Chapter Text
Esta historia se sitúa en la gran ciudad de "Mary Geoise", capital del reino científico "Nuevo Mundo". La cual se alza con imponencia en la cima del país, con sus enormes y brillantes edificios de metal y cristal, grandes anuncios publicitarios proyectados en hologramas, máquinas voladoras y todo tipo de artilugios tecnológicos. Sus calles son custodiadas por diferentes clases de robots que conviven naturalmente con los humanos. Dichas calles se mantienen pulcras, sin un gramo de suciedad. A simple vista es toda una utopía, pero así suelen ser todas esas ciudades ¿No? Aparentan ser utópicas y al final todos descubren que no lo son.
En el centro de la ciudad se halla el único edificio que contrasta con el resto del territorio: el palacio de Pangea. Es la base del gobierno, donde no solo habitan los líderes de este, sino que también se encuentran áreas de investigación científica y bases de almacenamiento de viejos estudios. Además de varias instalaciones ocultas que los habitantes del reino desconocen: bibliotecas repletas de libros antiguos. Aún cuando los libros en este mundo son reliquias que dejaron de utilizarse hacía cientos de años, puesto que fueron reemplazados por dispositivos tecnológicos más prácticos. Ya la mayoría de las personas ni siquiera recuerda lo que es un libro. Mucho menos imaginaría que dentro de lo más profundo de su palacio están acumulados millones de libros con información histórica.
¿Todos los secretos del gobierno se esconden ahí? Probablemente no, pero sí guarda una gran cantidad de estos. Lo curioso es que su arquitectura y apariencia se asemejan a las de un castillo arcaico, de esos que se extinguieron hace muchísimo tiempo ¿Por qué la sede principal del gobierno del país con la ciencia y tecnología más avanzada tiene un aspecto tan anticuado? Ese es uno de los grandes misterios del reino. No obstante, pese a tener dicha apariencia, no cabe duda de que el palacio de Pangea goza en su interior de la más alta ciencia tecnológica que cualquiera pudiese imaginar.
Obviamente un sitio así está protegido por un sofisticado sistema de seguridad, por lo que nadie pensaría que alguien pudiese infiltrarse en dicho edificio. Sin embargo, una persona fue capaz de hacerlo. Se trataba de una mujer alta, de largo cabello negro y ojos azules. Se encontraba en una de las bibliotecas ocultas, revisando con rapidez varios libros mientras fotografiaba sus páginas ¿Cómo una simple mujer podría burlar tal nivel de seguridad? ¿Acaso no había cámaras en el lugar o sensores de movimiento? Claro que sí, pero ninguno de esos aparatos podía detectarla ¿Por qué? Bueno, ella no era una mujer cualquiera: era Robin, una bruja. Y usaba un hechizo que la hacía indetectable ante las cámaras y sensores.
Para mantener el hechizo habilitado, tenía su mano abierta con la palma hacia arriba, en tanto tomaba las fotos con la otra mano. Los libros que leía se los sostenía su fiel compañero, un pequeño lagarto marrón con alas, quien también se encontraba dentro del rango del hechizo. Trató de leer y fotografiar con rapidez, para abarcar la mayor cantidad de información posible. La mano con la que mantenía el hechizo comenzó a temblar, y se le veía algo cansada. Por lo que su pequeño acompañante maulló levemente con notable preocupación.
— Lo sé, lo sé, solo un poco más — le respondió sin apartar la vista de lo que leía, ni dejar de fotografiar. Su frente sudaba, pero a ella eso no le importaba. Entonces su rostro adquirió una expresión de sorpresa — ¿Qué es esto?
Cuestionó al llegar a cierta página del libro que estudiaba. Se suponía que el documento explicaba detalladamente las diferencias entre magia y ciencia. Mas por alguna razón, al lado de un párrafo, alguien dejó un escrito a mano con un bolígrafo de tinta azul claro ¿Cuándo fue la última vez que vio algo escrito a mano? ¿Seguían existiendo los bolígrafos?
¿Y si unimos magia y ciencia?
Esas eran las palabras escritas con la tinta azul. Y bajo ellas había una estrella dibujada con esa misma tinta.
— ¿Unir magia y ciencia? Eso es absurdo...
