Chapter 1: Cartas en blanco
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Un callejón sin salida, nada fuera de lo común más allá de tres chacales que apuntaban con sus varitas a un erizo azabache, quien lucía imperturbable a pesar de encontrarse acorralado en esa situación.
Lucía una túnica oscura sobre su chaqueta elegante, sosteniendo su varita de pino en la mano derecha con una calma engañosa. Su ceja enarcada no mostraba pizca de duda, que cualquiera que conociera su nombre sabría temer
—No me hagan perder el tiempo —dijo, su voz grave y amenazante—. Ríndanse ahora.
Uno de los magos, un chacal verde con una cicatriz en la mejilla, soltó una risa falsa.
—¿Y crees que le hacemos caso a los aurores? Come mierda, Shadow the Hedgehog.
"Bien, eso lo hará más entretenido", pensó para sí.
—Antes de acabar con ustedes, les daré una última oportunidad. ¿Dónde está Infinite?
Infinite, un mago problemático que escapó de la prisión de mayor seguridad -Azkaban- la semana anterior. Hasta el momento se desconocía su paradero e intenciones, más su escuadrón de chacales ya se encontraba movilizado sembrando el caos con su magia prohibida.
El chacal rodó los ojos. — ¿Estás sordo, auror? ¡No te diremos nada! —movió con agilidad la varita—. ¡Avada Kedavra!
"Principiante", pensó con desdén al ver el destello verde que se dirigía en el aire hacia él. De un rápido movimiento, conjuró un muro de piedra que se alzó del suelo para interceptar la maldición asesina.
Sin darles otra oportunidad de atacar, lanzó un hechizo de desarme tan rápido el muro se desmoronó. Esto hizo que el mago de la derecha perdiera su barita, y con la misma velocidad conjuró un hechizo de cuerdas mágicas hacia él y su compañero de la izquierda para inmovilizarlos.
Simple y eficiente, así trabajaba él.
Entrecerró los ojos, fijándolos en el último chacal que quedaba en pie. Sus iris rubíes destellaban un mensaje silencios: debiste correr cuando pudiste.
—¡Tú y tus amiguitos del ministerio podrán hacernos lo que quieran, erizo! —ladró el chacal verde con furia—. ¡Pero eso no detendrá a Infinite! Con el ejército de Dementores que tiene en su poder, ¡es solo cuestión de tiempo para que el mundo entero caiga en sus manos!
«El ejército de dementores». Justo eso era lo que tenía al Ministerio de Magia en alerta máxima. La idea de que Infinite hubiese encontrado la forma de controlar a esas criaturas que custodiaban Azkhanan, seres que se alimentan de la felicidad y siembran la desesperación, era profundamente inquietante.
—Mhp, hablas demasiado para ser solo un cachorro —le apuntó con su varita, acercándose con paso decidido—. ¡Legilimens!
Un hechizo de intrusión mental; necesitaba respuestas y esa era la ruta más directa. Imágenes de bosques oscuros, símbolos extraños y rostros desconocidos se abrieron ante él. Nada útil.
Se retiró de su mente. Vió cómo el mago se desplomó inconsciente, volteándose hacia los otros dos que solo le dedicaban miradas que avisaban que tampoco obtendría nada de ellos.
Seguía en el punto de partida.
Gruñó con frustración, un equipo de refuerzo no tardaría en llegar para encargarse del resto. Su trabajo aquí había terminado.
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El Ministerio de Magia siempre era un caos. Magos y brujas se movían a toda prisa por los pasillos, mientras notas en forma de aviones de papel surcaban el aire sobre sus cabezas.
Caminó hasta el ascensor y se dirigió al nivel dos, donde se encontraba el Departamento de Seguridad Mágica y las oficinas de los aurores, su sede de trabajo.
Ahí se encontró a Rouge the Bat apoyada casual contra el borde de su escritorio. Su compañera, graduada de una prestigiosa academia mágica en Francia -Beauxbatons- le dedicó una sonrisa juguetona al verlo llegar.
—Vaya, vaya, mira quién se digna a aparecer —dijo con su típico tono coqueto—. Por tu cara, intuyo que la misión no dio sus frutos.
—No eran más que peones inútiles otra vez—le gruñó con molestia, dejando el reporte sobre su escritorio—. Cuatro escuadrones en una semana y no hemos conseguido nada.
Rouge suspiró con resignación—. Mirando el lado bueno, tenemos más magos peligrosos tras las rejas.
El erizo resopló, no del todo convencido. Se cruzó de brazos intentando conectar las escasas pistas que tenían para llegar a Infinite. El silencio del fugitivo era inquietante, intuyendo que el movimiento de sus escuadrones solo era una distracción de algo mucho más grande.
—¡Y yo que anhelaba mis vacaciones! Ah, pero un demente decide que fugarse de prisión en estas fechas es buena idea —se lamentó la chica en voz alta—. Solo míralo, estamos a 22 de junio y Tower está más intenso que nunca con el caso.
Shadow se tensó. La mención de la fecha despertó algo que se esforzaba por enterrar en lo más profundo de su memoria, en su propia caja de Pandora.
—Deja de quejarte.
Su voz sonó más áspera de lo habitual. Rouge le miró ladeando la cabeza con curiosidad; sin insistir. La relación entre ellos era estrictamente profesional, donde ambos se beneficiaban de las habilidades del otro, sin involucrarse en su vida personal más allá de lo estrictamente necesario.
—No todos somos adictos al trabajo, cariño —comentó en tono divertido, negando con la cabeza antes de entregarle una hoja—. Ten, estuve investigando los antecedentes de nuestro chacal antes de que lo encerraran. No hay nada relevante si me lo preguntas, más allá de sus avistamientos en Estados Unidos, no entiendo cómo pudo hacerse con el control de los dementores de Azkaban.
Miró el papel entregado con una mueca de disgusto. La falta de información en los casos lo ponía de mal humor.
—Debemos seguir investigando hasta dar con su base. Es una amenaza que hay que detener.
—Te haré saber si encuentro algo —se levantó de la mesa y se giró para despedirse con un gesto de mano—. Sé que no te gusta que te lo digan, pero deberías ir a descansar. Hueles a perro mojado.
Shadow alzó la mirada para dedicarle una mirada asesina, pero la chica ya se había retirado, dejándolo solo.
Volvió a leer los antecedentes de Infinite en sus manos, dándole la razón a Rouge sobre la poca relevancia en ellos. Al final, el cansancio acumulado de tres días de servicio ininterrumpido se apoderó de él, provocándole un mareo repentino.
Se dio un momento para olfatear la túnica, su nariz se arrugó con desagrado ante el olor de tierra, humedad y cenizas; desagradable.
Bien, quizá se tomaría una ducha.
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La casa de Shadow era un reflejo de su dueño: minimalista, ordenada y silenciosa. Unas cuantas flores en macetas daban un toque de vida, así como varios portarretratos sobre las mesas de estar que mostraban la imagen de una niña rubia de ojos azules junto a él y un señor mayor de gran bigote.
Se quitó la túnica sucia y la colgó en un perchero. Caminó en silencio hasta la cocina donde calentó comida instantánea muggle y la comió en la soledad del comedor.
Más tarde, de camino a su dormitorio, su paso se detuvo frente al estudio. Sus iris se enfocaron en el escritorio donde se encontraba un tintero con su pluma y una hoja desgastada de pergamino en blanco.
22 de junio...ya estaban sobre esa fecha una vez más.
Un nudo se apretó en su estómago. Tuvo que sacudir la cabeza para alejar el pensamiento, y continuar hacia su habitación.
Debía centrarse en el trabajo, no perder el tiempo en tonterías.
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A la mañana siguiente sintió el cuerpo pesado al levantarse. Sabía el motivo, pero intentó ignorarlo de camino a las oficinas del Ministerio con la esperanza de sumergirse en informes que le ayudaran a descubrir algo sobre Infinite y de paso, distraerle durante todo el día.
Al llegar le informaron de que Abraham Tower, el jefe de los Aurores, quería verlo de inmediato, por lo que tuvo que cambiar ligeramente sus planes.
—Shadow —lo saludó el hombre, levantando la mirada de los papeles que cubrían su mesa—. Recientemente he estado en contacto con el Congreso Mágico de Estados Unidos para estar informado sobre posibles movimientos de Infinite en ese territorio. Hasta el momento no se había reportado nada, pero parece que nuestros aliados han avistado apariciones repentinas de Dementores por la zona. ¿Sabes lo que significa, no?
Infinite se encontraba oculto en alguna parte de Estados Unidos, confirmando sus sospechas sobre el uso de su escuadrón en Londres como disfracción.
—¿Dónde han sido vistos? Iré ahora mismo a ocuparme de ello.
—No tan rápido —lo detuvo Tower con un gesto—. Recuerda que la sede de Estados Unidos tiene su propio sistema. Solo conseguí que aceptaran nuestra ayuda usándolos a ti y a Rouge como asesores en esta misión, concordamos que partirán mañana a primera hora.
Shadow apretó la mandíbula. No le gustaba tener que esperar, mucho menos no poder operar solo.
—Entendido —aceptó a regañadientes. Su jefe asintió satisfecho.
—Perfecto, me encargaré de gestionar todo lo necesario para su traslado. Mientras tanto, puedes tomarte el resto del día libre...
La sugerencia le cayó como un jarro de agua fría. El nudo en su estómago, que había estado ignorando desde que se levantó, se apretó con más fuerza.
No. Hoy no. Podía tomarse libre cualquier día, menos hoy.
—...Mañana es sábado, así que aprovéchalo para resolver tus pendientes antes de partir —terminó de decir el hombre.
Sábado. Los fines de semana eran los únicos días en que podía visitar a María en el hospital San Mungo, ¿cómo pudo olvidarlo?
Asintió en silencio.
—Bien, puedes irte. Le daré la información a Rouge cuando llegue. Nos vemos mañana.
Sin añadir nada más, salió de la oficina. Su mente todavía aturdida lo dejó inmóvil frente a la puerta cerrada. Ahora que no tenía más trabajo por el resto del día, sentía el peso de su propio pasado tratando de tomar presencia minuto a minuto.
Tenía que ver a María.
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El hospital San Mungo era como un segundo hogar para él, llevaba visitándolo más de una década. Estaba acostumbrado al caos de la sala de emergencias, llena de magos afectados por maldiciones extrañas y accidentes de todo tipo, así como a la inquietante calma que reinaba en las demás plantas.
Recorrió los pasillos hasta llegar a la habitación de Maria. Le gustaba ese cuarto: luminoso y con una ventana encantada que siempre mostraba un campo de flores, un reflejo perfecto de la personalidad de su mejor amiga de la infancia.
Cuando entró, encontró a la chica sentada en una silla junto a la ventana, al voltear hacia la puerta, su rostro se iluminó con una sonrisa radiante al verlo.
—¡Shadow, qué sorpresa! —exclamó, intentando levantarse a lo que él se acercó rápido para evitar que lo hiciera, ganándose un pequeño puchero—. No te esperaba hasta mañana.
—Surgió algo en el trabajo —explicó con un tono suave, sentándose frente a ella—. Estaré fuera por un tiempo. No creo que tarde mucho, pero mañana estaré ocupado con los preparativos.
Maria pareció sorprendida, pero no molesta. Asintió, comprensiva.
—¿Es por lo que andabas investigando la semana pasada? Parecías muy agobiado.
Shadow frunció el ceño.— No estoy agobiado.
Ella alzó una ceja, divertida, extendiendo la mano para deshacer con suavidad esas líneas tensas en su frente.
—No tienes que fingir conmigo —soltó una risita cuando él desvió la mirada, avergonzado—. Estoy segura de que lo solucionarás rápido, pero no seas imprudente. Ve con cuidado.
—Siempre lo hago —refunfuñó con una molestia fingida que su amiga conocía bien.
María era una muggle, no una bruja. La conocía desde que era un niño, cuando ella y su abuelo lo acogieron en su casa y le dieron una familia.
A veces le resultaba imposible no culparse por su enfermedad, una secuela de la guerra contra el ejército de Black Doom, quien años atrás intentó dominar el mundo mágico subyugando a los sangre pura y asesinando a los sangre mestiza. María lo había defendido cuando intentaron reclutarlo a él, resultando herida en una guerra que ni siquiera era suya.
—¿Cómo te has sentido? —preguntó, disimulando sus pensamientos sombríos mientras su mirada la examinaba en busca de cualquier cambio.
—¡Bastante bien! El otro día vino Helen a visitarme, parece que ha conocido a un chico llamado Chris...
La conversación fluyó a partir de ahí. Maria le habló con entusiasmo de sus amigos del hospital y de los últimos chismes de la revista "Corazón de Bruja". A pesar de su estado, parecía feliz, y eso le brindaba a Shadow una tranquilidad momentánea como un consuelo de que no lo ha arruinado todo por completo.
—¿Estás bien, Shadow? No es propio de ti estar tan tenso —se interrumpió de repente, mirándolo con curiosidad—. ¿Es por la fecha? ¿Ya le escribiste?
La pregunta lo arrojó a un abismo de un golpe. Sus defensas se alzaron de forma instintiva, algo que rara vez ocurría estando con ella
—No —respondió cortante y desviando la vista hacia el campo de flores, sintiéndose culpable por hablarle así—. ¿Por qué debería?
No quería mirarla. Conocía la expresión en sus ojos cuando tocaban ese tema: una lástima que nunca llegó a comprender. ¿De qué se compadecía? No había nada que lamentar.
—Shadow... —la oyó suspirar—. Me duele verte así. Sé que quieres saber cómo está.
El nudo en su estómago, que se había suavizado en todo este rato con la presencia de María, regresó con una fuerza que le robó el aliento.
Mierda.
—Tengo que irme —se levantó rápido y caminó hacia la puerta. Quería escapar, volver al trabajo, distraerse con cualquier cosa que impidiera que los recuerdos lo invadieran.
—Recuerda tener cuidado en tu misión —la voz de la chica lo detuvo en el umbral. Se giró para mirarla; sus ojos con esa expresión de lástima que conocía y su sonrisa teñida de una ligera tristeza—. Y Shadow... inténtalo, ¿sí? Quizá no sea tan malo como crees. Él te quería mucho.
Asintió a duras penas, ignorando el dolor, sintiendo que el aire apenas lograba entrar en sus pulmones. Salió de la habitación y avanzó por los pasillos en un silencio que cargaba con todo el peso de ese día.
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Llegó a casa durante la noche después de tomar todos los desvíos posibles para retrasar lo inevitable. El silencio de su hogar, que normalmente le resultaba reconfortante, ahora era una carga más que pesaba sobre sus hombros.
Terminó en el estudio. El escritorio seguía igual con la pluma en el tintero y el pergamino sobre su superficie.
«Inténtalo. Quizá no sea tan malo como crees». Todo en su cuerpo funcionaba en este punto por inercia. Se sentó en la silla de madera, observando el papel en blanco con el ceño fruncido.
Después de lo que pareció una eternidad, tomó la pluma. Su mano se movió hacia el pergamino, se detuvo a pocos centímetros de los hoja... y esperó.
El tiempo pasó. Un minuto, cinco, media hora. La rabia contenida crecía ante lo ridículamente difícil que le resultaba. Su mente apenas podía formular palabras:
«Hola». Ridículo, simple, incómodo después de cuatro años.
«Oye, no he sabido nada de ti». Obvio. Nunca mantuvo el contacto para hacerlo.
«Oye, ¿cómo estás?». No. No tenía derecho a preguntar.
«Solo quería...».
¿Quería qué? ¿Saber si estaba bien? ¿Saber de su vida? ¿Qué estaba haciendo? ¿Dónde estaba?
Suspiró, exhausto. Apoyó los codos sobre la mesa y se cubrió los ojos con las manos. Este era su tercer año consecutivo y, al parecer, iba a mantener su racha de no escribir absolutamente nada.
La frustración crecía con cada segundo que pasaba, mientras los recuerdos, sin piedad alguna, comenzaban a abrirse paso en su mente...
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Continuará
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Hogwarts.
Si su mente tenía que volver a un sitio sin su permiso, era ese, donde enormes recuerdos eran enterrados entre grandes muros de concretos.
Sus primeros dos años transcurrieron sin mayor novedad. Acostumbrado a la soledad de su hogar, con María en el hospital de San Mungo, valoraba el silencio como nadie. Asistía a sus clases, cumplía con lo solicitado y se retiraba sin llamar la atención. No hablaba con nadie de su grupo, mucho menos con los de su sala común. Ni siquiera los fantasmas del castillo lograban sacarle una conversación que valiera la pena.
Era su rutina, su zona segura. Y estaba convencido de que podría haber pasado toda su etapa escolar así… hasta que llegó su tercer año, donde su paz se vio interrumpida de forma inesperada.
—Hey, eres difícil de encontrar —desvió la mirada del paisaje que se extendía desde la Torre de las Lechuzas para encontrarse con el recién llegado detrás de él—. Soy Sonic. Sonic the Hedgehog. Un placer.
Shadow lo observó, recorriéndolo de pies a cabeza desde la distancia. Erizo azul, ojos esmeralda, sonrisa presumida. Lucía la túnica de mago con la corbata roja y dorada desordenada.
Sonic the Hedgehog. Claro que lo conocía.
Era imposible no hacerlo. El chico de Gryffindor era demasiado ruidoso como para pasar desapercibido en las clases que compartía con Slytherin. Más de una vez vio cómo conseguía restarles puntos a la casa de los leones con sus travesuras, algo que parecía no importarle en absoluto. Su ego era tan grande que confiaba en recuperar esos puntos con la victoria en la copa de Quidditch.
Que hablando de Quidditch, aunque nunca fue un apasionado de ese deporte, María le había insistido para que se uniera al equipo en su segundo año. Su velocidad lo convirtió en buscador de Slytherin sin dificultad, siendo Sonic quien ocupaba ese puesto en su propio equipo. El objetivo: atrapar la pequeña pelota dorada, la Snitch, antes que el otro para terminar el partido y sumar 150 puntos.
