Work Text:
¿Qué hace alguien como ella aquí? Ensucia nuestra escuela.
¿Ves la ropa que usa? Es de segunda mano, que asco.
¿Cómo pudo entrar a esta universidad? Seguro anda en negocios turbios.
¿Crees que se prostituyó para poder entrar?
Seguro que sí, ¿No ves la cara de zorra que tiene?
¿Saca las mejores notas de su clase? Seguro se acuesta con los maestros.
Hay que cuidar bien nuestras cosas de ella.
Sí, no debe tener ni en donde caerse muerta, así que en cualquier momento le da por robarnos.
No debería convivir con gente de nuestra clase.
Esos y otros comentarios de ese estilo eran los que Nami tenía que soportar todos los días desde que comenzó a estudiar administración en la universidad "Nuevo mundo" luego de ganarse una beca. Se trataba de la universidad más prestigiosa del país, y solo había dos formas de ingresar a ella: o siendo muy adinerado y/o hijo o hija de personas importantes de la alta sociedad; o siendo extremadamente inteligente, lo suficiente para ganarse una beca. Pero eran muy pocas las personas que llegaban a obtener una, y para su suerte o desgracia, Nami fue la primera en diez años en lograrlo. Así terminó en aquel lugar lleno de hijos de papi y mami que vivían encerrados en su burbuja de privilegios sin conocer el mundo real. Bueno, tal vez no todos eran así, pero ella tuvo la mala suerte de que casi todos los que había conocido hasta ese momento sí lo eran.
Con tan solo caminar por los pasillos ya sentía sus miradas de desprecio, esas que claramente le decían "tú no perteneces aquí". Y no hablemos de los cuchicheos, murmuraban entre ellos diciendo toda clases de rumores y comentarios sobre ella, como si ella no estuviese ahí, como si no fuese capaz de escucharlos. La mayoría de las veces trataba de ignorarlos, después de todo no estaba ahí para hacer amigos y todos esos niños ricos podían irse al diablo en lo que a ella respectaba; intentaba centrarse en sus estudios y no perder de vista su objetivo. Sin embargo, ella también tenía su carácter, así que en más de una ocasión no pudo simplemente quedarse callada y les respondía (principalmente cuando insultaban a su familia), comenzando así una discusión; claro que hasta el momento las cosas nunca llegaron a más.
Hasta aquel día.
Para su desgracia le tocó hacer un trabajo en equipo con un grupo de chicos insoportables, que al comienzo querían aprovecharse de ella, usarla como sirvienta y dejarle todo el trabajo. Mientras, ellos se dedicarían a jugar videojuegos, ir de compras, de fiesta, cenas elegantes y pasarla bien. Claro que ella no se dejaría.
— ¿Quieren que yo haga todo el trabajo? De acuerdo, lo haré, pero cada uno de ustedes debe pagarme 100 dólares, es un trato justo ¿No? Después de todo sus papis y mamis están nadando en dinero, esa cantidad no debe ser nada para ustedes — les propuso.
Se indignaron, según ellos había dejado salir su naturaleza de ladrona avariciosa y los estaba extorsionando. Fueron a acusarla con el maestro por su comportamiento, pero sorpresivamente se trataba de un hombre razonable, y al ver que no tenían ninguna prueba contundente contra Nami, no hizo nada. Ante aquella victoria, la chica les sacó la lengua infantilmente. Lo malo de eso, fue que provocó que la furia de aquellos chicos aumentara, al igual que su creencia de que ella seducía a los profesores y se acostaba con ellos para tenerlos de su lado. Entonces prometieron que se vengarían y la expondrían ante todos.
Era un grupo de cinco personas, dos hombres y tres mujeres. Empezando por una chica delgada de cabello negro largo llamada Komane, hija del dueño de la corporación Lulusia. Luego estaba una joven rubia de ojos azules y cabello ondulado, su nombre era Sarie Nantokanette, hija del propietario de la compañía Goa. Junto a ella se hallaba su novio, Stelly Outlook, cuyo padre ostentaba un puesto alto en la misma compañía Goa, y él aspiraba a la presidencia de esta al casarse con la hija del dueño. Y finalmente se encontraban los hermanos Roswald, líderes indiscutibles del grupo; por un lado, estaba el hermano mayor, Charlos, un pelinegro de contextura gruesa que repetía semestre por perder varias maestras; y por el otro la hermana menor, Shalria, de cabello castaño claro y ojos café; ambos eran hijos de un importante ministro.
Nami no le dio mucha importancia a sus chillidos y quejas que anunciaban su venganza, simplemente siguió con su vida estudiantil normal, incluso realizó el trabajo ella sola (sin darle crédito a los otros cinco idiotas). Pero el día de esa venganza llegó cuando menos se lo esperó. A ella realmente le pareció algo ridículo, un cliché barato sacado de una telenovela ¿En serio había gente que hacía eso en la vida real? Al parecer sí. Ellos mismos introdujeron varias de sus valiosas pertenencias tanto en el casillero como en el bolso de la chica, y la expusieron como presunta ladrona ante todos.
— ¿Me creen una ladrona de quinta categoría? Por favor, si en verdad yo hubiese robado esas cosas jamás lo hubiesen descubierto, soy más brillante que eso — declaró sacudiendo su anaranjada cabellera.
Y a partir de ese día las burlas y el acoso aumentaron, sin dejar de ser bromas trilladas que parecían sacadas de telenovelas baratas. Le llenaron el bolso y el casillero con lodo (curioso para gente que odia ensuciarse, seguro llamaron a sus sirvientes para que lo hicieran); sacaron una imagen de ella haciéndole una pregunta al profesor sobre un trabajo y la editaron para que pareciera que lo estaba seduciendo, para luego pegarla por todas las instalaciones de la universidad; le pegaban en la espalda un papel que decía "zorra", palabra que también escribieron en su casillero junto a varios insultos más; entre muchas otras cosas ¿Cuándo se había convertido la protagonista de una de las historias favoritas de su hermana? Más de una vez pensó en devolvérselas, pero no caería tan bajo. Aun así, estaba harta, así que estalló, estalló frente a todos rompiendo sus estúpidos papeles y lanzándoselos encima.
— ¡Son patéticos! ¿En serio me envidian tanto como para hacer estas estupideces? ¿¡Es que no tienen imaginación!? ¿¡Realmente se sienten tan amenazados por mi como para recurrir a esto!?
— Ja, ya estas mostrando tu salvaje naturaleza, agresiva como todos los de tu clase — dijo Shalria, y todos la apoyaron.
Hicieron un círculo enorme y rodearon a Nami, mientras que le gritaban e insultaban diciéndole toda clase de cosas. Esos chicos que presumían de tener clase y elegancia, en ese momento parecían una jauría de animales salvajes. Ella no esperó verse en esa situación ¿Debió quedarse callada? ¿Mejor intentar vengarse en silencio? Todos esos gritos la abrumaban y aturdían, provocando que un fuerte dolor invadiera su cabeza. No quería doblegarse ante ellos, no quería mostrarse débil, ella era fuerte, siempre lo había sido, así la criaron. Pero eso era demasiado, podía sentir que hiperventilaba, todas esas personas la estaban asfixiando. Cerró los ojos fuertemente y llevó sus manos a su cabeza, solo quería que eso terminara. Lo que más le dolía era haberles mostrado algo de debilidad.
Entonces ocurrió algo que no se esperó. En medio de toda esa multitud una voz resonó más alta que todos los demás gritos, voz que en ese momento se escuchó como un dulce canto angelical. La dueña de esa voz atravesó a todas las personas para colocarse frente suyo, mostrándole la espalda en un gesto protector, mientras extendía sus brazos de lado a lado ante los demás. Debido a las circunstancias, desde donde ella se encontraba, aquella pequeña espalda decorada por una hermosa cabellera azul que caía en cascada, se veía realmente como una figura divina ¿Había visto a esa chica antes? No lo recordaba.
— ¡Ya basta! ¡Esto es injusto! ¡No tienen derecho a tratarla así! ¡Ella no ha hecho nada malo! ¡Ustedes son unos abusivos!
Aquellas palabras provocaron que todo el lugar quedara en completo silencio durante varios segundos, en los que todos, incluida Nami, vieron con gran sorpresa a la peliazul. A nuestra protagonista le latía fuertemente el corazón de la impresión. En ese corto periodo de tiempo, la desconocida se dio la vuelta y le sonrió ¿En serio no era un ángel? Porque cada aspecto de ella parecía ser más angelical que el anterior.
