Chapter Text
No había ningún día en el que Takemichi terminara discutiendo con su pareja, o mejor dicho su nuevamente expareja. Con esta sería la sexta vez que se pelean y deciden acabar con su relación.
— ¡Estoy cansado de lo mismo, Kisaki!. — le reprochó — ¡Terminamos!. — dictó, se dió la media vuelta y salió demasiado enojado de la casa del antes mencionado
— ¡Regresa, Takemichi!, aún no hemos terminado de hablar. — exigía mientras iba detrás del ojiazul
— Yo ya no tengo nada que hablar contigo, Kisaki. — afirmó, sin mirar al chico de lentes
El pelicastaño apretó fuerte sus dientes — ¡Volverás conmigo quieras o no, Takemichi Hanagaki!. — alzando la voz, le aseguraba al chico de cabellos negros — ¡Te arrepentirás de haberme terminado otra vez!.
— ¡Eso no volverá a pasar!. ¡Ya no pienso volver contigo, idiota!.
Sin más, Takemichi se marchó, dejando a un molesto Kisaki, fuera de su casa. Este chico bufó y entró a su vivienda, azotando la puerta.
— Ese estúpido. — insultó al ojiazul — Pero regresará y me encargaré de ello. — declaró
Siempre que Hanagaki decide finalizar su relación con Kisaki Tetta, este sabía como convencer al chico, sabe como lo puede manipular para que regresen; hablarle romántico, fingiendo arrepentirse por sus actos y jurarle promesas que nunca son cumplidas. Takemichi siempre cae en sus mentiras, a pesar de todas las veces que pasaban por la misma situación.
Ahora se pondrá a pensar en toda la noche para su nueva estrategia. Una que definitivamente le debe de hacer de mucha ayuda, ya que tiene las altas posibilidades que el menor no se deje enredar de nueva cuenta.
...
Al día siguiente, Takemichi iba saliendo de su pequeño departamento; uno cómodo y relajante para el chico, quien vivía solo.
Como es todos los días a la semana, el ojiazul se dirigía a la facultad.
Le falta poco para terminar con su carrera y por fin graduarse.
A llevado una vida normal como cualquier persona; a veces está bien y en otras ocasiones no, tanto en su estilo de vida, como sus relaciones, ya se ha amorosa o de amistad. No se queja por ello, solo por un pequeño detalle, y es que desde que se hizo novio de Kisaki, ha tenido bajas y altas; el de tez morena lo cela mucho, no le gusta que el ojiazul tenga mucha comunicación con cualquier persona, ya se ha hombres o mujeres, odia que el pelinegro tenga amistades, pensando que tal vez lo engañe o lo deje por otra persona. Le prohíbe muchas cosas.
Ese es el motivo principal de sus discusiones, que los ha llevado a separarse muchas veces. Pero al final, el pelicastaño se sale con la suya y vuelve atrapar a Takemichi.
Aunque, ¿Por qué Hanagaki le creé a pesar de saber cómo es y que no logrará cambiar?. Es algo sencillo de responder, porque el ojiazul es un chico de buen corazón y que sigue creyendo que las personas puedan cambiar en su forma de pensar y actuar.
Pero ya no más, ya no volverá a caer en sus redes de mentiras y manipulaciones. Ya no se dejará manejar por su corazón.
...
Llegó hasta la facultad, estaba por entrar cuando lo vio ahí parado, esperándolo. Kisaki llevaba un ramo de rosas rojas, el color favorito del ojiazul.
No tiene pensado hablar con él, así que se escabullo hasta un grupo de chicos, que también estaban por entrar a la escuela. Al mismo tiempo que los chicos ingresaron, también lo hizo Hanagaki.
Logró no ser visto por el pelicastaño.
Fue hasta su salón de clases, que afortunadamente él y Kisaki no comparten.
La jornada escolar había iniciado, Hanagaki se sentía aliviado por ello. Sus horas serán pacíficas. Pero al recordar que tendrá hora de descanso, le inquieta un poco, ya que Kisaki lo estará buscando para hablar, y él ya no quiere eso. Ya no desea saber nada de ese chico que lo trata mal y lo cela.
Takemichi conoció otra parte distinta de Kisaki, que solo se trataba de una máscara que llevaba puesta, solo para engañarlo haciéndole creer que es una persona buena. Su persona ideal.
El sentimiento de arrepentimiento se apoderó de él. De haber sabido que su relación seria tóxica, nunca habría aceptado la confesión del pelicastaño.
Dejo aún lado esos pensamientos y decidió enfocarse en sus estudios. Eso es más importante que Kisaki y la antigua relación entre ellos.
...
Llegó la hora de descanso, Hanagaki se encontraba en la cafetería de la facultad. Bebía un poco de malteada, mientras le prestaba atención a sus apuntes.
