona el chef, mientras sacaba una bandeja térmica más grande de lo normal.
- Algo así, Chang. Pero esta vez es para compartir, lo prometo - respondió Peter divertido.
Ordenó con precisión casi quirúrgica, se aseguró de pedir porciones medianas, no tanto por el apetito sino para evitar levantar sospechas con el exceso de comida. Aun así, cuando volvió al punto de encuentro y colocó su bandeja junto a la de Cindy —que había regresado con una generosa cantidad de dim sum, bolas de sésamo y té de jazmín—, la montaña de comida acumulada empezó a parecer… excesiva.
Peter apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Cindy alzó una ceja, cruzó los brazos y lo miró con genuina duda.
- ¿Estás seguro de que te alcanza para todo eso?
Peter parpadeó. Su cerebro aún estaba en "modo menú", así que tardó un par de segundos en recordar el detalle del pase limitado a 30 dólares. Miró su propia tarjeta colgando del cuello y luego volvió a verla, encogiéndose de hombros con una sonrisa inocente.
- Oh… sí. No tengo el mismo pase. El mío está vinculado a mi cuenta interna.
Cindy lo miró como si hubiera dicho que era pariente de Tony Stark. Antes de que pudiera preguntar más, Betty apareció por un costado con una bandeja equilibrada entre las manos y los ojos entrecerrados.
- ¿A tu qué? - preguntó, claramente intrigada por lo que acababa de escuchar.
- No pregunten - dijo Peter con fingido misterio- , yo tampoco entendí del todo. Solo sé que funciona... y que me lo dio Happy con cara de "no lo uses para comprar churros".
Ned, que venía justo detrás con una lasaña humeante y un jugo de mango, se rió tan fuerte que casi deja caer su comida. Logró mantener el equilibrio de milagro, pero una de las servilletas voló hacia Betty, quien la atrapó al vuelo mientras soltaba una risa sincera.
- ¿Happy Hogan te dio una tarjeta con fondos internos? - preguntó Michelle, acercándose con una bandeja que llevaba un emparedado de soya y chips de lenteja-. ¿No se supone que ese tipo solo confía en su café y en Pepper Potts?
- Te sorprendería - respondió Peter.
Con todos sus pedidos reunidos, el grupo ocupó una de las mesas largas reservadas para ellos. Las charlas se encendieron de inmediato entre mordidas y carcajadas; había algo en la atmósfera, una mezcla de hambre, emoción y camaradería, que volvía todo más relajado.
Sin embargo, del otro lado de la mesa, la escena era notablemente distinta.
Sally removía con desgano una triste ensalada en su bandeja, visiblemente incómoda, mientras Flash, sentado a su lado, devoraba una torre de donas grasosas, haciendo ruidosos sonidos de satisfacción que resonaban en todo el salón.
De reojo, Peter captó cómo Clara, una de las supervisoras, fruncía el ceño en dirección a Flash, su expresión una mezcla de desagrado y fastidio. No era difícil deducir el motivo. Aprovechando que Abe acababa de pasar cerca, Peter decidió intervenir.
- Sally, ¿todo bien? - preguntó con genuina preocupación, inclinándose ligeramente hacia ella.
La chica levantó la vista, sorprendida, como si no esperara que alguien notara su incomodidad.
- Yo... eh... sí - murmuró, girando el tenedor entre sus dedos nerviosamente.
Bajo la mirada persistente de Peter, Sally soltó un suspiro, rindiéndose.
- Quería pedir otra cosa - admitió en voz baja- , pero Flash se burló... dijo que era estúpido ser tan gorda y seguir comiendo porquerías.
Sus mejillas se tiñeron de rojo intenso, y su mirada cayó al plato como si quisiera hacerse invisible.
Peter cerró los ojos un momento, llevándose una mano a la frente. No podía creer la estupidez de Flash, ni la ligereza con la que había soltado semejante comentario.
- Bueno, esto es lo que vamos a hacer - dijo con calma, apoyando las manos en la mesa- . Que se joda Flash y sus comentarios de mierda. Segundo: ¿quieres probar algo nuevo o simplemente comer algo que te guste?
Sally parpadeó, un poco confundida por su tono directo.
- ¿Algo que no sea esta ensalada? - dijo, más como pregunta que como afirmación.
Para Peter, eso era más que suficiente.
Sin perder tiempo, se levantó y se dirigió hacia uno de los locales especializados en sándwiches artesanales. Si su memoria no le fallaba, recordaba cuál era el favorito de Sally. En menos de cinco minutos, volvió con un sándwich envuelto en papel ecológico y una sonrisa triunfal en el rostro.
Con movimientos rápidos, le cambió la triste ensalada por el nuevo plato.
- ¡Pero Peter! - protestó Sally, horrorizada- . No puedo comer ambas cosas. ¡Estaríamos desperdiciando comida!
- No te preocupes - respondió él, tomando la bandeja con la ensalada- . Me la comeré yo. Tú disfruta de tu sándwich.
Sally se quedó boquiabierta un segundo, luego sonrió tímidamente mientras desempaquetaba su almuerzo.