— ¿Estás bien? — preguntó la peliazul, y no tuvo tiempo de responderle porque los chicos que las rodeaban comenzaron a reírse fuertemente.
— ¿Lo dices en serio? ¿Es que no la vez? — habló Shalria.
— Esa chica es una ladrona, una bandida, nos ha robado a todos nosotros — comentó Stelly.
— Además es una zorra que se acuesta con los profesores para tener buenas notas — completó Komane.
— Y, de todas maneras, es una plebeya, alguien de su clase no tiene derecho a estar en esta escuela — afirmó Charlos. Nami abrió la boca para refutar, pero la peliazul se le adelantó, respondiendo con el ceño fruncido y completamente iracunda.
— ¿Ustedes creen que yo no los conozco? Acabo de regresar, pero he investigado bien lo que sucede aquí, sé que todas las acusaciones hacia ella no son más que difamaciones, ¡Ustedes mismos metieron sus cosas en el bolso de ella para acusarla de robarles, ¿No es así?! — Nami la veía con gran asombro ¿En verdad podía existir alguien así entre esos niños ricos? Bueno... no todo podía ser tan perfecto — ¿¡Y qué si es de clase baja!? Ya sé que muchos de los de su clase recurren a la delincuencia, pero ella logró entrar a esta escuela gracias a su esfuerzo y su inteligencia, demostrando que sí se puede salir adelante, a gente como ella hay que apoyarla ¡No acosarla de esta forma!
Hasta entonces la pelinaranja estuvo algo embobada e impactada por la forma en la que fue salvada. Pero en ese momento salió de su trance y procesó con calma las palabras que su presunta salvadora había acabado de decir: <<Ya sé que muchos de los de su clase recurren a la delincuencia>> <<A gente como ella hay que apoyarla>>. Luego analizó a la chica de arriba hacia abajo: cabello perfecto, sonrisa perfecta, ropas y accesorios finos. Sí, no dejaba de ser una niña rica, aunque si era algo diferente al resto, así que sería bueno tenerla de aliada.
— Gracias — le dijo con una sonrisa algo tensa. La contraria la miró y le devolvió el gesto, e iba a responderle, pero Shalria la interrumpió.
— Agh Vivi, tú siempre haciéndote la bonachona y defendiendo gente de clase baja.
— Ni tú ni tu padre actúan como alguien de su clase, papá siempre lo dice — completó Charlos.
La conversación no dio para más porque el profesor llegó al salón y todos tuvieron que tomar asiento mientras la clase comenzaba. Nami y la tal Vivi se sentaron juntas, por alguna razón se sentía más calmada estando a su lado.
— Soy Vivi, Nefertari Vivi — se presentó en voz baja aun con esa angelical sonrisa — tú eres Nami, ¿No? La chica becada — la pelinaranja se sorprendió mucho al escuchar su nombre.
— ¿Nefertari Vivi? ¿Eres la hija de Nefertari Cobra? Yo trabajo como cajera en un supermercado Arabasta — la compañía Arabasta era una gran cadena de supermercados con locales alrededor de todo el mundo, y su dueño era Nefertari Cobra.
— ¿De verdad? ¡Qué coincidencia!
— Si mal no estoy tu padre también tiene una fundación con el mismo nombre de la empresa, y se la pasan viajando por todo el mundo haciendo obras de caridad ¿No?
— Veo que estás bien informada.
— Sí, tener información es importante, más para sobrevivir aquí — afirmó — pero no sabía que tú estudiabas aquí, jamás te había visto.
— Oh si, estuve un par de meses en Malawi con papá, haciendo labor con la fundación, pero igual estaba pendiente de los temas de las clases, estudiaba desde allá y les mandaba todos los trabajos y proyectos a los profesores por correo.
— ¿Tú vas constantemente esos viajes para hacer caridad?
— Claro, me gusta mucho ayudar a la gente.
— Me doy cuenta, muchas gracias por salvarme hace un rato.
— No fue nada, ellos definitivamente se pasaron contigo, ¿Si estás bien?
— Sí, no te preocupes.
— Excelente, tú quédate junto a mí y estarás bien, no dejaré que vuelvan a cometer tales injusticias contigo.
— Sí, gracias.
Falsedad. Esa era la palabra que las definía, según Nami. Al comienzo, por breves instantes, ella divisó a Vivi como un ángel salvador; pero al observarla con detenimiento notó que sus alas eran falsas, alas de papel. Solo quería lucir como ángel, pero no lo era. Aun así, a Nami le convenía tener a ese falso ángel a su lado, por lo que aceptó su ayuda y protección con falsas sonrisas, agradeciendo su amistad. Una amistad tan falsa como las alas de Vivi. Bueno, siendo sinceros, Nami no era menos falsa que la joven Nefertari. Claro que esa visión de falsedad sobre su amistad y sobre la misma Vivi solo existía desde la perspectiva de la pelinaranja. Para la chica peliazul las cosas eran muy diferentes.
Vivi fue criada en medio de lujos en una gran mansión, con muchas personas sobreprotegiéndola. Y dentro de ese ambiente se le inculcaron ideales a los que se aferró fuertemente. Cuando decía que le gustaba ayudar o que odiaba las injusticias no estaba mintiendo, y menos al ofrecerle su amistad a Nami. Ella en serio consideraba que eran amigas, y como no tenía amigas de su edad debido a que viajaba constantemente y que sus ideales chocaban con los demás chicos de la escuela, realmente le hacía feliz ser amiga de Nami. Vivi era una chica bastante inocente, y no notaba la falsedad en las sonrisas y el trato que le daba su supuesta amiga.
Así trascurrieron un par de semanas, y el acoso directo hacia Nami comenzó a mermar por el simple hecho de ser amiga de Vivi, esto debido a la gran influencia de la familia Nefertari. Claro que aquello no detuvo los horribles rumores y las malas miradas. De hecho, los rumores aumentaron, y comenzaron a decir también que Nami solo era amiga de Vivi para aprovecharse de ella por su dinero; bueno, eso no distaba mucho de la realidad.
Por parte de nuestras dos protagonistas, desde aquel día comenzaron a estar juntas casi todo el tiempo, salvo cuando a Nami le tocaba trabajar. En clase se sentaban juntas, hacían los trabajos juntas, almorzaban juntas, iban a estudiar a la biblioteca juntas, parecían inseparables. Claro que ese tiempo que pasaban juntas contrastaba con las diferentes visiones que tenía cada una de ellas sobre su relación. Mientras que Nami pensaba que para ambas su amistad era meramente por conveniencia y beneficio mutuo, Vivi solo disfrutaba felizmente de pasar el rato con su primera amiga.
No obstante, todo el tiempo que compartían llevó a que se fuesen conociendo mejor la una a la otra. Nami no lo podía creer, pero se divertía genuinamente al estar con Vivi, ya que tenían muchos gustos y pensamientos en común: sobre comida, moda, algunos libros y series de televisión; por primera vez sentía que encajaba con alguien de esa escuela. Aunque eso no era lo que más le sorprendía, sino la actitud y personalidad de Vivi en sí.
Al principio se había convencido de que la chica solo era caritativa para sentirse moralmente superior a los demás, y que hacerse su amiga y protegerla de los otros chicos solo fue su obra de caridad del mes. Esa fue la impresión que tuvo al escucharla hablar acerca de la tendencia de los de clase baja a ser delincuentes, y que a "gente como ella" había que apoyarla porque demostraba que se podía salir adelante con esfuerzo e inteligencia, y cosas así. Sobre todo, al escucharla presumir de lo mucho que le gustaba ayudar y que se la pasaba viajando para prestar ayuda a personas pobres de otros países con la fundación de su papi. Sin embargo, al convivir con ella comenzó a dudar de que en realidad fuese así ¿Dónde había quedado la superficialidad de la primera conversación?
Ante sus ojos Vivi parecía divertirse genuinamente, su sonrisa no se veía falsa, y realmente hacía comentarios dulces y divertidos. La peliazul se emocionaba hablándole de su vida y su familia, así escucho sobre todas sus personas importantes: desde su amado padre; su difunta madre y como la extrañaba; su querido mayordomo Igaram que era como un segundo padre para ella; sus guardias Chaka y Pell a quienes también quería mucho; e incluso un empleado de la empresa que su padre acogió a quien ella veía como un tío, llamado Toto, y también al hijo de este, Koza. Aunque Vivi veía a Nami como su primera amiga, Koza fue el primer vinculo que tuvo con alguien de su edad, solo que a él lo veía como a un preciado hermano.
