Work Text:
Optimus. Elita. Ratchet. Arcee. Prowl. Ironhide. Mirage. Cliffjumper.
Ellos eran solo una mínima parte de los Bots que apreciaba y que estaban muertos.
Y solo pudo pensar que tenía que ser una pesadilla. Quizá no estaba en el campo de batalla, quizá algún Decepticon lo había secuestrado y estaba en su base, siendo torturado en sus sueños para que su espíritu se rompiera y revelara los secretos de los Autobots. Quizá nada de lo que estaba sucediendo era real, quizá había imaginado todo desde que conoció a D-16 y Orion Pax porque estar solo en el nivel 50 le había vuelto loco. Quizá solo había sido una alucinación.
Si eso resultaba ser cierto, le dolería saber que seguía estando solo, que todo lo que vivió con D-16, Orion Pax y Elita-One fue solo una ilusión, pero cualquier cosa era mejor que lidiar con el hecho de que todos ellos estaban muertos. Cualquier cosa era mejor que tener que aceptar que jamás volvería a verlos. No quería aceptar que ellos se habían ido. No quería aceptar que sus tres amigos no volverían, sin importar lo mucho que lo deseara.
—¡..ee! ¡Bee! ¡Por favor, ayuda!
Hot Rod le estaba llamando. Estaba gritando su nombre. Se dio la vuelta de inmediato, preparado para atacar. Drift estaba inclinado sobre Hot Rod, apuntándole con una espada, mientras el Autobot estaba inmóvil sobre el suelo.
«Solo a mí se me ocurre perderme en mis pensamientos durante una batalla».
Bumblebee corrió hacia Drift y sacó sus cuchillas. Se deslizó por el suelo para hacerle un corte en la pierna a Drift, y el bot cayó al suelo emitiendo un pequeño gemido que le hizo hacer una mueca. Cuando él y sus amigos se enfrentaron a los seguidores de Sentinel, no le importó hacerles daño. Solo quería destruirlos cuanto antes para poder conseguir su objetivo, pero tantos años en guerra con los Decepticons le hizo odiar la violencia. La única razón por la que seguía combatiendo era para proteger a los suyos, para ser el líder que Optimus esperaba que fuera, para que los Autobots tuvieran la oportunidad de tener una vida mejor.
Aunque tal y como estaban las cosas, dudaba que pudiera hacer realidad ese sueño.
Habían pasado miles de ciclos desde la muerte de Optimus, desde que su chispa se apagó para siempre, y había sido incapaz de detener la guerra, a pesar de que le encargó la misión de salvar Cybertron. Se suponía que tenía que salvar su mundo, y lo único que estaba haciendo era destruirlo. Estaba seguro de que Optimus estaba decepcionado con él por ese hecho, estuviera donde estuviera.
Drift volvió a levantarse después de unos segundos y le miró con rabia. Bee estuvo tentado de hacer una broma para calmar la ira de Drift y que no fuera tan violento en sus ataques, pero un parte de él supo que eso solo empeoraría las cosas. Su actitud bromista nunca le había sacado de los problemas. Siempre había provocado que se metiera en más problemas. Y la situación ya era lo suficientemente mala como para provocar que Drift estuviera más furioso.
Por eso siguió peleando sin hablar, pensando solo en derrotar a Drift para defender al resto de los Autobots que estuvieran en peligro, hasta que un bot chocó contra él con fuerza. Cayó al suelo con un gemido de dolor, y se maldijo a sí mismo por no impedir que el Decepticon le golpeara. Su visión se desvaneció por unos segundos y fue incapaz de esquivar otro ataque del Decepticon. Bumblebee giró hacia un lado y apoyó una mano en su chasis, intentando calmarse. Dead End le golpeó con tanta fuerza que sintió que no podía respirar.
—Débil —dijo el Decepticon.
Y en ese momento, pasaron dos cosas. Hot Rot gritó su nombre e intentó acercarse a él, solo para ser detenido por Drift, que le atacó para evitar que le ayudara, y Starscream gritó «basta», evitando que Dead End acabara con él. Cerró sus ópticas, aliviado, y confundido por las acciones del líder de los Decepticons. Le parecía raro que su mayor enemigo hubiera impedido que le atacaran de nuevo, pero no iba a quejarse.