Charles, amigo de Sally de toda la vida, observaba la escena desde su asiento. Al ver el gesto de Peter, asintió agradecido y le lanzó una mirada fulminante a Flash, que seguía hablando en voz alta con Abe sobre lo increíble que sería cuando lo contrataran en Industrias Stark.
Peter puso los ojos en blanco y se dejó caer de nuevo en su silla con poca gracia, soltando un leve suspiro.
- ¿Más comida? - preguntó Michelle, mirando incrédula los numerosos platos que ahora rodeaban a Peter.
Peter alzó un dedo como si estuviera presentando su defensa en un juicio.
- En mi defensa: estoy compartiendo con Cindy... y Flash es un verdadero idiota.
Michelle arqueó una ceja, pero asintió lentamente, aceptando la explicación.
Con una charla ligera y el ambiente cálido que solo se da cuando la comida es buena y la compañía mejor, el grupo comenzó a comer con entusiasmo. Claro que lo hicieron algo apresurados —Peter lo notó con cierto remordimiento—, porque el tiempo que le había tomado conseguir el sándwich para Sally les había robado algunos minutos de su almuerzo.
Sin embargo, no se arrepentía en absoluto. Había valido la pena. No podía permitir que una compañera tuviera una experiencia amarga por culpa de los comentarios crueles de Flash. No en una visita como esa.
Justo cuando Peter estaba a punto de lanzarse sobre uno de los baozi con un brillo infantil en los ojos, una voz profunda lo hizo congelarse en el acto.
- ¡Santos cielos, Parker! ¡Siempre llamando la atención! - gruñó una voz masculina a unos metros.
Peter levantó la vista y parpadeó, desconcertado. El profesor Rogers —un hombre de rostro severo y gesto perpetuamente cansado— lo observaba con desaprobación, de pie al costado de la mesa, con los brazos cruzados sobre el pecho.
- ¿Ahora qué hice, señor Rogers? - preguntó Peter, sorprendido. La confusión en su voz era tan evidente como la expresión de inocencia en su rostro.
- ¡Mira toda esa comida! - espetó el profesor, señalando la bandeja de Peter con dramatismo exagerado—. Ni siquiera vas a terminarla. Estoy tan decepcionado de ti en este momento que-
- Disculpe, señor Rogers - interrumpió de manera firme pero respetuosa Andre, uno de los guías del grupo, que se acercó rápidamente desde una mesa cercana- . Pero según veo, no hay ningún problema aquí. El señor Parker está terminando su comida sin interrumpir a nadie. Por favor, le pido que no interrumpa el tiempo de descanso de los chicos.
El profesor Rogers abrió la boca para responder, tartamudeando un breve "p-pero", pero Andre ya lo había tomado del brazo con naturalidad y lo conducía a un costado del comedor. Peter observó la escena sin saber si reír o sentirse incómodo, y al final simplemente se encogió de hombros.
- Bueno, supongo que... gracias - murmuró en dirección a Andre, aunque este ya se había alejado.
Sin perder más tiempo, volvió a centrarse en su comida. Había terminado la ensalada de Sally con rapidez, picado del chow mein y la sopa de wonton, compartido las costillas agridulces con Cindy, y hasta le había robado un trozo de lasaña a Ned. Este, indignado en broma, se vengó robándole un baozi con descaro mientras Peter fingía ofenderse.
- ¡Eso es traición en tiempos de paz! - protestó, pero su tono divertido no dejaba dudas.
- Consideralo un acto diplomático - dijo Ned, masticando felizmente.
Entre bocados y bromas, el tiempo pasó volando. Betty y Cindy comenzaron a hacerle preguntas a Peter sobre la empresa, sobre cómo funcionaban las divisiones, qué se hacía en los laboratorios y cómo era trabajar en un lugar tan impresionante.
- ¿Y tú tienes acceso a los laboratorios de verdad? ¿Puedes entrar a donde están los trajes? - preguntó Cindy con curiosidad genuina, apoyando los codos en la mesa.
- Algunos laboratorios, sí... pero los de los trajes son más restringidos. Igual he visto cosas - respondió Peter, llevándose otro trozo de comida a la boca con aire casual.
- ¿Y qué viste? - insistió Betty, sacando su libreta de apuntes, aunque Ned le puso una mano encima para impedir que escribiera.
- Descanso, ¿recuerdas? - le dijo él con una ceja alzada.
- Ay, está bien... pero después me vas a contar todo, Parker - advirtió Betty, señalándolo con el lápiz.
Peter rió con suavidad. Michelle y Ned se unían de vez en cuando a la conversación, completando sus respuestas o añadiendo detalles técnicos que, sinceramente, él a veces pasaba por alto. Se dio cuenta de cuánto tiempo pasaban juntos cuando notó que sabían tanto —o incluso más— que él sobre algunos temas. Aunque lo fastidiaba un poco, también le causaba orgullo. Ellos eran su equipo.
- Chicos, vayan terminando, por favor - avisó María con una sonrisa mientras se acercaba con paso ágil- . Nos quedan dos lugares más por visitar.