Así se enfrentaron en la final entre Slytherin y Gryffindor. Sabía que el erizo azul era hábil en la escoba desde sus acrobacias en las clases de vuelo del primer año, pero competir contra él le mostró lo formidable que podía ser.
Al final, Sonic fue más rápido y le arrebató la Snitch. Una humillante derrota para su orgullo.
En cualquier caso, el respeto que sentía por él en el campo no cambiaba su opinión general: era un idiota presumido que se pasaba la mayor parte del tiempo haciendo tonterías con sus amigos. Así que sí, ¿qué demonios hacía aquí?
—Vaya, no eres muy hablador por lo que veo —comentó el erizo, rompiendo el prolongado silencio—. ¿Sabes? Para ser del mismo año, me sorprende que nunca hayamos hablado.
—¿Qué quieres? —lo interrumpió con tono cortante, sin el menor interés de alargar la conversación.
Le gustaba su silencio y sabía que este chico era una molestia. Necesitaba entender por qué había venido a buscarlo.
—¡Cielos, amigo, sí que eres difícil de tratar! —exclamó con tono juguetón, llevándose las manos detrás de la cabeza con despreocupación—. Venía para...espera, ¿Estás frunciendo el ceño? No te quejes si luego te salen arrugas antes de…
—¿Qué quieres? —volvió a preguntar, su voz no contuvo el gruñido de irritación.
Estaba llegando al límite de su tolerancia, y la chispa de diversión en sus ojos esmeralda le decía que al contrario le importaba muy poco, dispuesto a meterse bajo sus púas lo que hiciera falta.
—Solo quería conocer mejor a mi rival de Quidditch —le guiñó un ojo con insolencia, dándose la vuelta para despedirse con un gesto de la mano—. Estoy seguro que nos seguiremos viendo por ahi. No te duermas en el campo, Shadow.
Al quedarse solo, no pudo evitar sentirse un poco aturdido por el encuentro. Para empezar, él nunca se había presentado; el otro seguramente había estado preguntando por él.
Era inevitable preguntarse si ese encuentro se pudo haber evitado de alguna forma, aunque la respuesta era fácil: No. Shadow nunca le negaría a María su petición de unirse al Quidditch, y Sonic era demasiado terco como para no satisfacer su curiosidad por su rival de campo.
Igualmente, ese fue el principio. El comienzo de interacciones forzadas y esporádicas en las que Sonic parecía decidido a amargarle el día. Aparecía de la nada en la biblioteca para quejarse en voz alta de alguna tarea; se sentaba a su lado en el Gran Comedor (sí, en la mesa de Slytherin y no le importaba) para robarle comida; interrumpía sus prácticas para reírse de las últimas payasadas del equidna rojo…
Trivialidades que creaban un ruido molesto en su vida silenciosa y solitaria. Un ruido al que, antes de darse cuenta, comenzó a acostumbrarse.
La frecuencia de sus apariciones aumentaron durante su cuarto año, pasando de una vez al mes a una vez por semana. Una extraña constante en su rutina que por muy irritante fuera, era una constante.
En su quinto año, Shadow, ahora Prefecto, lo encontraba a menudo rompiendo el toque de queda de los dormitorios. La primera vez, le quitó veinte puntos a Gryffindor. La segunda, diez. La tercera, simplemente suspiró con exasperación.
—¿Otra vez, erizo? ¿No te cansas de poner a prueba mi paciencia?
—¡Vamos, Shad, lo dices como si tuvieras! —le guiñó el ojo burlón mientras masticaba su pastel de calabaza—. Robar comida de madrugada es un estilo de vida que pocos saben apreciar. ¿Quieres uno?
—Lárgate —siseó, ignorando el bocadillo que le ofrecía—. Si sigues aquí en cinco segundos, le quitaré cincuenta puntos a Gryffindor.
Con una risa suave, el chico azul desapareció de su vista para dejarlo rodando los ojos con fastidio. Sabía que mañana sería la misma historia.
Para su sexto año, los comentarios juguetones evolucionaron a un coqueteo obvio. Un día antes del partido entre sus casas, Sonic lo detuvo en mitad de un pasillo, sujetándolo del brazo.
Fue la primera vez que lo vio dudar antes de hablar, lo que despertó su curiosidad y disminuyó sus ganas de mandarlo a "perderse por ahí"
—Okay, mira, estoy cansado de darle vueltas a esto —dijo con nerviosismo, mirando primero la mano con la que aún lo sujetaba y luego reuniendo el valor para mirarlo a los ojos—. Hagamos un trato. Si Gryffindor gana el partido de Quidditch de mañana, tienes que invitarme a salir durante las vacaciones. ¿De acuerdo?
La propuesta lo dejó perplejo. Pestañeó, genuinamente sorprendido, sin saber como interpretar la petición. Una salida... ¿Cómo compañeros? ¿Una salida de amigos?... ¿En qué momento se volvieron amigos, para empezar? ¿... una salida de algo más?
Pensarlo le trajo a la mente las conversaciones con María. Su mejor amiga siempre le respondía las cartas en las que se quejaba del erizo, encantada de que tuviera algo de vida social en la escuela.
«¿Y no has pensado en invitarlo a salir? ¡Me gustaría conocerlo!».
Antes de que pudiera ordenar su caos mental, Sonic pareció tomar su silencio como respuesta, guiñándole un ojo con confianza para luego salir corriendo, dejándolo solo con el corazón latiendo de forma extraña.
Pero llegado el día del partido, nada ocurrió. Slytherin ganó después de que Shadow atrapara la Snitch con facilidad, ya que Sonic, el buscador estrella de Gryffindor, había sido castigado por una de sus escapadas nocturnas al Bosque Prohibido.
No admitiría en voz alta lo hueca que le supo esa victoria. Aunque era la primera vez en cuatro años que derrotaban a Gryffindor, no se sintió como un triunfo real si no había sido frente al idiota de azul...
Y como si el mago Merlin le hubiera escuchado en sus peores días, Sonic comenzó a evitarlo. Algo que siempre creyó que sería un alivio se convirtió en un silencio que, para su horror, no le resultaba cómodo.
No lo buscó; Shadow no buscaba a nadie. Dejó que los meses pasaran, intentando volver a la rutina que tenía antes de conocerlo. Demasiado silencio, demasiada calma. El equilibrio que había forjado en los últimos años se había roto y se sentía furioso por no entender por qué dejaba que le afectara tanto.
Sus caminos volvieron a cruzarse por accidente durante la última semana de clases. Shadow entraba al aula de Encantamientos cuando Sonic salía de cumplir un castigo, y chocaron.
Ver la mezcla de sorpresa, incomodidad y nerviosismo en un rostro que usualmente era pura confianza le llamó la atención. Después de semanas sin verse, Shadow se sorprendió al sentir exactamente lo mismo.
¿En qué momento su vida se volvió tan dependiente de ese erizo?
—¡Oh, hey, Shadow! —saludó, forzando una sonrisa casual—. ¡Cuánto tiempo sin verte!
Shadow se quedó en silencio, observándolo. El silencio de meses desaparecía, el ruido volvía y se sintió...bien.
La sonrisa en los labios de Sonic flaqueó, pero se recompuso con rapidez.
—No te felicité por la victoria, ¡Enhorabuena! —exclamó, levantando el pulgar y señalándose a sí mismo—. De seguro la tuviste fácil sin mí ahí para hacerte comer polvo, ¿eh?
—Mhp —bufó, sin confirmar ni negar, aunque tuviera razón.
Sin quererlo, el silencio regresó. El Grryffindor hizo una mueca incómoda.
—Sí, bueno. Quedé con Tails, así que… ¡nos vemos por ahí! —le dedicó una última sonrisa forzada y pasó por su lado para irse de ahí.
Al quedarse momentáneamente solo en lo que el otro se alejaba, el silencio le golpeó con fuerza como una especie de aviso: si dejaba que Sonic se fuera, sea lo que sea que habían estado haciendo en los últimos años, terminaría para siempre.
Shadow no era de los que se dejaban llevar por impulsos. Le gustaba analizar cada situación, pensar los pros y contras, en especial cuando de algo que intentaba evitar como lo eran las emociones. Y realmente pudo haberlo considerado, al fin y al cabo, no era alguien para las relaciones...
Pero en ese instante, su boca se abrió sin su permiso y habló:
—El Callejón Diagon —giró sobre sí, encontrando al erizo de espaldas a varios pies, quieto. Su oreja moviéndose en su dirección fue la indicación de que estaba escuchando—. La próxima semana. Miércoles. No llegues tarde.
Sus palabras no fueron suaves ni encantadoras, pero Sonic volteó para dedicarle una gran sonrisa que iluminaba todo su rostro.
—Nunca llego tarde. Soy rápido hasta sin escoba —recuperar ese tono juguetón en sus oídos fue como una caricia para su corazón después de tantos meses.
Tuvieron tres citas ese verano. Sonic viajaba mucho, pero coordinaban sus encuentros por correo lechuza. En una de esas, le presentó a María. Casi se arrepintió al ver cómo ambos se aliaban para burlarse de su carácter, dejándoles solos un rato para no tener que escucharlos.
Quedaron para otra visita...
Inevitablemente, las cosas avanzaron. Por muy torpe y extraño que se sintiera, de alguna manera lograron establecer una relación. Incluso compartieron un primer beso, de muchos, sin que ninguno recordara quién dio el primer paso. Tampoco importaba.
Para el inicio de su séptimo año, ya eran pareja. Eran jóvenes, sin idea de cómo llevar una relación, pero funcionaban. Se daban su espacio cuando lo necesitaban, se reunían luego para ponerse al día.
No eran perfectos, pero era perfecto.
Hasta que llegaron los ÉXTASIS. La presión por obtener las mejores notas para entrar en el programa de Aurores se apoderó de Shadow. Si antes era retraído, ahora era un ermitaño donde los estudios lo eran todo.
Y Sonic… Sonic pasó a ser una distracción.
—Shadow, en serio, estás obsesionado.
—Vete a perder el tiempo a otro lado. Estoy ocupado.
—Solo digo que...
—¡Largo!
El Gryffindor nunca le reprochó nada. Aceptaba sus rechazos con una sonrisa burlona y un «no creas que con esto conseguirás que me rinda tan fácil, Shad», y le daba su espacio antes de volver a intentarlo días después.
El recuerdo finalmente llegó al 23 de junio. Su último examen, Defensa Contra las Artes Oscuras, era al día siguiente. Estaba en la biblioteca cuando él apareció.
—No —dijo Shadow sin levantar la vista—. Hoy no, Sonic.
Hubo una pausa extraña. Quizás la primera señal de que algo andaba mal, pero en ese momento no le prestó atención.
—¿Puedo al menos quedarme para hacerte compañía?
Una petición inusual, un tono de voz extraño. Señales que ignoró, con la mirada fija en el libro, intentando memorizar el encantamiento Bombarda Máxima con sumo detalle
—No. Ahora, vete —gruñó. Las letras empezaban a volverse borrosas por la distracción.
—Pero…
Y estalló. Levantó la vista del libro, y la furia acumulada por el estrés de las últimas semanas se volcó.
—¿Qué no entiendes? ¡Deja de ser un estorbo y vete!
Sonic abrió los ojos sorprendido, pero como era típico de él, cambió su expresión a una sonrisa de lado, que si hubiera analizado bien, se habría dado cuenta de esa tensión en el momento y no después.
—Woah, tranquilo. Cualquiera diría que no me quieres de novio y todo —soltó en un tono sarcástico, un poco seco, pero sin dejar de ser una broma.
Y Shadow ese día no estaba para bromas.
—Bien. Si con eso me dejas por fin con esto, adelante.
No pensó realmente el daño que ocasionaría esas palabras. No estaba pensando en absoluto si se lo preguntaran. Tampoco esperaba que Sonic, el testuro y persistente Gryffindor que se tomaba todo a juego, lo interpretara como sonaban.
Pero lo hizo. Y cuando el tenso silencio reinó por unos segundos, regresó su atención al libro.
—Entiendo —escuchó su voz apenas audible, por un momento se vio tentado a verle por lo extraño que sonaba, pero se contuvo—. Supongo que...olvídalo, está bien. Adiós, lúcete mañana, sé que lo harás.
Fue en ese instante que el nudo en su estómago le apretó con fuerza, con una pequeña voz en su cabeza gritando algo que no escuchaba bien. Tampoco le gustaba teorizar sobre ello.
Al fin y al cabo, abrumado por la presión, eligió la salida más fácil: no hizo nada.
No volvieron a hablar. Cuando los ÉXTASIS terminaron, el tiempo pasó demasiado rápido como para entender la situación. Antes de darse cuenta, la última vez que vio a Sonic fue en la ceremonia de graduación riendo a carcajadas junto a Knuckles y Tails en una de las barcas que cruzaban el Lago Negro.
Después de eso, Sonic simplemente… se fue. En cuatro años, no supo nada más de él.
Apartó las manos de su rostro, su mirada cayó sobre el escritorio, volviendo al presente. El pergamino ya no estás en blanco. En algún momento de su tormenta de recuerdos había agarrado la pluma y escribió unas palabras:
«Feliz cumpleaños, Sonic.»
Una mueca agria torció sus labios. Tachó las palabras con un solo trazo violento, arrugó el papel y lo lanzó a la papelera.
—Qué estupidez.
Se levantó y salió del estudio. Sabía que más tarde pondría una nueva hoja de pergamino en el escritorio, destinada a permanecer vacía hasta el próximo 23 de junio. Pero por ahora, había llegado a su límite
Este era otro año sin escribir nada.
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Continuara
Notes:
Veo que AO3 se solucionó, vamoooo
Aprovecho de subir el cap 2. Dudo que mañana haya cap porque salgo en la tarde y en la madrugada tengo un inscribir carrera, pero iré viendo que tal se me da la edición. Si no, nos vemos el domingo ^^
Chapter Text
Shadow detestaba los Trasladores con cada fibra de su ser. El Ministerio de Magia proveía este método de transporte para distancias tan largas como la que acababan de recorrer, desde Inglaterra hasta los Estados Unidos, pero la sensación de desorientación residual que dejaba durante varios minutos era francamente detestable.
Rouge apareció a su lado con una mueca de disgusto, enderezándose para alisar su túnica con un gesto irritado.
—Si vuelvo a usar uno de esos, exigiré un aumento por daños a mi salud.
Desvió la mirada de ella para inspeccionar el entorno. Se encontraban en la base principal de la sede estadounidense, caracterizada por sus grandes espacios de acero y cristal que se alzaban a su alrededor, con paneles en las paredes que proyectaban los titulares del periódico mágico local y los niveles de amenaza en tiempo real.
Una bruja, cuya apariencia era la de un escarabajo, les dio la bienvenida con una sonrisa cordial mientras se acercaba.
—Aurores Shadow the Hedgehog y Rouge the Bat. Bienvenidos al MACUSA. Soy Jewel, su enlace para esta operación. El Comandante Tower nos ha puesto al corriente, su reputación les precede.
—Solo la buena, espero —ronroneó Rouge con un guiño cómplice.
—Por supuesto —respondió con una chispa de humor en la mirada, antes de empezar a guiarlos por la sede—. Hace unos días recibimos rumores sobre la existencia de un artefacto que se ha estado movilizando en los bajos mundos. La reciente aparición de dementores nos hace pensar que puede guardar relación con el sujeto que se les escapó de Azkaban hace una semana.
Los condujo a la sala de operaciones, donde un mapa encantado de Norteamérica ocupaba el centro mostrando puntos de luz que pulsaban en varias ubicaciones.
—Los informes de actividad se han concentrado en el distrito de Green Hill. Nuestro agente a cargo ha estado siguiendo el rastro, pero hasta ahora no hemos logrado comunicarnos con él —explicó, resoplando mientras se pellizcaba el puente de la nariz con frustración—. Es uno de nuestros mejores hombres, así que no dudo de su capacidad —añadió, recuperando la compostura—. De momento, los enviaremos al área a investigar. Con su experiencia en el caso Infinite podrían detectar conexiones que se nos escapan.
Los estadounidenses parecían operar con un exceso de confianza, por no decir arrogancia. Shadow sintió que, más que un apoyo, le estaban entregando las sobras del caso que llevaba trabajando por dos semanas.
Odiaba eso.
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—¿Sabes? Se nos olvidó preguntar quién es el agente que lleva el caso —comentó Rouge mientras subían las escaleras de un edificio de apartamentos, el lugar indicado por las coordenadas.
—Da igual —replicó él con sequedad, llegando a la entrada del tercer piso que buscaban—. Si es un incompetente, nosotros nos encargamos.
Con un movimiento de su varita, conjuró un hechizo no verbal que disolvió las múltiples capas de magia que bloqueaban la puerta. Ingresaron a la habitación notando todo el caos de su alrededor: muebles volcados, cajones arrancados y agujeros en las paredes que evidenciaban el uso violento de la magia.
—Bueno, si esto lo hizo su agente, ya entiendo por qué nos dijeron que no nos preocupáramos por él —silbó Rouge a su lado con asombro.
Shadow se adentró de una vez, intentando conectar los hechos con las pistas del lugar. Era obvio que allí se había librado una batalla reciente de hechizos desenfrenados por ambas partes.
—Para ser uno de sus mejores hombres, es muy descuidado —murmuró viendo una marca en el espejo que suponía era el remanente de un rebote.
Su mirada barrió la habitación hasta clavarse en un mapa pegado en la pared. Varias ubicaciones de almacenes estaban marcadas, pero un círculo rojo rodeaba una en particular junto a una nota: "13:00 - 24/06".
—Si era un aviso para la entrega, se realizó hace una hora —observó Rouge con desgana—. Llegamos tarde.
Los iris rubíes permanecieron fijos en la marca y la nota, mientras su mente procesaba los recientes descubrimientos... La magia residual en el aire era muy reciente, y la entrega siempre pudo haberse retrasado ante un inoportuno.
Por instinto, volvió a centrarse en la mancha en el espejo.