«Quizá no todo está perdido. Quizá sí que hay una opción de salvar Cybertron y-»
Antes de que pudiera terminar el pensamiento, oyó el sonido de un cañon, y todas sus esperanzas se desvanecieron.
* * *
—¿Tus últimas palabras?
Bee levantó su casco. Starscream estaba apuntándole con un cañón, directamente a su chispa. Había una sonrisa orgullosa en su rostro, y no había ningún rastro de remordimiento o dolor en sus ópticas. Estaba feliz. Starscream estaba feliz. Starscream, quien una vez había creído en un Cybertron unido (hasta que perdió la fe y dejó que pensar que algo así era posible), que habría estado dispuesto a dar su vida para proteger al planeta y a sus habitantes, estaba disfrutando de ver a los Autobots derrumbados en el suelo, a pesar de que una vez ellos fueron sus amigos. Estaba feliz de verle a él derrumbado en el suelo, aunque ellos dos se aliaron para derrotar a Sentinel.
«Tonto, estúpido». Bumblebee se dijo a sí mismo. Era un idiota por creer que le importaba a Starscream, por creer que bajo toda esa máscara de «bot cruel sin sentimientos» se encontraba un bot bueno. Un bot que solo necesitaba ayuda para salir del vacío lleno de maldad en el que se encontraba.
—¡Bee!
—Guarda silencio, Autobot.
Sintió como su chispa se encogía al escuchar el quejido de dolor de uno de sus amigos al ser golpeado por un Decepticon, y bajó la cabeza. Después de unos segundos, su mirada se dirigió a los Autobots que estaban cerca de él. Smokescreen, Red Alert, Chromia y Tailgate. Todos estaban en el suelo, inmóviles, rodeados de Decepticons. Ellos le miraban con dolor, angustia y también cansancio. La rabia hacia Starscream y hacia los Decepticons se desvaneció de repente, y supo que la única manera de mantenerles a salvo era sacrificarse por ellos. Tal y como habría hecho Optimus.
—Una petición, más bien —respondió Bumblebee.
Starscream resopló.
—No estás en posición de pedir nada, Autobot —afirmó con una sonrisa burlona.
—Starscream —dijo con seriedad, y si su voz sonó casi como un ruego, no quiso admitirlo—. Escúchame —y aunque estuvo a punto de añadir por favor, no quiso parecer más débil de lo que ya parecía.
Starscream pareció ver algo en sus ópticas, porque suspiró y su sonrisa se desvaneció.
—Está bien, pero que sea rápido —unos segundos después, frunció el ceño y acercó su cañón hacia él—. Esto es algún tipo de plan B, ¿verdad?
Fue el turno de Bumblebee de reírse, y Starscream le miró con rabia.
—¿Qué es tan gracioso?
—De verdad… tú de verdad crees que es un plan B —dijo Bumblebee todavía riéndose—. Starscream, míranos. Mírame —señaló su cuerpo herido y sus servos temblaron—. ¿De verdad crees que tengo un plan B?
—Siempre habéis tenido un plan B.
—No esta vez, Starscream. No esta vez —la segunda vez que repitó No esta vez, su voz se quebró—. Por eso es por lo que quiero pedirte algo.
Starscream volvió a alejar el cañón, pero todavía parecía estar dudando de él. Bumblebee interpretó eso como una invitación para comenzar a hablar, y tuvo que cerrar las ópticas durante un par de segundos para prepararse. Una vez que comenzara, ya no habría vuelta atrás.
—Cuando me desactives… Mantén a salvo a los Autobots —dijo en voz baja, y la ira mezclada con confusión apareció en el rostro de Starscream.
—¿De verdad crees que yo haría algo así después de..?
—Por favor —Bumblebee dijo en voz baja—. Starscream, no continúes esta guerra después de que yo me haya ido. Esta guerra ya ha causado un gran daño, no hagas que sea peor.
—¡Bee! ¡¿Qué estás haciendo?! —exclamó Chromia, con algo que parecía reproche.