Ni hablar de cuando Vivi daba su opinión de las series o películas que veían, o los comentarios que hacía sobre las cosas que les gustaban o disgustaban a ambas, en serio sentía que podían conectar ella ¿Podría ser que en realidad Vivi nunca estuvo mintiendo? ¿No era un ángel falso? ¿O tal vez ella estaba cayendo en su trampa? Temía dejarse llevar.
Además, aun con todas esas dudas, aquel primer comentario sobre la clase baja seguía ahí, y la forma en la que alardeaba de servir a otros también seguía ahí. Por eso mismo, aun cuando la peliazul no tenía problema en contarle casi toda su vida, ella era más reservada. Lo único que Vivi sabía sobre la vida personal de Nami era que trabajaba a medio tiempo en un supermercado Arabasta por las noches y que tenía una hermana mayor, hasta ahí. No debía confiarse, ¿Qué tan sincera estaba siendo Nefertari con ella?
Meditaba sobre todo eso, cuando recibió una repentina invitación de su amiga.
— Estoy cansada de estudiar siempre en la biblioteca, ¿Quieres ir a mi casa mañana?
— Claro.
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Ya se esperaba que la mansión de los Nefertari fuera enorme, pero no era lo mismo imaginarlo a verlo en persona. El jardín era bastante espacioso, con una gran fuente en el centro y algunas bancas al rededor para sentarse al aire libre. La arquitectura tenía cierto estilo árabe, era fino y elegante pero no tan ostentoso. Sin duda un lugar muy hermoso.
— Tu casa es increíble.
— Gracias — Vivi la arrastró hasta la entrada. Ahí la recibió un hombre robusto y alto, cuya larga cabellera rubia estaba peinada en rulos.
— Bienvenida, señorita Vivi — saludó haciendo una reverencia, para luego mirarlas con una leve sonrisa — y a su amiga, es un gusto conocerla, soy Igaram a su servicio.
— Oh sí, he escuchado mucho de ti, de todos aquí en realidad, el gusto es mío, gracias.
Luego de los saludos, se dirigieron a la habitación de Vivi. Por el camino seguía apreciando todo el lugar y su hermosa arquitectura y decoración de estilo árabe, sobretodo varios objetos valiosos y brillantes que destacaban. Entre ellos, unas pequeñas estatuillas de animales de oro y plata ¿Cuánto ganaría por ellas si las vendía? También se fijaba en las fotos familiares, reflejaban lo feliz y protegida que vivía su amiga en su hogar. Finalmente llegaron al dormitorio, que obviamente también era enorme y muy hermoso. Tenía una cama doble con dosel y un ventanal que abría hacia un balcón, parecía salida de una película.
— Es hermoso — comentó apreciando todo. La habitación también tenía varios objetos valiosos de decoración, aunque más delicados, y tampoco faltaban las fotos de familiares.
— Gracias, puedes sentarte donde quieras, voy a pedir algo de comer mientras estudiamos, y luego podemos vernos una película ¿Qué dices?
— Es un gran plan, pero más tarde debo ir a trabajar.
— Será una película corta, aun tendrás tiempo para llegar puntual al trabajo, e igual si se hace algo tarde podemos llevarte en la limosina — sugirió.
— Mmm.... — se quedó pensativa, mentiría si dijera que no deseaba quedarse toda la tarde y noche en esa enorme mansión.
— Por favor — le dirigió una mirada suplicante que no parecía fingida, definitivamente no podía resistirse a eso.
— Está bien, pasémosla bien — cedió con una sonrisa.
¿A caso se estaba volviendo débil ante Vivi? No, no podía ser, no podía caer ante esa princesita que se hacía la bonachona, solo era un ángel con alas de papel. Aun pensando en eso decidió disfrutar su tarde, después de todo solo estaba estrechando su amistad con Vivi para aprovecharse de ella ¿Cierto? Así que pasaron una gran tarde estudiando, bromeando juntas, disfrutando de una buena película y haciendo comentarios divertidos sobre esta y los actores que participaron en ella.
Al final pudo llegar a tiempo a su trabajo, pero aun estando ahí no dejaba de pensar en Vivi, las dudas que tenía sobre ella y qué tan falsa o sincera era; así pasó varios días dándole vueltas al tema. Cierto sábado por la noche se encontraba en casa, dado que los fines de semana su turno en el trabajo era en la mañana. Estaba cenando con su hermana, ambas sentadas en su viejo y destartalado sofá mientras veían las noticias en un televisor antiguo que perdía la señal de vez en cuando. Ella estaba tan ensimismada que ni le prestaba atención a la televisión, y apenas había tocado su comida. Obviamente su hermana notó eso, y le preocupaba.
— Hey, ¡Tierra llamando a Nami! — gritó lanzándole una mandarina, que cayó justo en su rostro, sacándola de su trance.
— ¡Oye! — se quejó recogiendo la fruta, la cual había caído sobre sus piernas.
— No es mi culpa que estés tan distraída, has estado así por días ¿Pasó algo? — Nami la miró procesando sus palabras y notando la preocupación en su rostro, entonces negó con la cabeza.
— Estoy bien.
Aquello la hizo notar que el asunto de Vivi la estaba distrayendo de sus objetivos, debía recordar la razón por la cual luchaba en la vida. Giró la cabeza, buscando la mesita al lado del sofá, y observó el portarretrato que había sobre esta. Era la foto de una mujer de cabello rojo púrpura que sonreía de forma segura y decidida, esa era la sonrisa que la motivaba a seguir adelante. Suspiró y asintió, para luego pelar la mandarina que su hermana Nojiko le había lanzado y comenzar a comerla. No iba a permitirse más distracciones.
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Vivi notó que Nami estaba actuando extraño los últimos días y eso le preocupaba, quería acercarse a ella y saber cómo estaba, pero por alguna razón parecía un poco distante. Entonces se le ocurrió una brillante idea ¡Harían una pijamada! Y aprovecharía el momento para hablar con su amiga. La idea le emocionaba demasiado, ya que siempre había deseado hacer una, pero como no tenía amigas nunca pudo, y no contaba las veces que durmió junto a Koza de niña.
Danzaba levemente con felicidad al imaginar todas las cosas que harían en la pijamada, basadas en lo que había visto en series y películas al respecto ¡Se divertirían mucho! Entró al salón de clases y buscó a Nami con la mirada, al encontrarla se dirigió a ella y la saludó. La pelinaranja se percató de que Vivi parecía más alegre de lo normal.
— Hey, ¿Pasó algo bueno?
— ¿¡Te gustaría hacer una pijamada este sábado en mi casa!? Los sábados trabajas de día y tienes la noche libre ¿No?
— ¿Pijamada?
— Vamos, di que sí, ¡Nos vamos a divertir mucho! Hace rato que no hacemos algo divertido juntas.
Dudó. Había decidido centrarse en sus objetivos y no distraerse más con Vivi, pero ser amiga de ella también era necesario para sus objetivos; tener una niña rica de amiga siempre será útil. El problema de andar con la peliazul en sí era comenzar a dudar y pensar que esta podría ser una genuina amiga, eso era lo que la distraía.
No, esa princesita solo la estaba usando para sentirse bien consigo misma, solo era un ángel con alas de papel; o al menos quería convencerse de eso. Por eso mismo ella también la utilizaba para su beneficio, en eso consistía su relación ¿Cierto? Ambas se usaban mutuamente. Por eso debía aceptar la invitación a la pijamada, no porque le enternecía ver a Vivi tan emocionada y eso le impedía negársele, claro que no ¿Por qué le parecería tierna Nefertari Vivi?
— Está bien, hagámoslo — sí, solo aceptaba para utilizarla, no tenía ninguna debilidad hacia ella ¿Cierto?
El día de la pijamada llegó y el entusiasmo de Vivi era más que evidente, pero no era para nada adorable ¿Por qué sería adorable? Quiso hacer exactamente todo lo que se hacía en las pijamadas según la televisión: leer revistas, contar chismes, hacerse mascarillas, comer galletas con malvaviscos y chocolate, ver películas y, por supuesto, la infaltable pelea de almohadas.