No aguantó más y bajó su mano fatigada, exhalando un quejido. El hechizo se agotó, duró lo que pudo con la cantidad de poder mágico que ella tenía. Las cámaras no tardaron en notarlos, así que dejó los libros en su lugar, guardó el celular y comenzó a correr. El dragoncito se separó de ella y escaló la pared más cercana, mientras movía su cabeza de un lado a otro. Intentaba detectar a los de seguridad que comenzarían a perseguirlos en cualquier momento. La alarma se activó y los robots vigilantes empezaron a dirigirse al lugar, pero ese no era el mayor problema. El fuerte sonido alertó al "Cipher Pol AIGIS 0", o "CP0" para abreviar. La mayor organización de seguridad que protege el palacio y a los líderes mundiales. Un grupo de humanos entrenados, poseedores de armas tecnológicas muy avanzadas. No eran enemigos a los que Robin podía enfrentar fácilmente con sus hechizos y la ayuda de su amigo Chopper, menos aun estando tan exhausta.
Corrió entre los estantes de la biblioteca. Su compañero iba delante de ella, escalando por las paredes y muy alerta para avisarle cualquier cosa. Ella avanzó hasta llegar a la puerta, pero justo cuando iba a cruzarla, un enorme robot le cortó el paso. Esquivó como pudo el rayo que este le lanzó, al tiempo que buscaba con la mirada una forma de sobrepasarlo. El lagartito rugió y le mostró la entrada a un ducto de ventilación, dirigiéndose él también hacia allá. La bruja no dudó y siguió la sugerencia de Chopper. Al estar frente al ducto, movió su mano ante este e hizo como si agarrara la tapa en el aire para luego lanzarla lejos, recitando un hechizo.
— Peremestit'
Tuvo que usar de la poca energía mágica que le quedaba, pero logró apartar la tapa del ducto. El primero en entrar por este fue el dragoncito, y Robin no tardó en seguirlo. Justo a tiempo, porque el robot en la puerta les lanzó otro rayo que apenas pudieron evadir. Y tras ese venían muchos robots más. Se arrastraron rápidamente a través del ducto, esperando encontrar pronto una salida. A lo largo de su camino, pasaron junto a varias rejillas, a través de las cuales podían observar las diferentes habitaciones que se conectaban mediante la ventilación. La mujer miró por cada una de ellas, recolectando información con la mirada, hasta que se topó con una inusual.
Incluso desde la ventilación donde estaba oculta, se notaba que el espacio de dicho lugar era extremadamente pequeño. Ni siquiera parecía realmente una habitación, sino más bien un armario, o algo incluso más diminuto; y era difícil hallar la puerta de entrada. Haciendo un análisis general, podría suponer que se trataba de un cuarto oculto. Adentro había una estantería con varios artefactos antiguos. Al lado de esta, un dispositivo metálico alargado como del tamaño de un cuerpo humano, aunque no comprendía exactamente qué era. Lo que más le llamó la atención de dicho dispositivo, era la estrella azul que tenía pintada. Le recordó mucho a la que alguien dibujó con tinta, igual azul, sobre el libro que leyó hacía poco.
Pese a la gran prisa que tenía, no pudo contener su curiosidad y entró a esa habitación. Chopper se notó algo confundido, pero aún así la siguió. Robin se acercó primero al dispositivo alargado, lo observó atentamente y extendió su mano para acariciar la estrella azul. No entendía por qué aquel símbolo llamaba tanto su atención. Después inspeccionó los artefactos que estaban sobre la estantería, tampoco comprendía muy bien lo que eran. Sus ojos se dirigieron hacia un pequeño rectángulo plateado de metal con un botón ¿Por qué se fijó en este? Porque también tenía pintada aquella estrella azul. Lo tomó entre sus manos y presionó el botón, lo que provocó que apareciera un holograma.
Este parecía ser la pantalla de un computador, y mostraba un documento con notas de una investigación. Lo que más le sorprendió fue el título: "Proyecto de unión de magia y ciencia" ¿Era todo un estudio sobre eso? Al volver a presionar el botón, las páginas cambiaban. Así pudo hojear todas las notas, las cuales venían acompañadas con varias gráficas. Una de las imágenes que más despertó su interés fue el plano de un androide muy extraño. Había visto diferentes tipos de robots durante toda su vida, pero nunca alguno como ese ¿Sí podría existir un androide así? ¿Sí podría unirse la magia con la ciencia? El gruñido de su compañero la sacó de su trance. No era momento de perder el tiempo.
— Vamos, Chopper — le habló a su amigo, quien con rapidez volvió al ducto. Ella guardó el aparato holográfico en su bolsillo y siguió al animalito.