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Se movieron por el almacén con cautela. Era un laberinto de cajas y grúas que dificultaba detectar cualquier movimiento sospechoso lejano, centrándose solo en incómodos pasillos.
Se detuvieron al llegar a una zona que claramente había sido escenario de otra pelea: cajas destrozadas y marcas de hechizos de todo tipo todas partes. En el suelo, siete chacales yacían atados con cuerdas mágicas.
—¿Todavía subestimas al agente? —ironizó su compañera—. A mí me parece más que capaz.
Él no respondió, simplemente rodó los ojos y continuaron avanzando. Se detuvieron en seco al doblar una esquina y percibir otra presencia a pocos metros de distancia.
La figura también pareció oírlos, porque se giró de inmediato mostrando a una eriza rosada, quien que les apuntó con su varita sin vacilar. Ambos sacaron las suyas al mismo tiempo como respuesta.
—¿Quiénes son? —preguntó la chica en un tono de advertencia.
—No sabía que Infinite reclutara erizos, creí que eran todos chacales —murmuró Rouge, enarcando una ceja con curiosidad—. Somos aurores del Ministerio de Magia británico, querida. ¿Y tú quién eres?
La individuo pareció sorprendida ante la revelación, bajando la varita para desconcierto de ambos agentes.
—Oh, llegaron rápido —asintió, dedicándoles una sonrisa—. Soy Amy Rose, encantada. Trabajo en el caso de Infinite en el distrito de Green Hill junto a mi compañero.
Esa era la respuesta que necesitaban. Shadow y Rouge intercambiaron una mirada fugaz antes de bajar las varitas en mutuo acuerdo y centrarse en ella.
—Tu compañero no ha establecido comunicación, nos mandaron a investigar sus avances ¿Qué sabes de eso? —inquirió él, aunque la mención pareció irritarla.
—Así es él —musitó, mordiéndose la lengua para contenerse—. Le dije que esperara para que elaboráramos un plan, pero se adelantó...como siempre. Estaba siguiendo su rastro. Si nos damos prisa, llegaremos hasta él.
La chica se dio la vuelta y sacó un dispositivo de cristal que reconoció como un detector de magia. Supuso que lo estaba usando para rastrear la firma energética del otro agente.
—Estoy empezando a cansarme de seguir los pasos de otros —masculló él en voz baja—. No hemos obteniendo ninguna respuesta sobre Infinite desde que llegamos.
Sintió la mano de su compañera en su hombro, un gesto de apoyo silencioso.
—Vamos, corazón, recuerda lo que dijo Tower —le dijo con suavidad,—. Sé que prefieres trabajar solo, pero debemos regirnos por las condiciones.
Era un recordatorio de dónde estaban. Shadow inspiró hondo y asintió con firmeza, resignándose por fin a seguir a Amy Rose en busca del molesto agente que no informaba de sus avances.
Tras un par de minutos rastreando la firma de magia, llegaron a una zona más abierta del almacén donde Amy se detuvo en seco.
—Está aquí —susurró, con la mirada fija al frente y la tensión marcándose en sus hombros—. No está solo. Parece que lucha contra varios sujetos como los anteriores.
—Andando —la apoyó Shadow, empezando a marcar el rumbo.
Avanzaron en silencio hasta que el caos de una pelea a veinte metros a presentó ante ellos. Tres chacales con túnicas lanzaban maldiciones con furia desesperada hacia una única figura que esquivaba y se protegía con una agilidad asombrosa. Saltaba de un contenedor a otro en movimientos tan rápidos y fluidos que era impresionante.
—¡Impedimenta! —rugió uno de los magos oscuros, a lo que el agente ejecutó una pirueta en el aire para esquivarlo, ganando distancia.
—¡Uy, casi! —exclamó—. ¡Vamos, muchachos, pónganle más ganas! ¡Me estoy aburriendo!
El mundo se detuvo para Shadow.
Hasta ese momento no había logrado identificar al sujeto por la distancia, pero esa voz ruidosa y familiar llegó nítida a sus oídos, convirtiendo la batalla en una imagen difusa.
No... Imposible. De entre todas las malditas posibilidades...
Se dijo a sí mismo que eran suposiciones apresuradas, que su mente privada de sueño le estaba jugando una mala pasada, mezclando timbres de voz como una especie de castigo por lo de ayer.
...No podía ser él.
La figura se impulsó hacia una de las vigas y todo volvió a enfocarse con una claridad dolorosa. La luz ya no le daba a contraluz y las sombras no oscurecían su pelaje. Shadow pudo distinguir la misma túnica que llevaba la eriza rosada y unas púas azul cobalto, ahora un poco más largas de como las recordaba.
No cabía duda. Era Sonic.
—¡Expelliarmus! —exclamó, y el rayo de su hechizo desarmó a dos de los chacales de un solo golpe. De inmediato, centró su atención en el tercero, que ya huía de la escena con un objeto entre las manos—. ¡Oh, no creas que te dejaré escapar...!
—¡Accio! —en medio del caos, Amy se acercó para lanzar el hechizo y atraer el objeto directamente a sus manos, sonriendo con suficiencia al obtener su premio.
—¡Buena asistencia, Amy! —Sonic le guiñó un ojo y le levantó el pulgar en ese gesto tan suyo que provocó una punzada de profunda nostalgia en el pecho del azabache—. ¡Yo me encargo de este! —se dirigió al chacal que intentó huir antes—. ¡No te preocupes, seré rápido! ¡Incarcerous!
Al igual que los otros, gruesas cuerdas mágicas brotaron y envolvieron al último mago, dando la batalla por terminada.
Los ojos de Shadow siguieron al erizo azul que se estiraba con satisfacción mientras se giraba para hablar con su compañera, quien a juzgar por sus expresiones de molestia, seguramente le estaba reprochando por haberse lanzado solo.
La expresión de Sonic parecía fastidiado en medio del regaño, ambos comenzaron a caminar hacia ellos en lo que Amy parecía cambiar de tema, transformando el rostro del chico en curiosidad.
—Son lindos —la voz de Rouge lo sacó de su ensoñación, él la miró sin entender a qué se refería—. Se nota que ella está enamorada de él. Me pregunto si será correspondido.
Esas palabras no deberían haberle golpeado como lo hicieron. Para empezar, eran erróneas. Es decir, Sonic no podía... O sea... Él no...
"¿Sonic ya lo había superado?"
Tan pronto como el pensamiento se formuló, quiso desecharlo y enterrarlo en lo más profundo de su ser.
Habían pasado cuatro años desde que rompieron, desde que él mismo alejó a Sonic por decisión propia. No lo buscó, no le escribió, no hizo nada. Así que, si el Gryffindor había decidido pasar página y buscar a alguien más, estaba en todo su derecho.
Solo porque él no hubiera superado su relación, no significaba que Sonic no pudiera hacerlo. Después de todo, siempre fue de los que seguían adelante con una terquedad inquebrantable.
Se mordió el labio, bajando la vista al suelo mientras intentaba recuperar la calma. Se forzó a pensar en la misión, en Infinite, en los dementores... cualquier cosa que lo ayudara a desviar los pensamientos de la caja de Pandora que finalmente se había abierto en su cabeza.
—Vaya, qué raro. Parece como si hubiera visto un fantasma —comentó Rouge, devolviéndolo al presente.
Dirigió su mirada hacia donde ella observaba y se quedó paralizado. En algún punto de su colapso mental, los dos erizos se habían acercado lo suficiente como para reconocerse.
Sonic lo miraba fijamente con sorpresa, con sus ojos esmeralda abiertos de par en par, la boca abierta ligeramente y su piel en un tono más pálido.Tal como dijo Rouge, parecía haber visto un fantasma, un fantasma con nombre y apellido.
Estaba arrepintiéndose de haber aceptado esta misión.
—Shadow... —fue Sonic quien rompió el tenso silencio que se había formado, pronunciando su nombre como un susurro.
—Sonic —respondió él, usando toda su fuerza de voluntad para que su voz sonara impasible.
—¿Se conocen? —preguntó la eriza rosa con curiosidad. Shadow nunca había deseado tanto estar en la soledad de su apartamento como en ese momento.
—Uh... fuimos juntos a Hogwarts —explicó con cautela, sin apartar la mirada de la suya, así como él tampoco podía hacerlo.
—¿Oh? Eso sí que es interesante. Es la primera vez que oigo que este gruñón es capaz de hacer amigos —ronroneó la murciélago a su lado.
Estaba a punto de soltar un gruñido por el comentario, cuando los labios de Sonic se curvaron en una sonrisa suave, casi... cariñosa.
—¿En serio? Por lo que veo, hay cosas que no cambian con los años —dijo, relajando su postura para lucir más tranquilo—. Me alegra verte de nuevo.
Para su total sorpresa, el erizo le extendió la mano dejándolo inmóvil sin saber cómo responder.
«¿Yo también?» No exactamente. Verlo le había generado un caos mental que odiaba no poder controlar.
«¿Tú tampoco has cambiado nada?» Quitándole las púas un poco más largas, su actitud despreocupada y su personalidad parecían intactas.
Su escaso repertorio de respuestas fue sustituido por una línea que conocía, la que sabía que no era la ideal, pero era la única que podía pronunciar:
—Estoy aquí por trabajo —se cruzó de brazos, ignorando deliberadamente la mano extendida, por miedo a su propia reacción al hacerlo—. Espero no te interpongas en mi camino.
Ignoró los murmullos de protesta de la eriza rosa y la mirada crítica de su propia compañera. Sus iris rubíes estaban fijos en una sola persona, la cual tras un segundo de sorpresa, soltó una risa suave y negó con la cabeza.
—Amigo, en serio no has cambiado nada —dijo, dedicándole esa sonrisa genuina que Shadow había visto miles de veces en el pasado—. No te preocupes. Me aseguraré de hacer todo el trabajo por ti.
A pesar de la familiaridad de esas palabras, había un daño mayor que cualquier otro reencuentro hostil. Porque, sinceramente, habría preferido mil veces que Sonic lo mirara con odio antes que verlo actuar como si esos cuatro años nunca hubieran existido entre ellos.
¿De verdad lo había superado por completo?
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Continuará
Notes:
Lo prometido es deuda. Aquí tienen el capítulo 3 ^^
Anoche me puse a escribir el epílogo y tal. También estuve dándole vueltas a ideas para extras y amé. En serio es un AU que estoy disfrutando explorar y escribir. Poder traerselos me encanta ^^
Chapter Text
Shadow no tenía ni idea de cómo actuar, por lo que dejó que el silencio reinara sobre ellos. Ahora que la tormenta interior ante el reencuentro inesperado comenzaba a disiparse, se permitió detallar mejor al erizo que tenía delante.
Como pensó, sus púas ahora eran más largas. Su complexión era más delgada y definida, sus ojos esmeraldas todavía brillaban con esa confianza tan características de él, y su sonrisa presumida...esa maldita sonrisa... seguía siendo su mejor cualidad.
Al menos no era el único que contemplaba los cambios del otro. Amy tuvo que carraspear para romper el trance en el que ambos se habían sumido, alternando la mirada entre ellos con pura confusión. Mientras tanto, Rouge observaba la escena con una ceja arqueada y una sonrisa contenida.
Sonic fue el primero en volver a la normalidad. Guardó la varita y se encogió de hombros con una naturalidad casi insultante para Shadow.
—Bueno, parece que al final estamos destinados a trabajar juntos —le guiñó el ojo juguetón, señalando con el pulgar hacia atrás—. Lamento no haberles dejado nada de diversión, se tardaron mucho así que me adelanté.
La erizo rosa resopló rodando los ojos sin decir nada, extendiéndoles el objeto robado entre sus manos para que lo vieran mejor.
—Hace unos días tuvimos el avistamiento de Dementores acompañados de este escuadrón chacal —explicó—. Como se nos hizo sospechoso, hemos estado siguiendo su rastro hasta un apartamento del distrito. Si los enviaron ahí supongo que vieron el mapa de entrega de este artefacto... Aún no sabemos qué pretenden hacer con esto.
Iba a preguntar más cuando un equipo de aurores del MACUSA apareció liderado por Jewel. Su alivio al verlos fue reemplazado por una exasperación dirigida a Sonic.
—¡Sonic! ¡¿Alguna vez dejarás de irte solo sin ningún plan?! —el chico le sonrió en falsa disculpa, a lo que ella rodó los ojos y centró su atención a ellos—. Me alegra que hayan podido reunirse, espero pudieran intercambiar información. Regresen a la sede, nosotros nos encargamos aquí.
Shadow asintió ante la orden, volviendo su mirada hacia el erizo azul que también se encontraba observándolo. Al conectar miradas, ambos la desviaron casi al instante.
Definitivamente, aceptar esta misión había sido un error.
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Las siguientes horas fueron una tortura de inactividad para Shadow en lo que esperaban que Sonic y su compañera terminaran de hacer el reporte a sus superiores.
Con los brazos cruzados se apoyaba contra una pared de la sede, rehusándose a seguir el consejo de Rouge de tomar un breve descanso antes de la probable misión de la noche. Cerrar los ojos solo traía las visiones recurrentes: un destello azul cobalto o uno verde esmeralda
La facilidad con la que Sonic volvió a irrumpir en su vida era de temer. Fue algo tan inesperado que no tuvo tiempo de idear un plan de cómo llevar la situación. Si todavía podía guardar las apariencias era porque priorizaba la misión. Ya luego tendría tiempo para lidiar con su parte emocional cuando regresara a Londres, lejos del epicentro de su inquietud.
Alejó cualquier pensamiento relacionado durante la siguiente hora. Los informes fueron finalmente entregados, por lo que se movilizaron hacia el área de laboratorio donde un búho estudiaba el objeto robado con sumo interés.
—...No parece un artefacto típico, sino uno fabricado —explicó el especialista después de un rato—. Las runas con las que está hecho generan un campo de desesperación. Tengo entendido que los Dementores son capaces de multiplicarse en áreas así, por lo que si existen más de estos...
—Podría generar su propio ejército de Dementores —intervino Rouge alarmada—. ¿Infinite planea cubrir todo el mundo mágico con estos artefactos para llenarlo de Dementores?
—Es probable —concordó el búho, dejando el objeto sobre la mesa—. Los Dementores no tienen lealtad como tal; son parásitos mágicos que se alimentan de la felicidad, dejando solo un vacío de pura desesperación. —los miró con cierta duda en los ojos—. Si Infinite es capaz de producir toneladas de esas plagas, encontrar un recuerdo feliz en esa situación sería prácticamente imposible.
"Un recuerdo feliz", eso es lo que se necesitaba para convocar un Patronus, el único encantamiento capaz de deshacerse de los Dementores. Con este descubrimiento, el plan de Infinite empezaba a cobrar un sentido aterrador:
Si no existía un hechizo defensivo capaz de hacer frente a un ejército de Dementores, el mundo mágico quedaría sumido en un abismo de miedo y desesperanza.
—Toca seguir buscando pistas —Sonic intervino con decisión de repente, tensándolo—. Iré a la sala de mapas, los veo ahí.
Antes de que cualquiera pudiera decirle algo, conjuró y desapareció en un remolino de "aparición". Los tres aurores restantes se quedaron en la sala junto al especialista.
Rouge miró a Amy con una ceja alzada y una sonrisa divertida.
—¿Siempre es así de animado?
—Ni te imaginas —respondió la erizo rosa, cubriéndose el rostro con la mano—. Es el mejor auror que he conocido, pero su concepto de planificar es “correr al peligro y ya veremos” —suspiró sin enfado real—. A veces me exaspera.
La murciélago rió con suavidad. —Te entiendo perfectamente. Empiezo a creer que es cosa de erizos.
Shadow rodó los ojos ante el comentario. Ahora que el Gryffindor no estaba, se sentía un poco más en calma. Fijó su atención en el artefacto maldito, sintiendo que todavía faltaban muchas piezas del rompecabezas. Aunque algo estaba claro: Si no actuaban con rapidez, el mundo mágico correría un grave peligro en menos de una semana.
—No perdamos el tiempo —soltó con seriedad y, ejecutando la misma técnica de aparición, se desvaneció de la sala.
Cuando llegaron a la sala de mapas, Sonic ya estaba sentado en una silla y lanzando una pelota de cristal hacia el techo. Al verlos, les hizo una mueca de falsa molestia.
—Son lentos...Estaba esperando —dijo, volviendo a sonreír con tranquilidad—. No se ha registrado ninguna actividad mágica inusual.
Amy resopló y se acercó a la mesa, desplegando un mapa que reconoció como una imitación del que habían visto en el apartamento de esa tarde.
—Logramos interceptar su último artefacto gracias a este mapa. Deberíamos poder averiguar la ubicación de los otros de la misma forma.
—Oh, veo por dónde vas, eres muy lista —intervino Rouge colocándose a su lado con seguridad—. Déjamelo a mí
Con su varita, trazó un hechizo de localización sobre el papel, haciendo que una réplica del artefacto recuperado apareciera en el punto exacto donde lo encontraron. Continuó dibujando patrones de luz con su varita y, de pronto, varias marcas en el mapa comenzaron a brillar.
Eran cinco en total, formando un pentágono que abarcaba todo el distrito de Green Hill.
—¡Ahí es donde están los otros! —exclamó Amy con alegría de tener una pista, para luego fruncir el ceño—. Este de aquí parece más intenso...¿Qué significará?
Todos miraron el mapa con interés, era verdad. Una de las marcas pulsaba con fuerza a diferencia de las otras. La ubicación era...
—¿Los viejos túneles del metro? Esos chacales de verdad eligen los lugares más tétricos para sus planes —comentó Sonic, levantándose para estirarse—. Bueno, ahora que sabemos a dónde ir, tomaré la delantera y...
—¡Espera! —Amy lo sujetó del brazo antes de que pudiera desaparecer—. Esta vez iremos con un plan. Los túneles del metro son antiguos y están llenos de magia residual, no sabemos qué nos espera.
Shadow, que hasta el momento se mantenía al margen de todo centrado en las pistas de Infinite, observó la interacción en silencio: la facilidad con la que se tocaban, la dinámica de trabajo, la cercanía...