—Optimus, Elita, Ratchet, Arcee, Prowl, Ironhide, Mirage, Cliffjumper —el dolor apareció en el rostro de Chromia y de los demás Autobots a su alrededor—. Megatron, Shockwave, Blackarachnia, Knock Out, Barricade, Skywarp, Thundercracker, Blitzwing —supo que oír esos nombres había afectado a algunos Decepticons cuando se tambalearon, como si no hubieran esperado que también los mencionara a ellos—. Todos ellos eran cybertronianos. Nuestros amigos. Nuestra familia.
Bumblebee pensó en cuando D-16 y Orion Pax le salvaron de su soledad, pensó en cómo le abrazaba Orion Pax cada vez que se sentía abrumado por la guerra, pensó en cómo Elita le hacía sonreír simplemente por el hecho de estar cerca de él, y sobre todo, pensó en cómo le ayudó D-16 durante el poco tiempo que fueron amigos. Pensó en todo lo que podrían haber conseguido juntos. En todo lo que podrían haber sido. Podrían haber sido una verdadera familia. Primus, si la guerra no les hubiera separado, podrían haber sido una familia. Y ya nunca podrían serlo, porque sus tres amigos estaban muertos.
—Todos los caídos fueron nuestros amigos una vez. Y esta… esta guerra sin sentido nos arrebató a todos. ¿Y para qué? ¿Para lograr un futuro mejor para Cybertron? Mirad a vuestro alrededor —señaló alrededor de ellos, a lo que una vez fue la torre de los Prime, y a lo que una vez fue una ciudad llamada Iacon—. Nada ha cambiado. Nada es mejor que hace millones de ciclos. Es incluso peor. Puede que antes fuéramos esclavos, puede que antes no fuéramos libres, y aún así, todos estábamos vivos. Todos teníamos la opción de luchar por un futuro mejor. Pero ahora… solo quedamos nosotros. Cybetron estaba lleno de vida, y por culpa de la guerra solo quedamos nosotros. Y todos los que murieron murieron en vano, porque la situación no ha mejorado en absoluto —miró a Starscream, y solo entonces se dio cuenta de que sus ópticas estaban llenas de refrigerante.
—Bumblebee-
—Así que por favor, por favor, Starscream, cuando me mates, no hagas más daño a los Autobots ni les mates.
Su voz sonó quebrada, pero no fue capaz de contenerse. Primus, llevaba demasiado tiempo conteniéndose. Desde que Optimus murió, supo que no podría derrumbarse. Nunca podría llorar, porque si él no se mantenía fuerte, si él no actuaba como un bot indestructible, si los Autobots pensaban que él era débil, ¿qué pasaría con ellos? ¿Qué pasaría con su bando si se descubría que él no era capaz de soportar un poco de dolor?
Pero por mucho que lo intentara, él no era Optimus Prime. Él no era tan fuerte, ni tan motivador, ni tan resistente como su anterior líder. En comparación con él, Bumblebee era débil y patético. Tan débil y patético que estaba teniendo un maldito colapso emocional delante de los Autobots y de los Decepticons.
—Bumblebee.
Un servo se apoyó en su hombro y casi soltó un gemido, porque, ¿cuándo fue la última vez que alguien le tocó? ¿Cuándo fue la última vez que un bot le tocó con suavidad, sin la intención de hacerle daño? El único contacto físico que había tenido durante la guerra era con los Decepticons al luchar contra ellos, y en el bando de los Autobots, siendo el líder, no era usual que sus amigos le dieran una palmadita en el hombro, o le dieran un abrazo.
—Starscream- —empezó a decir Bumblebee, quizá para darle una explicación al bot por su reacción o para que se alejara –porque no quería aceptar lo mucho que necesitaba ese contacto–, pero no pudo hablar. Antes de que se diera cuenta, se encontró atrapado en un abrazo. Un abrazo que le hizo sentir cálido y protegido. No supo si era porque era el primer abrazo que recibía en millones de ciclos, o porque era Starscream y antes de ser enemigos siempre sintió una especie de amor platónico por él, pero se sintió a salvo. Y unos segundos después, cuando verdaderamente procesó lo que estaba sucediendo, su chispa comenzó a doler. Primus, dolía tanto.