Un murmullo de aprobación recorrió la mesa mientras los estudiantes daban los últimos bocados y comenzaban a recoger sus bandejas. Aunque el tiempo había sido justo, todos lucían satisfechos.
Una vez que ambas mesas, tanto la de Peter y sus amigos como la de Flash, Abe, Charles y Sally, terminaron, se reunieron frente a los ascensores, donde los guías ya los esperaban con sus tablets en mano.
—Muy bien —dijo María, elevando un poco la voz para hacerse oír por todos—. Ahora iremos a nuestra siguiente parada… ¡el Museo de los Pasantes!
Su entusiasmo era contagioso, y varios estudiantes soltaron exclamaciones de sorpresa y emoción, aunque no supieran exactamente qué esperar.
Peter, por su parte, soltó un suspiro largo y resignado, lo suficientemente alto como para que Michelle lo oyera.
- Por supuesto que vamos a un lugar que yo mismo ayudé a fundar. Fantástico. - Murmuró con ironía.
- Ay, no seas modesto - dijo Michelle, dándole un codazo suave- . Te encanta.
Peter refunfuñó mientras se unía al grupo.
Chapter 14: Museo de los pasantes
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El museo de los pasantes no era su mayor logro, pero tampoco su peor idea. Realmente fue algo tan espontáneo como respirar. Way, una rima, pensó Peter con una media sonrisa que se perdió rápido entre sus propias dudas.
Cuando había comenzado como pasante, sinceramente no esperaba mucho. Tenía la vaga esperanza de ver cosas impresionantes, aprender, absorber conocimiento como una esponja… Pero no imaginó que estaría rodeado de gente tan apasionada, con proyectos propios y ambiciosos. Algunos pasantes parecían ya listos para liderar sus propios laboratorios.
Y lo más frustrante no era eso, sino el brillo en los ojos de los demás cuando recorrían la sala de proyectos personales: un piso entre niveles donde los becarios más avanzados presentaban sus ideas, sus desarrollos en marcha, incluso modelos en 3D de patentes que estaban en revisión. Lo recorrían con entusiasmo genuino, como si pudieran ver su propio futuro reflejado en esas vitrinas. Peter los entendía. Él también deseaba algo así, algo que pudiera llamar suyo, más allá de lo que ya cargaba en silencio como Spider-Man.
Pensó en hablarlo, pero cada vez que meditaba contárselo al Sr. Stark o Pepper, el miedo lo frenaba. ¿Y si lo malinterpretaban? ¿Y si lo veían como alguien buscando protagonismo en lugar de aportar algo real? Él no era nadie en ese edificio. Apenas un pasante con un pase dorado y una vida secreta que sólo unos pocos conocían.
Afortunadamente, no estaba tan solo como a veces sentía. Tanto Friday como Karen —las inteligencias artificiales más perceptivas que conocía— lo habían estado observando en silencio. Después de varios días en los que Peter lanzaba miradas ansiosas al Sr. Stark durante los almuerzos en común o a la Srta. Potts cuando pasaba por los pasillos, ambas IAs habían tomado nota. Una noche, mientras revisaba unos planos holográficos con Karen, ella simplemente lo dijo:
—Peter, Friday y yo hemos estado considerando tu inquietud... Quizás podríamos utilizar uno de los pisos sin asignación como un espacio creativo para pasantes. Un museo de prototipos en desarrollo. No tiene por qué ser algo oficial todavía... podrías dirigirlo tú.
La idea lo golpeó con la fuerza de una telaraña bien lanzada. Por supuesto que dijo que sí. O al menos, lo pensó muy fuerte. Porque su boca apenas logró articular un "¿en serio?".
—Sí, Peter. Lo discutimos con la Srta. Potts. Le pareció una excelente iniciativa… sólo quiere que lo supervises tú. Y que lo mantengamos dentro de los protocolos de seguridad.
La voz de Friday interrumpió para secundar la propuesta. Ambas parecían más entusiasmadas que él mismo, y eso ya era decir mucho. Así comenzó todo.
Un mes después, el lugar estaba listo.
Habían logrado montar algo funcional, bonito y lleno de alma. Con ayuda de Sarah —quien, a pesar de su actitud mordaz, era increíblemente organizada para este tipo de cosas— y Phillip, un joven ingeniero con alma de artista, terminaron antes de lo previsto.
Phillip resultó ser una revelación: además de su capacidad técnica, tenía un talento excepcional para la pintura mural y el diseño de espacios. No fue difícil decidir que él decoraría las paredes, que hasta ese momento eran frías, blancas, impersonales. Parecían hospital en lugar de una torre tecnológica.
Comenzó por el ala izquierda, creando una serie de murales difusos de los trajes de Iron Man. No eran retratos exactos, sino siluetas dinámicas en rojo y dorado, como si las armaduras se movieran entre niebla de luz. Otras paredes tenían el icónico logo de Industrias Stark en distintos estilos: algunos casi grabados como circuitos, otros flotando sobre mapas estelares. También pintó cientos de reactores arco, distribuidos como constelaciones brillando en la noche.