«Son lindos. Se nota que ella está enamorada de él. Me preguntó si será correspondido»
Inesperadamente, se preguntó dónde estarían el zorro de dos colas y el equidna rojo que solían acompañarlo a todas partes. Verlo sin ellos por tanto tiempo era muy diferente a sus recuerdos del pasado, siendo este descubrimiento más doloroso de lo que debería:
Se había equivocado. Pensó que Sonic no ha cambiado, y aunque en esencia seguía siendo el mismo, era obvio que alguien como él seguiría adelante y formaría nuevos lazos.
—Oye, ¿estás bien? —la pregunta de su propia compañera lo sacó de sus pensamientos. La miró con una ceja alzada, como si no entendiera—. Vamos, guapo, no te pongas así ahora. Nunca te he visto tan disperso en una misión. ¿Es por ese amigo tuyo de Hogwarts?
—No somos amigos —respondió cortante, a gran velocidad—. No somos nada. No te metas en mi vida, Rouge.
El tono de su voz debió traicionar su intento de sonar indiferente. La murciélago lo miró con duda, asintiendo con lentitud y una empatía que él no deseaba.
—Bueno, si no quieres hablar de eso, no presionaré —dijo, su expresión endureciéndose un poco tras el arrebato—. Pero intenta centrarte. Lo último que querría es que te convirtieras en un blanco fácil para los Dementores por andar disperso.
—No te preocupes —le gruñó con irritación, volviendo su atención a los dos erizos a lo lejos. Al captar su mirada, Sonic se la devolvió con una curiosidad disimulada y una sonrisa apenas esbozada antes de volver a escuchar a su amiga—. Siempre estoy centrado.
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Algo que Shadow había aprendido con los años era que Sonic era la impaciencia personificada. Aún le costaba entender cómo obtuvo las notas para ser auror, aunque en el fondo sabía que era un mago excepcional (aunque jamás lo admitiría en voz alta).
Al menos su impaciencia le facilitaba el trabajo un poco, actuando de forma rápida y sin tanto protocolo. Un modos operandi que a él también le gustaba.
Se empezaron a mover por los túneles del metro, con Sonic y Amy en la delantera mientras Shadow y Rouge les cubrían la retaguardia. El lugar era tal como cabría esperar: telarañas y polvo por doquier, con cucarachas correteando entre las vías oxidadas.
Llegaron a una sección con antiguos vagones de tren. Inspeccionaron uno por uno hasta encontrar lo que buscaban: en el suelo de un vagón había un círculo de runas que emitía un aura oscura, y flotando sobre él, el artefacto activado.
—Por eso emitía el brillo, se encuentra activado —silbó el intrépido lider.
—¿No hay nadie? Es una trampa —jadeó Amy
Pero ya era demasiado tarde, las puertas de los vagones se cerraron de golpe y de las esquinas sombrías salieron una docena de chacales encapuchados envainando sus varitas.
—Parece que somos los invitados de honor —avisó Sonic, sin perder su sonrisa desafiante—. ¡Pido los seis de la izquierda!
Nadie le cuestionó nada esta vez. Se lanzaron al ataque con rayos de luz de todos los colores que cruzaban el estrecho espacio del vagón en un ritmo desfrenerico, pero controlado.
El escuadrón de Infinite no era conocido por ser grandes brujos exactamente. Tenían la victoria asegurada.
De repente, Shadow sintió a Rouge fallar en uno de sus hechizos. La miró por el rabillo del ojo y notó una mueca de incomodidad en su rostro. Iba a preguntarle qué ocurría cuando él mismo lo sintió: un frío que comenzó a invadir cada fibra de su piel. Su atención se dirigió rápido hacia al frente, donde la imagen de dos Dementores se manifestaban justo donde se encontraba el artefacto.
—¿Shadow? —le pareció escuchar que alguien lo llamó desde lejos, pero el sonido empezó a disiparse.
Uno de los espectros empezó a dirigirse hacia ellos mientras el otro parecía pasar por un proceso de multiplicación. Se centró en el que se acercaba, tratando de buscar cualquier recuerdo feliz dentro del propio caos que el Dementor ya le estaba provocando.
«¡Si quieres a Shadow, tendrás que pasar sobre mí primero!». Una imagen se materializó en su cabeza, María de pie frente a magos oscuros, sin una pizca de miedo.
No, ese no era un recuerdo feliz. Ese era...
«Los muggles siempre son así de estúpidos», dijo uno de ellos. «¡Cruciatus!».
«¡Ahhhhh!».
«¡María!», gritó, corriendo desesperado hacia ella mientras esta se retorcía en el suelo. Se sentía un inútil. A pesar de ser solo un niño, sentía que debía hacer algo. «¡Detente!».
—...¡Shadow!... —otra vez esa voz le estaba tratando de decirle algo, no lograba escucharlo del todo—. ... ¡Invoca tu patronus!...
Su patronus. Tenía que buscar un recuerdo feliz.
Forzó el cambio de escenario, siendo transportado hacia la biblioteca de Hogwarts. Supuso que su recuerdo feliz estaría ahí, más se quedó paralizado al darse cuenta que estaba equivocado.
La imagen de Sonic estaba frente a él, con una expresión de burla agria insultante. Parecía un recuerdo distorsionado de hace cuatro años. Ese tampoco era un recuerdo feliz.
«Eres patético», resonó la voz helada del erizo.
Estuvo a nada de desconectarse completamente de su entorno, todavía siendo capaz de escuchar explosiones y gritos lejanos que le recordaron que debía enfocarse, logrando ver la imagen borrosa de cuatro Dementores acercándose.
¿En qué momento eran cuatro? Su corazón acelerado y el frío de su interior le aturdía los sentidos.
Tenía que hacer algo. Tenía que moverse.
Sacó la varita con sus manos tembloras, buscando con urgencia un recuerdo feliz, pero todos estaban nublados: La sonrisa de María... cubierta por la imagen del día en que recibió el maleficio. El día de su graduación... sepultado por la soledad. Él sentado en un escritorio con una carta en blanco mientras todo daba vueltas a su alrededor...
«Eres patético», escuchó otra vez la voz del falso Sonic detrás de él.
—Él... no dijo...eso —masculló, jadeando.
El frío se intensificó, los Dementores estaban cada vez más cerca. Debía recordarse que aquello era una distorsión y salir de ahí rápido.
«Eres patético», de nuevo...
—Él...no dijo eso —gruñó, con la voz tensa. Su vista se aclaró un poco, logrando incorporarse lo suficiente como para ver a Rouge y Amy a su lado, igualmente paralizadas.
Aún confuso, e ignorando a los seis Demestores que se le acercaba, buscó con la mirada a Sonic al notar que no estaba con ellos. Lo encontró en medio del vagón, corriendo para destruir el artefacto mientras repelía a cuatro Dementores con un Patronus que solo salía como humo.
«¡Expecto Patronum!». Sonic conjugó una pantera traslúcida que salió de su varita, moviéndose con gracia por el campo. «¿Viste? ¡Ya puedo hacer un Patronus corpóreo! ¡Lo usaré para los ÉXTASIS!».
Recordó brevemente ese momento durante el inicio de su séptimo año, Sonic tenía una pantera como Patronus. Si el chico no podía invocar su forma corpórea era porque también estaba siendo afectado la cantidad de Dementores a su alrededor.
¿Cómo siquiera se movía? Era pura rebeldía lo que irradiaba mientras intentaba llegar al artefacto. Podía escucharlo decir sin necesidad de palabras: "No me rendiré así que aléjense de mis amigos".
Ser un Gryffindor se le quedaba corto. Y Shadow entendió, por segunda vez en su vida, qué era lo que tanto admiraba de él.
«Eres patético», escuchó de nuevo la voz, pero esta vez las palabras ya no surtieron el efecto deseado.
Cerró los ojos por un instante, dejando que todo se volviera negro. La imagen del falso Sonic se materializó frente a él, lo miró por unos segundos antes de que desapareciera y fuera sustituida por la verdadera figura que le decía esas palabras: él mismo.
—Te dije...—murmuró con un gruñido de irritación —. ¡QUE ÉL NO DIJO ESO! —exclamó, abriendo los ojos finalmente, apuntando a los Dementores que ya se encontraban prácticamente sobre ellos—. ¡EXPECTO PATRONUM!
Una nube de vapor plateado salió de su varita, una forma incorpórea que sería suficiente para hacer retroceder momentáneamente a las criaturas.
—¡Sonic, destruye ese artificio de una maldita vez! —le gritó, sin necesidad de verlo para imaginar la sonrisa arrogante en sus labios.
—¡Okay! —oyó la voz alegre de fondo—. Te dejo el resto del show entonces, Shadow. ¡Bombarda!
Una luz cegadora y un estruendo le dieron la señal. Todavía no conocían del todo el funcionamiento del artefacto, pero una vez destruido, su mente encontró un poco de calma entre tantos Desmentores.
El recuerdo de María y Sonic riendo el día que se conocieron llegó con facilidad a él.
—¡EXPECTO PATRONUM! —conjuró. Esta vez, su forma corpórea se manifestó con fuerza: Un leopardo de luz, grande y poderoso que empezó a correr libre por todo el vagón, arrasando con los Dementores en una confianza serena.
Cuando el vagón quedó libre, la criatura plateada se disolvió en el aire, dejándolos en un silencio absoluto.
Amy y Rouge se reincorporaban con lentitud. Shadow miró a Sonic, que seguía de pie donde había estado el artefacto; sus ojos esmeralda reflejaban alivio y preocupación a la vez.
—Esto no entraba en mi lista de planes para vacacionar en Estados Unidos —bromeó Rouge con un quejido, mientras se masajeaba la cabeza.
—Esto es serio —el tono de Amy sonaba preocupado—. Si un solo artefacto fue capaz de provocar esto, el mundo mágico estará en verdadero peligro si Infinite lleva a cabo su plan.
—Por eso no lo permitiremos —la voz enérgica de Sonic se hizo notar, acercándose a ellos con confianza—. Si Infinite buscaba llamar nuestra atención, lo ha conseguido. Ahora tenemos que buscar la forma llegar hasta él.
Shadow lo observó, y sus miradas volvieron a cruzarse. Parecía un intento mutuo de saber el estado de salud del otro. Una parte de su mente le recordó que dejara de distraerse, que se centrara en el peligro de la misión.
Distraerse...
Aunque ya se había dado cuenta de su error respecto a Sonic, ahora otra amarga revelación llegó a él. El Gryffindor tuvo razón durante su encuentro:
No había cambiado nada...
...Y eso, demostraba lo patético que sí era
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Continuará
Notes:
EMPECEMOS DE CERO PA VOLVER A SENTIR
DIME QUIEN FUE EL INGENIERO QUE TE AYUDÓ A CONSTRUIR
ESE CORAZON DE ACERO QUE NO VOLVIÓ A LATIRAlguien me explica por qué si edité este capítulo todo el día de ayer, hoy me tardé una hora editandolo? Waaaaaa
En fin, dato curioso: ya escribí 3 extras 😅. EL PROMERO ES SUPER LINDO. Lo amo...dios amo escribir este AU
Nos vemos el jueves con el cap 5!
Chapter Text
Regresaron a la sede del MACUSA tan pronto consideraron seguro aparecerse. Tras informar de los hechos, Jewel los envió a los cuatro al ala médica para una revisión rutinaria.
—Agotamiento mágico y estrés severo —dictaminó uno de los sanadores después de un rápido análisis con su varita—. Recomendaría una poción calmante y al menos veinticuatro horas de reposo..
—Estoy bien —intervino Shadow en un tono tan cortante que el sanador retrocedió asustado, yéndose a atender otros asuntos.
"Agotamiento mágico y estrés severo", sobreviviría con eso. Lo único verdadero molesto era la sensación de frío adherida a sus huesos, aunque no era nada que lo inhabilitara.
Prefirió llevar su atención hacia su entorno. Vio a Rouge con una mueca de disgusto mientras discutía con su propio sanador. Su mirada siguió por la sala hasta detenerse en Amy, que estaba de pie junto a la camilla de Sonic con una expresión de genuina preocupación, escuchando con más atención a la sanadora del erizo que él mismo.
Finalmente, su atención se centró por completo en Sonic. Aparentaba estar irritado, lo cual no era ninguna novedad; quedarse quieto nunca fue una de sus virtudes. Observó cómo rechazaba una poción revitalizante con una sonrisa fácil, ganándose un reproche de su compañera.
—Tranquila, Amy, estoy bien —le escuchó decir mientras se levantaba de la camilla para demostrar su punto—. Solo necesito un chillidog y una siesta de cinco minutos, en ese orden.
La broma hizo reír a las dos mujeres a su lado, pero no engañó a Shadow.
Después de la experiencia con los Dementores, Sonic fue el único que se mantuvo animado dedicándoles palabras de aliento con una sonrisa. Una sonrisa despreocupada que ahora reconocía como la fachada perfecta de un luchador con una fuerza de voluntad inquebrantable
Más que un descubrimiento nuevo, fue como un recordatorio. Ya sabía que Sonic era tenaz, terco e imprudente. En sus años en Hogwarts vivía para los duelos clandestinos, llamándolos "métodos de práctica estilo tradicional". Las conclusiones de sus propios combates se resumían siempre igual: Métodos molestos, chistes no convincentes y habilidades que carecían de disciplina.
El Gryffindor se tomaba cada pelea como una especie de juego, sin temor a la muerte y sin dejarse intimidar por ningún adversario. Esa valentía, para no llamarla imprudencia casi suicida, era una de las pocas cualidades que respetaba de él.
Por eso, verlo superar su propio infierno inducido por los Dementores, el mismo al que habían estado sometidos todos con los recuerdos defectuosos del pasado, era el recordarlo de que otra vez había subestimado a Sonic
Ante esa idea, se preguntó cuánto de las interacciones recientes eran reales, y cuánto era una máscara de pura fuerza de voluntad que ocultaba que Sonic, después de cuatro años, estaba lidiando con la misma tormenta emocional que él.
Claro que tampoco podía descartar la posibilidad de estar sobreanalizando la situación, que simplemente siguiera siendo el mismo idiota temerario de siempre
...cualquiera fuera la opción, no es como si el descubrimiento marcara un cambio entre ellos.
Abrió los ojos, sin darse cuenta de en qué momento los había cerrado. Siguió observando en silencio la interacción entre los dos erizos frente a él, dejando que el tiempo transcurriera sin permitir que ningún otro pensamiento lo invadiera.
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Los sanadores les exigieron descansar un mínimo de doce horas por lo que tuvieron que pasar el resto de la noche en el ala médica. A la mañana siguiente, fueron convocados a la sala de estrategias donde Jewel se encontraba resumiendo la situación ante todos los aurores presentes.
—...terminando con la destrucción del artefacto —concluyó—. Una victoria a medias. Solo es cuestión de tiempo para que Infinite active los otros, en especial ahora que sabe que estamos detrás de él.
—Propongo una serie de ataques coordinados y simultáneos a las cuatro ubicaciones restantes —sugirió una de las aurores, una lémur.
—Sería retrasarnos —intervino Sonic con calma, sentado en una de las sillas con los pies apoyado sobre la mesa, pensativo—. Si queremos meter a más aurores en Green Hill tenemos que obtener el consentimiento de los ancianos; para entonces Infinite ya habrá activado los cuatro artefactos.
Fue un análisis certero; Shadow tuvo que reconocerlo. Jamás imaginó que vería al chico, que una vez metió una pluma de Fwooper en el caldero de su amigo equidna para provocar fuegos artificiales, asumir el liderazgo en una junta de este estilo.
"Deja de pensar en el pasado y céntrate en la misión", se reprochó con frustración, cerrando los ojos un instante antes de volver a prestar atención.
—Sonic tiene razón —apoyó Rouge—. Los artefactos son activados por el escuadrón de Infinite. Lo ideal sería ir directamente a por él y acabar con esto de una vez.
Un silencio se instaló en la sala. Aunque todos estaban de acuerdo en que esa era la solución más rápida y eficaz, nadie sabía dónde se encontraba el chacal.
Con nadie sugiriendo nada, Shadow se acercó al mapa con el ceño fruncido. La última vez consiguieron localizar el artefacto gracias a la firma de magia oscura que lo conectaba con los demás, por tanto, quizá la respuesta a sus problemas estaba en empezar de cero.
—¿Qué sabemos de la composición de los artefactos? Dejando a un lado la magia oscura y las runas, ¿Hay algo de especial en el material?
Recibió miradas cargadas de asombro; era un detalle muy importante.
—¡Puede servir! —reaccionó Amy de inmediato dirigiéndose a los demás presentes—. Que el especialista nos diga toda la composición del artefacto: minerales, metales, ¡cualquier cosa que pueda guiarnos a su lugar de origen!
Varios aurores desaparecieron en un instante, mientras otros se quedaban discutiendo el curso de acción a la espera de los resultados. Él siguió observando el mapa sin pestañear, convencido de que ahí debían estar todas las pistas necesarias para llegar a la resolución
La estrella de cinco puntas estaba dibujada con tinta de pluma, probablemente por alguien que intentó conectar las firmas de los artefactos; pero algo en ella lo inquietaba.
—¿Por qué una estrella de cinco puntas? —murmuró en voz alta, más para sí que para los demás.
—Dicen que si la inviertes atraes la oscuridad, ¿no? —la voz de Sonic lo sorprendió a su lado; el erizo azul lo miraba con interes—. Recuerdo que Knucks era muy supersticioso con eso, ya sabes, él y sus paranoias con las artes oscuras.
Shadow alzó una ceja con escepticismo ante el comentario.
—Los pentagramas no sirven para la magia oscura —resopló, rodando los ojos antes de volver a mirar el mapa y señalar un artefacto—. Cada punta representa una extensión del cuerpo humano. Es un símbolo de protección y...
Se detuvo en seco. Su mirada saltó del mapa a Sonic, sus ojos abiertos con total sorpresa.
No. No podía ser... ¿O sí?