Innegablemente se divirtieron mucho haciendo todo eso; aunque la mascarilla se regó sobre la sábana, y cuando intentaron limpiarla terminaron empeorando la mancha; casi se ahogan con las galletas con malvaviscos; y una almohada salió volando por la ventana y casualmente le calló en la cabeza al padre de Vivi que caminaba por ahí. Y así pasaron las horas hasta que Vivi se durmió, Nami debía estar durmiendo también pero simplemente no podía conciliar el sueño.
— ¿Qué debo hacer, Bellemere-san?
Su cabeza no dejaba de dar vueltas porque realmente no podía negar que se divirtió esa noche, y que sentía una calidez en su pecho estando con Vivi. Pero si cedía a eso, le dolería confirmar que estaba siendo utilizada... No, ¿Por qué debía dolerle? ¡Claro que no! ¡Se estaban usando mutuamente! Sí, se estaban usando.... ella estaba usando a Vivi, y lo iba a demostrar.
Amaneció, era una sensación muy extraña despertar en otra casa, más si se trataba de una mansión tan grande y lujosa como esa. Bañarse también fue increíble, mientras en su casa lo hacía con una ducha de agua fría que a veces se obstruía, ahí contaban con una bañera gigante que parecía casi un jacuzzi. Fue muy relajante.
— Ah, esta es la vida que me merezco — comentó suspirando mientras disfrutaba del flujo y la calidez del agua, deseando que todas sus preocupaciones se quedasen ahí.
Ni hablar del exquisito desayuno que era casi un banquete: huevos benedictinos, ensalada de frutas, hot cakes y un montón de cosas más que no entendía. Los huevos benedictinos solo los había visto en televisión, jamás imaginó que podría probar unos. Y todo eso fue obra de Terracotta, la chef en jefe de la mansión y esposa de Igaram; quien por alguna razón se veía igual a él, pero no ahondaría mucho en eso.
Ya estando cerca la hora de marcharse, les dijo a todos que iría un rato al baño, claramente eso era una mentira ¿Y por qué llevaba su bolso hacia el baño? Nadie se puso a pensar en eso. Por el relajante baño y el delicioso desayuno no se había olvidado de lo que decidió esa madrugada. Ella estaba utilizando a Vivi, así que no pasaba nada si Vivi la utilizaba, ambas se usaban mutuamente. Así que lo haría, la usaría al máximo. Caminaba por los pasillos de la mansión repitiéndose eso una y otra vez en la cabeza, hasta llegar ante una mesita con varios adornos. Ahí estaban las estatuillas de oro y plata con formas de animales que vio desde el prime día que entró a la mansión; la que más le llamó la atención fue una de un pato dorado. Tomó la figura entre sus manos y la observó atentamente, estaba finamente tallada.
Supuestamente estaba decidida para actuar, solo debía meterla en su bolso rápidamente y ya, pero ¿Por qué sus manos temblaban? ¿Por qué no podía moverse? No sería su primera vez, desde hace años que se dedicaba a robar, se suponía que era una ladrona experta ¿Por qué estaba dudando tanto? No, no podía dudar, no debía dudar. Suspiró y negó con la cabeza intentando calmarse. Decidió dejar el pato de lado y, ya más tranquila, comenzó a guardar las otras estatuillas en su mochila, tomando el pato al final.
— ¿Nami?
Aquella voz la tomó desprevenida, por lo que de la sorpresa dejó caer el pato de oro. Miró a Vivi totalmente impactada, no sabía que sentir en ese momento. Para empezar ¿Cómo pudo ser tan descuidada? En el pasado jamás la hubiesen atrapado de esa forma, porque ella era más rápida y hábil, y también podía sentir desde antes la presencia contraria. Pero en esa ocasión estaba tan distraída, tan dudosa, que sus instintos de ladrona se apagaron y ni siquiera sintió a Vivi acercarse ¿Cómo pudo cometer un error así? Ahora ni siquiera tenía palabras para responderle a Vivi.
— Tú... ¿Ibas a robarnos? ¿Por qué? — la peliazul se veía dolida, traicionada, pero sobretodo confundida — ¿De verdad eres como los chicos de la escuela decían?
— Vivi, yo.... — estuvo a punto de disculparse casi por impulso, pero la contraria la interrumpió.
— ¿Eres como todos los de tu clase?
— ¿Perdón?
— Pensé que eras diferente, que por eso te ganaste una beca y te estabas esforzando para salir adelante, eso es todo lo que se necesita — la pelinaranja frunció el ceño y apretó las manos. Todo tipo de arrepentimiento se había nublado en ese momento por la furia que las palabras de Vivi le causaron.
— Claro, con esfuerzo y trabajo duro todo se puede, ¡Erradiquemos la pobreza del mundo a punta de esfuerzo! — expresó con ironía
— ¡Pu-pues sí, con esfuerzo y trabajo duro todo se puede! Si te quedas en la pobreza sin esforzarte, jamás saldrás adelante.
— Claro, el pobre es pobre porque quiere.
— ¡Yo no dije eso! ¿¡Y por qué tienes el descaro de ofenderte e insultarme cuando eres tú la que estás robando en mi casa!? En serio eres igual a... — fue su turno de interrumpir a Vivi.
— ¡Sí! ¡Soy igual a todos los delincuentes de mi clase! ¡Y tú eres igual a todos esos niños mimados clasistas de mierda!
— ¿¡Cómo puedes decir eso!? ¡Te defendí de ellos cuando te conocí! ¡Y mira cómo me estás pagando! ¡Además yo siempre ayudo a los pobres!
— Claro, eres un dulce ángel caritativo que obra con buena voluntad, ¿No? — aquel sarcasmo le dolía mucho a la peliazul, quien ni siquiera supo en qué momento había comenzado a llorar. Lo peor era que Nami también estaba llorando, las lágrimas solo fluían por el rostro de ambas — por favor a ti no te importan esas personas en realidad, ni siquiera tienes idea de lo que viven día a día ¡No conoces la realidad! Simplemente te enseñaron que debes ser buena y ayudar a otros, por eso lo haces, para sentirte bien contigo misma, mostrarles a todos que eres una bonachona, sentirte moralmente superior al resto ¡Pero no sales de tu maldita burbuja de privilegios!
— ¿¡Ah!? ¿¡De qué estás hablando!? ¿¡Qué se supone que es lo que no sé sobre la realidad!? ¿¡Tú que vas a saber de mí!? — hizo una pausa después de gritar, para preguntar más pausadamente, mostrando el dolor en sus ojos a través de sus lágrimas — ¿Pensaste eso de mi todo el tiempo? Yo creía que éramos amigas, tú eras.... mi primera amiga.
— Eso no es cierto, no es cierto, no es cierto, yo para ti solo era una obra de caridad más, la chica pobre a la que todos le hacían bullying y tenías que defender y ayudar solo para quedar bien y sentirte bien contigo misma, yo sé que sí.... nos estábamos usando mutuamente, esa era la verdad, tú solo te quisiste convencer a ti misma que éramos amigas para no sentirte mal.
— ¿Estás escuchando lo que dices? — preguntó con incredulidad.
Comenzaron a sentir pasos y escuchar voces acercándose. Al parecer habían oído los gritos y fueron a ver qué pasaba, ya se estaban tardando. Nami tragó saliva, fácilmente podría terminar en la cárcel ¿Por qué se arriesgó de esa forma? Era estúpida.
— Yo.... ¡Sé que no debí haberte robado a ti! ¿Ok? ¡Toma tu basura! — vació todas las estatuillas de su bolso y las volcó en la mesita donde estaban antes — Lo siento.... ¡Adiós!
Y corrió rápidamente hasta la salida de la mansión. En ese momento Igaram, Pell y Chaka llegaron junto a Vivi, aunque no entendían del todo lo que estaba sucediendo.
— ¿La perseguimos, señorita Vivi? — consultó Pell.
— Déjenla ir, no robó nada después de todo.
Mantuvo su vista fija en el camino que recorrió su presunta amiga al irse. Aún no procesaba lo que acababa de pasar y no sabía cómo sentirse en general, aunque las palabras de Nami daban vueltas en su cabeza.
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Esa noche ninguna de las dos pudo dormir, su mente divagaba en la fuerte discusión que habían tenido y todo lo que se gritaron mutuamente. Ya sería la segunda noche seguida sin dormir bien para Nami. Por parte de Vivi, sin poder quedarse quieta en su cama, se levantó y comenzó a revisar sus redes sociales. Observó las fotos que subía siempre de cada proyecto de caridad que realizaba, muchas eran de ella y su padre junto a algunos representantes de las comunidades a las que ayudaban. Trató de recordar qué sabía ella de esas personas ¿Si quiera recordaba sus nombres? ¿La ayuda que prestó esas veces fue suficiente para sacarlos de su precaria situación? Seguramente no, pero nunca le dio importancia a eso. Solo se sentía feliz consigo misma al mostrar a otros que ayudaba y ya.... bueno, no era su culpa, así la habían educado.