Peter se encargó de una pared completa, la que daba justo al costado de la entrada. Eligió los colores rojo y azul, por supuesto. Lanzó una granada de telarañas para cubrirla y luego aplicó pintura por encima. Al quitar las telarañas secas, quedó el dibujo: un mosaico orgánico de líneas entrelazadas, como una red infinita que se extendía desde su propia sombra. No era complejo, pero hablaba por él. Y eso bastaba. El arte, como él, también podía esconder cosas tras una capa de lo evidente.
Sarah, en cambio, tomó el extremo opuesto del salón y lo pintó de un sobrio color beige. “Para que no duela la vista con tanto color infantil”, dijo con su habitual sarcasmo. Le agregó molduras oscuras en tono caoba, bien delineadas, casi aristocráticas. Parecía una pared sacada de una biblioteca antigua. No combinaba con nada. Y, aun así, combinaba con todo. Una contradicción visual que a nadie le molestó.
—¿Eso cuenta como diseño moderno o minimalismo sin ganas? —había bromeado Phillip mientras pintaba unos circuitos en el techo.
—Cuenta como ‘me niego a participar en tus ideas felices’, pero con estilo —respondió Sarah sin dejar de pintar con un trazo impecable.
Nunca pensó que algo tan tranquilo pudiera hacerlo tan feliz como columpiarse entre rascacielos. A veces, ayudar también podía verse así: dar espacio a otros para imaginar, para crear, para probar. No todo tenía que tratar de salvar vidas en el anonimato.
Cuando terminaron, instalaron vitrinas y mesas interactivas con pantallas táctiles, cajas de luz, brazos robóticos en exposición y hasta una pequeña cabina de realidad aumentada para probar simulaciones. No era espectacular. Pero tenía alma. Y era suyo.
El ascensor descendía con suavidad, aunque la tensión en el aire era evidente. A su alrededor, el murmullo intrigado del grupo comenzaba a crecer, como si la energía de la expectativa se contagiara de uno a otro. Peter, recostado ligeramente contra una de las paredes metálicas, cruzaba mentalmente los dedos para que no hubiera demasiada gente. Esperaba, sinceramente, que el museo estuviera cerrado para visitas externas ese día. O al menos que no hubiera nadie más aparte de su IA Karen, quien era, junto a Friday, Sarah, Phillip y él mismo, la responsable oficial del museo.
La idea de que su grupo, su clase, viera algo tan íntimamente ligado a él lo ponía un poco nervioso. Incluso si nadie lo notaba, incluso si nadie hacía comentarios, él sabría que estaban ahí, entre esas paredes, observando cosas que habían nacido desde su admiración, su dedicación, incluso su necesidad de pertenecer.
Las puertas del ascensor se abrieron lentamente, como si quisieran contribuir al efecto dramático. María fue la primera en salir, con la elegancia precisa de quien conoce cada rincón del edificio, seguida de cerca por el siempre despistado profesor Harrington, que miraba en todas direcciones con cara de niño en parque temático. El resto del grupo descendió detrás, algunos conteniendo la respiración.
La primera en hablar fue María.
—Este es el museo de los pasantes —anunció con tono ceremonioso, extendiendo los brazos como una anfitriona entrenada para impresionar.
En cuanto terminó de hablar, las luces del museo se encendieron una a una, acompañando el recorrido visual del grupo. Cada vitrina, cada mesa interactiva, cada holograma emergente se iluminó en perfecta sincronía, creando un efecto envolvente que generó un coro de exclamaciones y murmullos. Claramente, Karen había programado la presentación con un toque de teatralidad digna del Sr. Stark.
La entrada del ascensor desembocaba directamente frente a la pared que Sarah había decorado. Su elección estética seguía resultando intrigante, tenía algo antiguo, casi aristocrático, como una sala de lectura de una casa señorial. Era una pieza tan contraria al resto del museo que terminaron usándola como introducción. Una especie de "portada" visual para el resto de la exposición.
Justo al centro de esa pared había cinco cuadros alineados. Cinco marcos idénticos, pero muy distintos en su contenido.
El primero, a la izquierda, era una representación artística del código base de F.R.I.D.A.Y. Peter lo había pintado con pinceladas abstractas que imitaban flujos de datos, como corrientes de energía digital serpenteando entre líneas de color oscuro y brillos dispersos. Nadie, fuera de Pepper, Tony y él, tenía acceso autorizado para ver el verdadero código de la IA, así que fue una interpretación libre. Pero, curiosamente, también se sentía bastante real.
El segundo cuadro era una especie de mancha de óleo en tonos profundos, pinceladas oscuras que no seguían ningún patrón reconocible. Sarah había insistido en que no quería una imagen representativa. Su cuadro, según ella, era como sus ideas: a veces caóticas, a veces planificadas al milímetro, pero nunca fáciles de clasificar.
El cuadro central era el suyo.
Peter trató de ignorar el nudo en la garganta al verlo iluminado. Era el más grande de los cinco, por insistencia de Phillip y Sarah, quienes dijeron que, aunque todos habían contribuido, él había impulsado el museo desde cero. La imagen parecía una especie de autorretrato en movimiento, con su silueta apenas perceptible entre texturas y colores cálidos. Desde lejos, no era evidente quién era. Tenías que acercarte, mirar bien. Y aún así, no todos lo notarían. Eso, de algún modo, lo tranquilizaba.