Continuaron arrastrándose a través de la ventilación, cuando un rayo —mucho más potente que el del robot de antes— atravesó el ducto, dejando un gran agujero y metal derretido detrás de la pelinegra. Por suerte, el dúo avanzó velozmente y lo esquivó. Estuvieron evadiendo láseres durante todo el trayecto, si se hubiesen retrasado medio segundo estarían muertos. Hasta que lograron salir del ducto, cayendo en el interior de un bote de basura. Robin suspiró, su respiración estaba muy agitada por toda la persecución. Sin embargo, no tuvo tiempo de relajarse.
Alrededor suyo se encontraban tres personas poderosas e imponentes, cada una vestía una armadura con apariencia de animal ceñida a su cuerpo: El primero era un hombre alto de largo cabello rizado y una peculiar barba, llevaba una armadura amarilla en forma de leopardo. El segundo era un muchacho rubio, quien poseía una extraña nariz rectangular. Su armadura marrón con detalles amarillos aparentaba la imagen de una jirafa. La tercera y última era una mujer de cabello rubio corto. Su armadura negra con detalles rosas mantenía la figura de un murciélago. Se trataba del CP0.
— Si es la brujita que se pasa infiltrando en el palacio — comentó la mujer con una sonrisa juguetona.
— Posiblemente sea la última bruja que quede ¿Deberíamos atraparla viva? Tal vez los científicos quieran experimentar con ella — dijo el rubio de nariz cuadrada, viéndola con impresión.
— Nuestras órdenes son eliminarla, no debe existir ninguna bruja en este reino. No necesitamos magia cuando tenemos ciencia — declaró el rizado tajante. Su mirada desprendía cierta sed de sangre.
— Te haces el serio — se quejó su compañero.
Robin intentó escapar mientras ellos hablaban, pero el trío se dio cuenta y no dudó en lanzarse a atacarla. Pasaron de mostrar sus rostros a cubrirlos con cascos, lo que indicaba la seriedad con la que tomaban su misión. Lograron hacerle varias heridas graves, sobre todo aquel leopardo con sus afiladas garras metálicas. Ellos claramente eran más fuertes, pero ella se esmeraba en su huida, defendiéndose como podía. Ejecutaba algunos hechizos con la poca energía mágica que le quedaba. Chopper también ayudaba, lanzándoles algo de fuego. Mas como era un dragón bebé, sus llamas no tenían mucha potencia, por lo que no causaban tanto daño en esas armas de alta tecnología.
— ¡El dragoncito es adorable! ¿Me lo puedo quedar? — preguntó la murciélago, antes de mandar una impetuosa ráfaga de viento con sus alas de metal. La chica mágica apenas pudo resistirlo y avanzar con dificultad, recibiendo pequeñas heridas tajantes en su piel.
— Es la segunda criatura mágica que veo, es tan raro — comentó el chico jirafa. Luego estiró el cuello de su armadura para dirigir un contundente cabezazo a sus presas, aunque al final solo destruyó la pared de un edificio.
— ¡Peremestit'! — Robin aprovechó y con su magia le arrojó algunos residuos de aquella construcción. Su compañero la apoyó con un poco de fuego. Ambos ataques eran una simple distracción, previa a retomar su carrera.
— Creí que vivían en el bosque, que curioso haber visto dos tan recientemente — la jirafa completó su idea, contemplando la marcha de la pequeña criatura.
— Saben que las criaturas mágicas también están prohibidas en el reino, ¡Nada de magia! — sentenció el hombre leopardo. Flexionó sus piernas, dejando marcas en el suelo con las garras de sus pies, y dio un enorme salto con los brazos extendidos. Sus zarpas brillaban, mucho más largas, punzantes y hambrientas que antes. La bruja y el dragón ya se veían decapitados cuando el potente tajazo se dirigió hacia ellos. Afortunadamente, las únicas víctimas fueron los postes metálicos que proyectaban los hologramas con anuncios, que quedaron completamente destrozados. Y ellos siguieron con su huida — suficiente tuvimos con el ataque de ese otro grupo.
Era increíble cómo podían conversar tan casualmente mientras atacaban con tanta potencia. Robin y Chopper no sabían cuánto más podrían resistir. Hasta que por suerte, la mujer murciélago tropezó sobre sus compañeros, lo que les dio un par de minutos para huir ¿Eso fue un accidente? ¿Por qué alguien tan fuerte y entrenada como ella cometería un error así? Era extraño. La pelinegra prefirió no darle más vueltas al asunto y simplemente siguió su camino, junto a su amiguito. De todas maneras, los del CP0 no tardarían en levantarse para continuar siguiendolos, y evidentemente los superaban en velocidad. Así que aprovechó ese momento para aplicar un hechizo a sus pies, dirigiendo la palma de su mano hacia estos.