Él reconocía ese toque. A pesar de ser un Decepticon, Starscream le estaba abrazando con suavidad, sin apretarlo con fuerza. Solo le estaba sujetando como si fuera algo frágil, algo hermoso que debía ser protegido. Y ese tipo de abrazo hizo que recordara al único otro bot que hizo que se sintiera seguro en sus brazos. Orion Pax.
—Bumblebee-
—¿Por qué tuvo que acabar así? ¿Por qué tuvimos que acabar así, Starscream? Tanta guerra, tanta muerte y tanto sufrimiento… ¿Para qué? ¿De qué sirvió todo lo que hicimos? ¿Todo lo que sacrificamos? ¿A todos los que perdimos? —emitió un sollozo—. ¿De qué sirvió, Starscream? Queríamos ser libres, queríamos derrotar a Sentinel, queríamos tener un Cybertron en el que nadie tuviera que arrodillarse ante nadie. Entonces… ¿por qué? ¿Por qué acabamos destruyéndonos a nosotros y a Cybertron por el camino?
—Bumblebee, yo…
—Les extraño, Starscream —sollozó, apretando al otro bot. Aunque no estaba seguro de si Starscream lo aceptaría, por una vez necesitaba algo más que un abrazo suave—. Les extraño mucho.
* * *
Cuando Starscream finalmente tuvo al líder de los Autobots a sus pies, estaba esperando una victoria aplastante. Deseaba matar con rapidez a Bumblebee para después celebrar que por fin, después de tantos años de guerra, había acabado con el legado de Prime y había honrado a Megatron, pero una parte de él no pudo evitar preguntarle al bot amarillo cuáles iban a ser sus últimas palabras. Y él le dijo que quería hacerle una petición. Una petición. Fue tan ridículo que tuvo que reírse. Ese bot tenía que tener los cables cruzados para creer que podía exigirle algo a Starscream en su posición.
—Starscream. Escúchame.
Starscream no quería admitir que su fachada de líder despiadado casi se rompió en ese mismo instante, pero la voz de Bumblebee sonó tan diferente que una parte de él quiso bajar el cañón y preguntarle qué le pasaba. Aún así, lo que hizo fue decirle que hiciera la petición de forma rápida, sin dejar de apuntarle. Solo unos segundos después se dio cuenta de que podía ser un plan B de los Autobots, y frunció el ceño, acercando su cañón hacia Bumblebee. Y el se rio. El Autobot se rio. Sintió tanta rabia que estuvo a punto de dispararle sin más, pero algo en su chispa le impidió hacerlo, y solo terminó preguntándole qué era tan gracioso.
—De verdad… tú de verdad crees que es un plan B —Bumblebee todavía se reía, como si hubiera escuchado algo demasiado gracioso—. Starscream, míranos. Mírame —se señaló a sí mismo y Starscream vio su cuerpo herido, así como sus servos temblorosos, pero sabía que eso no significaba nada. Ya había visto a Autobots derrotar a varios Decepticons incluso cuando la victoria parecía estar casi asegurada—. ¿De verdad crees que tengo un plan B?
Starscream casi puso los ojos en blanco: —Siempre habéis tenido un plan B.
—No esta vez, Starscream. No esta vez —la segunda vez que repitó No esta vez, su voz se quebró, y eso inquietó a Starscream—. Por eso es por lo que quiero pedirte algo.
Quizá fue por la vulnerabilidad en su voz, pero Starscream aceptó y volvió a alejar el cañón de Bumblebee. Aún así, eso no quería decir que no estuviera dispuesto a matar a ese molesto bot amarillo en cuanto tuviera la oportunidad.
—Cuando me desactives… Mantén a salvo a los Autobots —dijo en voz baja.
Starscream le miró con confusión e ira a partes iguales, porque, ¿cómo era posible que él pensara que iba a cumplir una petición así?
—¿De verdad crees que yo haría algo así después de..? —empezó a decir, pero fue interrumpido.
—Por favor. Starscream, no continúes esta guerra después de que yo me haya ido. Esta guerra ya ha causado un gran daño, no hagas que sea peor.
—¡Bee! ¡¿Qué estás haciendo?! —Chromia, una Autobot, miró a Bumblebee con el ceño fruncido, como si estuviera decepcionada con él.