A su derecha estaba el cuadro de Phillip, una obra hiperrealista con detalles casi fotográficos de un brazo mecánico que sostenía una pequeña escultura. Su gusto por el detalle quedaba claro hasta en los bordes del marco, que él mismo había tallado.
Y al final, el cuadro de Karen, también pintado por Peter. Era una mezcla de geometría e iridiscencia, como un prisma reflejando múltiples capas de luz, con formas sutiles que recordaban una interfaz digital. No tenía rostro, pero transmitía calidez.
Debajo de cada cuadro estaban los nombres en letras blancas sobre una placa metálica:
F.R.I.D.A.Y — Sarah — Peter — Phillip — K.A.R.E.N
Y más abajo, otra línea que presentaba el proyecto más innovador en el que cada uno había participado.
Friday y Karen no tenían ninguno listado. Lo habían decidido así ellas mismas, con firmeza. "Nuestro trabajo es asistir, no destacar", había dicho Friday en tono casi maternal. Karen lo había repetido como una hermana menor decidida a imitar a su figura de autoridad.
Sarah, en cambio, tenía un logro notable: había trabajado junto a la Dra. Helen Cho en un proyecto de nanoparches para el control del dolor crónico. Un sistema complejo de liberación controlada de fármacos que reaccionaba a impulsos neurológicos. Una combinación entre ciencia médica y biotecnología avanzada. Un murmullo de asombro recorrió el grupo cuando MJ leyó la descripción en la pantalla interactiva al pie del cuadro.
—Esto... ¿Esto está en uso? —preguntó Betty, tocando suavemente el panel.
—Sí, en hospitales piloto de Corea y Alemania. Y en pruebas clínicas de la OMS —respondió María, con tono neutro pero orgulloso.
Phillip también dejó su marca: había diseñado drones de vigilancia camuflados como esculturas urbanas. Tan discretos que había uno en el museo y nadie lo había notado. Hasta que Karen lo señaló con una frase que desató asombro general.
—Si creen que no está aquí, ya les ganó.
Los alumnos giraron asombrados. Incluso Flash pareció impresionado.
Peter, por su parte, no tenía tantos proyectos patentados. Entre sus estudios, sus deberes como Spider-Man y la pasantía, apenas tenía tiempo para dormir. Pero había logrado completar algunos desarrollos funcionales. El más notable —y el que figuraba en la placa— era su diseño de bandas antiestáticas adaptables. Unas muñequeras con sensores de descarga, autorregulables, que protegían tanto al usuario como a los circuitos delicados de los laboratorios. Parecía un invento menor, pero había sido adoptado en más de una docena de estaciones internas por su practicidad.
Se lo había presentado al Sr. Stark hacía apenas unos meses. Peter aún recordaba cada segundo de aquel encuentro con una claridad. El laboratorio estaba tranquilo esa tarde, aunque su corazón latía con una ansiedad que casi lo ensordecía. En sus manos tenía la pequeña banda de prueba, envuelta en una bolsita antiestática. Parecía insignificante. Solo una pulsera de tela con circuitos integrados y una pequeña interfaz, pero para él representaba semanas de cálculos, pruebas, quemaduras accidentales y frustraciones nocturnas.
Tony la observó con esa mezcla suya de concentración distraída. No dijo nada al principio, lo que aumentó la tensión de Peter. La sostuvo a la altura de la luz, luego la giró, analizó la textura, el acabado, la soldadura de los conectores.
—Roo, estás muy nervioso. Respira y explícame —pidió finalmente, sin apartar la vista del dispositivo. Pero con un deje cariñoso en su voz que logró tranquilizarlo un poco.
Peter tragó saliva.
—Es... bueno, es una banda antiestática. Pero no una común —empezó, y ya podía oír cómo su voz tartamudeaba por la presión—. Tiene sensores que detectan el nivel de carga del usuario y... regula automáticamente el voltaje de descarga mediante un sistema de materiales inteligentes. Funciona tanto en muñeca como en tobillo, dependiendo de la necesidad, y... —hizo una pausa—. La idea es proteger circuitos sensibles y evitar que el técnico destruya un prototipo con solo tocarlo... por ejemplo, usando un suéter de lana.
Tony lo miró con una ceja levantada.
—¿Así que básicamente estás diciendo que esta cosita puede evitar que un idiota electrocutado por la estática arruine un proyecto multimillonario?
Peter asintió, inseguro.
—Sí... eso creo.
Lo siguiente fue una especie de torbellino. En menos de veinticuatro horas, May y él estaban firmando una montaña de documentos legales que apenas comprendían del todo. Happy tuvo que buscar a May al trabajo para llevarla a la Torre y ella no paró de hacer preguntas durante todo el viaje: ¿Pero esto lo hiciste tú solo? ¿Te pagarán? ¿Es peligroso? ¿Por qué hay una cláusula de confidencialidad que dice que no podemos hablar de la tostadora inteligente del piso nueve? ¡Yo misma no tengo idea de que tostadora inteligente es esa! — Esa era una extraña broma interna entre pasantes de la cual no tenía idea como el Sr. Starks se había enterado… probablemente Friday o Pepper, ambas sabían todo de todos, era aterrador.