Pero entonces ¿Cómo era la realidad de esas personas? ¿Cuál era la realidad de Nami? Siendo sincera, la pelinaranja le habló muy poco o casi nada de su vida, y ella nunca le preguntó, aun cuando se la pasaba hablando todo el tiempo de su propia vida ¿En verdad salía con Nami solo para sentirse bien por ayudar a alguien pobre? No, ella también quería tener una amiga ya que nunca antes tuvo una, pero.... ¿Y si forzó su amistad con Nami para cumplir ese deseo de ser amiga de alguien de su edad por primera vez? Nunca lo había visto así.
No obstante, aunque todas esas cosas fueran verdad, que aún no estaba segura de ello porque su mente era un completo enredo, sabía con certeza que nada en el mundo justificaría las acciones de Nami. No importaba por donde lo viera ¡Robar estaba mal! Y no la iba a perdonar por eso aun cuando le devolvió todo. Pero no dejaba de preguntarse ¿Por qué lo hizo?
Nami también meditaba en su habitación, aquella que compartía con su hermana. Lo sabía, actúo por impulso solo para evitar encariñarse de Vivi, por miedo a sentirse traicionada por ella, prefería traicionarla primero. Porque en el fondo pensaba que Vivi no la estaba usando en realidad y le ofrecía su amistad sincera, y ella estaba tentada a aceptar genuinamente esa amistad, pero temía hacerlo para después descubrir que en realidad si la estaban usando.
Simplemente no quería mostrar debilidad, y ese miedo la llevó a actuar precipitadamente... ella lo sabía ¿Debía disculparse con Vivi o ya era tarde? No, porque aun si realmente quería ser su amiga y solo actuaba así de forma inocente por cómo fue criada, la peliazul tenía unas creencias e ideales que la hacían rabiar. Y el miedo y las dudas de ser utilizada seguía ahí, y no había mayor muestra de debilidad que disculparse y sincerarse ¿Cierto?
— ¿Qué debo hacer?
Sin que tomase una decisión, el día siguiente llegó. Se volvieron a encontrar en el salón de clases, donde intercambiaron miradas por unos segundos, pero luego se evitaron. Y por primera vez desde que se conocieron, se sentaron separadas. Obviamente todos en el salón notaron lo raras que estaban esas dos, la forma en que se evitaban mutuamente ¿Acaso su falsa amistad ya había terminado?
Los rumores no se hicieron esperar, y obviamente el acoso hacia Nami aumentó. Pero la pelinaranja estaba más susceptible de lo normal, y respondía a sus acosadores de forma más agresiva, e incluso les devolvía algunos trucos. No estaba para aguantárselos, su mente seguía enfocada en Vivi.... al final su intento de dejar de distraerse con ella para centrarse en sus objetivos falló estrepitosamente.
Vivi notó la actitud agresiva de Nami al defenderse de otros ¿Esa era la verdadera Nami? Debía admitir que no le desagradaba del todo, pero aún le resentía por intentar robarle y todo lo que le dijo. Ella también estaba demasiado distraída pensando en la pelinaranja, por lo que el nivel de sus notas bajó. Era tal el cambio en sus notas, que su profesor la mandó a llamar con preocupación y le sugirió participar del programa de tutores y tutorados de la universidad.
Ella aceptó ya que también le preocupaban sus notas, por lo que el día correspondiente se dirigió a la biblioteca a reunirse con su tutor designado. Grande fue su sorpresa al encontrarse ante aquella cabellera anaranjada que no había dejado de dar vueltas en su mente durante todos esos días, ambas se miraron asombradas. Los primeros minutos transcurrieron en un tenso e incómodo silencio, hasta que la tutora lo rompió.
— Bueno, comencemos la tutoría para salir de esto de una vez — dijo abriendo uno de sus libros — aunque no pensaba que te fuera tan mal en tus estudios como para necesitar tutoría.
— Bueno... he estado algo distraída últimamente.
— ¿Es mi culpa?
— Tal vez...
Dejaron ese tema y se concentraron en los estudios, a pesar de todo era muy fácil entenderle a Nami. Podía ser una ladrona y todo lo que quisieran, pero no cabía duda de que su beca y su lugar como mejor estudiante se lo había ganado por sí misma, y la misma Vivi pudo comprobar eso. Entonces... no todos los rumores que difundían en la escuela sobre Nami eran ciertos.
— ¿Habías robado antes? — preguntó de repente luego de resolver un ejercicio final, la tutoría ya casi terminaba.
— ¿Perdón?
— Solo, quiero entenderte mejor, trato de "conocer el mundo real", y quise empezar por ti, es... mera curiosidad — Nami se quedó unos segundos en silencio tratando de comprender las intenciones de Vivi, pero al final decidió responder.
— Robo desde pequeña — confesó — mis padres biológicos me abandonaron a mi suerte porque no tenían suficiente dinero para mantenerme, y yo... solo era una carga para ellos. Así que me quedé en la calle y me tocó robar para sobrevivir, ahí conocí a Nojiko y nos dedicamos a robar juntas un tiempo, hasta que una mujer nos adoptó.
La peliazul la observó impactada, no esperaba toda esa confesión de la nada, menos que le contase algo tan delicado de su infancia. Procesó por unos segundos toda esa historia ¿Cómo podía tener un pasado tan duro? Viéndola ahí en la universidad no pareciera que hubiese pasado por tanto.
— Supongo... que el esfuerzo y el trabajo duro no eran suficientes para seguir adelante en ese entonces.
— Pues sí.... el esfuerzo y el trabajo duro... robando, ayudaban un poco, pero no el trabajo honrado, porque de ese no pudimos obtener.
— Bueno, entiendo que en ese entonces no tenían opción y en verdad siento mucho que tuvieran que pasar por eso, pero aun así robar no deja de estar mal, no es algo que pueda justificar tan fácilmente.
— Lo sé.
— Pero... puede que si tengas razón al decir que el esfuerzo y el trabajo duro no lo solucionan todo tan fácilmente.
— Sí, el esfuerzo y el trabajo duro tampoco ayudaron mucho cuando Bellemere-san, la mujer que nos adoptó y que se desvivió por darnos un buen hogar y criarnos como mujeres fuertes, enfermó gravemente y no teníamos dinero para pagar su tratamiento — la peliazul podía notar perfectamente el dolor en el rostro de Nami al hablar de aquello.
— No me digas que...
— No se salvó — declaró asintiendo — tú pensarás que solo me estoy victimizando, tal vez sí lo esté haciendo.
— La verdad... no sé qué pensar.
— Aclaro, sé que el esfuerzo y el trabajo duro sí son importantes, y ayudan un poco... digo, si al esforzarte y trabajar no logras casi nada, quedándote quieto sin hacer nada... logras menos que nada.
— Sí, veo que, aun haciendo cosas cuestionables, tú igual te esfuerzas mucho... más que yo.
— Igual... sé que no debí robarte a ti, yo siempre procuré robar solo a quienes consideraba que se lo merecieran, y sé que tú no lo merecías, solo.... me estaba encariñando contigo y tenía miedo de que en verdad me estuvieras usando, y yo... no lo sé.
— Entiendo, y sí tenías algo de razón sobre mí, no conocía el mundo real para nada, ni siquiera te conocía a ti, aunque proclamaba ser tu mejor amiga — ambas rieron levemente, no podían creer que las cosas se hubiesen solucionado tan fácilmente — ¿me enseñas el mundo real?
— Claro.
A partir de ese día dejaron de evitarse, y asistían regularmente a sus reuniones de tutoría. No sabían exactamente qué tipo de relación tenían, y Nami aún mantenía sus miedos y sus dudas, pero ahí iban, conociéndose mejor y más sinceramente, poco a poco. Sobre todo, porque Nami prometió mostrarle a Vivi el mundo real, así que la llevó a explorar la ciudad, tomar el transporte público y comer en puestos de comida baratos y de salubridad un poco dudosa. Podría decirse que aún era bastante clasista el ver a una niña rica explorando la vida pobre para saber cómo era, pero a ese punto ya nada de eso importaba. Era lindo poder contemplar nuevas facetas de la otra, y para Vivi en especial fue una experiencia única, aunque tuvo que pasar por varias cosas incómodas y desagradables.