— Uskoreniye.
Sus pies se volvieron más ligeros y avanzó con mayor rapidez. Considerando la ventaja que le tenían a sus perseguidores, decidió girar entre las calles de la ciudad y tomar varios atajos para que fuese más difícil alcanzarlos. Chopper la siguió, extendiendo sus pequeñas alitas para volar a su lado. Aún si no podía elevarse tan alto, ni tener la gran velocidad de un dragón adulto. Para cuando los otros tres se pusieron de pie, ya los habían perdido de vista. La bruja siguió corriendo más y más, junto a su fiel compañero. Con ese impulso lograron escalar el muro en los límites de la ciudad, hasta salir de la gran metrópolis. Pasaron la frontera y corrieron muchos kilómetros más allá.
Al lado de la gran ciudad se encontraba un basurero, donde terminaban todos los desechos que salían de Mary Geoise. En medio de la inmensa pila de basura se encontraba una pequeña choza construida con madera vieja, ese era el hogar de Robin y Chopper. Bastante agotada y con la respiración agitada, la mujer entró a la choza y se lanzó sobre aquel colchón viejo y deteriorado donde solía dormir. El dragoncito la siguió y se acostó a su lado, dándole caricias.
— Debo tener más cuidado... — murmuró mientras respondía a los mimos de su amigo, y sus ojos poco a poco se fueron cerrando.
¿Siempre había vivido así? ¿En ese basurero? ¿Solamente con la compañía de su amiguito dragón? ¿Sin nadie más a su lado? No. Hubo una época en la que tenía más personas junto a ella, una familia. Una época en la que tenía otro hogar. Añoraba esos días con nostalgia y tristeza, deseando volver a ellos, preguntándose qué razón tenía para vivir luego de haberlo perdido todo ¿Sí valía la pena que siguiera viva? Tener a Chopper le daba algunas fuerzas para seguir, pero no apaciguaba por completo su tristeza y soledad.
En medio de sus sueños, aquellos recuerdos la invadieron. Cuándo vivía feliz con su familia, a pesar de las dificultades. Cuándo lo perdió todo.
Aún la época más feliz de la vida de Robin estuvo llena de muchísimas aflicciones. Lo que le hacía pensar en esos tiempos con felicidad y alegría era recordar la compañía de su familia, su amor y cariño en medio de todo. Pero ellos siempre vivieron huyendo del gobierno, padeciendo la agonía de la persecución y la discriminación por el simple hecho de tener magia.
La cacería y exterminio de brujos tenía ya muchos años de historia, aproximadamente 400. No se sabía con claridad cómo estaba establecida esa sociedad arcaica, principalmente porque el gobierno se encargó de desaparecer —o de ocultar— todos los libros de la antigüedad. No obstante, era conocido, especialmente por los allegados a Robin, que en ese pasado lejano la magia abundaba en el reino. Los humanos convivían con brujos y criaturas mágicas cotidianamente: era una sociedad mágica.
De repente, surgió un grupo que en aquel entonces se llamó a sí mismo "Nuevo gobierno". Sus miembros venían de otras tierras, y contaban con grandes científicos. Lograron desarrollar tecnología avanzada nunca antes vista en ese momento. Se dedicaron a esparcir entre los humanos su discurso sobre el peligro de la magia. Alegaban que los brujos eran monstruos y tenían más poder que ellos, por lo que en cualquier momento podrían usar ese poder en contra de los más débiles.
Declararon que con la nueva tecnología que desarrollaron podrían hacerle frente a la magia, e incluso sobrepasarla. La mayoría de los ciudadanos se vieron atraídos ante la idea de tener poder y usar esa nueva tecnología, así que no le dieron importancia a lo que sucediera con los brujos. Muchos de ellos, en el fondo, siempre le habían temido a la magia. Así, el "Nuevo gobierno" llegó al poder del país y decretó el exterminio de los brujos.