«Si divides las dificultades en tantas partes como sea posible, inevitablemente llegarás a la solución»
—¿Shadow? —le llamó Sonic con duda, pero no le prestó atención, volviendo a contemplar el mapa con asombro. Una estrella de cinco puntas...
Tenía sentido.
—¿Descubriste algo, guapo? —Rouge se acercó a su lado. Sintió la atención del resto de la sala de nuevo sobre él.
—El centro —explicó, señalándolo—. Las puntas de un pentagrama existen para equilibrar y proteger su centro.
Todos parecieron entender la implicación esta vez. Amy reaccionó con rapidez, abriendo una replica del mapa en un holograma para ampliarlo en el centro de la figura geométrica donde apareció una ubicación: "Mystic Cave".
—La antigua mina... —susurró ella con asombro—. Fue clausurada hace una década por un derrumbe. Dicen que la energía allí está contaminada por el alma de los que murieron.
Justo en ese momento los aurores que se ausentaron regresaron junto con el especialista búho, quien traía el artefacto en sus manos visiblemente agitado.
—¡Señorita Rose, es increíble! El mineral con el que está hecho este objeto es extremadamente raro. Jamás pensé que ver algo construido con él, el único yacimiento conocido en todo el mundo era...
—Mystic Cave —completó Sonic con emoción contenida—. Parece que ya tenemos nuestro siguiente destino.
Y no se equivocaba. Todas las piezas finalmente encajaron: la distracción del escuadrón chacal en Londres, la fuga de Infinite, su traslado a Estados Unidos, la aparición de los Dementores... Infinite usaba las minas como escondite y extraía allí el material para sus artefactos.
—No seas imprudente —Shadow se apresuró a intervenir al ver que el erizo estaba a un simple ¡Engorgio! de desaparecer para ir directo al escondite—. El lugar estará infestado de seguidores y Dementores. Necesitamos un plan.
Ahora que sabían a lo que se enfrentaban, debían estar preparados para evitar caer con tanta fácil como la última vez. No podían ser imprudentes ni apresurarse.
—¿Entrar lanzando mis fuegos artificiales como distracción mientras ustedes tres entran por la puerta trasera para destruir la mina y convertirnos en los héroes del día, te parece bien? —preguntó Sonic con una sonrisa juguetona, que se amplió al verle el tic nervioso en su párpado.
Al menos supo que no era el único que quería lanzarle un hechizo silenciador cuando escuchó a Amy decir: —Juro que un día me vas a provocar una úlcera por estrés.
—Por no decir que dejes de decir estupideces y te lo empieces a tomar en serio—añadió ahora él sin rodeos, olvidándose de cualquier tensión que existía entre ellos después de cuatro años con tal de reprenderle.
—¡Hey, tampoco hace falta insultar! —replicó el erizo, aunque la sonrisa en su rostro demostraba que no se lo tomaba en serio—. De acuerdo, de acuerdo. Entonces vayamos con el plan B.
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El Plan B era más sensato: una infiltración sigilosa solo los cuatro. El objetivo era penetrar en la cueva, neutralizar a Infinite y destruir todo el material que pudiera utilizarse para fabricar más artefactos. Mientras tanto, Jewel convocaría al consejo para pedir autorización y enviar equipos a neutralizar los dispositivos restantes.
Mientras se preparaban en la armería llenando sus bolsillos con pociones y artefactos de defensa, Rouge se acercó a Shadow.
—Hey, te luciste hace un rato. Por eso eres mi auror favorito —le guiñó un ojo.
—Solo hice mi trabajo —resopló él, rodando los ojos y dándose media vuelta—. Lleva el equipamiento necesario. No quiero que te conviertas en un estorbo.
—¿Para qué están los compañeros, si no? —escuchó el comentario sarcástico de la murciélago antes de salir de la sala.
Unos minutos después, se encontró con Sonic en el pasillo. El erizo azul estaba apoyado contra la pared jugueteando con su varita, luciendo igual de sorprendido cuando chocaron miradas.
—Oh, Shadow... cuánto tiempo sin vernos —soltó con su ridículo saludo de siempre.
—Mhp... —resopló, sin saber qué decir exactamente.
Este era su primer momento a solas. Hasta el momento sus interacciones habían sido estrictamente profesionales, rigiéndose por el marco de la misión. Ahora que todo lo relacionado a la misma estaba discutido, ¿Qué deberían decirse?
Notó con curiosidad como los hombros del Gryffindor se encontraban tensos, recordando su descubrimiento de anoche con una sola pregunta: ¿Qué tanto le había afectado realmente a Sonic su reencuentro?
El ambiente tenso y silencioso era lo ideal para averiguarlo, lejos de la zona de confort del erizo, vió como sus ojos esmeraldas empezaron a reflejar duda, acompañado de la tensión en su mandíbula que se contenía en soltar cualquier cosa para romper la tensión.
—Tu Patronus sigue siendo tan fascinante como la primera vez que lo vi —dijo finalmente, rascándose la nuca y mirando al techo pensativo—. Seguro sacaste la máxima nota del ÉXTASIS con él.
Shadow parpadeó, sorprendido. No estaba preparado para ver cómo la expresión contraria se suavizara con nostálgica; tampoco sabía que su Patronus era tan impresionante para Sonic, nunca lo mencionó.
—Tu pantera tampoco está mal —se encontró respondiendo.— Supongo que te la pasaste presumiéndolo al jurado.
Aunque fue un comentario que consideró bien intencionado, y hasta sincero de su parte, la reacción del otro le hizo dar cuenta que algo estuvo mal. La tensión regresó a los hombros de Sonic y una mueca dolorosa aparecio y desapareció en sus labios casi al instante
El silencio que volvió a reinar entre ellos fue peor que antes. Los segundos se hicieron eternos y Shadow no sabía que más hacer, con sus pies clavados en ese sitio sin poder dar media vuelta e irse como quería. Siguieron así hasta que Sonic dejó de mirar el techo para encararlo, por un breve instante, Shadow sintió que dejó de respirar mientras el mundo se detuvo a su alrededor.
Hace cuatro años, el día que discutieron en la biblioteca, no levantó la vista de su libro para ver a Sonic. Ahora estaba seguro de que, de haberlo hecho, habría visto eso en su rostro: una sonrisa rota.
Una alegría que no llegaba a los ojos, dolía de tan solo verla.
—Shadow, sobre ese día...
Y así, con tan solo tres palabras, todo su mundo se tambaleó de nuevo. Porque con esas tres palabras, Sonic estaba dando el primer paso para cruzar la brecha entre ellos como siempre, y él ...él no estaba preparado para escuchar más, así como no lo estuvo por tres años tratando de escribir una carta.
No estaba listo, no estaba listo, no estaba listo...
—Deja de pensar en el pasado y céntrate en la misión —las palabras salieron de su boca antes de poder pensarlas, sintiendo que iban más dirigidas a sí mismo que al erizo que tenía delante.
Por supuesto, Sonic no lo vio así. El brillo de sus ojos se atenuó y forzó aún más esa sonrisa sin alegría antes de asentir.
—Entonces nos veremos en una hora para partir. No llegues tarde —escuchar esas palabras sin su tono juguetón fue extraño. El chico se dio la vuelta y se fue, dejándolo solo.
Se quedó de pie en ese lugar por un rato. La ira en su interior lo llevó a golpear la pared con fuerza, dejando una abolladura en ella.
Se miró la mano con brotes de sangre, sin sentir nada.
Era un idiota.
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Cuando se volvieron a ver, Sonic lo evitó tanto con la mirada como con cualquier comentario directo. Su comportamiento con las chicas, por otro lado, parecía intacto mientras se movilizaban por Mystic Cave.
La magia del lugar era opresiva, recordó las palabras sobre las almas de quienes murieron allí. Continuaron en silencio, Rouge los guió a través de las barreras mágicas, desarmando runas de alarma con la fluidez de su varita. Amy identificó y neutralizó las trampas de contención que encontraron en el camino.
Desde una cornisa miraron hacia abajo. Infinite estaba de pie en el centro de un círculo rúnico con un artefacto flotando arriba suyo. Docenas de seguidores encapuchados coreaban a su alrededor, canalizando su energía hacia el ritual. Y En el techo de la caverna, apenas visibles, se movían en círculos unos dos Dementores.
—Está a punto de activarlo —susurró Amy, en alerta.
—No tenemos tiempo que perder —dijo Sonic con decisión mientras miraba a Infinite—. Me encargo del jefe, les dejo a sus seguidores.
Sin dar más oportunidad de conversar, saltó hacia el suelo con energía.
—¡¿Llegamos tarde a la fiesta?! —exclamó, los otros tres aurores cayendo a su lado, dando inicio a la batalla.
Rayos de luz de todos los colores cruzaron por el aire. Amy y Rouge se encargaban de los seguidores mientras Sonic y Shadow intentaban abrierse paso directamente hacia Infinite.
En lo que lanzaba sus hechizos, vio a Sonic moverse a su lado, esquivando maldiciones con una sonrisa y respondiendo de manera eficaz. Con toda la tensión que se le sumó después del momento del pasillo, ahora le era imposible concentrarse. Repetirse en la mente "Deja de pensar en el pasado y céntrate en la misión" se sentía como una recriminación más que su propio mantra personal.
Un seguidor se interpuso en su camino, lanzando una ráfaga de maleficios cortantes. Shadow los desvió con un escudo mientras su mente iba a mil por hora.
Siguió dándole vueltas a la cabeza sobre el asunto: "no estaba listo", se decía, ¿Pero para qué, exactamente?.
Recordó la conversación con María después de la ruptura. Ella le aconsejó sincerarse consigo mismo y con Sonic para poder ir a disculparse con él, sugiriéndole algo tan simple como escribirle una carta con calma, sin presiones.
No pudo.
Incluso sentándose todos los días tratando de escribir algo convincente, la pluma nunca llegó a tocar el papel. No esa semana, ni al siguiente mes, mucho menos al año
Derribó al seguidor con un potente hechizo aturdidor. Su mirada se volvió hacia Sonic por una fracción de segundo, viéndolo desarmar a dos oponentes a la vez.
No había una explicación razonable. Era fácil, se supone. Pero cuando se animaba a intentarlo, sentía una inquietud en su interior. ¿Por qué? ¿A qué le tenía miedo? Él no era un cobarde.
No debía ser por eso que él...
En esa fracción de segundo de distracción, no vio al otro seguidor que surgió de las sombras a su izquierda.
Vio el destello de magia dirigirse hacia él, pero su mente atascada entre tanto autodesprecio reaccionó con una lentitud fatal. Sabía que no podría defenderse a tiempo.
Entonces, un destello azul se interpuso en su visión.
Sonic también debió estar viéndolo durante la pelea, porque solo eso explicaría que notara su momento de vacilación y, en un acto de pura estupidez, se lanzara frente a él.
No hubo tiempo para un escudo. Sonic recibió el impacto de la maldición directamente en el pecho, levantándolo del suelo y arrojándolo hacia atrás con violencia. Aterrizó a varios metros de distancia con un ruido sordo, quedando inmóvil en el suelo.
El mundo se detuvo. Los sonidos de la batalla se convirtieron en un zumbido distante. El caos de la caverna se desvaneció. Todo lo que existía era la silueta de Sonic en el suelo. Por una vez, las barreras de su mente se derrumbaron como escombros ante un único sentimiento que lo atravesó como una bala para apoderarse de su cuerpo: pánico.
—¡Sonic!
¿A qué le tenía miedo?, su lado emocional se burló de él, dándole la respuesta que llevaba cuatro años consumándose en una profunda negación:
Al dolor que sería perderlo, esta vez para siempre.
Continuará.
Notes:
Capítulo terminado!
Espero no esté quedando todo muy tosco jajaja, en mi cabeza se sentía bien
Por cierto, hay un cambio en el epílogo. Sé que dije que sería el pov de Sonic, pero me surgió que como no lo había escrito cuando lo dije, pues pensé que sería tipo proyecto lifeform...que risa
Claro, en proyecto lifeform Sonic conocía a María, Gerald y Shadow así que era fácil, pero este Sonic está involucrado con mucha más gente y bueno, en su pov eso tiene importancia me guste o no jajaja. Es excesivamente largo y todavía ando en 2/4 escribiéndolo
Entonces nada! El extra que tenía pensado se volverá el epílogo, es desde pov de Sonic, y el epílogo se volverá el extra ñeñeleñle
Nos vemos el..sábado! O domingo, ahí veo. Que tengo que ordenar cosas para la uno jejeje
Chapter Text
El mundo se silenció en un zumbido agudo y ensordecedor. Todo su entorno se volvió borroso, salvo por un único punto nítido del cual Shadow no podía apartar la mirada: erizo azul, inmóvil, a unos metros de distancia sobre el suelo de la cueva.
"Céntrate, debemos ir a por Infinite", le ordenó su voz interior, pero no la escuchó. La misión, por primera vez en su vida, fue desplazada de su lista de prioridades por una oleada de pura preocupación.
Las palpitaciones de su corazón martilleaban en sus oídos y la respiración se le atoró en el pecho. Una parte lejana de su cabeza murmuraba "es una imagen creada por los dementores, no es real" como un mantra desesperado.
No era real... no era real... debía ignorarlo y volver a la misión... tenía que-
—...dow..sha...dow...¡SHADOW! —sus sentidos regresaron ante la voz en pánico de Rouge—. ¡AYÚDALE O VE CONTRA INFINITE, PERO NO TE QUEDES AHÍ! ¡MUÉVETE!
Sus palabras fueron un golpe de realidad. Su mirada volvió a Sonic y luego hacia el centro de la caverna, donde Infinite flotaba con una calma burlona.
Tuvo que cerrar los ojos y tomar aire, recordándose que debía calmarse para no ser un estorbo para sus compañeros. El pánico no desapareció, pero fue enterrado bajo una capa de rabia, un sentimiento mucho más familiar y manejable.
Con un gruñido y una decisión tomada, desató una ráfaga de maleficios para abrirse paso entre los enemigos hasta llegar junto a Sonic. Amy, que ya corría hacia él, se detuvo al verlo llegar con una mezcla de gratitud y temor en sus ojos.
—La herida... —la voz de la chica sonaba temblorosa.
—Me ocupo —le respondió sin mirarla, girando el cuerpo de Sonic para observar el corte profundo y manchado de sangre en su pecho—. Cubre la zona, puedo con esto.
Una parte dentro de sí se debió apiadar de él para que esas palabras sonaran con seguridad. Amy se dió media vuelta para cumplir con su tarea, no sin antes crearles una barrera protectora a su alrededor.
—Vulnera Sanentur —susurró el encantamiento de sanación, pasando la varita sobre la herida donde el sangrado empezó a disminuir lentamente hasta detenerse.
Repitió el hechizo, esta vez limpiando los residuos oscuros de la maldición. Sus sentidos se centraron otra vez únicamente en Sonic; sus respiraciones erráticas y superficiales eran su metrónomo
Una vez más conjuró la canción sanadora, la piel finalmente comenzó a cicatrizar, tejiéndose despacio. Serviría por ahora, aunque necesitaría una evaluación médica adecuada lo antes posible
—Ugh... ¿te importaría...? —una voz débil y entrecortada interrumpió sus pensamientos—. Haces... cosquillas...
Los iris rubíes se posaron en el rostro de la víctima, quien lo miraba con una sonrisa torcida, sus iris esmeraldas reflejando dolor mezclado con esa chispa de rebeldía.
—¿Me... perdí mucho de la diversión? —intentó bromear de nuevo, pero su frase terminó en una tos seca.
El alivio lo inundó. Sonic estaba consciente, estable y, por lo que podía apreciar, seguía siendo un idiota.
—No te muevas —ordenó, su voz más áspera de lo que pretendía cargada de una emoción que no se atrevía a nombrar.
—Gracias, aunque... creo que prefiero otro sitio para tomar la siesta —se notó el esfuerzo para hablar mientras se intentaba incorporar apoyándose en sus codos.
—Te dije que no te movieras —le gruñó, empujándolo con firmeza hacia abajo, sacándole un gemido de dolor.
—Uff... ¿no hay delicadeza con los heridos? —replicó entre dientes, centrándose en él por unos segundos antes de añadir—. Hey, Shadow... ¿te he dicho lo guapo que eres cuando luces preocupado?
Merlín este erizo era una espina en su costado. ¿Por qué tenía que importarle tanto?
—Acabas de recibir una maldición —refunfuñó irritado, sumando mentalmente "conmoción cerebral" a la lista de diagnósticos—. Y como eres capaz de decir tonterías, sobrevivirás. Quédate aquí, yo me encargo de Infinite.
Como si la batalla hubiera estado en pausa, un estallido cercano sacudió la cueva haciendo parpadear el escudo de Amy. Se puso en pie, su mirada fija en el artefacto del centro que aún no había sido activado del todo. Dio un solo paso antes de que un movimiento le volviera la atención a Sonic, quien estaba intentando incorporarse de nuevo.
—¿Alguna vez escuchas lo que te dicen?
—Depende, ¿estás sugiriendo algún plan para encargarnos de esto juntos? —le respondió con su sonrisa divertida, poniéndose finalmente de pie en una muestra de desafío.
Ninguna chispa de duda, sin ninguna intención de quedarse atrás. Un Gryffindor terco hasta la médula. Por más que una parte de Shadow quisiera encadenarlo a una roca, su lado auror sabía que discutir ahora era perder tiempo.
—¿Podrás mantenerte detrás de mí, al menos? —sabía la respuesta con solo ver el brillo esmeralda intensificarse, pero valía la pena el intento.
—En tus sueños, Shad.
El Slytherin soltó un suspiro cargado de resignación.
—Bien. Pero si te interpones, seré yo quien te aparte. No digas que no te lo advertí.
Una sonrisa genuina iluminó el rostro de Sonic mientras sacaba su varita con renovada energía.
—Trato hecho. ¿Entonces, vamos a patear traseros y salvar el día?
—Solo si puedes seguirme el paso —repuso en un tono que recordaba a aquella rivalidad entre dos buscadores rivales compitiendo por la Snitch.