Para empezar, no esperaba que en un solo autobús hubiera tantas personas apretadas, y aun cuando había muchísima gente, el chofer seguía diciendo que había espacio para más y hacía entrar a más y más personas. Hacía demasiado calor y estaba cansada de estar de pie, además de que temía un poco a los desconocidos que la rodeaban ¿Y si alguien se atrevía a tocarla o robarle algo? Para empezar las cosas, el movimiento del autobús más la cantidad de gente a su alrededor comenzaron a asfixiarla, y empezó a sentir nauseas, sentía que vomitaría en cualquier momento. Nami notó su estado, así que la tomó de la mano, y con su otra mano la recostó sobre su hombro para que tratara de calmarse un poco.
— Respira lentamente — le susurró, la peliazul asintió y obedeció, aquello la ayudó. Debía admitir que el tacto de Nami la tranquilizaba y hacía sentir segura.
Luego comenzaron a subir vendedores ambulantes al autobús, aun estando este tan lleno. Daban un largo discurso sobre su desafortunada vida y ofrecían sus productos, algunos solo pedían limosna, que la gente les diera lo que pudieran ofrecer. Ante aquello Vivi le dio un billete de 50 dólares al individuo, a lo que Nami se escandalizó.
— ¿¡Cómo le vas a dar eso!?
— Pues necesitaba ayuda, solo son 50 dólares.
— ¿¡Solo 50 dólares!? Por esas cosas a veces te detesto.
— Exageras.
— Cómo sea, nos bajamos aquí.
Se bajaron y comenzaron a explorar la ciudad, eran barrios por los que la peliazul nunca había andado. La basura regada por las calles, los grafitis en las paredes (Muchos con fuertes insultos), los grupos de personas sospechosas en las esquinas, todo era muy nuevo para ella. Notó que uno de esos grupos sospechosos empezó a caminar detrás de ellas y se sobresaltó pensando que las estaban siguiendo, por lo que apretó aún más fuerte la mano de Nami. La pelinaranja se percató de lo que pasaba y rio levemente, así que decidió cruzar la calle hacia la acera de enfrente, para que Vivi notara que no las estaban siguiendo; y en efecto, aquellos sujetos siguieron derecho.
— ¿Estás bien?
— Sí, gracias.
Siguieron caminando, hasta que Vivi se tropezó por accidente con un hombre que dormía en el suelo. Estaba sucio, vestía ropa vieja y desgastada tan sucia como él, dormía sobre una caja de cartón y a su lado había un tarro de plástico con el que parecía pedir limosna.
— ¡Oye, ten cuidado! — se quejó el hombre recién despertado, la chica se sobresaltó y gritó.
— Lo-lo-lo lo siento — se disculpó, y le dejó otro billete de 50 dólares en su tarro de limosna.
— ¿Otra vez? ¡Ya has regalado 100 dólares hoy!
— Bueno, es mi dinero, yo veo lo que hago con él.
— Claro.
Continuaron su camino hasta llegar a un restaurante llamado "La hamburguesa feliz", estaba bastante lleno y tenía un olor peculiar. Aunque en realidad estaba sintiendo olores peculiares desde que estaba el autobús, y ni hablar de la calle llena de basura o el hombre sucio con el que tropezó. Lograron tomar una mesa, y al rato llegó una mujer a extenderles un par de menús. Ella observó con curiosidad todas las opciones, aunque no tenía claro que pedir, al final Nami ordenó por ambas.
— ¿Vienes a menudo aquí?
— No tanto, prefiero comer en casa con Nojiko, y preparar cosas muy ricas con mandarina, pero como querías que te mostrara "el mundo real" pues...
— Entiendo, aunque ese plan suena bien, a la próxima llévame a tu casa, a conocer a tu hermana y ver que exquisitez preparan con mandarina.
— Está bien.
La mesera volvió con dos hamburguesas grasosas y dos vasos de refresco. Vivi observó como la grasa se escurría de la carne y tragó saliva. Luego vio a Nami tomar la hamburguesa con la mano y comenzar a comer con naturalidad, aunque dijera que no iba ahí tan a menudo y que prefería comer en casa, claramente estaba acostumbrada a comer ese tipo de cosas. Decidió no dar más vueltas y agarró su hamburguesa con ambas manos, para luego darle un gran mordisco. Cerró los ojos y sintió el sabor de aquella grasosa carne con algo de verdura, salsa y dos pedazos de pan.
— ¡Está rica! — exclamó con sorpresa, sabía mejor de lo que pensaba.
— ¿A qué esperabas que supiera? ¿Es que realmente nunca has probado una hamburguesa? ¿Ni de McDonald's o Burger King o algo así?
— Pues....
— Increíble — rio.
Y así continuaron conociéndose más. Siguiendo las tutorías, trabajando juntas, saliendo juntas. No volvieron a ir a la casa de Vivi por un tiempo ya que aún seguían alertas por el intento de robo de Nami. Pero en cambio fueron a la casa de Nami, donde Vivi conoció a Nojiko, con quien se llevó bastante bien, y probó algunos postres sencillos y deliciosos de mandarina hechos por las dos hermanas. Y otro día, Vivi invitó a Nami a ir de compras, sabiendo lo mucho que le gustaba la moda a su amiga. Aunque por lo general no podía darse el lujo de comprar cosas tan caras, por lo que la mayoría de sus prendas solían ser usadas. Esa vez recorrieron todas las tiendas del centro comercial, y la peliazul le regaló un lindo conjunto nuevo a Nami.
Porque sí, en algún punto de esos días dejaron de tener dudas sobre el tipo de relación que tenían y volvieron a ser amigas. O más bien, Nami consideró por primera vez que en verdad eran amigas, aunque ambas podían sentir que tal vez había algo más detrás de eso. Ahora ¿Dónde quedó la decisión de Nami para no dejar que su relación con Vivi la distrajera de sus objetivos? Bueno, ella al comienzo tenía miedo de que dejarse tentar por Vivi la hiciera débil y la alejara de su meta. Sin embargo, luego descubrió que mantener su relación con Vivi y aun seguir luchando por su meta sin importar más nada, la haría aún más fuerte.
¿Y cuál era su meta? Ser extremadamente rica. No quería volver a sufrir por la falta de dinero, ya que fue eso lo que hizo que la abandonaran de niña, y también lo que provocó que Bellemere muriera; no quería volver a pasar por eso. Ella sabía que el título universitario no sería suficiente para eso, después de todo la mayoría de las personas que tenían uno a penas y ganaban el sueldo mínimo. Pero ella sabría cómo arreglárselas con su astucia para lograr ese objetivo. Y aunque antes pensaba que la compañía de Vivi la distraería de eso, ahora consideraba que tal vez incluso la motivaría. Esto dado que ahora quería estar al mismo nivel que su amiga, ser digna de ella.
Pensando eso siguieron su día a día, apreciando cada vez más la compañía la una de la otra, los buenos momentos que pasaban juntas y como se apoyaban y motivaban mutuamente. Obviamente una simple salidita por la ciudad no era suficiente para hacer que Vivi conociera el mundo y saliera del todo de su burbuja, pero poco a poco Nami le iba enseñando. Y al mismo tiempo Vivi le enseñaba su propio mundo a Nami y la ayudaba a fortalecerse.
Cierto día fueron a hacer tutoría en casa de la pelinaranja. Sin duda ya la joven Nefertari había mejorado bastante, no solo gracias a que las cosas ya estaban mejor con su querida amiga, sino a la manera en la que esta le explicaba. La tutoría acabó y todo le quedó muy claro. Repasaba sus apuntes mientras veía a Nami guardar los libros.
— Eres una muy buena tutora — al escuchar esas palabras, la aludida volteo a verla y se rio.
— Exageras, ya tú eras muy inteligente desde el comienzo, solo te iba mal porque estabas distraída, pero desde que volviste a concentrarte todo fue bien, yo no hice mucho.
— Eso no es cierto, para mi si hiciste mucho, no lo niegues — la apuntó con un dedo mientras hacía un leve puchero. Nami volvió a reír, ya no iba a seguir negando lo adorable que le parecía Vivi.
— Está bien, está bien, no lo niego — aceptó acercándose a ella y tomando sus manos, apartándolas del libro de apuntes — pero tú tampoco niegues tu inteligencia.