—Optimus, Elita, Ratchet, Arcee, Prowl, Ironhide, Mirage, Cliffjumper —Bumblebee miró a los Autobots que estaban alrededor de él y de Starscream—. Megatron, Shockwave, Blackarachnia, Knock Out, Barricade, Skywarp, Thundercracker, Blitzwing.
Starscream se paralizó al oír esos nombres, en especial los de Megatron, Shockwave, Skywarp y Thundercracker. Habían pasado millones de ciclos desde que los había perdido, desde que le había perdido a él, y su chispa seguía doliendo como el día en que lo perdió. Aún así, no tenía ni idea de qué pretendía lograr Bumblebee al mencionarlos. Miró a los Decepticons que había cerca de él, y vio como algunos de ellos se tambalearon, casi perdiendo el equilibrio. Estaba seguro de que ellos tampoco habían esperado escuchar esos nombres.
—Todos ellos eran cybertronianos. Nuestros amigos. Nuestra familia. Todos los caídos fueron nuestros amigos una vez. Y esta… esta guerra sin sentido nos arrebató a todos. ¿Y para qué? ¿Para lograr un futuro mejor para Cybertron? Mirad a vuestro alrededor —señaló alrededor de ellos, a lo que una vez fue la torre de los Prime, y a lo que una vez fue una ciudad llamada Iacon—. Nada ha cambiado. Nada es mejor que hace millones de ciclos. Es incluso peor. Puede que antes fuéramos esclavos, puede que antes no fuéramos libres, y aún así, todos estábamos vivos. Todos teníamos la opción de luchar por un futuro mejor. Pero ahora… solo quedamos nosotros. Cybetron estaba lleno de vida, y por culpa de la guerra solo quedamos nosotros. Y todos los que murieron murieron en vano, porque la situación no ha mejorado en absoluto.
Starscream solo pudo mirarle sin reaccionar. No era capaz de hacer nada más que escuchar en silencio sus palabras. Todo lo que dijo hizo que se quedara paralizado, sin apenas poder creer lo que estaba sucediendo. Solo cuando Bumblebee fijó su óptica en él fue capaz de moverse.
—Bumblebee-
—Así que por favor, por favor, Starscream, cuando me mates, no hagas más daño a los Autobots ni les mates.
Justo después de decir esas palabras, sucedió algo que dejó a Starscream completamente helado. Él comenzó a llorar. Bumblebee comenzó a llorar. Apenas podía creer que ese bot amarillo, que siempre había sido risueño y bromista, que siempre había tenido una sonrisa en la cara, estuviera teniendo un colapso emocional delante de él, y delante de los Decepticons.
Su mirada se dirigió a Breakdown y a Soundwave. Breakdown le miraba con incredulidad, y aunque Soundwave no solía demostrar emociones en su rostro, también parecía confundido por lo que estaba sucediendo. Bumblebee no solo estaba llorando, estaba llorando delante de ellos, en un campo de batalla. Y estaba seguro de que no era el único Decepticon que pensó en cuánto dolor Bumblebee estaba sintiendo como para que su fachada de «bot siempre alegre» se rompiera por completo.
—Bumblebee.
Starscream dio un paso hacia Bumblebee, y solo bastó una mirada de los Decepticons a su alrededor para saber que hiciera lo que hiciera, ellos le apoyarían. Apoyó un servo en el hombro del Autobot caído, y la forma en la que Bumblebee pronunció su nombre, como una plegaria, hizo que no pudiera evitar rodearlo con sus brazos, sujetándolo con suavidad. No supo si hacer eso fue lo correcto, porque Bumblebee comenzó a llorar más que antes, y las palabras que dijo solo le hicieron pensar que había empeorado las cosas.
«Queríamos ser libres, queríamos derrotar a Sentinel, queríamos tener un Cybertron en el que nadie tuviera que arrodillarse ante nadie. Entonces… ¿por qué? ¿Por qué acabamos destruyéndonos a nosotros y a Cybertron por el camino?»
—Bumblebee, yo… —intentó hablar, pero fue interrumpido de nuevo.
—Les extraño, Starscream.