A su asiento llegaron sus cuatro amigos: Akkun, Yamagichi, Takuya y Makoto.
— Hola, Takemichi. — saludó el pelirrojo
— Hola, chicos. — miró a sus amigos — Que sopresa verlos a todos reunidos. — comentó contento
— Es lo mismo que yo digo, los estudios nos han estado consumiendo últimamente y eso nos impide reunirnos. — expresó el pelirrubio
— Es verdad. Pero como estamos cursando el último año, son más tareas y proyectos que elaborar. — dijo un poco cansado — ¿Y cómo han estado?.
— Aparte de estar presionados por la escuela, hemos estado bien. — contestó Akkun
— Me alegra.
— ¿Y tú cómo has estado?. Has vuelto a discutir con Kisaki, ¿No es así?. — preguntó el pelicafé de lentes
— ¿Cómo lo sabes?. — se sorprendió por la observación de su amigo. Aún nadie de ellos sabía de la ruptura
— No es necesario que lo preguntes, Takemichi, recuerda que yo lo sé todo. — se acomodó sus lentes de una forma orgullosa
— A eso yo lo conozco como chismoso. — dijo Takuya, mandándole una mirada incrédula al contrario
— ¡Claro que no soy chismoso!. — exclamó molesto
— Mejor deberías enfocarte en tus proyectos, porque recuerda que estás mal en una materia. — recordó Makoto, en tono burlón
— ¿Mira quién lo dice?, el tipo que está apunto de reprobar tres materias. — mencionó Yamagichi
— ¿Qué?.
— Tranquilos, chicos. Estamos aquí para hablar con Takemichi, no para discutir. — el pelirrojo llamó la atención de los presentes
— ¿Hablar conmigo?, ¿Sobre qué?.
— Lo de siempre cada vez que terminas con Kisaki. — respondió Akkun
— Ahora entiendo. — dijo con sencillez — ¿Ahora qué ha estado diciendo?.
— Quienes saben de su relación preguntan si terminaron o no, Kisaki les responde que solo son rachas, que tú provocas porque sigues comportandote como un adolescente rebelde. Pero a pesar de todo eso, a él no le importa porque "te ama mucho". — explicó su mejor amigo Akkun, de una forma molesta, debido a como el pelicastaño se expresa de su amigo. Aparte que le echa toda la culpa de sus peleas
— Ese infeliz. — gruñó Takemichi, apretando los dientes
— Espero que ya no vuelvas a caer en sus mentiras. — comentó Akkun
— No debes porque preocuparse por eso, yo ya no pienso creerle, ni siquiera tengo las intenciones de regresar con ese sujeto. Todo lo que he vivido con él, me queda más que claro que es un tipo cobarde y manipulador. Además de celoso. — comentó muy decidido el ojiazul — Ahora solo pienso enfocarme en mis estudios y terminar con un buen promedio. Lo demás vendrá a su tiempo
— Te lo he dicho siempre, puedes contar con nosotros cuando lo necesites. — habló Takuya
— Si necesitas distraerte un poco, podemos ir todos a divertirnos. — sugirió Yamagichi
— Gracias, chicos. Pero ahora prefiero centrarme en mis estudios. — afirmó
— Y entendemos. También nosotros deberíamos hacer lo mismo. — comentó el pelirrojo
- Que cansado tener que entregar los proyectos y tareas. - se quejó
- No te quejes y estudia, de lo contrario repetirás todo el año. - comentó con diversión el ojiazul
Todos comenzaron a reír.
...
Después del descanso y nuevamente las clases, el día en la facultad dió por terminado.
Los estudiantes se retiraban.
Takemichi iba muy concentrado en un libro, que no se percató que Kisaki lo seguía. Este lo agarró del brazo, llamando instantáneamente la atención del menor.
Al ver a la persona que interrumpió su lectura, Hanagaki le mandó una mala mirada.
- ¿Qué es lo que quieres?. - gruñó
- Hablemos.
- Te lo dije ayer, nosotros no tenemos nada de que hablar. - declaró, zafandose del agarre
- Te equivocas, tenemos mucho de que hablar. - aclaró
- ¿Sobre qué?, ¿Tus mentiras?, ¿Manipulaciones?, ¿Piensas que me volverás a engañar?. ¡Ya no!. - remarcó molesto
- ¡Yo nunca te he mentido!.
- ¿Estás seguro?. - retó - Me has mentido. Me has dicho que cambiar con tu actitud, con tus celos, y yo nunca he visto algún cambio. Al contrario, he podido ver que tus celos son aún mayores y yo no puedo seguir en ese tipo de relación. - manifestó
- Dame una última oportunidad. Te demostraré que aún puedo cambiar. - pidió algo desesperado
- Así me has dicho todas las veces que hemos terminado, y como siempre te he creído. Pero ya no volverá a pasar, porque estoy demasiado seguro que nunca lograrás cambiar.