— No lo he hecho — la cercanía de Nami y el tacto de sus manos se sentían muy bien, así que no la apartó, por el contrario, se acercó más — pero creo que tú me ayudas a mejorarla.
— Bueno, eso no se compara con todo lo que tú me has ayudado a mí, y como soy una ladrona con honor, no creas que me voy a quedar endeudada contigo — a medida que hablaba acortaba cada vez más su distancia con la contraria, tanto que para ese punto sus respiraciones se cruzaban.
— ¿Ladrona con honor? — rio levemente también. Oh, bella risa angelical.
— Así es, pero ladrona, al fin y al cabo — susurró sobre sus labios — así que déjame robar algo.
Y finalmente se unieron un suave beso. Los labios de Vivi eran dulces y sedosos, los de Nami eran frescos, sabían a mandarina. Conectaron todos sus sentimientos por medio de aquel tacto, sintiendo el revoloteo en sus estómagos. En ese momento nada más importaba, ni la tutoría, ni sus familias, ni su estatus social, ni la universidad, solo eran ellas dos en el universo. Se separaron por falta de aire, Nami acarició levemente la mejilla de Vivi y ambas se vieron con sonrisas embobadas ¿Cómo habían llegado a ese punto? Eso ya no importaba.
— Si hablamos de eso, por mí puedes robarme miles, no me importaría — dijo entre risas.
— Me gustas mucho — confesó.
— Y tú a mí.
Y volvieron a besarse.
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¿Su relación cambió mucho a partir de aquel día? Un poco, pero no tanto. Seguían centradas en sus estudios y sus objetivos, y disfrutaban de pasar tiempo juntas, estudiar, ir de compras, ver películas, lo de siempre. Claro que la relación era aún más estrecha, y no faltaban las veces que estando en privado intercambiasen besos y caricias. Ambas ya tenían más que claro que eran más que amigas y eso las hacía felices ¿Faltaba una declaración especial? Tal vez, bueno, ya verían como se darían las cosas, ellas estaban bien así por el momento.
Todo parecía ir más que bien, hasta que cierto día llegaron a la escuela y por todos lados había fotos de ellas besándose. Y no solo eran las fotos, sino que estas tenían grabadas la frase: "La perra ladrona prostituta de Nami se acuesta con la boba ingenua Nefertari Vivi, para usarla por su dinero". Al caminar por los pasillos sentían las miradas y escuchaban los cuchicheos, muchos comentarios hablando del mal gusto de Vivi, lo tonta e ingenua que era, entre otras cosas. Bueno, nada de eso era nuevo para ninguna de las dos, incluso desde antes ya decían que Nami era amiga de Vivi solo por su dinero, no había gran diferencia entre una cosa y la otra, así que no le dieron gran importancia. Continuaron con su feliz vida juntas sin que nada más las afectara.
Ellas no se imaginaban hasta donde podrían llegar esos rumores; Vivi se enteró cierto día en la cena. Se encontraba en el comedor comiendo con su padre como todos los días, sin embargo, el ambiente se sentía un poco más tenso de lo normal. Usualmente sus cenas familiares eran bastante amenas, aún cuando solo eran ella y el mayor. Solían invitar a Igaram y los demás, pero ellos se negaban a unirse, según para mantener la profesionalidad. No obstante, su padre siempre fue muy amoroso con ella, así que disfrutaban estar juntos, aunque fuesen solo los dos. Sin embargo, esa noche era diferente, el mayor estaba actuando muy extraño, se notaba con facilidad ¿Pero ¿qué era exactamente lo que le pasaba? Ella no podía estar tranquila con esa situación.
— Papá ¿Pasó algo? — el aludido la miró fijamente con una expresión indescifrable.
— Eso te pregunto yo a ti ¿Pasó algo especial en tu vida últimamente? ¿Algo que quieras contarme?
Ok, eso sí era muy sospechoso ¿Había hecho algo malo por lo que su padre pudiese molestarse con ella? Recordó su relación con Nami, no era nada malo según sabía, pero sí fue algo especial que le pasó últimamente y no le había contado a su progenitor. Y no era que no planease hacerlo, ella solía contarle casi todo al mayor, simplemente estaba esperando el momento correcto. La última vez que Nami estuvo en la mansión no dejó una muy buena impresión. Así que debía tantear bien el terreno y mejorar un poco la imagen de la chica ante su familia antes de soltar la bomba. Además de que su relación con Nami seguía sin estar del todo definida. Suspiró, si su padre le preguntó aquello directamente, debía ser totalmente honesta, no solía mentirle y no planeaba hacerlo ese día.
— Estoy... saliendo con alguien — reveló, aún bastante dudosa y nerviosa.
Cobra no le respondió, la habitación se mantuvo en silencio durante varios minutos, Vivi no podía con la ansiedad. Entonces el mayor sacó algo de su bolsillo y lo deslizó sobre la mesa hasta dejarlo frente a su hija. La joven lo observó, se trataba de la misma foto que circulaba por toda la universidad, donde salían ella y Nami besándose, y que tenía grabadas aquellas horribles palabras sobre su amada. Ella intercaló su mirada sorprendida entre la foto y su padre.
— Ya me enteré.
— ¿De dónde sacaste esto?
— ¿Eso importa?
Era verdad, eso era lo que menos importaba en ese momento. Tal vez uno de los chicos de la universidad se lo mostró a algunos de sus padres y estos se lo dieron a Cobra en alguna reunión de gente importante. No podría saber y daba igual.
— Lo que dice ahí no es cierto ¿Ok? Ella no está conmigo por mi dinero, ella no es así...
— ¿Y cómo podría saberlo? Yo confiaría en esas palabras antes, sabes que no tendría problema en aceptarla ¿Pero acaso olvidas lo qué pasó la última vez que esa chica estuvo aquí?
Lo entendía, era normal que su padre desconfiara de Nami después de que ella casi les robó, pero debía buscar una forma de que él aceptará la pelinaranja y se diera cuenta de cómo era ella en realidad ¿Qué podría hacer? Suspiró.
— Esa vez... ella estaba confundida ¿Ok? Pero ya lo hablamos y lo aclaramos, y al final no se robó nada.
— ¿Cómo puedes estar tan segura? — esa vez fue él quien suspiró, para luego mirarla con dulzura. Extendió su brazo hasta alcanzar la mano de la menor y la acarició — sabes que solo me preocupo por ti y deseo que seas feliz ¿No?
— Lo sé, pero también sé que Nami me hace y me hará feliz — declaró, Cobra se quedó pensativo.
— Bueno, si tanto insistes, tráela de nuevo uno de estos días, trataré de conocerla mejor yo mismo y ya veremos... — Vivi sonrío enormemente, bajó de su asiento y corrió a abrazar a su padre.
— ¡Gracias papá, eres el mejor!
— Sí, sí, lo sé — contestó el mayor riendo levemente, mientras correspondía el abrazo de su hija.
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Ahora el asunto era informarle a Nami, no podía ser tan difícil ¿O sí? Decidió hacerlo un día mientras almorzaban en los jardines de la universidad, después de haber comprado su comida en la cafetería. Claro que antes de explicarle lo sucedido con su padre, debía aclarar algo que le inquietaba desde hace mucho tiempo.
— Nami... ¿Qué somos?
— ¿Eh? — volteó a verla un poco confundida, no esperaba que Vivi de repente saliera con esa pregunta, aunque sabía que si era algo que tenían que aclarar en algún momento ¿Pero ahí y de esa forma? Debía haber algo detrás de eso — ¿Por qué lo preguntas ahora? — la peliazul miró al suelo un poco decepcionada de que le respondiera con otra pregunta.
— Es que... necesito aclarar las cosas ya, sé que yo también podría hacerte la propuesta y sí pensé en hacerlo, pero... como no tengo claro el tipo de relación que tenemos no estaba segura, todo esto es muy nuevo para mí — Nami suspiró.
— Ah, bueno, yo pensaba que una princesa como tú se merecía algo especial ¿Sabes? Una declaración muy especial y preparada como esas de las películas, y estaba pensando si yo podría hacer algo así — comentó, entonces desvió su mirada, observando a la nada — además... sinceramente Vivi, a veces dudo mucho de si deberías estar con alguien como yo. Claro que me estoy esforzando para ser digna de ti, así que... planeaba formalizar las cosas una vez que sintiera que lo soy, cuando esté a tu nivel.