Al día siguiente, su invento ya formaba parte del catálogo oficial de productos de Stark Industries bajo el nombre de E.D.G.E. Band (Electrostatic Discharge Grounding Equipment), con un logo moderno y minimalista que Karen diseñó en cinco segundos y un eslogan que Tony escribió con una sonrisa burlona:
“Porque lo último que quieres es fritar un prototipo de mil millones de dólares con un suéter de lana.”
Peter había guardado la primera caja de producción con el logo estampado. Estaba en su armario, arriba de todo, entre una pila de apuntes y sus viejas figuras de acción. Era su mayor orgullo.
Aunque, bueno… Si el proyecto de las “curitas”, como MJ los había apodado, llegaba a funcionar, tal vez ese podría ocupar un lugar similar en su historial. Claro que ahí había contado con la ayuda del Dr. Nelson. Así que, tal vez, no era lo mismo. ¿O sí?
Mientras reflexionaba, la voz de Maria lo sacó de sus pensamientos.
—Este es el mural de los creadores del museo.
Todos giraron hacia la gran pared iluminada, esta vez acompañada por la voz de Karen, que empezó a relatar la presentación preprogramada con un tono amable, casi solemne, interrumpido sólo por los murmullos asombrados del grupo.
—F.R.I.D.A.Y. es una inteligencia artificial desarrollada por el Sr. Stark —dijo Karen con su voz cálida y elegante, que emergió desde los micro parlantes ocultos en las paredes superiores.
—Sus contribuciones a este espacio son fundamentales, aunque ha optado por no destacar individualmente sus proyectos. Prefiere mantenerse como un soporte para todos nosotros.
Los estudiantes alzaban la vista buscando de dónde venía la voz. Algunos incluso parecían incómodos. MJ levantó una ceja con una sonrisa de medio lado.
—Esto parece una mezcla futurista del M.O.M.A y Midtown— susurro y Ned río a su lado.
—Bienvenidos al museo Midtown —añadió Friday con tono entusiasta, haciendo que las luces ambientales cambiaran ligeramente, como si les diera la bienvenida de manera visual también.
—Esta es la señorita Sarah —continuó Karen, mientras el panel junto a su retrato mostraba imágenes de su trabajo—. Ustedes la conocieron en el piso de biotecnología. Su invento más destacado fue su contribución a los parches cutáneos con microagujas bioresorbibles que liberan analgésicos de forma controlada sin pasar por el hígado, ideal para pacientes con dolor crónico. Fue un gran logro para Industrias Stark, en conjunto con la Dra. Helen Cho.
—Ella sí que da miedo —comentó Flash en voz baja, provocando una mirada reprobatoria de Cindy.
—Este es Peter —anunció Karen, y Peter sintió un pinchazo en el estómago. Su retrato se iluminó mientras el holograma de la E.D.G.E. Band flotaba frente a todos—. Su contribución más exitosa en Industrias Stark fue lo que deben conocer como E.D.G.E. Band. Una banda de muñeca —o tobillo, según necesidad— que regula de manera activa la carga electrostática del cuerpo humano mediante sensores inteligentes, materiales conductores flexibles y un sistema de disipación controlada.
Ned hizo un gesto con la mano como si aplaudiera en silencio. MJ le lanzó una mirada de admiración sutil. Peter inconscientemente y sabiendo que solo sus amigos lo veían, se pavoneo de orgullo por su invento, inflando el pecho de alegría.
—Él es el ingeniero Phillip Cunningham —siguió Karen—. Asombró a la sociedad con sus drones que se mimetizan con el entorno urbano mediante formas estéticas: arte cinético, estatuas o luminarias. A simple vista son obras de arte público, pero contienen tecnología de reconocimiento y monitoreo avanzado.
Betty tomó una foto del panel de Phillip, visiblemente impresionada. Flash frunció el ceño. Aún no parecía decidir si todo eso le parecía “cool” o solo demasiado nerd.
—Y por último, pero no menos importante —añadió Karen con entusiasmo juvenil—, tenemos a K.A.R.E.N. o sea yo —La voz cambió, adoptando un tono más agudo, más humano—. ¡Espero que estén teniendo un buen día, equipo!
El grupo se rió, algunos girando nuevamente hacia el techo, como si esperaran ver una cara flotando entre las luces.
—Ellos cinco son los creadores de nuestro museo —concluyó Maria—. Aunque es un espacio exclusivo para pasantes, no niegan la posibilidad de que otros puedan contribuir. Por ejemplo, el ingeniero Cunningham comenzó siendo pasante, pero hoy en día ocupa un puesto muy sólido dentro de nuestra empresa.
Charles se adelantó un paso, con los ojos brillando. —¿Podríamos… estar nosotros ahí algún día?