A lo largo de esos 400 años los seres mágicos sufrieron el repudio del reino. Los perseguían y atacaban con aquella ciencia tecnológica de alta calidad, matándolos uno a uno hasta casi exterminarlos. La de Robin fue posiblemente la última familia de brujas que existió en esas tierras. Vivían escondidos en las alcantarillas de la ciudad, moviendo constantemente su ubicación para evitar ser atrapados. Sin embargo, ellos no se dedicaban únicamente a huir, sino que peleaban a su manera. Puesto que además de ser un linaje mágico, eran historiadores.
Creían que la historia tenía gran poder. Deseaban desenterrar el pasado oculto del reino: cómo funcionaba la sociedad mágica de la antigüedad y la verdad sobre la forma en que el "Nuevo gobierno" se hizo con el poder. Estaban convencidos de que haciendo eso cambiarían el país. Por eso constantemente se infiltraban en el palacio de Pangea a investigar, y se enfrentaban al CP0 en el proceso. Por supuesto, no le dijeron nada a Robin sobre sus infiltraciones. Ella era muy pequeña en ese entonces y no querían que se involucrara en algo tan peligroso.
No obstante, aún en medio de esa situación y su guerra silenciosa con el gobierno, ellos sabían cómo pasarla bien y tener momentos amenos. Principalmente buscaban que Robin se divirtiera como lo debía hacer cualquier niña de su edad. Así que, mientras investigaban, sacaban tiempo para jugar, hacer bromas, y pasar tiempo de calidad como familia. Además, le enseñaron historia a Robin, sin contarle mucho sobre las cosas secretas y peligrosas. Así, la pequeña brujita aprendió también varios idiomas antiguos y muchas cosas más.
Dentro de todo lo que le enseñaron, obviamente no podía faltar la magia. Ella jamás olvidaría el día de su octavo cumpleaños, cuando le regalaron el libro de hechizos familiar. Un antiguo y desgastado ejemplar de cuero con una luna morada en medio de la portada. Aquellas tardes con su madre Olvia o con su abuelo Clover aprendiendo hechizos, viéndolos con fascinación a ellos usar su magia, riéndose de los malos resultados y jugando un poco con algunos hechizos. Eran recuerdos demasiado valiosos.
En esos momentos la niña era ignorante de la lucha de su familia y las consecuencias que esta traería. El gobierno ya estaba fastidiado de esos brujos. Aunque los superaban en poder y habilidad, aquella familia era demasiado escurridiza. Siempre se las arreglaban para escaparse cuando estaban a punto de aniquilarlos. Necesitaban un plan.
Entre los guardias que hacían parte del grupo que enfrentaba a los brujos, había un recluta relativamente nuevo, su nombre era Jaguar D. Saul. Él se unió al ejército con la idea de ayudar a proteger el país, sin saber que el gobierno aún se dedicaba a perseguir seres mágicos. Él ni siquiera sabía que los brujos seguían existiendo, pensaba que solo eran un mito. Hasta que lo ascendieron y lo integraron en el Palacio de Pangea. Ahí pudo ver de primera mano cómo planeaban y ejecutaban cruelmente diferentes planes para eliminar a una familia que, desde su perspectiva, no había hecho nada malo. Bueno sí, cometieron el crimen de allanamiento, pero ¿Eso merecía la pena de muerte? Según vio, ellos solo querían aprender historia y no le hacían daño a nadie.
Llegó el día de cierta operación y una tragedia ocurrió. La mayoría de los brujos pudo escapar, pero uno de ellos se quedó atrás y lo asesinaron. Esa fue la primera baja que tuvieron. Cuando Saul presenció con sus propios ojos a uno de sus compañeros asesinar cruelmente a ese hombre, y luego sonreír con satisfacción declarando que estaba cumpliendo la justicia, se dio cuenta de que ahí no iba a cumplir su deseo de proteger al país.
Inmediatamente abandonó al gobierno y se unió a los brujos para prestarles su apoyo. Obviamente estos al comienzo desconfiaban de él, y aún estaban sufriendo por la muerte de su familiar. Saul lo entendió, les pidió disculpas y les dio las condolencias. Ellos libraban su duelo, pero no planeaban rendirse ni doblegarse ante el gobierno. Creían firmemente en su ideal de generar un cambio a través de la historia con su investigación. Al ver aquella determinación, Saul sólo pudo admirarlos.
Robin no comprendía bien todo lo que sus familiares hacían, pero era una niña lista, sabía que escondían algo importante. Había leído algo de su investigación oculta sin que ellos la descubrieran. Aquella muerte fue el primer gran golpe que ella recibió en su corazón, lloró mucho esa noche, pero también se llenó de más intriga sobre lo que ocurría. Otra cosa que llamó su atención fue la llegada de Saul, sobre todo porque era extremadamente alto, casi como un gigante ante sus infantiles ojos ¿De dónde había salido? Él notó la curiosa mirada de la niña, quien igualmente despertó su curiosidad ¿Ella también era una bruja?