Volvieron a la batalla en segundos, esta vez como un equipo sincronizado, una dinámica forjada durante años de extraña camaradería en Hogwarts.
—¿Entramos con todo o tienes alguna estrategia al estilo Slytherin? —preguntó Sonic mientras lanzaba un Impedimenta que ralentizó a un chacal que se abalanzaba sobre Shadow.
—Acabar con Infinite y destruir este lugar —fue su respuesta, usando Protego que creó una barrera contra un maleficio que se dirigía a ellos.
—Bien, me encantan los planes simples
A pesar de la gravedad de la situación, una parte de él se sentía... completa. Recordó los años de duelos de práctica a su lado y cómo volver a luchar juntos se sentía extrañamente reconfortante.
Se abrieron paso hasta el epicentro del caos. Infinite tenía los brazos alzados dentro del círculo rúnico con el artefacto principal levitando frente a él a punto de activarlo.
—Vaya, vaya... —la voz del chacal, distorsionada y desprovista de emoción, se dirigió a ellos—. Los aurores siempre son tan... predecibles. Me alegra que hayan llegado justo a tiempo para ver cómo sumerjo al mundo mágico en una era de miedo.
—Olvidaste la parte en la que te detenemos y vuelves a tu celda en Londres —replicó Sonic con su habitual insolencia—. En serio, ¿un artefacto para atraer Dementores? ¿No se te ocurrió algo más original?
—Obviamente alguien como tú no lo entendería, erizo —Infinite inclinó la cabeza, observándose la mano—. Ustedes se aferran a emociones tan frágiles como la esperanza y la justicia... Ilusiones. El miedo, sin embargo, es real. Es primario. Es la verdad fundamental del universo.
—Hablas mucho para ser alguien que se esconde detrás de una máscara —intervino Shadow, su varita chispeando una luz de advertencia—. Ríndete y no nos hagas perder más el tiempo.
El chacal soltó una risa hueca, llevándose su misma mano a la máscara.
—No te confundas, esto solo es un recordatorio de la debilidad que una vez sentí... —bajó la postura para centrar su mirada en él—. Contéstame algo, Shadow the Hedgehog. ¿Sabes lo que es el miedo? ¿El verdadero terror que te paraliza, que te rompe, que te reduce a nada? Yo lo sentí una vez, el día en que fui arrestado a manos de alguien como tú... Vergonzoso —se dio la vuelta hacia el artefacto—. Pero ya no seré débil. ¡Ahora seré yo quien infligirá ese miedo!
El artefacto se activó por completo. El ambiente se volvió denso y frío. En el techo de la cueva, los Dementores comenzaron a moverse de forma errática, multiplicándose lentamente. Algunos empezaron a descender, y con ellos, las ilusiones de sus peores miedos y fracasos se materializaron en la mente de Shadow, igual que en los túneles del metro:
Los seguidores de Black Doom; María siendo lastimada; su discusión con Sonic el día de la biblioteca y en el pasillo; sus años sentado frente al escritorio con una hoja en blanco... Todos y cada uno de ellos se repetían en secuencia con cambios sutiles.
«Eres inútil» «Por tu culpa estoy así» «Mereces estar solo» «Cobarde»
—Céntrate. Muchos de esos recuerdos son falsos —se dijo a sí mismo, enfocándose en el chacal que reía con orgullo.
—Ciertamente —dijo Infinite—. El miedo y la desesperanza no distinguen entre lo real y lo imaginario. Solo consumen.
Dicho esto, comenzó el verdadero combate. El resto de Dementores descendieron, el frío se hizo insoportable y los recuerdos felices necesarios para conjurar un Patronus se desvanecían.
«Shadow, lo que le pasó a María es tu culpa» «¿Una carta? Ridículo» «Debiste morir ese día»
—¡Tenemos que destruir el artefacto! —gritó Sonic a su lado desviando un maleficio de Infinite con un escudo—. ¡La última vez funcionó!
Le asintió. Su mirada se posó en el artefacto y luego en el chacal. Finalmente, miró al erizo azul, que mantenía a raya a los Dementores con un Patronus incorpóreo.
—¿Puedes distraer a Infinite? —preguntó, convocando un patronus hacia un Dementor que se acercaba, pero el recuerdo de la sonrisa rota de Sonic en el pasillo produjo un humo plateado que apenas lo ahuyentó.
—¡Ja, eso no es ningún problema! ¡Déjamelo a mí! —el erizo se lanzó hacia el chacal con una andanada de hechizos rápidos y molestos —Rictusempra, Tarantallegra, Furnunculus— que su adversario bloqueó con creciente irritación respondiendo con sus propias maldiciones.
Para alguien que minutos atrás recibió una herida casi fatal, Sonic mantuvo el ritmo sorprendentemente bien, soltando solo leves jadeos entre las burlas.
—¡Quédate quieto, insecto! —rugió el mago, lanzando ráfagas de rayos verdes que el otro esquivó con una risa.
Aprovechó la abertura para dirigirse hacia el artefacto sin ser visto. A medida que se acercaba, empezó a entender por qué que en los vagones del metro fue tan fácil sucumbir a la desesperación. El artefacto producía un efecto similar a los Dementores, intensificando el bloqueo de recuerdos felices para ser sustituidos por los de culpa y desolación.
Imágenes en bucles de hechos pasados. Cada uno diferente al anterior, desde la culpa genuina hasta la auténtica muerte de las pocas personas que significaban todo para él...
Debido a su experiencia anterior, sabía que muchos de esos hechos no eran reales, y verlos de forma continua empezó a cansarle. No quería seguir aferrado a tormentos del pasado.
—Basta... —gruñó con dificultad ante su visión borrosa—. ¡De manipular mis recuerdos! ¡BOMBARDA MAXIMA!
El hechizo impactó en el artefacto, provocando una explosión que no dejó rastro del dispositivo. Aunque los dementores seguían presentes, el ambiente se volvió más ligero.
«¿Te he dicho lo guapo que eres cuando luces preocupado?»
Su subconsciente tenía un extraño sentido del humor al elegir ese recuerdo para decirle que la situación ahora era manejable.
—¡NOOO! —gritó Infinite con rabia mirándolos con odio—. ¡Idiotas! ¡Ratas entrometidas! ¡No crean que con destruir uno de mis artefactos bastará para detenerme! ¡Crearé más y...!
—Hey, no somos ratas ¡Expelliarmus! —Sonic exclamó despojando al chacal de su varita, para instantáneamente lanzar un Incarcerous después—. Somos erizos.
—¡AHHHH! —Infinite forcejeó entre las cuerdas que lo tumbaron al suelo de rodillas—. ¡Esto no ha terminado! ¡Aún tengo a mi ejército de Dementores que...!
Shadow tuvo suficiente. Con un Desmaius no verbal, lo dejó inconsciente, poniéndole fin a su historia. Al levantar la vista se encontró con los ojos esmeraldas de Sonic llenos de emoción y alivio en un sentimiento compartido de victoria. Lo habían logrado.
—Todavía queda algo de qué ocuparnos —mencionó el Gryffindor, señalando con la cabeza hacia donde los Dementores seguían dando vueltas.—Con todo esto, creo que ya tengo un recuerdo feliz lo suficientemente fuerte como para invocar mi Patronus. ¿Qué me dices de ti?
Sonic tenía su camisa lacerada en el lugar donde su cicatriz presumía su acto estúpidamente heroico de antes; su rostro estaba manchado de tierra y sudor, pálido. Pero la sonrisa sin máscara que le dedicaba con genuino afecto por él era tan facil de leer, que no se tuvo que ser un genio para entender la doble intención en ese comentario.
Un recuerdo feliz lo suficientemente fuerte para invocar el patronus
Después de muchos intentos fallidos en el pasado, las imágenes de la biblioteca de aquel 23 de junio finalmente comenzaron a desvanecerse de su memoria, sustituidas por otras que se tuvo que preguntar dónde habían estado:
«Lo hiciste genial contra los de Hufflepuff, no mejor que yo claro, ¡pero esa caída en picado ha sido asombrosa! Nos vemos en la final, no te la dejaré fácil, Shad»
Eso fue en su quinto año, el final de la copa quidditch...fue un buen partido; aunque al final Sonic atrapó la Snitch por pocos segundos antes que él; suerte.
«Oye Shadow, el próximo viernes tengo un duelo contra Scourge y Fiona en las mazmorras, Knucks está castigado así que no podrá ser mi compañero, ¿Qué dices, hacemos equipo?»
Recordaba eso. Inicios de sexto, cuando Sonic empezó a involucrarlo más en sus aspectos de vida diaria en el colegio, como duelos y exploraciones clandestinas.
«¡Te lo digo en serio! Egmman tiene algo contra mí desde el primer día de clases, por eso necesito que me ayudes a realizar esta poción. Tails ya no confía en que no haré explotar su caldero...»
Cuarto. Una de las tantas veces que tuvo que negarse a participar en las travesuras del erizo, sobre todo las relacionadas a clases de pociones y el profesor de esta.
«¿Te apetece ir a las tres escobas el próximo fin de semana? ...es mi intento número sesenta y nueve para que dejes tus libros y disfrutes la vida por un momento, viejo»
Séptimo, las primeras semanas que llevaba estudiando para los EXTASIS. En esa ocasión no se negó, tenía que comprar ingredientes en J. Pippin para pociones, por lo que la visita a Hogsmeade sería necesaria.
Así fueron apareciendo más salidas, desafíos de Quidditch, duelos, conversaciones triviales en su memoria...cuatro años cargados de arrepentimiento se transformaron en los cuatro años que compartieron en Hogwarts.
¿Por qué fue que acabó? No era capaz de recordarlo por ahora.
—Lo hago —respondió dentro sin salir de su aturdimiento, acercándose hasta su lado, notando por el rabillo del ojo la amplia sonrisa que iluminaba los labios melocotones.
La cueva seguía siendo un desastre con todos los Dementores dando vueltas por ahí, ambos apuntaron sus varitas hacia al frente y con fuerza conjugaron:
—¡EXPECTO PATRONUM!
De la varita de Sonic emergió una pantera de plata que se movió con gracia depredadora; de la suya propia, brotó su leopardo más grande y brillante. Corrieron juntos para potenciarse, dispersando a los parásitos oscuros hasta que no quedó ni uno solo.
La sala finalmente quedó en calma. Amy y Rouge terminaron de neutralizar a los últimos seguidores de Infinite antes de desplomándose en el suelo con un suspiro de alivio.
El aire ya no era frío, la luz de los Patronus se desvanecía dejando una atmósfera cálida. Shadow sintió que por fin se pudo respirar, hasta que un peso cayó a su costado alarmándolo: Sonic cayó sobre él con respiración errática.
—Estoy bien, solo dame unos segundos —respondió entre jadeos antes de que pudiera preguntar—. Siento como si hubiera dado demasiadas vueltas en la escoba; voy a vomitar
Dudó por un instante, permitiéndose pasar un brazo alrededor suyo para estabilizarlo. El contacto íntimo, el primero en años, envió una sacudida a través de ambos.
Ninguno se apartó. Miró hacia el cuerpo inconsciente de Infinite, consciente de que la misión concluiría por fin, volviendo su atención al frente para ver a Rouge acercándose con una chispa de curiosidad en sus ojos, mientras Amy vigilaba a los prisioneros a lo lejos.
—Bueno, bueno. ¿No son sus Patronus asombrosos? —la chica les guiñó un ojo, para luego sonreírles con suavidad—. Ay azul, te ves fatal... Shadow, lleva a este chico al ala médica del MACUSA mientras Rose y yo nos ocupamos de explorar el sitio.
—Hey, yo puedo... —intentó protestar Sonic, pero Rouge no le dejó
—Corazón, haznos un favor y no le provoques un infarto a tu amiga allá atrás —le cortó con severidad, antes de dirigirle al mayor un solo mensaje: «Te lo encargo».
Shadow asintió y, con la misma franqueza, le devolvió una mirada que solo ella entendería: «Gracias».
La sorpresa en el rostro de su compañera fue una señal de que el mensaje había sido recibido.
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Cómo le indicó Rouge, llevó a Sonic al ala médica mientras él se retiraba para informar a Jewel de la misión, dejando a los sanadores hacer su trabajo.
Unas horas más tarde, el Gryffindor dormía en su camilla con Amy sentada a su lado leyendo unos documentos. Shadow observó desde la distancia, apoyado en el marco de la puerta. Su mente estaba más en calma tras el combate, aunque aún quedaban asuntos por resolver.
Rouge se acercó a él, una pequeña sonrisa en sus labios. —¿Vas a quedarte ahí parado como un guardián o piensas hacer algo?
—No sé de qué hablas —fue la excusa vacía que ofreció, sin apartar la vista del erizo.
—Por favor —resopló ella—. ¿Un leopardo y una pantera? Al menos tu "yo interno" admite que eres un sentimental. Deja de ser un idiota y habla con él cuando despierte.
Se fue dejándolo con un enfurruñamiento silencioso. Entendió las implicaciones de su compañera, y era molesto. Todos sabían que los Patronus eran representaciones del alma del convocador; también sabía, por supuesto, que podían cambiar debido a emociones fuertes como el enamoramiento.
Nunca se detuvo a pensar sobre la forma de su Patronus, lo invocó por primera vez para los T.I.M.O.S. en quinto año, así que no, jamás consideró que su forma corpórea pudiera ser una representación de Sonic... Tampoco llegó a conectar que la pantera de Sonic era, muy probablemente, una representación él.
¿Sonic lo sabía? En la conversación del pasillo mostró cierta incomodidad cuando mencionaron su Patronus.
Sí, quedaban muchos cabos sueltos por resolver.
Esperó un buen rato. Amy se fue a entregar sus informes y él ocupó su lugar de pie junto a la camilla. Siguió esperando un par de horas hasta que el sol comenzó a ponerse. Finalmente, los párpados azules se agitaron y sus ojos se abrieron lentamente.
—Uff... siento como si un hipogrifo me hubiera usado de alfombra —se quejó, una sonrisa dolorida adornando su rostro mientras sus esmeraldas lo encontraban—. Hey, Shad —le saludó con cansancio—. ¿Te puedo encargar algo? Los muggles de aquí tienen unos panes con salchicha que son muy buenos, se llaman Chillidog. Necesito que me traigas unos cuantos.
—Al menos ya sé que tu pésimo gusto por la comida no ha cambiado en cuatro años —bufó con burla, rodando los ojos y cruzándose de brazos.
—Oh, vamos, eso lo dices porque nunca los has probado—respondió a la defensiva, sentándose en la cama para mirar hacia la ventana oscura, ladeando los labios en una mueca de disgusto—. Uhg, estuve inconsciente muchas horas
—Mhp... —murmuró, sin intención de decirle que habían sido exactamente cuatro horas, dos minutos y treinta y tres segundos desde que le administraron la poción aquella.
Se quedaron en silencio un rato. No era incómodo, pero sí había una petición contenida en los iris esmeraldas de Sonic cuando le miró: hablar con sinceridad esta vez, sin que huyera como en el pasillo.
Pensó que podría consederselo. Después de estar expuesto a sus propios miedos ante los Dementores, se dió cuenta que no podía seguir alimentándolos a través de escenarios hipotéticos.
«El miedo y la desesperanza no distinguen entre lo real y lo imaginario. Solo consumen». resonaron las palabras de Infinite en su mente.
—Así que... tú y tu grupito de amigos coloridos tomaron caminos diferentes —dijo, dispuesto a tantear en el camino oscuro que tenía por delante suyo.
Sonic pareció confundido, pero al entender a lo que se refería, una sonrisa genuina y cariñosa iluminó su rostro.
—Siempre supe que les agarraste cariño a los chicos —respondió con cierta burla, para luego mirar al techo—. Tails se dedica al desarrollo de hechizos creando encantamientos nuevos y todo eso, se le daba genial en Hogwarts para sacarnos de apuros —rió con suavidad—. Knucks se convirtió en un rompedor de maldiciones, dice que golpear cosas para deshacer magia antigua es el mejor trabajo del mundo —volvió hacia él—. Les va genial, nos escribimos con frecuencia.
Por el tono y la forma de hablar se notaba el cariño que guardaba por sus antiguos compañeros.
—¿Y ahora pasas el tiempo con la erizo rosa? —preguntó tratando de disimular su interés real.
—¿Te refieres a Amy? —la sonrisa cambió a una entre aprecio e incomodidad—. Ella... bueno, es increíble. Diría que es de las pocas personas de por aquí que puede seguirme el ritmo. Es una gran amiga
"Gran amiga". Con eso era suficiente, Shadow sintió que sus hombros se destensaban.
—Mis condolencias. Tener que soportarte todo el día debe ser una tortura.
—Ja, como si aguantarte a ti fuera mejor —se rió—. ¿Y tú qué tal? ¿Cómo está María?
Ahora fue su turno de sorprenderse. No esperaba que le preguntara por ella, considerando que a penas se conocieron una vez hace cinco años.
—Está bien —respondió con cuidado, desviando la mirada—. Estable. Tiene una amiga que la mete en las revistas de chismes de magos. Se pasa la mitad del tiempo hablando de chicos de los equipos de Quidditch.
—Oh, la entiendo perfectamente —el tono sugerente provocó que lo volviera a mirar con completo horror, más la sonrisa divertida en los labios de Sonic le indicó que solo se estaba burlando.
—Sigues siendo un idiota —le gruñó, volviendo a mirar a la pared.
—Culpable, pero tu reacción lo valió —escuchó de nuevo su risa, y el sonido lo reconfortó—. Igual me alegra que esté bien. A veces me siento mal por no haber ido a verla como le dije.
Esas palabras le golpearon el pecho, acelerando sus pulsaciones.
—Todavía puedes hacerlo. A ella le encantaría —se encontró diciendo sin pensar, un impulso de su subconsciente.
Sonic mostró sorpresa y luego alivio.—Lo haré entonces —respondió—. Si a ninguno le importa, me encantaría hablar con ella de los jugadores guapos de Quidditch.