—Eso depende de ustedes —respondió Maria, con un tono ligeramente más serio—. El talento es solo una parte. Lo importante es la constancia, la ética y el compromiso. Pero sí: es posible.
Peter miró el mural una vez más. Aquel muro, aquellas luces, aquellos nombres. Lo que una vez había sido solo un sueño ahora era un legado en formación. Y su nombre, por increíble que le resultara, ya estaba ahí.
Los murmullos comenzaron a elevarse hasta convertirse en un zumbido lleno de emoción y desconcierto. Peter los observó en silencio, buscando en sus rostros alguna señal de asombro. Algo que confirmara que todo aquello realmente tenía valor.
MJ estaba de pie frente a los cuadros, los brazos cruzados, el ceño levemente fruncido en su gesto característico de concentración. Pero había algo más. Algo en la comisura de su boca, en la forma en que sus ojos se detenían en su retrato más tiempo del necesario. Parecía... orgullosa. Orgullosa de él. Y eso bastó para que el estómago de Peter diera un vuelco inesperado, como si hubiera olvidado que la gravedad existía.
Ned, por su parte, había inflado el pecho como si fuese un globo de feria. Se colocó ligeramente delante de Betty, como si con su sola presencia pudiera dejar claro que él ya sabía todo eso desde antes, que ese “Peter” era su Peter. Su mejor amigo. El chico con el que había construido legos y teorías conspirativas sobre superhéroes en la misma tarde.
Betty no lo miraba con la misma seguridad. Ella escribía frenéticamente en su libreta de notas —sí, aún usaba una—, aunque sus ojos saltaban de Ned a Peter y luego al mural. Lo observaba con sospecha, como si intentara armar un rompecabezas que no terminaba de encajarle.
Cindy, mientras tanto, tenía la boca ligeramente abierta. Estaba paralizada frente al cuadro de Sarah, observando con atención cada trazo. Quizás, por fin, comprendiendo con quién había hablado unos pisos más abajo. Una mujer elegante, reservada, con un acento extraño y una manera de caminar que parecía flotar. Sarah no era solo una científica. Era una figura importante. Una mente brillante. Una de las fundadoras del museo. Cindy parecía digerir ese dato como si hubiera descubierto que había estado conversando con una estrella de rock sin saberlo.
Abe y Charles, fieles a su naturaleza analítica, ya discutían en voz baja sobre las inteligencias artificiales. Cada frase era una mezcla de entusiasmo técnico y una pizca de paranoia adolescente. Algo como:
—Si las IAs tienen conciencia de sí mismas, ¿no podrían rediseñarse para evitar ser apagadas?
—Pero si están diseñadas para servir sin autonomía completa, ¿es eso realmente conciencia?
Mientras tanto, Sally no discutía nada. Tenía la vista clavada en el retrato de Philips, el ingeniero, y en el pequeño holograma de uno de sus drones artísticos que flotaba como una escultura en movimiento. Se le notaba fascinada. Sus ojos brillaban con admiración, casi con una especie de enamoramiento profesional. Philips, con su actitud calmada y su ingenio sigiloso, le resultaba magnético. Era como una versión real y tangible de todo lo que las películas de ciencia ficción prometían.
Y luego estaba Flash. No decía nada. Estaba pálido, completamente desconectado del recorrido. Se tocaba el estómago con una expresión que mezclaba dolor, arrepentimiento y terror silencioso. Peter frunció el ceño y lo observó mejor. Flash se tambaleaba como si su propio eje gravitacional hubiera colapsado.
Entonces lo recordó: Flash había comido todo lo que pudo en un tiempo ridículamente corto. Diez donas de sabores distintos, como si intentara probar la carta completa de una panadería gourmet, seguidas por un batido de chocolate espeso con sirope extra y algo que parecía crema batida con virutas de caramelo. Peter pensó, no sin cierta crueldad resignada, que ni siquiera su estómago potenciado por el metabolismo de Spider-Man podría con eso sin consecuencias.
—Oh no… —murmuró, con un escalofrío recorriéndole la espalda—. Por favor, que no vomite en mi museo.
Decidió no darle demasiada importancia por ahora, pero mantuvo a Flash en su campo de visión. No quería ser víctima colateral.
Andre se acercó en ese momento y se colocó junto a María, ambos con sus credenciales visibles, transmitiendo la autoridad tranquila de quien conoce cada rincón del lugar.
—Como dijimos anteriormente, muchos empleados comenzaron siendo pasantes, así que este museo es increíblemente grande —explicó Andre con una sonrisa—. Los creadores decidieron no dividir las creaciones por áreas específicas, así que no se espanten si pasan de plantas modificadas genéticamente a pintura invisible.
—¿¡Plantas modificadas genéticamente!? —preguntó Abe, casi elevando la voz más de lo socialmente aceptable.
—¿¡Pintura invisible!? —exclamaron al unísono Ned y Charles, totalmente fuera de sí.
—Hay muchas cosas aquí, niños —intervino Clara con una sonrisa traviesa, encogiéndose de hombros como si ocultara un secreto.