Bumblebee sollozó y lo apretó con más fuerza. Aún así, parecía dudar sobre si su toque sería bien recibido, porque no se acercó mucho más hacia él. Starscream solo pudo preguntarse por qué. Por qué no se acercaba más a él si parecía que lo necesitaba, si parecía que estaba hambiento de cariño, y si todo su cuerpo temblaba como si quisiera que le abrazaran con más fuerza.
—Les extraño mucho.
Esa frase fue la gota que colmó el vaso. La voz de Bumblebee sonó más quebrada que antes, mientras ocultaba su rostro en su chasis y sus servos temblaban, y lloró como si no pudiera soportarlo más, como si hubiera perdido toda la esperanza y como si su chispa se estuviera desgarrando. Su dolor fue tan intenso que lo apretó con más fueza, atrayéndolo hacia él lo más que podía para poder calmar su tristeza. Nada de lo que hiciera haría que Megatron, Optimus Prime y Elita volvieran, y no podía viajar al pasado para arreglar todo, pero al menos podía intentar hacer que Bumblebee se sintiera menos atormentado.
Lo siento, Bumblebee.
—Yo también lo siento —cuando escuchó las palabras de Bumblebee, se dio cuenta de que había hablado en voz alta—. Por todo. Yo no quería… yo no quería que acabáramos así —apretó el abrazo, casi clavando sus dedos en la espalda de Starscream. Y le dolía, pero alejarse de Bumblebee no estaba en sus planes. No cuando estaba completamente destrozado—. Nunca quise causaros tanto daño. Primus, yo nunca quise que murieran tantos bots.
Levantó el casco para mirar a los Decepticons. Ninguno de ellos parecía tan dispuesto a acabar con los Autobots como antes. Todos parecían tristes, incómodos, o cansados, y tenían las armas bajadas, como si no tuvieran ni siquiera la tentación de atacar a los bots del otro bando.
Drift incluso tenía un brazo alrededor de los hombros de Hot Rod, atrayéndolo hacia él. Si era por el temblor del cuerpo del Autobot o por el refrigerante que caía de sus ópticas no lo sabía, pero la rabia que había en el rostro del Decepticon se había desvanecido, y había sido reemplazada por la tristeza. No estaba sorprendido de verles actuar así, después de todo Drift se infiltró en las filas de los Autobots durante un periodo de tiempo y se hizo “amigo” de Hot Rod hasta que se descubrió que era en realidad un Decepticon, pero lo que sí le sorprendió fue el hecho de que Soundwave hubiera ayudado a Jazz a levantarse y le estuviera ayudando a mantener el equilibrio. El Autobot no podía mantenerse en pie sin ayuda (estaba demasiado herido como para poder hacerlo), pero jamás pensó que un Decepticon, y en especial Soundwave, le ayudaría.
Solo entonces se dio cuenta de que ellos estaban actuando así debido a Bumblebee.
Bumblebee, que aceptó que le desconectaran, siempre y cuando los Decepticons cumplieran su última petición.
Bumblebee, que le pidió que protegiera a los Autobots que aún seguían vivos.
Bumblebee, que dejó de ser un bot alegre y lloró por primera vez en millones de ciclos.
Bumblebee, que estaba cansado de la guerra sin sentido entre Autobots y Decepticons.
Bumblebee, que se había disculpado con Starscream y con todos los Decepticons, como si él hubiera sido el bot que más daño había causado a Cybertron.
«La idea de un Cybertron unido es un mito».
Cerró sus ópticas. Oh, qué tan equivocado estaba. Pensó que los cybertronianos nunca se unirían, pensó que el daño causado por Sentinel y los Quintesson era demasiado profundo como para que pudieran salvar a los bots de su planeta, pensó que el único camino posible era luchar solos y no engañarse a sí mismos con la idea de una alianza, con la idea de que era posible que todos los cybertronianos lucharan por la misma razón, como un equipo, pero la realidad era otra.
Bumblebee tenía razón. Optimus tuvo razón todo el tiempo. Cada vez que intentó convencerles de unirse a su bando, cada vez que intentó convencerles de que la guerra no tenía ningún sentido, cada vez que salvó la vida de un Decepticon porque «Cybertron debía estar unido». Ese líder tan irritante siempre tuvo razón. La guerra les había quitado mucho a todos, y habían tenido que sacrificar demasiadas cosas para conseguir la victoria. Y en ese momento, dudó sobre si la victoria habría sido satisfactoria al final. No con todo lo que habían sacrificado, no con todo lo que habían perdido.