Shadow esta vez rodó los ojos, sin intención de caer de nuevo en la broma. Poder hablar y bromear sobre sus vidas como si nada, convirtió el sendero oscuro que estaba recorriendo un poco más iluminado por una vela al fondo.
«Escríbele. Quizás no sea tan malo como crees. Él te quería mucho». Recordó las palabras de María, aquellas que mantenían esa chispa de esperanza encendida entre sus inseguridades, de poder recuperar lo que había perdido...
Por más irritante que le pareciera Sonic desde que lo conoció, la verdad es que ha sido el único en lograr atravesar todas sus barreras. El único, después de María, con el que ha sido capaz de formar un vínculo que le importara... el mismo vinculo por el cual, sin importar cuántas veces se repitiera que el amor era una distracción, nunca dejó de intentar escribirle una carta con tal de preservarlo.
Sin importar las veces que fracasara, por Sonic lo intentaría, siempre lo intentaría.
El camino seguía sin un final claro, pero con esta reflexión se sentía más que preparado para recorrerlo. Con un suspiro que pareció liberar un gran peso, volvió a tomar la palabra.
—Sonic.
—¿Sí? —ladeó la cabeza, sonriendo con curiosidad.
—Feliz cumpleaños —dijo—... Atrasado.
El chico se quedó mirándolo, sus ojos esmeraldas abiertos con sorpresa. Con unos segundos en silencio que parecieron horas, su rostro se frunció en un ceño inexpresivo y le extendió su mano.
—¿Y mi regalo?
De entre los quinientos seis escenarios hipotéticos que planteó para una respuesta a sus cartas, ninguno incluyó esa. Un "te tardaste" o "eres un imbécil", estaban entre sus preferidas, pero esa... Se quedó paralizado, sin saber cómo reaccionar.
Para su fortuna, o desgracia, el Gryffindor se echó a reír a carcajadas.
—¡En serio, amigo, es demasiado fácil contigo! —se estaba burlando de él, de nuevo.
Cualquier sentimiento de aprecio, duda o anhelo que hubiera sentido por Sonic se disolvió, reemplazado por pura irritación. Con un gruñido, se dio media vuelta, dispuesto a marcharse.
—¡Hey, espera, no te pongas así! —le llamó, su tono todavía alegre y divertido—. Lo siento, lo siento. Es solo que... gracias. No me esperaba que lo recordaras.
Por el tono sincero, se volvió a girar para encararlo, encontrándose la misma sonrisa rota del pasillo que lo dejó paralizado, aquella que no le pegaba a alguien como Sonic que siempre aparentaba estar despreocupado
Odiaba esa sonrisa, pero al menos era consciente sobre qué tenía que hacer para borrarla. Abriendo la boca para hablar, se encontró con que las palabras que quería decir no salían como pensó.
Silencio. Uno que mientras más se prolongó, el sonido de su corazón ganó intensidad en sus oídos, aturdiéndolo. Su entorno poco a poco cambió hasta encontrarse en su estudio, donde antes estaba Sonic, ahora se encontraba su escritorio con una hoja de pergamino en blanco. Las palabras se quedaron atrapadas en la garganta, como la pluma que nunca tocó el papel.
Extendió la mano hacia la mesa; un tirón lo sacó de su estudio para llevarlo hacia el sendero oscuro que estaba intentando atravesar, la vela que iluminaba el fondo seguía adelante animándole a seguir, pero él seguía sin entender.?
Con todo lo que pasaron con los Dementores se sintió preparado para enfrentarse a sus miedos, de poder decirle a Sonic el tan esperado: "Lo siento" y ver qué pasaría de ahí en adelante. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué no lo decía? ¿Solo porque sabía que no merecía su perdón?
Oh... Era eso.
Relacionarse no era lo suyo. Desde el inicio hasta el final, fue Sonic quien lo buscó y animó a involucrarse con él. No importó las veces que intentó alejarlo, para bien o para mal, el erizo veía lo mejor de los demás para su propio perjuicio y terminaba volviendo a él.
Por eso cuando dejó ir a Sonic y este no regresó, supo que consiguió por fin alejarlo, esa sonrisa rota era el remanente del daño que hizo.
No se merecía el perdón. Si lo recibía, se animaría a volver a intentarlo, y no podía prometer que no volvería a herirlo de nuevo; su miedo a perderlo para siempre se basaba en su propio autodesprecio por sus errores. El mismo que le impedía ver a María a los ojos sin recordar aquel fatídico día de su maldición
—En serio, soy patético —susurró para sus adentros, el fuego de la vela se extinguió, sumergiéndolo todo en oscuridad.
Ni siquiera estar expuesto a veinte Dementores se sintió tan vacío como este momento. La realidad era peor que su imaginación; fue estúpido pensar que realmente podría con esto. Era demasiado ingenuo y patético haber creído que...
—Shadow.
Una presión cálida tomó su mano derecha junto a esa voz. Abrió los ojos, que en algún momento había cerrado, y se enfocó en Sonic quien ahora lo miraba con los labios planos y unos ojos llenos de preocupación.
Se quedaron en silencio, la mano que lo sostenía se apretó con fuerza en apoyo incondicional. Las esmeraldas no se apartaron de sus rubíes, hasta que Shadow sintió que su mundo volvía a estabilizarse y pudo respirar de nuevo.
El menor por fin volvió a sonreir con suavidad al verlo más tranquilo.
—Somos terribles en esto, ¿no crees? —dijo de repente, y curiosamente, Shadow lo entendió.
Tuvo razón sobre la fachada de Sonic desde su reencuentro. Así como él no encontraba las palabras para disculparse, el chico estaba lidiando con el mismo problema. Ambos querían reparar esa brecha de cuatro años, pero no sabían cómo. Nunca fueron buenos comunicándose con palabras.
Sí, eran terribles en eso. Sin embargo, hace unos minutos se dijo que por Sonic siempre lo intentaría, ¿No? Tenía que demostrarlo ahora.
Se tuvo que aferrar a lo único que realmente funcionó en su relación, así que actuó: Se inclinó hacia Sonic y rompió la distancia entre ellos para besarlo.
Fue un roce de labios, una prueba de terreno que buscaba transmitir un mensaje: "Fuiste un imprudente en esa cueva, no has cambiado en cuatro años". Sintió los labios de Sonic alzarse antes de responderle con un: "Te he estado esperando. De nada, por cierto"
Profundizó el beso, con las manos aún entrelazadas, Shadow deslizó los dedos entre las púas de la cabeza azul para acercarlo. Esta vez, comunicaba un "No me gusta reconocerlo, pero fui un idiota, perdóname", siendo correspondido la acción, atrayéndolo desde la nuca en un "Ya estoy acostumbrado, no te preocupes. Tengo pésimos gustos".
La matiz de diversión en la sonrisa que percibía de los labios melocotones le provocó un suave gruñido de irritación; incluso ahora, se burlaba de él.
El tercer beso fue... una continuación. Reanudaron lo que dejaron en pausa hace cuatro años, esta vez un poco más diferente. Ya no era un amor de adolescentes; era la pasión acumulada y el deseo contenido por el tiempo.
El "te amo" se insinuó mientras soltaban sus manos para poder agarrarse con más fuerza, atrayéndose mutuamente. Cayeron sobre la camilla, besándose. Sabían que no irían más allá por ahora, se conformaban con esto.
Cuando finalmente se separaron, Shadow se acomodó en el borde de la camilla, desviando la mirada por la vergüenza de haberse dejado llevar. Tuvo que regresar su atención al Gryffindor cuando sintió esos iris esmeraldas sobre él, encontrándolo con una sonrisa llena de admiración y afecto.
Merlín, estaba completamente perdido por él.
—De haber sabido que este sería mi regalo de cumpleaños, te lo habría pedido apenas nos reencontramos ayer —dijo con un guiño juguetón. Tuvo que volver a desviar la mirada avergonzado.
...olvídenlo. ¿Dónde estaba su botón de apagado?
Un peso repentino se sintió a su costado. Sonic se recostó sobre él usando su hombro como almohada, probablemente todavía cansado y listo para dormir de nuevo. Shadow resopló y lo rodeó con el brazo para mantenerlo cerca, la misma postura cómoda que usaban en sus años de Hogwarts.
Apretó el cuerpo del menor contra el suyo, apoyando la barbilla sobre su cabeza y sintiendo cómo su propio cansancio acumulado le pesaba en los párpados.
Su voz interior le advirtió que tuviera cuidado. Era obvio que por más que estuviera esa chispa ahí, seguirían cometiendo errores en la relación. Tendrían que esforzarse y confiar que esta vez funcionarian, se encargaría de intentarlo.
Siempre.
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Una semana después, llegó a su casa agotado tras un largo día en el Ministerio de Magia, cuando sus ojos se fijaron en un ave blanca posada en una de las mesas auxiliares con una carta atada a la pata.
Su corazón se aceleró. Se acercó a la lechuza con prisa y tomó el papel entre sus manos para leerlo.
«¡Todo genial! Jewel me obligó a tomar unas vacaciones para recuperarme. No puedo quejarme, ¡días libres!
Ah, sí, ¡fiesta en tu casa, estás invitado! Decidí ir a Londres mientras tanto, así que sé un buen novio y déjame quedarme contigo (sé que podría preguntarle a Tails, pero molestarte es mi pasatiempo #1).
Llego el viernes. ¿Podemos visitar a María el sábado? Voy tarde en eso de llevarle pastel de calabaza. Por cierto, tendremos que pasar a comprar el mejor pastel de calabaza para ella.
¡Que genial recibir una carta tuya, sigue escribiéndome, Shads!»
Terminó de leer la nota y, sin darse cuenta, una sonrisa boba se dibujó en sus labios; una que hace más de cuatro años que no se asomaba
Sí, esta vez funcionaría
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Notes:
VIENE EPILOgoogofofoflfofofo. Que tal? Este cap fue largo dios, dos días editando. Oficialmente terminamos la narrativa de Shadow! Para el epílogo, por si no leyeron la nota del otro cap, voy a poner un cap que tenía pensado para los Extras.
Ya para el extra 1 podremos la perspectiva de Sonic de toda su vida...será largo, advierto
En fin. Gracias por acompañarme hasta aquí, nos vemos próximamente! Chauuu
Chapter Text
La calma después de la tormenta era algo que Sonic nunca pensó que llegaría a instalarse en su estilo vida. Como Auror, sus días estaban sumido en un constante caos que solía ser entretenido; por eso, cuando la calma llegó, se sorprendió lo fácil que pudo adaptarse a ella.
Han pasado años desde que se reencontró con Shadow en aquella misión para MACUSA; años desde que estuvieron comunicándose por correo lechuza o visitas esporádicas; años desde que el programa de intercambio de aurores lo llevó a su traslado permanente; años desde que se mudó con Shadow a un nuevo departamento en Londres; años desde que sellaron su unión con una alianza dorada en sus dedos...
A veces, de tanto avanzar hacia adelante, a Sonic se le olvidaba lo rápido que el tiempo se escapaba de sus manos.
Curiosamenre, hubo un día en particular hace siete años que su vida se frenó por un breve instante ante la conmoción de un gran cambio: Terios The Hedgehog.
Terios era hijo de dos infames magos oscuros a los que estaban persiguiendo por aquel entonces. Encontró a Terios durante la revisión de la zona posterior a la batalla; el pequeño erizo, de apenas cuatro años, lucía una fea cicatriz en su ojo izquierdo, una herida que parecía haberle arrebatado el iris rojo por uno de color pálido amarillento.
Verlo le encogió el corazón. No necesitaba preguntar para saber que ese niño lo había pasado terriblemente mal; su mirada fría como el hielo, mientras le apuntaba con una varita amenazante, lo decía todo.
—¿Sonic? —oyó llamar a Shadow a lo lejos, pero no le contestó. Extendió una mano hacia el niño, dedicándole una sonrisa amable.
—Hey, no tengas miedo. Soy Sonic, no te haré daño.
La decisión de adoptarlo surgió más por un impulso primitivo que por lógica; el mismo que de niño lo hizo arrastrar a sus hermanos hacia la chimenea para salvarlos, el que lo impulsó a meterse en un duelo para defender a un zorro de dos colas que no conocía de nada -así como muchos otros en el futuro- y el que lo obligó a persistir en entrar en la vida de un Slytherin cascarrabias por años.
Terios solo era un niño que tuvo unos padres terribles, él solo quería ayudarle a tener otra perspectiva de la vida.
Tuvo que agradecer a la estrella que le permitió tener a Shadow como pareja, quien sin necesidad de que se lo pidiera, pareció entenderle y lo aceptó sin protestar; incluso si al inicio eso significara no involucrarse con el chico directamente, han pasado siete años desde entonces.
Ahora Terios era todo un preadolescente que, para diversión y frustración de Sonic, era la viva imagen de su otro padre: sarcástico, brillante y emocionalmente constreñido. Juntos, formaban una familia.
Esa mañana, Shadow estaba en la mesa de la cocina con una taza de café negro en una mano y leyendo las noticias en el "Diario El Profeta". Terios estaba a su lado, completamente absorto en un libro de encantamientos defensivos avanzados, dejando al encantador erizo azul tarareando desde el sofá mientras hojeaba la revista de "El Mundo de las Escobas" con entusiasmo.
En la calma de su hogar un picoteo insistente resonó en la ventana de la salón. Sonic fue el primero en mirar, encontrándose a una impaciente lechuza que llevaba un sobre de pergamino entre sus patas con un sello rojo que reconoció al instante.
Su corazón dio un brinco tan fuerte que sintió que podía salírsele del pecho.
—Eso es... —sus ojos se abrieron de par en par y una sonrisa iluminó su rostro—. ¡Llegó!
Se levantó a toda velocidad y corrió hacia la ventana para tomar la carta. Terios alzó la vista de su libro justo para verle alzar el pergamino como si fuera un trofeo, arqueando una ceja con curiosidad. Shadow dobló el periódico y una diminuta curva se dibujó en sus labios mientras lo observaba, comprendiendo perfectamente lo que ocurría.
Sin tiempo que perder, Sonic se acercó a su hijo y le puso la carta en las manos.
—¡Ábrela, Terios! ¡Estoy seguro de que son grandes noticias!
El chico rodó los ojos con leve irritación, tomando la carta para abrirla y leerla en voz alta:
—"Estimado señor Terios The Hedgehog. Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería…" —Hizo una pausa y le miró—. ¿Es la carta de Hogwarts?
—¡Exacto! ¡Después de años, por fin ha llegado el momento! ¿¡No es genial!? —exclamó con alegría, levantando al joven erizo de su silla para hacerlo girar en el aire—. ¡Irás a Hogwarts! ¡Tenemos que ir al Callejón Diagon a comprar tus cosas!
—Papá, son las ocho de la mañana —reprochó, siendo recolocado en el suelo.
—Eso quiere decir que otros ya se nos adelantaron —declaró, desviando la mirada hacia su esposo—. ¡Shad, deja el periódico! ¡Necesitamos comprarle una escoba, una varita, una túnica...!
No quería que se notara tanto su entusiasmo, pero era inevitable. Como sus hermanos estudiaron en Francia, él hizo sus compras ahí y nunca tuvo la experiencia de los magos británicos. ¡Ahora podía vivirla junto a Terios!
Shadow lo miró con la ceja alzada, cuestionante—. ¿Escoba? Terios no puede tener su propia escoba en primer año. Lo sabes.
Ah, los años no lograban quitarle lo aguafiestas a ese hombre.
—No por eso no debería tener una—le respondió, agitando una mano—. ¿Por qué seguimos aquí? ¡En marcha!
Le gustaba el Callejón Diagon; le traía recuerdos de su primera cita con Shadow. Era un lugar que siempre estaba animado por la afluencia de magos jóvenes en esa época del año.
—Muy bien, equipo, primera parada… —comenzó a decir una vez que llegaron.
—Gringotts —lo interrumpió Shadow—. Necesitamos dinero.
—Libros —dijo Terios al mismo tiempo, mirando con interés el letrero de Flourish and Blotts.
—...¡Artículos de Calidad para el Quidditch! —exclamó, señalando en la dirección opuesta
—No me gusta el Quidditch —intervino Terios con un resoplido molesto.
—Y sabes cuánto me duele eso —sin importarle la opinión de los otros dos, los agarró de las muñecas para arrastrarlos hacia la tienda—. De cualquier forma, ¡He visto que hay una nueva Saeta de Fuego en el mercado capaz de ir a más de trescientos kilómetros por hora! ¡Debo probarla!
Las tiendas de Quidditch eran su paraíso. Tras mirar cada artículo de colección, mejoras y uniformes, se centró en la escoba expuesta en el centro de la exhibición. Luz ante sus ojos.
—La Saeta de Fuego 3000 —jadeó con admiración, extendiendo la mano hacia ella—. Aerodinámica, madera de roble, equilibrio de hechizo giroscópico, y va de cero a trescientos cincuenta kilómetros por hora en diez segundos!
—¿Podemos ir a la tienda de libros ahora? —dijo Terios a su lado con absoluto desinterés
—Es magnífica —acarició la madera pulida con adoración—. Como sé que no puedes tenerla en tu primer año, la cuidaré por ti ¿te parece? ¡Perfecto!—exclamó, mirando al vendedor sin esperar la respuesta de su hijo—. Nos la llevamos.
Escuchó el suspiro de Shadow a su lado, el sonido de una batalla perdida antes de empezar.
Una hora después, con una escoba justificadamente cara y definitivamente necesaria, continuaron su recorrido por el resto de tiendas que Terios necesitaba.
En Flourish and Blotts, Terios recorrió los estantes con curiosidad, seguido de cerca por Shadow, quien Sonic vio como señalaba el libro de "Las Fuerzas Oscuras: una guía para la autoprotección" para que Terios lo agarrara y lo añadiera a la pila.
Era gracioso lo parecidos que eran. Aunque no era fácil tener que convivir con apáticos que le juzgaban todos los días sus métodos de hacer las cosas, reconocía que era divertido y hasta agradable tenerlos a su lado.