— ¿Cómo te llamas?
— Robin, tú eres Saul ¿No?
— Oh, ya me conoces.
— Oí a los demás hablar sobre ti, no confían mucho en ti.
— ¿Y tú? ¿Confías en mí?
— No te conozco, así que no tengo especial razón ni para confiar ni para desconfiar de ti — esa honesta respuesta provocó que el mayor estallara en carcajadas.
— ¡Dereshishishishi, dereshishishishi! — su risa era demasiado peculiar, por lo que le interesó especialmente a la niña.
— ¿Esa es tu risa? — cuestionó ¿Quién se reía así?
— Sí, ¿Qué tiene?
— Es muy rara — respondió riendo también — ¿Cómo te ríes así?
— ¡Dereshishishishi! — volvió a reír — pues riendo ¿No te gusta reír?
— Pues si, cuando me divierto con mamá o el abuelo o los demás, haciendo magia y otras cosas.
— Muy bien, reír es muy bueno, te sube bastante el ánimo, por eso hay que reír incluso cuando estás triste ¿Lo sabías?
— ¿Cuándo estás triste? ¿Por qué reiría estando triste? Ni que estuviera loca.
— Ya te lo dije, reír sube el ánimo ¿Por qué no lo intentas?
— Mmm.... — se quedó un poco pensativo — Dereshishishishi
— Eso, así ¡Dereshishishishi!
Los demás apreciaron desde lejos la interacción entre esos dos con mucha curiosidad, y fue difícil que varios de ellos no sonrieran. Así, poco a poco Saul se fue ganando la confianza de todos, y Robin se hizo más cercana a él. Pero no todo era felicidad, ya que Saul les contó que el gobierno estaba preparando una operación especial para aniquilarlos por completo, a la que llamaron "Buster Call". Planeaban atacarlos con todas sus fuerzas, y era casi imposible escapar de eso.
No hubo tiempo para lamentarse o reaccionar, tuvieron que reunirse de inmediato a idear un plan para huir. Lo principal era proteger a Robin, y también la investigación en la que tantos años habían trabajado. Se prepararon como pudieron, aunque no le informaron de nada a Robin. Aún así, ella se dio cuenta de que estaban tramando algo, lo que la tenía muy inquieta. Finalmente llegó el día. El gobierno ya sabía que se movían constantemente por el subsuelo de la ciudad, así que la Buster Call comenzó lanzando bombas por todas las alcantarillas, destruyendo el lugar por completo.
Por suerte, los brujos ya habían contemplado que eso pasaría, y huyeron de ahí antes de que cayese la primera bomba. Se desplazaban rápidamente hacia el bosque. A la niña solo le dijeron que iban a mudarse, pero ella ya sabía que debían estar huyendo de algo. Lo que no contemplaron, fue que el gobierno predijo lo que harían. Y cuando ya estaban por llegar a su destino, los rodearon completamente con una gran cantidad de robots gigantescos.
Robin estaba en el centro del grupo, siendo rodeada y protegida por toda su familia. Inmediatamente le lanzaron dos hechizos, uno de invisibilidad y una barrera de protección. Pese a que ya sospechaba que el gobierno los estaba persiguiendo, al encontrarse directamente en esa situación se quedó sorprendida y aterrada. Todos sus seres queridos pelearon arduamente contra tal enorme cantidad de robots, y fueron muriendo uno a uno. Varios de ellos la vieron antes de morir, le sonrieron y le dijeron un par de palabras que la marcarían para siempre.
— Vive, Robin
Solo escuchaba esa frase una y otra vez, resonaba en su cabeza por encima de los disparos, explosiones y gritos de dolor. Su pequeña mente no terminaba de comprender todo lo que estaba pasando. Las lágrimas solo caían por sus mejillas mientras era protegida por quienes más amaba, y no podía hacer nada para salvarlos. Se sentía tan impotente, tan inútil. Sin embargo, aun cuando prácticamente todos ellos murieron, los brujos lograron hacerle una gran cantidad de daño a los robots, despejando un camino. Saul se lanzó sobre el último robot que quedaba y lo hizo pedazos. Luego cargó a Robin y la llevó corriendo hacia el bosque.