No con todos a los que habían perdido.
Y Bumblebee tuvo que tener un colapso emocional en pleno campo de batalla para que Starscream se diera cuenta de eso. Para que se diera cuenta de todos los errores que había cometido, y se percatara de que la guerra que habían iniciado Megatron y la guardia de Élite solo había destrozado a los cybertronianos, y aún peor, a Bumblebee.
—Bumblebee. Vamos, levantémonos.
Starscream sintió como Bumblebee se apartó ligeramente de él para levantarse, y cuando estuvieron de pie, el Decepticon rodeó la cintura de Bee con uno de sus brazos.
—Decepticons —los bots le miraron, y aunque no sabía como reaccionarían ante sus palabras, necesitaba decir lo que estaba pensando—. Sé que hemos estado en guerra con los Autobots durante millones de ciclos. Sé que todos vosotros queréis vengaros de ellos, y sé que queréis conseguir la victoria a cualquier precio, pero… Bumblebee tiene razón —sintió como el cuerpo de Bumblebee temblaba y lo acercó más hacia él—. Esta guerra es un sinsentido, y aunque no quería aceptarlo, es la verdad. Iniciamos esta guerra para lograr la igualdad y la libertad. Luchamos para no tener que arrodillarnos ante nadie, no para destruir Cybetron —su chispa se encogió—. Pero es lo único que estamos consiguiendo. Nuestro planeta está en ruinas, y los únicos que quedamos somos nosotros —presionó su casco contra el de Bumblebee.—. De un planeta de millones de bots, solo quedamos los que estamos hoy aquí —esa revelación pareció desestabilizar a los Decepticons, porque más de uno estuvo a punto de caerse—. Por eso necesitamos acabar con esta guerra antes de que sea demasiado tarde. Necesitamos acabar con esta guerra ahora que todavía podemos. Todavía hay tiempo para salvar Cybertron —se giró para mirar a Bumblebee—. Juntos.
Bumblebee le miró durante unos segundos en silencio, con las ópticas llenas de refrigerante, y las cerró para evitar que cayeran.
—Autobots —Bumblebee se dirigió a los Autobots que todavía había en el suelo, y a los que estaban siendo ayudados por los Decepticons a levantarse—. Yo no soy Optimus, y no soy tan motivador ni tan inspirador como él, pero… Si hay algo que tengo en común con él, y con todos vosotros, es que amo este planeta. No quiero que sea destruido por nuestra culpa, no quiero que los bots que quedan sufran más de lo que ya lo han hecho. Y sé que empezamos la guerra porque no aceptábamos los métodos de los Decepticons, porque no queríamos seguir un camino de violencia y destrucción, pero eso es lo único que hemos conseguido. Hemos luchado durante millones de ciclos con los Decepticons, y solo hemos conseguido muertes. Solo nos hemos provocado dolor los unos a los otros —el refrigerante cayó de sus ópticas—. Por eso os pido que dejemos de luchar. Nunca lograremos salvar Cybertron si seguimos luchando entre nosotros. Todos queremos lo mismo. Todos queremos libertad, igualdad, y justicia —reinició su vocalizador para no emitir un sollozo y se acercó ligeramente a Starscream para conseguir un poco de consuelo—. Así que por favor, trabajemos juntos para conseguirlas.
Tanto Bumblebee como Starscream esperaron las reacciones de los bots que había reunidos a su alrededor, y Starscream casi suspiró de alivio cuando los Decepticons dejaron caer sus armas y tanto ellos como los Autobots asintieron levemente. Se giró hacia Bumblebee, con un brazo extendido, y preguntó, con una pequeña sonrisa: —¿Tenemos un acuerdo entonces, Bumblebee?
Parpadeó al ver cómo Bumblebee comenzó a llorar de nuevo. Levantó uno de sus servos para ahuecar un lado de la cabeza del bot amarillo y acarició con suavidad su mejilla, tratando de calmarlo. Por alguna razón, odiaba verle llorar.
—Sí, Starscream —Bumblebee le dirigió una sonrisa temblorosa al otro bot—. Tenemos un acuerdo.