El grupo se dispersó entre vitrinas curvas, rodeados de luces que respondían a sus pasos y de hologramas que cobraban vida al acercarse.
MJ, Betty y Sally, sin siquiera notarlo, ya se habían separado del grupo y comenzaban a caminar hacia uno de los extremos del museo, donde se abría un ala lateral con vitrinas iluminadas. Estaban absortas en su propio ritmo, comentando entre ellas los proyectos con curiosidad y admiración, como si se tratara de una galería de arte moderno.
Flash, por su parte, se dejó caer en uno de los bancos cercanos al ascensor, sudando frío. Cerró los ojos y respiró por la nariz, como si intentara convencer a su cuerpo de que no le hiciera pasar vergüenza.
Abe y Charles examinaban cada prototipo con devoción casi exagerada, anotando datos como si estuvieran en una misión científica real.
Peter se quedó un poco más atrás con Ned y Cindy. Los tres comenzaron a caminar despacio por una fila de mesas donde se exhibían proyectos en etapas intermedias. Algunos estaban rotulados como “en prueba”, otros con advertencias de seguridad.
—¿Eso es una planta que brilla en la oscuridad? —preguntó Cindy, acercándose a una maceta con una pequeña flor bioluminiscente.
—Sí —respondió Peter, sintiéndose extrañamente orgulloso—. La diseñó una pasante del programa de verano del año pasado. Tiene genes de luciérnaga.
—¿¡Y eso!? —exclamó Ned, señalando una cápsula con líquido en la que flotaba lo que parecía un mini dron con forma de pez.
—Eso es una réplica de un proyecto fallido —dijo Peter riendo un poco—. Era un dron acuático autónomo, pero se perdía siempre que detectaba sal en el agua. Irónico, ¿no?
Cerca de ellos, Mj se agachaba para hablar con Sally, que no dejaba de observar con detenimiento una maqueta del “Sistema Urbano de Energía Piezoeléctrica”, una especie de baldosa que almacenaba energía con el paso de las personas. En una pantalla se mostraba un mapa interactivo de una plaza de Nueva York equipada con ese sistema, donde las caminatas cotidianas generaban electricidad para las luces nocturnas.
—Esto es hermoso —dijo Sally con los ojos bien abiertos—. Es una ciencia útil. Es como... Poesía práctica.
Betty, más al fondo, ya había activado dos hologramas seguidos con su pulsera de identificación de visitante. Uno de ellos era un resumen animado de un proyecto de purificación del aire mediante enzimas fotosensibles, el otro era un sistema de holografía médica táctil diseñado para operaciones a distancia.
Entre pasillos más internos, uno de los grupos se reencontró frente a una cabina con cristales oscuros. En la pantalla decía: "Simulador de percepción aumentada: el mundo según diferentes espectros de visión".
—¿Qué es esto? —preguntó MJ, acercándose con cautela.
—Simula cómo verías el mundo si tuvieras visión térmica, de insecto, visión nocturna militar o incluso visión adaptada a ciertas frecuencias electromagnéticas —explicó Peter, que se había acercado sin que ellas lo notaran.
—¿Podemos probarlo? —preguntó Sally.
—Sí, claro. Uno por vez —dijo Peter, activando la puerta con su credencial.
Betty entró primero y, desde fuera, todos vieron cómo las luces se apagaban. A los pocos segundos, un visor holográfico se encendió dentro. La chica soltó una exclamación de sorpresa.
—¡Esto es como ver el mundo en modo depredador!
—¡¿Puedo ir después?! —gritó Ned desde el otro pasillo.MJ lo miró divertida.
—¿Vieron eso? Estamos en una galería de ciencia y parece que estamos en Disneyland.
Peter sonrió, y por primera vez en toda la visita, se permitió soltar el aire que había estado conteniendo desde que bajaron del ascensor. Ya no era solo su proyecto. Era algo más grande. Compartido. Real.
Era toda una experiencia compartida, una especie de cápsula del tiempo donde cada uno de sus compañeros empezaba a descubrir que la ciencia no era solo ecuaciones, cables o tubos de ensayo. Era arte, era impacto social, era descubrimiento.
Y, tal vez, también era una forma de decir quién era realmente Peter Parker.
Notes:
¡Buenas noches! Dios mio no creí que me iba a costar tanto hacer este capítulo. Por otro lado a quienes les gusta y realmente siguen esta lectura actualización a actualización, les quiero dar una buena noticia… ¡Va a tener capítulos extra! Si bien la historia termina en el siguiente capítulo, voy a subir algunos extra sobre otros puntos de vista (demasiado spoiler, perdón)
Confieso que la actualización me llevó más tiempo del pensado porque estoy en busqueda de otro trabajo, no sé desde qué países me lean, pero en mi país el rubro médico está cobrando muy poco dinero, así que estoy viendo de conseguir otro trabajo. No es fácil teniendo en cuenta también que debo mudarme.
Por lo que voy a hacer algo de lo cual no estoy muy orgullosa, pero, si sos de Argentina y te gustaría contribuir de manera económica, podés invitarme un cafecito o seguirme. ¡Gracias por estar acá!
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