— Tu familia es muy fuerte, Robin, si tú te mantienes viva será un triunfo para ellos.
Ella no entendía nada, simplemente seguía llorando. Estaban a un par de pasos de entrar al bosque, cuando un rayo congelante cayó sobre el mayor de la nada. Quién se lo lanzó no fue un simple robot, sino uno de los líderes de la guardia del palacio, alguien a quien Saul conocía muy bien. Aquel hombre no tardaría en llegar para verificar los resultados de su ataque. Afortunadamente, Saul pudo reaccionar antes de tiempo, y lanzó a la niña hacia el interior del bosque.
La menor aterrizó y rodó varios metros sobre tierra, hasta que chocó contra un árbol. Con un poco de dificultad se puso de pie y corrió de regreso con su amigo, pero desde lejos divisó su cuerpo completamente congelado y a un hombre misterioso a su lado ¿Qué podría hacer ella? Contempló la escena detrás de un árbol, sin poder procesar todo lo que le había ocurrido ese día. Todo eso era demasiado. Sus lágrimas caían como cascada.
<< Reír sube el ánimo ¿Por qué no lo intentas?>> Recordar las palabras de Saul la hizo reaccionar. Debía huir, si ella se salvaba sería el triunfo de su familia. O al menos eso le había dicho su amigo, y ella quería convencerse de que era así. Apretó fuertemente el bolso de cuero que llevaba encima, se lo dieron antes de salir y le dijeron que lo protegiese. Dentro de este llevaba una libreta que resumía toda la investigación de los brujos, junto a su preciado libro de hechizos. Suspiró y corrió hasta lo más profundo del bosque, buscando cumplir la voluntad de su familia. Ellos le pidieron que viviera.
— Dereshishishishi, dereshishishishi — repetía aquella extraña risa una y otra vez mientras corría, y las lágrimas no dejaban de caer.
Luego de andar sin rumbo durante varios minutos, se sentó bajo un árbol para descansar un rato. Aunque su mente seguía dando vueltas en los sucesos de ese día sin creerse que fuesen reales ¿Y si todo era una pesadilla? Ya quería despertar.
Por el cansancio se fue quedando dormida, y no abrió los ojos hasta horas después ¿Qué debía hacer? Ahora estaba sola. Se cuestionaba su existencia, cuando escuchó un chillido. Parecía un animal herido. Se levantó y siguió aquel sonido, hasta hallarse ante un pequeño lagarto alado, confirmando sus sospechas.
— ¿Tú también estás solo?
Como pudo, le curó las heridas con lo poco que recordaba haber leído en un libro de medicina, haciendo uso de algunas hojas y savia que encontró en el bosque. El animalito daba vueltas alrededor suyo, mostrando su agradecimiento, lo que la hizo sonreír levemente. Decidió recolectar algunas frutas para que tanto ella como su nuevo amigo pudieran comer. Mientras comía, sacó los libros del bolso.
Comenzó a leer la libreta que resumía el estudio de su familia. Algunas cosas no las comprendía bien, pero la mayoría sí. Estaba bastante impresionada por todo lo que ellos pudieron hacer durante tantos años, aunque pensar en eso solo provocó que sus lágrimas volviesen a surgir.
— Dereshishishishi — rió, suspiró y dejó aquella libreta de lado.
Entonces tomó el libro de hechizos, lo contempló cariñosamente, recordando con tristeza el día que se lo regalaron. Acarició la portada, principalmente aquella luna morada que tanto le llamó la atención desde siempre. Comenzó a leerlo, e intentó hacer varios de sus hechizos. Luego de un tiempo dejó los hechizos de lado, y volvió a mirar la libreta con la investigación.
— Debo terminarla por ellos, sus muertes no tendrían sentido si no se cumple su objetivo.
Decidió salir del bosque y regresar, para ese momento ya los del gobierno no debían estar por ahí. Y tenía razón, ni siquiera estaba el cuerpo congelado de Saul donde lo vio la última vez ¿Porque no se quedó viviendo escondida en el bosque? Porque para completar la investigación de su familia debía estar lo más cerca posible de la ciudad, o al menos eso era lo que ella pensaba.
Se infiltró en el interior de Mary Geoise para recolectar información, obtener algo de comida y otras cosas. El dragoncito la siguió. No les quedó de otra que empezar a robar para subsistir. Y mientras recorrían la gran metrópolis, Robin confirmó que las alcantarillas fueron completamente destruidas. Al parecer el gobierno las usaría para crear una nueva sede subterránea, definitivamente no podía volver a ir. Así que al final terminó construyendo su choza en el basurero a las afueras de la ciudad.