— ¿Digna de mí? ¿A mi nivel? ¿De qué hablas? — la miró con el ceño fruncido — ¿Por qué no serías digna de mí? No entiendo.
— Vivi, eres la hija de Nefertari Cobra, una chica multimillonaria de la alta sociedad, en el futuro heredarás la empresa de tu padre, además eres tan fina, elegante, dulce, delicada, básicamente una princesa, y yo.... —la contraria no la dejó continuar, la tomó por los hombros y la zarandeó.
— ¿¡Eres idiota!? Dios Nami, a veces pienso que eres más clasista que yo... no, lo eres — afirmó — ¿¡Qué carajos tiene que ver el estatus social de mi familia, la empresa de mi padre y todas esas cosas que dijiste!? ¿¡Y tú eres qué!? ¡No te atrevas a despreciarte! ¡No te atrevas a despreciar de esa forma a la chica que quiero, a la persona que yo quiero a mi lado! Ella sí es digna de mí, sin importar si es rica, pobre, una ladrona o lo que sea — Nami la veía impactada, jamás pensó ver a Vivi así. La última vez que le gritó de esa forma fue el día que discutieron cuando ella casi le roba.
— Bien, tienes algo de razón, tal vez la clasista soy yo — suspiró acariciando su frente — pero aun así no dejaré de esforzarme por ser multimillonaria ¿Ok? — la contraria sonrió, para ese punto ya había alejado las manos de sus hombros.
— Claro, tú sigue esforzándote por lograr tu objetivo, no hay nada mejor, solo no esperes a lograrlo para estar juntas.
— De acuerdo, entonces... — la tomó de las manos, se acercó más a ella y la miró fijamente a los ojos — ¿Quieres ser mi novia?
— Sí — respondió con leves risas. La poca distancia que las separaba desapareció para dar paso a un dulce beso, que no duró mucho, pero lo significó todo. Al separarse conectaron sus miradas.
— ¿Segura no preferías algo más especial y elaborado? No sé, ¿Algo más romántico? — Vivi negó.
— Con estar contigo es suficiente — Nami rio negando con la cabeza.
— Dios, ¿Qué he hecho para merecerte? — la contraria rio también.
— Hablas como si fuera perfecta o algo así — suspiró. La pelinaranja notó inmediatamente el cambio en su actitud y su semblante, había algo más serio sobre lo que su ahora novia quería hablarle ¿Qué podría hacer?
— ¿Pasa algo?
— Tú... ¿Sabes las estúpidas fotos esas de nosotras besándonos?
— Ah sí, esa tontería — rodó los ojos, entonces su cabeza pensó en algo y miró a Vivi con preocupación — ¿Si te afecta eso? Si te hace sentir mal, yo...
— No, no es eso, es que... alguien le dio una a papá.
— Oh... — el rostro de Nami reflejó entendimiento, pero también sorpresa y preocupación — ay, él debe odiarme.
— Sí, bueno... no creo que odio sea la palabra correcta, pero claramente no confía en ti, así que quiere que vayas a cenar con nosotros para conocerte mejor y juzgar por sí mismo — explicó — yo sé que en realidad no importa si él te acepta o no, porque es mi vida y si quiero estar contigo lo haré, pero mi papá es muy importante para mi así que si me gustaría que te aceptara y se llev...
— Iré — la interrumpió, dedicándole una mirada llena de determinación — yo sé lo importante y especial que es tu padre para ti así que no te preocupes, lo voy a enfrentar y él me va aceptar — sonrió — le voy a robar a la hija.
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El día de la reunión llegó, y ella se puso su mejor ropa. No por nada era una gran amante de la moda, aunque la mayoría de su ropa fuese de segunda mano; claro que tenía el conjunto que Vivi le regaló una vez, pero ese lo guardaría para otra ocasión especial. Llevaba un vestido rojo, tendiendo a vino tinto, sin mangas, se amarraba por el cuello, dejando ver un peculiar tatuaje azul sobre su hombro; el vestido se ajustaba a su cuerpo resaltando su figura, y le llegaba hasta la mitad del muslo. Por su parte Vivi, vestía de forma más delicada, un vestido rosa claro de mangas largas, con finas joyas.
Ambas estaban muy nerviosas por la situación en la que estaban, así que se daban apoyo mutuamente, y eso se notaba al ver sus manos unidas y entrelazadas bajo la mesa; ya que estaban sentadas una junto a la otra. Obviamente todos en la mansión veían a Nami con recelo. Ellos eran muy sobreprotectores con su señorita Vivi, y aun recordaban la última vez que esa chica estuvo ahí; no solo casi les robó, sino que se marchó y dejó a su querida joven llorando. Cobra la examinaba constantemente de arriba hacia abajo, con una mirada enigmática, lo que la ponía aún más nerviosa.
Apretó fuertemente la mano de Vivi y suspiró. Ya más calmada, respondió a su suegro con su propia mirada llena de firmeza. El hombre notó la determinación en sus ojos, y eso le complació; él abrió la boca para comenzar con su interrogatorio, pero Nami se le adelantó.
— No crea que he olvidado lo que pasó la última vez que estuve aquí, y no le voy a mentir y fingir ser una mansa paloma, desde que soy muy pequeña me dedico a robar para subsistir — confesó — sé que esa vez lo arruiné, aún si soy una ladrona no le robó a todo el mundo, solo a quien se lo merece, y ustedes no lo merecían...
— ¿Eres Robin Hood o algo así? — la chica rio.
— Por supuesto que no, Robin Hood robaba a los ricos para darle el dinero a los pobres, yo me quedo el dinero para mí, ¿Por qué se lo daría a alguien más? Aunque como también soy pobre, tal vez sí cuente — el rey la vio sorprendido por su honestidad — pero ese no es el punto, el punto es que sé que no debí intentar robarles a ustedes, a pesar de todo no son malas personas, y yo solo estaba actuando por impulso por no querer aceptar mis sentimientos y por miedo a ser lastimada... me equivoqué, lo siento mucho, de corazón — agachó su cabeza como muestra de arrepentimiento — pero ya las cosas son muy diferentes a esa vez — volvió a levantar la cabeza, la determinación de sus ojos seguía ahí.
— ¿Sí? ¿En qué se diferencian?
— Que ya estoy segura de mis sentimientos y no tengo miedo a ser herida, al menos no por Vivi. Amo a su hija y daría lo que fuera por estar a su lado y hacerla feliz, jamás le robaría — la misma Vivi se sorprendió y conmovió por aquellas palabras, ya que no esperaba que utilizara el término "amar".
— Nami... — susurró, y con los dedos que mantenía entrelazados con los de Nami, acaricio con suavidad la mano contraria.
— Esas son unas palabras muy fuertes y serias, pero siguen siendo palabras ¿Cómo se que no me estás mintiendo? — cuestionó Cobra.
— Pues no puede saberlo, le tocará confiar.
— ¿En ti?
— No, en Vivi, quien confía en mí — el hombre rio ante aquella respuesta — igual no se preocupe, con el tiempo yo misma haré que al final sí pueda confiar directamente en mí, me ganaré su confianza.
— Veamos si lo logras — respondió — bien, pueden salir libremente y yo junto a todos aquí te estaremos vigilando, ya sabes que tienes prohibido hacer es sufrir a Vivi ¿No?
— Jamás la haría sufrir, no se preocupe.
— ¡Sí! — exclamó Vivi feliz, lanzándose a abrazar a Nami, para luego dejarle un beso en la mejilla. La peli naranja rio, correspondió el abrazo y besó su frente.
— ¿Y para mí no hay nada? Les acabo de dar permiso para que salgan, ¿Saben? — Vivi rio.
— ¡Gracias, papá! — se levantó de su asiento y corrió a abrazar a su progenitor, para besar la mejilla de este también — aunque aún si no nos dejabas yo igual iba a salir con ella, pero si prefería que tuviésemos tu aprobación porque te quiero mucho.
Luego de eso el ambiente tenso se relajó, y disfrutaron del exquisito banquete que les preparó Terracotta. A partir de ese día Nami fue ganándose poco a poco el aprecio y la confianza de la familia Nefertari, aunque teniendo en cuenta la primera impresión que dio, no fue tan sencillo. Pero lo más importante era que tenía Vivi a su lado, y siendo así nada más importaba. Así que ambas se dieron adelante, esforzándose juntas y apoyándose mutuamente para cumplir sus respectivas metas. Uniendo sus mundos.