- Deberías pensarlo un poco.
- Ya pensé lo suficiente, así que está es mi respuesta; ya no volveré contigo. - afirmó
- ¿Es tu última decisión?. - cambió de actitud. Ahora se notaba serio y frío
- Efectivamente.
- ¿Ya no quieres regresar conmigo, porque ya tienes a alguien más?. - apretaba sus dientes, conteniendo así su enojo
- ¿Qué?.
- Ahora lo entiendo. Es por ese motivo que no quieres volver conmigo, porque ya tienes a otro. - reclamó
- ¡Claro que no!.
Kisaki se acercó más a Takemichi y lo tomó con mucha fuerza en ambos brazos.
- ¿Acaso me engañaban cuando aún éramos novios?. - interrogó histérico, comenzando a imaginar cosas erróneas
- ¡Yo nunca haría eso!. - declaró - Ahora suéltame, me estás lastimando. - pidió, haciendo un gesto de dolor. No obstante, su petición no fue escuchada
- Esa es la única explicación que existe para que tú no quieras regresar conmigo. - estaba saliéndose de control, debido a que se está dejando cegar por los celos - Eres un cualquiera.
- ¿Qué has dicho?. - su semblante de temor, fue reemplazada por una de enfado
- Eres un maldito cualquiera, ofrecido. Te gusta andar con cualquier tipo, y tal vez por algún interés. - ofendió
Takemichi a permitido muchos insultos y malos tratos. Pero está vez ya no.
Era tan grande su enojo que logró soltarse de Kisaki y darle una fuerte bofetada, haciendo de lado la cabeza de este.
- He dejado pasar muchas cosas de ti, pero está vez no. - gruñó Hanagaki - Yo nunca te he engañado, mucho menos me he ofrecido a cualquier hombre solo por algún interés. Pero si esa es tu opinión acerca de mí, me vale una mierda. ¡No te vuelvas acercar a mí, ¿Entendido?!. - advirtió
Tomó con fuerza su mochila y caminó a pasos rápidos.
- ¡Regresa, Takemichi!. - exigió, pero cuando lo hizo, el menor ya estaba demasiado alejado de él
...
Takemichi iba muy molesto después de aquella discusión. No le importaba lo que pasara a su alrededor, solo quería llegar a su casa y descansar un poco, antes de ir a su trabajo.
De repente, su teléfono móvil empezó a sonar, una llamada entrando sacó de sus pensamientos al azabache. Este al ver de quién se trataba, dejó salir un gruñido de coraje y apretó su móvil. Era Kisaki.
Se negó para contestarle.
Estaba centrado en su molestia, que no se estaba dando cuenta que desde la distancia, Kisaki lo seguía, arriba de un vehículo en compañía de su mejor amigo; Hanma Shuji.
- No creo que sea buena idea seguirlo. - comentó el pelinegro de mechones rubios
- ¿Acaso pedí tu opinión?. - preguntó molesto
- Solo digo que dejes en paz al chico y te enfoques en otra cosa. Si tanto quieres una pareja, puedes conseguir a otra persona. - sugirió Hanma; Sin embargo, fue ignorado
- Ese idiota de Kisaki, ¿Qué quiere ahora?, ¿Solo joderme más?. - se preguntaba susurrando. Seguía evitando las llamadas de su teléfono
Iba tan enfocado en su cabeza, que no vió cuando un hombre salía de una casa, a pasos apresurados, e iba hacia la misma dirección donde el ojiazul pasaba.
Ambos pelinegros chocaron, atrayendo al chico a la realidad.
- D-Disculpe, no era mi intención chocar con usted. ¿Se encuentra bien?. - preguntó avergonzado
El pelinegro de cabellos largos y ojos oscuros profundos, lo miro de manera fría. Eso hizo que Hanagaki se estremeciera por tan intimidante mirada.
- "Debe de estar molesto". - pensó con pánico
Observó como aquel sujeto se paró frente a él y se arrodilló, mientras sacaba, de rápido, una pequeña caja, que al instante que la abrió pudo ver que había un anillo.
- ¿Quieres casarte conmigo?. - preguntó sin alguna pena
Takemichi quedó en shock.
Se esperaba algunos reclamos por parte de ese ojinegro. Pero está haciendo todo lo contrario; ese hombre está ahí de rodillas, pidiéndole matrimonio. ¡Matrimonio! a un completo desconocido.
Y nuevamente su móvil vibraba en su mano. El ojiazul dejó su trance aún lado, miró de reojo su teléfono; se trataba del mismo número.