Desde entonces vivía ahí, junto a su amigo dragón al que terminó llamando Tony Tony Chopper. Practicaba sus hechizos diariamente, tratando de fortalecer su magia. La comida y demás medios para subsistir las obtenía al entrar a la ciudad y robar. Cada día se cuestionaba si su existencia valía la pena, pero recordar a sus familiares instándola a vivir, la hacía seguir adelante. Y la compañía de Chopper también ayudaba.
Cuando podía, se infiltraba en el palacio de Pangea, buscando información para completar la investigación de su familia. Estaba decidida a lograrlo, generaría un cambio por medio de la historia.
Despertó con algunas lágrimas en los ojos, las secó con rapidez. Contempló a Chopper dormir plácidamente a su lado, lo que la hizo sonreír levemente y acariciar a su amigo. Pensó en cómo el CP0 casi los atrapa ese día. Debía hacerse más fuerte y tener mucho más cuidado, así que decidió practicar su magia. Aunque antes comió unas cuantas de las golosinas que robó de la ciudad, para frenar un poco su apetito.
Buscó entre sus cosas el libro con la luna morada, lo tomó y salió de la choza. Se dispuso a leerlo mientras caminaba; daba vueltas sobre los desperdicios y practicaba uno que otro hechizo. Estaba tan concentrada que tropezó por accidente con lo que parecía ser un televisor viejo, y cayó dentro de un gran agujero lleno de basura.
— ¡Auch! — se quejó mientras se levantaba, pero entonces la vio.
Era la misma estrella azul que había visto en el palacio de Pangea: primero dibujada en aquel libro, después sobre ese curioso artilugio de metal alargado, y luego en el aparato holográfico que se llevó ¿Sería coincidencia? Intentó desenterrar el artefacto que tenía pintada la estrella, jalándolo con todas sus fuerzas, pero era demasiado pesado y no podía sacarlo.
— Un hechizo... — gracias a su siesta pudo recuperar todo el poder mágico que perdió en su infiltración. Suspiró y extendió la palma de su mano hacia el objeto que quería desenterrar — ¡Peremestit'! — jaló el aire vigorosamente. El aparato se elevó de entre toda la basura, y cayó no muy lejos de ahí. Ella quedó completamente impactada al ver de qué se trataba: era un androide.
La mayoría de sus partes estaban compuestas por metal, pero varios de sus elementos se veían muy humanos. Empezando por su cabello azul claro peinado en un copete. Sus ojos parecían un par de gafas de sol. Sus hombros tenían la forma de dos esferas rojas. Sus brazos eran un par de cubos azules, y sobre estos estaba pintada la estrella, en un tono más oscuro. Las delgadas piernas eran lo más humano de su diseño. Lo que más sorprendió a Robin, fue que ya había visto a un androide así antes, pero no en persona ¡Era el mismo de los planos que estaban en libro holográfico que encontró en el palacio! ¿¡Realmente existía un androide así!?
Lo analizó atentamente de arriba hacia abajo, cada parte de él. Obviamente estaba descompuesto ¿Sería posible arreglarlo? Sacó el dispositivo holográfico de su bolsillo y lo encendió. Pasó entre las páginas hasta llegar a aquella en la que había visto la figura del androide. Tenía instrucciones detalladas sobre su funcionamiento ¿Si seguía eso podría arreglarlo? Había que intentarlo. Claramente ella no tenía materiales de mecánica para reparar un robot, pero sabía que explorando en el basurero encontraría cosas útiles, y así fue.
Siguió paso a paso y con gran atención las indicaciones del libro holográfico, hasta llegar a una parte que la confundió ¿Decía que debía infundirle energía mágica para que funcionara? ¿Por qué un aparato tecnológico necesitaría aquello para funcionar? Sobre todo cuando el gobierno buscaba exterminar la magia debido al miedo que le tenía ¿Por qué crearían algo así? Decidió intentar. Extendió sus manos hacia el robot y dejó fluir hacia él su energía mágica. Los ojos del androide brillaron, y luego se puso de pie.
— ¡Súper! — exclamó haciendo una pose extraña con sus brazos, juntándolos sobre su cabeza — ¡Hola, soy Franky!
— Funciona... — murmuró Robin sorprendida — y parece bastante humano.