Al comprar la absuda cantidad de libros que no recordaba que pedían en primer año, siguieron su recorrido hasta la tienda de Olllivander para comprarle la varita a Terios.
El proceso de selección era única y perfecta: el mago no elige a la varita, la varita elige al mago.
Sonic amaba su varita de cornejo con núcleo de fibra de corazón de dragón. Era su compañera de aventuras desde que empezó en el mundo de la magia. Su madera no le permitía conjurar hechizos no verbales, lo cual solo le sumaba más dramatismo a sus batallas; por mucho que Shadow le molestara diciendo que solo le gustaba "ser ruidoso para llamar la atención".
Terios probó diferentes varitas sin éxito. La frustración crecía en su interior con cada fracaso y cada jarrón destruido por accidente, dándole aviso a Sonic que era momento de intervenir.
—Hey, amigo, no te desanimes. Todavía faltan varitas por probar —le dijo, pasando un brazo por arriba de sus hombros para rodearlo para acercarlo.
—No sé, papá. Quizás mi magia está rota —murmuró el chico sin voz
—Nah —rechazó, guiñándole un ojo con confianza para luego empujarle suavemente hacia adelante— Si te rindes sin intentarlo, nunca llegarás a lo que buscas —señaló con un dedo toda la tienda—. Tu compañera está en algún lugar de este lugar y tienes que encontrarla.
Sus palabras parecieron tranquilizar a Terios, quien asintió agradecido antes de continuar probando varitas con renovada energía. Sonic suspiró aliviado y se volteó hacia Shadow, que tenía la ceja alzada con curiosidad por lo ocurrido; le alzó el pulgar arriba en un gesto de "todo controlado".
Después de muchos intentos, la varita ideal apareció: madera de pino con núcleo de fibra de corazón de dragón. El rostro del chico se iluminó de emoción, y una pequeña sonrisa de alegría se dibujó en sus labios.
En su juventud, Sonic nunca se imaginó como padre sabiendo todo el compromiso y responsabilidad que involucraba. Ahora, viendo a Terios así, entendió ese dicho de: "Ver feliz a un hijo es la mayor felicidad de un padre".
No cambiaría esto por nada.
El resto del día pasó en un torbellino de compras: túnicas en Madam Malkin, un caldero de peltre y una visita al Emporio de la Lechuza.
Aunque ellos tenían sus propias lechuzas, Sonic creyó que sería mejor que Terios tuviera la suya y pudiera experimentar lo mismo que sus padres en cuanto al intercambio de cartas personales. La pequeña ave afortunada fue una de plumas oscuras y ojos heterocromáticos a la que llamó "Ark".
Finalizaron el día almorzando en el Caldero Chorreante antes de regresaron a casa, dónde Shadow se adelantó para ordenar las cosas, dejándolos solos en la entrada.
—Uff después de todo este día sigo con hambre, ¿Qué me dices? ¿Quieres ver si quedaron sobras en la nevera? —le preguntó con complicidad, pero al girarse notó que tenía la mirada perdida hacia el interior de la casa—. ¿Todo bien, campeón?
Terios parpadeó un poco aturdido, mirándole por unos breves segundos y luego volviendo al pasillo, pensativo. Sonic frunció el ceño; el cambio repentino le resultó extraño, más no nuevo. Con decisión los llevó hasta el sofá donde se sentaron uno al lado del otro, mirando el techo en silencio.
Estuvieron así varios minutos que no contó. En esos momentos preferia entretenerse ordenando planes en su mente o disfruntando del silencio, aguardando a qué Terios quisiera compartir sus preocupaciones.
De hecho, estaba realizando la lista de personas a las cuales debía notificarles lo de la carta de Hogwarts, cuando el silencio se rompió.
—¿Crees que me manden a Slytherin?
Fue una pregunta inesperada. Dejó de ver el techo para ver a su hijo, quien parecía más concentrado en la mesa de la sala que en él, por lo que intuyó que el peso detrás de esa pregunta era de suma preocupación.
—¿Quieres quedar en Slytherin? —tanteó en un intento de entender por qué eso le generaba angustia—. No te sabría decir, al final es el Sombrero Seleccionador quien decide... —se detuvo unos segundos al recordar algo, ladeando los labios en una mueca incómoda—. Si quedas, intenta usar una palabra clave para que Shadow no se entere, no quiero deberle diez galeones.
Terios dejó de ver la mesa para dirigir su atención a él con una mezcla de reproche y diversión en su rostro.
—¿Apostaron por cuál casa voy a quedar? —cuestionó acusador, a lo que él solo alzó los hombros con desinterés.
—Le dije que sería genial verte siendo un gran león como su padre—explicó con un guiño cómplice, moviendo la mano con desdén—. Pero él dijo que cualquiera de las casas te quedaría bien salvo esa... No te lo dirá, pero odia los colores; por eso necesito que quedes ahí, así tengo una excusa de adornar toda la casa de rojo con dorado.
Terios rió, un sonido tranquilizante que suavizó el ambiente, volviendo a un breve silencio cómodo antes de volver a hablar.
—¿Y si… y si soy como ellos? Como mis... —se interrumpió, incapaz de decir "padres biológicos"—. ¿Y si el Sombrero me pone en Slytherin porque cree que soy malo?
Sonic alzó la ceja confuso ante la idea.
—¿Piensas que tu padre es malo? Es un Slytherin.
Terios torció la boca; respetaba a Shadow demasiado como para discutir la imagen que proyectaba.
—He conocido a muchos Slytherin y puedo decirte que la "maldad" no es lo que más los define—continuó, colocando una mano alentadora sobre el hombro de su hijo—. Si quedaras en Slytherin, no sería porque llevas la sangre de dos magos que eligieron tomar el camino equivocado, sino por quién eres tú: Terios The Hedgehog.
Lo miró con atención. La imagen del niño de cuatro años con una mirada helada era sustituída por la de ahora, con ojos más suaves y vulnerables.
—...El erizo que ama leer todos los libros de la biblioteca, que es servicial en lo que puede y que sabe expresar sus límites cuando algo le disgusta —sonrió más juguetón —. Que aborrece los pasteles de calabaza, los chillidog y el Quidditch como si intentara llevarme la contraria en todo como su padre gruñón, que tiene una obsesión con la limpieza y que duerme con su peluche de...
—Ya entendí, papá, detente. Me estás avergonzando —lo cortó entre murmullos, apartando la mirada con las mejillas sonrojadas.
—Ese es mi deber como padre —rió entre dientes, pasando la mano por las púas del menor para despeinarlas—. No le des tantas vueltas de dónde vienes, mientras no pierdas tu horizonte, todo saldrá bien —terminó, para luego dedicarle una gran sonrisa—. Aunque me encantaría comprarte ropa roja y dorada para fastidiar a Shadow, no sería la primera vez que me dejas plantado en mis planes. No importa en qué casa quedes; cualquiera tendría suerte de tenerte...
No pudo terminar la frase. Terios se lanzó a sus brazos, ocultando el rostro en su pecho en un sollozo agradecido. Aunque al inicio se tensó por la sorpresa, rápidamente se tranquilizó para rodearlo para brindarle la confianza y el calor que necesitaba.
Se quedaron así un rato largo, incluso después de que el llanto cesara y el chico se durmiera en sus brazos, no se soltaron. El momento le recordó a las noches de pesadillas de Terios cuando era más pequeño, dónde lo buscaba en forma de consuelo.
Estaba empezando a sumarse al sueño en esa posición cuando sintió un contacto en su hombro, seguido de un beso en la sien.
—Hey —saludó adormecido al recién llegado con una sonrisa.
—... ¿Sucedió algo? —Shadow preguntó con curiosidad al ver a Terios acurrucado contra él, algo que no sucedía desde hace un par de años.
Sonic tarareó pensativo.
—Los nervios de entrar a Hogwarts, supongo —susurró, sintiendo cómo Shadow se sentaba a su lado, rodeándolos a ambos con su brazo—. Los disimuló bien, no sabía que le angustiaba tanto
—Mhp, me hice una idea —los iris esmeraldas lo miraron acusadores, a lo que el otro se encogió de hombros diciéndole "¿Qué querías que hiciera?"
Refunfuñó de mala gana. La verdad es que de haberlo sabido antes, tampoco habría intervenido si Terios no tomaba la iniciativa...aún no podía creer que Shadow se hubiera dado cuenta antes que él, eso era un punto menos a su marcador personal.
Con brusquedad se acomodó en el pecho de su pareja, de forma que ahora los tres estaban acurrucados rodeados de calor.
Por mucho que amara sus desenfrenadas aventuras como auror, estos momentos de calma con su familia le hacían saber que a veces valía la pena desacelerar el ritmo.
—Tendrá que ser fuerte —escuchó la suave voz grave en su oreja—. Los prejuicios siempre existirán.
—Es nuestro hijo; fuerza es lo que menos le falta —presumió con una sonrisa somnolienta—. Mi única preocupación real es que si queda en Slytherin, tendrá que vivir en esas mazmorras frías y oscuras. La sala común de Gryffindor es calentita y puede presumir de que su padre, Sonic The Hedgehog, es el mejor Buscador que esa casa ha tenido.
—¿Te recuerdo que por tu mal comportamiento Gryffindor nunca ganó una sola Copa de las Casas?
Giró un poco el rostro para ver los ojos rubíes sobre él. La chispa de diversión y devoción seguía ahí, la misma que lo enamoraba una vez más
—¿Y qué tiene que ver eso con que nunca me ganaste en un solo partido de Quidditch, Shadow? —terminó con una risa, logrando conciliar el sueño tras escuchar el bufido que le concedió la victoria en aquella competencia verbal.
El resto de las vacaciones se esfumó. María le hizo prometer a Terios que le escribiría lo máximo posible, Tails le regaló unos cuantos libros de hechizos, Knuckles hizo un trato con Sonic para esconder artículos de broma en sus maletas, y Rouge le regaló ropa extra como recuerdo.
Así llegó el primero de septiembre en la plataforma 9¾. Por mucho que Terios aparentara indiferencia, Sonic notó la dureza con la que apretaba los dedos sobre el carrito con sus cosas, absteniéndose a tirar un chiste al respeto.
—Concéntrate en los estudios y no te metas en problemas. Si lo haces, no dejes testigos —fue el consejo de Shadow, el chico le asintió con el ceño fruncido sin entender por qué se metería en problemas.
—¡Diviértete, hijo! Haz amigos. Y si el profesor de pociones sigue siendo ese amargado de Eggman, no dudes en encantar su caldero para que cante ópera —le aconsejó él, dándole unas cuantas palmadas en el hombro.
Sin esperarlo, Terios se acercó y le dió un abrazo fugaz antes de escaparse hasta el tren. Se quedaron ahí hasta que partió, dando inicio a un nuevo capítulo en la historia de su hijo.
Pasaron dos semanas y resultó curioso volver a una rutina donde eran solo ellos dos, sin un tercero que actuara de mediador en discusiones o que acudiera a ellos con alguna duda de magia.
También se sentía como volver a sus años jóvenes, cuando no tenían la responsabilidad de cuidar a otro ser vivo.
Sonic empujó a Shadow sobre la cama y se subió sobre él, rozándole los labios sin tocarlo en un gesto provocador.
—Huyendo de la discusión usando el sexo... que bajo has caído, erizo —murmuró el mayor, sus manos ya en la cintura azul, atrayéndolo con fuerzas
—¿Para qué quiero estar una hora escuchándote hablar de mi increíble heroísmo en la misión cuando puedo tenerte haciendo algo más, Shad? —su voz era un ronroneo bajo, terminando de romper la distancia entre ellos con un beso profundo.
Agradecía que los años juntos no hubieran apagado la chispa de pasión que ardía entre ellos.
Shadow invirtió las posiciones, tumbándolo en la cama. Sintió la comodidad de las sábanas contra su espalda mientras empezaba a desabrochar el molesto chaleco de auror de su pareja, pero todo se detuvo cuando un picoteo agudo y urgente sonó en la ventana; la lechuza de Terios volaba afuera esperando que le abrieran, con un pergamino entre las patas.
—¡Es Terios! —exclamó, olvidando por completo el momento para empujar a Shadow de arriba suyo e ir a tomar la carta de Ark.
Ignoró el golpe seco acompañado de un gruñido molesto del suelo de su compañero.
—Tienes suerte de que dejé mi varita en la sala o te habría mandado a volar por eso.
Le dedicó una rápida sonrisa de disculpa antes de abrir el pergamino y leer en voz alta emocionado:
«Papá, el viaje en tren fue tolerable. Conocí a una chica, se llama Cream. Es de mi año y quedó en Hufflepuff. Es extremadamente alegre, comparte sus bocadillos, así que supongo que me agrada.
Mis compañeros de cuarto son como puedes esperar de unos chicos de once años. Molestos, pero podré con ello. Me caen mejor los de años superiores.
Las clases son interesantes, y la biblioteca tiene libros que no conocía.
Supongo que no está tan mal.
Cuídense en estos meses sin mí. Ahora que no estaré, hazle caso al viejo, eres muy imprudente en tus misiones. Seguiré escribiendo y espero noticias de ustedes también.»
—¡Aww, "no está tan mal" es como un "me encanta" en el idioma de Terios! —soltó con alegría, girando su rostro hacia su pareja que leía por encima de su hombro—. ¡Y ya hizo una amiga! Te dije que estaría bien.
Shadow alzó una ceja, con un brillo divertido en los ojos que le advertía que se estaba perdiendo de algo y dijo: —Sigue leyendo, dejó algo al final.
Frunció el ceño y bajó la vista hasta el final de la carta.
«P.D.: El Sombrero tardó un rato. Me dijo varias cosas sobre mí que me hicieron darme cuenta de que tenías razón. Soy quien yo decido ser, y debo estar orgulloso de eso.
Me dijiste que usara palabras clave, así que... quedé con las serpientes. Y bueno, aprovecho para decirte que ya entiendo porque el viejo odia el rojo con dorado, muy presuncioso. Tampoco me gusta»
El silencio que siguió fue absoluto. La sonrisa de Sonic se desvaneció, reemplazada por una expresión de horror.
—No… —susurró—. Otro… otro Slytherin.¿¡Y que les pasa a ustedes con los colores de mi casa!?
Shadow soltó una suave risa profunda, rodeándolo por la cintura por detrás y apoyando la barbilla en su hombro.
—Me debes diez galeones —murmuró, besándole el hombro con intenciones obvias y metiendo las manos en su uniforme para recorrer su pelaje azul. Era obvio que después de leer la carta estaba de mejor humor.
—¿En serio estará bien en esas frías mazmorras? ¿Cómo presumirá que su padre es el mejor Buscador de Hogwarts siendo de la casa rival? —suspiró dramáticamente, aunque se dejó llevar por el toque contrario.
Pronto toda la atmósfera se volvió a calentar, dejando caer la carta al suelo para voltearse entre los brazos de Shadow y besarlo con deseo, las manos azabache acariciándole la espalda baja ansioso por subir el nivel.
Cuando esos labios volvían a encontrar su cuello, una idea repentina se apoderó de él.
—Oye, Shad…
—¿Mmm? —murmuró el otro, mordisqueando suavemente su piel, provocándole un jadeo involuntario.
—¿No quieres tener otro hijo?
Shadow se paralizó, apartándose lo suficiente para mirarlo con una ceja arqueada. Al parecer su sugerencia provocó que las espinas azabaches se erizaran por un momento ante la impresión.
—Sonic, no vamos a seguir adoptando niños hasta que te salga un Gryffindor.
—No dije eso, digo, también podríamos adoptar directamente a un Gryyfin... —su reclamó fue silenciado por los labios de Shadow que los unió en un beso silenciador para que mo siguiera con el tema.
En fin, el verde y plateado tampoco estaba tan mal... Después de todo, Shadow se veía muy guapo con esos colores en sus años de Hogwarts.
Fin
.
.
.
Tu número en un papel
Recuerdos de una canción
Tardes pretendiendo ver televisión
Primero siente la piel
Y luego lo siente el corazón
Volver a tu calle me hace ver que
Recuerdo por qué me enamoré
Recuerdo lo que te enamoró
Pero estoy llamando porque muero por saber
¿Cómo estás?
No sé por qué, pero pensé en los dos
Moría de ganas de escuchar tu voz
Se siente igual, nada cambió
¿Cómo estás?
¿Sigues viviendo en el 506?
Donde dejamos el primer amor
Con 16 todo cambió
Recuerdo por qué me enamoré
Recuerdo lo que te enamoró
Pero contestaste y ya se me olvidó por qué
Se acabó
(...)
Ayer jugamos a escondidas con otras intenciones
Hoy te encuentro escondida en más de 15 canciones
¿Y qué le voy a hacer?, si no te puedo ver
Es apenas normal que me den ganas de saber
Si sigues yendo a Cartagena de vacaciones
Si todavía le tienes miedo a los aviones
¿Y qué le voy a hacer?, si no te puedo ver
Es apenas normal que me dan ganas de saber
¿Cómo estás?
(....)
Recuerdo por qué me enamoré
Recuerdo lo que te enamoró
Pero contestaste y ya se me olvidó por qué
Se acabó
Notes:
Oficialmente, la historia se autoconcluye aquí. Todavía quedan unos cuántos extras, pero esos los iré subiendo con el tiempo ^^
Les introduje a Terios. Tengo un borrador del canon de juegos donde Shadow y Sonic lo encuentran en una guarida de Eggman y Sonic decide ayudarlo; no es con la intención de ser su padre, pero termina siendo uno al final del fanfic ^^. A ver si un día sale a la luz... Como no, me animé a traerlo aquí. Lo adoro.
Gracias por acompañarme. La semana que viene inicio clases así que nada, veré qué puedo hacer para los extras de aquí, enigma y tal. Espero lo hayan disfrutado!

Stories_of_a_shipper on Chapter 1 Thu 25 Sep 2025 10:52PM UTC
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RubiEsmerald on Chapter 1 Sat 27 Sep 2025 01:50AM UTC
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