Recordó todo los insultos, celos y mentiras que le ha dicho ese infeliz pelicastaño.
De tan solo pensarlo, el coraje estaba recorriendo todo su cuerpo.
Takemichi le dió una mirada decidida al ojinegro.
- Acepto casarme contigo.
Desde la alejania, Kisaki y Hanma presenciaban aquella propuesta de matrimonio.
- Pero, ¿Qué carajos está pasando?. - estaba boquiabierto el hombre de lentes
- De acuerdo. - dijo el pelinegro, colocándole el anillo de compromiso, al ojiazul. Se puso de pie - Vamos a casarnos ahora. - anunció
- Sí. - dió su respuesta, sin pensarlo un poco, sin importarle que ahora está por casarse con un extraño
Aquel pelinegro de cabellera larga, tomó la mano del ojiazul, listos para irse. Pero una voz familiar para el mayor, lo detuvo por algunos segundos.
- ¡Detente, Mikey!. - ordenó. El nombrado volteó a ver a su hermano mayor, quien tiene las mismas características que el ojinegro, solo lo único que cambia es su corte de cabello; es corto - ¿A dónde crees que vas?.
Detrás de ese pelinegro, igual de ojos color negro, salieron dos personas; un chico albino de ojos violeta, de piel morena. Y una chica pelirrubia de ojos color miel.
- ¿Acaso no lo estás viendo?. Iré a casarme con mi futuro esposo. - respondió muy decidido, mostrando la mano donde le colocó el anillo al azabache, dejando impresionado a los presentes, que son sus hermanos
Agarró fuerte, pero sin lastimar, la mano de Takemichi, quien por la ira que sentía no se preguntaba absolutamente nada de lo que pasaba.
Se mantenía callado.
- ¡Regresa ahora mismo, Manjirou!. - ordenó enojado
- ¡No te metas en mi vida, Shinichiro!. ¡Yo que tú, me enfocaría en arreglar mi matrimonio!. - aseñaló - Vámonos. - se fue en compañía de Takemichi
- ¡Manjirou!. - seguía llamándolo. Pero ni con sus exigencias le hizo volver al ojinegro, quien se acercó a su automóvil, junto con el menor, y ambos lo abordaron. Pero antes de hacerlo ese tal Mikey, miró por última vez a su hermano Shinichiro, enviándole una expresión molesta
- Vaya. Mikey si que está loco. - dijo simple, el albino de tez morena
- ¡Con un carajo!. - reprochó Shinichiro
Al otro lado de la calle, Kisaki seguía procesando lo que había pasado casi frente a sus ojos. Estaba como hipnotizado.
...
En alguna parte de la gran ciudad de Shibuya, Manjirou transitaba por la ciudad. Mientras Takemichi estaba muy silencioso.
Al llegar hasta el registro civil, bajaron del vehículo.
Ingresaron hasta las oficinas donde se llevan acabo los matrimonios, dónde inmediato los atendieron e iniciaron con el procedimiento del casamiento.
- Manjirou Sano, ¿Acepta usted como esposo a Takemichi Hanagaki, hasta que la muerte los separe?. - preguntó el juez
- Acepto.
- Y usted, Takemichi Hanagaki, ¿Acepta como esposo a Manjirou Sano, hasta que la muerte los separe?.
El ojiazul aún estaba a tiempo de reaccionar y ver lo que hacía. Pero su cabeza estaba muy caliente, debido a la furia, que no lo pensó mucho para dar su respuesta.
- Claro que acepto.
- De acuerdo. Los declaro esposos. Sano-sama. Puede besar a su esposo.
Ambos se miraron frente a frente. Mikey tomo las manos de Takemichi, y sin más se dieron un ligero beso, casi un roce.
Los paparazzi no desaprovecharon ningún segundo y comenzaron a tomar fotografías.
...
Kisaki intentaba tranquilizarse, pero recordar como Takemichi se iba con ese desconocido, tomados de las manos, se ponía más de malas.
- ¿Qué fue lo que pasó ahí?. ¿Por qué Takemichi se fue con ese sujeto?. - se preguntaba mientras daba vueltas en círculos
- Debes calmarte y así podrás pensar las cosas. - le sugirió a su amigo. Sin embargo se ganó una molesta y sombría expresión
- ¿Cómo me puedes pedir eso?, si Takemichi se fue tomado de la mano, de ese... de ese tipo. Y no se porque carajos. - reclamó - Le he estado marcando, pero no responde ninguna de mis llamadas. Y lo dudo que lo haga ahora que está con ese hombre.
Shuji dejó salir un pesado y agobiante suspiro. Dejó su codo sobre la mesa de su casa, para recargar su barbilla en la palma de su mano.
Solo veía como su amigo le reclamaba a la nada.
